Partida Rol por web

Puertolibre

La Crónica

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16/10/2012, 11:01
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 Cuentan las historias que los héroes de nuestra crónica no se dirigieron por su voluntad a Puertolibre, sino que fueron los dioses quienes, jugando con sus destinos caprichosamente, una vez entremezclados entre ellos, los mandaron a los embarcaderos de Puertolibre.

 Habían embarcado en las cosas orientales en la Doncella Desflorada, el navío comercial propiedad de Omar Shin Shin, el mercader de especies que les contratara para surcar las costas desde Thai Goan a las aguas del mar septentrional, habitado por los rudos Clanes Norteños.

 El viaje fue tremendo, tal vez los sacrificios de Omar antes de la partida no gustaran a los dioses y así se lo hicieron saber. Durante el crudo temporal, las maderas de la Doncella Desflorada gimieron hasta que se quebraron, arrancando de cuajo el mástil mayor.

 Con la mitad de los remeros muertos por los rigores de las tempestades, y con el mástil mayor quebrado la Doncella Desflorada navegó a la deriva durante semanas, arrancados de las costas las provisiones empezaron a escasear...

 ... pero los dioses a veces se tornan clementes, tal vez el motivo de las tormentas fuera la fechoría y las herejías de alguno de los difuntos remeros, o tal vez decidieran hacerles llegar a la costa para que tomaran fuerza y volver a dejar caer su ira sobre a los insignificantes humanos. En cualquier caso, tres el día trigésimo primero, los agotados náufragos llegaron flotando hasta los muelles de Puertolibre.

 Lugar donde sus caminos se separaron. Shin Shin despidió a los héroes en los muelles del Arrabal, anunciándoles que si tenían suficientes arrestos, en un par de semanas partirían para reaprovisionarse de mercaderías para comerciar de nuevo.

 Los temerarios compañeros no descartaron la idea, pero antes de que eso fuera posible, necesitaban pisar tierra firme, comer, beber, follar y descansar. Y así fue como se internaron en Puertolibre.

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16/10/2012, 11:26
Director

 Tras tantos días a la deriva, cansados y agotados por las inclemencias del temporal y el hambre, los compañeros avanzaron por el atestado embarcadero en dirección a la primera taberna que encontraran. Escaso era el cobre que tenían, pero en esos momentos ese era el menor de sus problemas.

La agitación en los muelles era frenética. Había barcos de todo el mundo, cargando o descargando todo tipo de productos exóticos. Marineros y mercaderes de todas las razas se mezclan en los desembarcaderos y el dinero cambia de manos tan rápidamente que no podían ni seguirlo con la vista. Los ruidos y las imágenes eran tan sobrecogedores que casi no se percataron del grupo de hombres que casualmente se habían colocado a su alrededor, un puñado de tipos duros, marineros llenos de cicatrices, armados con porras y navajas. El líder de esos perros ruines, un hombre desdentado con los nudillos tatuados, sonrío retorcidamente al decir:

- Acabáis de presentaros voluntarios para una apasionante vida como marineros. ¿Queréis hacerlo por las buenas o por las malas?

 En un abrir y cerrar de ojos, los compañeros se enfrentaron a los maleantes, terminando con la vida de cuatro de ellos, poniendo los pies en polvorosa a un par y apresando a los tres restantes. Dispuestos a venderlos como esclavos y hacerse con algo de plata.

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16/10/2012, 12:03
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Mientras los últimos miembros de la ronda de enganche huían entre la multitud, un hombre joven vestido con una  túnica se les acercó.

- Bien hecho; eso les enseñará a no meterse con los recién llegados- dijo riendo- Pero, ¿dónde están mis modales? Permítanme que me presente. Soy el hermano Egil, y precisamente estaba buscando a un grupo de gente como ustedes, que sean capaces de resolver situaciones comprometidas como ésta. Si me permiten invitarles a una copa, me gustaría hablar con ustedes acerca de un trabajo. ¿Qué me dicen?

No necesitaron muchos argumentos para dejarse convencer, con el hambre y la sed que sentían y los compañeros siguieron al tal hermano Egil.

Este los llevó hasta una taberna cercana, llamada La Rata de Agua, en la zona de los Muelles. Efectivamente, se tratataba del típico tugurio portuario, tan sucio y cutre como su propio nombre indicaba, pero la cerveza era mejor de lo que uno podría esperar. Mientras bebían la primera ronda, se les acercó un tipo peculiar.

Ataviado con una túnica morada con filigranas en hilo de oro. Bajo y delgado pero con una barriga que empieza asomar de forma incipiente bajo la túnica. Cerca de este había un par de guardaespaldas fornidos de piel bronceada. Les dijo:

 - Si mis ojos no me engañan, creo que disponéis de unos esclavos de los que quisieran deshacerse... estaría dispuesto a pagar en plata por ellos.

 Tras una breve negociación, se deshicieron del lastre de aquellas bocas que alimentar, despreocupándose de tener que ir a venderlos. Además en esos momentos la plata bien que les hacía falta.

 - Si más adelante, se encontraran con más esclavos entre las manos, y quisieran deshacerse de ellos. Podrán encontrarme en el Gremio de Esclavistas del Bario Mercantil, preguntad por Erevo Thun.

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17/10/2012, 11:17
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Tras el trato con Erevo Thun, y con una segunda ronda en la mesa, el hermano Egil, les contó:

- Hace un par de días, un hermano bibliotecario de mi templo desapareció sin dejar rastro. Por razones que resultan un tanto complejas, nuestro sumo sacerdote ha declinado investigar este asunto. El hombre  desaparecido, Lucius, es un buen amigo mío, y me temo que algo malo pueda haberle ocurrido. Estoy dispuesto a ofrecerles 75 piezas de plata a cada uno, 25 ahora y 50 al fin al del trabajo, si pueden descubrir el paradero de Lucius, y traerlo de vuelta al templo sano y salvo. Les proporcionaré toda la información que pueda, y les dispensaré curaciones si lo necesitan. ¿Están interesados?

En la situación en la que estaban, este trabajo les resultó más que interesante, era bastante plata y el trabajo no parecía entrañar demasiados problemas.

El hermano Egil les contó que conocía a Lucius desde casi siempre. Habían crecido juntos en el templo, Lucius se había convertido en bibliotecario y él en sacerdote. Hacía unos seis años, algo extraño ocurrió. Al parecía había cambiado de la noche al día. Un día era su amigo de siempre y al siguiente era un completo extraño. Hacía preguntas extrañas, no parecía recordar nada de su amistad y trataba al templo como su propia biblioteca personal. Unos meses más tarde le descubrieron en el santuario y le expulsaron del templo. Poco después se fue de Puertolibre y estuvo fuera cuatro años.

Cuando regresó, volvía a ser él de nuevo. Vino al templo y suplicó que le readmitieran, diciendo que no recordaba nada de lo ocurrido en los últimos cinco años. Thuron, el sumo sacerdote, parecía dispuesto a rechazar su petición, pero tras una reunión en privado con él cambió de opinión.

- Lucius regresó al templo y todo volvió a ser como en los viejos tiempos, durante ocho o nueve meses. Luego, empezó a tener mal aspecto, parecía cansado y se le veía ojeroso. Me confesó que no dormia bien. Algo le  molestaba, pero no me dijo qué era. Empezó a hacer muchas preguntas sobre lo que había estado haciendo antes de que le expulsaran. El sumo sacerdote habló con él para que dejara de atosigar a todos con sus preguntas, pero Lucius siguió con ello.

- Empecé a preocuparme de verdad por mi amigo. Parecía estar al borde de la locura, como si cualquier cosa, por pequeña que fuera, pudiera precipitarle al abismo. Hace dos días, no vino al templo. Fui a su casa y la encontré vacía. Los sacerdotes de mi templo no lo creen, pero yo estoy convencido de que algo malo le ha ocurrido a Lucius. Quiero que descubrieran qué ha pasado.

 Los compañeros se mostraron interesados por los hechos e hicieron varias preguntas al hermano Egil, quien se mostró dispuesto para acompañarles hasta la casa del desaparecido.

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27/11/2012, 13:01
Director

Entre las preguntas que le formularan al sacerdote del dios del conocimiento, le preguntaron por si podían tener acceso a la morada del bibliotecario, tal vez allí encontrarían algún dato relevante, también preguntaron acerca del sumo sacerdote del templo, el Padre Thudor.

-¿El Padre Thudor? Bueno… estos días anda bastante liado con asuntos burocráticos, pero supongo que Milos, su auxiliar, podrá responder a vuestras dudas.- Ante la otra pregunta respondió.- Sí, sí claro que podemos ir a dar un vistazo a la casa de Lucius, de echo él me dio una copia, pues era un poco desastre y ya había tenido que cambiar el cerrojo en el pasado por haber perdido las llaves, así que me dio una copia de la misma, por si la volvía a perder.

El hombre baja un poco la mirada para otear la posición del sol, a fuera en las calles, y sus facciones denotan determinación.

-Pero ahora mismo no dispongo de mucho tiempo, pronto tengo que ofrecer mis servicios en el templo, pero una vez haya terminado no tengo inconveniente en acompañarles. Además, supongo que estarán ansiosos por instalarse, comer y adquirir algunos vienes como ropa y calzado.

Con varios días a la deriva, tras ser azotados por la ira de los mares, los compañeros habían perdido la mayor parte de sus pertenencias, y salvo los arreos de combate, sus pertenencias estaban en un deplorable estado.

-Sugiero darnos un par de horas antes de ir a ver la morada de Lucius. Por cierto… ya tienen algún lugar donde instalarse?- Tras los rostros de circunstancias de los aventureros, el propio hermano se avanzó a la respuesta.- Conozco el sitio adecuado.

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27/11/2012, 13:39
Director

Una vez pagada la ronda el hermano Egil salió de La Rata de Agua para empezara serpentear por las calles portuarias.

El puerto bulle de actividad a esas horas, y el olor del alquitrán y de la madera os llena los sentidos. Un millar de estibadores se mueve entre los barcos y los almacenes edificados en la estrecha franja de tierra destinada al paseo marítimo, junto a pequeñas tascas y tabernas portuarias.

Vigilando a los estibadores, encargados y capitanes pululan dando órdenes y señalando bultos y cajas. Aquí y allá podéis ver mercaderes buscando gangas, funcionarios públicos encargados del puerto, vendedores de comida cargando carritos, patrullas de guarda manteniendo el orden, mendigos extendiendo la mano, juglares que reúnen trabajadores ociosos a su alrededor, pillos al descuido, artistas, mimos, nobles del continente, hombres de tez oscura del lejano Sur, niños buscando a alguien a quien guiar y montones de viajeros de todas las procedencias y clases sociales, recién desembarcados.

Pronto dejaron atrás aquel barullo del puerto para adentrárarse en el barrio Oriental de Puertolibre, fueron recibidos por los martilleos de sonidos propios de las fraguas de las armerías que trabajan el metal forjando armas y armaduras, que os van acompañando hasta que alcanzaron el centro del barrio, dominado por las Arenas, un colosal edificio de varias plantas de altura, contraído en piedra labrada flanqueadas en los puntos cardinales por cuatro grandes esculturas de brillante bronce de más de tres metros de altura.

Estas son las famosas Arenas, conocidas a lo largo y ancho del mundo, origen de multitud de leyendas e historias, donde la muerte y la gloria son sus reinas.

No obstante el tiempo apremiaba y sacerdote los condujo pronto fuera de aquel barrio destinado al arte de la muerte para cruzar el corazón de Puertolibre. El Casco Viejo. El recinto amurallado de donde germinó la comunidad con el paso de las décadas. Casas estrechas y altas dominan esta zona cercada por las altas y gruesas murallas que dan fe de un lejano pasado, enterrado por el crecimiento comercial y los nuevos tiempos.

Siguiendo los pasos de Egil el grupo alcanzó el barrio Mercantil, donde los comerciantes de los tenderetes recibían a los forasteros hablaban maravillas de sus mercancías, productos y servicios.

-Os llevo a la Pluma del Estudiante, un lugar decente donde lo regenta Desi, una matrona que lleva tantos años en Puertolibre como las murallas que hemos dejado atrás.

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30/11/2012, 23:12
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 El lugar estaba ordenado, con un suelo de piedra que muchos otros lugares ya querrían para sí. Con  mesas grandes y recias en el aire se olía una amalgama de aromas entre los que destacaban la madera de encina, el humo de tabaco, vino tinto y el guiso que se cocinaba.

 A pesar de estar bastante lleno no había especialmente ruido, la mayor parte de las conversaciones se llevaban en tono sereno y más bien confidencial entre los distintos grupos de clientes. La mayoría de estos grupos lo formaban mercaderes y proveedores, tal vez algunos clientes tomando una copa antes de regresar a sus hogares. Pero, por encima de todo, había varios grupos de jóvenes de manos manchadas de tinta y cuerpos más bien escuálidos, sin lugar a dudas escribas o tal vez novicios del templo del saber, a juzgar por sus humildes vestimentas.

 Cerca del hogar, en el que apenas había unas brasas, había un hombre de armas ya entrado en años, vistiendo una armadura de cuero tachonado.

 Un par de chicas jóvenes de buen ver estaban acarreando platas y frascas de vino entre las mesas con grupos de clientes.

 De la parte de las cocinas llegaba el apagado canturrear de una voz femenina.

 El hermano Egil, tras buscar a alguien con la mirada decidió ir a dar un vistazo por la puerta de la cocina mientras saludaba alguno de las parroquianos y a las muchachas. Finalmente se perdió en las cocinas. Al poco salió junto a una mujer. Con la que estuvo hablando todo gesticulando y señalándoos un par de veces.

  La mujer tenía el aspecto de una matrona, bajita, de busto generoso y casi más ancha que alta, pero que se movía con soltura. En cualquier caso lo que resaltaba más eran sus despiertos ojos, penetrantes e inteligentes.

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30/11/2012, 23:13
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 Finalmente se acercaron al grupo y el hermano Egil les presentó.

 

 - Compañeros, os presento a Desi, la mejor posadera de todo Puertolibre, sino no me explico como alguien puede regentar un lugar tan en condiciones como esta a precios tan... razonables.

- Vamos Egil, no seas zalamero.- Dijo con una alegre sonrisa plagada de pequeñas arrugas salidas por la fuerza de la costumbre en la comisura de labios y ojos.- Hola, soy Desi y esta es mi posada, la Pluma del Estudiante, Egil me ha dicho que soys nuevos, se ve a la legua sin necesidad de que nadie lo diga, parece que hayáis pasado un mes perdidos en la mar. El caso es que me ha dicho que buscáis un lugar donde hospedaros. Y también me ha dicho que os haga un precio especial por que le hacéis un favor. Os dejo quedaros por una plata al día, con eso tendréis habitaciones individuales, tortas y leche con pescado para desayunar y lo que haya en el puchero para cenar.

 Cerraron el trato y ya tenían una preocupación menos en la cabeza. El hermano Egil se despidió citándoles para un par de horas después para ir a dar un vistazo a la humilde morada de Lucius. Y los tres camaradas decidieron comer y arreglar su presencia. Pues el agua de las tormentas y los días a la deriva había dejado la mayor parte de sus pertenencias en mal estado o directamente en el fondo de los mares.

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11/12/2012, 10:29
Director

Antes de preparase cada cual a su forma, y mientras llenaban unos barreños para lavarse y quitarse la mugre de las últimas semanas, y el sudor y la sangre encostrada de la última hora, engulleron una abundante comida a base de estofado de verduras y pescado acompañado de pan.

Una vez saciado el apetito, Beder, quien se mostraba especialmente huraño y retraído, tras los días de dura abstinencia que sufrió desde que los azotes del mar se llevaron sus reservas de hierba, fue a comprar ropa y calzado sin perder tiempo en entablar conversación alguna con los parlanchines mercaderes que llenaban la plaza mercantil oeste. Para asearse y descansar mientras esperaba la llegada del hermano Egil.

Teodoro, hombre más cosmopolita y acostumbrado a los trajines diarios de las grandes y populosas urbes, se aseó y fue a comprar ropas y calzado a la par de ver que se contaba entre los comerciantes de la ciudad.

Kenneth, el menos acostumbrado a las grandes ciudades y más curioso del grupo, se dió prisa en lavarse un poco y salir a estirar las piernas a ver que había más allá de la Pluma del Estudiante, arrastrando sus sucias y manchadas pieles.

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11/12/2012, 13:04
Director

Tras comer y quitarse la mugre del cuerpo, a la que se le había añadido la sangre de su enésima herida tras la refriego contra aquellos miserables del puerto, Teodoro se sorprendió paladeando los placeres del confort de la civilización. Más aún tras la abstinencia y haberse enfrentado tan a menudo a la muerte en alta mar tras aquellas temibles tormentas.

Parecía que al fin las cosas iban tomando un mejor cariz. Estaban de nuevo en tierra firme, había encontrado una fuente de plata por un trabajito fácil, y tras la comida y el baño tocaría ir a dar un vistazo a ver que se decía por allí… una vez aseado habiendo adquirido unas mudas nuevas. Claro estaba.

Se secó con la toalla que le dejara aquella moza de la posada, Duna creía recordar que le había dicho. Sin lugar a dudas ese sitio podía proporcionarle unas noches entretenidas en compañía de aquella moza. Que si no iba muy mal encaminado parecía haberle causado una buena impresión.

Y así pareció corroborarlo cuando tras el baño, ella se ofreció para lavarle las ropas cosa que el heleno, quien no tenía intención alguna de volver a portar esos harapos. Pero que raudo aceptó el ofrecimiento de que le cortara la cabellera rubia. La verdad es que disfrutó de la coquetería tímida de la chiquilla. Sin lugar a dudas esa noche prometía ser una gratificante velada.Pero eso sería después de empezar con sus tareas, como hombre de principios que era.

Tras el baño y el corte de pelo se fue al mercado a por un atuendo más adecuado. Pues aquellos harapos que vestía eran un desastre, inapropiados para alguien de su posición. Entre los tenderetes y paradas donde se ofrecían todo tipo de mercancías, se topó pronto con sitio que pudo reconocer sin duda alguna como de origen heleno. Era de suponer que podría encontrar fácilmente compadres suyos por ese lugar, como podía esperarse de la mayor de las naciones que surcaban los mares.

Con ciertas prisas entró entre las telas que delimitaban el mercadillo y se puso a examinar las telas y los atuendos expuestos, todos de patronaje helénico.

Así le sorprendió el menudo personajillo que parecía ser el regente del comercio. Quien se presentó como Hércules, un tipo menudo de sonrisa fácil y cantarina como su voz viva y musical.

Entre veladas insinuaciones y proposiciones por parte del comerciante, Teodoro adquirió a buen precio un par de mudas y un buen calzado de cuero resistente. También descubrió que Herculín, así como muchos comerciantes, estaban descontentos con el proceder de Milton, el dirigente de de Puertolibre. Pues tras diez años de locura, empeñado en construir el faro más imponente de todas las costas, había sangrado con impuestos a los comerciantes y a los capitanes que atracaban en la ciudad. Por suerte faltaba poco para que esta locura concluyera pues estaban a punto de terminar la Locura de Milton.

Con las mudas, las sandalias, la información y cierta perturbación con respecto a las proposiciones de Herculín, el heleno regresó a La Pluma del Estudiante para esperar la llegada del hermano Egil.

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11/12/2012, 13:26
Director

Tras un baño apresurado, para quitarse la sal reseca en sus greñas, la sangre reseca y la mugre, el Pielescarcha se puso de nuevo sus raídas y desmejoradas pieles y descalzo se fue a dar un vistazo por las cercanías de la Pluma del Estudiante.

Aquel lugar le resultaba fascinante. Tan distinta a su tierra natal, tan sobrepoblada, tan llena de humanidad.

Dispuesto hacerse una idea de la zona cercana a la Pluma del Estudiante, para conocer el entorno de lo que sería su campamento durante una temporada, el hombretón de tez blanco azulada se dejó llevar por las riadas de gente que se movían entre las tiendas y paradas del mercado occidental. Asombrándose con las mercancías que anunciaban los puntos de venta desde su altura, sacándole más de una cabeza a los más altos de los presentes.

Anduvo sin rumbo por las callejas atestadas de gente, con sus pies descalzos por encima de la tierra apisonada de las calles, embriagado por los aromas de especies, comidas e inciensos.

Tras recibir la tercera pisada anónima en los pies pensó que tal vez sería bueno hacerse con un par de botas de cuero reforzado. Así fue como terminó delante de un zapatero remendón a una vera de una calle, preguntándole acerca precios. Por suerte aquel tipo parecía habilidoso y a pesar de no tener calzado de su talla, le propuso hacerle uno a su medida… todo parecía ir bien hasta que se sorprendió con su mano rebuscando por sus bolsillos, jubón y cinturón… ¡La plata! No estaba por ninguna parta. Malditos los dioses, alguna rata de ciudad le había robado la plata. Maldición. Con el rostro enrojecido por la ira y cagándose en todos los putos ladrones habidos y por haber, se marchó a grandes pasos hacia… ¿hacia dónde?

 El norteño empezó a mirar las paredes de aquella calle donde estaba, todo salpicado de colores vivos de un centenar de tiendas. ¿Por dónde había venido? Poco acostumbrado a pasear por ciudades, y entre tanta gente el hombretón se había perdido por la ciudad.

Tardó su buen tiempo para regresar a la posada La Pluma del Estudiante a pesar de las indicaciones que le iban dando los tenderos y demás habitantes de aquella ciudad.

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18/12/2012, 10:38
Director

Teodoro y Beder estaban sentados en la posada, bebiendo vino aguado mientras esperaban que llegaran Kenneth y el hermano Egil, escuchando parte de las conversaciones banales que tenían lugar entre los mercaderes. Se encontraban en uno de los puntos calientes de Puertolibre, donde el comercio hacía correr el oro y la plata entre las manos de comerciantes y clientes, y uno de los lugares elegidos para cerrar tratos parecía que fuera la Pluma del Estudiante.

Un factor común en los retazos de conversaciones que alcanzaban a escuchar era el descontento general de los mercaderes con respecto al dirigente de Puertolibre, el Señor del Mar Milton, al parecer habían menguado las patrullas de guardias por la ciudad y los bribones y truhanes se envalentonaban y complicaban la vida a los mercaderes. Hasta aquí pudieron escuchar antes de la llegada del sacerdote del Conocimiento.

 El hermano Egil llegó puntual a la cita, saludando a las chicas y a Desi, antes de acercarse a la mesa compartida por Teodoro y Beder.

-Veo que están a punto para empezar las investigaciones.- Dijo haciendo alusión a los nuevos atuendos, que mejoraban ostensiblemente la presencia de los compañeros tras haberse aseado.- ¿Su compañero también está listo?

Preguntó haciendo referencia al ausente norteño, quien partiera cosa de una hora para dar un paseo por la zona. Los compañeros se vieron un tanto incómodos al no tener respuestas que ofrecer a su contratante. A quien finalmente le contaron que se había marchado para hacer un breve reconocimiento y no había llegado aún. Una sombra de descontento asomó en el semblante del sacerdote, las cosas no empezaban con buen pié.
Pero antes de que tuvieran que esperar mucho por la puerta cruzó una alta figura, Kenneth había regresado de su paseo… y a juzgar por su cara de pocos amigos no le había ido muy bien. De los tres era el único que seguía vistiendo los harapos que el mar les dejara tras los días de tormenta, y eso no ayudaba a mejorar su presencia.

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20/12/2012, 16:07
Kenneth Pielescarcha

 El norteños tenía el rostro contraído por la rabia y la indignación.

 - Me han robado. En el mercado, alguna asquerosa rata de marisma me ha vaciado la bolsa y se llevó mi plata. Maldición. ¡Maldición!

 El gigantón movía las manos inquietas, abriéndolas y cerrando como si estuviera retorciendo un gaznate imaginario entre sus manazas.

 - Cuando encuentre a la sucia rata se le pasarán las ganas de robar de por vida... eso si sobrevive.- El tono lúgubre de sus últimas palabras era definitivo.

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31/01/2013, 21:07
Director

Con la intención de no perder más tiempo, ni dar una mala imagen a su contratante, Beder y Teodoro se aprestaron para hacerse cargo de los gastos del Pielescaracha con la idea de ponerse en marcha cuanto antes.

Poco tiempo después, el grupo estaba saliendo por las murallas perímetro septentrional dirección al hogar de Lucius.

Aparentemente, por el desangelado aspecto que ofrecía ese lugar, parecía que ser bibliotecario en una ciudad mercante no resultaba un trabajo demasiado lucrativo.

 Una vez el hermano Egil abrió la puerta de aquella casita, de una sola planta, se encontraron con que estaba dividida en dos estancias, y un sótano. La mayor parte de la estancia principal se encontraba atestada de libros, rollos de pergamino, plumas de escribir, frascos de tinta y demás utensilios de caligrafía y de estudio. En un rincón podía verse un pequeño camastro, y bajo la ventana principal había un sencillo escritorio.

 La otra habitación de la casa es mitad cocina y mitad trastero. Una trampilla en el suelo de esta segunda estancia lleva al sótano.

 Mientras los compañeros se pusieron a husmear, el hermano Egil se apoyó en la pared junto a la puerta mientras recibía la caricia de los rayos del sol del atardecer.

Sobre el caótico escritorio dieron con una nota que parecía ser una lista de cosas por hacer:

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31/01/2013, 21:11
Director

 Tras la referencia acerca de la actualización del diario, Beder inició con una atenta búsqueda por el salón con la ayuda de Teodoro mientras Kenneth se dedicó a inspeccionar la otra habitación y la trampilla que descendía al sótano.

 La intuición de Beder resultó ser correcta pues cuando examinaron el escritorio encontraron que uno de los cajones tenía un doble fondo, bajo el que se escondía un manoseado manuscrito, el diario. Egil vio con sorpresa el hallazgo de los mercenarios.

 Mientras Kenneth examinaba el sótano con detalle con la ayuda de Teodoro, Beder, quien al parecer tenía el don de la escritura y la lectura, nada habitual en ese mundo floreciente, repasó el diario con la dorada luz que derramaba el sol por la ventana.

 El diario mostraba unos saltos sospechosos en el transcurso de la narración. Pero las entradas más interesantes fueron…

Con fecha de hacía seis años:

 Esta mañana me levanté horriblemente fatigado. Me siento como si hubiese pasado la noche peleando, sin dormir. Me duele la cabeza y me siento débil. No puedo dejar mi trabajo en el templo, pero creo que hoy me dedicaré a tareas de poco esfuerzo.

Curiosamente la siguiente entrada está fechada cinco años más tarde… hacía un año de ello, aproximadamente:

 ¡Qué Ogma me ayude! ¿Qué me ha pasado? He despertado de alguna especia de sueño extraño y ¡he descubierto que han pasado cinco años! Egil me ha dicho que me expulsaron del templo hace cuatro años por violar el santuario… ¿Qué locura es esta?

Con fecha de hacía seis meses:

 La vida ha recuperado un poco la normalidad. He conseguido que me readmitieran de nuevo en el templo. El recibimiento ha sido… extraño. Pero parece que todo el mundo está aliviado de que “vuelva a ser el de antes”. Tengo muchísimas preguntas sobre estos años perdidos, pero parece que es mejor que viva mi vida desde hoy. Si Ogma quiere, el conocimiento llegará.

Con fecha de hacía cuatro meses:

Egil dice que Milos ha estado preguntando por mí de nuevo, y que está preocupado por si tengo otro “episodio”. Quizás sólo está preocupado por el templo, pero yo ya he demostrado que estoy bien. Mi vida es mía y no voy a dejarlo estar.

De hacía un par de meses:

 Los sueños volvieron anoche.

 No sé cuándo podré tener un buen sueño reparador. Soñé con ciudades tan altas como las nubes y criaturas tan extrañas que no puedo ni describirlas. ¿Esto tiene que ver con mis años perdidos o es algún tipo de tortura nueva?

De hacía más o menos un mes:

 Está claro que debo encontrar alguna respuesta si quiero que los sueños cesen. Thuron y Milos han tratado de desanimarme (creo que tienen miedo de que pasen cosas en el templo). Es una pena que se compasión no se haga extensiva a las personas.

De hacía una semana:

 He empezado a sentirme como si me observaran. Ruego que no sea una etapa más en el camino hacia la locura. Creo que llevaré mí daga conmigo a partir de ahora. En una ciudad como Puertolibre, supongo que nunca se es demasiado precavido. Especialmente con piratas en el puerto.

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01/02/2013, 15:49
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 Mientras Beder estaba leyendo en voz alta las distintas entradas que consideraba interesantes, Kenneth y Teodoro regresaron de su registro del sótano. Al que habían bajado por una escalerilla. Este resultó ser tan grande como toda la planta del pequeño edificio. Pero lo único destacable era que ese estaba repleto de estanterías... todas vacías. Por el olor a madera nueva del sótano dedujeron que no haría mucho tiempo que estarían puestas allí. No más de un año.

 Por la ventana ya no asomaba el astro rey, a pesar de que aún se podía ver, pronto sería oscuro. El hermano Egil, quien se percató de ello dijo.

 - Hoy ya es demasiado tarde como para hablar con Milos, el secretario de Thuron. Pues nuestros deberes litúrgicos nos reclaman. Os animo a venir mañana por la mañana a la Casa del Conocimiento.

 Sin tener nada más que examinar en el sencillo hogar de Lucius y no encontrando ningún rastro de interés en las cercanias de la construcción, los aventureros acompañaron al hermano hacia la Pluma del Estudiante. Que tras compartir una ligera copa, este los abandonó para atender sus asuntos.

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11/04/2013, 10:27
Director

 Tras tanto tiempo sin diversión, perdidos en altamar, los compañeros decidieron ir a dar un vistazo por Puertolibre, con el pretexto de ir en busca de información. Tal vez encontraran algo de ese capitán Scarbelly, ya que el hermano Egil no les pudo decir nada al respecto.

 Para intentar no llamar demasiado la atención, cosa difícil dada la altura de Kenneth y su tono de piel pálida, decidieron que tanto Teodoro como Kenneth se harían pasar por los guardaespaldas de Beder, quien tenía un aspecto más discreto, como el que pudiera presentar un comerciante.

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11/04/2013, 10:31
Director

 De esta forma fue como los tres hombres dejaron la Pluma del Estudiante para dirigirse a la zona portuaria, lugar donde esperaban encontrar la mayor parte de tabernas, llenas de marinos borrachuzos y bocas dispuestas hablar, esperaban poder encontrar la infromación que buscaban, o por lo menos alguna pista de donde buscar.

 El primer lugar que visitaron fue un antro de mala muerte, ubicado en un embarcadero, con un enorme garfio parduzco a modo de cartel. El Garafio Oxidado. Al entrar un ambiente denso y cargadode olores les recibió, el hedor a moho, sudor y ron barato asaltó sus sentidos. Pero si lo que buscaban era marinos y maleantes dispuestos a charlar, ese no fue el mejor lugar.

 Kenneth, molesto aún por el hecho de que le robaran se quedó cerca de la puerta, mirando con su entrecejo fruncido a los que allí estaban jugando a cuchillo, apostando, fanfarroneando y riendo.

 Por su lado Teodoro y Beder se sentaron ante una sucia mesa, que la cambrera, una mujer mayor entrada en carnes de pecho abundante y labios hinchados, les limpiara pasando un trapo y tomándoles el pedido. Pagaron con un algunas cobres el coste de aquel brebaje y le preguntaron a Elora, la camarera, acerca de Scarbelly, lo único que sacaron en claro era que se trataba de un tipo peligroso del que ella no quería hablar.

 Con ganas de cambiar de aires, y salir de aquel tugurio, los compañeros fueron a probar suerte en otro lugar.