Partida Rol por web

Ambas se sumieron, casi instantáneamente, en un profundo y reparador sueño. Por desgracia, éste no duró demasiado.

Al principio, y aún inmersas en las nieblas del sueño, no supieron identificar que era lo que ocurría a su alrededor. Sin embargo, los gritos de alarma provenientes del pasillo, las despertaron por completo.

Abrieron los ojos y, pulsando repetidas veces el interruptor, constataron la ausencia de fluido eléctrico, aunque un leve resplandor se filtraba a través de las ventanas. Con el resto de sus sentidos afinados al máximo, comenzaron a notar la extraña vibración que les rodeaba. La cama temblaba, la lámpara del techo se balanceaba de forma salvaje y, antes de que pudieran mover un sólo músculo, los cristales de las ventanas reventaron en mil pedazos. Enormes grietas comenzaron a formarse en las paredes y, el crujir de éstas apenas podía diferenciarse del estruendo general.

Una sola palabra martilleaba en sus sienes: Terremoto.

Las dos mujeres se levantaron de la cama de un salto y, alarmadas, percibieron el humo que inundaba la estancia. No tenían forma de localizar la fuente de éste, pero supusieron que debía haberse producido un fuego en alguna de las plantas inferiores.

Johanna se despertó asustada y mirando alrededor hasta que su mente consiguió procesar lo que sucedía.Con una maldición saltó de la cama y miró hacia su compañera

-"¡Renée vamos,hemos de salir de aquí!"-grita en dirección a la mujer mientras se viste rápidamente y se calza unas botas,algo incongruente en aquella elegante mujer pero que sin embargo parece muy acostumbrada a llevar.Se cuelga una bolsa al hombro,mete el manuscrito y sus pertenencias más valiosas incluidas las pistolas y el diario y espera a que la otra reaccione.Intenta no temblar pero el pánico ante lo que está sucediendo hace que ante cada nueva sacudida pegue un grito y se agarre con fuerza a la cama-"¡Vamos,vamos!"-mete prisa a la mujer antes de chillar de nuevo y caer al suelo ante una nueva sacudida.Algo aturdida y dolorida se pone en pie y ya con la rubia corre hacia la puerta

Renée habia dejado preparada la mochila en una de las sillas y la ropa que iba a ponerse sobre el respaldo de la misma. Sus pantalones bombachos y una blusa color crema. Apenas bebió antes de caer rendida por lo que aquellos gritos y movimientos la encontraron bastante lúcida. A pesar de eso el miedo al percatarse de lo que estaba sucediendo se instaló en su pecho.

Se vistió como pudo, pues el temblor había derribado el asiento donde se encontraban las prendas de ropa, así que acabo con la blusa medio abrochada y sin remeter. Cogió la mochila y siguió a la morena que acababa de pegarse un testarazo contra el suelo. No pudo ayudarla pues ella misma tuvo que sujetarse al marco de la puerta para no caer también.

- Johanna!! Hay que buscar a Pierre!! - gritó asustada y suplicante. Seguramente se encontraria bien, pero no podía salir de elli sin saber si él se quedaba dentro. Sin esperar respuesta de su compañera, fue hacia la puerta donde lo habían dejado apoyando a cada paso las manos en la pared del pasillo.

Acarrearon con presteza sus más básicas pertenencias entre temblores y crujidos, mientras las grietas de las paredes se ensanchaban y el techo de yeso se convertía en polvo.

El rugido que las envolvía era ensordecedor y apenas podían escucharse la una a la otra.
Johanna, seguida de cerca por Renée, abrió la puerta que daba al pasillo e instantáneamente, una negra nube de ardiente humo penetró en la habitación. Se agacharon casi por instinto y, apartando el rostro de aquella flama, se internaron en el pasillo.

Éste, iluminado por un vago resplandor rojizo, aparecía bloqueado a su izquierda por una pila de escombros, y a su derecha, una pequeña turba compuesta por unas 10 personas, se apelotonaba inconscientemente a las puertas del ascensor.
 

Sin más cogió a Renée de la mano y tiró de ella de vuelta al dormitorio mientras corría hacia la ventana para asomarse 

-"¡PIERRE!"-gritó sacando la cabeza y girándola hacia la ventana del hombre-"¡PIERRE!¡¿ME ESCUCHAS?!"-el ruido era tan grande  que lo dudaba pero había que intentarlo

Johanna miró si había un alféizar lo suficientemente ancho para salir por la ventana y acercarse a la de Pierre

El alma se le cayó a los pies cuando vió el pasillo izquierdo bloqueado. El taponamiento en el ascensor no era tampoco muy halagueño aunque creía haber oido que durante aquellos desastres naturales nunca se debía coger un ascensor.

Tápandose la boca y nariz con la mano siguió a Johanna de nuevo al interior de la habitación, aunque le dió un fuerte tirón hacia abajo para que se desplazaran agachadas, pues era donde el humo menos se condensaba. Aún así, las toses sacudían su menudo cuerpo y los ojos le brillaban llorosos, aunque eso quizá no fuera solo por el aire viciado.

Cuando Johanna se acercó a la ventana y miró hacia abajo, la visión de los seis pisos que la separaban de la calle le revolvió el estómago, pero aún así, acertó a llamar a Pierre con toda la fuerza de que eran capaces sus pulmones.

Durante los breves instantes que esperaron, rodeadas por aquel estrépito infernal, a que el francés respondiera a sus llamadas, pudieron visualizar lo que ocurría en la ciudad.

Una veintena de edificios envueltos en llamas iluminaban el caos que se extendía en todas direcciones. Varias manzanas de casas habían quedado reducidas a añicos y en diversas zonas se sucedían riadas e inundaciones. Las dos mujeres, aterrorizadas por la brutalidad del terremoto, a punto estuvieron de pasar por alto el detalle más extraño de todos aquellos acontecimientos.
Normalmente los terremotos se extienden hacia el exterior partiendo de un epicentro y afectando a una zona vagamente circular. No obstante, lo que Johanna y Renée creyeron ver, no se parecía en nada a esto. 
Un sinuoso rastro de destrucción de más de un kilómetro de largo y unos 20 metros de ancho, atravesaba la ciudad de norte a sur, recordando al rastro que los gusanos dejan al desplazarse por el subsuelo.

Asombradas por lo que veían parpadearon varías veces y los ojos les lagrimearon a causa del cada vez más denso humo. En ese momento, un gemido de protesta y frustración les llegó desde una de las ventanas cercanas.

- !Ugh! -era la voz de Pierre, no les cupo la menor duda- ¿Renée? ¿Johanna? -preguntó el joven seguro de haber oído algo- !Salid de aquí! !Hay una escalera de incendios a cada lado del pasillo! ¡No puedo llegar hasta vosotras, el pasillo está bloqueado!

Tras esta última frase, el temblor general pareció crecer en intensidad y una lluvia de polvo y pequeños cascotes envolvieron a las damas. Parte del techo de la habitación en la que se encontraban acababa de desprenderse y amenazaba también con hundir el suelo que había debajo. 
 

Las lágrimas de Renée bañaban su pálido rostro. Cuando vió aparecer a Pierre por la ventana extendió su brazo en una ilusa creencia de que podria alcanzarlo - Pierre. No puedo dejarte ahí... - la tos volvió a sacudir su cuerpo y tuvo que agachar la cabeza para evitar inhalar más de aquel denso humo.  Se encontraba desesperada y asustada.

Sentía a Johanna al lado y sentía que tampoco podía retenerla allí.... - Buscaré ayuda! Aguanta, porfavor.... - quería decirle más cosas pero se le atravesaban en la garganta. Cogió la mano de Johanna y pegadas al suelo desandaron el camino pegadas a las paredes, si se hundia el suelo, aquellas zonas eran las más seguras.

La mujer vio con alivio cómo el guapo guardaespaldas de Renée se asomaba por la ventana y la reacción de la rubia no es que la sorprendiese precisamente

-"¡Pierre,trata de salir por la ventana y llegar hasta aquí!"-le grita antes de seguir a Renée nuevamente al interior del cuarto maldiciendo su suerte

-"¡Renéé! ¿Has visto lo mismo que yo?¡Esto no es normal!"-exclama por encima del ruido sin dejar de correr agachada 

Tan pronto cómo salieron al pasillo, el suelo de la habitación se hundió levantando tras de sí una enorme nube de polvo. Avanzaron por el corredor envueltas en el cada vez más presente humo, cuando un escalofriante sonido frente a ellas las paró en seco.

Empezó cómo una especie de gemido distorsionado y, en cuestión de un parpadeo, se convirtió en un chirrido de protesta tan desproporcionado que las ensordeció levemente y de repente, un resonar metálico, cómo el de un muelle, pero mil veces más grave y potente, las abofeteó tan salvajemente que las hizo caer al suelo.

Segundos después, y tras haberse asentado levemente el polvo reinante en el lugar, advirtieron con horror que lo que había sido el cable que sostenía el ascensor, ahora no era más que un amasijo de fibras metálicas retorcidas.

Más allá de aquella maraña, el muro que sostenía aquella parte del edificio se tambaleó violentamente amenazando con desplomarse y, a la derecha de éste, advirtieron los primeros escalones de la escalera de incendios.

Un gritó de sorpresa y terror brotó de los labios de Renée mientras se aferraba al brazo de Johanna con desesperación. Ahora solo se tenían la una a la otra y tenían que salir de allí como fuera. Tenía que conseguir ayuda para Pierre.

- Pegate a la pared. Vamos!- apremió la rubia tapándose la boca con el cuello de su blusa. Solo les quedaba esa salida y si se demoraban más de la cuenta dejaría de ser una opción para lograrlo. 

Johanna gritó aunque su chillido se perdió con el de Renée mientras la rubia la agarraba y le instaba a que se pegara a la pared.Sin decir nada Johanna lo hizo,tapándose también la boca y avanzando sin despegarse del apoyo que le ofrecían los muros y buscando el mejor modo de salir de allí

-"¡No te sueltes,no debemos separarnos!"-exclama volviendo la cabeza un instante para mirar a la otra mujer antes de continuar avanzando en busca de las escaleras que Pierre les ha indicado

Tratando de evitar la visión que podía depararles el hueco del ascensor, ambas muchachas llegaron a las escaleras. El temblor parecía ir disminuyendo en intensidad, cómo si de alguna forma estuviera alejándose de allí.

Sin pensárselo dos veces, descendieron por el maltrecho tramo de escalones y, poco a poco, fueron acercándose a su preciado destino.

Habían estimado que se encontraban a unos dos pisos del nivel de la calle cuando las escaleras desaparecieron ante sus ojos. Al parecer, aquella sección había cedido por completo convirtiéndose en una masa de escombros. A unos 4 metros por debajo de donde ellas se encontraban y semioculto por los cascotes, descubrieron el marco intacto de la salida de emergencia.

El hueco, más un pozo que otra cosa, poseía numerosos asideros y lugares donde apoyarse, no obstante, el riesgo de un súbito temblor les hizo dudar.

Gracias al cielo que llevaba los pantalones y las botas. Aún así miró el hueco con reticencia y resquemor, pero ¿Qué otra opción tenían?

- ¿Tú que opinas? - preguntó temblorosa mirando a su compañera de reojo - Yo creo que podemos hacerlo, no? - tragó saliva con dificultad y se percató de que sentía la garganta muy seca y áspera. Intentó no pensar en ello y centrarse en lo que tenían delante. Se sentó en el borde y comenzó a tantear con el pie para afianzarlo en el momento que viera que lo que pisaba parecia firme

Observó con ojo crítico la bajada notando la adrenalina por sus venas y mirando a Renée le sonrió con los ojos brillantes

-"He bajado por peores sitio así que vamos,además no tenemos otra salida"-le dice a la rubia.El peligro es real y si la tierra vuelve a moverse ellas estarán perdidas pero aún así no puede evitar la excitación que siempre siente cuando se encuentra en situaciones de riesgo,le dan sentido a su existencia y es por ellas por las que se hizo arqueóloga así que sin más tantea con el pie dónde puede ponerlo para no caerse y comienza a descender

Descendieron hasta el nivel del suelo sin muchas complicaciones y, una vez en el interior de aquel pozo, percibieron la calma que reinaba en derredor.

El temblor había cesado por completo y ahora, un extraño zumbido imposible de clasificar las envolvió súbitamente. No se trataba de los escombros protestando por el peso, o de las vigas retorciéndose tras semejante embate. Era grave, uniforme y, a todas luces, omnipresente.

No tardaron en volver a centrar su atención en problemas más inmediatos y, en cuestión de segundos, localizaron y despejaron la maltrecha puerta de emergencia.

No obstante, antes de atravesarla, la pareja reparó en las destrozadas escaleras que llevaban al sótano y en la gélida brisa que emanaba del oscuro hueco que antes ocupaban.

- ¿Has odio eso Johanna? - preguntó mientras tocaba con suavidad el brazo de la morena sin apartar la vista del hueco que iba hacia el sotáno - Es como si hubiera algo ahí.... - sentía la curiosidad tirar de ella como de un imán. Una parte de ella le decia que tenía que ir en busca de ayuda para Pierre, pero no saber que había ahi debajo....

Satisfecha tras el descenso se sacudió las manos y miró a Renée con una gran sonrisa.En sociedad era una dama más pero en situaciones así salía su espíritu aventurero y podía ser tan femenina como un hombre

Al escuchar el ruido y ver aquel agujero se estremeció pero su curiosidad natural le hizo olvidar cualquier precaución y dio varios pasos hacia allí antes de darse cuenta de que la rubia le estaba hablando

-"¿Eh?"-se volvió a mirarla-"Ah sí,parece que hay algo ¿verdad?¿Qué tal si echamos un vistazo?"-dice bajando un poco la voz-"Además quizás hay alguien a quien podamos ayudar..."-dijo poco convencida 

La rubia buscó con prisas una linterna en su mochila mientras lanzaba rápidas miradas al techo de vez en cuando. No quería morir aplastada.

Luego se acercó al agujero sujeta a la morena para evitar una caida tonta.

Dejando a un lado la puerta de emergencia, ambas muchachas se adentraron en las dependencias del sótano del hotel.

El pasillo descendía abruptamente y hubieron de ayudarse mutuamente en más de una ocasión para evitar una aparatosa caída. El sonido había ido aumentando poco a poco de intensidad conforme avanzaban, no obstante, su periplo pareció tocar a su fin pocos metros tras su inicio, ya que el suelo bajo sus pies desapareció súbitamente.

En aquella zona, la oscuridad era prácticamente total, y si no hubiera sido por la linterna de Renée, habrían entrado en pánico.

Hundiendo la vista en aquel pozo de tinieblas, comprobaron que lo que antes había sido una especie de almacén o bodega, ahora se había convertido en una gran caverna. Todo el recinto ocupado por el sótano parecía haberse hundido y, tras agudizar al máximo sus pupilas, advirtieron que la absoluta oscuridad que amenazaba con envolverlas, se veía atenuada por un vago e irisado resplandor.

Este resplandor, concentrado en pequeños focos en el fondo de aquel enorme socavón, recordaba al brillo propio y característico de las gemas o piedras preciosas.

Echaron un vistazo al desnivel que las separaba del más próximo de esos focos brillantes y estimaron que habrían de descender unos 4 o 5 metros más.