Partida Rol por web

Poco tenía que añadir Marissa a las palabras de Nicolae y Layla. Tenían razón, Nadya podría ayudarlos.

—Piensa que si nosotros no acabamos con el mal... ¿quién lo hará?

- Si alguien puede ayudaros, esos somos nosotros. Puedes confiar en que haremos todo lo posible para poner fin a este desproposito de tormentas y todo lo que las provoca...

Por un momento, auque breve, Yrian parecei serío

- Y ahora un brindis, por que seguimos vivos y todavía nos falta muchos enemigos que derrotar y amores que  conquistar...

- Yo, tengo que colaborar con ellos. Voy a por comida con mi caravana para traer a la torre pálida. Tienen alli a alguien que me importa, y si... si yo hago algo que ellos no quieran... - se quedó callada. Estaba claro que no quería ni mencionar el final de esa clase.

Finalmente se puso en pie, estaba disminuyendo la intensidad de la tormenta.

- Deberiamos marcharnos cuanto antes. Si quereis llegar a Waldsby deberiamos ir cuanto antes. Alli estaremos más resguardados y más a salvo. 

- ¡¿Tienen a alguien que te importa en la Torre Pálida?!...- dio énfasis a la pregunta. Ese detalle no había pasado de largo para el pícaro varisio - ¡¿De quién se trata, Nadya?!- preguntó a riesgo de meterse en donde nadie lo había llamado. Acto seguido, un nuevo cúmulo de preguntas emergieron en la cabeza de Nico - ¡¿La Torre Pálida?! ¡¿Vive una bruja allí dentro?!...- La mujer hablaba como si ellos hubieran vivido allí toda la vida. - ¡¿Ésa no es la torre donde está la Cabaña de Baba Yaga, no?!...- El varisio tenía la impresión de que empezaba a confundir las torres...

—Así te tendrán secuestrada para siempre. Nosotros atacaremos la Torre Pálida y rescataremos a esa persona que te importa... —dijo Marissa convencida.

—No, Nicolae, la Torre Pálida es de donde hacen el portal que crea el invierno...

Nadya tenia el rostro triste.

- Es mi hija. Es inocente y frágil - dijo con mucha lentitud. - Si... si atacais. Quizás la maten si se ven acorralados. Me, me da un poco de miedo. Pero... por otro lado - se notaba que su cabeza daba vueltas y que estaba algo desesperada.
 

Nico miró con pena a Nadya. Se habían llevado a su hija y eso era la mayor de las torturas para una madre. - Es normal que tengas miedo Nadya... Yo sinceramente tengo mucho, pero... si queremos salvar a la gente de Heldren tendremos que ir a la Torre Pálida.- dijo con tono tranquilo - Sabemos que es una misión suicida, pero el jinete nos dio parte de su poder para acabar con esta situación...- añadió con cierto grado de responsabilidad.

Seguramente pasemos unos días en Waldsby para recuperarnos, preparar el equipo y obtener algo de información, pero nuestro camino parece marcado de antemano... ¡¿Si no qué haríamos aquí?! Marcharemos a la Torre Pálida. ¡¿Conoces quién manda allí?!- preguntó a la guía irriseni

Layla escuchó a Nadya hablar de cómo su hija estaba prisionera. Así la obligaban a colaborar con ellos los seres de este lugar infern...invernal.
Era algo muy duro, y la hechicera sintió pena por ella.

Como dice el bueno de Nico, tenemos que ir a aquella torre igualmente. Si hemos venido hasta aquí para salvar a la gente de Heldren, bien podemos aprovechar y salvar a una niña inocente también. Faltaría más.

O eso o morimos en el intento. Pero bueno, no hay nada escrito sobre el futuro.

Ahora hemos de centrarnos. La idea de aprovisionarnos y averiguar más cosas en Waldsby es buena. Luego cogemos la cabaña y no dirigimos a la torre. Pan comido.

No me lo creo ni yo.

—¡La rescataremos! —dijo Marissa convencida. Ahora sólo quedaba ir al pueblo, reaprovisionarse y acudir a atacar la Torre Pálida.

El Bien triunfaría sin duda.

Yrian miro a Nadya con cara de lástima, que sucia criatura podría quitarle a una madre su hija...

- Por mi vamos directamente a la Torre Pálida, Blanca, albina o como se llame, tengo ganas de explicarle a alguien que les pasa cuando se rapta o secuestra niños de los brazos de su madre...
 

A pesar de que el tiempo parecía haber mejorado, la ventisca comenzo a soplar de nuevo. El grupo decidió descansar, refugiados del frío donde estaban. A la mañana siguiente hacía un sol radiante que, bañando las nevadas laderas del terreno, producian maravillosos paisajes.

El grupo retomó el camino. Pasado un rato, comenzaron a escuchar un gran tumulto de fondo. A medida que el origen del sonido se iba acercando se hizo más diferenciable. Eran numerosos graznidos.

- Rápido, ocultaos. Son cuervos enviados por la Torre Pálida. A mi no me harán mucho caso, pero si os ven, no sé como reaccionarán. Estan preparados para atacar extraños. - os dijo Nadya. - Hay unas lonas en la parte trasera de la caravana. Cubríos con ella. Rápido.

Yrian no se lo pensó dos veces, tenía los pies helados, pero no quería mostrar debilidad, y lo disimulaba. Por eso no dudo ni un instante y corrió a la caravana y se cubrió con la lona. Si todo va bien, aprovecharía, para hechar una siesta...

A pesar de lo bonito del lugar, o por lo menos lo parecia con la luz del sol amaneciendo, seguía haciendo un frio de cojones. Así que Layla seguía estando malhumorada.

La cosa no mejoró cuando escucharon los graznidos de unas aves, y la advertencia de Nadya no se la tomó a la ligera ya que conocía aquellas tierras mejor que ellos.

Aun así, una cosa era querer y otra poder. La nieve seguía entorpenciendo su caminar, e iba muy lenta. Por lo que no estaba segura de haberse metido bajo las lonas a tiempo.

¿Os he dicho ya cuanto odio este clima? Quiero volver a mis desiertos.

Marissa vio a sus compañeros tratando de esconderse de los cuevos. Sin mucho éxito. No hacían nada bien, y se incluía entre ellos.

—Bah... que nos vean. No tengo nada que ocultar, y seria muy mala haciéndolo. 

Una sombra surgió en el cielo. Se movía de forma acompasada en la distancia como una mancha negra y tenebrosa. Parecía una bandada de cuervos, pero el joven varisio no lo tenía claro. Entonces Nadya comenzó a alertar al grupo de la peligrosidad de tales criaturas para que se urgieran a esconderse, pero antes de que la norteña acabara advertencia, Nico ya se había infiltrado entre los paquetes que había en el trineo y se quedó tan quieto como una estatua. Tal era la concentración del pícaro, que si alguien hubiera levantado la lona, no habría sabido discernir si realmente era un muñeco o un ser vivo...

- Soy una estatua de piedra. Soy una estatua de piedra...- se repetía mentalmente.

Los cuervos se dieron cuenta de que algo no era normal, y se lanzaron sobre el carro. Entre graznidos y a base de picotazos y arañazos, destrozaron la lona con la que se estaba cubriendo Yrian.