Partida Rol por web

RegenZy

Capítulo 1 - El comienzo

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08/12/2012, 01:33
Sir Jonathan Markington

El coronel estaba sentado tras su mesa, con el bicornio empenachado reposando en el sombrerero y el sable colgado de un expositor. Era un elegante modelo personal a la mameluca, con la empuñadura de marfil e incrustaciones de oro, con una vaina plateada con damasquinos. En el despacho había un tapiz con un antiguo mapa de Inglaterra que parecía de un planisferio del siglo XVII, una biblioteca con numerosos tratados militares y obras clásicas (como la Guerra de las Galias de Julio César) y un cuadro de una batalla de casacas rojas contra tropas continentales americanas. Enrollada en otro cuadro con un cristal protegiéndola había una bandera de un regimiento estadounidense, el 23º de infantería, capturada por el 84º durante la guerra de 1812. Un trofeo.

El coronel, que tenía fama de tirano y malas pulgas, miró a ambos capitanes cuando se presentaron ante él, algo desorientado. Entonces Connor se presentó y le dió sus ordenes según habían sido redactadas por el cuartel general de los Horse Guards de Londres, junto a una copia de su hoja de servicios.

-Descanse... -dijo, mientras leía detenidamente.

Un perro entró como Pedro por su casa en el despacho del coronel. Era un beauceron llamado "Atlas", como el titán. Por todo lo demás, además de mascota del coronel, fungía como mascota del regimiento. El perro se sentó sobre sus patas en un ángulo de la habitación junto a la estufa apagada (estaban en verano), y les miró con cansados o tristes.

-Impresionante hoja de servicios -dijo, concluyendo- Talavera, Ciudad Rodrigo, Salamanca... Waterloo. Tuve que perderme aquella batalla. Demonios, le habríamos pegado unos cuantos tiros a Boney*.

Dejó los papeles sobre el escritorio y cruzó los dedos en su regazo.

-No obstante, aquí dice también que le dieron varios brevets y le ha costado ascender hasta capitán. Le felicito. En estos días de recortes en el ejército, obtener una comisión es difícil. He visto partir a muchos buenos oficiales a la India, a Canadá o Australia buscando un nombramiento de capitán. Mayores, incluso...

Parpadeó, intentando imaginar por que aquella carrera militar no se había coronado con el éxito desde una fecha más temprana.

-Connor, Connor... Un apellido irlandés. ¿Procede su familia de Irlanda, señor Connor?

La pregunta iba con segundas, y casi que con terceras. Los irlandeses no tenían muy buena fama en el ejército. En aquel mismo momento los estaban persiguiendo por los campos y cazándolos como perros si osaban oponerse a la administración británica.

Notas de juego

*Apelativo cómico con el que se llamaba a Napoleón en las islas británicas durante las Guerras Napoleónicas. También se le conocía como "el Ogro" o "Boney el Ogro".

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08/12/2012, 01:58
Narcisus Strafford

Narcisus estaba cuadrado y en silencio, como el perro militar que era. Sus ojos habían reparado en el sable y en los diversos elementos en la sala, aunque este, por poco, le había sacado más segundos de atención al hombre. Casi a la par que la bandera, pero no lo suficiente. Era el poder de las joyas.

No se molestó en añadir nada más allá de la presentación, pues no lo consideraba necesario, y no era ningún charlatán. Con las manos a la espalda esperó a que pudiera largarse o tuviese que intervenir, pero, si bien no dio muestra alguna de tensión frente a las últimas palabras del coronel, su corazón comenzó a latir a un par de pulsaciones más por minuto. Poco, pero suficiente.

Como si de un cuadro en una casa del horror se tratase, se permitió girar los ojos un segundo para mirar a su acompañante, y luego volver a mirar al frente. A Narcisus le importaba más bien poco la sangre, pues él mismo, pese a ser noble, no se sentía demasiado orgulloso de según qué cosas. Pero eso no significaba que no considerase la situación como ligeramente delicada. Suponía que no tendría relevancia, pero en la vida había aprendido que con gente como el primogénito y el coronel más valía agachar la cabeza mientras no fuese demasiado humillante.

Suerte.

Pensó para su compañero, que hasta el momento estaba llevándose todos los espadazos. Pobrecillo.

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08/12/2012, 12:15
Augustus Frederick
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Auuuuch! Por favor, que no me dé con la fusta en la cara, que es muy bonita... ^_^'

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09/12/2012, 12:18
John Connor

El comentario de Markington sobre patear a "Bueno en parte" y su visto bueno a su historial consiguieron hacer que Connor hinchara su pecho y se sintiera muy reconfortado, pero pronto tuvo un fuerte cambio de rumbo cuando de la boca del Coronel escuchó:

-Connor, Connor... Un apellido irlandés. ¿Procede su familia de Irlanda, señor Connor? -

Las palabras del Coronel se clavaron en el joven Capitán como si de un estoque al rojo vivo se tratara. Quizá Narcisus pudiera percibir cómo apretaba su puño enguantado controlando la ira. John había entregado su vida al ejército y luchado como cualquier otro y juzgarlo de esa manera le llenaba de gran ira. Si el emisor de tales palabras hubiera sido alguien de menor graduación y estuvieran en una taberna, ya habría perdido sus modales y habría golpeado su mandíbula. Por la mente de John pasó la idea que quizá el Coronel estaba poniéndole a prueba. Entonces pensó que debía mostrar una actitud agresiva pero al mismo tiempo sumisa y leal. Las palabras vinieron a su mente. - Así es Señor. Mi bisabuelo emigró de Irlanda para establecerse en Londres. Cambió su apellido O´Connor por el actual. Supongo que mis orígenes no supongan un problema para cumplir la voluntad de nuestra patria. He combatido como cualquiera y merecería el mismo trato que otro Capitan. ¿No lo cree así mi Coronel? -

Connor había retado a Markington y se había mostrado leal a su bandera al mismo tiempo sin faltar el respeto. Además Narcisus contaba como testigo, aunque dudaba que ante el "pez gordo" pudiera hacer algo con su voz. Connor apretó las mandíbulas esperando la respuesta que quizá le costara el regreso a su antíguo puesto. Pero sabía por experiencia que si no controlaba estos temas al principio, su estancia podría convertirse en un suplício. Había visto a oficiales débiles que llegaban a consentir burlas de los soldados por una desafortunada conversación con un superior.

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09/12/2012, 17:01
Evangeline Frederick

Eva se dejó contagiar de la encantadora efusividad de Kate y bailó con ella felizmente, hasta que se dio cuenta de que era una falta de decoro hacerle ver tan obviamente a lady Butler hasta qué punto Georgina era un incordio. De modo que decició arreglarlo con un poco de tacto:

- Son noticias maravillosas, ¡Kate y yo por fin disfrutaremos de una presentación como debe ser! Casi no puedo aguantar ir a decidir el vestido... -le guiñó el ojo traviesamente a su hermana. ¿Debían vestirse igual, para jugar a la confusión, o llevar cada una un vestido que las identifique? Ya hablarían sobre eso más tarde-. Por otra parte, madam -le hizo una perfecta reverencia a su madrastra, hablando con un tono de voz dulce y moderado-, Georgina siempre ha anhelado volver a las indias...  será feliz allí, mi señora, no lo dudéis-suavizó con delicadeza lo que podría tomarse como alegría por librarse de la muchacha-.  Le deseo -apretó la mano de su hermana con amabilidad-, le deseamos todo lo mejor.

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09/12/2012, 23:26
Director

El señor Thompson se negó a que tocara su caballo. Era un hombre impetuoso. Cuando bajó del carruaje, y le dijo que era médico, pero no que era noble, refrenó sus ganas de darle un fustazo. Sin embargo, sus desvelos se estaban mostrando infructuosos. El caballo murió de la infección, y tuvieron que retirar el cadáver. Augustus pudo ver la herida en la patada, era como un bocado dado por una criatura del tamaño de un ser humano. Al señor Thompson no le importó que examinara el cadáver. De cualquier manera, ya estaba muerto.

Con la ruta despejada, su tio aguardaba en el carruaje a que terminara para reemprender la marcha.

Notas de juego

Tirame diagnosis, sin dificultad. A lo que saques.

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09/12/2012, 23:41
Sir Jonathan Markington

El coronel se lo quedó mirando cuando dijo aquello. Durante un largo instante, casi un minuto, de gran tensión, lo estuvo mirando como si considerara sus palabras. Luego miró al capitán Strafford, como pensando en por qué estaba allí, brindando a Connor su apoyo silencioso. Luego revisó su hoja de servicios, y halló una coincidencia lógica: Salamanca. Dejó los papeles sobre la mesa, volvió a entrelazar los dedos sobre su regazo y carraspeó.

-Bien. ¿Todos servimos al rey, no es cierto? De cualquiera manera, si usted y su padre han nacido en Inglaterra, y han luchado por el rey, son ingleses.

Buscó en un cajón y sacó unos documentos, que dejó en la mesa.

-Esta es la lista de armamento, equipo, soldados alistados y hojas de servicio particulares de la compañía B. Debo advertirle que el anterior capitán era un hombre de mediana edad, que relajó lo concerniente a la operatividad de las tropas. Si bien es cierto, estamos en paz ahora mismo, y no se esperaba ningún conflicto a gran escala. Esto ha relajado la disciplina en muchos acantonamientos, así como el entrenamiento y estado de las tropas en caso de que deban entrar en combate.

Parpadeó, mirando por la ventana como con fastidio.

-Whitehall nos da cada vez menos dinero, y no podemos mantener tantas tropas y tantas armas. No obstante, el 84 de infantería se mantiene, y controla este fuerte, sede de un importante e histórico arsenal de la Royal Navy, ahora del ejército. Armas muy caras de mantener, como cañones o morteros, que se amontonan en la bodega. Serán transferidas gradualmente y de vuelta a la armada, o vendidas a potencias aliadas. Pero nuestra misión no debe ser solo ser custodios de estas armas...

Cogió un lápiz que había sobre la mesa, y lo manoseó.

-Muchos de sus hombres son soldados que estaban en otros regimientos. Algunos han visto muchos combates, otros, la mayoría, prácticamente ninguno. El antiguo capitán MacDonald reclutó en la región, y estos reclutas completaron la instrucción básica hace cuatro meses. Sin embargo, esta instrucción ha sido... excesivamente relajada.

Parpadeó, mirándole con curiosidad.

-Me gusta que los soldados sean capaces de disparar cuatro veces al minuto, señor Connor. Tres puede ser suficiente para otros regimientos, pero no para este regimiento. Consiga que el nivel de disciplina de sus hombres aumente, haga que disparen cuatro veces al minuto, y se ganará mi respeto. Las hojas de servicios pueden decir muchas cosas, pero yo juzgo a los hombres por lo que veo que hacen, no por lo que otros me cuentan de ellos. ¿Se ve capaz, capitán?

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10/12/2012, 00:01
Lady Marion Butler

Su madrastra observó con horror la plasmación de sus peores temores. No solo no deseaban la compañía de su hija sino que festejaban su partida, aun a pesar de que le esperaba un larguísimo y azaroso viaje donde podía perecer. Las excusas finales de Eva no la conmovieron. Sus lágrimas comenzaron a deslizarse por sus ojos. Entonces cerró el abanico, y sin decir nada, se levantó y se retiró a buen paso, dando un portazo al salir.

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10/12/2012, 00:03
Sir Harold Butler

Su padre parpadeó por el portazo, suspirando. Nunca había visto una reacción así en su esposa, y le preocupaba. Al cabo de un momento, sintió que estaba solo con sus hijas.

-Procurad ser más comedidas con estas muestras de entusiasmo. Será mejor que dejemos en paz a vuestra madrastra, al menos hasta la hora de la cena. Mandaré llamar al sastre para que venga a tomaros medidas y escojáis la tela y el diseño de vuestros vestidos para la fiesta...

El tono no era muy convencido, casi ausente. Parecía que le había afectado aquella escena.

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10/12/2012, 00:59
Narcisus Strafford

No te pide poco.

Ese fue el pensamiento de Narcisus mientras se aguantaba la ceja derecha con fuerza de voluntad, evitando que se arquease para dejar a la izquierda levantarse. Le tocó reprimir también una pequeña sonrisa, pues aquello divertía al hombre más que algunos chistes. Era el reflejo de un reto, aunque no fuese suyo, y no dejaba de tener cierto aire romántico para quienes hallaban paz y consuelo en el trabajo duro.

Por supuesto, no habló. No podía, ni debía. Ya de por sí Narcisus, si bien no era un hombre callado, sí era silencioso y de pocas palabras. Cualquier cuerdo se abría atado la lengua en esa situación, por lo que discutir el por qué sus labios seguían cerrados no tenía sentido alguno. Aquella era la batalla de Connor, y ya le llegaría la suya tarde o temprano. Otra de tantas.

Esperó, firme, recreando de forma vaga en su cabeza los cuatro disparos por minuto, aunque a velocidad acelerada, por supuesto. Aquello era reducir la realidad a números, y si bien aquello podía ser un acierto, Narcisus dudaba que fuese aquello tan importante como saber dónde disparar. El fuego de contención y cobertura era una cosa, y la cantidad de pólvora gastada también, pero el hombre pensaba, más que en las exigencias del coronel, en el por qué de las mismas. Era un símbolo, y quedaría bien decir aquello a través de los labios, pero a la hora de la verdad, él quería un hombre que estuviese entrenado para disparar cuatro veces por minuto, pero que disparase tres. Era un hombre de poner el ojo y la herida, no de malgastar recursos.

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10/12/2012, 00:49
Georgina Templeton-Sedley
Sólo para el director

Ese era su rincón favorito. Remotamente le recordaba a la India, las flores de colores flotando sobre el agua, el monumento engullido y algo erosionado por la vegetación... Atenea además era una figura por la que sentía predilección, la diosa de la inteligencia y la estrategia. Recién llegada a Butler Manor descubrió el lugar en uno de esos momentos en los que quería desaparecer, la escultura apareció como una señal, "promachos" era la advocación de Atenea "luchando en la primera línea".

En el camino preguntó a Dilwar por las gentes que allí había dejado, personas de todo tipo desde "Dalits" hasta "Brahmanes" pasando por todas las distintas castas del hinduismo, mujeres, niños, adolescentes, abuelos... su tío solo conocía a unos pocos, naturalmente a aquellos que se relacionaban con la empresa, de modo que había muchos de los que hacía demasiado que no sabía nada. Buenas y malas noticias se mezclaron entre las concisas frases de su amigo llenandola de melancolía.

Se sentaron al sol (el poco que allí podía brillar) dejando que el silencio y la brisa les acariciara. Nelson sacó la carta del escote de Gigi para dejarsela en las manos. Inspiró y abrió el sobre sin saber que esperar. Leyó para sí mientras Kapoor, hombre adusto pero espiriual, recorría con la mirada el lugar dejandose regalar por el relajante ruido del agua regando el estanque.

Georgina endurecía sus rasgos de una forma muy característica cuando se concentraba, y más aún cuando leía cosas que no le gustaban, tendía a sacar "morros" (su madre le reprendía por ello, decía que era muy poco femenino y que haría que le salieran arrugas prematuramente).

La misiva era "una de cal y otra de arena" sin embargo entendía la maniobra de su tío, reconociendo en ello todo el cariño que le profesaba. Mucho de lo allí escrito le disgustaba enormemente pero no era capaz de discutir ni una coma. Especialmente doloroso le resultó la parte que atañía a su compromiso, era perfectamente razonable, pero tan desagradable... ser mujer era una maldición. Todos te trataban como si fueras inferior con condescendencia como a una niña, una especie de animalillo gracioso, un objeto decorativo o una maceta en la que depositar la semilla y hacía que pensar en tener que unirse a un hombre, el que fuera, le resultara de lo más desagradable, más aún si tenía que elegir entre aquellos a los que más despreciaba: los ingleses.
Siempre hablaba de ellos como si fueran ajenos a ella, pero la verdad es que le gustara o no ella era uno de ellos, al menos su piel , sus rasgos, su aspecto... algo, lo único, de lo que no podía huir, ella misma ¿Que era? ¿Quien era? De repente le asaltaron miles de dudas que ni se había planteado, se dio cuenta de que no era ni una cosa ni otra y se sintió muy perdida.

Sonrió con el último comentario de tío Charles y volviendo a doblar el papel e introduciendolo en el sobre, con la mirada fija en la lontananza, lo dio al indio para que él lo guardara con celo.

-Guardala tú, no la pierdas ni dejes que nadie la vea, por favor...

Las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas, pocas pero pesadas.

-El mes que viene...

Musitó girandose para ver a Kapoor

-El mes que viene me iré de aquí para siempre y me habré prometido... todo por volver a la India...

Nelson se dio cuenta de que su ama estaba algo temblorosa y se apresuró a colocarse sobre el pecho y tocarle la cara (eran sus gestos de cariño), ella lo cubrió con las manos delicadamente y le acarició la cabeza. El monito se quedó quieto abrazandola.

-Os importa si nos quedamos aquí un rato, necesito un poco de tiempo

Alegría, tristeza, enfado, nervios y cansancio afloraron a modo de llanto, uno mucho más intenso que el acostumbrado, necesitaba descargar todo aquello antes de regresar al escenario que era Butler Manor y comenzar a representar el guión que se le había dado.

Al cabo de un rato, tampoco demasiado, se secó las mejillas, las palmeó y una vez comprobó en el reflejo del agua que no quedaban señales del lloro reemprendió el paseo y la conversación camino del palacete.

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10/12/2012, 10:02
Augustus Frederick
Sólo para el director

La cabezonería del hombre le hizo hervir la sangre, pero como de costumbre no se le notó. No entendía qué podía pasar por la cabeza de aquel necio para desconfiar tanto de una persona que claramente no pertenecía al grupo de gente que decía despreciar. El odio volvía ciega a la gente, pero nunca se había encontrado un ejemplo tan claro. Apretó los labios e hizo una inclinación con la cabeza al recibir la nueva negativa del desconocido, acatando así su decisión. Y así, observaron mientras el caballo agonizaba, sin que él pudiera hacer nada.

A pesar de la ofensa, ayudó a apartar el cadáver del medio del camino. Por un momento estuvo tentado de dejar que se apañaran solos, pero habría supuesto un retraso considerable en los planes del día. Y su tío era muy estricto en cuanto a puntualidad se refería. Así que se arremangó y juntó su fuerza a la de los demás. Curiosamente, una vez pasado el percance, al ceñudo y altanero desconocido no le importó que examinara al caballo. Lo cual sólo ponía de relieve cuán miserable era, pues la muerte del animal se podría haber evitado si le hubiera dejado acercarse unos minutos antes. Pero calló y examinó en silencio el cuerpo, ignorando el hecho de que el hombre observaba de pie a su lado y que su tío empezaba a impacientarse dentro del carruaje.

- Tiradas (1)
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10/12/2012, 10:54
John Connor

John recibe las palabras de su Coronel. Es un hombre que parece tener siempre un as en la manga. Reflexivo y calculador, como buen estratega. La tarea encomendada es digna de una gran condecoración, pues hacer cuatro disparos en un minuto con soldados poco cualificados y poco habituados a la rutina de un ejercicio va a ser un reto más que difícil. Quizá el Coronel se ha servido una venganza fría y lenta. Encomendar una labor que resultaría imposible de realizar a alguien con poca experiencia, sería una humillación larga. Aún así, Connor no tiene más remedio que aceptar el reto y tratar de conseguirlo en el menor tiempo posible.

Cuadrándose aún más responde: - Cuatro disparos en un minuto. Ni uno menos Señor. Así será –  Recibe la documentación referente a su nueva adjudicación de tropas que acepta como un honor. Con la mirada firme pero perdida en la lejanía, Connor espera que su superior le dé permiso para marcharse y esperando que su compañero, que permanece al lado sin intervenir, probablemente para evitar compromisos indeseables, le muestre el lugar asignado para dejar sus efectos personales.

Una vez el Coronel les conceda dejar su despacho y lejos de los oídos de Markington, John, visiblemente más relajado pero no menos preocupado consulta a Narcisus. – Capitán, he visto al llegar que mantiene a sus tropas en forma. ¿Ha conseguido Usted la proeza de las cuatro recargas? De ser así, la sombra que genera este cuartel es inmensa -

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10/12/2012, 14:45
Narcisus Strafford

Notas de juego

Capitán, he visto al llegar que mantiene a sus tropas en forma. ¿Ha conseguido Usted la proeza de las cuatro recargas? De ser así, la sombra que genera este cuartel es inmensa

Supongo que no. ¿Cierto?

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10/12/2012, 17:52
Katherine Connor

No estaba de acuerdo con lo que su hermana hacía, más que nada porque sentía que les ponían demasiadas responsabilidades en los hombros, queriendo que aceptaran a alguien que era totalmente distinta a ellas y además, tampoco les quería ni un poquito, aunque si le daba un poco de pena su madrastra. Iba a decir algo cuando esta salió corriendo como una Magdalena y con las lágrimas rodando por su rostro. Katherine hizo una mueca y se encogió de hombros, ella era sólo una joven, no se iba a preocupar más; pero entonces vio a su padre y eso si le dolía, quizás en el fondo si que amaba a esa mujer, sintió que el estómago se le revolvía.

-Gracias, padre... Estaremos listas.

Tomó de la mano a su hermana, nunca estaba tan seria como en ese momento y tiró de ella para que salieran de allí. Necesitaba hablar con ella a solas.

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10/12/2012, 18:02
Evangeline Frederick

- Lo siento, padre -se disculpó Eva, visiblemente disgustada. Lady Butler era amable, aunque no la apreciaran como a una madre, y no se merecía pagar lo que los malos modos de su hija habían comprado. No obstante, Georgina no era nada agradable con las gemelas, y tratar de fingir que lamentarían su marcha era una mentira descarada.  Eva había perdido la cuenta de cuántos libros la había arrancado de las manos ese estúpido mono tití, cuántas veces Georgina se había desentendido, negándose a devolverle su lectura; cuántas veces había mostrado su desdén hacia las gemelas... Eva era paciente y amable,  incluso algo solitaria, pero Georgina parecía encontrar un pérfido placer en ir a molestarla.

Después abandonó la sala de mano de Kate, tras hacer una reverencia de despedida a todos los presentes.

- Vaya... -susurró en cuanto la puerta se cerró tras ellas-. Pobre lady Butler. Siento haberla hecho sentir mal... es sólo que... ay, no soy capaz de conseguir que Georgina me caiga bien. Sé que no debería, pero... no soy capaz - repite, suspirando.

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10/12/2012, 18:07
Katherine Connor

Katherine miró a su hermana, no iba a disculparse, eso estaba claro pero dejó que ella lo hiciera y cuando al fin la puerta se cerró tras ellas, miró a su hermana con cara de pocos amigos.

-Lo lamento por lady Butler..., pero no tengo la culpa de que su hija sea rara y malcriada, además, no creo que muera... Llevará cuidadores especiales, ya lo sabes.

Tiró de su hermana hasta que entraron en la habitación de una de ellas.

-Lo que realmente me preocupa es que padre tenga que irse, Evan...

Entonces si que bajó la mirada un tanto triste.

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10/12/2012, 18:15
Evangeline Frederick

Eva abrió los ojos con gran sorpresa.

- ¿Padre tiene que irse? - entretenida como estaba con la noticia sobre Georgina no se había dado cuenta de que hubieran dicho que Lord Butler tenía que marchar. No obstante, Kate no decía nada insensato: si tenía asuntos de negocios en la Sedley, era de suponer que tendría que al menos ir alguna vez a echarle un vistazo-. Pero, ¿han dicho que padre tiene que irse? -repite, asombrada. Suele andar bastante ensoñada en sus pensamientos y no es la primera vez que no escucha algo que se dice en su presencia-. ¿Porqué? ¿Y cuánto? ¿Y cuándo? -bombardeó a Kate con preguntas.

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10/12/2012, 18:26
Katherine Connor

Parpadeó un par de ocasiones y miró a su hermana, quizás ella había entendido mal.

-Espera... Quizás yo he confundido las cosas, ¿no?

En verdad prefería haberlo hecho, así todo estaría completo. Se deshacían de Georgina y su padre se quedaba en casa. Tomó las manos de su hermana y las apretó con cariño.

-Ya padre nos lo dirá, hablaremos con él luego... ¿Quieres que vayamos a la cocina a comer algo o quieres dar un paseo?

Kate siempre intentaba reponerse a como diera lugar, además, tenían una razón para estar contentas. Aunque posiblemente no consiguieran nada en la cocina porque la hora de la cena se acercaba, al menos podían estar en el lugar más cálido de la casa.

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10/12/2012, 18:34
Evangeline Frederick

- Yo no he entendido que tuviera que irse, yo he entendido que  Georgina se irá con un sirviente indio, y su mono, y quizá un prometido, a las Indias. Eso espero, al menos.

Eva se dejó coger del brazo con una sonrisa dulce.

- Claro, paseemos -asintió. Así podrían hablar y les daría algo el sol. Kate llevaba toda la tarde jugando al criquet, pero Eva no había abandonado la casa en todo el día-. Podemos dar una vuelta por el jardín... -recordó súbitamente que Kate acababa de hacer deporte- ¿qué tal el partido de criquet? Ganaría Georgina, como siempre, supongo... -suspira de nuevo-. Y como siempre se pondría insoportable. ¿Al menos, te lo has pasado bien?