Partida Rol por web

PRAAN

BOSCOGNE

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04/01/2015, 11:18
Director

El oficial sonríe ante tu negativa de ser llevado preso.

- Como única persona capaz de razonar y dialogar pensé que también estaría dispuesto a sacrificarse para evitar que el suceso pasase a mayores. No obstante achaco mi equivocación a un error de percepción.

Hace una seña a sus hombres y estos se preparan aún mas para un posible e inminente combate.

- Por favor, aquellos que hayan vertido injurias y ofensas contra Tribunal que se desarmen y abandonen esta taberna para ser arrestados.

La respuesta, la que ambos suponíais, es el silencio absoluto. Incluso se oye alguna risa disimulada ante la propuesta del agente.

Cuando va a seguir hablando un hombre se levanta, se trata de un tipo fuerte y con una larga coleta que le cuelga por la espalda. Lleva un hacha apoyado en el hombro y oculta algo en su puño cerrado.

- He sido yo. Yo insulté a sus hombres, a Tribunal y a todo lo que representan.

La cara de sorpresa del agente se torna en satisfacción al escuchar la confesión del hombre. Va a responder cuando una mujer se levanta, antes de que ella hable otra persona se levanta y en escasos segundos casi la totalidad de los presentes están de pie a modo de confesión de sus delitos.

El oficial asiente con la cabeza, entendiendo la situación y comprendiendo que no hay una salida pacifica al conflicto cuando ninguno se ha movido ni ha depuesto las armas.

- Esperaremos fuera para que los culpables se entreguen, pasen buena noche aquellos que sean inocentes.

Antes de abandonar la taberna seguido de todos sus hombres el oficial te saluda brevemente con la cabeza.
En cuanto se marchan el lugar se convierte en una fiesta y las risas e insultos a Tribunal se disparan.
Nadie parece haber dado importancia al cambio de parecer del agente, todos los consideran como una victoria e incluso algunos lamentan no haber podido luchar.

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04/01/2015, 11:18
Director

El oficial sonríe ante tu negativa de ser llevado preso.

- Como única persona capaz de razonar y dialogar pensé que también estaría dispuesto a sacrificarse para evitar que el suceso pasase a mayores. No obstante achaco mi equivocación a un error de percepción.

Hace una seña a sus hombres y estos se preparan aún mas para un posible e inminente combate.

- Por favor, aquellos que hayan vertido injurias y ofensas contra Tribunal que se desarmen y abandonen esta taberna para ser arrestados.

La respuesta, la que ambos suponíais, es el silencio absoluto. Incluso se oye alguna risa disimulada ante la propuesta del agente.

Cuando va a seguir hablando un hombre se levanta, se trata de un tipo fuerte y con una larga coleta que le cuelga por la espalda. Lleva un hacha apoyado en el hombro y oculta algo en su puño cerrado.

- He sido yo. Yo insulté a sus hombres, a Tribunal y a todo lo que representan.

La cara de sorpresa del agente se torna en satisfacción al escuchar la confesión del hombre. Va a responder cuando una mujer se levanta, antes de que ella hable otra persona se levanta y en escasos segundos casi la totalidad de los presentes están de pie a modo de confesión de sus delitos.

El oficial asiente con la cabeza, entendiendo la situación y comprendiendo que no hay una salida pacifica al conflicto cuando ninguno se ha movido ni ha depuesto las armas.

- Esperaremos fuera para que los culpables se entreguen, pasen buena noche aquellos que sean inocentes.

Antes de abandonar la taberna seguido de todos sus hombres el oficial te saluda brevemente con la cabeza.
En cuanto se marchan el lugar se convierte en una fiesta y las risas e insultos a Tribunal se disparan.
Nadie parece haber dado importancia al cambio de parecer del agente, todos los consideran como una victoria e incluso algunos lamentan no haber podido luchar.

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07/01/2015, 21:37
Boscogne

Claro, como era el único con dos dedos de frente en aquella posada de mala muerte el agente había pensado que sería tan estúpido como para sacrificarse por personas a las que no conocía. O algo se le escapaba o los efectivos del Tribunal estaban cada vez peor. "Achaco mi equivocación a un error de percepción. ¿Quién hablaba así hoy día?".
Lo que sucedió a continuación fue hermoso. No había una palabra mejor para describirlo; hermoso hasta el punto de que le causaba naúseas. Aquellos desconocidos se habían unido para plantar cara al Tribunal, todos a una, como una sola fuerza imparable. Los agentes abandonaron la posada aunque no por ello había cesado el peligro. Aquellos bobos habían despertado al oso, le habían arrojado piedras y luego le habían ahuyentado. Más el oso volvería. Y no contento precisamente. Y cuando el puño del Tribunal cayera sobre aquellos desgraciados, vería entonces cuantos se apoyaban entre si y cuantos salían corriendo.
Volvió la fiesta y la algaraza. ¿Es que no se daban cuenta? Celebraban que el Tribunal había abandonado el recinto, pero no habían cesado en sus intenciones. Estaban fuera, seguramente esperando más refuerzos o tomando posiciones. Iba a haber una buena pelea allí y no quería ser una baja accidental.
Molesto por tener que intervenir, se puso en pie y caminó entre el gentío, ceñudo, con cara de perro, hasta localizar al primer valiente que había confesado el ligero crimen, el hombre del hacha. Por alguien tendría que empezar, era su brecha para darse a conocer a la muchedumbre.
—Menos beber y más pensar, van a mataros a todos —le gruñó sin presentarse si quiera.— El Tribunal está ahí, esperándoos. ¿Es que no os daís cuenta? Seguramente su oficial ya habrá enviado a uno de sus hombres a pedir refuerzos. ¿Pensaís en celebraciones cuando ahí afuera conspiran contra vosotros?

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08/01/2015, 17:15
Director

La primera reacción de la mayoría de los presentes es mirar por las sucias ventanas de la taberna, alguno incluso se asoma a la puerta con la intención de ver a los hombres de Tribunal prepararse para la lucha.
Muchos creen que literalmente iban a ver a los agentes preparar un ataque frente al local.

Los comentarios en respuesta a tu preguntan no tardan en producirse, te cuesta seguir a tantas personas hablando a la vez, pero los pocos que logras entender no demuestran precisamente preocupación por la situación ni fe en tu argumento.

- Ahí fuera no hay nadie, se han ido con el rabo entre las piernas y no volverán.

- No van a atacar a todos por el insulto de un par, no era mas que una treta, una amenaza vacía para que se entreguen los culpables.

- Si no quieres luchar no lo hagas, pero no nos digas lo que tenemos que hacer.

- Que vengan. Que vengan y prueben mi acero.

- Debajo de esas armaduras tan solo hay cobardes, nunca lucharán en minoría.

- ¿Y cual es tu plan? ¿Huir? ¿Preparar la defensa?

Ves como un comerciante y sus dos guardaespaldas se preparan para marcharse, posiblemente intentando eludir la confrontación.
El alcohol habla por la mayoría, el tabernero no ha cesado de servir jarras a todo el mundo pese a lo sucedido. Por lo visto valora mas la ganancia de una noche que la posible masacre que puede acaecer en su negocio.

Algunos se agrupan a tu alrededor, esperando que rebatas sus argumentos. El resto sigue bebiendo y celebrando la pequeña victoria sobre Tribunal.

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08/01/2015, 20:40
Boscogne

- Ahí fuera no hay nadie, se han ido con el rabo entre las piernas y no volverán.
—Si crees eso es que eres más estúpido de lo que pareces.
- No van a atacar a todos por el insulto de un par, no era mas que una treta, una amenaza vacía para que se entreguen los culpables.
—Puede, pero hay hombres para los que la palabra es más válida que su vida. Y ese oficial parecía ser uno de ellos.
- Si no quieres luchar no lo hagas, pero no nos digas lo que tenemos que hacer.
—Intento salvaros el pellejo. De nada.
- Que vengan. Que vengan y prueben mi acero.
—Te tiembla el pulso, amigo. Demasiada cerveza. Ellos están frescos y despejados.
- Debajo de esas armaduras tan solo hay cobardes, nunca lucharán en minoría.
—Con la mitad de vosotros borrachos y confiados no van a necesitar ser más...
- ¿Y cuál es tu plan? ¿Huir? ¿Preparar la defensa?
¿Cuál era su plan? De hecho, ¿Por qué había ido hasta allí? Buscaba escalar, tomar el poder que le correspondía. Ese era su objetivo final pero lo cierto es que no tenía un plan perfectamente trazado. Había ciertos puntos que sabía que necesitaba, y uno de ellos era hombres. Hombres capaces y leales. ¿Podía haberlos en la posada? Quizás. Necesitaba una criba. ¿Y cómo separar el oro brillante de la morralla? Haciendo algo estúpido. Algo verdaderamente estúpido.
—El oficial del Tribunal ha dicho que si me marchaba con él todos quedabais perdonados. Aceptaré su oferta. Me iré con él—dijo, deteniéndose unos momentos para ver el alcance de sus palabras—.Volveré a la posada, aún no sé como ni cuando, pero volveré. Aquellos que quieran seguirme hacia la gloria, que me esperen aquí...los que no, que se vayan al Infierno.
La gloria, no el poder, ni el dinero. La gloria. Su merecido puesto en el mundo. Muchos otros podían brillar con él. Pero no le servía cualquiera.
Sin más, salió con paso firme y gesto adusto de la posada. Las manos en alto, su ruda mirada escrutando la oscuridad. Alzó la voz, tratando de que llegase lo más lejos posible. Sonaba orgullosa, confiada, digna. Algo nada propio en un cazador de recompensas pero, si quería ser algo más, debía empezar a comportarse como algo más.
— ¡Señor! Creo que su percepción no era tan mala después de todo. Estoy dispuesto a ir con vosotros si perdonáis las palabras de estos hombres. Uno a cambio de todos y nadie tendrá que manchar su espada esta noche.
¿Realmente estaban ahí?

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12/01/2015, 10:53
Director

Cuando aceptas sacrificarte para salvar a todos los presentes el silencio se hace momentáneamente con la taberna. Algunos lo rompen para pedirte que no lo hagas, no por tu bien, si no por forzar la lucha. Sin embargo sabes que el alcohol es el portavoz de la mayoría, aquellos que no están embriagados seguramente hayan permanecido en silencio tal y como hiciste tú hasta hace unos minutos.

Abandonas el local dejando atrás todo tipo de gritos de animo y peticiones de recapacitación, sin embargo nadie te sigue o impide físicamente que te entregues.
En el exterior la oscuridad se ha acrecentado, alguien ha apagado el farol que cuelga sobre la pared de la posada. Las luces lejanas apenas iluminan la calle.
No ves a los agentes de Tribunal hasta que giras la cabeza. Se encuentran en formación a ambos lados del edificio, lejos de las ventanas y de la puerta, lejos de proyectiles o hechizos que puedan ser lanzados desde el interior.
Su líder se aproxima a ti y ofrece su mano para sellar un pacto entre caballeros.

- Un gesto noble para salvar a un grupo de cobardes. Se lo haré saber al juez antes de que decida la condena.

Sin mas dilación atan tus manos a la espalda y te conducen a una pequeña atalaya en lo alto de una colina a varios kilómetros del pueblo. A petición del líder tu caballo te acompañará y será cuidado y alimentado mientras dure tu cautiverio.
Una vez en la atalaya eres confinado en el sótano. Ademas de los dos hombres que te han traído hasta aquí has podido ver a tres mas, cuatro con el vigía cuya silueta has intuido recortada entre las estrellas.

Compartes celda con otros dos hombres. Uno parece ser un úrsido de mediana edad, duerme plácidamente y ronca como una bestia.
El otro es un insectoide, pequeño y delgado, que se ha despertado cuando has llegado. Sus extraños ojos te miran desde la penumbra, sin embargo permanece en silencio.

Ves como tu equipo y posesiones son guardados en un cofre con un enorme candado. Junto a él se sienta cómodamente un agente de Tribunal, de cara a la celda y de espaldas a la escalera que lleva a la planta baja de la atalaya.
Desconoces cuanto será la pena y de que te acusarán, pero sin sangre ni violencia dudas que estés allí mas de una semana.

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14/01/2015, 00:16
Boscogne

"Esperemos que algunos de esos perros merezca la pena" pensó Bosconge cuando salió al exterior. Tal y como había esperado los hombres del Tribunal esperaban fuera, en formación, bien posicionados, preparados para aprovechar la ventaja que les otorgaba la oscuridad y la sorpresa. Por suerte para la mayoría de vagos y borrachos de la posada, Boscogne había decidido intervenir.
Entregó las armas, una a una, con cierto celo.
—Cuidadlas tan bien como a mi caballo, mi vida depende de ellas —pidió de forma humilde.
Se entregó, así de sencillo. Un gesto altruista, noble. Y estúpido. ¿Qué esperaba conseguir? En los corazones de los hombres y mujeres que dejaba atrás únicamente había lodo y polvo sucio del camino. Quizás, a su vuelta, todos se habrían marchado. Quizás no habría nadie esperándole. Pero, de haberlo, sería un buen comienzo. Separarías las pepitas de oro de la inmundicia.
Se dejó llevas a la atalaya a pesar de que ese gesto de sumión era totalmente contrario a sus creencias de libertad. Tampoco era la primera vez que se encontraba en prisión. Aunque, recordó, otras veces había opuesto mucha más resistencia.
Contó los guardias, memorizó el camino desde su celda hasta la salida. Si las cosas se complicaban tendría que fugarse. Esperó, pensativo, ceñudo, escuchando el ronroneo de uno de sus compañeros de celda. Había un segundo despierto, un insectoide. Una raza extraña para él, había tenido poco trato con gente de esa calaña.
Dio vueltas a su idea. Más le valía que funcionase y que el Tribunal no le impusiera una pena muy prolongoda, no estaba dispuesto a lenguidecer en una celda por mucho. Tenía un sueño, una meta. Aquel encierro debía servir a su propósito, no perjudicarlo. Le dio vueltas a su idea. Arriesgada y estúpida. De ser un fracaso...bueno, bien podía intentar sacar provecho en la situación en la que se encontraba.
—Me llaman Boscogne. Algún día mis ojos verán la radiante gloria. Estoy aquí por ser demasiado estúpido, por arriesgar. Y tú ¿Qué? ¿Tienes nombre? ¿Por qué estás aquí?—Preguntó al insectoide.

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14/01/2015, 10:37
Director

Unas escaleras y una puerta reforzada te separan de la libertad. Sin contar la puerta abarrotada y los agentes de Tribunal, armados y atentos a los únicos tres presos de la atalaya.

El insectoide continúa observándote, incluso después de hacerle una pregunta directa permanece unos instantes clavando su mirada en ti.
Justo cuando crees que no te ha oído o no quieres responder abre la boca y una aguda voz sale de su garganta.

- Mi nombre es Carle, ese de ahí es Dain. Nos llevan a una prisión de verdad, solo estamos aquí de paso. Estos inútiles de Tribunal no quieren viajar de noche, temen que nos fuguemos o alguien los ataque para liberarnos. Debajo de esas relucientes armaduras no hay mas que cobardes.

La última frase es pronunciada a mayor volumen para que el guardia pueda escuchar el insulto. Una sonrisa aparece en el agente, parece ser la única respuesta que recibirá el insectoide.

- Son cobardes pero no estúpidos. Trabajábamos para un mercader, como guardaespaldas. Era un tipo rico, pero necesitaba protección porque viajaba mucho. Un día decidió despedirnos para contratar a escoltas que tuvieran "mejor presencia". Nos pagó una miseria y nos echó de su casa, así que Dain y yo decidimos cobrarnos la ofensa robando su mayor tesoro.

El úrsido deja de roncar momentáneamente para proyectar una sonora, y apestosa, flatulencia. Después vuelve a dormir plácidamente.
Tras un gesto de desaprobación y asco Carle continúa su historia.

- Cuando huíamos sus nuevos escoltas nos cerraron el paso, intentamos negociar con ellos pero su honor era mas importante que sus vidas, de modo que al final solo les quedó lo primero. Huimos de allí y escondimos el tesoro, después nos atraparon estos malnacidos y ahora nos llevan su prisión para torturarnos y que les entreguemos el tesoro del mercader. Como puedes deducir no piensan devolvérselo, en cuanto lo obtengan nos ahorcarán públicamente para dar ejemplo de justicia y esas cosas que se han inventado para razonar su ley.

Carle dedica una mueca al guardia, apuestas a que si no hubiese barrotes lo estaría estrangulando hasta la muerte.

- ¿Y tú por que estás aquí? Ser demasiado estúpido no es un delito, de hecho es el único requisito para ser agente de Tribunal.

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14/01/2015, 20:30
Boscogne

—No confundas la cobardía con la astucia, Carle. A los hombres cobardes se les aplasta como a los insectos que son, a los astutos es más complicado. Yo también hubiera viajado de día. Eso dice mucho de la inteligencia del Tribunal y del respeto que os tienen—respondió, tono severo, actitud firme; ¿Un hombre caído en desgracia en una celda? No, un guerrero de mármol que permanecia imperturbable a pesar de las circustancias.
Escuchó la historia de Carle y Dain. Se quedó con lo que le interesaba. Eran peligrosos, sucios, groseros pero buscaban un trato justo. Perros serviciales que recibían una patada en los hocicos tras años de buen servicio y lealtad comprada. No eran simples mercenarios, poseían orgullo, el mismo que les alzaría del lodo de la medriocridads o los conduciría al patíbulo.
Sonrió ante la última broma de Carle. Para ser un hombre que estaba a las puertas de días de tortura y una muerte por ahorcamiento mantenía la sangre fría. Bien, la clase de hombre que buscaba. Si Dain era la mitad que él quizás había ido a parar al lugar indicado. Una celda húmeda y lóbrega podía ser el mejor comienzo si se sabía que pasos dar.
—Estaba en una posada entrecaminos, un hombre envalentonado por el alcohol insultó a unos agentes del Tribunal. Vinieron más, querían prenderle. El borracho tenía amigos en la taberna. Iba a ser un baño de sangre—recordó—.Me ofrecí a ir en su lugar, puede que el Tribunal considere a esos hombres escoria, pero yo vi algo en ellos...quizás me lo imaginé. Puede que no sepa juzgar a la gente. El oficial del Tribunal que me prendió me pareció un caballero, un hombre digno, de palabra. No un cobarde.
Meditó profundamente. Podía esperar a que lo juzgaran y lo soltasen dentro de una semana o de dos, volver a la posada y ver quien había esperado su marcha. Quizás ninguno. Puede que su pequeño gesto hubiera sido mucho más idiota de lo que él pensaba. Pero si no volvía con las manos vacía...Miró a Carle y a Dain, podía intentarlo. El primer paso para ganarse la confianza de un hombre es dar sin esperar nada a cambio. Uno arriesga, uno puede perderlo todo, pero es necesario si busca lealtad y no servidumbre.
—Quizás pueda ayudaros. El hombre que me prendió era juicioso. Puede que me escuche, puede que me deje negociar por vosotros. Pero necesito algo con que hacerlo. Aquí no tengo ni mis armas ni mi caballo, y he perdido mi bien más valioso; la libertad. Susúrrame donde está el tesoro, Carle, intentaré cambiarlo por vuestras vidas. Vuestro pellejo vale más que ese oro sucio. Además, si sale bien y decidís cabalgar conmigo...no os podré prometer una paga como la de ese mercader, pero si respeto y, quizás, algo más valioso que el oro.
No insistiría, no trataría de adular al insectoide ni pretendía sonsacarle más información sobre el tesoro. No hablaría dos veces. No se trataba de ganarse la confianza de Carle para que confesase donde se encontraba el tesoro, se trataba de ganar algo más. Mantendría su dura mirada sobre Carle durante cinco segundos exactamente, fría como el acero, dura como la piedra, brillante como un sueño. Luego la apartaría y, si Carle callaba, no volvería a insistir.

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15/01/2015, 11:39
Director

A Carle no parece gustarle nada tu comparación entre los hombres cobardes y los insectos. Tuerce el gesto y por un momento piensas que puede saltar sobre ti, pero parece perdonar tu imprudencia.
Se ríe cuando narras tu historia en la taberna y mencionas al honorable líder que te ha encarcelado.

- ¿Un caballero en Tribunal? Es solo la imagen que pretende dar, para que los aldeanos de turno crean que están protegidos por héroes nobles y honrados. ¿Quién paga estos edificios? ¿Quién paga esas armas, armaduras y a esas personas? - Se levanta y golpea los barrotes para llamar la atención del guardia - ¡Eh! ¿Quién te paga? ¿De donde saca Tribunal el dinero para costear todo esto?

El guardia se limita a hacer un gesto de desdén con la mano, restando toda importancia a la provocación de Carle.
Dain vuelve a hacer una pausa en sus ronquidos para repetir su flatulencia, esta vez el ruido es mas fuerte y no parece que augure nada bueno.

- No necesito que nadie negocie por nosotros. Y menos con esta escoria. Pero... no suena mal eso de cabalgar juntos. Aunque este animal - señala a Dain - y yo tenemos algunas tareas pendientes en cuanto salgamos de aquí.

De repente el úrsido se levanta, parece alterado. Su estomago ruge como un león y se lleva las manos al culo intentando evitar lo inevitable.

- ¿Que ocurre? Joder, duele... duele...

Se aproxima a una esquina de la celda y se despoja de sus pantalones. Antes de que puedas reaccionar se agacha y libera el contenido de su intestino sobre el frío suelo. El hedor es instantáneo y el desagradable ruido se compagina con los gemidos de dolor del enorme hombre.
El guardia os maldice y se aleja hasta las escaleras en un intento de escapar de la peste provocada por el úrsido. Ves algo brillar entre el charco de heces que acaba de generar Dain.
La tormenta apenas dura medio minuto, Dain intenta recuperar el aliento tras el esfuerzo realizado mientras Carle se acerca lentamente a ti y baja el tono para que el guardia no pueda escuchar sus palabras.

- Nuestro cautiverio termina aquí y ahora. Si quieres luchar por tu libertad es el momento, puedes venir con nosotros. Si no, bueno, puede que nos volvamos a encontrar.

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24/01/2015, 14:01
Boscogne

Carle le hacía bastante gracia, se quejaba de que el Tribunal era financiado por negocios turbios cuando él mismo no era una persona hornada que se ganara su sustento trabajando una tierra o remendando zapatos. No había nada honrado allí y sin embargo el Tribunal parecía más sucio. Carle no ocultaba lo que era, o no podía o no quería, pero el Tribunal mostraba una mascarada límpida y sin mácula, una mentira con la que extender su influencia y su poder. Por eso, aunque eran de la misma calaña, el Tribunal poseía prisiones y fortalezas y Carle se encontraba en una de ellas.
Pensaba en una respuesta adecuada para Carle cuando ocurrió algo bastante desagradable. El Úrsido no se encontraba bien. Lo Boscogne había creído que era una falta de educación era en verdad un problema serio de estómago. El cazador de recompensas apartó la vista del espectáculo, más por respeto al enfermo que por falta de estómago ya que en sus viajes había visto cosas peores que un hombre defecando. Aún así le dio tiempo de contemplar un destello entre la inmudicia. ¿Una llave quizás? ¿Un filo, una ganzúa? Esos estúpidos se habían arriesgados demasiado. Y el valor le agradaba.
Meditó la propuesta de Carle. Había dicho que se entregaría al Tribunal para salvar una pandilla de apestosos y borrachos no que fuese a cumplir la pena por un delito que no había cometido. Odiaba estar atrapado, privado de su libertad, de la ausencia de normas y leyes en el feroz mundo de los cazadores de recompensas.
—Voy con vosotros, pero con una condición. No pienso meter mi mano ahí...

Notas de juego

Perdona el retraso!

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26/01/2015, 10:05
Director

Con una sonrisa maliciosa Carle se aleja lentamente de ti, ayuda a Dain a levantarse y le susurra algo al oído. El úrsido parece activarse repentinamente y todo el dolor y malestar de hace unos segundos se disipa.
Cuando el insectoide se agacha junto a las heces de su compañero el guardia le increpa desde las escaleras, al otro lado del sótano.

- ¿Que haces? Si se te ocurre lanzarme eso te lo haré tragar. - Se acerca y empuña una pequeña maza de madera con la punta reforzada en metal - ¡Aléjate de ahí!

Carle levanta las manos mostrando que no ha cogido nada, sin embargo en uno de sus tres dedos puedes ver un anillo. Por experiencia sabes que lo primero que se hace después de desarmar a un prisionero es quitarle toda clase de anillos o colgantes presumiblemente mágicos. A no ser que los lleven dentro de sus intestinos, claro.

En cuanto el guardia se percata de la treta tira la porra y desenfunda su espada, se gira para pedir ayuda pero antes de que pueda gritar Carle dirige el sello del anillo hacia la puerta y se produce un gran fogonazo.
La puerta metálica sale disparada hacia fuera arrollando al guardia, el ruido seguramente es mas alarmista que cualquier aviso del guardia, el cual yace ahora inconsciente.
Carle corre hacia el cofre donde se guardan vuestras posesiones, Dain recoge la porra y se coloca bajo las escaleras a la espera de la inminente llegada de los demás agentes.
Oyes sus pasos y enseguida aparecen en el sótano. El primer cae al ser trabado por Dain, el segundo esquiva a su compañero y, espada en mano, se dirige hacia ti.

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05/02/2015, 23:15
Boscogne

Una llamarada, olor a cenizas y azufre picándole dentro de la nariz.
Muy sutil Carle, debes de haber alertado a todo el presidio.
Salió fuera de la celda respirando su ansiada libertad; solo habían sido unas pocas horas pero él era un animal salvaje, odiaba estar encadenado a una voluntad que no era la suya.
Dain se armó con la maza del guardia derribado mientras Carle intentaba llegar al cofre donde guardaban sus posesiones. Hizo ademán de seguirle, se sentía desnudo sin su hacha, pero se detuvo. Llegaban los primeros guardias. Dain enfrentó al primero. Era encomiable después de verle padecer de estómago. El segundo rodeó la pelea y le encaró, espada en mano. No era la primera vez que Boscogne se encontraba en desventaja, ya fuese por fuerza, técnica, medios o número. Pero había más de una manera de ganar una pelea y el no tenía porque jugar limpio.
Así que cuando el guardia se le acercó Boscogne este, con una expresión de asco total, sumerguió su mano en los restos que había soltado Dain, atenazando una buena cantidad de excrementos. Al momento lo arrojaría contra el rostro de su atacantes. Y entonces golpería; patada a la entrepierna, codazo a la nuez, empujón, derribo, y tomar su espada. Suficiente para llegar hasta el cofre.

Notas de juego

Perdona el Megaretraso!

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06/02/2015, 17:52
Director

Mientras recoges las gelatinosas heces de Dain esperas que sea la última vez que jugar sucio sea tan literal. El guardia tampoco debe pensar que es su mejor día cuando el impacto de las heces le coge con la boca totalmente abierta.

Tras deshacerte de él de una forma impecable tomas su espada, al llegar al cofre Carle ya ha logrado forzar el candado y vuestras posesiones aparecen dentro.
Dain retiene a los guardias en las escaleras mientras os armáis rápidamente. Carle posee una colección de cuchillos adheridos a un cinturón que te hace suponer cual es su especialidad. Al fondo se ve una maza no tan grande como podrías esperar, pero considerable en manos del úrsido. Con cierta dificultad Carle arroja el arma a su compañero, quien acaba de partir de dos un peldaño de la escalera usando la porra.

Una vez equipados os abrís paso hasta el piso superior, allí los guardias son derribados uno a uno. Mientras avanzáis observas como, bien por la prisa o bien intencionadamente, ningún agente de Tribunal es herido gravemente. Golpes en la cabeza, en la entrepierna o cortes en las manos los dejan fuera de combate y los apartan de vuestro camino hacia la puerta.
En cuando estáis fuera de la atalaya corréis colina abajo hacia la libertad. Algunas flechas silban a vuestro alrededor pero cuando os detenéis casi un kilómetro después confirmáis que estáis intactos.
Entre jadeos Carle se apoya en un árbol y se agacha para aumentar su ocultación.

- ¿Y ahora que? ¿Cual será nuestro próximo paso? ¿Hacia donde huimos?

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08/02/2015, 12:02
Boscogne

Había limpiado su mano en los ropajes del guardia derribado y aún así aún apestaba. Solo el hecho de recuperar su equipo, el cual acoplo a su cuerpo con metódica pulcritud, mejoró un poco el mal humor del que hacía gala. Por suerte tenía formas de desquitarse. Aquella loca aventura no podía durar durante más tiempo así que prosiguieron la reconquista de su libertad a golpe de acero. El tronar seco d ela porra de Dain, el silbido metálico de los cuchillos de Carle y su hacha, restallando como un relámpago en una noche de quietud, fueron la sintonía que los acompañó hasta el exterior.
Había que usar la cabeza,. Derribana a los guardias del Tribunal pero no acaban con ellos. No eran bobos, una cosa era una acusación por fuga y otra por asesinato múltiple. Los guardias caían ante ellos. Procuraba no causarles heridas letales lo cual era bastante complicado para el cazador de recompensas acostumbrado casi siempre atacar de forma rápida y letal.
—¿Qué justicia vaís a defender con una técnica tan pobre?—Ladró al último de los guardias derribados antes de desaparecer en la noche.
El exterior, la noche plácida ajena a la contienda, el aire tibio llenando sus pulmones acelerados. Libre, libre para ir a donde quisiera, para obrar como quisiera. Puede que hubiera puesto detrás de él a los perros del Tribunal pero había obrado según sus intenciones. Pronto descubriría si había merecido la pena o no.
Agazapados tras una pequeña defensa Carle parece recobrar el aliento. ¿A dónde pregunta?
—Hay una posada. No muy lejos de aquí, donde me prendieron. Puede que encontremos ayuda allí. Puede —meditó sus palabras ¿Había ganado con su acto la lealtad o al menos la curiosidad de alguno de aquellos bellacos? —En marcha, seguramente será uno de los primeros lugares donde nos buscarán.

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10/02/2015, 10:56
Director

En un acto de victoria poética regresas como hombre libre sobre los pasos que tomaste como prisionero. Avanzáis al margen del camino fuera de la vista de patrullas o viajeros que os puedan delatar.
Veis como os adelanta una pareja de jinetes de Tribunal, a la velocidad a la que cabalgan seguramente vayan a dar aviso de tu fuga al hombre que ordenó tu encarcelación.
Lamentas no haber tenido la oportunidad de interceptarlos, un par de caballos os podrían haber ayudado mucho.

Cuando llegáis al pueblo las calles muestran un aspecto desértico, todavía quedan un par de horas para el amanecer y el lugar duerme en la oscuridad.
Con sumo sigilo os aproximáis a la taberna donde empezó todo, al tratarse de una posada el lugar está abierto pero desde fuera no parece que haya nadie en la sala. Seguramente los que no se hayan ido estarán durmiendo.
No ves a ningún agente de Tribunal, pero el lugar huele a emboscada a kilómetros. Sabes que han venido a avisar y conociendo al líder local apuestas a que no estará muy lejos, como mínimo observando la posada esperando a que entres.

El pequeño cobertizo donde guardan los caballos permanece cerrado. Supones que tu caballo sigue allí, a no ser que se lo haya llevado. Aunque es un pueblo pequeño te extraña que tuviesen tantos efectivos, puede que haya una sede cercana, algo habitual en grandes ciudades o emplazamientos clave para su actividad.

Carle y Dain te siguen, esperando tu decisión. Estáis completamente equipados, aunque solo sois tres hombres.

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14/02/2015, 14:31
Boscogne

Libertad; lo único por lo que merecía la pena matar o morir, el sueño inalcanzable en una sociedad estamentada donde la sangre azul, la religión o las instituciones como el Tribunal se encargaban de mantener el orden. Por propio interés. Si eres el hijo de un porquero, serías porquero. No aspires a más, te decían, tu destino está entre el barro y la mierda de la pocilga. Pero él se negaba a aceptar esas leyes. Los hombres que se encontraban en un puesto privilegiados eran como él, simplemente habían tenido más suerte. A veces ni si quieran eran más aptos que él para el puesto que desempeñaban. Y su sangre no era azul, era roja y fácil de derramar. Siempre había vivido bajo sus propias leyes, buscando persistir. Ahora que buscaba algo más no podía dar marcha atrás.
Llegaron a la posada, todo estaba en calma. Su olfato detectó una trampa, un engaño en el ambiente. Tendrían acción. La cuestión era cuantos hombres podían abatir antes de ser prendidos. El Tribunal tendría más efectivos que ellos y seguramente había algún luchador que merecía la pena. Aún no conocía la destreza final de Dain y Carle a pesar de que se habían defendido bien. Se mesó la barba mientras pensaba, era un hombre libre, nada le impedía entrar en la posada. Había cumplido su parte del trato. Cierto, también había ayudado a la fuga de dos criminales. Dos hombres señalados como delicuentes por unas leyes tan corruptas como ellos mismos.
EL único motivo por el cual no entró fue la cautela. Debía entrar, necesitaba saber si su gesto de altruismo había conseguigo ganar la lealtad, o al menos la curiosidad, de alguno de los hombres de la noche pasada.
—Hagamos esto con cautela.
Aún era temprano, pero no le costaría encontrar a algún mozalbete que quisiera ganarse unas pocas monedas. Compraría un par de botellas de leche o pan recién horneado, la gente humilde y honrada seguramente ya estaría trabajando a pesar de la hora. Encargaría al mozalbete que entrase con la mercancía en la posada. A ojos ajenos pasaría como un chiquillo entregando un pedido especial para un cliente de la posada. Antes de enviarle le daría instrucciones especiales al chico.
—Es sencillo, muchacho. Entra en la posada y entrega la mercancía al posadero, dile que es de parte de Boscogne. Pregúntale cuantos hombres han permanecido esperándome en la taberna desde la última vez que la visité y traérme la respuesta —le entregó una brillante moneda —. Habrá dos más cuando vuelvas.
Mientras, esperarían en la sombra.

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16/02/2015, 16:46
Director

La única opción que has encontrado es un joven despistado que parece llegar tarde a la granja donde trabaja. La delgadez, sumado a sus pecas y el cabello muy rizado le da un aspecto mas infantil de lo que realmente es.
En cuanto ve el dinero y la sencillez del trabajo acepta sin dudar, coge los enseres y cruza la plaza hasta la taberna.

Cuando parece que lleva una eternidad dentro y empiezas a pensar que no va a volver aparece por la puerta. Regresa comiendo parte del pan que has comprado, parece contento con el negocio que acaba de realizar.

- El tabernero ha dicho que muchos se marcharon temerosos de que los hombres de Tribunal entraran a por ellos. Parecía aliviado, temía que le destrozasen la taberna.

Traga el último trozo de pan y sacude las manos para quitarse las migas.

- Oyó decir a algunos que esperarían en las ruinas de Rothra, el castillo derruido que hay hacia el norte. Me ha contado la historia, la mayoría no cree que vayas a volver. No le he dicho que eres libre, si te apresaron anoche es imposible que te hayan soltado hoy. Supongo que si no saben que estás por aquí podrás llegar a Rothra.

Sonríe orgulloso y extiende la mano para recibir el resto de su pago.
Antes de que pagues mira hacia los lados para comprobar que nadie os está viendo y vuelve a hablar.

- Si no sabes llegar a Rothra yo puedo guiarte, no está lejos si atajas por el bosque. Si vas por el camino tarde o temprano te toparás con alguna patrulla de Tribunal. Por diez monedas puedo ser tu guía, conozco la región y sé moverme sin llamar la atención.

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21/02/2015, 20:00
Boscogne

Le gustó la historia del chico, algunos de los hombres de la noche pasada se habían quedado. Suficientes. Era la manera de separar la morralla de las pepitas de oro. No estaban allí, sino que se habían retirado a las ruinas de Rothra.
—Interesante.
Pero ¿Cómo sabía él que el chico no había sido prendido nada más entrar en la posada por los agentes del Tribunal quienes le habían convencido, cosa harto fácil, para que le contase esa historia con la intención de emboscarle mientras atajaba por el bosque? Su vena paranoíca, o su cuatela, exiguía alguna garantía antes que emprender una aventura así a ciegas. Si el chico mentía o se había convertido en un agente doble..."Es un maldito granjero, maldita sea".
Bastaría con tomar unas simples precauciones. Rebuscó en su bolsa y lanzó un par de monedas al chico.
—Habrá diez más, cómo deseas, si me llevas a las ruinas. Espero que no me estés engañando, no me tomo muy bien los embustes de la gente, y si eres lo suficientemente hombre como para mentir, también lo serás para afrontar las consecuencias como tal—argulló posando sus manos sobre el mango de su hacha.
Se giró hacia Dain y Carle.
—Puede que haya problemas en el bosque. O sino, en Rothra. Vivimos tiempos terribles en los que ya no se puede confiar en nadie. Seguidme de cerca pero no intervengas si no os hago una señal. Sois mi garantía.

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24/02/2015, 11:21
Director

El muchacho se apresura a guardarse las monedas y después se encoge de hombros ante tu amenaza.

- Si el tabernero me lo ha contado a mi puede que también se lo haya dicho a alguien de Tribunal. O puede que sea él quien miente a cambio de unas monedas. Yo cumpliré mi parte del trato, es lo único que puedo asegurarte.

Dejáis la aldea y os adentráis en el bosque siguiendo al chico. Mientras camináis te cuenta que su nombre es Aranar y que se dedica a ayudar en una granja a las afueras. Por como explica su tarea parece que está harto del trabajo y de su capataz, razón por la cual ha optado por ayudarte, por eso y porque el pago prometido es superior a su asignación mensual.

Seguís a Aranar por el medio de un denso bosque, a los lejos se adivinan los grandes cañones de la zona pero no hay atisbo de civilización. A ratos piensas que el chico no sabe lo que hace, cuando llegáis a la linde del bosque descubres que realmente es hábil.
Un pequeño camino asciende serpenteando hasta lo que algún día fue una fortaleza. Del edificio apenas queda la mitad en píe, poco mas que una torre de vigilancia y una pequeña nave anexa. El resto yace derruido montaña abajo bloqueando la carretera de tierra en la cual crece la hierba debido al desuso.

Descubres una figura en la torre, apenas sobresale media cabeza entre dos almenas. Desde tan abajo es imposible saber si se trata de un agente de Tribunal o no.
El camino avanza cincuenta metros antes de girar para ascender por la ladera, te verían llegar con tiempo suficiente. Trepar sería una opción con el equipo adecuado, pero sin él es demasiado arriesgado ya que la caída es mortal.
Ya ha amanecido y la luz os permite comprobar los alrededores, la única presencia humana es la persona de la torre, que a veces cambia de posición para alternar sus vistas pero sin mostrarse demasiado.