Partida Rol por web

-¡¡¡Humanos!!!-pienso mientras me dirijo a ver a Ergulion -haced esto, haced lo otro, obedecerme, avanzar, retroceder..., ¡¡¡no se aclaran!!!, ¡¡¡y encima con alardes de grandeza!!!, ¡¡¡tendrían que estar agradecidos de tener a un enano a su servicio y mostrar más respeto!!!. En fin, a ver que quiere Ergulion, seguro que será alguna misión de poca importancia como nos tiene acostumbrados últimamente.

Miro al huraño hombre con desdén y le digo:

- Creo que no hay que ponerse así, las cosas pueden decirse de otro modo significando lo mismo.- Dicho lo cuál me giro, cojo mi equipo y mis bolsas siguiendo el ejemplo del enano y emnpiezo a andar donde se supone que debe estar ese tal

Ergulion, el jefe o capitán como quieran que le llamen aquí ..."Vaya, ¿Dónde debe estar Ergulion? Mejor se lo pregunto"- Perdone buen señor, ¿Dónde se supone que está Ergulion? ¿A donde debemos acudir?

Acaba de llegar y ya le estaban dando órdenes. Era su primera noche en aquellos barracones, pero no había podido dormir demasiado. Siempre tardaba un par de días en adaptarse cuando llegaba a un sitio nuevo. Era de noche cuando le indicaron cual era su jergón, y los demás ya dormían. Sin tiempo a presentarse, recoge sus cosas y sale tras sus compañeros lo más rápido que puede. Al menos uno de ellos era enano como él, por lo que a pesar de su humor recién despertado, seguro que le costaba menos adaptarse.

- Yo poco puedo ayudarte, humano. Llegué anoche a estas tierras, y jamás pensé que iban a requerir mis servicios tan pronto - se acerca a ambos y mira al enano asintiéndole a modo de saludo - Mi nombre es Cowell Finbar, hijo de Mordin Finbar de las Montañas Azules

Cuidoron llevaba despierto varias horas ya, como era costumbre en el. Eso si es que acaso habia pegado ojo esa noche. Acostumbraba a tumbarse en su camastro durante un par de horas, tres a lo sumo, sumido en un profundo trance, sincronizando su mente con la del creador, con su cancion, con todo lo que el habia creado y que ahora existia en el mundo. En mitad de la noche se levantaba y se iba a dar un largo paseo por las afueras del campamento, bajo el manto de estrellas, Varda lo osbservaba desde alli, y el elfo entraba en sintonia con ella, hallaba la paz a la luz de sus joyas. Estaban en Fornost, cuatro murallas protegian la ciudadela que se erigia en un alto promontorio. Cada muralla defendia una parte de la ciudad.
Tras la Puerta de Norburgo, la puerta de los reyes, adornada con los rostros de todos los monarcas anteriores, se abria una basta extension, un campo de batalla controlado entre murallas, alli era donde estaban los barracones y esa la muralla a la que le gustaba subir a Cuidoron durante la noche.
El segundo muro defendia la ciudad baja, lugar donde los artesanos creaban sus obras, lamparas increibles, alfombras preciosas, anforas de todos los tamaños..., pero tambien hogar de campesinos y agricultores. Edificios sencillos para gente sencilla.
La tercera muralla guardaba la ciudad alta, lugar donde nobles y burgeses vivian, imponentes edificios, casi palacios ostentosos donde se entremezclaban olores y ricas telas con joyas magnificas y alimentos excelentes.
La ultima muralla estaba junto al borde del promontorio, metros y metros por encima de la ciudad alta, alli estaba el palacio del rey. Junto a el otros palacetes de gente importante. Tambien habia lugares de culto y ocio. Ante tan magna vision de la ciudad bajo las estrellas perdia "arco de roble" el sentido del tiempo, pero lograba regresar antes de que la mayoria se despertase de nuevo. Volvia y se tumbaba en su jergon hasta que eran llamados.

Esa mañana gritos desde el exterior, seguramente algun sargento cabreado, o algun otro oficial al que le habian puesto en su sitio. Instaban a todos a ponerse a las ordenes de Ergulion, el jefe de la guardia. A pesar de las prisas y la falta de educacion, el no era soldado de ese ejercito pese que obedecia sus ordenes, Cuidoron se incorporo y vovio a colocarse sus enseres. El arco descordado dentro del carjac, la mochila a la espalda y su capa.

- Ëru sea con vosotros - dijo a modo de saludo, como parte de los buenos dias, a todo aquel que estaba a su alrededor. Dos enanos en particular le llamaron la atencion, Arveleg debia estar mas que desesperado para confiar en aquella raza, erratica y avariciosa.

Con pasimonia se encamino al lugar donde suponia esperaria Ergulion, al igual que muchos otros, casi todos los que dormian en su barracon. Un pequeño trago de agua por el camino y un bocado a una dulce manzana que guardo la noche anterior, reanimaron el animo del elfo mientras caminaba a su destino.

Algiris se despereza sin demasiada prisa. "Ya vamos, ya vamos..." piensa, mientras los gritos inundan la tranquilidad que hasta hacía poco reinaba en la sala.

Al menos podían habernos dejado desayunar... no creo que haya un ejército a las puertas de Fornost ahora mismo...

Mientras murmura algún improperio contra el oficial de guardíia, se dirige a un pequeño cuenco y se refresca la cara.

Ah... no debería haber bebido tanto ayer. Justo tenía que ser uno de esos días que no nos dejan descansar por la mañana... Y para colmo ese maldito enano ruidoso llegó en mitad de la noche para romper mi delicado sueño.

Tras esto, viendo que ya prácticamente no hay nadie en la sala, Algiris se acaba de vestir y abandona los barracones en dirección a las dependencias donde suele encontrarse Ergulion.

Seguidme. Veamos qué quiere ahora...

Dice mientras pasa al lado del joven que parece confundido y del enano recién llegado. 

Me fijo en mis compañeros, gruñiendo de disgusto nada más verlos, excepto con el enano, ya que al verlo suelto un ligero gruñido de satisfacción.

-Me alegra ver que hay otro miembro de nuestro glorioso pueblo entre tantos humanos y...elfos- miro de reojo al elfo que nos acompaña-. Soy Thorkin, del noble linaje de los enanos de Tumunzahar, y al igual que vos, soy de las Montañas Azules.

Cuando estoy a punto de dar indicaciones para llegar a las dependencias de Ergulion, escucho como un humano nos dice que le sigamos. En vista de su estado y sus movimientos lentos pongo cara de incredulidad.

-¿Estás seguro que sabes a dónde vamos?, parece que no te tienes en pie señor...como te llames

Enano... podría llevarte a las dependencias de Ergulion con los ojos cerrados.

Contesta el explorador sin mucho ánimo, mientras se rasca el cuello.

De hecho... creo que lo he hecho un par de veces. Pero ir a verle cuando te duele la cabeza es de las peores maneras de empezar una jornada.

-Mmmmm, ten cuidado no los cierres mucho no sea que tropieces

Dicho esto le sigo, no muy convencido de que lleguemos a nuestro destino, o al menos cuando toca

Me acerco a Algiris ya que veo que se ofrece a llevarnos y sabe donde va. Miro a los enanos con interés, es un pueblo antiguo, seguro que conocen muchas cosas. Pero acabo fijándome más en el elfo ya que ellos conocen la naturaleza por sus verdaderos nombres y son la raza que hace más año que moran nuestro mundo de tu a tu con la naturaleza y las hierbas.

Intento adivinar según mis enseñanzas a que pueblo pertenece y cuando vea la ocasión le saludaré en la lengua común de los elfos, que creo que es el sindarin que aprendí junto a Efelnorn. Me quito el pelo de los hombros con el revés de mi mano y sonrío abriendo y cerrando los ojos tres o cuatro veces rápidamente como si del aleteo de una mariposa se tratasen mis pestañas.

De acuerdo, sabes de sobra que ergulion descansa, detras de la puerta ornamentada, sabes de el qeu es un semielfo, pero poco mas, rara vez se encuentra en sus dependecias y rara vez da las ordenes el mismo.

Algiris entra en el pasillo y aminora la marcha ligeramente mientras encabeza al grupo hacía la puerta ornamentada. Murmura al grupo:

Ergulion... ese semielfo no se deja ver fácilmente. No se qué asunto le hace reclamarnos, pero debe ser algo serio. Pocas veces lo he visto, y menos todavía he hablado con él.

Incluso Algiris, que parece hablar tranquilamente y moverse en el lugar como si hubiera nacido en esos pasillos, parece ponerse un poco nervioso mientras avanza hacia la puerta del final del pasillo. Como esperando que alguien se adelante y sea el primero en entrar.

Bien... es este el día? Quizá todo empieza hoy?

-Espero que sea algo importante, estoy cansado de realizar misiones de poca monta, y ansío entrar en combate, en un combate de verdad, no en meras escaramuzas con adversarios que no saben ni como se empuña su arma.

Cuidoron caminaba junto a otros hacia el lugar donde esperaba Ergulion. Caminaba despreocupado, observando cuanto le rodeaba. El observador elfo veia como los enanos se presentaban, bueno a ellos, sus padres y su linaje. Demasiado orgullo por el pasado. Los naugrim caminaban tras un humano, un resabiado edain que parecia conocer demasiado bien esa vida en los barracones, no sabia su nombre, pero parecia llevar mucho tiempo en ese campamento, el los guiaba hasta el capitan de la guardia. Parecia un hombre normal, ataviado con ropas comunes y una capa sencilla, Cuidoron no tenia ni idea de cual era su papel alli dentro, tal vez un observador, o un simple furrier, fuese como fuese lo siguio, pese a que el elfo sabia donde estaba Ergulion.

Mas le llamo la atencion el otro hombre que los acompañaba.Tampoco se habia presentado, solo los altivos enanos lo habian hecho, al menos entre ellos. Se fijo sobre todo en su baston, un baston alto de madera noble y con una preciosa talla de... - no puede ser... ¿Acaso ese hombre conoce los Ents? - penso un istante.  Estas criaturas antiguas no se veian tan facilmente. - ¿De donde vendra? - se preguntaba Cuidoron, - por que esta claro que no encaja aqui -. Quizas mas tarde tubiese la oportunidad de hablar con el. Por sus pintas mas parecia mas un erudito que un guerrero.

Asi pues "Arco de roble", nombre que le pusieron antes de partir al elfo, camino sereno y abstraido de las conversaciones. Hasta que una voz volvio a captar su atencion. Una voz que aun no conocia, la de Ergulion. Aun no habia tratado con el, si bien sabia su nombre y condicion dentro de ese campamento. Ni siquiera sabia que se trataba de un semielfo, siempre habia pensado que era un edain, uno de esos duanadan de alta alcurnia. Pero estaba equivocado. Al menos algo tendria en comun con aquel capitan, algo de la sangre de su raza correria por sus venas, eso era bueno.

Cuidoron se quito la capucha, la dejo caer hacia atras dejando ver su ceniza cabellera, se coloco un poco la capa por encima de los hombros y se dispuso a atravesar aquella puerta.

Nathelmir siguió al séquito embobado mirando al bello eldar y sin separarse demasiado de Algiris que parecía moverse con soltura por el fuerte y las dependencias de este. "Un semielfo, vaya, una criatura seguramente también hermosa con mando", le parecía extraño que en Arthedain y concretamente en Fornost un semielfo, o un no humano, tuvierra un cargo de mando con toda la historia de la zona de ataques y de ayudas nunca llegadas de las razas antiguas, los edáin se las habían tenido que arreglar sólos desde hacía mucho tiempo, y les había ido bastante bien, auqnue de froma bastante salvaje, los humanos eran un poco bárbaros y belicosos, Nathelmir prefería las maneras élficas, delicadas y afines a la naturaleza y en contacto puro con ella sin alterarla y sin hacerla desaparecer como muchas veces hacían los humanos.

La puerta a la que se acercaban era de una manufactura espléndida y la madera parecía de muy buena calidad, quizá uno de los encargos echos a su padre.

Algiris avanza por todo el corredor seguido por los dos enanos, el humano y el silencioso elfo. Al llegar a la puerta, hace una pausa por un momento, y entra tras decir:

Veamos de qué escaramuza se trata esta vez, enano.

Ante vosotros veis un pequeño despacho, la poca decoracion existente parece que inunde la pequeña sala. En medio de la habitacion se ve una pequeña mesa de madera ornamentada como si las raices de una floresta surgiesen del mismo suelo y crearan aquella mesa. Tras ella se ve lo que parece ser un joven semielfo, ensimismado en una gran cantidad de papeles y mapas. Alza la vista, y con mirada escrutinadora dice:

-Bienvenidos compañeros de fatigas, espero que esten preparados para una nueva tarea que viene encargada por el mismisimo Arveleg. Como bien sabreis, desde hace ya un tiempo, son pocas las noticias que recivimos desde el norte, y el rey, y tambien yo. Sospechamos qeu algo se avecina. Es por ello que se van a realizar 2 expediciones hacia el norte. Por una parte vosotros marchareis hacia las aldeas mas fronterizas del reino, y por otra marchare junto a otros 2 montaraces hacia Carn Dûm. Vuestro objetivo conseguir toda la informacion posible de la zona y vernos dentro de 1 mes en la aldea de Aggor Nur ultima aldea importante del reino donde pondremos en común la informacion que tengamos. El material qeu necesiten se les proporcionara.Alguna duda al respecto?

Algiris escucha con atención informe y las explicaciones, mirando de reojo en un par de ocasiones a sus compañeros.

Parece que seremos 5... demasiados para volver todos vivos me parece.

Cuando el semielfo acaba, Algiris hace un gesto como esperando que Ergulion le de la palabra. Este se percata y le invita a hablar.

Tengo una cuestión principalmente, mi señor. A cargo de quien estará la expedición? Marcar la cadena de mando es importante para ser capaces de sobrevivir a situaciones peligrosas...

Algiris parece querer preguntar algo más, pero se contiene, intranquilo.