Partida Rol por web

Vuestro pasado está ahí dentro. Es hora de arreglar cuentas con él.

La función lleva varias horas montada. A los secundarios, todo un operativo policial a las puertas del nº 24 de la calle Pepet Fuster se le han unido los bomberos, varias ambulancias, furgonetas y camiones del ejército y algunos miembros de otros cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Todos forman una variopinta y caótica escena, coronada por una escenografía un tanto extraña: toda la fachada del edificio precintada por un plástico protector. Las conversaciones, las sirenas, las discusiones, los cuchicheos y los micrófonos de los medios de comunicación forman la banda sonora de tan pintoresca situación.

Sin embargo, la incógnita eran los protagonistas. Por lo que habéis podido saber, los inquilinos del edificio se encuentran encerrados dentro, sin que las autoridades les dejen salir. ¿Algún brote vírico quizás? No lo podéis saber, pero algo os dice que es algo totalmente fuera de lo común... si no, ¿de qué tanto follón? Algo sucedía y los dos, por motivos bien distintos, deseábais saber qué demonios estaba ocurriendo...
 

Tras ser puestos en alerta, los soldados de mi escuadra y yo nos montamos en un camion de carga sin toldo trasero, y nos ponen en marcha. Nuestro teniente, un pomposo oficial de carrera que daria por culo a una puta tailandesa con tiza en vez de vaselina.. solo nos ha comentado que vamos a la ciudad, como quien dice que vamos de compras o a un desfile, solo que en nuestras armas esta vez hay municion real.

Cuando vajamos del camion, nos vamos reuniendo por secciones, y el teniente nos imparte ordenes a cada sergento de escuadra, tan escueto como siempre, descargando la responsabilidad en nosotros: "Bueno caballeros, ya ven la funcion, asi que ya saben que han de hacer, ponganse al tajo, yo voy a ver que saco de los enlaces con las fuerzas de orden publico, buena suerte a todos y haganme sentir orgulloso". Como si el puto regimiento fuera suyo... hay que joderse, toda la vida matando tontos y aun quedan...

Con ordenes sencillas pero claras, coloco mi escuadra (puesto que los galones de sargento me da la autoridad pertinente), en formacion, realizando un cordon para que nadie entre en el perimetro y mantengan a la prensa alejada, con un par de tiradores escogidos apuntando hacia las entradas para que nadie entre ni salga.

Cuando llebo ya un par de minutos frente al inmueble, me doy cuenta con horror de que es el mismo edificio en el que vive el abogado que me tramitó la indmnizacion, que hace poco me entere estaba lista para cobrar. No podia ser... otra vez no. Empiezo  aponerme nervioso y a jurar entre dientes.

11:00 - Piso de Gabriel.

Despierto como siempre; con dolor. La rodilla produce un escalofrío sordo y agobiante que se extiende por mi pierna hasta llegar a la cadera. La cabeza me palpita por la resaca. Noto la nariz seca y congesitonada... restos de un sabor amargo gotean en el fondo de mi lengua... demasiada farlopa y fiesta anoche. ¿Qué coño hice para sentirme así? Otra vez metiéndome mierda conlos compañeros del curro. Tras el cierre, voy recordando, nos quedamos dentro del garito poniéndonos rayas con unas niñas italianas que querían conocer la noche catalana. La sensación de omnipotencia que me daba la farlopa me hizo cometer ciertos excesos que mi pierna no estaba dispuesta a tolerar con facilidad. Saltar, correr, levantar a peso a una de las chicas... ¿Eran mayores de edad? ¿A quién cojones le importa? Luego vino lo de fuera... ¿Me pelee con alguien anoche? Había un imbécil que nos estaba gritando estupideces. Jordi se calentó y fue a por él... Si, le pateamos un poco en el suelo... nada grave. Así aprenderá.

Me levanto con un gruñido. Mi habitación da asco. Por desgracia, es todo mi piso. La cama casi choca con la cocina americana... Putos propietarios... ¿Cocina americana? ¡Estamos en Cataluña, joder! Este piso era casi un palacio, hasta que a algún genio se le ocurrió dividirlo en compartimentos mínimos, quizá con la esperanza de alquilárselo a los putos ecuatorianos, para que vivieran doce hacinados en el espacio de uno. Pues una familia de ecuatas debe estar jodiéndose, porque este piso es mío, y de aquí no me muevo.

Antes del café, vienen las pastillas. Calmantes, antiinflamatorios, relajantes musculares. Luego un cfé grande, un zumo de naranja, un batido de seis huevos y un complemento proteínico. Después iré al gimnasio.

11:45 - Piso de Gabriel.

Devorado mi desayuno, voy a la ducha. Como un puto abuelo, tengo una barra al costado para agarrarme y no resbalar. Puedo ser un toro, pero a veces me siento como un inválido. Limpio y despejado, me miro en el espejo. Mi aspecto es imponente, a pesar de mi lesión, sigo pareciendo un toro.

Me visto, preparándome para ir a hacer ejercicio. Pantalones de chándal, zapatillas deportivas, camiseta sin mangas, gafas de sol en la cabeza, MP3 preparado... suena el teléfono. Número desconocido.

- Si, quién es.
- Gabriel... la has cagado otra vez.
- ¿Quién cojones eres?

- Soy Félix. - Félix es un colega del dueño del bar donde curro. Es el dealer oficial de la zona de marcha. Él se ocupa de darle el material a los camellos para que distribuyan. Su nombre no figura en ningún papel, pero es el auténtico propietario de la zona de marcha del puerto, de los locales, de las personas que trabajan ahí, de sus almas... de mi alma. - El chaval al que te dedicaste a patear anoche está en la UCI. Jordi está acojonado, y dice que testificará contra tí si hace falta.
- Mierda, Félix... no me jodas... empezó él, yo sólo le ayudé...
- Es su palabra contra la tuya, y él no tiene antecedentes.
- Puta rata... Ya sabía que no se podía confiar en él.
- Pues ahora la rata tiene su pie sobre tu cuello.
- ¿Y no puedes arreglarlo?
- Me deberías una.
- Coño, Félix, ya sabes que yo por tí... lo que sea.
- Muy bueno escuchar eso. ¿Lo que sea?
- Joder, no me hagas repetirme.
- Vale, vale... a ver, gallito, de Jordi ya me he ocupado. Ven echando hostias a la Plaza de Cataluña. Ahí te espero.
- Coño, iba a ir al gimnasio ahora...
- ¿Te estás quedando conmigo? Ven.

Félix cuelga el teléfono, dejándome con la palabra en la boca. Cambio de destino. Toca ir a la Plaza de Cataluña.

12:15 - Plaza de Cataluña.

Entro en la plaza. He ido andando. La afluencia de turistas me toca los cojones de mala manera, pero algunas de las niñas están realmente buenas, a pesar de las sandalias. Busco a Félix con la mirada... nada de nada. Doy otro paseo... Nada de nada... Un golpecito en mi espalda. Al capullo le gusta pegar sustos al personal.

- Estás un poco tenso, Gabriel. Siéntate.

Nos sentamos en un banco. Como si el idiota fuera a alimentar a las palomas.

- Mira, Féilx... ya sé que la he cagado, que me has salvado el culo, y te estoy muy agradecido, pero...
- Y deberías estarlo. Más que agradecido. Si este chaval palma, del trullo no te saca ni Dios. Por suerte, estoy por encima de Dios y sí puedo ayudarte. Como al idiota de Jordi le de por cantar, amanecerá con dos dedos menos... para empezar a hablar.
- Coño, tío... tú sí que te lo curras.
- Pues ahora te toca currártelo a tí.
- Vale. ¿Qué quieres que haga?
- ¿Te suena el nombre de Gerard Briansó?
- Si, de lejos... es un vecino del barrio. Creo que es el presidente del edificio que hay frente a mi casa... así, alto, un poco gordito... muy serio...
- Ese mismo. Pues mi querido Gerard lleva varios años asociado conmigo.
- No me jodas, parece notario o algo así...
- Si, ya... Es un tío muy eficaz en lo suyo... bastante bueno... y desde hace tiempo hemos currado juntos de maravilla...
- Pues me alegro, Félix... no sabes...
- No me interrumpas, capullo.
- Lo siento.
- Como decía, siempre hemos currado bien juntos. Pero ahora a Gerard le ha dado la vena independentista. Se lo quiere montar por su cuenta. En el último año me ha robado clientes, contactos... de todo. El idiota se piensa que puede puentearme. Y me debe mucha pasta.
- Ya, Félix, pero todo el mundo te debe pasta.
- Cuando digo mucha, es mucha. Nadie se ríe de mí de esa manera.
- ¿Quieres que habel con él?
- Si quisiera que alguien hablar, no te mandaría a ti, piquito de oro.
- ¿Entonces?

Félix hace un gesto significativo. Se me hiela la sangre.

- Félix, tío... es mi vecino, yo no hago ese tipo de cosas. Si quieres, le parto las piernas con una advertencia y tal... eso no me costaría, pero lo que dices...
- Primero: Yo no he dicho nada. Segundo: tu culo me pertenece. Si no haces lo que digo, en una semana estarás tan sumergido en la mierda que necesitarás una manguera para poder respirar. Si no quieres meterte en líos, controla tu carácter, brutito.
- Joder, no es justo.
- Díselo al chaval al que has dejado en la UCI.
- ¡Pero él se lo había buscado!
- ¿Sabes que eres bastante idiota, Gabriel?

En ese momento me entran ganas de partirle el cuello... pero Félix es quien es, y no puedo permitirme ciertos lujos... menos en un lugar público.

- Coño, Félix... no me pidas eso...
- ¿Y a quién quieres que se lo pida? ¿Al imbécl de Jordi? 
- Ya... ese te dejaría tirado fijo...
- Pues eso. Considera esto un ascenso. Pásate esta noche por su casa y... ya sabes. Toma esto.

Félix me pasa una bolsa de deportes. La abro disimuladamente. Dentro hay una pistola. Con silenciador. Esto parece cada vez más una película de gangsters.

- ¡Joder! Tío, yo no se usar estas cosas.
- Pues aprende. Tienes unas horas. Si no tienes que usarla, mejor que mejor. Ya sabes, que parezca que ha resbalado en la ducha, o algo... no dejes ni una puta huella, o no podré cubrirte.
- ¿Y cómo coño entro en su casa? 
- Dile que tienes un mensaje de mi parte. Que, ya que no atiende mis llamadas, te he enviado. Que hay una línea de negocio nueva que le va a interesar. Es una rata avariciosa y, si se trata de ganar pasta, pierde el culo como el primero.
- Hablando de pasta...
- Te daré dos mil pavos.
- Joder, me vienen de puta madre pero...
- Pero nada. Te veo mañana a las doce del mediodía aquí mismo. Trae la bolsa, y una foto del móvil con la prueba de que has cumplido. Yo te traeré la pasta. Si lo haces bien, tienes un futuro prometedor por delante. Si fallas... ya sabes. El trullo te parecerá el lugar más seguro del mundo.
- ¿Y Jordi?
- Olvídale. Si te lo vuelves a cruzar, puedes partirle la cara a placer. No creo ni que se defienda.
- Gracias, Félix... eres un tío cojonudo.
- Y tu un imbécil. Cuídate, Gabriel.

Félix se levanta y se aleja. Me quedo sólo en el parque, mirando la bolsa. Camino un poco para despejarme. Entro en un restaurante de menú a comer algo. Se me han quitado las ganas de ir al gimnasio.

13:30 - Restaurante

Termino de comer. Estoy con el café. La bolsa reposa a mi lado, en una silla. Por mi escasa imaginación pasan una serie de imágenes macabras, donde saco la pistola y me lío a masacrar a los putos camareos ecuatorianos. Seguro que rellenan el agua de los botellines... hijos de puta... Tras la comida, me dirijo a mi casa. Veo un rato la tele. La cabeza me palpita de la tensión. Esta noche mataré a un hombre. Nunca he hecho algo así. Y el tío es catalán. Me jode todavía más... pero es él o yo. El Briansó no me ha hecho nada... ¡Joder! Es mi vecino. No me gusta la idea de cargarme a mis vecinos pero... no tengo opción. Voy al gimnasio y me paso un poco. De vuelta a casa repito la rutina de analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares. El cóctel que llevo en las venas permanentemente es lo único que me permite mantenerme en pie.

20:15 - Piso de Gabriel.

Todavía dudo. Todavía no me atrevo. Unos ruidos me alertan. Me asomo por la ventana... ¿Pero qué coño...? Coches de policía, el edificio clausurado, precintado... el plan jodido. Y no tengo el teléfono de Félix para decirle nada. Dudo... espero una llamada. Pasan algunas horas. La pistola sigue en la bolsa. Me decido. Me pongo mi bomber. Guantes de gimnasio para no dejar huellas. Me cuelgo la bolsa de deportes, metiendo dentro algunas toallas para disimular. Salgo hacia el edificio de enfrente, buscando alguna forma de entrar. Tengo que matar a Gerard Briansó, aunque me pese.

El detalle del abogado cambia toda tu perspectiva de la operación. Después de todo, aquel dinero suponía una inyección monetaria fundamental para tu supervivencia económica en los próximos meses... Las cosas no estaban yendo muy bien últimamente, incluso con tu sueldo del ejército. Era un golpe de suerte en un largo trayecto en el que escaseaban. Sabías que los documentos se encontraban en casa del abogado (así te lo confirmó por teléfono) a falta, nada más, de su firma.

Comienzas a ponerte nervioso, algo poco habitual en tu dilatada carrera profesional... podrías estar delante de un pelotón de ejecución y no mover ni un pelo, pero todo aquello iba más allá. Era dinero, mucho. Más del que reunirías en toda tu vida. Y lo querías en tus manos...

Mientras tienes en mente estos pensamientos, una fuerte discusión los interrumpe. Se trata de tu teniente, hablando a gritos con el que parece un jefe de policía, un tipo gordo, grande y trajeado. Apenas puedes oirlos ni verlos pues se han ocultado tras un coche patrulla para que la prensa no informe del caos reinante.

- ¿Y a mí qué cojones me importa? ¡Tenemos una situación peliaguda aquí y yo soy la autoridad! ¡Si viene usted a ayudar, bien, pero si viene a tocarme la moral, más vale que se largue cagando hostias de aquí! Tome este mapa y encárguese de asegurar el perímetro exterior de la finca. No puedo darle más información... ¡Y ahora, lárguese!

Bien sabido es que las relaciones entre ejército y policía en este tipo de situaciones no eran precisamente un camino de rosas... pero por tu experiencia sabías que el teniente le había tocado de algún modo la moral al policía. Jodido novato... lo malo es que es tu superior y toca apechugar.

Apesadumbrado como un niño al que acaban de abroncar, el teniente vuelve a tu posición, te tiende un mapa de la zona y te susurra:

- Asegura el perímetro...

¿Estaba a punto de llorar ese payaso? Joder, lo que faltaba...

La bolsa de deporte puede engañar a cualquiera que te vea pero no a ti. Te sorprendió el peso de un objeto tan pequeño, incluso para un hombre tan fuerte como tú. El pequeño pedazo de metal temblaba en tus manos durante todo el tiempo que lo sopesaste durante una tarde llena de dudas. Los "trabajitos" de Félix eran una cosa, pero esto... era algo más. Era un paso que una vez dado te llevaría más allá del otro lado de la ley que, por otra parte, ya conocías. Sin embargo, de ello dependía que tu culo no acabase en la cárcel. Pura supervivencia, tío.

Decidido, te acercaste a la puerta del edificio. Prensa, policía, ejército y una buena cantidad de curiosos se agolpaban mirando al interior de la finca. Una llamativa tela de plástico cubría toda su superficie... ¿Qué cojones estaba pasando?

Rápidamente, observas la situación y adviertes algo que para la mayoría pasa desapercibido: un hombre grande y corpulento - a todas luces, un poli - discute con grandes aspavientos con un militar que es su antítesis total y completa: un hombre pequeño y decididamente cobarde, que se arruga con cada arremetida del gigante.

- ¿Y a mí qué cojones me importa? ¡Tenemos una situación peliaguda aquí y yo soy la autoridad! ¡Si viene usted a ayudar, bien, pero si viene a tocarme la moral, más vale que se largue cagando hostias de aquí! Tome este mapa y encárguese de asegurar el perímetro exterior de la finca. No puedo darle más información... ¡Y ahora, lárguese!

Acto seguido, el pequeño se aleja del policía y se acerca a otro militar, más joven y decidido, aunque por el uniforme, deduces, de menor graduación. Le tiende un papel y se aleja... el pequeñín parece haber delegado en el joven. Este, por su parte, se dirige de forma enérgica a sus hombres y les da unas instrucciones que no puedes oir, aunque te parece oir algo de "entrar dentro"... ¿serían un equipo de rescate?

Miro al...oficial... arqueando una ceja, tomo el mapa en mis manos y me cuadro:

A la orden mi teniente.

En cuanto se da la vuelta me quedo mirando el mapa, con una mirada digna de quien espera un As en la ultima jugada y lo recibe, vamos, que no cabia duda, por miradas menos codiciosas habian enterrado a tipos en las vegas... Una oportunidad venida del cielo, y la hiba a aprobechar. Para mis adentros pienso:

JOJOJO, Esta es buena, el momon de nena que tenemos como chupatintas no sabe la que acaba de liar... que ni pintado, esta la aprobecho, no solo para entrar, sino para salir. Sabiendo como son mis muchachos lo tengo claro.

Estudio el mapa durante un rato y luego me dirijo hacia mi tropa, que espera en las posiciones que les mandé tomar hacer un rato, acercandome hacia ellos les hago un rapido gesto de que todo va bien. Cuando llego a su altura les comunico:

Bueno muchachos, aqui el mamon del teniente- viendo sus caras añado- si, el que estaba a punto de echarse a llorar... Nos ha mandado trabajo, pero tengo un asunto, asi que, como camaradas que somos hos voy a pedir un un favor. ¿Estamos? Y si todo sale bien sera recompensado con paga extra. Voy a entrar allí dentro, no hagais caso, repito, no hagais caso a ninguna chorrada que os suelten, ¿Confiais en mi no? Si por casualidad dicen que no puede salir nadie del sitio, ni puto caso, yo entro y yo salgo. Si os preguntan donde coño me he metido, decid que me habeis visto comprobando las posiciones y que miren mas para allí. ¿Va? Ya conoceis al mamon de teniente, no le encontraria el punto G ni a un conejo de 6 kilos... asi que ni puto caso.

Hago una pausa mientra me enciendo un pitillo, y reparto uno a cada miembro de la escudra, son buenos chicos, confio en ellos, y los conozco, si habia alguna duda, se disipo inmediatamente con la pespectiva de una paga extra. Una vez encendido les digo:

Bueno, atentos a las frecuencias, la genera es 33.1 en la banda ancha. Nosotros vamos a utilizar la que ya conocemos cuando estamos en ausntos propios, 66.6, ¿Vale? Si por lo que sea no puedo transmitir, emitiré pulsos de estatica en frecuencias de 3 impulsos seguidos de 1 mas, ¿Lo teneis no? Bien, me pondre en contacto, ya sabeis, todos a lo que estamos y con buena lentra. Ojo a cuando salga, os necesitare para cubrirme. Nos vemos en un rato muchacos.

Con el mapa entre las manos, y habiendo dejado los cabos sueltos bien... espero que muy bien atados por la cuenta que me trae... Busco un lugar discreto y tranquilo y me pongo a examinar los posibles puntos de acceso al edificio, marcando y viendo ya marcados, algunos de los mas conflictivos lugares donde se concentran las tropas y la policia local.

Caguen diez... esto no va a ser facil... veamos si por aquí.

Me mezclo entre el gentío que observa la situación. Típicamente Español... Unos pocos trabajando y muchos mirando... así me gusta. Necesito entrar en ese edificio como sea.

Barajo mis opciones. Conozco el lugar desde que era niño. Quizá por atrás... Seguro que está vigilado, pero tengo más opciones que por la puerta principal.

Camino disimuladamente, buscando dar la vuelta al edificio, tratando de encontrar una entrada por atrás...

Tus hombres se encuentran extrañados ante tu petición pero obedecen sin rechistar y alcanzan sus puestos como les has ordenado. Saben que eres un buen oficial y, aunque tienes cierta tendencia a cuestionar las órdenes de tus superiores, siempre has dado la cara por todos ellos, por lo que su confianza en ti es ciega.

Cuando se han dispersado, te entretienes en observar el mapa... obviamente la manzana está totalmente controlada, deberás desplazarte más allá si quieres buscar una entrada practicable (¿tal vez acceder desde otro edificio? ¿desde un tejado?).

Sitúas todos los planos sobre el capó de un coche y en el más pequeño de ellos ves la solución: las alcantarillas. A un par de calles, hay un acceso a través del cual podrías tratar de penetrar en el edificio, de acuerdo con el mapa. Sin más dilación, te diriges hacia allí...

Piensas seriamente en acceder desde detrás al edificio pero lo descartas rápidamente: lo cierto es que la manzana está acordonada por completo. Cualquier acceso "oficial" está totalmente capado. Es la primera vez que ves un trabajo policial tan completo... y, joder, tenía que ser en esta ocasión precisamente.

En ese momento, observas que el oficial del ejército que antes había dado órdenes a los soldados, se detiene sobre un coche para observar unos mapas. Tras unos minutos deliberando y con la precaución de que nadie le siga, se aleja de la zona acordonada...

Los mapas nunca habian sido una dificultad para mí, y este no hiba a ser menos, las calles son sencillas, con un diseño muy similar unas a otras. Examinando el mapa... !! Bingooo !! Di con la solucion, las alcantarillas que por debajo de cada bloque de viviendas recorren las calles. Ese seria mi punto de entrada.

Tras dar una infructuosa vueta a la manzana, me replanteo mi estrategia... el pequeñín puede ser la entrada que estoy buscando. Compruebo de un vistazo la ubiación de los policías y militares... ¿Qué coño está pasando ahí dentro? ¿Por qué han precintado el edificio como si fuese un pollo envasado? No importa. Tengo una misión que cumplir, y me ha costado demasiado decidirme a meterme en harina. Ahora no hay vuelta atrás.

Procurando pasar desapercibido, sigo al joven con la esperanza de que abra un hueco para poder colarme.

Lucas sigue el mapa durante tres calles hasta llegar a un solitario callejón cubierto y vagamente iluminado por algunos focos.

El sitio es del montón, nada que llame especialmente la atención: algunos graffitis, entradas traseras de algunos negocios, empedrado en el suelo... y una trapa de alcantarilla justo en la mitad del mismo. Lucas se dispone a abrirla cuando el ruido de un contenedor le sobresalta. En ese momento, tira los mapas al suelo y se enfrenta al intruso.

Un hombre muy corpulento, de unos treinta y tantos años y cargado con una bolsa de deporte se había tratado de ocultar tras unos contenedores de plástico para ver el progreso de Lucas. Sin embargo, en el último momento, resbala con una de las imperfecciones del suelo y derriba el contenedor. Mientras da un traspiés evitando caerse, Lucas no puede evitar darse cuenta de que el desconocido evidencia una fuerte cojera.

Ambos hombres se quedan mirando, cada uno a cada lado del callejón.

Aparentando que no hacia nada fuera de lo comun referente a mi empleo, desenfundo la 9mm de la cadera y encañono al estraño que se dedicaba a espiarme. Para mis adentros pienso:

!¿ Pero que cojones es esto ?! Un pavo destras de un contenedor espiandome... Vamos hombre, no te jode... a ver que coño dice este ahora. En buena me ha metido, como explico yo que estaba haciendo por aquí... Humm..

Me acerco paso a paso al estrayo, agarrando la 9mm con ambas manos mientras le apunto.

Usted, ¿Que demonios esta haciendo en una zona en cuarentena? ¿Como ha pasado el bloqueo?... Mas vale que las respuestas que reciba en los proximos 30 segundos me las crea y me suenen a verdad... 30 segundos pasan muy rapido amigo.

Hago un gesto mostrandole el reloj de muñeca, en el que los segundos corren a toda prisa en estos momentos.

- ¡Mierda! ¿Por qué coño soy tan torpe?

Levanto las manos rápidamente, dejando caer la bolsa de deportes, y procurando ponerme en un lugar donde el hombrecillo pueda verme bien. Odio que me apunten con un arma... Odio sentir miedo...

- Por favor, no dispare. Yo sólo... soy vecino, del edificio de enfrente... venía del gimnasio y he visto todo esto... la gente que vive en este bloque es amiga mía... y me he decidido a ayudar... sé que no es lo correcto, que hay que dejar a las fuerzas de seguridad pero... no he podido evitarlo... creo que puedo ser de ayuda; conozco el edificio, y a la gente que vive dentro. Son buenas personas, no quiero que les ocurra nada malo... me han ayudado cuando lo he necesitado y... Tengo mi carnet de identidad en el bolsillo derecho. Si quiere, se lo puedo mostrar, para que vea que soy vecino. Vivo ahí enfrente... desde aquí no puede verlo, pero mi ventana da a este edificio... de toda la vida...

Joder, estoy cagado y no hago más que balbucear. Intento mantenerme rígido, quieto, no representar una amenaza para el tipo que me está apuntando, pero mi pierna no me permite mucha estabiliada, y no puedo evitar dar pequeños pasos a un lado y al otro.