Partida Rol por web

Lunes 3 de Octubre del 2011, 5:10 horas a.m

    "5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,1 Pedro 3. 14 porque de ellos es el reino de los cielos."

    City of New York Correction Departament Rikers Island

    Preso: Alejandro del Valle

    Condena: 6570 dias en la sombra

    Dia 6568, a dos dias de su libertad.

Rikers Island está situada en el barrio de Queens, muy cerca del aeropuerto de La Guardia y alberga a unos 11.000 presos. La mayoría de ellos que esperan una cita con el juez y que han sido detenidos por delitos de drogas, asesinatos, violencia y por ser miembros de la Mafia y de las bandas de narcotraficantes colombianas y mejicanas que operan en la ciudad.

Despertador a las cinco y tres duchas a la semana

Tu jornada comienza a las cinco de la mañana cuando se sirve el desayuno, a las 11:30 debes almorzar si lo deseas y si decides saltarte la comida no tendrás otros alimentos hasta las cinco de la tarde cuando se ofrece la cena.

Y a las 11 de la noche se apaga la luz y hay que guardar silencio obligatoriamente. Tienes limitadas las duchas que te puedes dar, tres a la semana, y para divertirte puedes disfrutar de los libros usados y manoseados por otros presos de la librería de la cárcel.

No tienes contacto con otros presos y debes comer de una bandeja la comida de la cárcel. Y acostumbrarse a una de las cosas que más huellas dejan en la mente para alguien que está en prisión: el ruido de las puertas cuando se cierran detrás de los prisioneros. Pero para ti eso era ya rutina.

Un par de horas al dia puedes salir al patio a darte una vuelta, hacer ejercicio en un minipatio de cuarenta metros cuadrados.

La única persona que ves al día es el funcionario del Departamento Correccional de Nueva York que te lleva la comida y que te informa de las visitas que recibe de tu abogado de oficio.

El funcionario se llama Phill, rondando la cincuentena, de pelo cano y medio calvo con mostacho a juego con el pelo. Padre de dos hijos y amante de la buena comida. Su estomago gobuloso dan muestras de ello, su camisa se tensa tanto en el boton que a veces piensas que te puede dar en un ojo cuando reviente.

No hablabais demasiado, quiza unos diez minutos al dia, lo suficiciente como para romper la dichosa rutina de casi 20 años.

Phill, llego con su paso tranquilo y su media cojera por la artritis. Llevaba en la mano la bandeja del desayuno; Un tetrabrick con zumo de naranja, algo de bolleria, un par de piezas de fruta y un cafe con leche. Tambien traia agua y galletas.

-Buenos dias socio.- Sonrio y te tendio la bandeja por la rendija de la puerta de la celda.- Hoy habras dormido bien, pues hoy tienes que ir al juez para que seguramente salgas al mundo- Volvio a sonreir y se separo un paso de la puerta.- Seguramente te trasladen un par de dias al calabozo de una comisaria del centro y de alli seras persona de nuevo.

Cuando acabes de desayunar, te vendre a buscar para ver al alcaide y te diga con mas detalles lo que te acabo de decir.- Del bolsillo del pecho saco un paquete de Marlboro y te lo dio.-Te lo debia al final ganaron los Nicks, contra los Lakers, como dijiste. 85-83. estuvo de infarto.- Volvio a sonreir con aquellos ojos que mostraban su veterania, el era mas que un carcelero, era como un amigo aqui. A ti te daba la vida hablar con alguien aunque sean diez minutos al dia.

Aunque no lo creas te echare de menos Lex...-Suspiro- En fin, recoge lo qe tengas por aqui que te quieras llevar y en media hora me paso a buscarte. ¡Bon Apetite!- Se quedo un rato mirandote esperando si le decias algo con una medio sonrisa.

-¿Café con leche? Joder. ¿En serio?
¡Hay que joderse! Tras 6568 días sirviéndome… ¿aún no te aprendiste que odio el puto café? ¿Para que coño quiero mantenerme activo en este jodido agujero?- Dijo Alejandro mirando a Phil tras observar su desayuno.

El preso no parecía nada contento, al menos sus labios tensos, su mandíbula apretada y las marcadas alas anchas de su nariz así lo mostraban. Las cejas caían fruncidas sobre los ojos que parecían chispear. Daba bastante miedo. Entonces, sin previo aviso, perfiló una sonrisa y le guiñó un ojo mientras tomaba el paquete, y se lo guardaba, obviamente era una broma de lo más recurrente. –Te lo dije socio, quizás la luz del día os dejé cegatos perdíos a todos, pero hasta un perro sabría que los Lakers no tenían nada que hacer. Créeme…-Siguió mientras abría el paquete y olfateaba uno de lo cigarrillos antes de ponérselo en los labios sin intención de fumárselo, al menos por el momento. -Puedo pudrirme otros 18 años en el talego que, para cuando salga a la calle, este jodido deporte se seguirá jugando de la misma forma. Pelota y cesta. Y los caucásicos seguirán sin saber meterla.-

Se inclinó un poco atrás pensando con lo que le había dicho aquella persona que había ayudado a mantener a flote su cordura todos esos años. Parecían buenas noticias, hacía unos días que tenía el lindo sueño de que salía, pero tras tantos años uno perdía no solo el brillo sino también la esperanza, así que DelValle no estaba dispuesto aún a lanzar cohetes, descorchar el “champagne”, ni a montar celebraciones.
–Aunque estuviera jodido, apuñalado y muerto de sueño estaría dispuesto a ver su cara fea con tal de que me libren de una puta jaula, Phil.- Dijo sin demasiado sentimiento, en la cárcel aprendes a disfrutar de los pequeños placeres y en estos momentos lo que mayor atención le reclamaba era el condenado cilindro de papel relleno de tabaco que bailaba en sus labios, secundado por sus breves minutos de sociabilizar. Así que antes de que este se fuera a continuar con su trabajo añadió: -No lo sé Phil, esperemos que no me metan en una mierda mayor. Igual la pringó el tío del coma y hayan decidido prolongarme la condena.- Ese había sido de siempre uno de sus miedos, aunque según pasaban los años y los sueños, se convertía solo en un tema más sobre el cual divagar y menos en un cuento para asustar chiquillas.

–Y no, no echaré de menos tu estúpida barriga Phil, te estas poniendo barrigón.- Se estiró desperezando espalda y brazos. -¡Nah! Sabes que lo digo en coña. Pero no nos pongamos sensibleros, o tendremos que pedirnos un maldito vis-vis. Ja,ja. Y suficiente “preñada” te veo.- Otra de sus muchas bromas recurrentes.

Apoyó la cabeza contra la pared, mirando el techo que tantas veces había observado, conocía cada una de sus manchas y en cada una veía alguna forma o dibujo.

–Cuídate macho y cuida mucho de Marlene, Sophie y Andy, hay un mundo peligroso allí fuera.- Terminó a modo más serio, pues Alejandro no era hombre de despedidas, ni de mostrar sus cartas ni sentimientos, pero sin duda esta era una despedida emotiva viniendo de él.

Ante tu primera reaccion, viste que se le borro la sonrisa un segundo, pues pese que llevaba 18 años trayendote el desayuno, aun no entendia algunos reflejos de tu humor.

¡Que cabronazo eres! Por un momento me lo crei.- Sonrio y aguanto las bromas ahora mas relajado.

Tenias razon, pero si no hubieras apostado ahora no tendrias un paquete de tabaco...aunque si hubieras perdido seguramente te lo hubiera traido igual.- Phill, tenia un gran corazon como su estomago de grande, cosa que te diste cuenta desde el primer dia que le conociste.

Se quedo un rato pensando mientras te miraba con esa sonrisa parental.- Sea lo que sea, ya has pagado lo que tenias que pagar Lex, asi que no te procupes por eso. Eres un hombre distinto al que entraste. eres joven para rehacer tu vida...asi que no la cagues cuando salgas.-

Rio bromista mientras tocaba una de las barras que te encerraban.- Lo del vis a vis, porque no has querido bribon...- Volvio a sonreir.- Claro que si que cuidare de ellos como siempre lo he hecho.- Se saco una tarjeta y te la colo por la rendija.- Llamame un dia, cuando te apetezca comer el delicioso estofado de mi mujer o para tomar unas cervezas. Quiza aun te pueda ayudar hasta que te estabilices...lo quieras o no, te considero un amigo.

Volvio a sonreir y te guiño un ojo.- Bueno te dejo disfrutar de tu ultimo desayuno aqui. En un rato pasare a buscarte para que veas al Alcailde Marshall.

El preso se sacó el cigarrillo de la boca y se lo guardó tras la oreja, soltó una sonrisa melancolica ¿bastaban todos estos años de oscuridad para pagar el daño que había hecho? Al fin y al cabo había "jodido" la vida entera a un hombre y a su familia. ¿Era un hombre distinto? Posiblemente, quién podía saberlo.

-Joder. No lo sé, Phil.- Hizo una pausa, hasta aquél instante había tenido todo el tiempo del mundo, así que no era apresurado en sus charlas. -En todos estos años no he visto ni uno de mis "hermanos", y no creo que quiera verlos. Quizás esta sea la oportunidad que nunca tuve de dejar toda esa mierda atrás. Supongo... que lo único que quiero es vivir tranquilo y eso es lo que intentaré hacer. Si me dejan "libre" al fin.- Una parte de él se sentía asustado del mundo libre, y la otra no se atrevía a creerse la dicha. Sin embargo no era hombre de ceder al miedo.

Se acercó con calma a la puerta de su jaula de acero y tomó la targeta. La miró por unos segundos, antes de volver la mirada a los ojos amables de aquél hombre. -Eres un buen hombre.- Le alargó el brazo y lo pasó por entre los barrotes. -Así lo haré, amigo.- Dijo extendiendo su mano antes de despedirle y volver su atención hacía el desyuno

Acabaste con el desayuno tranquilamente, pensando en todo lo que te vendria ahora. Una nueva vida, un trabajo honrado y quiza tendrias suerte con el supervisor de tu libertad. Quien sabe...

Recogiste lo poco que tenias, tampoco era mucho salvo ese mono naranja de presidiario que habia sido tu prenda de vestir durante estos dieciocho años. Tu cepillo de dientes y algun libro ajado de tanto hojearlo.

Al poco vino Phill, a recogerte. Como era rutinario tenias que pegarte a la pared del fondo con las manos extendidas para que este te colocara las unicas joyas que has llevado hasta entonces.

Poco te queda ya de sufrir con estas esposas..- Rio para quitarle hierro y tras eso saliste por el corredor seguido del bueno de Phill. Entre tus manos aparte delos grilletes, llevabas una manta, otra muda de ese mono naranja, los libros y el cepillo de dientes.

Pasaste varias puertas hasta que por fin, una planta mas abajo llegaste a la zona de oficcinas.

"Alcailde Marshall Browe"- Rezaba el letrero pintado en la ventanita de cristal de su puerta. Su despacho era amplio con un ventanal donde se veia el patio, la verja con alambre de espino en lo alto, las torretas con los guardias apostados y a lo lejos el mar.

El despacho estaba lleno de libros de leyes, archivadores y una pared llena de diplomas. Marshall, habia ganado varios premios por llevar como llevaba esta grandiosa carcel afincada en una isla de manhattan.

El hombre parecia sacado de una pelicula de los 60. gafas de concha de pasta marron, pelo de cepillo, traje gris con corte de la epoca y camisa blanca. Estaba detras de su mesa de nogal, donde aparte de un ordenador de pantalla plana que a ti te recordaba a un marco de fotos gigante, tenia su letrerito en la mesa con su nombre.

Alzo la vista cuando te vio y se le dibujo una sonrisa.- Buenos Dias Alejandro, sientese por favor..- Te lo indico con la mano, mientras Phill, te separo la silla para que pudieras hacerlo.

Deberias estar contento, por fin llego el dia de tu vista con el juez. Lo que significa que seguramente saldras de aqui hacia tu libertad.- Sonrio sin dejar de mirarte a los ojos.

En unos minutos vendran los agentes que te llevaran a ti y a otros presos a ver al juez al palacio de justicia. No volveras aqui, seguramente los dos dias que te quedan los pasaras en un calabozo de una comisaria de nueva York. Sin duda unas vacaciones de esto....- Sonrio y se quito las gafas, donde te fijaste que se le marcaban en el puente de la nariz.

Alejandro, sinceramente espero no volverte a ver mas por aqui y deseo que tu estancia aqui hayas aprendido lo que es ser privado del don mas preciado que tiene el hombre. la libertad.- Despues de frotarse la nariz se coloco las gafas de nuevo.- Espero de todo corazon que te vaya bien...

Tras eso saco un dossier que te tendio para que lo leyeras.- Es todo lo que te acabo de comentar ahora, deberas firmarlo y todo tu traslado se hara lo antes posible...

Masticó con calma, saboreando cada uno de los en sus alimentos a grandes mordiscos. “Estuvo de infarto” había dicho Phil, mientras comía se imaginaba su propio partido para distraer un poco la mente pues, en vano, no quería hacerse ilusiones de nada aún, sin embargo no podía evitar el hecho de que la perspectiva de una vida nueva y el cambio le asustaba, con algo así no se podía evitar crearse ciertas expectativas y dudas…  ¿como sería la vida al exterior? ¿Habría cambiado mucho? ¿Como sería su “vigilante”…quizás un cabronazo de mucho cuidado, dispuesto a complicarle la vida y reenviarlo al trullo? ¿Le pediría favores ilegales a cambio mantener su libertad preventiva?

Del mundo exterior había aprendido a esperarse lo peor. Sin embargo, en la cárcel había conocido buena gente, gente que había cuidado de él, y se había apiadado de él, aún así... una jaula es una jaula, y uno siempre anhela lo que no tiene. Así que rezó a la espera de que por segunda vez a la vida la suerte le sonriera un poco.

Tras despachar la comida, se levantó de la cama, desperezó su espalda, levantándose cual largo era se dispuso a hacer “las maletas”.

Llevó consigo su libro favorito, repleto de notas a lápiz por los bordes. Tomó el cepillo de dientes, no era gran cosa, más bien estaba para tirarlo, pero no sabía si antes de irse a dormir tendría la posibilidad de disponer de otro. Dobló esa otra muda del uniforme naranja como si fuera la reina del baile guardando su vestido y sus recuerdos en el armario. En la cárcel eran muy severos, con el cuidado de los mismos. Hizo una última ojeada a la "habitación". Realmente no dejaba mucho atrás.

Cuando Phil llegó estaba preparado, al verle entrar el preso mismo se giró, y se puso contra la pared, conocía la rutina, y mejor para el tiempo el honor de ambas partes si facilitaba los tramites. Mientras estaba siendo enmanillado le cayó un mechón de pelo en la cara, hizo un rápido gesto de cabeza para apartárselo. Era muy molesto no disponer de las manos para estos casos. En su boca se pintaba resignación antes la obligada sumisión.

Ante la frase de su ororo amigo él respondió: - En cambio a ti te queda aún toda una vida de sufrir la tuya.- Esa broma se la había dejando a huevo, por lo que no pudo reprimir una sonrisa. Y la risa de ambos se junto un buen rato.

***

Al llegar en la puerta del despacho pensó lo mismo que en la primera vez, y en las otras restantes que el delincuente había sido conducido allí; puerta de vidrio en una prisión… mala idea.
Imaginó que podía dar una rápida patada en ella, romperla en mil pedazos y tomar uno de los afilados cristales rotos y con él amenazar la vida del alcaide. Una bonita y fácil forma de conseguirse un pasaporte para salir de allí, o una sepultura para permanecer para siempre. Pero nada de esto estaba dispuesto intentar hacer, nada de eso quiso hacer en todos esos años, y, sin más, apartó de nuevo la mirada de ella dispuesto a entrar. Podría advertirle del riesgo que corría, pero guardaría bien su opinión antes de sermonear y decirle a un alcaide como llevar su prisión, y menos, uno tan largamente galardonado.

Alejandro dudó unos instantes a tomar asiento, casi había decidido quedarse en pie cuando vio que Phil le acercaba la silla, entonces se sentó, parecía incomodo, siempre que entraba allí se sentía como si le fueran a regañarle. Malos recuerdos del reformatorio. A su vez le devolvió al alcaide el saludo, con un leve gesto de cabeza sin arrogancia alguna.

En todo el rato el preso se mantuvo calladito y hablando lo mínimo, un alcaide se respetaba o te podía hacer la vida imposible, de la misma forma se guardó bien para si su opinión sobre estar, o no, contento. Estaba claro que el alcaide hablaba con retórica aunque el preso no supiera de nombre que era aquello. Pensó en que no le apetecía cambiar de prisión por un par de días, esos cambios preventivos solían traer problemas. Y ya se sabe como viene el dicho “Más vale malo conocido…”

Firmó el dosier y tras devolvérselo, musitó un respetuoso y tímido: gracias. Luego con las manos esposadas se apartó de nuevo el pelo de la cara.

Tras aquello el alcailde te deseo suerte y os marchasteis hacia el autobus que te llevaria al palacio de justicia.

Bueno chico, ya te marchas por fin...- Sonrio y os encaminasteis al pasillo donde en ese momento cinco presos vestidos a la moda de la carcel y escoltados por un guardia negro se dirigian hacia donde ibais vosotros.

Si no te importa te acompañare asi nos podremos despedir con dos besitos- Bromeo Phill

El guardia negro, que respondia con el nombre de Brown, saludo a Phill, con la mano. no se dijeron mas y pronto salisteis al patio donde la luz te hacia hasta daño en los ojos.

Los policias que estabais alli al lado del autobus,Marina, Richard, Robin y Strauss visteis como salian seis presos con aquellos uniformes naranjas, encadenados cinco de pies y manos unidos entre ellos. Acompañados por un guardia negro que les hizo subir directamente al autobus.

Los presos al ver aquellas dos policias morenas bastante guapas silbaron y soltaron alguna broma.

Joder he muerto y estoy en el cielo- Solto uno de ellos con cara de ser una buena pieza.- ¿nos haran un trabajito mientras nos llevan a ver al juez?- Dijo otro latino con dos tatuajes de lagrimas negras debajo de su ojo izquierdo.

¡Callaros de una puta vez y para adentro!- Dijo el guardia negro empujandoles para que entraran mas deprisa. Este miro a ambas agentes como disculpandose.

Detras de estos piezas, venia un preso solo de pelo largo acompañado por un guardia de vientre prominente y bigote.

Alejandro pudo ver a las dos hermosas agentes, con otros dos agentes varones, estos apoyados en un patrulla negro y cerca de sus compañeras.

¿Seguro que quereis ir vosotras dentro con estos?- Volvio preguntar Strauss a sus compañeras ofreciendose de nuevo al cambio.

Phill, el guardia que acompañaba al solitario preso le dio un par de palmadas en el hombro.

Amigo espero que te vaya bien y llamame.- Phill, se despidio de ti de nuevo con una sonrisa- Anda no les hagas esperar...- Te indico la entrada del autobus.

Como siempre eran una monada los señores. A todo lo que decían tenía ganas de responderle pero sabía que no podía, no debía y solo nos metería en más problemas. Me crucé de brazos y permanecí con mis ojos fríos y serenos mirando como iban subiendo al bus. Entonces nos volvieron a preguntar si estábamos seguras de subir al vehículo con semejante calaña. No podía y no correspondía que contestara por mi compañera así que lo hice solo por mí.

-No hay problema, he lidiado con cosas peores. Es mi trabajo, señor.

Le contesté al oficial y sonreí de costado. Luego esperé que Robin contestara por ella mientras mis ojos se posaron unos segundos nomás en uno grandote, de cabello enmarañado y cara de muy, muy pocos amigos.

"Lo voy a tener vigilado", pensé porque tenía esa cara de dar problemas.

-Stone no te preocupes por nosotras.

Le dije además a el oficial que nos acompañaba antes en la patrulla.

Y finalmente, acabamos llegando a nuestro destino.
Strauss detuvo el coche y todos sus ocupantes, salimos al exterior para observar la entrega especial de la que teníamos que hacernos cargo.
En silencio, voy escrutando uno a uno a los diferentes reos desde mi lugar, apoyado contra el morro de nuestro coche. Y claro, como no podía ser de otro modo, cuando los reclusos se percataron de quienes iban a ser sus guardias durante el trayecto, soltaron la inevitable serie de tonterías.
Me abstengo de replicar en voz alta para no caldear el ambiente y me limito a cruzarme de brazos. Pero desde luego, el cumplimiento de nuestras actuales ordenes, es algo que cada vez me gusta menos.
Y cuando Marina parece adivinar mis pensamientos, de nuevo me permito una levísima sonrisa.
Me giro en su dirección y me limito a inclinar la cabeza ante ella mientras respondo.
Es inevitable. Extrañas ordenes las nuestras y no comentare nada mas sobre este asunto en particular.
Dicho esto, me giro hacia Strauss para añadir.
Propongo ir delante del autobús para ir abriendo paso ente el trafico y así, acelerar la entrega en el juzgado. No voy a negar que estoy deseando acabar con este asunto lo antes posible. Mas aun si tenemos en cuenta el estado del trafico hoy.
Callo entonces y miro en dirección a Robin por si tuviera algo que añadir.

Caminó silencioso, lentamente, tras el avance del resto de presos, con la cabeza agachada, apretando sus dientes, pensando en sus cosas, su pelo daba un vaivén a cada paso. Sonrió a media sonrisa con el comentario de Phil pero esta vez lo dejó sin réplica, al menos por el momento, su ansiedad le ahogaba.

De pronto, ¡hug! la luz se hizo más intensa, como reflejo levantó sus manos enmanilladas para aliviar el dolor que sentían sus ojos. Cuando, tras unos segundos, consiguió acostumbrarse levantó su rostro respirando un aire menos viciado, con cierto orgullo esgrimido en su corazón. Sus ojos brillaban de éxtasis.

Quedó apartado del resto para hablar con su carcelero particular.*

El convicto se rió antes de alejarse de aquél hombre entrado en años, luego se giró le susurró un postrero comentario, inaudible para el resto, le dedicó una maliciosa sonrisa y pasó a manos de otro guardia con menos tacto.

Siguió junto al carcelero Brown quién con "cortesía" le acompañó al vehículo. Antes de entrar miró aquella mujer que le dedicaba aquella gélida mirada, la agente no pudo leer en su rostro expresión alguna, y Alejandro sin inmutarse no tardó a apartar su mirada como quién pierde interés o como quién no ha encontrado alguien digno de su atención.

A diferencia de los otros presos no las halago, ni chilló, ni aplaudió, ni las insultó. Subió uno a uno los escalones del autobús en total mutismo.

*Quedó apartado del resto para hablar con su carcelero particular.

–Pues viejo, más te vale no meter lengua.- Dijo confirmando que su broma no había caído en saco roto.
Poco más iba a añadir pero, entonces vio las agentes que custodiaban el vehículo que les iban a llevar, hacía tiempo que no veía una mujer que no fuera de papel, y menos unas tan bellas, así que su habitual ingenio se congeló un rato antes de terminar de bromear. –Si vamos a meter toda la carne en el asador, mejor dejemos esos honores a nuestras guardianas protectoras. Una para cada uno sabrán mejor los dos besitos.-  Antes de alejarse de aquél amigo entrado en años inclinó un poco atrás su cabeza y susurró a Phil. –Tranquilo, no llevo el suficiente tiempo en el trullo, para haber olvidado que no hay que hacer esperar a las nenas.- Por suerte se guardó bien de que el comentario llegara a oídos de las agentes.

Y con una sonrisa, cargada de efecto y emoción mal disimulada, por la falta de costumbre, se despidió de Phil para ser custodiado a manos del carcelero Brown.

Al pasar frente la agente sintió su fría mirada y le dolió en el alma, pero no era algo que no mereciera, así que apartó su mirada sin inmutarse. Ni las halagó, ni las insultó sino que se dispuso a subir en silencio, quería buscarse problemas solo terminar aquél viaje sin incidentes pues a veces la suerte se escurre cuando ya está en nuestras manos.

"Menudas joyas tenemos..." pensé, al ver desfilar a toda esa calaña en dirección al autobús, aunqué fijé mi mirada en el preso del pelo largo, parecía tener un aire misterioso, imponía con sólo mirarle a los ojos "Habrá que tener cuidado con ese"

-Yo tampoco tengo problema en ir en el bus, señor- dije a Strauss convencida -Es mi trabajo-

Aunque la idea me agradaba poco, había que cumplirla y al fin y al cabo, todos los que poblaban ese autobús eran como críos grandes, con la pega de que eran más fuertes que un simple niño, pero yendo todos esposados, no tenía porqué haber ningún altercado.

Me giré hacia Stone -Me parece buena idea la tuya, así agilizaremos el trabajo- le dediqué una sonrisa -Por las cervezas- dije risueña, pues almenos la recompensa era buena.

Phill, sonrio ante tu comentario apretandote el antebrazo con cordialidad- Jamas hay que hacerlas esperar.- Somrio y te guiño un ojo mientras te cedia al nuevo carcelero Brown.

Este con la cara seria te cogio de la cadena que unia tus manos para ayudarte a subir y llevarte a tu sitio. Elautobus estaba medio vacio y el resto de los presos estaban sentadoscada uno en un sitio y separados.

Uno especialmente te llamo la atencion, era Zack,"El carnicero de Bakersfield", habia matado y violado a catorce mujeres y no por ese orden precisamente.

Estaba en la ultima butaca mirandote con una sonrisa cinica.

Brown, te sento a dos butacas de el, solto la cadena de las esposas para pasarlas por una argolla que habia en el respaldo de delante.

Chist chico....- Te llamo en voz baja.- Esas dos podrian ser nuestras jijijijiji...solo me tienes que ayudar a salir de aqui.

Todos los reclusos subieron al autobus recojidos por Brown, aquel guardia negro con cara de pocos amigos, recogio al ultimo preso de pelo largo para llevarlo a su sitio.

Iremos delante, y si teneis algun problema ya sabeis.- Dijo este mirando como el ultimo preso subia.

Tened cuidado con Zack, es el del comentario...el hijo de puta se a cargado a catorce mujeres no sin violarlas, antes o despues. le llaman "el carnicero de Bakersfield". Hoy tiene una vista por si le dan la condicional y seguramente nos toque volverlo a traer...- Apreto la mandibula y miro a sus compañeras.

Tras aquello salio Brown, mirando a las chicas, haciendolas un gesto para que subieran.

En fin os reclaman...- Sonrio y os dedico una sonrisa.

-No te preocupes Strauss, lo tendremos presente- dije, desviando mi mirada hacia el autobús y posándola sobre el hombre negro que reclamaba nuestra atención para que empezáramos ya con el trabajo.

"Menudo perfil más magnífico tenemos ya de uno de estos desgraciados..." pensé, pues la rabia se había apoderado un poco de mí "Y pensar que hizo tanto daño..." Me dieron ganas de rebentarle la cara nada más subir, pero intenté calmarme "Todos son culpables de algo, no tienes que rebotarte o te pillarán fácilmente" pensé mientras apretaba mi bolso, donde guardaba mi pistola. Me dirigí hacia el autobús y una vez llegué a la puerta, me giré en dirección a donde estaba Marina -Vamos, cielo, tenemos que vigilar a estas hermosuras- dije sarcástica

Bonita misión nos había caído encima. Y para rematarla, solo faltaba el informe de Jack aclarando cuales de estos individuos era realmente peligroso y los motivos para serlo.
Si. Realmente muy inspiradas nuestras ordenes.
Cuando veo el gesto de Robin, de apretar su bolso, frunzo levemente el ceño y sin alzar la voz, digo.
Disculpa pues no es mi intención entrometerme. Pero si llevas ahí el arma, te recomiendo cambiarla de sitio. Si no llevas funda sobaquera, disimulala entre la cazadora y los pantalones, por ejemplo. Y antes de meterte ahí dentro, comprueba que esta cargada.
Me encojo levemente de hombros dicho esto y me giro hacia Marina al tiempo que añado.
Te digo exactamente lo mismo. Y que noten quien tiene la autoridad dentro de ese puñetero autobús. Y esas, sois vosotras. Ni mas ni menos.
Tras estas palabras, abandono mi puesto sobre el capo del coche en donde me apoyaba y me dirijo hacia el asiento del acompañante.
Por mi todo listo. Propongo empezar de una vez con este trabajo. Pues cuanto antes lo empecemos, antes lo acabaremos.

Ya todo listo y los presos dispersados y separados entre si, el autobus arranco. Strauss y Richard, hicieron lo propio para primero seguir el autobus y cuando salieran colocarse delante de este.

Cuando entraron las agentes hubo miradas y sonrisas, pero ningun comentario.  Bronw, os miro encogiendose de hombros.

Entenderles, muchos llevan casi veinte años sin estar con una mujer...pero si se pasan no os corteis, mano dura y aqui nadie a visto nada. Y sobretodo con ese.- os señalo a Zack, El carnicero que estaba sentado en la ultima fila, y a dos filas de asientos estaba el ultimo de pelo largo que habia entrado. Lex, era su nombre de pila.

Había todo un prontuario de criminales dentro del bus, sobre todo uno que se había cargado unas cuantas mujeres... demasiadas diría yo. Stone nos había alertado sobre cómo llevar el arma para estar protegidas y que demostremos quién tenía la autoridad allí. En mi caso tenía el revolver en su funda, en el cinturón del uniforme, bien a mano para sacarlo de ser necesario. De todas maneras intentaría no llegar a hacerlo porque cuando un oficial saca el arma es para usarla, de eso no hay ninguna duda.

-Bien, no te preocupes Robin -le dije a mi compañera cuando nombró lo que nos había tocado en suerte -podemos lidiar con ésto.

No estaba cien por ciento segura pero tenía la confianza de suponer que por algo habíamos sido seleccionadas para la tarea, que éramos capaces de llevarla a cabo. Aunque la mirada del tío ese, el calvo, no inspiraba más que malos presentimientos. Pero ni corta ni perezosa le devolví la vista fríamente.

"No te temo idiota, no tengo problema en hacerte un agujero permanente en la frente si no me das opción."

Me apresuré en hacer caso a Richard y colocarme el arma entre la cazadora y los pantalones, medianamente disimulada, pero a mano por si acaso las cosas se torcían, no sin antes comprobar que estaba cargada.

Entré en el bus, el ambiente que se respiraba no era nada agradable pero me sentía bastante protegida por la presencia de mi compañera. Miré hacia donde estaba la joya de la corona y le dediqué una mirada firme y autoritaria "Lo último que vas a hacer es vacilarme, desgraciado"