Partida Rol por web

| JUGADA MASTER |

La situación en la Tierra Media había cambiado mucho desde que tuvo lugar, en un misterioso internado, la victoria del bien... La victoria sobre Markwolf y sus secuaces. Durante algunos meses creyeron que habían ganado, que por fin el mal había desaparecido de sus vidas. Las mujeres que componían "El Oráculo" se marcharon para no volver jamás, satisfechas de haber podido servir.

Pero ya se sabe que la calma siempre precede a la tempestad. Mientras todos celebraban lo ganado, mientras bailaban y brindaban con vino en la isla de Deeteth, el mal se estaba volviendo a recrear. Cometieron un error durante la batalla: la clemencia. Algunos encapuchados y clones de Mae lograron escapar, dejando libre una última oportunidad para otorgar tributo a Markwolf.

Muchos habían muerto por el camino, pero sólo uno de los aprendices había logrado escapar... Había estado durante mucho tiempo en coma, tras perder gran cantidad de sangre en su última batalla. Ella había sido la única esperanza para los seguidores de Markwolf y, tras meses de investigación, lograron sacarla del coma. Victoria juró que vengaría la muerte de su amado, el mismo que le había pedido la mano en matrimonio cuando todo acabara...

Durante todos aquellos meses, se estuvo preparando. Nadie pensaba que lograría hacerse con el poder tan pronto y joven, pero lo logró. Pasaron los años y en su oculto despacho tenía los planos de todas las aldeas, ciudades, casas, castillos... Lo tenía todo. Todo, excepto Deeteth. Aquella isla se le resistía... Era muy misteriosa y privilegiada, ya que sólo podían acceder a ella los que ya lo hubieran hecho. En resumen: sólo podían salir y volver a entrar sus propios habitantes.

En Deeteth reinaba Dana, junto a su esposo Fistandantilus. Ambos se habían encargado de buscar por toda la Tierra Media a los niños cuya familia hubiera fallecido o hubiera huído. Algunos los encontraron muy pronto, otros después de unos cuantos años. Lo que sí compartían todos era un pequeño orfanato, donde tenían comida, agua y alojamiento. Pero, sobretodo, disponían de la sensación de seguridad que les otorgaba estar en aquella isla invisible para el resto del mundo. Dana y Fistandantilus se acercaban diariamente para comprobar que todo estuviera en orden y que no les faltara de nada. La mujer encargada de que todo eso se cumpliera se llamaba Milly. Era una mujer bellísima, pero entrada ya en años. A pesar de ello, la piel de su rostro estaba totalmente estirada y el efecto de sus cabellos le dejaba presente aún en la juventud.

A su disposición tenía doncellas que ayudaban con las tareas del orfanato y todas ellas eran muy amables con los muchachos y muchachas.

La casa era muy pequeña para la cantidad de niños que habitaban allí, por lo que disponían sólo de una misma habitación para dormir todos juntos. Cerca del castillo de Dana estaban construyendo un nuevo orfanato y estaba casi a punto de finalizar la obra, pero aún debían esperar un tiempo más.

Dana vivía con su esposo y su hermana, Nacilë. Tras la desaparición de su padre, Grey, ambas se encontraban enfrentadas. Dana sentía rencor hacia su hermana por pensar que era la responsable de su desaparición, y Nacilë pensaba todo lo contrario, acusando a Dana de provocar al mal.

Fuere como fuere, un nuevo día amanecía... Todos despertaban en la habitación del orfanato y las doncellas siempre esperaban a que se produjera algún ruido o sonido, algo que pudiera advertirles de que ya habían abierto los ojos y que podían recibir su desayuno.

Es en esa habitación, en un pequeño rinconcito, donde Elvie, el hada, abre los ojos un día más. Como siempre, se incorpora agitada, presa de las pesadillas que la acosan cada noche. Con la respiración acelerada y los enormes ojos castaños abiertos, gira rápidamente la cabeza a lado y lado, hasta volver de nuevo a su cruda realidad. El temor desaparece entonces de su mirada y es sustituido por una expresión de infinita inocencia e ingenuidad.

Su cabello sigue tan reluciente como el día anterior, como si no hubiera dormido, cayendo en bucles alrededor de su rostro y dándole un aspecto angelical. Nada nuevo, todo como cada mañana.

Sonríe escuetamente a la primera de las damas que se acerca a ella... Dicen que ya tiene 13 años, pero realmente aparenta no más de 10. Y no sólo en cuanto a físico se trata...

La mujer se acerca a ella, preparada para ayudarla a vestirse... un precioso vestido de volantes, aunque bastante viejo, con un par de ranuras en la espalda... de las que salen unas preciosas alas que parecen de cristal, brillantes como el diamante.

Otra mañana más. Eso pensó Velrys al despertar.
Se dijo para sí buenos días y luego miró a Elvie, que ya estaba despierta aunque lejos de donde se encontraba Velrys.
Hizo un gesto de saludo con la mano y, sin esperar la respuesta, se agitó el pelo y se estiró como si fuera un gato.

Una vez ya despierto por completo, saltó de la cama y se acercó a la ventana. Miró a través de las cortinas, aún corridas, y entrevió el paisaje. No pudo diferenciar mucho, solo que el Sol brillaba con fuerza. Parecía que iba hacer calor.

Parece que va a hacer un buen día. Por cierto, que hambre tengo.
Se volvió y miró que una de las sirvientas se acercaba a él para ayudarle a vestirse. no era necesario, ya que no tenía mucho fondo de armario donde elegir. Tan solo una túnica blanca, unos pantalones frescos y una camisa, que solo se ponía cuando hacía demasiado frío.

[ Habitación del orfanato ]

Drum abrió los ojos despacio, como siempre. No era que le molestaba la luz, o que había visto entrar la luz del sol por la ventana, simplemente, sintió en su piel el calor del sol de la mañana que entraba por uno de los tragaluces y se dijo que era hora de levantarse. Ni siquiera había movido un dedo de su mano cuando la lengua de su perro Alias paseaba por su rostro como si fuera un trozo de azucar o algún postre dulce.

- Quieto, pequeño, quieto. Ya me levanto, cansino. Que eres un cansino, la verdad. - Dijo el peliazulado chico mientras palmeaba la cabeza del chucho cariñosamente. - Si ya sé que es la hora de desayunar, ¿pero me tienes que despertar todos los días así? Ya me doy cuenta cuando me toca levantarme... anda, bájate y tráeme el calzado... sí, que te he escuchado jugar con ellos por la noche. -

Alias asintió sólo como un perro puede hacerlo y mientras su amo comenzaba a cambiarse para levantarse, el perro trajo la zapatilla derecha un poco mordida y muy babeada por dentro. Drum no se dio cuenta, pero cuando la levantó la zapatilla un chorro de baba cayó al suelo. Sí se dio cuenta cuando se la colocó en su pie, y poniendo una cara de asco - un poco por el ruido asqueroso y otro poco por la sensación de humedad - se levantó de la cama.

Al fondo de la habitacion, en un rincon apartado, dormía plácidamente Sharko.

Esa noche había dormido a pierna suelta y en demasía a lo que el estaba acostumbrado, demasiadas noches durmiendo en el frio suelo ,cuando más comodo era un camastro hecho de hojas en mitad del bosque... sí, hacía demasiado que no dormía en un sitio tan comodo, y lo quería aprovechar al máximo.

Cuando desperto no quiso abrir los ojos: " estaré en un sueño,quizás"-pensó

Abrió los ojos y observo el lugar en el que se encontraba; era un lugar amplio, pero que parecia mas pequeño por la cantidad de semejantes que alli se encontraban.

"Joder, no me di cuenta que me desmayé...donde estaré?"

Miró alrededor, observando que hay muchas caras de sufrimiento y de no aver tenido una vida feliz y entonces se acordo de todo lo que acababa de pasar... esa risa, la casa en ruinas, el grito y la rabia mas profunda que un ser vivo pueda tener...

-"Donde...Estoy?" pregunto

Kantorias desperto y se desperezo. Ya se habian despertado algunos de los otros chicos aunque al unico al que se escuchaba era a Drum y su perro -no se porque ese chucho puede pasar la noche aqui dentro y no fuera con los otros chuchos-

Esto dirigido a Drum que tenia su cama al lado venia a ser un buenos dias.

Se levanto de un salto y empezo a vestirse rapidamente

alguien pregunta por el fondo de la habitación donde esta "el nuevo sin duda", Kantorias apenas le hace caso y sale fuera a caminar un poco antes del desayuno

*Durmiendo placidamente, disfruto de una buena cama poco comun en mis dias de viaje, de repente la primera luz del alba se poso en mi rostro, a continuacion abro los ojos, y observo una habitacion que no habia visto nunca, no era aquella lujosa casa, de los elfos, tampoco una taberna de mala muerte, que era el lugar donde estaba...

Me levante, y me vesti, puse mi cinto con mis dos cuchillas, una cinta azul en el pelo, por ultimo mis guantes, y acontinuacion me dirigo a salir de esa habitacion para descubrir el lugar donde he pasado la noche..

Me despierto lentamente, primero abro un ojo un poco para observar todo lo que sucede a mi alrededor.
Varios de los jóvenes ya están despiertos y en movimiento, y yo no pienso ser de los últimos.
Tras echar un vistazo rápido y confirmar que no hay peligro me levanto de golpe y de un salto me pongo en pie al lado de la cama.
Comienzo olisquear el aire tratando de descubrir que tocaba para desayunar, mis tripas rugen como una manada de leones y eso no es nada bueno, para los demás comensales.
Me visto y me dirijo a toda velocidad hacia el comedor, esquivando por el camino al perro de Drum.

-Aparta saco de pulgas.- Le lanzo un gruñido imitando a Kirtas, mi lobo, y continuo mi camino- Drum mantén vigilado a ese chucho si no quieres que me lo coma para la cena.-

| Habitación conjunta - Comedor |

Aún con los ojos cerrados comienzo a escuchar a mis compañeros despertarse. Sonrio placidamente. Me gustaba estar acompañado por ellos, me hacian sentir que no estaba solo en el mundo.
-Buenos días.-saludé, para aquellos que se encontrasen cerca de mi. Luego me vestí, con tranquilidad, riendo de las escenas que presenciaba alrededor.

Una vez en el comedor me senté en la que sería una apretujada mesa, cojiendo una manzana, mi desayuno, el de todos los días y el que jamás cambiaría. La mordí y mastiqué con gusto, aprovechando cada instante.

Aquel lugar era un regalo y no lo desaprovecharía.

El martillo resonaba dentro de la cabeza de Brundick. ¡Clank! ¡Clank! De fondo escuchaba a su padre- Hijo, debes de golpear más suavemente, con giro de muñeca. ¡Los golpes burdos son para las cabezas de nuestros enemigos! ¡Jajajaja!

De repente el sonido de los martillazos se fue pareciendo al de las patas de un perro arañando el suelo de piedra... Cuando quiso darse cuenta el frío sudor le recorría medio cuerpo. ¡Otra vez vuelvo a soñar con lo mísmo! Al menos el pulgoso de Drum me ha despertado antes de llegar a la parte trágica.

Mientras volvía del mundo de los sueños fue reparando en que era de los últimos en despertarse, casi todos estaban vistiendose o siendo ayudados a vestirse. Aquí hay demasiadas comodidades, no quiero acostumbrarme a ellas pero no me dejan hacer gran cosa.

Entre refunfuños y bufidos fue vistiendose poco a poco. Miraba de reojo a sus compañeros de habitación mientras se calzaba y se ponía la camisa. Parecemos una colección de exiliados, cada uno de un sitio diferente...

Estaba punto de cambiarle la cara cuando se dio cuenta de que podían verle con facilidad. En un segundo su cara volvió a ser como la fría roca enana. Aún no sabes cómo son ni qué hacen aquí, no te confíes.

Lentamente y casi arrastrando los pies se dirigió hacia el comedor.

[ Habitación - Comedor ]

Yo no sé que problema tienen con mi perro. La verdad es que es un poco grande... pero es necesario que esté a mi lado. No entiendo a esta panda de insensibles que primero, lo insultan, después, reniegan de él. ¡Como si ellos no tuvieran animales! Claro que ellos no lo necesitan como yo.

Drum cogió su grueso bastón en una mano y la correa de su perro en la otra y lentamente, dejándose guíar por él, llegó al comedor. Un ladrido de su fiel compañero le indicó que había una mesa donde sentarse, y una silla libre. Estaba claro que su perro, no iba a hacerlo sentar con los dos gruñones de esta mañana, así que eligió una mesa apartada de los demás, en donde se sentaría solo.

El chico se sentó, dejó su bastón a un lado y su compañero se sentó a un lado de su silla esperando también su desayuno.

[Habitación - comedor]

Una vez vestida y con todos sus lacitos bien puestos, Elvie sale de la habitación todavía cogida de la mano de la persona que la había ayudado a vestirse. Observa como alguno de los enanos malos le dice cosas feas a Drum y no puede evitar fruncir el ceño levemente... pero no dice nada. Al menos no a ellos.

Al llegar al comedor, se suelta de la mano de la mujer y se sienta junto a Drum, en la silla que hay al otro lado de su perro.

Con una dulce sonrisa que el joven no podrá ver, Elvie se dirige hacia él.

A mí me gusta.

Pocas veces se escucha su dulce y melodiosa voz, tan frágil como su aspecto, así que algunos de los niños más cercanos no pueden evitar girarse para mirarla, gratamente sorprendidos.

Luego la pequeña vuelve a su estado de timidez. Quizá fuera porque Drum era muy parecido a ella en algunos sentidos. Fuera como fuere, Elvie se sentía agusto junto a él y su hermana Lëilyn. Aunque no podía decir lo mismo de la presencia de los bruscos enanos Raikon y Kantorias. Sus modales y palabras con frecuencia conseguían asustarla.

[exterior-comedor]

Kantorias entro en el comedor tras su paseo matinal y se sento al lado de Drum

-otro bonito dia, eh?- gruñe mientras espera el desayuno, un pequeño detalle como estar ciego no deberia impedir a Drum percibir cosas sencillas como esa, ¿no?

-vas a tener que enseñar a tu perro a estarse tranquilo por las noches o que la pase fuera y una de las doncellas se ocupe de ti al levantarte, el dormitorio es pequeño para tanta gente y ademas el perrazo inquieto- luego se gira al escuchar que llega el desayuno

-mi favorito, jeje-

[Habitación - comedor]

Despierto de buena mañana y lo primero que me encuentro es a la gran mayoría de mis compañeros que ya se han levantado. Dormilona como siempre pienso mientras me incorporo y empiezo a vestirme. Me acicalo el pelo que, nuevamente, lo tengo muy despeinado ya que por las noches no paro de dar vueltas Una chica mona como yo debe ir siempre bien arreglada me digo a mi misma en voz baja.

Una vez arreglada salgo de la habitación y me dirigo al comedor, donde ya se encuentran mis compañeros.  Buenos días a todos digo gritando y con una sonrisa de oreja a oreja. A la mayoría de mis compañeros no los conocía muy bien ya que no llevaba mucho tiempo en este orfanato. Por lo visto y según había escuchado entre que me levantaba y me vestía, mis compañeros estaban hablando del perro de Drum, por lo visto no les hacía gracia que pasara todas las noches en la habitación. Pues yo creo que tampoco es para tanto, el perro de Drum no es tan molesto como lo pintáis, además es muy mono le digo a los compañeros allí presentes sin caer en la cuenta de que soy tan dormilona que ni una bomba me despertaría.

Tomo asiento en un hueco de la mesa y me pido un buen desayuno.

[Habitación-Comedor]
Después de vestirse, ponerse las botas y asearse un poco, Velrys se dispuso a salir del dormitorio para ir al comedor caundo se cruzó en su camino Alias. A Velrys le gustaba, le recordaba a algunos de los perros que jugaban por su villa cuando era un bebé.
Le acarició el pelaje y prosiguió hacia el comedor. Algunos de sus compañeros no habían perdido el tiempo y ya estaban desayunando. Buenos días a todos, dijo mientras se dibujaba una amplia sonrisa de felicidad en su cara.
Le gustaba mucho ver a toda la gente con la que compartía techo y suelo. Le agradaba ver que siempre estaría acompañado.

Se sentó en la mesa y cogió algo de fruta fresca. Le dio un mordisco a una de las manzanas y siguió saboreándola de la primera a última dentellada. Seguidamente, buscó algo de beber para poder refrescarse la garganta.

[ Comedor ]

- Buenos días a todos. - Dijo Drum mientras tanteaba en la mesa para coger la taza hasta que por fin, sus dedos se cerraron sobre ella.

Después, su mano cogió una jarra con leche y poniendo uno de sus dedos dentro de la taza, llenó la taza con leche hasta que la misma le tocó el dedo que tenía dentro. Una vez hecho esto, paró.

- ¿Alguien quiere un poco de leche? - Continuó levantando la jarra y enseñándosela a todos. - ¿Elvie? ¿Quieres? -

Y aún con la jarra en el aire preguntó.

- ¿Has visto a mi hermana? Por que yo no la he visto hoy... - Concluyó para después, estallar en carcajadas.

 [Habitación-Comedor]
 

 Beren se levanta con un dolor en la rodilla a causa de que su lobo estaba durmiendo arriba de el, se para y mira la situacion de todo el lugar, se para y saluda a su lobo y luego les dedica una sonrisa a todos.

 aaaaaaaa, que sueño que tenia, como andan todos?, que lindo dia hace y que hacen.

 Mirando la escena del perro. Saca el jugete de su hermano que tenia lo toca y lo vuelve al bolsillo.

| HABITACIÓN - COMEDOR |

Había estado en la cama, medio dormida medio despierta. Era ese estado de somnolencia, el paso del sueño al despertar. Me gustaba aquella sensación, era el único momento en el que no tenía pesadillas.

Mi hermano y yo llevábamos muchos años allí, después de que nos arrancaran a nuestros padres de nuestro lado. Lo peor había sido conseguir que él se adaptara al mundo real... Pero yo le iba a ayudar.

Acabé de despertarme cuando escuché los comentarios desagradables y despreciables hacia el perro guía de mi hermano, Drum. Sin pensarlo dos veces me levanté. Drum ya se había marchado, le escuché hacerlo, y cuando desapareció por la puerta me vestí rápidamente para alcanzar a Raikon, un enano con muy mal carácter.

- Como vuelvas a meterte con mi hermano o con su perro lo lamentarás, así que más te vale andar con cuidado- le amenacé. Seguí caminando y entré en el comedor. Muchos ya estaban allí. Me senté al lado de Drum-. Hola hermanito- le dije, tiernamente, dándole un beso en la mejilla-. La mayoría de los animales duermen fuera, Kantorias, pero el perro de mi hermano debe estar siempre con él para no tener que depender de las doncellas, ¿entiendes?- le dije, algo más tranquila que a Raikon. Eran personalidades diferentes.

Saludé con la mano a Elvie. Trataba muy bien a mi hermano y eso me gustaba. Cogí una taza y me serví zumo de frutas variadas. También saludé a Falathar. Él llevaba mucho más tiempo aquí que el resto de las personas y prácticamente el orfanato había sido su hogar desde el principio de sus días.