Partida de duelos entre jugadores con sus gladiadores, con ciertos elementos de trama de rol en un mundo de creación propia, los Reinos de Ceniza, usando el sistema de Reign.
En la ciudad de Angkortak, los Elfos Oscuros disfrutan de la sangre derramada en combate. Por ello, luchar en el Coliseo es ampliamene recompensado. O también puede llevarte a la muerte.
La hechicera Morkhalee dirige el coliseo con mano firme. Sus poderes consiguen traer a los caídos de la muerte. Si lo desea. Pero las ansias de la hechicera son volubles y puede ser capaz de una enorme crueldad, si se la provoca. Entre susurros, se habla de un torneo privado, a muerte, en el que un único ganador consigue de la hechicera aquello que más anhele: Un único deseo.
El ritmo de posteo depende exclusivamente de los jugadores. Pueden combatir tanto o tan poco como deseen. Pueden involucrarse en la historia o no atenderla en absoluto. Se abrirán duelos entre jugadores y ellos podrán resolverlos al ritmo que crean conveniente.
La creación de personajes es simple, me mandais un mensaje privado con la historia de vuestro gladiador, y yo os haré una ficha con las estadísticas de este, para asegurarme de que están equilibrados. Pasaros por la escena de Trasfondo para conseguir detalles de las diferentes razas del mundo, y lo adecuaremos al mundo de juego.
El antiguo y veterano caballero, recien llegado a la arena, luchando por sobrevivir...
Con solo su espada y su valor, Juan se ha hecho un hueco en la arena solo por coraje y veteranía. El antiguo marino y aventurero llega a la arena en busca de fortuna.
La hermosa Elfa Oscura oculta su rostro tras una máscara de porcelana. Inexpresiva, fría, usa su látigo y puñal para desconcertar y acabar con sus enemigos.
El macero acorazado, León, resistente y desgastador. Su maza impide el ataque coordinado, su escudo evita los demás. Su armadura aguanta todo golpe que le manden.
Es León, la promesa.
El Hakhim, con su lanza de combate, se mueve con la elegancia y la sutileza de un guerrero nato. Sus movimientos tienen una gracilidad hipnótica, y sus estocadas son letales.
El favorito del público Elfo Oscuro. El siervo de los Nobles Elfos. El guerrero definitivo. Con sus dos escudos llenos de afiladas hojas, Parnassus es conocido como la Muerte de Obsidiana.
El joven blandía una enorme hoja. Antiguo capitán y estratega, Rafael llegaba al Coliseo para poner toda su experiencia al servicio de su deseo de victoria. No podía fallar.
Sonríe confiado, mientras da vueltas a sus cadenas en la mano. La vida no era mala para Renato, un superviviente astuto y letal. Su estilo es poco ortodoxo, pero nadie cuestiona los resultados del protegido de Morkhalee.
Después de perderlo todo, su familia, sus amigos, a manos de los Elfos Oscuros, Ricardo es uno de los pocos norteños libres de Angkortak. Solo ha venido a matar, matar a todos los Elfos Oscuros que pueda, una y otra vez, hasta que el dolor se termine.
Svaltafer, el amo del dolor. Entrenado por su famoso padre, usa sus dos extraños ganchos para desgarrar a sus victimas. Lo único que le gusta más que destripar a un oponente, es reirse de él y destriparle.
Pocas cosas gustaban más al sanguinario público de Angkortak que el ver a varios grupos de gladiadores luchando entre ellos.
Cuatro guerreros, dos equipos, sin cuartel...
Algunos gladiadores se arriesgan (o son obligados) a luchar en condiciones terribles, para complacer al público sediento de sangre...
En medio de uno de los niveles superiores, en una de las torres que suben hacia la cúpula que protege la ciudad de las nieves, Bajo un grueso cristal hay un pequeño bosque, creao por un noble hace tiempo para que sus esclavos recordasen su hogar. Algunos norteños encuentran solaz de nuevo entre los árboles. Es un lugar en el que sentír nostalgia de su tierra.
El misterioso barco anclado en el Puerto de Angkortak destacaba entre los demás navíos, con su estilizada linea y sus caracteres Hakhim.
Las calles de Angkortak son ruidosas, bulliciosas. Y llenas de peligro.
El campo de entrenamiento del Coliseo de la Sangre es inmenso, lleno de luchadores que se ponen a prueba cada día. Algunas manchas de sangre han resistido los esfuerzos de los cuidadores de mantener las tablas del suelo inaculadas, y los diversos artefactos y muñecos de entrenamiento muestran un cierto desgaste, aunque son cambiados regularmente. Entre ellos, el veterano de la arena Oliver empuja a sus aprendices hasta el máximo y más allá. Sabe que, al igual que ellos, su destino está unido a la gracia que le conceda Morkhalee.
Y ha vivido lo bastante como para saber lo que les pasa a los que la contrarían.
En una abandonada plaza, cercana al puerto, los orcos se reunen. Con una enorme hoguera, sentados a su alrededor, cantan, pelean y recuerdan sus origenes, quienes son, lejos de su hogar.
Accendiendo desde un oscuro callejón, una pequeña sala sirve de templo prohibido para los Hakhim. En medio de la sala, un altar sirve para adorar al Dios/Diosa de los Hakhim.
El altar posee una estatua, labrada en burda piedra por los miembros de ella. Un lado mostraba a la Diosa con su representación masculina, el protector y el equilibrador. La otra mostraba la Diosa, la pasión y la inspiración. Pero la estatua era una sola, Dios es uno que son dos.
A os pies, algunos Hakhim rezaban piamente.
La joya de la Arena, el enorme edificio que se extiende hasta el mismo Domo que cubre la ciudad, protegiéndola del terrible frío. Con el coliseo a los pies, la residencia de la Ama del Coliseo gobierna sobre los demás edificio como una enorme sombra.
Igual que su dueña.