Partida Rol por web

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9 dBY.

La Nueva República gobierna la Galaxia, pero los restos imperiales se afanan en rearmarse, pese a estar diseminados en distintos confines de la misma. Las rutas comerciales son ahora un nicho de negocios suculento para los transportistas, puesto que hay una mayor laxitud en las tasas recaudatorias y la burocracia portuaria (sobre todo en planetas remotos donde no hay jurisdicción republicana ni imperial).

Por vuestra parte, sois un variopinto grupo de transportistas de mercancía, que se gana el sustento y algunos créditos más a base de envíos y recogidas (a veces incluso de personas, las menos). Sin embargo, en vuestro último viaje, una disrupción de los conectores termofotónicos ha afectado al control del motor de hiperimpulsor, y por lo tanto hay que arreglarlo para poder viajar a velocidad luz...

El caso es que os encontráis en una estación portuaria del cinturón de asteroides de Gryyyl, situado entre los planetas Kashyyyk y Trandosha (sistema Kashyyyk). Antaño era una base logística imperial (un almacén de armas e improvisado espaciopuerto, principalmente). En la actualidad se ha reconvertido en una estación de repostaje y reparación (posee dos grandes hangares) y también en un lugar de paso o parada para comerciantes y otras gentes (hay varios tugurios y un par de cantinas que siempre están a rebosar).

Habéis amarrado el carguero en uno de los hangares para arreglar, efectivamente, el motor de hiperimpulsor, ya que viajar sin él es un gran peligro para la carga que lleváis (Ikrausita-r40) y también para vuestras vidas (puesto que los piratas espaciales no tienen piedad de los cubos viejos de hojalata...). Sin embargo, carecéis de créditos suficientes para llevar a cabo las reparaciones, lo cual os impide llegar a Dantooine (vuestro destino de negocio). Habrá que sacar tales créditos en un negocio improvisado, intermedio... como sea.

La cantina donde ahora descansáis es un tugurio de planta rectangular, con algunos reservados en los laterales, en la que un duro rechoncho sirve las bebidas que un droide les prepara en una máquina (un droide de la antigua Federación de Comercio, de la Antigua República, el cual ha sobrevivido hasta estos infames días...). Los clientes abarrotan el lugar, y podéis ver todo tipo de razas de la galaxia. Muchos de ellos son, seguramente, pilotos o tripulantes de las naves que aguardan en los hangares de la estación. En uno de los laterales se ubica un pequeño escenario donde se sucede un continuo espectáculo para amenizar el lugar: músicos, bailarinas o personajes pintorescos que actúan con juegos malabares.

Fandu jugaba con una pequeña baraja de cartas. Una que era pequeña para vuestras manos, pero que en las manos del Chadra-Fan eran unas señoras cartas.

De cuando en cuando alguna caía en la mesa, lo que lo obligaba a parar, echar un trago de su venida azul brillante, y nuevamente volvía a barajar.

- Qué, nadie se anima. Si alguna vez me hicierais de gancho, estoy seguro de que podría desplumar a unos cuantos en una cantina.-

Si bien Ra Fandu no era un mal jugador de Paazak, en ninguna cantina había demostrado ser infalible, y las veces se que jugaba créditos, al final, siempre se quedaba sin blanca, motivo por el que ya apenas le prestabais atención cuándo sacaba las cartas.

Me había colocado un mantón negro con capucha para evitar miradas impertinentes. A veces en algunos sitios los androides teníamos problemas de acceso, también lo usaba para ocultar las armas y ya puestos hasta servía para esconder cosas. Además me daba un aire como de Jedi, salvando las distancias.

- Ja ja ja de gancho, dice - para ganar una partida casi que tendría que estar apuntando a los demás jugadores con un rifle para que se dejaran ganar - tenías que idear un truco para cuando te vas al suelo a recoger las cartas cambiarlas por otras mejores - era evidente que descubrirían la trampa, pero ya lo hacían porque siempre le caían las cartas, así que, igual de tanto insistir colaba.

Miré a los demás, por sus caras no parecían más animados que la baraja de Fandu.

Iri estaba recostado en el asiento, las piernas apoyadas sobre la mesa y las manos sobre el regazo sujetando un vaso vacío. 

Estaba de mal humor.

El grupo sabía que no era habitual: el pantorano siempre tenía ese humor canalla y desenfadado que les había abierto muchas puertas — y les había cerrado otras tantas — pero desde que los indicadores de presión y las lecturas de los conectores termofotónicos habían empezado a brillar como una nebulosa, estaba como un niño al que hubieran dejado sin postre. Esa nave era como su familia. Su novia. O una prima lejana a la que podía poner ojitos. Además, prefería pilotar que estar en tierra. Pero tener que estar obligatoriamente en tierra le ponía de un humor de perros.

—Hmpf... —resopló por enésima vez. Alzó la cabeza y dejó escapar un gemido lastimero, como si el techo tuviera las respuestas que esperaba—. ¡Es que ni siquiera la bebida sabe bien! —apoyó la cabeza en el duro y frío hombro de ANKy, haciendo pucheros—. AaaaNKyyy... ¿no puedes probar a volverte a conectar a la consola a ver si hay algún trabajo disponible? Algo sencillo y que se pague bien... como cuidar a una cría de rancor o enseñar etiqueta a un Gen'Dai?

Mientras Iri apelaba a la búsqueda de un trabajo y Ra Fandu sacudía la baraja una y otra vez sobre la mesa, apareció alguien delante de vosotros. 

Entre actuación y actuación siempre había más movimiento de camareros, trasiego de gente y un mayor rumor en la sala. Delante de vuestra mesa, situada en un rincón de aquel tugurio, apareció un alienígena de rostro particularmente poco agraciado. Se había levantado desde una mesa en el lugar opuesto a la vuestra, y había cruzado todo el salón de espectáculo. Se trataba de un trandoshano (cuyo planeta natal no estaba demasiado lejos).Vestía prendas ceñidas y discretas.

Buenas tardes, señores, perdonen la intromisión -el Básico galáctico era demasiado bueno para ese trandoshano, y apenas babeaba al hablarlo, cuando dijo eso se quedó mirando a Brec, la única mujer en el grupo-. Mi nombre es Girad y les he visto desde la otra zona de la sala. Busco a gente para un encargo y los que llegan a esta estación están de paso o vienen por las bebidas. Cualquiera de ellos está disponible, pero nocualquiera está capacitado para lo que busco. ¿Es alguno de ustedes... piloto? -os preguntó-.

Ellassar Tikaroo, estaba tranquilo. Esas cosas pasaban, eran dentro de lo que cabe habituales, así que estar preocupado o de mal humor, no aportaba nada. Tampoco es que estuviera desbordado de alegría, simplemente estaba apurando su vaso, y haciendo su trabajo: vigilar...

Cuando un tipo se les acercó directamente desde la otra punta de la sala, se tensó un poco y sacó el seguro de la canana, que si era necesario actuar, quería ser más rápido que el adversario.

Por suerte, y aparentemente el "lagartijo" parecía un alguien en busca de un piloto, así que se quedó mirando a Iri, a ver si le mejoraba el semblante de ewok desangelado.

Buenas noches, y que dice que hay que hacer para demostrar estar capacitado, amigo?

Iri tardó unos valiosos segundos en relacionar el correcto lenguaje con el trandoshano, y sin duda alguna no lo habría hecho si el bueno de Ellassar no le hubiera respondido. 

—Quizás tengamos lo que busca —no iba a saltar inmediatamente a la primera de cambio si no era por algo de provecho. Su tiempo también era importante. Aunque esté algo desesperado. Sin abandonar el hombro de ANKy, señaló a su compañero con pereza—. Pero la pregunta de mi amigo va primero.

La mala fortuna había hecho que Brec y sus amigos tuvieran que hacer puerto algo más tiempo de lo deseado, aunque era un ligero contratiempo, habían estado en tesituras peores.

Mientras esperaban el siguiente movimiento, pasaban algo de tiempo en la cantina, mientras aguardaban la oportunidad de conseguir algunos créditos para reparar la nave.

- ¿Habéis visto la de combinados que tienen aquí? - dijo mientras escudriñaba la carta de bebidas en busca de alguna que le satisfaciera - ¿No tienen extracto de flores de Asgunir? Pues vaya... ¡Oh! - exclamó de repente - ¡Tienen agua salada de Gruhht con aromas de Flegrir! ¡Me lo pido... uh, vaya precio... igual no... ¿Este otro será dulce?

Mientras seguía escogiendo bebida los demás iban charlando.

- Tal vez podríamos amañar alguna partida, Ra, pero eso no sería lo correcto. - dijo con cierto pesar, sabiendo que podría utilizar sus habilidades de leer mentes para ver las cartas de los contrarios.

Se giró al piloto Iri al oír sus lamentos.

- Vamos, chico, algo saldrá pronto, ya lo verás. - intentó animarlo.

De repente, como si alguien la hubiera oído, se acercó uno de los clientes de la cantina y pareció que les ofrecía un trato.

- ¿Pues depende, de qué encargo estamos hablando?

- Lo que intentan decir mis amigables socios es que están encantados de que este aquí. Tome asiente y sea directo.-

Le recomendó el Chadra-Fan con su escaso metro de altura al tiempo que barajaba las cartas de nuevo, y se le escurrían cartas sobre la mesa poco a poco.

Lo que mucha gente no solía tener en cuanta, es que su raza era alta para el Cannon de su planeta. Pero un Lagartoide de dos metros de altura, era como intimídate. Aunque buena parte de sus reacciones instintivas las tenia mas que controladas, seguía sintiéndose incomodo antes criaturas que parecían estar diseñadas adrede como depredadores naturales de su especie.

Si aquel ser quería negociar, prefería que estuviera sentado, y por ende, menos arriba en la cadena trofica.

- Iri si vuelvo a revisar el código de contratos van a creer que administro el registro - lo había revisado cientos de veces y no había ningún mensaje en nuestra "oferta de servicios", además el sistema de notificaciones funcionaba correctamente tras haberlo revisado concienzudamente - no hay nada, aún - era importante no desanimarlos, sino empezarían a ponerse nerviosos y desesperados y cometerían locuras.

Ignoré a Brec y sus gustos alimenticios, los humanos eran bastante exigentes a la hora de las selecciones, que si huele a ésto que no me gusta, que si tiene un color raro, que si es demasiado caro. Siempre poniendo objeciones. 

Y al poco aparece la lagartija aquella a interesarse por ofrecernos "un trabajito" - Gilad - busqué en la base de datos pero no encontré referencias, probablemente sería un nombre falso o nunca antes habíamos tratado con él. Seguramente lo segundo, sin desmentir lo primero. Venía del otro lado de aquel antro, señal de que alguien le había hablado de nosotros ¿Quién? Miré a Tikaroo por si podía ver a alguien, era más alto, más grande y aquellos cuernos deberían de servir para algo más que estropear sombreros.

Viendo que podía ser una oportunidad de negocio, le alcancé una silla para que nos hablara o lo que es lo mismo quité los pies de Tikaroo de ella, para que Ra Fandu le acercara la silla a la lagartija - ¿detalles? - al parecer iba buscando un piloto para alguna gestión pero si nos hablaba a todos, era evidente que no sólo requería un piloto sino también "asistentes" - Si el precio es bueno todos sabemos volar - y sino se aprende.

Pues en realidad no dispongo de mucho tiempo para exámenes y tests... -respondió el trandoshano a Ellasar, haciendo caso a la propuesta de Iri-. Busco a alguien capaz de hacer un trabajo de transporte, rápido y limpio. Unos asunto no muy lejos de aquí, en este mismo sistema -añadió mirando a Brec y respondiendo a su vez a ella-.

Todo esto lo comentó de pie, seco y directo (como trandoshano que era), pero ante el ofrecimiento de Ra se sentó en la silla ofrecida por el ANKy mientras unos droides comenzaban a ocupar el escenario para tocar unos instrumentos electrónicos y amenizar el ambiente con otra puesta en escena. Una vez sentado a vuestro lado, el droide le requirió más datos del negocio (lo cual era lógico hasta cierto sentido).

Dos tripulantes y un droide... Ninguna carga añadida -informó Gilad-. El destino: Sharpalis, octava luna del planeta Kuhurrik, el último de ese mismo sistema, como ya os digo. A velocidad luz no tardaremos mucho, ni dos horas a velocidad sublumínica, más o menos... ¿tienen alguna nave para llevarme? -os preguntó entonces, mirando las cartas de Ra con cierta sonrisa (si es que a esa mueca trandoshana se le podía llamar "sonrisa")-.

De entre todos tus compañeros fuiste el único que no sólo escuchó atento las palabras del trandoshano, sino que también te interesaste por alguien en uno de los laterales del tugurio, junto a un reservado, pues alguien os observaba desde allí. Sentada en una mesa, una mujer twi'lek lethano (un subtipo de Twi'lek de piel rojiza), que miraba desde aquella distancia la conversación que manteníais con Girad. A su lado un droide astromecánico movía su cabezota de hojalata.

Iri se incorporó y apoyó los codos en las rodillas para escuchar la propuesta del trandoshano: un transporte rápido dentro del mismo sistema, lo que les permitiría hacerlo sin necesidad de tirar de su hiperimpulsor estropeado. Parecía un encargo sencillo a no ser que hubiera rata womp encerrada.

—Puede que tengamos lo que busca, siempre y cuando el pago sea el adecuado —sonrió afablemente, era el momento de comportarse profesionalmente—. Y por supuesto, no nos esté ocultando nada. Por ejemplo, que el androide astromecánico que quiere que transportemos lleve información ilegal, o que esa preciosa twi'lek no sea en realidad la propiedad de algún gran señor del crimen Hutt.

Volvió a recostarse, colocando nuevamente las manos en el regazo. Cruzó la pierna y arqueó las cejas sin dejar de sonreir.

—Claro, que bien podría evitar responderme a preguntas incómodas y aumentar la cifra de nuestro pago para que nos centremos en la parte divertida.

El pequeño del grupo torció el hocico cuando escucho que se trataba de un transporte, pero parecía fácil de llegar, y su lata voladora podría hacer el viaje sin despeinarse.

El echo el cuerpo atrás. Lo tenia claro, por poco que pagara el cliente, era algo una fuente de ingresos valida por menos de un día de trabajo.

Empezó a recoger y ordenar las cartas de paazak. Muy mal lo tenían que hacer sus compañeros para que el dinero se fuera a otro sitio. 

- Parece algo sencillo, creo que incluso lo podríamos hacer con los ojos cerrados - dijo ante la exposición del reptiliano.

Pero aun así, normalmente lo más fácil se convierte en lo más difícil, pensó para sus adentros la aprendiz de Jedi.
A sabiendas de que tal vez no era lo más ético, intentó averiguar cuanta verdad había en las palabras de Girad. Mientras los demás decían la suya, se concentró en su poderosa aliada e intentó leer la mente de su interlocutor.

La verdad es que aquel trandoshano no es que pareciera la persona más fiable del mundo, pero en realidad se llamabas así, Girad, y su petición acerca del transporte era el negocio que esperaba de vosotros y que os estaba describiendo (es decir, entendiste que no había ningún tipo de trampa en la petición). Había un pasado turbio, eso sí, en su vida, pero al menos la situación que os tocaba para con él parecía sincera.

Brec se recostó más relajada en su asiento, mientras cogía su bebida y daba pequeños sorbos para degustar plenamente el sabor del líquido.

- Creo que podemos confiar plenamente en su oferta. Ahora solo falta ultimar los detalles y el precio.

Pero para esos detalles dejó que sus compañeros hicieran su parte, ya que a ella los temas monetarios no eran su fuerte. Con tener para comer y dormir para ella era suficiente.

Y por supuesto, no nos esté ocultando nada. Por ejemplo, que el androide astromecánico que quiere que transportemos lleve información ilegal, o que esa preciosa twi'lek no sea en realidad la propiedad de algún gran señor del crimen Hutt.

Ah sí... -el trandoshano emitió una carcajada, levantando sus músculos faciales (donde un humano tenía las cejas)-. Os lo acabo de decir, dos pasajeros y un droide: ellos y yo somos la carga a transportar. Allí están... -señaló entonces en la dirección en la que previamente Iri había logrado discernirlos; sentada en una mesa en el otro extremo del tugurio una mujer twi'lek lethano (un subtipo de Twi'lek de piel rojiza) aguardaba con un droide astromecánico.

Mientras Ru guardaba las cartas de paazak pensativo, el trandoshano siguió hablando, también a colación de los apuntes de Brec, que parecía con su intuición confirmar la oferta.

El precio no es ninguna tontería, amigos -decía Girad-: dos mil quinientos Créditos en total, quinientos ahora y el resto cuando pisemos la superficie de Sharpalis. Los detalles prefiero guardármelos, y creo que está bien por ese precio, ¿no?

Desde luego, con esa cantidad el arreglo de los conectores termofotónicos (unos cuatrocientos cincuenta Créditos, según el presupuesto del que os informaron nada más atracar) quedaría bien saldado en el taller del hangar, y os sobraría para repartiros un pico monetario nada desdeñable.

Bueno, me esperan en aquella mesa -dijo el trandoshano, refiriéndose a su amiga Twi'lek y el droide-. Estaremos los tres en el hangar en una hora, por si aceptáis la oferta. Quién sabe si podremos, además, jugar a bordo una partida de paazak -le dijo a Ru Fandu "sonriendo" un poco-.

Entonces se levantó, marchó entre los asistentes del lugar hasta la mesa y los tres desaparecieron el tugurio. No irían muy lejos claro, pues aquella base en el asteroide no es que fuera un lugar muy extenso. En el escenario había ahora un tipo humano haciendo un monólogo muy aburrido sobre los malos hábitos de los gamorreanos.