Partida Rol por web

Renunciar a lo terrenal

3. En casa como en ningún sitio

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17/11/2021, 00:17
Narrador

GHELDANETH, 24 DE TARSHAK, PRIMAVERA DEL AÑO 1368 CV

El viaje a Gheldaneth prometía ser complicado porque llevaban a cuestas a varios niños hambrientos y cansados. Pero Lurzca encontró la solución en el carro de los asaltantes. Era una carreta enorme, de excelente calidad, que podía atravesar el desierto bajo condiciones adversas. De modo que ensilló un par de animales que tiraban de los carros de los comerciantes y la hicieron funcionar. Allí cabían todos los niños y media docena de personas, y todavía quedaba espacio para algunas de las mercancías. Se reagruparon y organizaron la nueva caravana en un par de horas.

Durante el día, hablaron con los niños. Todos tenían padres que estaban de viaje, pues habían sido capturados en el desierto de camino a alguna parte. Amessis apuntó sus nombres y toda la información posible, una vez en la ciudad decidirían qué hacer. Casi todos eran hijos de mercaderes, menos la muchacha que pertenecía a una familia del clero de Osiris, y un niño que era descendiente de un mago. Ninguno era esclavo, como ya había apuntado el pequeño Nebaka.

Debido a los retrasos causados por el combate y la reorganización de la caravana, llegaron a Geldaneth bien entrada la noche y los guardias estuvieron a punto de no dejarles pasar y que acampasen fuera. Sin embargo, un par de sonrisas de Amessis y una caída de ojos fueron suficientes para traspasar el umbral de la ciudad. Los mercaderes agradecieron la ayuda prestada a los miembros de la Compañía y les entregaron alguna de sus mercancías como pago no solo por haberles salvado la vida, sino también por haberles acompañado hasta el final. Entre las mercancías obtuvieron telas de buena calidad, un barril de una bebida exótica y un par de libros. Y, por supuesto, un grupo de niños perdidos que los miraban adormilados bajo las mantas de un gigantesco carro infernal.

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17/11/2021, 00:18
Lurzca

Una vez en Gheldaneth, lo primero que debían hacer era solucionar el tema de las criaturas que viajaban con ellos. No obstante, era de noche y poco iba a solucionar hasta que amaneciera y pudieran ir ante  las autoridades locales para poner a los chicos a buen recaudo o en su defecto, buscar a familiares que pudieran quedarse con ellos hasta el regreso de sus padres a Gheldaneth. Lurzca propuso ir a la oficina de la compañía dela Barba Insondable, para que los chicos pasaran allí la noche, pero Nethis ofreció la Casa de Curación, donde sin duda habría más sitio. 

Allí había varias camillas, donde algunos de los niños durmieron a pierna suelta. Otros se acurrucaron sobre un cómodo sillón. Después de todo lo que había sucedido, allí se sentían seguros y pudieron descansar como hacía tiempo que no lo hacían. Lurzca se acomodó  en otro de aquellos sillones y el niño mestizo, quizás por mera afinidad racial, acabó durmiendo abrazado a Lurzca. La mestiza no era una mujer con mucho instinto maternal, pero lo cierto fue abrazada a aquella criatura, se sintió realmente bien.

Al amanecer tendrían que ponerse manos a la obra para entregar a los niños. No tenían mucho tiempo que perder y además, ahora que estaban en Gheldaneth, quizás no sería  mala idea ir a vender todos aquellos objetos valiosos que habían ido saqueando aquí y allá o habían obtenido como recompensa por sus heroicos actos. Además, tenían algunos objetos mágicos que todavía  no habían repartido y que sin duda, podían serles útiles durante sus aventuras.

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17/11/2021, 00:18
Nepthis

Nepthis se levantó con lumbago, y tuvo que dedicar unos angustiosos minutos a levantarse. Cuando hubo calentado los músculos de la lumbar, pudo empezar a moverse con mayor facilidad. La sacerdotisa de Hathor desayunó con frugalidad, apenas una taza de té con algo de queso feta y tomate.

Las llaves sonaron cuando Senet, la aprendiza de Nepthis, entró en la Casa de Curación.

—Buenos días, Senet. Tenemos pequeños invitados —dijo, dedicándole una sonrisa—, ¿serás tan amable de quedarte con ellos mientras buscamos a sus padres y hacemos unas gestiones? La mayoría de ellos no se han despertado todavía. Dales un buen baño, que se froten toda la roña. Y luego dales algo de desayunar, lo que haya.

Tras aclarar las dudas con Senet, Nepthis se dirigió al resto de la compañía.

—Vayamos a preguntar a los comerciantes del mercado. Si ese Gen Kes-Ker-Lar compra objetos mágicos, alguien le conocerá. Si no, siempre podemos probar suerte en el templo de Thot. Aclaremos de qué va todo esto.

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17/11/2021, 00:19
Jotnar

Jotnar estuvo de acuerdo con Nepthis en la iniciativa de ir a preguntar por el mercado, no obstante, le pidió un momento pues necesitaba hacer algo antes o no se quedaría tranquilo.

Tenía que escribirle aquella breve carta a Reseph, explicándole lo que había sucedido con Cebollito, preguntándole si conocía algún modo de hacérselo saber a Iyenkhosef y disculpándose en nombre de Cocotilio pues el coquito sólo había actuado por amistad, no pretendiendo hacer daño. También le habló de la hija de la sierva de Osiris que habían encontrado con el resto de niños, le había preguntado específicamente a la muchachita por sus padres para poder describírselos a su amigo con la esperanza de que hubieran logrado llegar al oasis.

Se despidió con sus mejores deseos y, una vez asegurado un mensajero que la llevase con prontitud hasta Muldoon, acompañó a Nepthis al mercado. Todavía tenían por delante aquella asistencia al cónclave así que, aparte de preguntar, si se terciaba podían también aprovechar para hacerse con alguna cosa que les pudiera hacer falta.

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17/11/2021, 00:19
Narrador

El mercado de Gheldaneth comenzaba su actividad como todos los días a la misma hora, mientras la ciudad despertaba. Quien no había despertado, al menos no completamente, era Amessis, que parecía uno de sus zombies mientras caminaba junto a la compañía, con demasiado sueño en el cuerpo a pesar de haber dormido más horas que nadie. La nigromante iba dando cabezadas junto a Lurzca para cuando llegaron al mercado. Cocotilio asomó la cabeza para buscar alguna golosina y miró a Jotnar con ojillos brillantes, esperando que hiciera efecto para que el enano le comprase algo dulce para comer. Ya habían descubierto que sentía predilección por el café, pero no había café en ese mercado y el comerciante de especias de Maztica se había marchado de Mooldon.

Nepthis parecía la más experimentada en su trato con los mercaderes, años atrás se había dedicado a cuidar de que los esclavos fuesen bien tratados. De modo que comenzó preguntando a sus conocidos y en poco tiempo, le dieron una ubicación y una descripción.

Gen Kes-Ker-Lar era una mujer, una hechicera que vivía en la ciudad y fabricaba objetos mágicos. Sus clientes eran exclusivos, en su mayoría nobles, y Gen compraba todos los materiales que necesitaba en el mercado. Cuando requería de algo extraordinario o fuera de lo común, solía ausentarse unos días para ir a buscarlo ella misma. Era muy conocida en Gheldaneth y los mercaderes hablaban bien de ella. De modo que, una vez conocida su ubicación, el grupo se dirigió hacia su tienda.

El Escarabajo Multicolor era una tienda de una sola planta situada en la zona más rica de Gheldaneth. Un gran escarabajo de colores sosteniendo una gema roja daba la bienvenida a los compradores. La tienda era bastante grande y cuando llegaron, había dos clientes mirando las estanterías. Había objetos por todas partes, en el suelo, en mitad de la sala principal, en los estantes, en el techo, por cualquier rincón. No es que hubiese nada volcado o esparcido de cualquier manera, todo estaba bien colocado, solo que había muchísimas cosas. La decoración era similar al escarabajo de la puerta, colores radiantes; y sí, había escarabajos desperdigados por ahí.

No había nadie a la vista para atender a los clientes.

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17/11/2021, 00:19
Nepthis

Nepthis apreció el hecho de que todo estuviera bien colocado y ordenado. No le gustó tanto, empero, que no hubiera nadie para atenderla. Carraspeó visiblemente molesta, para ver si así acudía el dependiente (o la dependienta, si es que Gen Kes-Ker-Lar prefería hacerlo por si misma.

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17/11/2021, 00:20
Lurzca

Estaban allí por el bastón que recuperaron una vez dieron muerte de un solo hachazo a aquel ser de leyenda que al parecer había causado estragos en la zona. Lurzca estaba sorprendida de la facilidad con la que le dieron muerte, aunque quizás tuvo suerte a la hora de asestarle un buen golpe. Nunca lo sabría.

¿Nadie atiende en esta tienda? - Preguntó en alto la mestiza. - Mucho se fían de que sus clientes no intenten distraer algún objeto en sus bolsillos. Puede que... - Se llevó un dedo a la boca pensativa. - Puede que de esa forma el goblin se llevara el bastón... - Se encogió de hombros.

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17/11/2021, 00:21
Khapri

Un escarabajo salió volando desde detrás del mostrador. Un escarabajo enorme, casi del tamaño de Cocotilio, cuyo caparazón estaba decorado con vivos colores y sus alas brillaban con tonos similares al símbolo pintado en la puerta.

-¡Eh! Habla por ti -increpó a Lurzca volando a su altura-. Aquí se viene a mirar y si ves algo que te gusta, lo coges y lo traes al mostrador. Y si quieres preguntar, te acercas y preguntas. Que aquí no somos esclavos.

Dicho aquello, se fue volando hacia el mostrador y aterrizó sobre él para seguir haciendo lo que estuviera haciendo.

-Y los robos no nos preocupan, si intentas salir por la puerta con algo que no es tuyo, ellos se encargan -dijo, alzando una pinza para señara a dos escarabajos flanqueando la entrada-. Además, nadie entra robar en una tienda magia. Es como meterse en una cripta de Set, hay que estar zumbado para hacer tales cosas. 

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17/11/2021, 00:22
Nepthis

Tud —sonó el sordo sonido de la madera contra la madera cuando Nepthis depositó el bastón de las arenas en el mostrador.

¿Entonces dices que no robaron, sino que vendisteis este bastón a un demonio de las arenas y su consorte de trasgos malnacidos que se dedicaban a raptar niños? Porque si es así, me encargaré personalmente de que este asunto llegue al faraón. ¿Puedo hablar con la propietaria de la tienda ahora y no con un escarabajo parlante?

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17/11/2021, 00:22
Jotnar

Una persona normal se habría sorprendido de que el tendero en cuestión fuera un escarabajo parlante, a Jotnar por el contrario lo que le sorprendió fue su falta de modales.

Y no por lo que le había dicho a Lurzca, sino porque ¿qué clase de tendero que se preciase se queda escondido y callado como una tumba sin saludar a un cliente que entra? ¡Cuanta desconsideración! 

Lo de la cripta ya nos pasó una vez—comentó alzando un dedo como quien añade una nota a pié de página tras la pregunta de Nepthis—. Y yo me considero una persona muy cuerda. 

​​​​​​Por lo demás, la clériga le había quitado las palabras de la boca, aunque si el bastón tenía aquella inscripción casi parecía más una propiedad de la dueña que un objeto a la venta. De modo que, o el robo no había tenido lugar precisamente en la tienda, o aquel bicho aparte de descortés era un bocazas.

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17/11/2021, 00:22
Lurzca

No hizo falta que Lurzca le replicase a aquel extraño encargado de la tienda. La sutil amenaza de Nepthis y la acertada explicación de Jotnar fueron suficientes para que aquel bicho parlante entendiera que era lo que estaban haciendo allí y si no lo había entendido ya, inútil sería seguro malgastando saliva. Y malgastar saliva era una de la cosas que más odiaba la mestiza, normalmente muy parca en palabras. 

Mientras aquel escarabajo se decidía a ir a buscar a la dueña del local y ésta venía o no. Lurzca echó un vistazo alrededor de la estancia. Estaba lleno de objetos extraños que no acababa de entender; sin duda todos útiles, aunque a ella a priori no se lo parecían. 

Llevaba tiempo detrás de una armadura que mejorase la suya actual, aunque por fuerza tenía que ser cara y por desgracia no habían logrado ahorrar demasiado dinero en sus exploraciones, aunque de objetos mágicos si que Iván sobrados. Igual aquella mujer les ofrecía una buena recompensa por sus servicios o les regalaba directamente una armadura nueva... 

Se encogió de hombros. No lo creía. Si su empleado escarabajo era tan maleducado, posiblemente también lo sería ella y no aparecia el esfuerzo que habían hecho para devolverle lo que era suyo.

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17/11/2021, 00:23
Khapri

El escarabajo volvió a alzar el vuelo y zumbó hacia Nepthis, a la que dedicó un gesto desafiante antes de revolotear en torno al bastón.

-Oh, oh, ya veo -dijo recorriéndolo de arriba abajo-. Ya entiendo, ya entiendo. ¿Dices que estaba en manos de unos demonios goblins que comían niños? Eso es grave, muy grave.

Alzó el vuelvo se dirigió como una flecha al fondo de la tienda, donde se escucharon ruidos y cosas cayendo al suelo, como si el escarabajo se hubiese chocado contra algo. Se oyeron gruñidos y protestas de dolor. Los clientes que habían miraron al grupo y se marcharon de allí.

-Ya te digo, es el bastón... -dijo el escarabajo saliendo de la trastienda.

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17/11/2021, 00:24
Gen Ker-Kes-Lar

Amessis estaba mirando una mano momificada que parecía de su interés cuando, a continuación del escarabajo, apareció una mujer de una edad parecida a la de Nepthis, con una hermosa trenza rubia larga hasta la cadera. Estaba un poco despeinada y se ajustó la túnica, a todas luces parecía haber salido de debajo de alguna montaña de arena. O simplemente estaba poniendo en orden su almacén, porque depositó un armazón de madera que ni siquiera ella sabía para qué podía servir.

-Buenos días, señores, soy Gen Kes-Ker-Lar. Khapri me ha dicho que habéis encontrado un bastón de nuestra propiedad en manos de unos goblins demoníacos que experimentaban con niños. ¿Es eso cierto? ¿Puedo examinar el bastón? ¿Quiénes son ustedes? Le recomiendo que deje eso donde está, señorita -dijo señalando con el dedo a Amessis, que efectivamente había cogido la mano momificada parar observarla más de cerca-. Sirve para mantener a raya a los muertos vivientes, con una sacerdotisa de Hathor a su lado no lo necesita. Además, es de segunda mano, me lo vendió un bardo que dijo que había sido de su compañera que ahora está en el infierno y, bueno, hablaba demasiado así que se lo compré para que dejara de darme la lata. Le quedan pocos usos. Si lo quiere, está en oferta.

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17/11/2021, 00:24
Nepthis

Nepthis tendió el bastón a Gen Ker-Kes-Lar.

¿Le pone usted nombre a todos sus objetos? —le preguntó a la vendedora de objetos mágicos. ¡Y luego le decían a ella que era una obsesa del orden y de la limpieza! Carraspeó—. Sí, es tal y como le hemos dicho al escarabajo. Lo esgrimía un trasgo, que estaba al mando de otros de su ralea. También había un demonio, K'rhamas, con ellos. Habían asaltado a un montón de caravanas, y se habían llevado a los niños. Estamos intentando devolverlos a sus familias.

»Mi nombre es Nepthis, sacerdotisa de Hathor, pero eso ya lo sabéis. Él es Jotnar, excelso jardinero. Ella es Lurzca, veterana de las arenas, y ella, Amessis de Osiris. Juntos somos la compañía de mercenarios de La Barba Insondable.

Nepthis frunció el ceño y se cruzó de brazos.

Y estamos investigando qué papel jugáis vos en todo este asunto, señora Ker-Kes-Lar.

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17/11/2021, 00:25
Lurzca

Amessis parecía haberse encariñado con una fea mano disecada. La dueña la reconoció de inmediato y comentó algo sobre el último dueño de ésta, un bardo que contaba historias sobre el infierno. Aquella mujer parecía recordar la historia de cada uno de sus objetos, lo cual le hacía garante de una gran memoria.

Fuera como fuera, Lurzca se mantuvo a la escucha. Poco o nada tenía que aportar a la conversación que no fuera a decir Nepthis. Ella era mucho más lista y se encargaba de esos asuntos. Lurzca era más de fuerza bruta y de momento no parecía que dueeaya necesitarse en ese momento.

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17/11/2021, 00:25
Jotnar

—Jardinero, escriba, tesorero, estratega, hombre de negocios, cocinero, oyente de historias, especialista en asuntos absurdos, orgulloso propietario del gremio y mercenario compañero de fatigas de estas encantadoras señoritas—volvió a "anotar" Jotnar alzando un dedo. Cuando todo el mundo se lo quedó mirando se encogió de hombros—. ¿Qué? ¡Si se dice, se dice bien!

Señaló el coco que acababa de subirse sobre su cabeza.

—Y este es Cocotilio.

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17/11/2021, 00:25
Cocotilio

El coquito saludó quitándose un sombrero imaginario.

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17/11/2021, 00:26
Gen Ker-Kes-Lar

-¿Nombre? Pues claro, todos los objetos que fabrico llevan mi firma, de contrario la gente la gente que compra mis artefactos no saben quién los ha hecho y no pueden recomendarme.

La maga cogió el bastón, lo llevó al mostrador y lo depositó sobre la superficie. De debajó del mismo sacó una lupa y comenzó a examinar el objeto mientras Nepthis presentaba al resto del grupo. Khapri, el escarabajo, revoloteó el torno a Cocotilio con interés. Amessis jugueteó con la mano momificada y siguió mirando algo de su interés por la tienda.

-¿Qué papel juego en todo esto? -Gen empezó a reírse-. No sé qué decirte. El bastón es mío, o lo era, fue uno de mis primeros objetos y quizá esté un poco desfasado. Lo perdí durante una de mis expediciones a Misthan, cayó al foso de una de las tumbas que exploraba con mis compañeros del gremio. Yo antes era una aventurera, pero un flechazo en la rodilla acabó con esos días, ¿sabeis?

Se tocó la rodilla derecha, indicando su malestar.

-Cómo acabó en manos de un demonio y unos goblins, no lo puedo saber. Lo di por perdido y de hecho, tengo otro aquí mismo. Khapri, por favor, si eres tan amable.

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17/11/2021, 00:26
Khapri

El escarabajo entró en la trastienda y salió con un bastón muy parecido al que habían colocado sobre la mesa. Lo puso de pie junto a Nepthis y voló para ponerse al lado de Gen.

-El nuevo es mejor que el viejo. Oye, encanto, si no lo vas a comprar, ¿puedes dejarlo en su lugar? -el escarabajo voló hacia Amessis, que seguía rebuscando entre las estanterías y tenía la mano momificada todavía sujeta-. Se va a poner peor de lo que ya está. 

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17/11/2021, 00:26
Amessis

Amessis miró al escarabajo y sonrió un segundo antes de activar su aura terrorífica. El escarabajo dio un chillido y salió volando hacia el otro lado de la tienda, mientras la nigromante se partía de risa y el color de su piel dejaba de ser verdegrís para regresar a su tono normal.

-Lo siento -dijo, una disculpa más dirigida hacia Nepthis que al escarabajo.

La sacerdotisa sabía que no lo sentía.