Partida Rol por web

En la fecha indicada os disponéis a dirigiros a vuestra estancia en la casa encantada. Tras un agradable vuelo en primera clase, llegáis al aeropuerto donde tenéis un vehículo esperando por vosotros.

Un hombre alto con un elegante traje azul porta un cartel con vuestro nombre y una vez os identificáis se hace cargo de vuestro equipaje y os indica que le sigáis hasta el vehículo que os llevará hasta la casa.

Tras un viaje de aproximadamente una hora de duración desde el aeropuerto, el vehículo en el que viajas toma una desviación de la carretera principal ingresando en un camino estrecho mal asfaltado el cual, tras un recorrido de menos de un kilómetro, desemboca en una alta valla metálica que cierra el paso de una propiedad.

- Hemos llegado a la mansión - dice el conductor girándose hacia ti. Tras esto, se baja del vehículo y abre una de las hojas de la valla para permitir el paso del vehículo.

Una vez que el vehículo traspasa el umbral del cercado el camino continúa hasta llegar al frontal de la vivienda que está asentada en una elevación del terreno.

Aparcado delante del edificio se encuentra un vehículo negro de alta gama y apoyado en él se encuentra un hombre trajeado fumando un cigarrillo mientras espera.

El hombre se presenta como Bruce Huntingtong, representante de la compañía...

En un momento como este de mi vida, a veces se toman decisiones que son cruciales y te sometes a una loca propuesta porque sabes que el dinero es esencial para la subsistencia. Y en mi caso, lo necesito más que nunca antes en mi vida. El trabajo que tengo me paga miseria, más los problemas que me genera aquella mujer a la distancia, no doy abasto y esta posibilidad, por muy loca que sea, es lo único que tengo. 

Por esa razón tras salir de mi casa con el ipod y los auriculares, me sumerjo a un viaje que no sé a dónde me lleva. No creo en las tonterías paranormales, para mi esto es pura habladuría y el dinero, es una suma que a mi seguro me cambia la vida. Una vez subo al avión, disfruto de ello ya que es la primera vez que estoy en uno, no me acojona y estoy como niña en plena navidad. El viaje resulta alucinante y seguro no lo olvidaré. 

Tras bajar del mismo, con mi mochila camino hacia el auto y de allí a la Mansión. Al estar frente a la misma una expresión de sorpresa surge en mi rostro y pienso en todas las historias que circundan en torno a ella. ¿Será realmente así? Es la primer pregunta que me surge, pero bueno aquí estoy para descubrir esos "misterios" que se esconden y de lo que todo el mundo habla. 

Cuando se presenta aquel hombre llamado Bruce, también hago lo propio. 

- ¡Hola! Soy Brooke, un placer. 

Luego de sonreír tras un breve contacto visual con la persona, me quedo esperando allí. 

Y por fin había llegado el día.

Jamie bajó del coche para otear la casa sin percatarse en un principio que allí había más gente. Sentía cosas, un ambiente enraizado, auras desconocidas, unos nervios que asolaron su interior de golpe… no sabía si había sido cosa de estar ahí o que evidentemente Chloe tenía razón y en esa casa existía algo, pero no pudo evitar llevar su mano al colgante protector que llevaba en el cuello.

Sacó su maleta, un poco más grande de lo que debía ser teniendo en cuenta que técnicamente iban a pasar un solo día ahí, para dejarla sobre el suelo y dejar que la comodidad de las ruedas aligeraran el peso.

Buenas, soy Jamie.- Respondió a la chica que se presentó ante ellos, dedicándole después un formal apretón de manos al representante de la compañía.

Una sensación que me presiona el pecho surge cuando ya estamos ahí, cuando parece no haber vuelta atrás y que voy, otra vez, a seguir los instintos y sensaciones de Jaimie y pensar que va a ser por una última vez es una sensación de agobio y mal estar pero, en cierto modo, de liberación. 

Saco mi pequeña mochila, que destaca en la contraposición de la maleta de mi pareja, y me la coloco al hombro mientras ayudo a Jaimie con la suya. Saludo a la chica y al hombre.

- Muy buenas, yo soy Frank. - mi voz animosa no acompaña mi rostro de circunstancias. - ¿Seremos muchos más en esto? - puede que así no sea tan mala experiencia en caso de ser lo que espero que sea.

A Elliot se le había pasado el viaje rápidamente. El hecho de viajar y el motivo por el cual lo hacía le era tan gratificante que se había hecho ameno todo el trayecto. 

- Sí, mamá - le contaba el muchacho mientras miraba por la ventana del coche que lo transportaba -. Ya hemos llegado, ha sido un viaje cómodo. Te avisaré de que haya alguna novedad, no te preocupes. ¡Descansa!

Su madre tenía un buen día dentro de la gravedad. Había aprendido con el tiempo a interpretar el tono de su voz cuando estaba de mejor humor o con más energía. Y eso se lo había transmitido a Elliot, que salió de sus pensamientos cuando vio que se estaba acercando a su destino.

Tras una gran valla, un edificio antiguo pero bien conservado se alzaba peculiar. Era siniestro, pero a la vez tenía una belleza antigua que lo hacía especial. Elliot bajó del coche y puedo ver a unos metros un señor hablando con dos chicas y un chico. Tras agradecer al señor el servicio para hacerlo llegar allí, se acercó al grupo:

- Yo soy Elliot, encantado - contestó al señor Huntingtong -. Un placer conoceros a vosotros también - dijo con una sonrisa mientras miraba a los demás. Todos portaban maletas o mochilas, estaba claro que eran sus compañeros.

Tras la presentación, esperó unos segundos para ver si faltaba alguien más o si Bruce empezaba a hablar.

Después de responder al saludo de cada uno de vosotros, el señor Huntington se acerca al grupo que formáis.

- Pues con la llegada del señor Patterson ya estanos todos aquí - dijo con una gran sonrisa y haciendo un amplio gesto con los brazos. - Es un placer para mí darles la bienvenida a nuestra mansión - añadió señalando hacia el edificio com un gesto teatral. - Por favor acompañenme -.

Sin esperar vuestra respuesto, se giró y comenzó a caminar hacia la casa. Subió las escasas escaleras que desembocaban en el porche de la vivienda y se detuvo frente a la puerta. - Espero que sus viajes hayan sido cómodos y hayan podido descansar, porque lo qué aquí dentro duerme... me temo que no lo hará - dijo con una sonrisa.

- Antes de entrar quiero explicarles una cosa - comenzó a decir dando la espalda a la puerta principal de la casa - olviden todos prejuicios... esta es una casa realmente encantada y en su interior suceden cosas inexplicables. Puede parecer tranquila durante el día pero por la noche... ninguno de nuestros empleados ha conseguido pasar veinticuatro horas seguidas en esta casa y cuando salían... eran incapaces de describir lo que había pasado en el interior.

Se lo preguntaré una vez más en nombre de mi compañía... ¿están seguros de querer entrar en la casa?

Saludo a los presentes a medida que van llegando, siempre con una sonrisa o un gesto amable mientras pienso en un montón de cosas a la vez. Más allá de mi escepticismo que es enorme, la cuestión es la experiencia que estoy dispuesta a vivir junto con las personas que están aquí. Para mi son unos perfectos desconocidos, pero sé que de alguna manera esto marcará un precedente y lo mejor es comenzar con el pie derecho. 

Una vez Bruce comienza a dar las explicaciones cuando avanzamos por aquel camino hacia el porche, no digo nada al respecto ya que sigo sin creer en todo esto. Comprendo que al ser una Casa que se vende como embrujada así las personas pueden adentrarse y vivir esto, claramente dirá que es peligroso para sembrar esa sugestión que hace estragos en cualquier ser humano sensible a estas cosas. Pero en mi caso, tengo mucha literatura de terror, mucha película, no será fácil engañarme. Estoy segura de ello. 

Lo bueno es que su pregunta final, es lo que en verdad rompe mi silencio y tras intercambiar una mirada con los presentes, un tanto pensativa como al inicio de esta locura, asiento y respondo. 

- Muy segura, más que hace cinco minutos atrás. - digo sincera. 

¿Qué puede suceder? Gente disfrazada de fantasmas, ruidos, y esa tontería que no te deja dormir. Espero que se lo curren bien, el dinero lo vale y yo lo necesito. 

Parecía que ya estaban todos los integrantes, según las palabras del señor Huntington. Tras una breve presentación, nos pusimos de camino hacia lo que sería la "residencia" durante un día. Elliot sonreía con las historia que les estaban contando, no descaradamente, pero como a los allí presentes, les parecía poco creíble.

Elliot cogió la mochila y se la echó al hombro. 

- Espero que sus viajes hayan sido cómodos y hayan podido descansar, porque lo qué aquí dentro duerme... me temo que no lo hará.

- No ha estado mal, señor Hungtinton, esperemos que la estancia sea igual de agradable - dijo sonriendo de medio lado, esperando su reacción.

El porche era amplio y desde cerca la casa era grande y estaba bien cuidada para lo que se supone que debía de ser una "casa del terror". Aprovechando que Bruce se terminaba un cigarrillo, Elliot sacó su caja no antes de ofrecer a los allí presentes por educación.

- ...Puede parecer tranquila durante el día pero por la noche... ninguno de nuestros empleados ha conseguido pasar veinticuatro horas seguidas en esta casa y cuando salían... eran incapaces de describir lo que había pasado en el interior.

- Señor, Hungtinton, ¿somos el primer grupo en participar en este anuncio, ajeno a la empresa? - Elliot no sabía si las preguntas estaban permitidas, pero le picaba la curiosidad.

La verdad es que Jamie no le prestó demasiada atención al resto del grupo, más preocupada en la casa que por fin tenía delante que en entablar cualquier tipo de relación. Lo más seguro, viendo con la tranquilidad que se mostraban, eran personas escépticas que habían asistido a la prueba en busca del dinero o para pasar un buen rato, tal vez salir en la televisión y que su fotografía decorara la portada de algún noticiario. Por desgracia sabía perfectamente que los concursos llevaban a eso, a la burla de lo desconocido, y por supuesto para Jamie no era ningún tipo de juego.

Desde el primer momento que pisó los terrenos de la casa sintió unas extrañas vibraciones, acariciándose el colgante de turmalina negra esperando que fuera suficiente para que las malas energías que decían habitar en el interior no penetraran en su espíritu. No tengo suficientes para todos.- Esperaba no tener que llegar al caso de necesitar varios amuletos protectores con los que defender a los restantes… pero para ello sólo habría que esperar.

Avanzó en silencio, observando sobre todo la fachada y las cristaleras, pendiente de cualquier sombra o movimiento que pudiera no ser “natural” antes de escuchar la pregunta de Huntington.

Segura.- Cogió la mano de Frank temiendo que él se echara hacia atrás en el último momento antes de mirar al resto.- Esto no es una broma, ni una casa del terror de la feria. Aquí dentro hay algo y puede ser peligroso… si lo que dicen es cierto, es posible que lo sea.- Realmente quería que fueran conscientes de lo que se enfrentaban en vez de dejarse guiar por la ignorancia, dándole un breve apretón en la mano de Franky, nerviosa.

Presto atención a aquel hombre y su teatralidad me hace estar por momento más seguro de todo esto. Parece un vendedor de aspiradoras o el director de un circo, algo que me ayuda a apoyarme en mi propia teoría de que todo esto va a ser una pantomima. Miro entonces a Jamie y sonrío con media gana, pues si es así puede que tengamos que hablar largo y tendido de todo esto después.

La otra chica y el chico hablan antes que mi novia y al notar la mano de ésta última sobre la mía aprieto también decidido. Me inclino hacia ella y dejo un beso dulce en su mejilla, al final sé lo importante que es esto para ella y, pese a todo, quiero ser un apoyo en medida de lo posible dentro de esa casa.

- Estamos seguros, señor. Espero que ahí dentro lo pasemos mejor de lo que usted dice. - intento quitar hierro al asunto y sonreír mientras digo esto último.

- Jamie, seguro que ahí dentro no hay tanto como dice este hombre, pero estaremos juntos para averiguarlo. - ojalá por una parte haya algo, algo que me retenga a su lado, pero esto es más bien por tranquilizarme a mí y tomar esto con buen humor que otra cosa.

Viendo que la mayoría de vosotros os tomáis su advertencia como una broma o como de una representación, el señor Huntington procede a abrir la puerta de la mansión.

- Después de la adquisición de la casa por parte de nuestra empresa se procedió a su rehabilitación. Aunque esta no ha finalizado, sí que está muy avanzada.

Inicialmente las obras transcurrieron sin complicaciones más allá de los típicos accidentes que ocurren en la construcción. Más adelante sin embargo... las cosas comenzaron a cambiar. Y empezaron a ocurrir cosas durante las noches que no hemos podido explicar de ninguna manera.

Afortunadamente no hemos tenido que lamentar ningún daño grave. Sea lo que sea que vive en esta casa no es tan agresivo... Podemos decir que es un fantasma amable ¿no creen? - añadió con un risa nerviosa.

- Instalamos cámaras de seguridad en diversos puntos de la casa, así que estarán vigilados. Estén tranquilos que en zonas personales como aseos y habitaciones no hay cámaras.

Si alguno de ustedes quiere abandonar la casa antes del amanecer sólo tienen que salir por la puerta principal.

-"Vamos a ser los primeros en "estrenar" la casa" - pensó sonriendo Elliot, cuando Bruce hizo referencia a que todavía nadie había sufrido daños.

Elliot cogió su mochila y se la colgó a la espalda, parecía que por fin iban a conocer la "agradable" estancia. La información que nos había proporcionado el Sr. Huntigton no daba más pistas de lo que podría saberse de una casa encantada: sucesos extraños. No obstante, la mansión tendría cámaras de seguridad para controlar la situación en caso de que pasar alguna desgracia. 

Si alguno de ustedes quiere abandonar la casa antes del amanecer sólo tienen que salir por la puerta principal.

- Yo no tengo reserva en ningún otro hotel, Sr. Huntigton - le dijo Elliot sonriendo. Tenía los dos pulgares sujetando ambas asas de la mochila -. Y un estudiante como yo poco dinero tiene, ya sabe, corren tiempos difíciles.- Apuró el cigarrillo -. De todas formas, ¿para eso hemos venido, no? Para ver si nos hacemos con el premio. Venga, enséñenos esta bonita residencia.

La vista de Elliot miró hacia arriba, contemplando la fachada.

Las explicaciones de aquel hombre intentan dar el suspenso que en mi, no se consigue. No me asusta en absoluto la idea de pasar una noche en una Mansión llena de recuerdos, ya que no es más que eso. Y mientras para mí es un bla bla bla en los oídos, si mi atención se desvía al chico que habla (Elliot) gracias a su respuesta. 

- Coincido con él. No habrá problema. - respondo y me preparo. 

Tengo todo listo y no hay sugestión de mi parte. Esto será una experiencia extraña, ya que jamás he estado en una casa tan grande, no por lo paranormal. Así que sin mayor necesidad para hablar, aguardo a qué nos den el acceso y así poder descubrir los misterios que de atañan en el lugar. Seguro alguno disfrazado y poco más. 

Fantasma amable.

Aquella frase caló por completo en la muchacha, quien rápidamente fijó su mirada hacia las ventanas de la fachada. ¿Sería ella? ¿Por eso la había llevado hasta allí? ¿Era su “escondite”? Cada vez tenía más y más preguntas y dudaba que aquél hombre pudiera resolverlas, pero no perdía nada por intentarlo.

Perdone, aquellos que ya tuvieron contacto con… con la entidad.- No quería confirmar que fuera realmente ella, aunque en su interior había un pequeño rayo de esperanza de que así fuera.- ¿Qué métodos usó? Me refiero… ¿dejó mensajes? ¿Alguien vio algo más? – Por cómo hablaba se notaba que era sin duda la más interesada en el tema, al menos del grupo, preocupada de las respuestas que pudiera darle y estando cada vez más nerviosa, como si expulsara los miedos más internos que escondía. Necesitaba las respuestas.- ¿Las cámaras han captado algo? ¿Cuándo sucedió todo eso? ¿Nadie recuerda nada? ¿Era la imagen de una chica? – Hablaba más y más rápido, trabándose las palabras y teniendo que repetir en alguna ocasión al equivocarse.- ¿Habéis intentado contactar con el fantasma? Una ouija, un experto… ¡lo que sea! – Jadeaba, dándose cuenta que no había respirado desde que empezó a formular las palabras, apretando esta vez entre sus dedos el colgante que llevaba en el cuello.