Partida Rol por web

Problemas en La Mafia [HLdCN+]

Introducción - Comienzan los Problemas

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30/01/2015, 00:31
Narrador

14 de Febrero de 1954
Chicago 10:03 AM
Residencia de Andreas Grimaldi

La señora Laurie era una mujer igualmente entrada en años y en carnes, pero ninguna de las dos cosas le había hecho perder su buen humor, de hecho, ella siempre decía que ambas eran por igual la clave de su alegría. Era una mujer de color con grandes ojos ligeramente saltones y una boca ancha que solía convertirse en una sonrisa amplia.

La señora Laurie era también el ama de llaves del ilustre Andreas Grimaldi. Era un buen hombre muy considerado con sus criados y nunca le había importado el color de la piel de las personas que le rodeasen, aunque, en honor a la verdad, siempre se hacía rodear de otros italianos. A la señora Laurie le gustaba trabajar para él.

Ese día, como cualquier otro, ella se encontraba limpiando la antesala a los aposentos del señor Grimaldi. Lo hacía con desparpajo y sin entretenerse demasiado mientras medio silbaba, medio canturreaba una de las últimas canciones que había oído en la emisora de radio. Una elegante canción de la promesa Kaye Ballard. Se llamaba Fly Me to the Moon o algo similar. Normalmente a esas horas el señor Grimaldi ya hacía tiempo que se había ido a sus oficinas, pues era muy madrugador, así que la señora Laurie hacía su trabajo con sencillez y rapidez, sin prestar especial atención a los detalles ni detenerse demasiado.

Cuando hubo terminado de limpiar la antesala, abrió la puerta de los aposentos y comenzó con el suelo de la habitación, hasta qué avanzó por la habitación y en el suelo, al otro lado de la cama vio...

¡¡AAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!

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30/01/2015, 00:47
Narrador

16 de Febrero de 1954
Chicago 6:34 PM
Despacho de Iosaia Milano
Bufette de abogados Fabrizio & Milano

Es que no podemos saltarnos toda esta cháchara y centrarnos en la parte fundamental.

El señor Iosaia Milano, albacea testamentario del finado, detuvo la reproducción del testamento audiovisual. En pantalla la imagen de un elegante Andrea Grimaldi sentado en su butacón de piel y rodeado por dos guardaespaldas comenzó a descomponerse en temblorosas bandas diagonales y recomponerse en la imagen del ahora difunto capo. El señor Milano resopló con resignación. Esa era la tercera interrupción de los nerviosos asistentes.

Señor Giggio, por favor, ya les he dicho que la última voluntad del señor Grimaldi debe ser reproducida integramente para que la ley del estado de Illinois...

Al cuerno la última voluntad del viejo... ¿Ha designado Andreas a su sucesor o no? - Interrumpió nuevamente Marcelo Giggio, uno de los líderes de las Cuatro Familias.

Por favor, señor Giggio, un respeto a la familia del fallecido... - Dijo Iosaia señalando a la viuda y al hijo del señor Grimaldi. Precisamente este último, el hijo, interrumpió nuevamente.

¡Lo importante es a quién deja sus bienes! ¿Qué hay del Mercedes 300 SL? ¿Ha dicho a quién se lo lega?

¡Cállate Nicola! - Ordenó con severidad Henrietta, la viuda - Querido Marcelo sabes perfectamente que va en contra de las tradiciones de la familia designar un sucesor, y mi pobre Andreas, que en paz descanse, nunca hubiera roto así las tradiciones

Dejaros de tonterías y veamos qué es lo último que tenía que decirnos Andreas. No estaría de más que alguien le prestase atención a él - Dijo Julietta Morosini, la fría y joven líder de esta familia.

Claudio Montesco, el último de los allí reunidos, observaba de pie, en silencio y con los brazos cruzados la escena. No había llegado a peinar canas perdiendo la paciencia.

Iosaia le dedicó un gesto de agradecimiento a la señorita Morosini y sin añadir nada más (no fuera que le diese tiempo a reponerse a los dos hombres que no cesaban de interrumpir), volvió a poner en funcionamiento la reproducción del vídeo.

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30/01/2015, 03:28
Narrador

16 de Febrero de 1954
Chicago 6:43 PM
Despacho de Iosaia Milano
Bufette de abogados Fabrizio & Milano

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El hombre de la pantalla recuperó su forma definitivamente y continuó hablando.

...uación no puede ser más crítica. No sólo hemos ido teniendo cada vez más problemas en nuestras actividades, sino que el incidente ocurrido con Luigi hace tres meses - El silencio fue total, puesto que todos recordaban la detención de Luigi y su posterior suicidio en la celda - ha terminado por llamar mi atención en algo que mirando todo retrospectivamente, resulta evidente: Tenemos un infiltrado de la policía en la organización. - El silencio se llenó de murmullos. Hasta el señor Montesco no pudo reprimir un sonido de sorpresa -En realidad, lo justo sería decir que tenemos infiltrados y no solo uno, puesto que, después de meses de análisis, investigación, preguntas y contactos, he conseguido averiguar que en realidad se trata de tres infiltrados.

Barajo varios nombres, pero no he tenido ocasión de encontrar a los verdaderos topos y... bueno... si estáis viendo esto, significa que no tendré oportunidad ya nunca más. Confío en que sepáis apartar vuestras diferencias en este momento tan crítico y localizar a los tres infiltrados, puesto que, como todos sabéis, cuando aparecen detenciones también comienzan a aparecer traidores, y debemos evitar a toda costa que el número de infiltrados crezca. Por favor, tomaros esta advertencia muy en serio, es de capital importancia que no elijáis un sucesor, un nuevo Don o una nueva Madonna, hasta haber localizado a los infiltrados porque...

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30/01/2015, 03:51
Narrador

16 de Febrero de 1954
Chicago 6:45 PM
Despacho de Iosaia Milano
Bufette de abogados Fabrizio & Milano

De repente, la puerta del despacho se abrió y entraron corriendo varios hombres armados acompañados del sonido de pasos de más hombres en el exterior. Iosaia, aturdido y sorprendido, paró la grabación y se preparó para pedir explicaciones.

¿Quiénes son ustedes? ¡Esta es una reunión privada! ¡No pueden estar aq...!

Uno de los hombres le interrumpió mostrando una placa policial.

¡Policía de Chicago! Soy detective Rogers, número de placa 689. - Después, como si todo hubiese quedado ya explicado añadió - Marcelo Giggio, Claudio Montesco, Julietta Morosini, Nicola Grimaldi, quedan ustedes detenidos por asociación ilícita y pertenencia a una organización criminal, amén de toda una serie de cargos que les serán expuestos individualmente al llegar a comisaría.

¿¡Pero qué es esto!? - Dijo Marcelo.

¡Esto es un ultraje! - Añadió Nicola.

No nos hagan perder más tiempo. ¡Agentes, llevenselos!

¡Esto no quedará así! - Repetía una y otra vez Nicola.

Están cometiendo un error - Dijo con fría calma Julietta

... - Guardó silencio Claudio mientras los sacaban a todos del despacho del pobre albacea.

En menos de 6 minutos todo había sucedido ya, y a medida que sus compañeros fueron abandonando la habitación, el detective Rogers de la policía de Chicago, con número de placa 689 se quitó el sombrero haciendo un gesto a la reciente viuda y, por pura cortesía, justo antes de abandonar la habitación y cerrar la puerta tras de sí, dijo con voz ronca.

Señora... Lamento su pérdida...

Más tarde, la prensa local fotografiaría a los responsables de la detención y publicarían un artículo a media página que rezaba:

Detenida la cúpula de las Cuatro Familias

Los presuntos miembros de la conocida organización criminal han sido detenidos esta tarde en las oficinas del buffete de abogados Fabrizzio & Milano mientras asistían a la reproducción del testamento audiovisual del recientemente fallecido Andrea Grimaldi, sobre el que pendían diversas acusaciones no demostradas de pertenencia a la banda criminal.

El Comisario Jefe, Horace Ferguson, ha señalado la trascendencia de este hecho asegurando que se trata de un apropiado final para una operación que lleva en marcha desde comienzos de su desempeño en el puesto. Sin duda, este saber hacer le resultará beneficioso en la próximas elecciones que tendrán lugar en los próximos[...]

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07/02/2015, 16:34
Narrador

25 de Febrero de 1954
Chicago 7:49 PM
Comisaría 29 del Departamento de Policía de Chicago.

Tres hombres, tres orgullosos agentes de la policía de Chicago, entraban triunfantes en la comisaría 29 del DPC entre la silenciosa ovación de los puestos de trabajo vacíos del resto de policías. Unos policías que no tenían ni idea de quienes eran los tres hombres que caminaban con decisión hacia la única luz que se podía ver en la comisaría: La del despacho del Comisario Darek Houston. La sonrisa se dibujaba en su cara y su pecho estaba henchido del orgullo que da saber que se ha cumplido con éxito una misión difícil, una misión mortal.

Los tres hombres no eran novatos, ni mucho menos, eran agentes especiales infiltrados en la mafia. Era uno de los destinos más peligrosos que podían deparar a un agente de policía en Chicago, y los tres habían trabajado muy duro en equipo, se habían cubierto las espaldas mutuamente, habían infringido la ley y habían cometido actos que desafiaban su propia ética y su sentido del bien. Todo ello bajo la justificación de poder obtener un bien mayor, de poder cumplir con una misión última, de poder hacer un servicio para la sociedad que justificaba cualquier medio utilizado para conseguirlo: Desmantelar y encerrar a la cúpula de la peligrosa mafia de Las Cuatro Familias.

¡Lo habían conseguido! Habían sido años de duro trabajo pero lo habían conseguido. Ahora podrían volver a casa. Ser reubicados en un destino más seguro. Ser reconocidos por sus años de dedicación, sufrimiento y exposición continua a la muerte. Ser recompensados con el prestigio y la posición que merecían. ¡Lo habían conseguido juntos!

La oportunidad les había llegado con el fallecimiento de Andrea Grimaldi, capo de la mafia. Andrea había sido el mayor obstáculo para su misión. Era un hombre inteligente y taimado. Un hombre que había resultado intocable en todos los sentidos por lo bien que se cubría las espaldas. Sin embargo, su muerte fue la mejor oportunidad para capturar a los líderes de las cuatro familias juntos y sin que tuviesen tiempo de alertarse unos a otros. Por fin, la esperada redada tuvo lugar en el despacho del albacea testamentario de Andrea, y los cuatro líderes de la mafia: Julietta Morosini, Marcelo Giggio, Claudio Montesco y el hijo del fallecido capo Nicola Grimaldi, habían sido capturados en un único y devastador golpe contra el crimen organizado.

La misma noche en que la redada para detener a los dirigentes de las cuatro familias había tenido lugar, los tres agentes se habían juntado para celebrarlo. Con la mayor de las precauciones, por supuesto. Ahora, tan solo una decena de días después, por primera vez en 3 años, volvían a poner un pie en la comisaría. A pesar de todo, aun habiendo conseguido encarcelar a los peligrosos líderes mafiosos, extremaron sus precauciones para poder hacerlo y estaban seguros de que nadie, salvo sus propios jefes en el departamento, sabía que estaban allí. Todo había ido bien, gracias a la protección del cielo, y ahora podrían volver a casa.

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08/02/2015, 16:52
Narrador

25 de Febrero de 1954
Chicago 7:53 PM
Despacho del Comisario Darek Houston

Darek Houston era un hombre camino a la madurez, que es como llaman los policías a la edad en que un policía está demasiado mayor para volver a pisar la calle. Tenía ya más de 55 años, aunque las preocupaciones asociadas a su puesto y la presión de tener que responder ante el comisario jefe (un puesto político que nada entendía de la gestión de un cuerpo policial), le hacían parecer mayor.

Esa noche estaba exultante. ¡Sus agentes especiales infiltrados habían regresado exitosos!.

Darek era un buen hombre y se preocupaba por sus agentes. Como comisario, era el único informado de los avances del equipo de infiltración y seguía su historial muy de cerca. Ofrecía todo el apoyo que los tres agentes pudieran necesitar, aunque dado el tipo de trabajo que estos desempeñaban cuanto menos veces tuviera que brindarles su apoyo, más seguros estarían. Los agentes se las habían arreglado mejor que bien, pero eso no quitaba para que el comisario Houston sufriese frecuentes migrañas de preocupación por la vida y los riesgos de la actividad encubierta de sus agentes.

¡Pero todo había terminado! Hoy, al fin, comenzaría, el desmantelamiento de la unidad.

¡De verdad que sí!, ¡Mi más sincera enhorabuena! – Repitió una vez más mirando a sus tres agentes – ¡Joder, que me habéis hecho sudar sangre en ocasiones! ¡Pero al final lo habéis conseguido! ¡Gran trabajo, sí señor! ¡Gran trabajo! – Y hablaba de corazón, puesto que en ningún momento se había planteado atribuirse el mérito – Muy bien… Muy bien…

Ahora procederemos a desmantelar la unidad. ¡Bastante os habéis expuesto ya! Es cierto que la mafia aún no está deshecha, pero está herida de gravedad y cualquier proyecto por acabar de destruirla no puede acabar bien… ¡Habéis hecho más que suficiente!. Os explicaré cómo funcionará ahora: En el próximo mes, debemos continuar con las detenciones. Nadie importante, algún peón, alguien del montón, gente que esté a vuestro mismo nivel en la organización. Con 2 detenciones será suficiente. Entre estas 2 detenciones, entremezclaremos vuestra propia detención. Un paripé, claro. Fingimos encarcelaros como al resto… Una furgoneta blindada que os transporte a otras cárceles del estado… ¡y listo!. Por si acaso, después de a vosotros, deberíamos tratar de encarcelar al menos a otro par más para que no llame la atención la repentina desaparición de encarcelamientos, pero seguro que podéis dejarnos algún plan de acción… ¡¡Jaja!! ¡Espléndido trabajo! – Felicitó una vez más a los tres hombres.

En ese justo instante, una figura oronda abrió la puerta del despacho en ese mismo instante. El comisario, que estaba sentado, se levantó de un salto

¡Co… Co… Comisario jefe!

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08/02/2015, 17:00
Narrador

25 de Febrero de 1954
8:07 PM
Despacho del Comisario Darek Houston

¡Estoy de acuerdo! ¡Espléndido trabajo! – Dijo con su voz porcina Horace Ferguson, el político que había asumido el puesto de comisario jefe.

¡Mi más sincera enhorabuena!... Los ciudadanos pueden respirar tranquilos… ¡¿Habéis leído los titulares?! “Detenida la Cúpula de las Cuatro Familias”… Seguro que habéis tenido ocasión de leerlo – Era cierto, habíais tenido tiempo de leerlo, y también os había faltado tiempo de maldecir a la foca del comisario jefe, que en el mismo artículo hacía unas improcedentes y enervantes declaraciones atribuyéndose el mérito de la misión… Una misión que en el momento de organizarse ni siquiera ocupaba él este puesto político, sino su antecesor. A punto había estado esa foca de agriaros el triunfo.

Un maravilloso reconocimiento a la labor del departamento… y a mí por su gestión, por supuesto… - En la breve pausa con la que enfatizó estas palabras, apunto estuvisteis de responder indignados, pero la pausa fue demasiado breve – ¡Formamos un gran equipo!... ¡Y esto es solo el principio!¿Solo el principio?... ¿Cómo que solo el principio? – La sorpresa paralizó vuestra mente, de tal forma que no pudisteis evitar convertiros en meros espectadores de lo que sucedería a continuación.

¡Ya puedo leer los titulares! “Los Agentes del DPC, bajo la gestión de Horace Ferguson, acaban con las Cuatro Familias”, “El equipo de Ferguson vence”… “¡Ferguson destruye la mafia!”…Delirante… Demencial… Increible… Vergonzoso…¡Sublime! ¡Excelente! ¡Inmejorable!... ¡Decidido!¿Cómo? ¿Decidido? ¿Qué estaba decidido?¡Acabaremos lo que empezamos! ¡No pararemos hasta haber encarcelado al último mafioso! ¡Permaneceréis infiltrados hasta que encarcelemos a todos!...

El comisario Houston (al igual que vosotros) no daba crédito a lo que oía. No podía ser posible tamaña estupidez. ¡Esa foca porcina estaba jugando con vuestras vidas! – ¡Pero señor! ¡Es un suicidio! ¡Ahora ellos están alertados sobre la infiltración! ¡Debemos desmantelar la operación ahora que es un éxito! – Le dijo vuestro superior intentando hacerle entrar en razón.

¡Tonterías! ¡Este es el momento oportuno! Las Cuatro Familias están correteando en círculos como pollos sin cabeza. No hay tiempo que perder. No podemos darles tiempo para que se reorganicen. Volveréis al grupo y cada semana me entregaréis a un mafioso más para encarcelar

¡Pe… Pe… Pero eso es una locura! – Afirmó incrédulo el Comisario Houston incapaz de concebir semejante desprecio por la vida de sus hombres – Comisario jefe… ¡Recapacite!

¿Qué recapacite?... Mmmh… Tienes razón Houston. Menos mal que te tengo aquí… ¡¡Una semana es demasiado!! ¡No podemos esperar tanto tiempo! ¡Se reorganizarían! ¡Mejor me entregarán a alguien CADA DÍA!... Gran aporte Houston… Le mencionaré en mi próximo discurso – Ante vuestra propia incredulidad y la del comisario, que no era menor, el político abandonó el despacho sin dar opción a ninguna contraorden ensayando su próximo discurso triunfal ante la prensa – Queridos amigos de la prensa… ¡¡No!! ¡Mejor aún! ¡Queridos ciudadanos!...

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08/02/2015, 17:01
Narrador

25 de Febrero de 1954
8:32 PM
Despacho del Comisario Darek Houston

El comisario os miró impotente… La orden había sido dada… Y a menos que el comisario consiguiera convencer al político (lo cual llevaría días) vosotros volveríais a primera línea a acabar con la mafia con el peligroso riesgo de vuestra propia vida…

Muchachos… No sé qué decir… Intentaré hacerle entrar en razón… Pero mientras tanto, me temo que debemos cumplir la orden… Intentemos hacer esto bien al menos ¿habéis podido identificar a los más débiles de voluntad? ¿No? En toda organización criminal hay algunos cobardes que sólo están ahí para dejarse llevar. Si localizaseis a estos seres volubles, podríamos hacerles trabajar para nosotros. Normalmente traicionarían a su madre con tal de evitar la cárcel… Una cosa, – Dijo señalando y pronunciando el nombre de uno de los tres agentes - ¿Tú habías estudiado psicología criminalista, no es así? Obsérvales. Busca el eslabón débil… Tal vez así consigamos algo de provecho de todo esto… Además, en este momento de descontrol seguro que se organizará una lucha interna por el poder. Debemos intentar aprovechar esto también… Muchachos… sé que esto es difícil, pero sois los mejores y si lo habéis conseguido hasta ahora, yo confío en vosotros. Debéis aguantar al menos hasta que consiga convencer de su locura a Ferguson.

Había comenzado la que sería la misión más difícil…

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08/02/2015, 17:01
Narrador

27 de Febrero de 1954
11:00 AM
Ristorante della Quattro Famiglie

Henrietta Grimaldi, la viuda de Andrea, no era una criminal. Ella era una mujer abnegada por su familia, pero nunca había cometido un crimen, al menos ninguno excepto encubrimiento de un crimen, y es que ni siquiera se interesaba por las actividades de su marido, con lo cual no se le podía acusar ni de complicidad.

Es cierto que había sufrido cuando Nicola, su pequeño, había seguido los pasos de su padre, pero Andrea era un hombre inteligente y muy capaz, así que cuando le prometió a Henrietta que nunca le ocurriría nada malo al pequeño Nicola, esta le creyó.

Fuera como fuese, era una mujer enérgica y temperamental, muy muy resolutiva y de pensamiento rápido, y anteponía a las familias por encima de todo.

Cuando Andrea falleció, a pesar de la tradición de elegir un sucesor por consenso entre las Cuatro Familias, todos los miembros de la organización pensaron que ella asumiría el mando clamando venganza e intentando localizar al asesino. Nada más lejos de la realidad. Aunque su corazón gritaba Vendetta… su forma de ser la hacía totalmente incapaz de cometer u ordenar un crimen, así que mucho menos de hacerse cargo de una organización criminal comleja y con peleas internas. Además, su devoción a las familias era tal que, independientemente de quién hubiese ordenado la muerte de Andrea, pensaba que averiguarlo sólo traería problemas, así que decidió hacerse a un lado.

Durante la reproducción del videotestamento, cuando tuvo lugar la redada y los policías encarcelaron a la cúpula de las cuatro familias, nuevamente las miradas se posaron en la viuda. Y, es justo decir, que esta vez tardó más en saber qué hacer… concretamente, 10 milésimas de segundo más. Andrea se lo había dicho, y ella había llegado a la conclusión de que era lo mejor: Debían encontrar a los infiltrados y que las familias se hicieran cargo de ellos, después, debían elegir a un nuevo capo, ya fuese Don o Madonna, y si, entre medias, localizaban al asesino de Andrea, mejor que mejor. Eso sí, ella no se inmiscuiría en esta búsqueda. Llegado el caso, podría utilizar su influencia (o mejor dicho la de su marido) por el bien de las familias, pero esa era una búsqueda que no le correspondía a ella, sino a todos los miembros de la organización.

Con esto en mente, comenzó a repartir invitaciones a todos los miembros más influyentes. Era necesario juntarlos a todos para resurgir, además, mientras estuvieran todos juntos, estarían a salvo de las redadas de los policías. Juntos eran fuertes, separados débiles. Les citó a todos ellos en Il Ristorante, tal como hubiera hecho su marido. Había un motivo adicional para actuar así… Si su marido tenía razón, cosa que ella no ponía en duda ni por un instante, entre los invitados esa mañana estarían los 3 infiltrados. Era el momento de que los miembros de las familias comenzasen a trabajar por el bien común.

Faltaba solo media hora para las 11:30, la hora en que los había citado a todos ellos allí, pero ella ya estaba preparada.