Partida Rol por web

Cuando agarró el meteorito escuchó un fuerte chasquido, después una horrible sensación de vacío bajo los pies, como si cayera por un agujero eterno y de una profundidad incalculable para después oler un fuerte y desagradable aroma a azufre. La sensación había sido similar a los saltos que a veces pegaba al soñar.

Todo había sido muy raro. Excesivamente raro. No entendía nada. ¿Qué había pasado? Miró alrededor y después miró al cielo, no reconocía absolutamente nada. Sobre su cabeza había miles de estrellas, pero no era capaz de reconocerlas, también había un enorme planeta de color azul que podía apreciarse como se apreciaba la luna desde la ciudad de donde venía.

¿Acaso todo eso significaba que estaba en un planeta totalmente diferente?

¡No podía ser!

-¡Ai, qué demonios! -exclamó ante la pérdida de equilibrio.

Hace un instante tenía un niño justo delante, pero ahora se había desvanecido, junto a la multitud que le rodeaba. Pestañeó y miró confusa a su alrededor, completamente desconcertada, mareada y desorientada. Ya no estaba el cielo nublado, y además estaba completamente estrellado.

-¿Dónde...? -murmuró.

Quizás has perdido el conocimiento y te has despertado ahora. Habrá pasado bastante tiempo y...

Sus pensamientos se detuvieron en cuanto se fijó en algo que había en el cielo; en lugar de la Luna, había un gran planeta azulado. Al verlo no sabía si sentirse asombrada o aterrada. 

Vale, esto tiene que ser una alucinación. El meteorito tendría alguna sustancia que me ha afectado. Ya está, no hay que entrar en pánico.

Bajó la vista y volvió a revisar su alrededor, en busca de gente y de Sada que pudiesen ayudarle. 

¿Pero esto? preguntó al aire cuando terminó de inspeccionar lo que tenía a su alrededor. Pietro no entendía nada, había caído algo en la maleza, se había acercado a tocarlo... y ahora estaba en un planeta diferente! Después de un viaje eso sí, lleno de caídas, vértigos, malos olores... no había tenido nada bueno.

Maldito meteorito... en qué momento fui corriendo a por él.. quien me mandaba a mi

A Pietro le dio la risa floja pero la contuvo enseguida, era una situación irreal. En realidad estaba aterrado porque no entendía nada de aquella nueva situación pero había una pequeña parte de él que se había activado. La pequeña parte de él que le hizo conseguir ser líder de gimnasio hace años. La pequeña parte de él que le llevó a ser entrenador pokémon. Había pasado muchos años sin hacer nada y lo había perdido todo... todo aquello, podía ser una oportunidad. 

¿Hola? - preguntó a los muchachos que habían caído cerca de él. - me llamo Pietro.. y no sé que hago aquí. 

Desperté de improvisto con esa sensación de caída que todos alguna vez han experimentado mientras duermes. Asustado levanté mi torso mientras la arena escurría entre mis dedos al cerrar mi puño.

Estaba bastante desorientado y mi alrededor no se parecía en nada a donde me encontraba cuando tenía entre mis manos el meteorito, pero eso era un asunto que pasó a segundo plano, porque una sensación nauseabunda comenzaba a subir desde mi estómago. 

El olor tan distintivo a azufre quedó impregnado en mi paladar y lengua, siendo una sensación bastante molesta e intolerable. Antes de que pudiese llevar mis manos a mi boca, estaba en cuatro patas vomitando todo lo que había cenado aquella noche. 

Tras unos segundos y un mucho más aliviado, escucho voces a mi alrededor.
Pero, ¿Quiénes son estas personas?
Respiro hondo y me pongo de pie. Con bastante mesura, para la situación en la que me encuentro, limpio mi Kimono para luego hacer una educada reverencia en señal de saludo a cada uno de los presentes: -¡Hola! Mi nombre es Alabaster!- Digo a las dos personas que tengo frente a mí. 

De un momento a otro la expresión de parsimonia en mi rostro desapareció, porque acababa de darme cuenta que Eon no estaba junto a mí. Miré a los alrededores desesperado intentando dar con él, pero lo que llamó mi atención fue ese delicado resplandor azul que iluminaba la noche, era como un velo de luz que hacía lucir todo de forma distinta o al menos de una forma a la que no estaba acostumbrado. Boquiabierto miré al cielo y apuntando al enorme astro azul, caí sentado en la playa. -¿¡QUÉ ES ESO!?-

Entre sus manos habían podido sentir la calidez de la arena de la playa en la que se encontraban. Hacia el sur se extendía la inmensidad de un mar de aguas color turquesa. Pero la tierra que pisaban era de una tonalidad nunca antes vista, era de un color cobrizo casi rojo, parecía tintada con un color carmesí muy poco habitual. Más que del color de la arena de la playa se parecía al de la arcilla.

Como si Eon hubiera escuchado preguntar por él salió corriendo para acariciar con sus mejillas sus piernas. El pokémon se dedicó a corretear entre ellas, metiéndose por debajo y dando saltitos al tiempo que le pegaba lametones. El cariñoso Eevee estaba muy contento de ver a su compañero Alabaster.

Una extraña y aterradora criatura llegó pocos segundos después que Eon, se trataba de Scizor el compañero de Pietro, que lejos de ser tan cariñoso como Eevee se acercó a Pietro y se agachó juntando sus pinzas delanteras para hacer una reverencia al que era su compañero. 

Del sur llegó Sada, la compañera de Miki, una impresionante criatura que al igual que Scizor no era tan cariñosa y que aunque se alegraba de verla, no llegó a hacer ninguna muestra mayor de afecto. Simplemente se pegó a ella y miró a su alrededor, sin comprender si aquel Scizor y Eevee eran compañeros o rivales.

¿Alabaster? - preguntó al escuchar cómo el muchacho se presentaba. - Pietro - le dijo presentándose él, aunque ya lo había hecho, por si seguía desorientado. 

Miró a la chica que también estaba con ellos y la saludó - ¿Estás bien? - le preguntó interesándose por su estado.

- Wow, ¿sabéis dónde estamos? - preguntó aunque no esperaba mucha respuesta, quienes le acompañaban parecían igual de perdidos que él.

Cuando vio cómo se acercaban los pokémon sonrió y acarició un poco a su pokemon. 

- Scizor - le dijo - Qué bien que estás aquí... ¿Dónde has aparecido tú? ¿Estás bien? - preguntó a su compañero.

- Creo que deberíamos ir al oeste o al este ¿qué os parece? - pregunta.

-EON!- Gritó de emoción el genetista en ciernes, mientras acariciaba el suave pelaje de su compañero. De inmediato tomó en sus brazos a su pequeño Eevee, le alegraba de sobremanera verlo junto a él. 

En el transcurso de los siguientes minutos otros Pokémon aparecieron junto a las personas que estaban presentes en aquel paraje. ¡Vaya un Hassam y un Alligates!, pensó para sí Alabaster, mientras observaba detenidamente aquellas criaturas. Le llamaba mucho la atención el Scizor que acompañaba a Pietro. 

Tras unos segundos, Alabaster se paró, dejando a Eon a sus pies y miró a Pietro para contestar a sus preguntas: -Sí, mi nombre es Alabaster y provengo de Enju City. Si lo desean me pueden llamar Bass, como lo hacen algunas personas en el Templo.- Reiteró la solemne reverencia a los presentes y señaló: -Encantado de conoceros.-

De inmediato agregó: -Y como pueden ver este pequeño Eievui es mi compañero, su nombre es Eon.- Dijo, mientras el Pokémon correteaba entre sus piernas.

La sonrisa que inundó el rostro de Alabaster al ver a su compañero, poco a poco iba desapareciendo, ya que la pregunta de Pietro lo trajo nuevamente a la realidad. -Pietro-san, realmente no tengo idea en donde estamos.- Miró a los alrededores sin dar crédito a lo que estaba sucediendo.

Un tanto desconcertado y con cierto deje de angustia en sus palabras prosiguió: -Yo me encontraba a la salida de Mahogany Town, cuando algo ocurrió y desperté aquí junto a ustedes.-

-Por mi parte yo seguiré la dirección que decidamos, creo que permanecer juntos es lo mejor por el momento.- 

Alabaster observó a la silenciosa entrenadora del Croconaw, esta lucía una vestimenta bastante particular. Así que intentando mantener la etiqueta  le preguntó: -¿Qué le parece a usted...- Vaciló por unos cuantos segundos debido a que no conocía el nombre de la chica, y con un tono de duda añadió: -...Oficial-san?-

Al girarse se percató de que había dos personas más. Suspiró aliviada y se acercó.

Vale, les explicas que has tocado un meteorito que te ha frito el cerebro. Les pides que te acerquen al hospital y se acabó.

-¿Hola? me llamo Pietro.. y no sé que hago aquí. 

-¡Hola! Mi nombre es Alabaster!

Miki tardó unos segundos en responder; tenía que asimilar el hecho de que ellos tampoco sabían donde estaban, así que probablemente no se trataba de una alucinación, sino que era todo real. Tragó saliva y trató de mantener la compostura.

-Hola, soy la agente Azuma, del departamento de policía de Ciudad Trigal -dijo con una voz algo insegura -. Por lo que veo tampoco sabéis donde estamos.

Pietro: ¿Estás bien?

-Ehm, sí, estoy bien -dijo algo aturdida.

Se frotó la sien con los dedos. Había empezado a sentirse algo mareada por tantas emociones repentinas. Tras cerrar los ojos con fuerza para establizarse, al abrirlos vio a lo lejos un "rostro" familiar.

-¡Sada, menos mal que estás aquí! -exclamó.

En cuanto la criatura se acercó, Miki comenzó a acariciarla debajo de la mandíbula.

-Pensaba que te habrías quedado atrás en la ciudad, aunque pensándolo mejor estarías mejor allí, porque aquí estás tan atrapada como yo -su voz desprendía bastante más confianza cuando hablaba con su croconaw.

Pietro: Creo que deberíamos ir al oeste o al este ¿qué os parece?

Alabaster: Por mi parte yo seguiré la dirección que decidamos, creo que permanecer juntos es lo mejor por el momento. ¿Qué le parece a usted...Oficial-san?

De inmediato dejó de acariciar a la pokémon y se volvió a dirigir a ellos.

-¿Oficial? ah, la verdad es que todavía no tengo ese rango. Soy policía a secas -hizo una pequeña mueca de vergüenza y miró a su alrededor-. Sí, lo mejor será rodear ese mar. Podríamos ir hacia la pradera, a ver si encontramos a alguien más.

Scizor hizo una reverencia a su compañero para asentirle y mostrarle que se encontraba en perfecto estado. Que no tenía nada de lo que preocuparse. Después se quedó esperando para ver si se decidían o no por tomar una dirección concreta.

- La pradera me parece una buena opción - dijo Pietro.

Miró a su pokemon y lo acarició. Scizor y él habían sido compañeros desde hacía muchos años y no podría perdonarse que le pasara algo porque después de todo lo que había perdido... era lo único que le quedaba.

- Yo soy Pietro, hace años era el líder del Gimnnasio de pueblo Azalea, ahora... ahora no soy nada.

Pietro volvió a acariciar a Scizor, él no querría que su pokemon se hubiera quedado en el pueblo, era egoísta y lo quería consigo mismo. La idea de estar sólo en un sitio desconocido le generaba cierta asiedad, no quería ni imaginarse lo que podía ser si Scizor no le hubiera acompañado.

Tanto Miki como Pietro consideraron que el camino a seguir era el que se dirigía hacia la Pradera. Así que sin titubear Alabaster se encaminó junto a ellos.

Una mueca de interrogante apareció en el rostro de Alabaster tras las últimas palabras de la Oficial. Le llamaba la atención si ella se refería a que en la Pradera encontraríamos a más gente en nuestra misma situación, o simplemente a gente que pudiese vivir allí. De todos modos, no tenía la confianza suficiente para preguntarle directamente a lo que se refería, así que caminó tras ellos.

Como las constelaciones que engalanaban el cielo nocturno no se parecían en nada a las que el Genetista conocía, ignoraba que se dirigían en dirección Este. Pero eso daba lo mismo, ya que de una extraña manera se sentía bastante cómodo junto a estas personas que acababa de conocer.

Alabaster caminó detrás de Miki y Pietro, debido a que no quería forzarle el paso al pequeño Eevee que lo acompañaba. El ritmo que llevaba Eon era pausado, ya que el curioso Pokémon iba olfateando y saltando por todas partes. 

Desde atrás, Alabaster observaba asombrado a las dos personas que iban delante.
¡Wow! Una oficial de Policía de Kogane City.
El uniforme de Miki junto a la añil noche resaltaba aún más, combinando de forma perfecta con las escamas de su Croconaw que iba junto a ella. 

Luego, dio unos pasos hacia el lado para observar ahora a Pietro, quien iba poco más adelante encabezando el grupo.
Y nada menos que el ex Líder de Gimnasio de Hiwada Town.
Junto a él su Scizor, que frente a la serena aura de su entrenador, sólo le seguía de cerca. El compañero de Pietro parecía imponente al lado del Eon o de Sada, su aspecto denotaba que tenía bastante experiencia en las batallas. 

Maravillado, el criado en el Monasterio de Ciudad Iris, no dijo palabra alguna y sólo caminaba. De vez en cuando miraba al horizonte o hacia el cielo, intentando ver si podía divisar algún Pokémon salvaje, eso podría darle alguna pista de en donde se encontraban.

El silencio nocturno, que era el séptimo miembro de este grupo, se vio perturbado cuando algo llamó la atención de Alabaster. De inmediato detuvo su caminar y llevó su mano al mentón. No se guardó sus palabras y las enunció al viento: -¿No les parece extraño o al menos peculiar que provenimos de ciudades contiguas?- Guardó silencio tras su pequeña interrogante, esperando alguna respuesta. 

Bajos sus pies podían sentir la calidez de la arena de la playa en la que se encontraban. Hacia el sur se extendía la inmensidad de un mar de aguas color turquesa. Pero la tierra que pisaban era de una tonalidad nunca antes vista, era de un color cobrizo casi rojo, parecía tintada con un color carmesí muy poco habitual. Más que del color de la arena de la playa se parecía al de la arcilla.

Se pudo ver en el brillo de los ojos del chico lo emocionado que estaba con todos estos lugares maravillosos, todo era hermoso y nuevo a sus ojos, corrió hasta llegar al lugar donde la arena dejaba lugar al agua y se agacho para tocarla.

Pareció que había olvidado por completo la presencia de sus compañeros y se dejó llevar por la emoción de estar en un lugar como ese.

La brisa marina llenó los pulmones de Hoku cuando respiró profundamente. Aquel lugar le pareció impresionante, ninguna playa de Alola tenía ese color, si alguien le hubiera contado alguna vez de la existencia de un lugar así, no lo hubiera creído.

El gigante luchador se agachó para tocar la rojiza arena y se la lanzó al cuerpo a Hulk. Entonces salió disparado hacia él y lo levantó por los aires para acabar lanzándolo sobre la arena. Ja, ja, ja. Hoku se partió de risa mientras esperaba la respuesta de su compañero. Infinidad de veces habían entrenado en las playas de Alola y aunque la situación no fuera la idónea para ello, no pudo reprimir el impulso de divertirse un poco. 

Maaaaaa - Gritó Machamp al tiempo que empujaba y jugueteaba con Hoku en aquella oscura arena.

Franek llega con el grupo a la playa y realmente queda asombrado con lo exótico de aquel paraje, no se decide a quitarse los zapatos y sentir la arena directamente sobre sus pies porque no se podía dejar llevar por el placer, sea la razón que fuere, no estaban ahí por placer; de hecho, estaban ahí en contra de sus voluntades, y eso hizo que la sonrisa mental que tenía de pronto se transformara en una mueca visible de desagrado.

Cuando Franek observa al pequeño de Rintaro, y al "pequeño" grande de Hoku alegrarse por arrivar a tan hermoso paraje, prefiere relajarse un poco y busca el hombro de su compañera Helen para invitarla a aterrizar, la arena seguro le gustará también a ella y al no saber a ciencia cierta a donde ir era mejor tomarse las cosas con calma, y ofrecer una sonrisa amable a los demás, en especial a Helen.

-Bueno, yo creo que lo mejor sera reponer un poco de fuerzas antes de decidir a donde debemos ir- Dice mientras se sienta en la arena roja, sintiendola entre los dedos de sus manos y acomodando sus posaderas.

-Habíamos dicho que podíamos subir la montaña, será agotador, por eso creo que es mejor no agotarnos demasiado de camino hacia allá, no he visto ningún pokémon por la zona, es posible que este lugar esté completamente desierto, como es posible que hayan pokémon muy peligrosos escondidos- dice seriamente a pesar que haya dos jóvenes ahí. Entonces Franek lleva las manos a sus bolsillos y saca dos pequeñas flautas de vidrio, una negra y una blanca.

-No quisiera arriesgarme a tocar la Flauta Blanca y atraer especies desconocidas que puedan representarnos un peligro...- hace una ligera pausa, su rostro, al igual que Rintaro, no podía ocultar su deseo de conocer nuevas especies -... por eso es preferible que estemos en un sitio donde no puedan rodearnos y la playa sería un lugar ideal para probarla. Si les soy sincero, quisiera ver que especies de pokémon viven por aquí, pero en la situación que estamos, sentiría demasiado alivio si la Flauta Blanca resulta no atraer nada hacia nosotros.- 

Franek expresa muy seriamente sus inquietudes, su sangre de PokéRanger le dice que la toque sin miedo y enfrenten entre todos cualquier peligro, pero la misma sangre de PokéRanger le dice debe mantener seguros a todos en el grupo, y asegurarse de que hayan o no peligros escondidos, sería una buena idea estando en un lugar relativamente difícil de ser rodeados, además, rodeados de arena Helen estaba en su elemento y podría tener una ligera ventaja. Aun así, prefiere no tomar solo la decisión y esperar la opinión de los demás. Es lo más sensato antes de definir a donde ir.

London también estaba muy asombrada por el increíble y vasto espacio que en ese momento presenciaba. El agua era preciosa, aunque lo más llamativo era la arena rojiza. Oddy también parecía curioso de ver esa extraña arena. Se acercó al agua con curiosidad, y London pareció entender lo que Oddy pensaba. En tierra firme, lo normal era que el mar fuera salado, pero... ¿sería igual en ese paraje desierto? 

Se acercó a la orilla del agua y se quitó los zapatos para no mojarlos. El agua hizo cosquillas bajo sus pies, y se agachó un poco para mojar el dedo y luego llevarselo a la boca. Lo peor que podía pasar es que el agua también fuera salada.