Partida Rol por web

Sarah empezó a tocar botones... y al instante, toda la energía de la nave desapareció, envolviéndoos una oscuridad casi absoluta a los tres, mientras afuera, la lucha estaba cada vez más cerca de terminar.

Como si acabarais de poner un aviso, uno de los cazadores giró la cabeza hacia la nave. Quizás se hubiese dado cuenta de que algo estaba ocurriendo en la nave.

-Me cago en tu puta madre. -Soltó Amber por su boca como si de bilis se tratara. Y es, en parte, porque en su omóplato aún tenía una herida abierta. ¡SI NO SABES PILOTAR POR QUÉ COÑO FUNDES LOS PILOTOS!, AHORA COMO ESCAPAMOS, GILIPOLLAS. 

Amber estaba medio cuerda. La tensión, el dolor, el horror ante  la muerte... todo era un cóctel perfecto para que sus emociones salieran a flor de piel. Así que, empujó a Sarah del asiento y ahora fue ella quien intentó arreglar aquel estropicio, sin embargo... no parecía que la capitana tuviera suficientes conocimientos.

-Ejem, Jerico inténtalo tú. Sarah coge alguna arma que veas por la nave. Tú y yo nos tendremos que preparar para defendernos, por si acaso.

- ¡Joder, lo siento! - Se disculpó la joven. - Parecía tan fácil...

No habían tenido tiempo ni de saludarse y ya la había cagado. De hecho, aquella reprimenda era lo primer o que sus compañeros le habían dicho. Tenía tantas cosas que preguntar y sin embargo no tenían tiempo que perder. 

- Si claro... - Le respondió a Amber mientras buscaba algo con la que poder enfrentarse a los seres que aparecieran por la puerta de la nave. - ¿Do... dónde está Ripley?

Al entrar en la nave vimos ya a Sarah trasteando a los mandos de la nave y que por desgracia no lo hizo muy bien pues pareció desactivarse la energía, momento en el que Amber pareció perder la razón gritando a Sarah desafortunadamente, se sentó a los mandos y tampoco consiguió gran cosa.

-Está bien capitana, es una situación muy jodida, pero no perdamos los nervios, la posibilidad de salir vivos de aquí es pequeña pero no podemos permitirnos caer en la locura-dije clavando los ojos en ambas mujeres-Lo haré lo mejor que pueda, veamos...por la distribución parece que éste puede ser el tablero...-dije mirando los controles mientras comenzaba a pulsar los botones con urgencia contenida rezando porque arrancase esa nave y saliéramos de ese maldito agujero.

Ya fuera por simple casualidad o porque sabía lo que se hacía, Jerico pulsó algo que hizo que la energía volviese a activarse. Las luces se encendieron y el sonido de los motores se extendió por toda la nave.

Claro que también terminó por llamar la atención de los tres cazadores que quedaban en pie después de haber acabado con la criatura, y que no solo se volvieron hacia vosotros, sino que empezaron a correr a toda velocidad para llegar a la nave, antes de que despegaseis.

Al fondo, visteis a Ripley asomándose entre los arbustos, de pie, incrédula de lo que estaba viendo. Lo que ella no había logrado en mucho tiempo, vosotros acababais de lograrlo en un abrir y cerrar de ojos. ¡Cómo era eso posible!

- ¡Mierda, que vienen! - Alzó la voz Sarah y acto seguido comenzó a tocar botones a la desesperada tratando de cerrar la puerta de la nave.

Y es que si aquellas tres bestias alienígenas penetraban en el interior de la nave, no habría lugar donde pudieran esconderse y conservar la vida. Todo lo que habían luchado por sobrevivir y salir de aquel planeta infecto para regresar a la Tierra, habría sido en vano. Los nervios sin duda pudieron con ella. Sabía que si tocaba sin saber podía volver a fundir los plomos y podía ser que el ingeniero no pudiera vovler a solucionar el problema, pero aún así lo hizo y aparentemente nada sucedió.

- ¡Jerico, haz algo! - Le gritó al oído. - ¡Si me sacas de aquí te lo compensaré, te lo aseguro!

Una sonrisa apareció en mi rostro al ver como volvía la energía a la nave, pero eso acarreaba llamar la atención de todo cazador que siguiese vivo, por lo que había que apretar el culo, Sarah se unió y comenzó a tocar los botones para cerrar la puerta, aunque ésta vez no parecía ocurrir nada y decidió que gritarme al oído era buena manera de animarme.

-¡Sarah por Dios, que me revientas el tímpano!-entonces tras tocar los mandos sobre lo que parecía un diagrama en miniatura de la nave la puerta se cerró y oí como los motores aumentaban de revoluciones, mi sonrisa se amplió enormemente y miré a Sarah con picardía-¡mas vale que cumplas tu palabra porque parece que nos largamos de aquí!- grité exultante al ver como comenzaba a pillarle el tranquillo a los mandos.

Finalmente, en el último suspiro, las manos prodigiosas de Sarah y de Jerico, lograron dar con los botones adecuados. La nave se alzó en el aire, como si aquel hubiera sido siempre su lugar, dejando atrás a los cazadores y la superficie de aquel planeta desconocido, para dirigirse hacia el espacio, quizás no tantos como esperabais, pero al menos, si seguros de que aquel sería vuestro viaje final, el que os conduciría hacia la salvación.

Los motores rugieron y cada uno de vosotros se sentó para soportar el ascenso sin problemas.

Cuando por fin estuvisteis fuera del pplaneta, en el espacio, y todo quedó en silencio, casi no os lo podíais creer. Estabais vivos. Estabais enteros. Y estabais... ¿acompañados?

Un sonido procedente de algún lugar de la nave, atrajo vuestra atención.

¡Habían despegado y casi no podía ni creerlo! Una gran euforia le invadió en ese preciso momento. Pronto estarían a salvo y regresarían a la Tierra. Parecía imposible algunas horas atrás, pero ahora estaba mucho más cerca. 

Se giró hacia Jericó y le agarró de la cara. Le miró durante unos instantes y finalmente le besó. Lo hizo por mera euforia, pero una vez los labios de ambos se juntaron se sintió bien y le gustó. Lo repetiría una y mil veces y sin dida cumpliría lo que había dicho por decir momentos atrás. Pero entonces sucedió algo...

- ¡Mierda! - Exclamó sobresaltada cuando escuchó aquel ruido. - ¿Qué coño ha sido eso? - Preguntó con el corazón a punto de salirele del pecho por puro pánico. - ¡No podía ser tan fácil! - Alzó la voz al borde del llanto.

No pude evitar emitir un grito de euforia al ver como la nave despegaba y dejaba atrás aquel maldito planeta, esperaba que de una vez por todas, resoplé más relajado y entonces noté como Sarah me sujetaba la cara y me propinaba un beso repentino e intenso mirándome a los ojos. La verdad no esperaba que llegase a hacerlo pero así fue y no podía negar que me gustó y respondí con energía y agradecimiento a aquel beso, iba a decirle algo a Sarah con una juguetona sonrisa, pero entonces oímos un ruido que provenía de alguna parte de la nave-tranquila , veamos qué opciones tenemos Sarah...¿Capitana cómo se encuentra? Tenemos que buscar armas para defendernos, ahora estamos en el espacio y correr o escondernos no vale-dije mientras comenzaba a buscar en aquel puente alienígena.

-Ahora que hemos llegado hasta aquí no podemos perder, no podemos morir..- finalicé curioseando en los mamparos de la sala.

Jericó se acercó al final del puente, sin darse cuenta de las dimensiones reales de la nave. Un cazador era más grande que un humano promedio, pero también sabían exactamente qué puertas abrir y cuáles no. Su mano se situó en un pequeño botón táctil que se encendió con un ligero pitido y que le hizo retirar la mano con rapidez, echándose hacia atrás por instinto, resbalando y cayendo al suelo de espaldas.

Mientras se quejaba amargamente del dolor, la puerta chasqueó como si fuese a abrirse pero finalmente, una voz gutural procedente de la computadora de abordo, dijo algo en un idioma ininteligible y nada cambió. Era como si estuvieses atrapados en el puente. 

A pesar de todo, seguíais oyendo algo al otro lado.

- ¡Mierda! - Dijo terriblemente asustada. - ¿Qué hacemos?

Y es que realmente Sarah no sabía que podían hacer en esa situación. Si uno de aquellos monstruos había entrado en la nave, poco o nada podán hacer para salir de ahí con vida. ¿Cómo podían luchar contra aquello? Además, no podían ocultarse, pues allí no había a donde correr y lo que era peor, sin duda aquel ser asesino que les estaba acechando, conocía mucho mejor que ellos la nave y sabría como cazarlos.

No obstante, Sarah no se rendiría sin luchar. Echó una ojeada a su alrededor en busca de algo con lo que tratar de defenderse del monstruo llegado el momento. Una barra de hierro, un arma, lo que fuera, pero necesitaba algo con lo que atizar a la bestia sedienta de muerte que le aguardaba del otro lado.

La capitana suspiró de alivio al ver cómo la nave despegaba al fin.

-Estoy bien, enhorabuena. -comentó al ingeniero sonriendo como buenamente podía. 

-¿Habéis oído eso? -Sus ojos se centraron en el final de la nave. Algo se movía y provocaba el ruido. Cogió lo primero que vio para defender a su tripulación. 

Sarah estaba aterrada. A parte de buscar algo con lo que defenderse de lo que fuera que había accedido a la nave, lo único que pudo hacer fue esconderse tras la aguerrida capitana y el ingeniero, que la fin y al cabo, era un hombre. 

Además, ella no era buena luchando. No era ni tan solo miembros de la tripulación. Ella simplemente había embarcado en aquella maldita nave que le llevó hasta aquel inesperado desenlace, como chica de compañía. No obstante, había logrado sobrevivir gracias a la suerte o quién sabe si así inusitada capacidad de supervivencia, cosa que gente mucho más preparada no había logrado.