Partida Rol por web

Por la tarde

Marcus había abandonado la soledad de su casa para explorar el pueblo vecino y ver que negocios había. El hombretón de 1,80 con el pelo pelirojo aparecía por una esquina de la calle observando con curiosidad el antiguo pueblo cercano a la central. Hasta donde había leido era un pueblo con una historia que se remontaba hasta los tiempos de las cuevas y su abolengo había quedado plasmado en la arquitectura de muchos de sus edificios.

El sol ya declina, y te ha atraido el sonido de una mujer azotando un caldero. Es una mujer alta, peliroja, de una edad indeterminada, entre 30 y 40 años. Parece que vende algo y cerca de el, un niño pequeño con el pelo crespo y poca ropa, curiosea en alguna esquina, posiblemente incordiando a algun bichejo.

-Chang! Chang!

Marcus se acerca a mirar.

- Buenas tajdes señoga -dice con marcado acento del norte- ¿Que estaj pgrepagando ahi?

- Caracoles, extranjero. ¿Quiere probarlos? Me llamo Paula, vivo calle abajo. Por una divisa. *Abre el caldero y ves un humeante guiso donde los caracoles son bien visibles. Quizás en tu cultura no es común y puede darte algo de rechazo, pero lo cierto es que huele bien y jurarias que lleva especias, cosa rara en estos tiempso que corren.*

Marcus quedó mirando el guiso y aspiró el olor. Cerrando los ojos su estomago le pedía probarlo pero en cuanto los abría su cerebro lo rechazaba de una manera bastante tajante. Miró a la señora, no quería ser descortés tampoco.

- No... estoy acojstumbgrado a este... tipo de comidas ¿Jä? Pero... cgreo que pgrobare la sopa ¿Sí?

La mezcla de español chapurreado resultaba hasta comica, aunque Marcus sacó igualmente un credito y se lo tendió a la mujer.

- Mi nombgre es Marcus, yo vivo en la colina ¿Jä? Acabo de... ¿Como dicen? "mutagrme".

Por la tarde

El viejo pueblo es uno más de tantos que existían en las mesetas centrohispánicas. Las casas son viejas, seguramente muchas tengan varios cientos de años, y en algunos casos se ve el paso del tiempo por ellas.

En los límites del pueblo se pueden ver todavía restos de casas caídas hace decenas de años: una pared que aguanta a duras penas, unas vigas caídas en el suelo, un mosaico de azulejos rotos perdido en mitad del campo. ¿Cuánto tardan los edificios de las ciudades en tener el mismo aspecto? A juzgar por lo que sucedió en Pripyat, no creo que demasiado.

Mis pasos me conducen lentamente al centro del pueblo, a una plaza donde los 50 habitantes se reúnen para comentarte las distintas novedades. Será interesante ver qué tipo de personas habitan aquí.

Al llegar puedo ver a un hombre que claramente no pertenece a este sitio. Destaca como un faro o un oasis en un desierto.

Por mi parte es difícil distinguir algo distinto con respecto a los hombres que puede haber en un sitio como este. Soy de estatura media, 1'72, y tampoco destaco por ser especialmente fuerte o tener un físico envidiable. Mi pelo negro con una barba del mismo color y mis ojos marrones son similares a los que se puede encontrar en la Península Ibérica.

Observo que el gigante está hablando con una mujer y bien pronto el maravilloso aroma del guiso de caracoles me llega. ¿Cuántos años hace que no comía caracoles? Bastantes la verdad. Me acerco dispuesto a conseguir algunos, aunque espero que no corran pues igual son demasiado rápidos, pienso con ironía.

-Mudarse, se acaba de mudar usted. *corrije* Es ideal, hace falta vida en este pueblo, solo quedamos mi marido y yo, junto con mi hijo, Ernesto.

La mujer te sirve un cuenco con movimientos ágiles. Es de cadera ancha, aunque si no fueras forastero, te habrias dado cuenta de que no es una mujer de pueblo.

Al ver al soldado que se acercaba, la mujer le saluda con el cucharón.

-Ah, otro vecino... buenos días. ¿Le apetecen unos caracoles? Bienvenido.

Por supuesto, hace años que no los como. Y estos huelen realmente bien. ¿Tiene palillos para comerlos?

- Me temo que no, no tenemos cubiertos... *le sirve, el cuenco es de barro. Entonces mira a Marcus* Le gustan, Mister?

Marcus dió un largo sorbo a su cuenco. Definitivamente estaba buena la sopa, aunque todavía no se atrevía con los caracoles.

- Definitivamente, jä -le dijo con amabilidad- la sopa "caliente" el pecho ¿Sabe? Segurro que en invierno sienta mejorr.

Mira al recien llegado pedir palillos para comerse sus caracoles. Se acordó entonces del lipeäkala finlandes y sonrió.

- Bocados pequeños ¿Ei? Mi nombrres Marcus -dijo tendiendole la mano.

Miro un momento por el suelo buscando algún palito con el que sacar los caracoles de su concha, y cuando finalmente lo encuentro lo limpio un poco y empiezo a comerlos. Desde luego esto no es lo más extraño que he hecho para comer, cosas mucho peores y en muchas peores condiciones llegué a comer en el frente.

Sonrío a la señora y afirmo. Esto está excelente, muchas gracias.

Me giro hacia el gigante y estrecho su mano, con más fuerza de la que podría parecer. Encantado, señor Marcus. Mi nombre es Alberto. ¿También está destinado aquí para repoblar esta zona?

Marcus siguió con su sopa a pequeños sorbos.

- Jä, repoblarr -señala una de las casas destartaladas- yo vivo ahi ¿si? ¿Y que hacer?

Pregunta a Alberto entablando asi una conversación mas o menos fluida.

Mi especialidad personal es la mecánica de todo tipo, desde vehículos a generadores. Planteo dedicar mi tierra a la explotación ovina, de ovejas, y a establecer una buena y sólida red eléctrica y de agua. Si necesita algo en ese sentido todo se puede hablar comento sonriendo.

Marcus le sonrió.

- ¡Oh! Eso suenarr bien. Yo también querria cuidar ovejas, aunque no solo ovejas... tambien vacas y gallinas. Ademas voy a poner unos cultivos... crrreo que podriamos unirrr esfuerzos... esta ¿como lo dicen? "Cooperrrrativa" podrría dedicar mas terreno mio a cultivo parrra animales ¿Jä? Abarratar piensos.

Se quedó en silencio unos segundos antes de seguir.

- Yo tambien ojos puestos en enerrguia. Merrcado rrrentable, perro no dinerro ahorra, eï.

No, pero las instalaciones de los animales consumen mucha energía y es conveniente saber como conseguirla. Igual que agua.

Lo de cooperar, más que correcto. Seguro que podemos llegar a buenos acuerdos.

Marcus dió otro sorbo a su sopa.

- ¡Oh! Clarro, clarro. Si necesitas, este... aiuda. Yo zapador, y de los buenos -dice con una sonora carcajada- con herrramientas buena y equipo, cuartel de campaña en horas.

- Los caballeros sabrán traer prosperidad a este pueblo. Seguro que han escogido bellas técnicas. *dice la mujer, como si todo esto fuera con ella. Se ve que posiblemente esté muy sola*

Marcus se gira hacia Paula.

- ¡Oh! Disculparr -lleva una mano a su pecho a modo de disculpa- no quererr ignorar. Bueno, con las candidatas, al menos yo, si sin fotogrrafía tampoco pasarr nada ¿Jä? Quierro decirr, sí, herrrmosas perro si no saber diferencia entrre marrtillo y hazada... eï, eï.

Sentencia negando con la cabeza.

Ya por la tarde, el ruido en el pueblo era más que evidente, Alex dejando atrás un momento sus pendientes, sale por la puerta principal con la intención de recorrer y conocer a las personas del pequeño poblado. Mientras camina por el pueblo, rumbo a la plaza, la particular forma y las construcciones de los edificios, parecía abrir como perdidos en el tiempo, retrocedieran 100 años atrás

A simple vista no parecía ser una gran comunidad de cientos de personas, por lo que todos deberían conocerse bien, y sin duda, un extranjero no pasaría desapercibido fácilmente.

Con unas botas café, jeans y una camisa verde oscuro, no con su mejor vestir, camina por las calles, dejando su viejo uniforme guardado como un mero recuerdo de lo que fue en el pasado. A medida que camina, y cruza miradas con las diferentes personas, sonríe de forma cordial y alegre, sería bueno conocer a las personas del pueblo, ya que no era un pueblo abandonado.

Ya en la pequeña plaza, algunas personas se hacen notar más de lo normal, con curiosidad me acerco, hacia los caballeros y a la mujer pelirroja para saludar -  

Buenas tardes... Soy Alexander, Ex piloto de guerra, No soy de España, por lo que este país es nuevo ... En Canadá, nos acercábamos a otoño... por lo que veo ... el clima es parecido.

Marcus saludó con un asentimiento de cabeza.

- Vaya, nuevo vecino ¿Jä? Encantada, encantada. Mi nombrre es Marcus. Zapador y bueno, yo... Suomi.

Le comentó haciendole un gesto con la mano hacia los caracoles.

- Prrobabamos la cocina de Paula. ¿Querrer?