Partida Rol por web

Morriset escuchó lo que Bings le estaba susurrando, pero no le contestó. Se limitó a mirarle un momento de reojo. Luego continuó por el túnel hasta que oyó la voz del sargento Mills, con todos parados frente a la puerta.

- Parece bastante moderna -comentó-. Quizá tenga una cerradura o algo así... Algo que podamos forzar. Pero si es cosa de esos... alienígenas, entonces puede abrirse de vaya usted a saber qué manera...

Cerró los ojos un momento, concentrándose, dejando en su mente sólo las imágenes de aquél lugar. Había recordado el túnel... tal vez pudiera recordar la puerta...

-"¿Alienígenas?" -pensó Baronetti.

Ni siquiera se atrevía a prenguntar porqué había dicho aquello.

-¿Acaso ellos vieron lo que yo vi? -se preguntaba... El caso es que el Cabo hablaba de "alienígenas" (menudo loco!) como si tuviera la certeza de hablar de algo tangible, demostrable...bueno... puede que si.

-Cabo Morriset, se... señor... -dijo el chico mientras se internaba tras de Bings. ¿Ha di...dicho: "aliení...nígenas"?

Acto seguido tragó saliva, esperando alguna expilcación.

Cuando Mills tocó la puerta sintió una vibración en su superficie, como la que se puede esperar al tocar un motor cargado con estática. Incluso unas pequeñas chispas saltaron de la puerta a sus dedos. En ese momento todos oyeron un sonido grave, como si alguien pulsase sobre una tecla situada en la escala baja de un piano.

Por pura intuición Mills aproximó su mano a una zona más alta recibiendo una nota más aguda. En su exploración constataba que no había ninguna manija visible. Fue moviendo la mano por distintos puntos comprobando que, al parecer, cada movimiento provocaba un sonido distinto. ¿Qué era aquello? ¿Un jodido juego?

Maverick, que vigilaba la entrada del túnel en lo alto, comprobó de pronto algo raro: venía luz de fuera. Mucha luz. A estas alturas ya descartaba que fuera cualquier tipo de fenómeno natural.

Abajo, para sorpresa de todos, se abrió la puerta metálica con un click.

Morriset se esforzaba en recordar. ¿Por qué en su sueño era tan importante permanecer abajo? De pronto, sin entenderlo, tuvo una idea de lo que estaba pasando. Aquello era un experimento: una prueba dejada por seres extraterrestres para testear la inteligencia de los 'animales' terrícolas. No sabía por qué pero en su sueño lo sabía. Y también sabía que salir del templo era muy peligroso... probablemente mortal. ¡Sólo estarían a salvo dentro! Había algo dentro que podía sacarlos de vida de allí. Pero no sabía exactamente lo qué porque en el momento de entrar en la sala había despertado.

Mav estaba en la entraba del tunel por donde habian bajado los demas. De pronto comenzo a oir un ruido, como notas musicales. Que coño habia alli abajo.

Depronto una luz comenzo a asomar por la entrada del templo, y fue haciendose cada vez mas intensa. parecia la tipica escena de pelicula de bajo presupuesto, pero aquello era real, y viendo lo ocurrido a lo largo del dia, esa luz no podia indicar nada bueno.

-Joder!... Sargento!- Grito tunel adentro- Daos prisa! "ALGO" se acerca!!!

Se introdujo en el tunel a toda velocidad, casi empujando a los demas al llegar donde estaban. Al fijarse detenidamente vio la puerta.

-¿Que cojones es eso?- Su voz parecia cada vez mas ansiosa y no podia dejar de pensar en la maldita luz

El sargento acabó de abrir la puerta, echo una rápida ojeada al otro lado con la intención asegurarse de que no había peligro (al menos peligro visible inmediato) antes de cruzarla. El grito de Maverick le hizo acelerar las cosas, cruzando acto seguido. Esperaba que por el otro lado hubiese una forma de cerrar una vez todos hubieran pasado. A ser posible, una forma un poco más "estándar", se había sentido un poco tonto jugando a hacer musiquita con la puerta. Aunque pensándolo mejor, que coño, había funcionado.

Mills abrió la puerta mientras Maverick saltaba al interior del túnel. El interior del compartimento descubierto era un cubo sorprendentemente grande de unos diez metros de arista. Desde el túnel donde se encontraban descendía una escalinata de metal que separaba los aproximadamente tres metros que había desde la boca del túnel hasta la superficie del cubo.

El lugar estaba bien iluminado y parecía algún tipo de delirio de escritor de ciencia ficción. Las paredes estaban recubiertas por paneles metálicos con cables, luces y pantallas. Y todo parecía estar encendido. En las pantallas se mostraban símbolos incomprensibles que cambiaban continuamente. El suelo, también de metal, era rugoso y tenía símbolos similares grabados.

En el centro de la cámara había una especie de pedestal del cual salían una especie de ganchos que sostenían un objeto. Se trataba de un cubo de tamaño perfecto con símbolos grabados en cada una de sus caras. El cubo tenía el tamaño aproximado de un puño cerrado.

En el ambiente sonaba un ronroneo continuo, como de maquinaria, y la sensación en el aire era pesada, como si todo aquello estuviera cargado de estática.

Algo más decoraba el lugar: a los pies del pedestal había tres cadáveres. A Mills y Morriset, que eran los que estaban delante, les sorprendió su aspecto. Desde donde estaban no se notaba descomposición alguna de los muertos, como si acabaran de fallecer. También era sorprendente su aspecto: se trataba de tres individuos occidentales. Dos de ellos eran individuos viejos, vestidos con batas blancas como de científicos. El tercero era un militar que yacía boca abajo. Reconocieron el uniforme de la USAF. Por las insignias del hombro podían saber que era un comandante del ejército del aire. El cadáver de uno de los científicos tenía media cabeza volada y todavía agarraba una pistola en su mano derecha. El otro científico tenía un disparo en el pecho y probablemente el militar también tuviera alguna herida, aunque desde donde estaban no se veía. La sangre del suelo estaba totalmente seca, como si aquello hubiera sucedido hace mucho tiempo pese a la buena conservación de los cadáveres.

¿Qué demonios era todo aquello?

Y mientras tanto arriba, desde la boca del túnel, Maverick constataba que la luz no decrecía en intensidad. 

Asomándose por detrás del cabo Morriset el soldado de primera Martin Bings sintió un escalofrío. El tipo que estaba en el suelo con la cabeza volada era el mismo que había visto en el patio del templo.

Una voz diferente a la que había escuchado fuera antes susurró a sus espaldas:

- El cubo es peligroso... pero es vuestra única posibilidad. La otra es la estupidez que cometió Jarvis.

Bings se volvió alarmado pero el único que estaba detrás de él era Maverick, que miraba hacia el exterior desde la entrada del túnel.

Ya en el suelo de la estancia, tras confirmar de un vistazo que el lugar no tenía más entradas o salidas, Mills inspeccionó los cadáveres. Quería saber quienes eran, placas de identificación, documentos, lo que fuera. Y (tras haber visto lo que habían visto ese día) confirmar que el tercer muerto estuviera realmente muerto.

- Tsk, científicos. - dijo casi despreciativo. Ellos siempre complicaban las cosas. Sin duda ofrecían ayuda, haciendo más y mejores juguetitos para el ejercito, pero siempre había que probarlos, y a veces salían mal...

Una vez todo el mundo estuvo abajo, hizo ademán de formar un corrillo o "charlar amigablemente entre todos de que coño estaba pasando". Aquello no le parecía el refugio seguro que había dicho Morriset. Y Maverick había gritado que fuera pasaba algo, había alguien. Sin más salidas que el lugar por donde habían entrado ni más compañía (que el supiera) que los tres muertos del suelo, sus hombres estaban solos ahí abajo con sólo un camino para volver...

- Reporte de situación, Maverick? - preguntó ahora por lo que había visto el último soldado en entrar, a lo que añadió para el resto - ¿Ideas?

Mientras el sargento pedía ideas al grupo, Morriset aún estaba absorto contemplando la estancia en la que se encontraban. Aquello era sorprendente e inexplicable. Todo parecía demasiado avanzado no ya para el ejército, si no para los seres humanos en general. Sin embargo, allí estaban esos cadáveres...

El cabo se acercó después al extraño cubo que parecía ser el centro de ese pequeño universo y lo examinó. Tenía inscripciones y quería saber de qué tipo eran... aunque habría apostado un dedo a que serían sumerias. Pero en ese lugar, quién podía estar seguro de nada. Mills había pedido un informe a Maverick. Eso le recordó algo al cabo...

- Maverick -dijo, sin dejar de mirar el cubo-, ¿has podido ver algo afuera? ¿Algo aparte de la luz?

Si algo seguía obsesionando a Morriset, era recordar exactamente por qué fuera de ese templo estaban en peligro mortal.

Mav recuperaba el aliento mientras el sargento y el cabo analizaban el lugar. Despues oyo las preguntas inquisitivas de sus compañeros.

-Realmente..... Solo he visto la luz... Cada vez se hacia mas intensa.... parecia una escena de peliculas de extraterrestres. Sinceramente casi me voy por la pata abajo sargento, despues de haver visto monos ciberneticos, astronautas muertos, momias sumerias y la madre que lo pario, supuse que esa luz no era nada bueno. Digamos que me produjo un palpito... un MAL palpito...

Mav se fue a un rincon de la abitacion y se apoyo en la pared mientras se dejaba caer hacia el suelo. Estaba realmente agotado, no fisicamente, estaba mentalmente exausto y al borde del colapso. Mientras sus compañeros rondaban la habitacion, le entro la modorra y justo cuando comenzaba a quedarse dormido, algo le agito la mente, podia ver la puerta, y una luz intensa...

-SARGENTO! LA PUERTA SIGUE ABIERTA!!!-Grito mientras se ponia de nuevo en pie lo mas rapido que podia.

Mientras Mav se apresuraba a cerrar la puerta Morriset se aproximó al cubo. Era extraño: cada una de sus facetas estaba dividida en seis cuadrados que, al parecer, podían girar para encajar entre sí. Los símbolos de cada faceta, como ya sospechaba Morriset, eran sumerios y por desgracia totalmente incomprensibles para el cabo. El cubo parecía de metal negro. Al menos lanzaba reflejos extraños cuando la luz rebotaba en él. Sin saber por qué Morriset sintió un escalofrío y un ligero impulso de agarrarlo. Pero se contuvo... al menos de momento.

Baronetti se sentó a un lado de la escalinata. Parecía todavía más superado por la situación que Maverick. En sus manos jugueteaba con el cuchillo mientras musitaba alguna cancioncilla por lo bajo.

El sargento inspeccionó los cadáveres. Dos científicos y un comandante de la USAF. Ninguno portaba chapas o documentación. El comandante había recibido un tiro en la nuca y uno de los científicos dos tiros en el pecho a bocajarro. A Mills no le costó hacerse una idea de lo sucedido: uno de los científicos había perdido la chaveta y había matado a traición al comandante. Luego remató a su compañero y finalmente se voló la cabeza. El muy tarado todavía lucía un rictus sonriente en la cara. ¿Quién coño se vuela la cabeza sonriendo? ¿Y cómo demonios habían llegado allí? Tocó los cadáveres: estaban helados y rígidos. Pero en la sala no hacía tanto frío como para garantizar su conservación. ¿Qué pasaba allí dentro? A estas alturas ya le quedaba claro que nada tenía una explicación coherente: hacer un informe de todo lo que habían visto iba a ser una locura total. 

En ese momento Maverick cerró la puerta evitando que la luz se filtrase al interior. Tenía un mal pálpito con respecto a esa luz y desde luego se sintió más tranquilo cuando la puerta hizo el mismo ruido que una cámara de vacío al sellarse. Supuso que después podrían abrirla pulsando de nuevo su superficie, como había hecho el sargento. Pero fue entonces cuando todos los símbolos de los pantallas en las paredes empezaron a titilar a toda velocidad. Las luces bajaron su intensidad dejando a los soldados iluminados por aquellas pantallas con símbolos rojos que parecían una suerte de luces de neón de discoteca. 

Todos se quedaron un momento paralizados por la expectación pero nada más sucedió. Simplemente aquellas pantallas demenciales cambiando números y signos a gran velocidad y la luz disminuida. 

Y en el centro, presidiendo aquella escena, el extraño cubo.

Justo cuando Morriset oyó la advertencia de Maverick y miró en dirección a la puerta, esta se cerró y la sala se quedó prácticamente a oscuras. Estuvo a punto de cagarse en la leche, pero se quedó mudo al ver cómo todas las pantallas que les rodeaban empezaban a activarse como por arte de magia. Sus ojos se acostumbraron rápidamente a la nueva luz y vio que sus compañeros estaban tan alarmados como él.

- ¡Joder! -exclamó- ¿Qué coño pasa ahora?

Echó un furtivo vistazo al cubo... Desde que había entrado ahí se había sentido atraído por ese objeto, por muchas razones. Nuevamente sintió ganas de tomarlo en sus manos, pero su instinto de conservación le advertía en contra de hacer eso. Aunque pensó que tal vez no sería mala idea tocarlo... con la punta de su arma, por ejemplo.

En esa situación, Mills no podía esconder mucha información a sus hombres. Habían visto todo lo que había hasta aquí (y posiblemente de no haberlo hecho les habría pasado algo malo), así que no podía decir que se arrepintiese de nada... Sin embargo, el interés de Morriset por el cubo le preocupaba bastante.

Primero lo primero, había que intentar analizar la situación. La puerta estaba firmemente cerrada y fuera había, según Maverick, algo peligroso. Mientras recogía las pistolas (había oído hablar de una película en la que los muertos se levantaban y encontrarselos armados era de las últimas cosas que quería) empezó a intercambiar opiniones.

- Pasa que nos hemos quedado encerrados, para bien o para mal... Mav, ¿cree que eso sigue fuera? ¿Puede entrar? - ya que el soldado parecía 'sentir' algo ahí fuera y afirmaba que esa intuición era lo que le había mantenido con vida hasta entonces no estaba de más tenerlo en cuenta. - Morriset, ¿Esto tiene algún suministro de aire? - tampoco es que le hiciese ilusión morir asfixiado con sus hombres, sin duda algo así podía haber perfectamente haber llevado a los muertos a acabar así...

Y, finalmente, reprimiendo con un suspiro el impulso de encenderse un cigarrillo (sólo faltaría eso, en esas circunstancias), Mills tomó una decisión realmente complicada. Con la mirada cansada, se dirigió a sus hombres.

- Muchachos, tenemos que hablar...

Justo cuando aquel "ecosistema" comenzó a palpitar como un corazón, con sus luces y luminosidades casi epilépticas... entonces, se acordó de una frase de un cantante de aquella época:

"There are many here among us who feel the life is but a joke..."

("Hay mucha gente entre nosotros que piensa que la vida es sólo una broma...")

Ciertamente, aquello era una broma. Encerrados, luces, monos, tumbas, y cadáveres... Baronetti se resignaba mientras quitaba con la punta de su cuchillo el barro de sus uñas, allí, sentado, un poco olvidándose de las palabras, conjeturas, suposiciones y consejos de sus compañeros y superiores... "Es sólo una broma" -pensaba herido en su interior. Finalmente, decidió comentar algo, debido a las palabras concluyentes del sargento.

-¿Ha...hablar, sa... sargento? Ya les di... les dije que había un mo... un mo... bueno.. algo ahí fuera que... que... que se estab... taba comiendo un... un ... un charlie... ¿que má... má... más tenemos que hablar? ¿No lo enti... enti... entiende, señor? Sea lo que... lo que sea... un exper...rimento, o una ma...ma...maldición...bueno... vamos a m... m... morir...

Baronetti siguió jugueteando con su cuchillo, lanzándolo de una mano a otra y sujetándolo por el mango.

Aunque no esperaba esa respuesta, eso no desvió el curso de pensamiento de Mills.
- No si puedo evitarlo, soldado. - contestó Mills a Baronetti.

Miró a todos sus hombres antes de proseguir.

- Ordenes. Seguimos ordenes. Los jefes querían que nos separaramos, llegáramos aquí, recuperáramos eso y lo llevásemos de vuelta. - dijo señalando el extraño cubo - Y eso es precisamente lo que vamos a hacer.

En ese momento echó realmente de menos hacer una calada.

- No tengo ni puta idea de que es... - se anticipó a la obligatoria pregunta que él mismo reprimía hacerse - ...pero sí que se que es nuestro billete para salir de esta puta guerra.

Ahora Baronetti escuchaba la reacción de su superior.

-¿Los... los jefes? ¿ór... ór...órdenes? ¿Acaso sab...sabía que acabari...acabarí....acabaríamos aquí, sha....sargento?

Cuando el chico miró el cubo señalado por Mills se cercioró que aquella "broma" no era más que una especie de cruzada moderna... Los jefes... ¿Qué era ese cubo? Ciertamente, la idea intrigaba a Baronetti mucho más que el cómo iban a salir de alli.

-Se... señor... -interrumpió el joven Barthow... una vez que, que, que lo tengamos... ¿co...cómo vamos a salir de aqu...aqu...aquí?

Morriset se quedó de una pieza al oír aquello. Por su cabeza empezaron a pasar mil pensamientos, tantos que no podía ordenarlos con eficacia. ¿Que estaban en ese templo por... órdenes? ¿Cómo demonios sabía el mando que aquella estructura se encontraba ahí? Y entonces aquello quería decir también...

- Bien, de acuerdo -dijo el cabo, sin dejar de mirar el cubo-. Pues yo también tengo una bonita sorpresa para usted, sargento. Ya que vamos a sincerarnos, le diré cómo sabía tantas cosas sobre este sitio.

Morriset caminó hacia Mills y se quedó cerca, mientras las luces le iluminaban intermitentemente.

- Lo soñé -dijo simplemente, como si fuera lo más normal del mundo-. Tengo sueños premonitorios. Y ya que todos estamos como una jodida cabra por aquí -añadió mirando al grupo-, supongo que no se sorprenderán tanto como pensaba.

Echó un vistazo a los cadáveres con repugnancia y de pronto la situación le gusto aún menos.