Partida Rol por web

Tras un tiempo viajando por la galaxia, donde habéis perdido contacto con Pos'lasa y habéis conocido a Deecan, os volvéis a reunir en Phelar. Han sido 6 largos meses desde vuestra aventura con el Basilisco, y el holocrón de Val Isa os ha enseñado muchas cosas sobre lo que es ser un jedi. Entre las muchas cosas que habéis aprendido, se incluye el cómo construir un sable láser. El arma tradicional de los caballeros de la orden. Algunos de vosotros no le habéis prestado mucha atención, pero para otros resultaría muy interesante. Aunque no deja de ser una forma de llamar la atención.

Sea como fuere, habéis hecho algunas averiguaciones, y además de unos pocos cientos de créditos, lo único que os hace falta es un cristal kyber. Habéis venido a Eriadu en busca de algo de información sobre dichos cristales, con la esperanza de poder ensamblar vuestras armas, en un pequeño paso en el camino de la introspección, buscando el conoceros mejor y entender vuestras habilidades.

Antes de dirigiros al archivo, con credenciales falsas otra vez, hacéis una pequeña parada en el mercado de la ciudad para abasteceros.

Antes de salir les digo a mis compañeros.
- Recordad que en la universidad no están bien vistas las armas, así que a no ser que penséis negociar las compras por la fuerza, yo dejaría las armas en la nave para evitarnos un viaje posterior. Y de paso dejaría también bien escondido el holocron, no sea que despierte la atención y atraiga miradas imperiales.<>.

Dicho esto dejo mis armas a buen recaudo en la nave.

Rolen sopesa la propuesta de Erf'ea- No me acabo de fiar de los imperiales y rufianes de este planeta, dejar el holocrón aquí sin guardia es un riesgo. Tal vez podamos llevarlo con nosotros a la universidad si les decimos que es un aparato que hemos encontrado y que llevamos a Ashur para que nos ayude a analizarlo. En cuanto a las armas, estoy de acuerdo, ya tuvimos bastantes problemas la primera vez que estuvimos por aquí, cuanto menos llamemos la atención mejor.

-En ese caso, creo que dejaré aquí mi sable de entrenamiento. De todas formas, tampoco es de gran ayuda en un combate real. Respecto al holocrón, temo que llevarlo encima pueda atraer demasiado la atención.

-Lo que sí me gustaría -añado tras una pausa- es conseguir las piezas para construirme un sable de luz de verdad (salvo el cristal, claro está). ¿Crees que podrías conseguir un descuento, Rolen?

Sin más que añadir, me pongo la capucha y me dirijo hacia la compuerta de la nave.

- Vaya hombre, Rolen, yo que quería comprarme algún arma, una porra o algo similar, no quisiera repetir experiencias como la del droide. - Ighar parece alterado sólo con recordar el combate con el droide mandaloriano -  Estoy bastante convencido de que podemos fabricar un sable con el de entrenamiento. En el fondo son el mismo tipo de piezas, pero cambiando el cristal. Espero que la biblioteca de la universidad nos ayude a encontrar donde puede haber uno. - Dice Ighar a Deecan. Despues se vuelve hacia Rolen - En cualquier caso, no creo que te pusieran pegas a que me compres algún tipo de ropa más abrigada y pesada y que ayude a defenderme un poco de los golpes.

Rolen, a regañadientes, esconde el holocrón como mejor sabe, para evitar más sobresaltos, y hace un repaso mental de la lista de objetos a adquirir-. No te preocupes, Ighar, algo te encontraremos, de todas formas tendremos que volver a la nave a dejar la mayor parte de las cosas de la lista. En cuanto a los sables, intentemos conseguir las piezas, siempre será mejor tener dos sables que uno. Vamos a comprar y a la universidad pues.

- No te olvides de reponer la tienda de campaña que vendí para comprar los primeros respiradores. En su día pagué 100 créditos por ella

Rolen asiente ante la petición de Erf'ea y sale de la nave, dirigiéndose directamente al mercado.

-¿Seguro que podemos usar las piezas del sable de entrenamiento? -digo entre escéptico y esperanzado. No estoy muy convencido, pero tampoco me sobra el dinero.

Rolen se mueve con facilidad de tienda en tienda, hablando con los mercaderes locales para conseguir la mayor parte del material que el grupo necesita al mejor precio; sorprendentemente, algunos de ellos aceptaron un precio menor del habitual, algo en la forma de hablar de Rolen les convenció para fiarse de sus buenas intenciones. Para encontrar las piezas del sable, el grupo se adentra en algunas localizaciones menos transitadas, buscando comerciantes especializados en tecnología más arcana.

Tenéis que rebuscar bastante para lograr conseguir material, y mucho de ello no tiene pinta de ser de primera mano. Pero por suerte para vosotros, os sale más barato. Un total de 850 créditos.

Tras varias horas de ir de aquí para allá, Rolen se siente satisfecho con las compras-. Bueno, pues ya está, esperemos no tener más sustos en un tiempo. Dejemos los bultos en la nave, y vayamos a la universidad, a ver que nos puede decir Ashur.

Entrego los 182 créditos de mi parte, y me dirijo hacia la nave con tanto el traje espacial como las piezas del sable y la célula de energía, que me dedico a guardar con esmero junto con alguna  de mis pertenencias.

Una vez terminado, me dirijo a mis compañeros: Bueno, pues creo que ya estamos más o menos pertrechados para las siguientes aventuras. Vayamos a ver que podemos averiguar sobre esos cristales que necesitáis para vuestros juguetitos en la universidad.

Y confiando en que mis compañeros me sigan, dirijo mis pasos hacia la entrada, con la acreditación falsa a mano.

Dejo el sable y la célula recién compradas en mi camarote y sigo a Ef'ea hacia la salida poniéndome de nuevo la capucha de mi túnica y asegurándome de llevar la identificación conmigo.

-Sí, vamos.

Rolen deja las raciones, los suministros médicos y la linterna de fusión en su camarote, junto con su mochila y el bláster, y se cuelga el resto de equipo del cinturón de herramientas-. Hecho, vayamos a la universidad a ver si Ashur nos puede decir algo más de los cristales.

Ighar acompaña al grupo con ganas de volver a aprender en la universidad.

Llegáis hasta el Archivo, con vuestras credenciales falsas para poder acceder con tranquilidad. En la puerta, dos guardias, como la última vez, os registran para asegurarse de que ninguno lleva armas. Al otro lado, en un ordenador central, contactáis con Ashur.

Al otro lado de la pantalla, aparece la imagen de Ashur, entre unos cuantos cachivaches difíciles de identificar.

- ¡Hola amigos! ¿En qué os puedo ayudar? ¿Queréis que nos veamos en mi despacho?

Ya conocéis la dirección del despacho de Ashur, un sitio más íntimo donde poder hablar.