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Problemas en La Mafia [HLdCN+]

Resolución de la partida - Epílogo

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01/12/2017, 22:21
Narrador

El mejor truco realizado por el diablo fue convencer al mundo de que no existía y así... desaparecer

- Sospechosos Habituales -

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01/12/2017, 22:22
Darek Houston

14 de Marzo de 1954
Chicago 09:37 AM
Despacho del Comisario Darek Houston

Darek Houston se encontraba sentado en su despacho repasando los documentos del expediente del caso Grimaldi.

Un agente golpeó con suavidad la puerta de su despacho y abrió la puerta.

Comisario, ya ha llegado.

El comisario asintió.

Hágala pasar.

El agente desapareció por la puerta y, al rato, entró una mujer que siempre había sido hermosa, pero en el último mes había perdido parte de su habitual vitalidad, que siempre le había hecho parecer más joven de lo que en realidad era. Iba vestida de escrupuloso luto.

Señor Houston, quería usted verme. - No era una pregunta, sino una afirmación. Houston asintió con un gesto de su cabeza.

Tome asiento, por favor, señora Grimaldi.

Muchas gracias, pero prefiero quedarme de pie. Me esperan un taxi y un avión.

Darek pareció sorprendido.

¿Se va usted?

Me voy. Mi marido compró esos billetes para mi y desde que usted me liberó de la acusación que pendía sobre mi soy libre para irme. ¿No es cierto?

Es cierto.

Además - Continuó la viuda como si no hubiese obtenido una respuesta del comisario -, Nada me una ya a esta ciudad sucia y corrupta. Una ciudad en la que un buen chico es pervertido hasta convertirse en un criminal y un parricida.

Por supuesto estaba haciendo referencia a su hijo, Nicola. La investigación de Darek había llegado a sacar a la luz que, al final, el asesinato de Andrea había sido obra de su propio hijo. Al final, después de todos los motivos de unos y otros para acabar con Il Capo, atendiendo a la confesión final obtenida hacía apenas unos días, uno de los principales motivos del asesinato acabó siendo una malsana y antinatural obsesión del hijo con el vehículo de su padre. Era triste y absurdo. Era el motivo más ridículo al que se había enfrentado en todos sus años, pero también Nicola era un niño mimado demasiado pagado de sí mismo.

Pensó que la culpa no había sido de la ciudad, sino de sus padres. De su madre por sobreproteger y conceder a su único hijo todo lo que quería siempre que lo quería. De su padre por permitir que su hijo creciese en un entorno criminal con una falsa sensación de ser intocable y el dueño del submundo de la ciudad. Pero no dijo nada. Él no era quién para infringir más dolor a una viuda, aunque fuese la viuda de aquel hombre.

La viuda le sacó de sus pensamientos con su habitual comportamiento directo.

¿Para qué me ha hecho venir?

Hemos encontrado esto durante nuestra investigación. Creo que le corresponde a usted tenerlo, y no creo que lo necesitemos ahora que el caso ha sido cerrado y archivado.

Darek Houston le tendió un pequeño cuaderno a la viuda, esta se acercó a la mesa para coger el librito de su mano...

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01/12/2017, 22:23
Henrietta Grimaldi

...Henrietta recogió el pequeño cuaderno de manos del comisario de policía. El hombre que había proporcionado a su marido la Vendetta que merecía.

A pesar de que ese hombre era el responsable del comando que terminó por desarticular la organización de su marido, ella no le guardaba rencor. Ni a él ni al señor Buscemi. En realidad, Henrietta siempre había odiado esa organización con todo su ser.

Examinó el cuaderno dándole algunas vueltas en la mano y abriendo sus tapas de cuero para examinar la primera página.

¿Qué es esto? ¿Mi marido tenía un diario? - Preguntó sorprendida.

Darek asintió.

Henrietta no pudo contener la expectación y acudió a las últimas páginas escritas del diario y las leyó. Mientras leía y por primera vez desde hacía meses, sus ojos se llenaron de lágrimas delante de alguien.

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01/12/2017, 22:23
Detective Douglas Spencer

14 de Marzo de 1954
Chicago 17:30 AM.
Graceland Cemetery

Un hombre envuelto en una gabardina con las solapas subidas para refugiarse del frío paseaba por los pasillos del cementerio. En una mano llevaba una bolsa de papel de esas que dan en los supermercados o en los restaurantes cuando pides comida para llevar. En la otra mano, llevaba un cigarrillo humeante.

El hombre avanzaba dando esporádicas caladas a su cigarro y soltando el humo que se mezclaba con la niebla difuminando aún más su silueta.

De pronto, en un lugar que parecía idéntico a cualquier otro se detuvo. Mirando a uno de los pasillos de tumbas, sacó de la bolsa de papel una botella de vin santo. La descorchó y le pegó un largo trago.

Después, dejó la botella junto a la losa de mármol de una de las tumbas, rodeada por flores ya marchitas. De la misma bolsa que había sacado la botella, sacó un recipiente en cuyo interior había cannolis caseros y lo dejó junto a la botella.

Ciao bella - Le dijo al aire. Y después se fue.

Mientras se alejaba por el pasillo de tumbas, pegó una nueva calada al cigarrillo y el humo volvió a difuminar su silueta. Justo antes de perderse en la niebla, la silueta lanzó al aire la bolsa de papel ahora vacía.

La bolsa se dejó mecer por el viento hasta posarse delicadamente en el suelo. Mirando hacia el cielo, en un lateral de la bolsa, se podía ver el logo de un establecimiento rodeado de letras. Las letras rezaban "Casa Reinaldo, cucina italiana come quella della Mamma".

El viento volvió a soplar y la bolsa se perdió en la niebla siguiendo los pasos de aquella silueta.