Partida Rol por web

Afganistan. El Infierno.

LAs balas restallan alrededor del convoy.

En algún lugar, un soldado grita de dolor. El aire está cargado de polvo, humo negro, acero calcinado. Sangre.

La emboscada ha sido rápida y letal. El primer vehículo saltó en pedazos, cerrándo el paso del resto. Tokarev conducía demasiado deprisa, empotró el camión de las tropas contra el segundo vehículo. Las cosas comenzaron a explotar, las balas comenzaron a llover sobre los vehículos, desde las colinas, desed las rocas, desde todos lados.

Afuera, alguien grita, llamando a su madre.

El grito de Gerusian rasga el aire, como aquella vez, hace ¿días? ¿semanas? ¿años?

Ya casi no lo recordáis.

- ¡¡RODINA!! ¡¡¡RODINAAA!!!

Mierda, ya empezamos.

Arranco una de las paredes del blindado utilizando mis manos, y salgo del camión. Utilizando el pedazo de acero como escudo para las balas, me acerco delante buscando algún herido para sacarlo de la línea de fuego, al mismo tiempo que miro hacia todos lados buscando los enemigos que nos han emboscado.

Con poco esfuerzo, retiro unos cuerpos del camino y los coloco detrás del camión, donde estarán a salvo de los disparos.

[RADIO]

La voz se escucha lejana, de fondo, cuando escuchais la voz de Natasha, puede oirse el helicóptero en el que está. - Barkov.... me escucha... - de nuevo el silencio.

Barkov. ¡Reporte situación!

Abro los ojos, pero lo único que encuentro es oscuridad. Es dificil saber si estoy boca arriba o boca abajo, así que lo mejor será moverse.

Mis brazos están aprisionados entre los hierros que antes fueron nuestro transporte, así que comienzo a hacer fuerza con todo mi cuerpo, tratando de liberarme.

La radio resuena en algún lugar cercano, oigo a Natscha, pero atrapado como estoy soy incapaz de devolver la comunicación.

¿Y los demás?

Daniil, sal de ahí, madre mía. Le grito a mi superior mientras que con mis manos destrozo el camión para que pueda salir.

[RADIO]

Natasha, aquí parece que estamos un poco maltrechos. Estoy ayudando a Daniil a salir de aquí, ten cuidado allí arriba y manten el contacto por radio.

 Dolorido y sin demasiado principio de movimiento intento abrir los ojos lentamente.
No sabía que había pasado, miraba a lado y lado y no mejoraba la situación por lo que decidí hacer lo más sensato por el momento.

Bajé la cabeza y pasé a concentrarme...alguien podía haber visto lo ocurrido, alguien podía estar cerca de nosotros...aunque ni siquiera supiera quien había a mi alrededor.
 

Lo primero es tratar de sobreponerme, demasiadas emociones muy intensas y negativas a mi alrededor. Lo siguiente es tratar de tranquilizar a mis compañeros para que puedan reaccionar más rápido y mejor. La prioridad son los que se encuentren en un estado mayor de nerviosismo, incluyendo los heridos graves, pues ahora mismo son inútiles y distraen a los demás. Si logro que mis compañeros ignoren sus heridas sería un éxito completo.

-¿Qué ha pasado? ¿Quién estaba de guardia? ¿Es mía esta sangre?... Tranquilizate Serghey, así no se puede pensar...

Cierro los ojos y empiezo a mover los labios. Poco a poco me relajo pero no cambio de postura durante un buen rato, ajeno a lo que ocurre a mi alrededor. Los que me rodean empiezan a sentir una extraña paz, totalmente antinatural en estas circunstancias. No hay miedo, no hay dolor, sólo están el enemigo y los compañeros, todo lo demás no importa.

La luz irrumpe a través del agujero por el que se ha abierto paso Sirius y vuelvo a abrir los ojos.

-Teniente, esperamos sus órdenes.

De pronto aparecen cuatro líneas de luz. Las garras de Sirius atraviesan el camión como si fuera de mantequilla dejando que la luz y el aire, aunque lleno de arena y polvo, penetren de nuevo en el habitáculo.

Serghey habla, al menos se que el está bien. Busco con la mirada a los demás, pero mi movimiento está demasiado limitado.

Empujo para liberarme de mis ataduras metálicas, el pánico inicial a desaparecido por completo. Ahora lo único importante es sacara mis compañeros de allí y acabar con el enemigo.

-Blackovich, ayuda a los demás.- vuelvo a empujar y los bancos metálicos y la carrocería que me aprisionan comienzan a ceder. No quiero ser brusco, hay varios hombres a mi alrededor y liberarme podría herirlos o incluso matarlos. Logro soltar mis brazos, aunque mis piernas siguen bajo el hierro.

Alcanzo la radio y coloco el transmisor de nuevo en mi oreja.

[RADIO]

-¿Pávlova? Aquí Daniil. Hemos sido emboscados, todavía no se que heridos tenemos. ¿Que ves desde tu posición? Hay que acabar con los atacantes. Yo apartaré el vehículo del camino. Si el camión aun puede andar seguiremos. No vamos a dejar que nos ganen, hoy no.

Desde el aire, todo es limpio y ordenado.
Las montañas se dibujan como un enorme mapa tridimensional. Las carreteras se extienden, claras, sobre el terreno. Las casas son pequeñas y las calles perfectamente visibles. Los vehículos y las tropas se desplazan como pequeñas unidades de juguete sobre el diorama más perfecto jamás creado.

En Afganistan no.

En Afganistan incluso el cielo es tu enemigo.

A poca altura, el viento levanta polvo y arena, impidiendo ver los detalles. Las ráfagas de viento hacen que tengas que estar continuamente ajustando el rumbo, corrigiendo el rotor para evitar salir despedida contra los acantilados. Las montañas se alzan como cuchillas coronadas de nieve, llenas de barrancos que las sombras conviertene n nidos de tinta. Volar es un suplicio. Dirigir el HIND entre las paredes de roca sin convertirte en un t5rozo de chatarra ardiendo pone a prueba tus nervios.

Pero en tierra es peor.

Mucho peor.

Sobrevuelas una llanura llena de colinas y barrancos resecos, por fin lejos de los acantilados de las montañas, cuando un destello y una explosión resuenan atraves del aire seco.
Bajo tus pies, el convoy está siendo atacado. El segundo camión de tropas ha sido volado en pedazos y una nube de humo espeso y negro se alza de sus restos. Sabes que algunas de las manchas negras de alrededor del vehículo son los cuerpos de alguno de los 20 soldados que iban dentro. El tercer vehículo es el de tus compañeros NOVA. El cuarto camión se ha empotrado contra ellos, mientras que el primer vehículo, un jeep con ametralladora, está dando la vuelta en el descampado para disparar contra los asaltantes. Desde tu posición ves que el ataque ha sido realizado por un nutrido grupo de mujaidines desde el sur. Se parapetan en unas colinas bajas de tierra y disparan contra los sorprendidos soldados que comienzan a salir del camión.

Notas como el helicoptero da un salto cuando Gerusian salta de la parte trasera y extiende sus impresionantes alas blancas, disparando y gritando a pleno pulmón.

Escuchas la voz de tu artillero en el casco.

- ¿Vamos a por esos cabrones, Teniente?

Con el ruido del metal desgarrandose, Sirius aparta el camión y abre la puerta trasera del vehículo. La luz del sol entra de golpe, junto con el olor de la polvora y del metal quemado. A vuestro alrededor, los demás yacen amontonados entre los restos de los asientos y las cajas de munición. Anuska se coloca el brazo, obviamente partido, en una posición más natural, mientras sus poderes de regeneración hacen el resto. Se escuchan gritos y el tableteo de las ametralladoras.

No parece haber nadie herido de gravedad dentro del vehículo.

En el exterior, se desata el caos.
El convoy de 4 vehículos ha sido atacado en una llanura anfractuosa, llena de pequeñas colinas abruptas y barrancos resecos, en las estribaciones de las montañas. Lo formaban un Jeep armado, un camión de transporte de tropas, el vehículo de transporte de los NOVA y un camión de suministros con algunos soldados a bordo. Los mujaidines han debido disparar un cohete contra el camión de transporte, que yace volcado y ardiendo junto a la carretera. El Jeep, que abria la marcha, está dando la vuelta a toda velocidad mientras dispara la ametralladora montada. Algunos hombres que lograron sobrevivir a la explosión se parapetan junto a vuestro vehículo y devuelven el fuego a un enemigo invisible que parece encontrarse al sur de vuestra posición.

Los pocos soldados que iban en el camión de suministros ya están en tierra, parapetados y disparando a discreción.

El olor del metal y la carne quemada inunda vuestras fosas nasales. El humo negro del camión ensombrece el cielo, mientras el grito de Gerusian resuena sobre los disparos.

En el campamento, las cosas son bastante tensas. El Coronel Anatoli Góluveb golpea la mesa con su enorme puño, haciendo saltar los vasos vacíos.

- ¡Me importa un carajo lo que ordene Moscú! ¡Si el presidente quiere venir a Afganistan el mismo a sacarse una puta foto, más le vale que lo haga con un fusil en la mano y matando mujaidines hijos de la gran puta! ¡Sus hombres lucharán como el resto, en primera linea, y me suda la polla las órdenes que tengan, no pienso destacar a ni uno sólo de mis spetsnaz a protegerlos!

Agarra la hoja de ordenes y la rompe en mil pedazos ante la vista de Grigorovich y su secretaria. La furia del hombre se nota en su mirada.

- ¡Lucharán! ¡En primera linea! ¡En Kabul! ¡Voy a tomar esa maldita ciudad y pienso mandar a sus hombres en el primer asalto! ¿Me ha entendido? ¡En la vanguardia! ¡Y si a alguien de arriba no le gusta, puede ir a buscarme a las trincheras de Kabul, porque es donde pienso estar hasta que tome esa puta ciudad y mate a todos sus putos habitantes!

- ¡No dejes a ninguno en pie! - contesta al artillero

Sin pensarselo dos veces, sin dejar de controlar la cercanía de las montañas,  dirije el HIND hacia el sur, hacia los mujaidines que atacan sin piedad a los nuestros.

[RADIO] ¡Salid de ahi, rápido! ¡Vamos a quitaroslos de encima!