Partida Rol por web

Llegamos a mi casa en poco tiempo. El trayecto desde casa de Diana es más silencioso, porque una vez que no tengo que hacerme el fuerte delante de ella puedo concentrarme en lo molesto que estoy con todo esto. Cuando Remy aparca en la entrada, le invito a pasar.

No tardo nada en hacer la mochila, pero entra y tómate algo mientras, ¿no?

Entramos en casa y le dejo en la cocina. Ne voy a mi cuarto y preparo mis cosas a toda prisa, antes de volver con él.

¿Sabes? Cuando antes preguntaste si Diana y yo estábamos juntos... -Digo poniendo mi bolsa sobre la encimera, abriendo la nevera para sacar una bebida isotónica, y evitando su mirada- No fui del todo sincero. No podía, delante de ella, jeje. -Le miro, finalmente- No lo estamos... aún. Pero quiero estarlo. Por eso lo de las ruedas, ¿sabes? Parece que la han tomado con ella en el insti, Sam y los suyos. Ya sabes cómo va eso...

Lo hemos visto vientos de veces. La toman con alguien y dedican todo su esfuerzo a hacerle la vida imposible.

- Lo sabía! – Sonrió – No creas que te la quiero quitar,  con eso de ir a tomar algo a la salida, tengo cosas más importantes que hacer – comentó mientras tomaba un vaso de agua – Y por qué no la defiendes? O se lo dices en la cara y se acabó el tema? Dar vueltas solo te lleva a tener más dudas de lo que quieres – Negó con la cabeza – Estoy sonando como mi abuelo –

- Si el tema ese… Pues si no eres fuerte debes ser astuto mi amigo, no queda otra… quieres hacerles la vida imposible a ellos… cuenta conmigo - Le miro por unos segundos - Cuenta con Talia tambien...-

Me quedo más tranquilo al ver que no quería pedirle una cita realmente- Qué cabrón, jaja -El tema de las dudas me arranca una sonrisa nerviosa, sin embargo.

He tenido que aclarar mis ideas antes siquiera de ser consciente de lo que quería. Es raro. Ella y yo somos muy diferentes...

Me quedo un instante pensativo, hasta que el bueno de Remy me habla de hacerles a ellos la vida imposible, como si tal cosa.

¿Devolver el golpe? -Preguntó, algo incrédulo. Nunca nadie ha hecho algo así, pitear a los populares como si fueran pardillos, ridiculizarlos ante todo el instituto. Nadie se ha atrevido. Quizás, precisamente por eso, podría funcionar. Recuerdo lo que me dijo Robin, que si alguien podía hacer frente a esto, ese era yo. Debería empezar a verme como me ve la gente que me aprecia, y estar a la altura- Sí... Podríamos hacerlo...

-Crees?.. Lo haremos- Comento – Primero los casilleros u hoy podríamos joderles las pruebas- Remy hablaba enserio si algo sabia Jayden que para los amigos Tatch siempre estaba así como para hacer los negocios.

Luego quedo pensativo – Escucha si no le dices a Diana lo que sientes en las próximas 48 horas se lo dire yo por ti y sabes que soy de lo más directo – Sonrió y luego siguió una leve carcajada.

-Tienes pegamento? Por qué se me acaba de ocurrir algo interesante o quizas laxante y bebibas hidratantes-

Me echo a reír cuando habla de las taquillas de esa gente, y de joderles las pruebas. La verdad es que sería muy pero que muy gracioso que Samantha no saliera este año capitana del equipo de animadoras, se iba a morir del asco. No se si le jodería más no entrar en el equipo o entrar sin ser la capitana, la verdad.

Me quedo descolocado, sin ganas de reír, cuando me suelta de repente un ultimátum. 2 días o se lo dice él. ¿C-cómo?

No serás c... -Ni termino la frase, es remy, ¿qué tontería estoy diciendo?- Sí, eres capaz... -Miro hacia otro lado, nervioso- Lo haré, lo haré, es sólo que... Tengo que encontrar el momento...

Abro un cajón de la cocina, aún pensando en Diana y en cómo hablar con ella.

¿Pegamento? Sí, claro, aquí tengo, pero ¿para qué...? -Me detengo, con el bote de pegamento en la mano- ¡Oh! ¿En serio? -Me quedo mirando el bote de pegamento y seguidamente a Remy, sonriendo- ¿En qué mierda estás pensando? Jajaja... Laxante no tengo, jeje, y si quisiera conseguir seguro que recurriría a ti... El problema de todo esto es que realmente no tengo nombres. Seguro que Samantha no ha ido personalmente a pincharme las ruedas, pero está claro que es la instigadora de todo esto. Pero no puedo saber exactamente quienes la están haciendo el trabajo sucio. Lo que sería muy divertido, aunque no se cómo hacerlo, es conseguir algo de ella, no se, algo comprometedor, algo que le cause tanta vergüenza y miedo que sea capaz de hacer cualquier cosa para que no salga a la luz. Y darle la vuelta a la tortilla ¿sabes? Eso sería genial... -Me paro a pensar un instante, con mnalicia- Me pregunto si vendrá a mi fiesta este sábado... Bueno, hay tiempo para eso, llévame al insti que hoy es día de pruebas. O mejor...

Me detengo un momento con la bolsa de deportes en la mano, mirando el reloj.

...Mejor me dejas en casa de Diana. -Sonrío nervioso, mirando a Remy, tratando de parecer decidido- Tendré que hablar con ella, antes de que lo hagas tú, jeje.

El taxi me deja en la puerta de casa. Mi coche no está, de modo que al entrar lo primero que hago al entrar es mirar el contestador de casa por si hay algún mensaje del taller avisando de cuando estará listo el coche. También pego una voz gritando "¡mamá!" para ver si mi madre está en casa, aunque sin muchas esperanzas. En fin, el mismo triste final de día que siempre, aderezado por unas gotas de desgracia, frustración y decepción.

Luego se preguntan por qué monto fiestas...

Mejor me voy a dormir.

Llevo bastante tiempo despierto. Echado en la cama, estirado mirando al techo de mi cuarto, pensando en tantas y tantas cosas. El entrenador, el equipo, la lucha de clases del instituto, Samantha, mi coche...

...Diana.

Me costó darme cuenta de que me gustaba, aceptar la realidad. Otros se dieron cuenta antes que yo mismo, casi todo el mundo en realidad. Y cuando por fin me di cuenta, resulta que ella ni se lo planteaba. Que no es como decir "tú a mí no", pero... le anda relativamente cerca. Me cae bien, me gusta estar con ella, pero no se si a partir de ahora sabré asumir ese papel de "sólo amigos" que me toca. Me dijo que pensaría en ello, antes de entrar en casa. Me alegré en ese momento, pero ahora, tras descansar toda la noche, no se si me gusta la idea. Pensar en ello significa tomar una decisión, y si la respuesta es no, será un no definitivo.

Adiós a toda esperanza.

Me levanto y me doy una ducha, poniéndome hoy una camisa negra con una camiseta debajo. Día de luto, habrá que ir acorde. Reviso mi móvil y veo que anoche Remy respondió a mi petición. Nada, no hay una mierda que ayude a Robin con su problema. Qué lástima. Mando un mensaje a Johnson y recuerdo que mi coche no estará listo hasta esta tarde, así que llamo a un taxi. Mi casa está demasiado lejos para ir hasta el Sandy dando un paseo, aunque realmente es lo que me apetece.

Soy un bocazas. Ahora tengo muy pocas ganas de ir allí a desayunar. Después de la despedida de anoche, va a ser muy incómodo.

Caminamos durante bastante rato, y es que la casa de Jayden no se encontraba precisamente cerca del centro; cosa normal al tratarse de un edificio de aquellas características.

Durante el camino me explicó el motivo por el que tenía que venir a casa, y es que los del equipo le habían avisado tarde de que vestirían la camiseta durante el acto en memoria del entrenador. La verdad es que era un bonito gesto.

Hablamos de varias cosas intrascendentes, como dos amigos que pasaban el rato juntos, nada más; y es que por unos momentos todo atisbo de tensión entre ambos desapareció.

-Ya hemos llegado. – dije recalcando lo evidente, al llegar a la entrada. – Menudo paseo, ¿Eh? No me extraña que tengas coche. – reí.

Entramos en casa realmente cansados. El paseo hasta mi casa es largo, no en vano vivo en las afueras y a gran altura. Gracias a eso tengo las vistas privilegiadas de toda la ciudad, pero lo malo es vivir tan lejos y a desmano.

Jaja, sí, el coche hace falta viviendo aquí. Fue un regalo de mi padre, supongo que tratando de compensar el no venir a ninguno de mis cumpleaños tras el divorcio. Y tampoco es que antes viniera a demasiados... -Me encojo de hombros. No suele resultante sencillo ni agradable tratar estos temas, aunque con Diana ne siento lo bastante seguro para hacerlo. Me transmite esa confianza.

Bueno, ponte cómoda, como si estuvieras en tu casa. ¿Quieres algo de beber? ¿Té con hielo, limonada, zumo, cocacola light...? -Le guiño un ojo abriendo la nevera, dejando claro que me fijé en ese detalle de lo que quería tomar anoche.

Parecía que estábamos solos en casa, algo que parecía de lo más habitual en el día a día de Jayden. Siempre me quejaba de lo pesada que era mi madre, pero no sabía qué haría sin ella.

-Una cola light estaría bien. – le sonreí y me dirigí al sofá, siguiendo su sugerencia de ponerme cómoda.

Dejé la chaqueta y la bandolera sobre uno de los brazos del sofá y puse las margaritas sobre la mesa. Se habían quedado un poco lacias ya, quizás fuera mejor comprar unas flores. Cogí una de aquellas grandes margaritas y pasé uno de mis dedos por sus pétalos, mientras esperaba a que Jayden viniera.

¿Cómo se lo digo?

Deje la flor y tomé la chaqueta un momento, sacando el pétalo que había guardado antes. Lo tomé entre dos de mis dedos y lo miré unos segundos.

Así que no…

Lo dejé sobre la mesa, cerca del resto de las flores, y me giré sentada y con las piernas juntas hacia el lado donde se sentaría Jayden. Estaba nerviosa, y esto era visible en mis manos, que se encontraban algo temblorosas sobre mi regazo.

-T-tenemos que hablar… - le dije al aproximarse.

Miro en el interior de la nevera y cojo una lata de cocacola light y la botella de té con limón. Poso ambas cosas sobre la encimera y saco un par de vasos, echando dentro de cada uno dos hielos del dispensador del frigorífico, llenándolos después.

Cuando me acerco al sofá, Diana tiene una expresión preocupada, nerviosa. Incluso ne parece ver temblar sus manos, apoyadas sobre sus piernas. Parecía tan relajada por el camino, y ahora la veo tan tensa e incómoda...

C-claro... -Respondo nervioso, cuando me dice con voz temblorosa que tenemos que hablar. Le tiendo su vaso, y dejo el mío sobre la mesa, tomando asiento de costado en el sofá con un brazo en el respaldo. A su lado, pero lo bastante apartado para no incomodarla aún más- Dime, Diana. Pero... no estés nerviosa. Sea lo que sea, no pasa nada... -Trato de calmarla, aunque yo mismo tengo el corazón a vuen por hora.

No sabía cómo hacerlo. Era la primera vez que me veía en una situación así, y no tenía ni idea de cuál era la forma correcta de proceder. Tanto si le decía que sí, como si le decía que no, la situación iba a resultar incómoda.

Traté de relajarme antes de comenzar, y las palabras de Jayden realmente ayudaron a ello. Me acerqué algo más a el.

-H-he estado pensando, como te dije, ya sabes, en eso… - no me atrevía a decirlo en alto, en realidad aún me costaba creerlo. – Desde el principio me caíste muy bien, eres muy simpático, pero ya te dije que nunca había pensado en ti así. Mi cerebro a veces se mete mucho donde no debe. – bromeé, tratando de relajar el ambiente, aunque tampoco quería alargar eternamente la agonía. – El caso es que, he intentado dejar lo racional a un lado, incluso he terminado deshojando una margarita. – dije algo sonrojada, consciente de la niñería. – Y el último pétalo decía que no me gustas. – le sonreí. – He tirado el tallo de mala gana, disconforme, y entonces lo he visto claro. – hice una breve pausa, tratando de controlar los crecientes nervios. – J-jayden, yo… C-creo que si me gustas.

Las pulsaciones se me aceleran cuando se confirman mis temores. Quiere hablar de ese tema en concreto. Cierro el puño de la mano que oculto tras el respaldo del sofá, lleno de nervios, mientras mi otra mano se pasea por mi pantalón, sufriendo los efectos del sudor.

Le caigo bien, soy simpático. Suena a amistad. Igual tengo que resignarme a eso. ¿Puedo? Fui yo quien se lo dijo, mejor eso que nada... Al fin y al cabo, no me ve de otra manera, ¿no?

¿Una margarita?

Sonrío al oír eso, imaginándola con la flor en la mano arrancando pétalos. La imagen es tan infantil y encantadora... Pero mi sonrisa desaparece inmediatamente, bajo el peso del resultado de ese juego. ¿Es eso lo que me quiere decir, maquillándolo bajo la aparente inocencia de un juego?

No puedo sonreír, aunque ella sí lo haga, fruto de los nervios a buen seguro. Es muy raro en mí, porque sonrío casi siempre, porque me han educado para hacerlo, porque me sale sólo, de forma natural. Pero no ahora, no así.

No le gusto...

Siento un tremendo calor en el rostro, y los ojos comienzan a picarme porque llevo un rato sin parpadear. Trato de imaginar un mundo en que Diana y yo somos sólo amigos, tan amiga mía como lo son Diana, Kitty o Amber, en que viene a mi casa y pasamos tiempo juntos, en que me cuenta sus problemas y trato de ayudarla como buenamente puedo... Y nada más.

Nada más...

"Lo he visto claro", dice de repente, y parpadeo nervioso por haber perdido momentáneamente el hilo de su conversación. Mi boca se abre ligeramente, atónito, al escuchar sus siguientes palabras.

Creo que si me gustas...

No termino de reaccionar. Me quedo inmóvil, con mi mano apretada contra el muslo. Las dos, en realidad, tras recoger la que ocultaba tras el respaldo y unir ambas sobre mi pierna apoyada en el sofá. ¿Le... le gusto? ¿Realmente es eso lo que ha dicho? No, creo que no estoy soñando...

Y-yo... -Ni siquiera acierto a hablar. No se qué decir ni qué hacer. Después de confesarme a ella, de ver su primera reacción, creo que mis expectativas no pasaban de esta conversación. Daba tanto por sentado que la respuesta sería negativa, que ahora... ¿Qué?- He soñado tanto con este momento... Y ahora no se qué decir. -Se me escapa una risita nerviosa, apartando la mirada con vergüenza. Pero al momento vuelvo a posarla en su cara, inclinándome hacia ella y acercando una mano a la suya, cogiéndola suavemente. No digo nada, porque no se qué decir. Todo es nuevo, ahora, diferente. Estoy perdido.

Pensaba que al soltar aquello me iba a sentir más relajada, pero no estaba siendo así. Aquellas pocas palabras cambiaban toda la situación, pero aún no sabía de qué manera.

Jayden se quedó quieto, con las manos sobre sus muslos, mientras le miraba esperando una respuesta. Probablemente en mi rostro podría apreciarse un atisbo de miedo, ya que una parte de mí temía que aquel silencio se debiera a que se hubiera arrepentido. Lo que estaba sucediendo era bastante increíble, quizás se hubiera dado cuenta de que no soy el tipo de chica que iba con él.

Sin embargo, al fin comenzó a hablar, aunque visiblemente nervioso, haciéndome una confesión que me impactó.

¿Tanto ha soñado con ello?

Esto parecía ir muy en serio. Yo apenas acababa de aclararme, pero él había pensado mucho más que yo en este momento. No sólo parecía nervioso, sino también algo avergonzado, mientras yo me mantenía quieta, sin saber qué hacer. Ambos parecíamos bastante perdidos, aunque no comprendía por qué lo estaba él.

Entonces se inclinó hacia mí, tomando una de mis temblorosas manos. Esto me puso aún más nerviosa, pero curiosamente mi mano dejó de temblar. Era agradable sentir su mano cogiendo la mía.

-Y-y… ¿A-ahora qué? – me atreví a preguntar, presa de la incertidumbre, mientras le sostenía la mirada.