Partida Rol por web

Marissa sacó su espadón y trató de golpear a los cuervos. 

No había servido de nada meterse bajo la lona. Los pajarracos aquellos les habían visto, y el hecho de que les atacaran demostraba que no eran animales normales.

Ya empezamos. El clima, los animales. Todo sigue queriendo matarnos.

Como estaban encima de ellos, Layla aprovechó y buscó dentro de ella las energías necesarías para abarcar un buen grupo de pajaros. Era algo que no había intentado hasta ahora, pero en su interior notaba que podría lograrlo.

Marissa blandió el arma de una manera tan eficaz, que las aves comenzaron a caer muertas al suelo a medida que las iba cercanando por la mitad. Las llamas de Layla ayudaron a que más aves cayeran sobre la nieve chamuscadas.

Pero no cesaban en su empeño, y rodeaban a Yrian mientras le arañaban y le picaban, buscando los ojos para hacer más daño.

Yrian, levanto los brazos, para protegerse de los cuervos.

- Malditos pajarracos, pero que cojones, como no os esteís quietos, me tendré que enfadar...

Nico se había escondido en un minúsculo recoveco de la carga del trineo como si de un contorsionista se tratara. Cuando los cuervo cayeron sobre Yrian con saña, aprovechó para salir de su escondrijo con las armas a punto y lanzar un par de ataques...

- ¡¡Aguanta compadre!! ¡¡Voy con todo!! ¡¡AAAAHHHH!!- 

Marissa siguió intentando golpear a los cuervos, moviendo su espadón en amplios molinetes, sin tanta suerte esta vez. 

Al ver como Yriam también era alcanzado por sus llamas, Layla se quedó petrificada. Al menos hasta que vio que se seguía moviendo. Por un momento pensó que lo había matado. Volvió incluso a respirar.

Mierda. No puedo hacer mucho con Yrian en medio. Trata de salir de entre ellos, entonces podré quemarlos.

La joven se preparó, en cuanto tuviera un tiro limpia volvería a calcinarlos.

Nico y Marissa intentaron golpear a las aves sin éxito alguno, Yrian trataba de quitarselas de encima con los brazos y Layla esperaba un buen momento para achicharrarlas.

Pero no parecía que los pájaros fueran a dejar al guerrero y seguian atacando en busca de sus ojos.

Nico seguía infructuosamente atacando a aquellos pájaros, pero les resultaba imposible acabar con aquella masa de cuervos. Intentó nuevamente suerte con su espada y su daga, pero una vez más, aquellos animales sobrevolaron alrededor suyo distrayendo y desorientándolo...

Marissa trató de golpear a las malditas aves... sin demasiado éxito.

Yrian, continúo protegiéndose los ojos, sin poder hacer mucho más. Bueno sí se apartó lo justo, para que su compañera friera a esas malditas alimañas…

- Todos tuyos guapa, hoy me apetece pichón achicharrado…

La ofensiva continuó. Mientras que Nico y Marissa fallaban sus ataques, Layla trataba de quemarlas.

En el momento en que Yrian salió de su escondite y se bajó del carro, los cuervos se dispersaron, ocupando mucho más espacio y atacando a Marissa y Nico entre graznidos, picotazos y arañazos.

Los cuervos, con sus agudos picotazos, cegaron a Marissa, que siguió golpeando con su Espadón sin demasiado éxito. 

Aquella bandada de cuervos se arremolinó como un torbellino mientras se expandía ocupando más espacio. Dicha maniobra pilló por sorpresa al bueno de Nicolae que se vio golpeado por el vuelo de varias de aquellas criaturas. Eso provocó que el pícaro perdiera el oremus y durante unos segundos se tambaleara buscando salir de aquella nube de pequeños pájaros...

Al ver a Marissa en apuros, Layla se movió para lanzar una vez más su conjuro de fuego de área. Lo calculó de manera que no diera a su amiga.

Los pajarracos la estaban mosqueando mucho. Y esperaba que al menos el fuego de sus hechizos los asustase, pero no era así. Al parecer iban a tener que acabar con ellos de uno en uno.

Vaya, al parecer el plan de apartarse, había perjudicado a sus compañeros, Malditas bestias, esas tenemos, es hora de que Yrian reparta cariño...

Yrian alzo sus armas y ataco al amasijo de cuervos....

Nico se echó hacia atrás mientras sus compañeros trataban de seguir acabando con el enjambre de aves. Yrian lo intentó con ganas, pero sus armas solo golpearon el aire. Igual que Marissa, que estaba en el medio mismo, cegada y atacando por intuición.

Fue Layla la que, una vez más usando su conjuro de fuego, hizo suficiente daño como para acabar con las aves de una vez por todas. Es más, su conjuro fue tan preciso, que no dejó una sola que pudiera escapar. Esto, aunque no lo sabian del todo, era una gran ventaja.