Partida Rol por web

El teniente se cuadró, serio y marcial. Tenía cara seria, de pocos amigos.

-Compañía B se presenta para la revista, mayor.

Eva se quedó perpleja. A fin de cuentas, es evidente que Georgina sería más feliz en la India; y el mismo viaje que iba a hacer de vuelta lo hizo la propia Marion con una Georgina más pequeña.  ¿Porqué aquel viaje hacia Inglaterra era apropiado, y el inverso no? Además, el tío de Georgina había pensado en todo, y la había proporcionado un criado y un acompañante.

Georgina se había ganado a pulso su desagrado; la joven hermanastra no era nada agradable con ella y por tanto, no le tenía ningún aprecio. No obstante... la actitud de lady Marion hacia su propia hija le hizo sentir conmiseración por Georgina. Debía ser terrible escuchar esa frase de labios de tu propia madre.

Miró a su padre, desconcertada, sin saber qué hacer. Después entrecruzó una mirada con Kate, preguntándose cómo reaccionaría su gemela...

El mayor cruzó las manos en la espalda, y carraspeó.

-¡Soldados de la compañía B! Les presento a su nuevo oficial al mando, el capitán John Connor. El capitán Connor es veterano de Waterloo y la campaña Peninsular, donde luchó en batallas como el asedio de Ciudad Rodrigo, Talavera o Salamanca. No se guien por su aspecto juvenil. Es un veterano de guerra condecorado y con mucha experiencia de combate. Respeten sus órdenes como si fueran las mías.

Miró al capitán, componiendo una pequeña sonrisa.

-Capitán Connor, sus hombres. Son todos suyos.

Estaba tardando en montar una de sus melodramáticas escenas.

-Por favor no os molesteis ("en fingir que os importa") ya voy yo a hablar con ella, seguid disfrutando de los preparativos. Si me disculpais, señor Templeton...

Todo esto lo dijo con un pasmoso tono de cordialidad y gesto amable, educadamente dejó los cubiertos, se limpió la comisura de los labios y se levantó para dejar la estancia. Dilwar la siguió.

Dilwar la siguió aunque ella le pidió que, discretamente, permaneciera próximo al salón atento a lo que allí se dijera.

Subió las escaleras hasta llegar a la puerta del dormitorio materno, desde donde ya se oía el llanto. Lentamente movió el pomo, no sabía si estaba la llave echada, pero la puerta estaba abierta así que pasó al interior cerrando tras de si.
Observó la estampa y con toda la serenidad del mundo desplazó ligeramente un sillón y se sentó.

-Madre tras la muerte de papá usted me arrancó de mi tierra natal, de mis amigos, de mi familia, de mis posesiones para llevarme a un lugar lúgubre y extraño sin siquiera preguntar mi opinión, no solo me ha desarraigado de todo lo que me era familiar y querido, si no que ha violado mi intimidad, mi vida privada, metiendome en el nido de vívoras que es esta familia, por no hablar de tener que ver como permitía que un extraño avaricioso metiera sus garras en MI negocio ¿Y es a mi a quien no le importa su felicidad? He soportado años de humillaciones y miradas de asco solo por permanecer a su lado

Respeto su dolor por la pérdida de papá, pero no tiene derecho a enterrarme en vida con usted. He esperado pacientemente a que despertara del letargo del duelo pero eso no ha sucedido, de hecho es lo único que logra que la disculpe, por que si no no soy capaz de comprender que otra cosa pudo llevarle a hacer tales cosas. Así que ahora que soy mayor de edad ha llegado el momento de que tome las riendas de mi empresa y mi destino, es lo que debe hacer una persona adulta.

No soy noble madre, mi futuro no está en un salón manteniendo conversaciones vacías ¿Cree que no me duele dejarla aquí? Usted es mi madre, quien me ha criado y querido muchos años, pero ha hecho su elección y ahora me toca a mi hacer la mía, es hora de que me deje volar del nido.

Cotton le pasa el turno. – Gracias Mayor – Se aproxima un tanto al pelotón y camina con paso marcial a lo largo de la formación. Observa a cada uno de ellos. En verdad, algunos son jóvenes, lo que les dará mayor destreza en el aprendizaje, otros con edad que supera los 40, lo que les dará conocimiento. Finalmente, se detiene junto a Northcott y con voz un tanto queda le dice: - Teniente Northcott. Seguro que hará bien su trabajo – Alza la voz para dirigirse a todos. – Caballeros,... Disciplina...Práctica...Amor a la Patria. Sigan estas directrices al pié de la letra y conseguiré hacer de esta compañía el orgullo del fuerte. El Coronel Markington ha puesto a prueba nuestra capacidad de respuesta en combate. Y yo me he comprometido a ello. Confío en ustedes. Como bien ha apuntado el Mayor, he conseguido sobrevivir en Waterloo siguiendo las directrices que ya conocen. Teniente Northcott, sus hombres serán capaces de realizar 4 disparos en un minuto. Ni un segundo más – Connor deja tiempo para que los hombres expresen sus emociones respecto a la orden recibida. Pero sobre todo, John desea conocer la reacción del Teniente a sus palabras. El comentario de Cotton sobre la lealtad de Northcott le ha puesto al Capitán en alerta.

- Vuelvan a familiarizarse con sus mosquetes. Mañana, comenzaremos el entrenamiento. Por la mañana, marcha con equipo, diez kilómetros para empezar. A la tarde, práctica de tiro. ¿Hay alguien que no se crea capaz de conseguirlo? – Deja unos instantes por si alguien comete el error de negarse y usarlo como ejemplo de disciplina. Después se dirige de nuevo. – Caballeros, lo conseguiremos sí o sí. ¡Teniente rompa filas! Pueden retirarse.

No ha estado mal...

Era la forma pesimista de decir que había estado bien. Narcisus era un hombre exigente, y había encontrado un exceso de palabras en el discurso del Capitán. Sin embargo, para otros el podía parecer demasiado parco o escueto, en lugar de breve y conciso. Lo que para él eran divagaciones para otro podían ser ejemplos. Cada uno tenía su forma de dar los discursos, eso estaba claro. Una táctica asertiva era distinta de una agresiva, pero no por ello menos eficiente. Al menos, no necesariamente.

Cuando acabó el discurso y mandó romper filas, Strafford se relajó, soltando aire y adoptando una postura menos tensa. Se acercó un par de pasos, sutil, y sin tocar a su compañero por una cuestión de respeto y distancias, habló.

- No ha estado mal- verbalizó, y si bien sus palabras no eran necesariamente susurros, eran más bajas de lo normal, como si fuese una confidencia. Desde luego, a falta de ver los resultados de su obra, no iba a atreverse a emitir juicios mayores, pero aquello podía funcionar. O no, aunque deseaba más lo primero.

Dedicó una mirada de reojo al teniente, esbozando una media sonrisa. Así que ese era el violador y mala pieza, ¿eh? Veríamos cuán indeseable podría llegar a ser, pero tiempo al tiempo.

Katherine se quedó de una pieza. La madrastra las culpaba por no querer a su hija cuando era evidente que ni siquiera entre ellas dos había algo y luego las palabras de Georgina. Debía ser una burla o quizás había comido demasiado y ya estaba teniendo pesadillas. Enarcó una ceja y miró a su hermana perpleja, ¿culpaba lady Marion a dos niñas por la miserable partida de su querida hija a la cual no podía retener consigo? Era una ridiculez. Sabía que las dos extrañas mujeres sentían que las gemelas debían estar agradecidas con ellas por el dinero de las compañías de Marion pero, ¿no era verdad que ella también necesitaba un esposo para acceder a ellas? Favor con favor se paga.

-Padre...

Iba a preguntarle muchas cosas. ¿Por qué tenías que casarte? ¿Tan mal lo íbamos a pasar? ¿Es necesario de verdad que nos cases con unas buenas dotes o puede haber algo más en los hombres? ¿Tenemos que seguir viviendo con estas dos histéricas? ¿En verdad crees que te mereces estos teatritos? Pero no podía lastimarle de aquella manera, a su padre no.

-Solicito su permiso para retirarme...

Era mejor así que tener que tragarse frente a él lo que estaba pensando. Finalmente las estrellas de la noche ya habían hecho su acto final. Aguardó con impaciencia la respuesta de su padre, lista para saltar de la silla, despedirse con un grácil y leve movimiento del resto y encerrarse un rato para olvidarse de que tenía una hermanastra y una madrastra muy raras.

Eva cogió la mano de su hermana por debajo de la mesa.

Antes estaba pensando en la fiesta, en encontrar un marido, en casarse. Casarse... sí, Eva tenía mucho interés en hacerlo; pero sus razones eran tan pragmáticas como las que más. Estaba bastante más interesada en adquirir fortuna y posición que en el amor. No es que fuera una persona fría, es que el matrimonio ha sido un método de enlace económico siempre, y eso funciona bien. El amor es una niñería propia de cuentos infantiles y otras estupideces, y si los analizas fríamente -como cuando encontró aquel volumen de los Hermanos Grimm en la biblioteca de su padre- son bastante duros. La felicidad conyugal pasa por el respetuo mutuo, no por el amor.  Y para respetar a tu pareja tiene que ser alguien más sensata que lady Marion. 

O no, hay que ser justos. Lady Marion no solía ser así. Era el momento, una situación de tensión.

Apretó la mano de su gemela: la sentía tensa y molesta a su lado. Comprensible. Georgina conseguía cada vez que abría la boca, molestar a alguien.

La mirada de Augustus transmitía horror, pero también profundo interés. Su función era velar por la salud de los pacientes, y ciertamente eran malas noticias en ese sentido. Pero no dejaba de sentirse atraído por lo que prometía ser un nuevo reto.

- ¿Conoce al tal Stanton? - preguntó con interés a su tío. - Ciertamente me gustaría contactar con él. Si lo considera apropiado, claro. - añadió.

El panorama que se planteaba parecía apocalíptico. Reflexionó cómo, un médico joven y con poca experiencia como él, podía tomar parte en el asunto.

- Si ese caballo ha sido contagiado, eso significa que debemos avisar a las autoridades. Y que debemos volver hacia atrás y quemar el cuerpo antes de que se propague la infección. Aunque, si he de ser sincero, lo que de verdad me gustaría hacer es una disección. - sabía que la idea era un tanto descabellada en aquel moment y lugar, sobre todo tratándose de un simple caballo - Sería una buena oportunidad para esclarecer el asunto, ¿no cree? - añadió tentando al espíritu investigador de su tío.

Lord Butler estaba algo enfadado. Era la segunda vez que Marion hacía un desplante semejante, y estaba comenzando a perder la paciencia. Miró a sus hijas, miró al roast beef y luego suspiró.

-Terminad de cenar y podéis marcharos. No vamos a quedarnos sin comer por que vuestra madrastra se ponga triste y hosca. ¿No creeis?

Con frialdad, troceó un nuevo pedazo con el cuchillo antes de llevárselo a la boca.

- Lo siento, padre. Te prometo que intentaré ser más amable con Georgina y más comprensiva con lady Marion-susurró Eva , intentando consolarle. Una tontería, en realidad, porque del enfado uno no se consuela.

No obstante, terminó su cena en silencio, esperó a que Kate hiciera lo propio y antes de abandonar la sala se acercó a su padre y le besó dulcemente en la mejilla.

Su madre la escuchó, mirándola fijamente. Por su corazón pasaron multitud de sentimientos: pena, asco y finalmente, rabia. Por eso, cuando pronunció la última frase, con los ojos llenos de lágrimas, hizo algo que sabía que no le gustaba, y que pocas veces le había hecho siendo una niña. Alzó la mano, y descargó sobre su mejilla un golpe con la palma, fuerte.

-¡Eres una desagradecida! -dijo- ¡Todo lo que tienes me lo debes a mi, y a tu padre! Si te criaste entre algodones en la India fue por nosotros, y si estás viviendo en casa de un lord es porque me importa tu condenado futuro. ¿Quieres volver a la India? Bien. Pero recuerda que cuando tu tío muera, y haya otro presidente, quizá termines viviendo en el maldito arroyo, pidiendo para comer a orillas del Ganges, junto a los intocables, que parece que es lo que quieres.

La señaló.

-Ningún hombre decente te va a querer con esa actitud. Morirás sola y amargada, y al final serán mis nietos los que hereden la compañía. ¿Es eso lo que quieres?

Su tío apagó la pipa, lanzando su contenido por la ventana con unos golpes del dedo índice bajo la cazoleta vuelta del revés. Luego miró a su sobrino como si estuviera preocupado. La curiosidad mató al gato, solía decirse. Al cabo, suspiró, ordenando al carruaje que se detuviera.

-Conozco a Stanton, si. Es profesor en la escuela de medicina de Manchester, y pertenece al servicio de higiene de la ciudad. Puedo darte su dirección para que le mandes una misiva.

Limpió la pipa con un paño y comenzó a guardarla mientras el coche se detenía.

-Compraremos el caballo muerto. No creo que ese imbécil lo quiera ya para algo. Pero me atrevería a pensar que el caballo no se va a contagiar. Hay vacilos que solo saltan de hombres a monos y viceversa. Una vez conocí a un mono que pasó la gripe, una enfermedad que no afecta a ningún otro ser vivo. Hay estudios de Lamarck sobre eso, los parecidos entre el hombre y el mono, que son evidentes, aunque todavía nadie ha investigado en profundidad sobre la materia.

Bajaron del coche, caminando a la vuelta unos minutos. Entonces vieron como el hombre que iba con el señor Thompson se había quedado atrás y estaba cavando una zanja para enterrar al animal. Se los quedó mirando cuando llegaron, sin entender muy bien por qué habían vuelto.

Siguiendo sus ordenes, los soldados se retiraron, aunque algo desconcertados. Tenían todo el día por delante, y no sabían por qué había que esperar al siguiente. El teniente Northcott aprovechó para poner a entrenar su sección en marchas y maniobras por el patio de armas, mientras Cotton se acercó a los capitanes y les preguntó lo evidente.

-Y bien. ¿A que va a dedicar su tiempo hoy, señor Connor?

Se llevó la mano a la mejilla golpeada, por unos segundos quedó con la cara vuelta cubierta por los rebeldes mechones que siempre acababan escapando del recogido. Parpadeó, respiró acompasadamente y haciendo acopio de un autocontrol que ninguno en esa casa conocía (Georgina tenía muchisssimo caracter y no eran conscientes de hasta que punto se esforzaba para matenerlo a raya) miró a su madre con una quietud pasmosa y se levantó para salir de la habitación.

Marion pudo oir como los pasos de su hija se alejaban de vuelta al comedor.

Hacía tiempo que Georgina había aprendido a encerrar muy dentro de si toda la pena, rabia y decepción que sentía. Su madre había ido clavando, día a día, los clavos que blindaban el corazón herido de Gigi. Llegó hasta donde estaba Kapoor, el cual supo inmediatamente como se sentía la señorita. Nelson saltó hasta ella y le hizo un arrumaco, inspiró y exhaló profundamente
-Estoy bien, bueno...no, como de costumbre en este lugar ¿Algo interesante?

A continuación volvió a entrar en el comedor, dejó al monito con Kapoor, y regresó a su lugar

-Ruego disculpen la interrupción

Desde luego no podían reprocharle faltar a los modales y correcciones sociales. Esperaba con ello mostrarles lo inhumanos y despreciables que eran, poniendoles un espejo en el que reflejarse.

Lord Butler se limitó a seguir cenando, mientras sus hijas parecían presas de cierto nerviosismo por la escena que acababan de vivir. El señor Templeton se había mantenido ajeno, pero ahora creyó necesario aliviar el ambiente con alguna anécdota.

-¿Conocen la historia del rey Ashoka, el fundador de la India? Es una historia que entremezcla amor, guerra, locura y compasión.

Una historia con una moraleja que, pensaba, necesitaban en ese momento.

- A mí también me gustaría saberlo, señor Connor- añadió emulando el protocolo de Cotton, cuyo apellido tarde o temprano acabaría siendo motivo de comentarios al haber ingresado otro con un apellido tan similar. Desde luego, en el fondo a Narcisus no le importaba demasiado, pero lo consideraba de buena educación, y estaba ligeramente interesado por ver cómo iba a pretender desenvolverse su compañero.

Eso sí. En su fuero interno el soldado no dejaba de pensar que era demasiado temprano. Estar tan cuadrado todo el día no dejaba de provocarle cierto cansancio. Demasiada rigidez para un hombre que gustaba de tumbarse en la cama con los brazos cruzados.

Sonrió victorioso ante la decisión de su tío, aunque segundos después la última reflexión de este le hizo devolver a su rostro el aspecto pensativo y sombrío. Tenía razón, las probabilidades de que una enfermedad así fuera visible en un caballo eran pocas. Aun así, les serviría para descartar otras enfermedades, se consoló a si mismo.

- Al menos podremos descartar un caso de hidrofobia. - dijo claramente preocupado - He visto algunos casos de perros afectados por esa enfermedad, incluso una vez me trajeron uno al hospital porque había mordido a su dueño. Pretendían que lo curara y lo único que pude hacer fue sacrificarle.

Se alegró de comprobar que el desconocido altivo había desaparecido de la escena y que sólo quedaba el que parecía un sirviente, cosa que podía hacer manejar mejor la situación.

- Buenos días. - saludó cordial - Espero que no le importe, pero me gustaría seguir examinando al caballo. - no añadió los motivos, no tenía porqué alarmar a nadie - ¿Sería posible adquirir el cuerpo? No creo que suponga ningún inconveniente para su anterior dueño. - dijo con tono inocente, como quien va a comprar pan.