Partida Rol por web

Requiem en Nueva Orleans

Un cadáver para los gusanos.

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13/02/2016, 18:07
Baron Samedi

Eran las 8 de la mañana cuando tu colega Paul te despertó con una llamada avisándote de que había encontrado un buen golpe que dar. Te costó entender de que hablaba, recién despertado, así que tuvo que explicártelo un par de veces.

La vieja casa de la calle Middleton, esa a la que íbamos a fumar cuando nos saltábamos las clases hasta que los O'Donell se cargaron a un negro ahí. Pasaba por ahí para irme a sobar cuando he visto a un par tipos aparcar una furgoneta y empezar a descargar muebles... y una caja fuerte. Los muebles eran jodidas antigüedades, aquí tienen que tener pasta. Pásate a ojear y hablamos sobre venir esta noche, te valdrá la pena, tío.

Paul te cuelga antes de que puedas responderle, dando por hecho el sí. Pocas veces te niegas a, por lo menos, ojear un posible lugar que saquear. No tienes curro en el cementerio, ni del legal ni del ilegal, y lo que sacaste de la ultima casa ya casi te lo has gastado... la lógica te dice que toca ir a ver al bueno de Paul.

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14/02/2016, 00:48
Oliver MacGuiness

Se viste parsimoniosamente mientras estudia su imagen en el espejo. No lo hace por gusto; ni siquiera le importa un carajo su aspecto. Pero sí es cuidadoso, y no le gustaría que algún listillo avispado le reconociera.

Paul le ha llamado hace un rato. No le molesta que le hayan despertado, por norma siempre ha de coger el teléfono, pero si le cabrea que le dejen a medio acabar. Vaya, o ni empezar. Masculla y suelta un par de insultos al aire, mientras piensa en el trabajito que podrían tener entre manos. “El tío es un capullo, pero también es un colega, así que, ¿qué puedes hacer?". No obstante, no va a negar que el asunto despierta su curiosidad.

Cuando cree que esta listo recoge sus cosas, enciende un cigarrillo y sale sin prestar atención al destartalado zulo en el que vive. Camina a grandes zancadas mientras se abrocha hasta arriba el chaquetón, subiéndose las solapas. Cuando vislumbra el sitio apresura el paso y se planta en la acera contraria, algo alejado, mientras prende otro cigarro y observa despreocupadamente.

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14/02/2016, 12:32
Paul Hollander

Mientras te enciendes el cigarro, un "Tssss" llama tu atención. Paul esta plantado pegado a la valla de una casa, a un par de edificios de distancia, con un cigarro entre los dedos. Esta serio, pero en cuanto te acercas a el se le dibuja media sonrisa en el rostro.

Imaginaba que no tardarías. - Dice con un tono ligeramente pedante, al que ya te has acostumbrado. Paul es uno de los pocos amigos que tienes con los que compartes trabajo, y siempre va pendiente de avisarte cuando encuentra un objetivo, a cambio de la mitad de lo que saquéis por poner la furgoneta y el aviso. Te hace un gesto con la barbilla, señalando hacia la casa. El edificio lleva 20 años en venta, abandonado. El jardín es un bosquecillo de malas hierbas que destaca entre los cuidados patios como la oveja negra en el rebaño de un pastor con tendencias ultra-racistas. La puerta ha sido librada de los tablones de madera con los que la habían tapiado, aunque no así las ventanas. Una furgoneta esta aparcada justo delante, con un par de tipos echándose un cigarro apoyados en la parte delantera, sin reparar en vuestras miradas, y despertando la curiosidad de los vecinos que ya creían que nunca iban a tener una nueva familia a la que invitar a sus rancias cenas de amigos en las que jugar al Pictionary mientras hablan de sus miserables vidas y critican a la pareja que ha puesto una excusa para no ir a pasar la noche con una pandilla de paralíticos cerebrales.

Paul vuelve a hablar, queriendo convencerte de dar el golpe. He escuchado las conversaciones de los vecinos con los tipos de la mudanza. La familia no viene hasta pasados un par de días, y estos acaban hoy de traer los trastos. Si encuentras un trabajo mas fácil te pongo una puñetera estatua, macho.

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14/02/2016, 18:12
Oliver MacGuiness

Toma una honda calada, se mete las manos en los bolsillos y le dirige un cabeceo a Paul a modo de saludo, a la par que acorta la distancia entre ambos. Él no le dedica una sonrisa; le escruta con los ojos achicados, una ceja levemente arqueada y el semblante serio. Ese es su particular saludo y respuesta a sus palabras.

Sus ojos ruedan de su compañero a la admirable calle Middleton, pasando por los obreros y encontrando su destino en la puerta de la famosa casa. Ahora rememora las palabras de Paul al teléfono. Oliver siempre había tenido un punto nostalgico. Le gustaba rebuscar en el pasado y atesorar en el presente pequeñas reliquias, objetos, santuarios ficticios. Paul había tocado su punto débil al recordarle las tardes de niñatos, fumando, comentando sobre lo mucho que le habían crecido las peras a una compañera, de lo sexy que estaba otra en gimnasia y de lo idiota que era uno o otro tutor. Uno de los motivos de entre los que le llamaban la atención el asunto, a parte del posible pellizco que iban a sacar con alguna antigualla recargada de esas que tanto les gustan a sus contactos (horteras hay en todos lados) y la supuesta caja fuerte, era ese morbo de revisitar la casa y sentirla de nuevo suya.

Se decide a, por primera vez, abrir la boca. Le sale una voz cabernosa y raspada, como si hiciera años que no hablara.

Todo eso esta muy bien, Paul- le habla con el cigarro entre los labios.- Demasiado bien.- lo mira de arriba a abajo. Podía atraerle enormemente, pero parecía tan sencillo que algo aviva su desconfianza.- Pero se ha despertado mucha curiosidad entorno a esa casa y esto está plagado de cotillas y viejas del visillo. No quisiera a la poli de visita.- Dirige de nuevo la vista al edificio. Vuelve a darle vueltas; podría forzar la puerta, a él se le da bien. La opción de acceder por el jardín podría ser viable. Se muerde el dedo gordo. Exhala el humo del cigarro con gesto cansado y, al fin, decide darle una oportunidad.- En fin, ¿que propones?

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14/02/2016, 18:25
Paul Hollander

Paul te sonríe como si hubiese acabado de escuchar un chiste.
Ya había pensado en los vecinos. Mira, esperamos a que estos de la mudanza se vayan, y llegamos con la furgoneta un rato después. Al momento fuerzas la puerta, te sera fácil, y descargamos algún par de mesas o sillas de nuestra furgo, que parezca que somos de la mudanza. Cargamos lo de valor en alguna caja y nos piramos. Porque iban a llamar nadie a la policía, entonces?

Paul deja caer el cigarro, y lo pisa para apagarlo. Venga, vamos a preparar la furgoneta. Mi madre tiene una lampara horrenda que hará juego con un par de muebles que estos capullos han bajado

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14/02/2016, 18:35
Oliver MacGuiness

Suspira y asiente, con cierto convencimiento. No parece un mal plan para venir de Paul. Para ser justos, siempre ha preferido delegar la tarea de pensar los golpes a otro; él simplemente es el chico de las manos ágiles y diestras. Del dinero fácil sin demasiada implicación. Y un poco vago, también.

¿Sólo la lámpara?- muestra una pequeña sonrisa burlona en su rostro, tratando de picarlo un poco.- Bien, vamos entonces. Creo que también podemos encontrar algo en el almacén de la funeraria.- le contesta mientras se limita a mirarlo y esperar.

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14/02/2016, 22:51
Baron Samedi

Cuando volvisteis a la casa, ya estaba apunto de anochecer. Los de la mudanza, los de verdad, ya habían acabado con su trabajo, y ahora os tocaba a vosotros hacer el vuestro. Paul aparcó su destartalada furgoneta delante de la casa, y bajasteis de ella casi al unisono, con un par de chalecos rojos de corte semejante y unas gorras, una burda imitación de un uniforme para no despertar las mas mínimas sospechas. Fuiste a abrir la puerta, vieja y con la cerradura medio oxidada, que no te dio la mas mínima complicación antes de abrirse con un chirrido que sirvió para alimentar el ambiente tétrico del lugar, como si fuese una película de terror de serie b llena de clichés. Paul mientras abría la puerta trasera de la furgoneta, este con una llave de verdad y no un útil juego de ganzúas como el que usabas tú. Descargasteis un sillón de dos plazas de falso cuero negro, descartado en el tanatorio tras la ultima redecoración, dejándolo en el primer lugar libre de la casa. Esta casi como la recordabas, la única diferencia, aunque notable, los muebles repartidos en el lugar y las cajas de cartón con la palabra "Frágil" escritos en el lateral, con una flecha indicando que parte debería quedar arriba. Muchos de los muebles son antigüedades, como dijo Paul, y por todos lados hay candelabros, cubertería, joyería de buena calidad. Un buen botín, aunque falta algo. La caja fuerte de la que hablo Paul... Tus ojos inmediatamente se dirigen hacia la escalera que baja hasta el sótano, donde los O'Donell ejecutaron a "Racoon" Brown, un gangster que resultó ser un policía encubierto y cuya muerte llevo a los hermanos de ascendencia irlandesa a pasar el resto de su vida en la cárcel. Por las marcas que hay en el suelo, han arrastrado algo hasta el piso de abajo. Algo pesado.

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16/02/2016, 01:41
Oliver MacGuiness

Con las pintas que llevaban parecían un par de pardillos. ¿Ellos, unos currelas de mudanzas? Y Dianne era monja, claro. No pudo evitar soltar una suave risotada al verse reflejado en el retrovisor, con la gorra de promoción de supermercado de barrio calada hasta las cejas. Se rió un poco también de Paul, como mandaba la costumbre. Todo muy inocente.

A continuación bajó de la furgo y, sujetando todavía la puerta, recorrió con la mirada el portón, relamiéndose suavemente los labios. Notó un calambre que le recorrió desde la coronilla hasta la punta de los dedos. La dilatación pupilar, el cuerpo ardiendo, la liberación de hormonas generando violaciones sinápticas.
La sensación de anticipación, la adrenalina previa al acto y la ensoñación de lo que acontecería después siempre le habían resultado demasiado adictivas. Como la rutina previa a esnifar una buena raya. Incluso hasta el punto de no hacerlo retroceder ni valorar las consecuencias futuras. Pero aquella vez había algo distinto. Estaba demasiado excitado. Todo tenía un cierto...morbo especial. Algo que no sabía definir.
Se acercó, al fin, estudió la cerradura y sacó el "kit de supervivencia", para introducir después el gancho. Tras un rápido clac, se abrió. Resulto muy fácil.

Ayudó a Paul y, visiblemente impaciente, observando a un lado y otro de la calle, al fin se sumergió en la casa. Aspiró el aire del ambiente, antiguo, cerrado, deleitándose con algunos recuerdos que iban surgiendo. Sonrió un poco. El aspecto lúgubre sólo acrecentaba su interés. Husmeó aquí y allá, lentamente, recorriendo con el dedo los muebles y disfrutando de su tacto. Allí habían cosas, por lo menos, interesantes. Y caras. Aunque había algo que le llamaba como un farol iluminado en medio de la noche. Siguió el camino marcado, que parecía estar ahí esperándole. Sin percartarse de nada más descendió las escaleras.

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16/02/2016, 15:39
Baron Samedi

Bajaste los escalones de madera, uno a uno, que crujían bajo tus pisadas como si estuviesen a punto de venirse abajo. Algo olía mal, a animal muerto, y conforme más descendías mas fuerte y evidente se hacia el olor, y apenas entraba luz al piso de abajo por la puerta por la que acababas de pasar, y no había ninguna ventana o abertura de ningún tipo que filtrase ni un rayo de sol. Tuviste que sacar una linternita, que siempre llevabas en trabajos como estos, y la encendiste esperando encontrarte el cadáver de algún perro o gato siendo devorado por ratas, pero lo que encontraste no era lo que te esperabas. Del techo del sótano colgaban tres ganchos de carnicero recién colocados, con el acero inoxidable bien pulido y cuidado. Al fondo de la estancia hay un baúl enorme, del tamaño de una cama, entre otros dos muebles. El de la derecha es una mesa con una bandeja de metal vacía y un delantal de carnicero completamente limpio y blanco, y el de la izquierda, una caja fuerte antigua. Cuando inspeccionas el enorme baúl te das cuenta de que es de ahí de donde emerge el desagradable olor. Te fijas que no tiene ningún tipo de cerradura o manera de abrirlo desde fuera. Como si solo pudiese abrirse desde dentro. La caja fuerte, es otro tema. Es vieja y su cerradura es arcaica, podrías abrirla con los ojos cerrados.

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17/02/2016, 00:01
Oliver MacGuiness

El ambiente familiar, cautivador y, porque no, apetitoso, que le había estado acompañado hasta ese momento empezó a disiparse poco a poco para sacudirle uno nuevo, que le provocó una potente náusea. Tragó saliva. Estaba acostumbrado a la olor de muerte, pero aquella era considerable y le había pillado de improvisto, como si le hubieran dado un sartenazo en la cara. Aquello había roto el hechizo, el trance con el que se había dejado guiar hasta allí abajo. Entonces fue consciente de la oscuridad que le rodeaba. No veía un carajo. Así que hecho mano de nuevo de su famoso kit y encendió la linternita tras dar con ella; primero se iluminó a sí mismo, cegándose un poco, luego iluminó el sitio. Y, joder, eso no se lo esperaba.

Abrió un poco la boca y notó que se le erizaba el vello de la nuca. Incluso retrocedió un par de pasos. Aquello no tenía muy buena pinta...Tres ganchos afilados le amenazaban. Pero que cojones... Se aproximó un poco y los examinó. Estaban impolutos. Esto no puede ser un recuerdo de los O'Donell, desde luego... Se alejó en un acto reflejo. Observó un poco más a su alrededor, todo lo que veía tampoco animaba demasiado. Por no decir nada en absoluto. Casi estuvo a punto de irse por patas cuando vio la caja fuerte, al lado de un baúl. Le vino otra pequeña arcada al acercarse. Inspeccionó ambos, con cara de asco, pero a la vez con ojos iluminados al confirmar que la cerradura era pan comido. Se lanzó a abrirla rápidamente con ansia, como un animal hambriento.

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17/02/2016, 00:11
Baron Samedi

Te dispones a abrir la caja fuerte, cuya cerradura te resulta tan accesible como la promesa de lo que guarda te resulta excitante. Pero algo falla. El baúl no solo desprende desprende un nauseabundo olor, también... es algo extraño, no consigues deducir el que, pero te aterra de manera antinatural. Los pelos de tu nuca siguen erizados , el sudor frío se escurre por tu espalda y te sientes húmedo y sucio.

Tu mirada está fija en la cerradura, ves tus manos paradas delante de ella, con tus herramientas entre tus dedos, rígidos, la ganzúa dentro del mecanismo completamente lista para abrir la puertecita, iluminadas por la linterna que guardas entre los dientes. Quieres girarte, tienes que girarte y mirar el baúl, asegurarte de que no esta abierto... pero tienes la certeza de que si miras, estará abierto y lo que sea que haya dentro acabara contigo. Pasa un largo minuto en que tu respiración agitada es lo único que consigues escuchar, enmudeciendo hasta el retumbar de las pisadas de Paul en el piso superior... Te giraras, o acabaras el trabajo sin mirar hacia atrás?

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17/02/2016, 00:23
Oliver MacGuiness

Empieza a respirar rápido, demasiado rápido. Hacía un momento estaba impaciente, exultante por conseguir su objetivo. Ahora siente los músculos helados, los brazos inertes, como si estuvieran ya en rigor mortis. Antes de girarse nota el estómago ingurgitándose a sí mismo y el corazón dando un vuelco, como si hubiera dado un salto. Mira el baúl.

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17/02/2016, 21:20
Baron Samedi

Al girarte, para tu sorpresa, ves que el baúl sigue completamente cerrado. La enorme caja de madera no ha sido perturbada de ninguna forma, ni desde dentro ni desde fuera, aunque sigue emitiendo un desagradable olor que no puedes ignorar.

Oye, acabas de una vez o... ah!

La voz de Paul te sobresalta, del salto estas a punto de partir tu ganzúa dentro de la cerradura. Miras hacia tu compañero, y le ves junto a los ganchos, uno de ellos balanceandose levemente mientras tu amigo se echa la mano enguantada al cuello

Que es esta mierda? Me ha arañado, joder. Y aquí apesta a bicho muerto... acaba con eso y vamono, ya he preparado lo de arriba. La mano de tu compañero pasa de su cuello a su nariz y boca mientras trata de respirar lo mínimo ahí abajo.

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17/02/2016, 22:54
Oliver MacGuiness

Sigue petrificado observando el baúl, en la misma posición en la que se quedó, sin poder apartar la mirada, esperando algo. No pasa nada y, ciertamente, no sabe si eso le tranquiliza o le resulta una decepción. Esta tan concentrado en el objeto que pierde la noción del tiempo y hasta empieza a acostumbrarse al hedor. Tanto que ni siquiera se da cuenta de las pisadas tras de si...

De un respingo se aparta de la caja fuerte y, dejando la ganzúa donde quedó, se gira para dar con Paul, profiriendo insultos varios hacia él y su estirpe en el interior de su cabeza. Le mira con irritación.

Me has dado un puto susto, ¡joder!.-Imbécil. Vuelve a dirigir la mirada hacia la caja fuerte.- No me metas tanta prisa, que aquí abajo no se veía un carajo y tengo que aguantar esta mierda de olor. Casi estoy...- murmura haciendo girar el gancho y abriéndola, por fin.- Ya está. Apártate de eso y ven a ayudarme.

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17/02/2016, 23:16
Baron Samedi

Ayuda con qué? En serio, que coño es ese olor?

Paul se acerca a ti, no muy convencido, y ambos os paráis a abrir la puerta de la antigua caja fuerte, sorprendiéndoos con lo que guardaba en su interior. Un fajo de cartas y fotos bastantes antiguas en apariencia y que ni os molestáis en revisar profundamente, ya que vuestra atención pasa por una cestita, repleta de joyas. Anillos de oro y piedras preciosas, sortijas de plata. Paul no lo duda y vuelca el contenido de la cesta en una de las bolsas que lleváis. En el cajón inferior de la caja fuerte descansa una foto enmarcada, de una antigua carnicería, con un par de hombres delante de esta. También hay un pañuelo bordado, y un cuchillo de carnicero y un afilador, ambos con mangos tallados y de la mejor calidad. Pero el premio gordo viene en forma rectangular y de color dorado. Un lingote de oro.

Paul se ríe nervioso a tu lado.

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18/02/2016, 00:42
Oliver MacGuiness

No le hace ni caso. Oliver está inmerso en el contenido de la caja. Manosea un poco las cartas, con desinterés, y luego las joyas, jugando un poco con ellas y sonriendo de medio lado, visiblemente complacido. Después de que Paul las "tome prestadas" continúa con el ritual. Toma la foto, pasa sus finos dedos por la superficie y su mirada se desvía de nuevo, primero hacia el inmaculado delantal que descansa cerca del baúl y después hacia los afilados ganchos. Vuelve a sentirse intranquilo, aunque trata de no prestarle atención. El cuchillo y el afilador tallados también le parecen valiosos. Le propone a Paul cogerlos. Hasta que ve el enorme lingote.

Madre mía...-dice entre susurros, mirando a Paul con los ojos abiertos como platos y contagiándose un poco de esa risa histérica. Lo coge, nota su peso y le tiembla un poco el pulso.

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18/02/2016, 00:50
Baron Samedi

Mételo ahí - Dice abriendo la bolsa para que eches el kilo de oro - Y el cuchillo también, si quieres. - Por un momento la mirada de tu compañero se para en el baúl - Tío... vámonos ya.

Le haces caso. Ya tenéis lo que buscabais, así que salís del sótano librándoos del repugnante olor por fin. Paul agarra una de las cajas, y te hace un gesto para que cargues con otra. Al salir, os topáis de frente con uno de los vecinos cotillas, un hombre de unos 50 años, de pelo blanco y ataviado con un polo de color rosa.

Creía que los de la mudanza ya habíais terminado... Y vosotros no sois los de antes - Dice mirando las cajas que lleváis - Podríais enseñarme las llaves o algún tipo de recibo o algo que demu...

Claro! - Dice Paul antes de tumbarlo con un puñetazo en la barbilla, librándolo de su curiosidad junto a alguno de sus dientes. La mujer del hombre, que estaba mirando por la ventana, suelta un grito, y por el teléfono en su mano sabéis que ya tiene el numero de la policía marcado, así que cargáis todo con rapidez y os marcháis dirección Nueva Orleans.

No llegáis a la ciudad, puesto que vuestro destino esta en un punto intermedio, un almacén en Norco, una suerte de pueblo dedicado a la refinación de petroleo y que es donde vive tu contacto con el mercado negro. Jamal Parquet, un afroamericano que conoces desde hace años casi de manera impuesta por los O'Donoghue, la "familia" que de vez en cuando te traen algo de trabajo extra al cementerio. Al menos Jamal no tiene mala relación contigo. No se preocupa de preguntar de donde has sacado lo que le traes, ni siquiera por curiosidad, y no se lleva mas comisión de la cuenta, por muy difícil que le resulte colocar según que objetos. Y esta noche no es diferente, ni tan siquiera con el lingote de oro. Jamal os da vuestro dinero, os ofrece algo de beber, algo que esnifar, y termina despidiéndose para ponerse el a ganar algo por lo que le habéis traído. El viaje de vuelta a LaPlace tiene otra parada; Montz. Otro pueblo de mala muerte, lleno de pobreza, donde Paul aparca la furgoneta en el garaje de un conocido, y pasa a sacar su otro coche. No es plan de pasearse por LaPlace con el vehículo de un crimen, y Paul ya tiene experiencia con estas cosas. Os libráis también de los chalecos y las gorras, y volvéis, esta vez si, a casa.

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18/02/2016, 13:07
Oliver MacGuiness

No es momento de cuestionar nada. Hace caso a Paul, añade el cuchillo y el afilador al botín y se lanza a las escaleras, no sin antes echar una última mirada al baúl.

Como había predicho, aquél maldito barrio estaba lleno de meapilas curiosos que no podían limitarse a jugar al parchís, mirar el canal Fox o las mierdas que hicieran los adinerados rancios. Paul le noqueó y Oliver le pasó por encima, pisándolo sin miramientos y añadiendo un par de patadas. Metió la caja en la furgo, cerró de un portazo y se abalanzó al asiento del copiloto, no sin antes dedicarle un corte de manga a la señora que les había descubierto. Paul arrancó y desaparecieron como alma que les lleva el diablo. Las sienes le latían intensamente y se sentía un poco mareado después de toda la adrenalina soltada en tan poco tiempo. Lo solucionó con un cigarro, que fumó avidamente, acabándoselo en un momento.

Métete por ahí- le dijo a Paul cuando llegaron a Norco.

Saludó a Jamal con un apretón de manos. Lo conocía de hacía tiempo. No le caía mal, pero a diferencia de con Paul, le trataba con cierto respeto y distanciamiento. Hasta que el tío se ponía simpático y tontorrón por la bebida (y seguro que algo más) y les daba a probar del nuevo speed o éxtasis que salía al "mercado" y conseguía de múltiples contactos. Si algo bueno tenía Jamal eran esos amigos que le salían de la nada con buenos regalos. Nunca se preguntaban nada personal, ni de sus respectivos trabajitos, ni de sus familias, ni siquiera de los O'Donoghue y
que tenía que ver él con ellos. Y otra cosa buena que tenia su relación con Jamal era la posibilidad de, con confianza, pedirle algún favorcito. Le propuso quedarse el cuchillo y el afilador tallados y nadie pareció poner inconveniente. Tasó todo y Oliver se frotó las manos con entusiasmo, siendo consciente de la pasta que se iban a llevar. Sonrió a Paul.

Después de beber y pagarle por unos gramos de speed que se tomaría en su casita, se despidieron. En el coche de Paul, tras abandonar la furgoneta en Montz, el ambiente es de jolgorio. Da golpecitos a la guantera mientras canturrea animado e incluso se anima a esnifar allí mismo y ofrecerle a su colega. Dan unas cuantas cabriolas cuando están de nuevo en su barrio, chuletas como ellos solos, hasta dejarle en la puerta de su casa.

¡Buen trabajo, tío!- le dice apoyado en la ventana del conductor, visiblemente acelerado.- La estatua te la voy a tener que poner yo a ti.

Hace un poco más de broma, se despide con un saludo militar y se mete en el agujero - ahora lo llaman edificio a eso- en el que vive. Monta un poco de escándalo, cierra de un portazo la puerta de su piso y descarga el dinero en la cama, excitadísimo. Lo esconde en una suerte de caja fuerte que le hace el apaño, de momento. Quizás lo lleve a la funeraria, o a la casa de sus padres. No lo tiene aún muy claro, no había tenido tanto dinero nunca entre sus manos. Se abre una cerveza para celebrarlo, se tumba en la cama y, viendo colorines y lucecitas, se queda dormido.

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19/02/2016, 15:52
Baron Samedi

Son las 3 del mediodía cuando acabas despertándote tras la pequeña fiestecilla que te montaste para ti solo. Te levantas cansado, con hambre, y te sientes débil, pero ese malestar se borra rápido en cuanto ves el cuchillo y el afilador colocados sobre la mesita, y recuerdas el golpe de ayer. Miras el móvil para ver la hora y ves varias llamadas perdidas de tu padre, con un mensaje en el buzón de voz, informándote de que esta noche tienes trabajo, para enterrar a alguien a quien no le llevaran flores a la tumba. Pero aún tienes la tarde libre, y dinero que gastar...

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20/02/2016, 20:23
Oliver MacGuiness

Tiene la boca pastosa, los ojos hinchados y la nariz irritada. Una de sus manos se desliza tanteando las sábanas, luego a sí mismo. ¿Se ha meado encima?, ¿no se quitó la ropa?. Empieza a toser como un perro, atragantándose, incluso le vienen ganas de vomitar. Se incorpora, alcanza como puede la cerveza caliente a medio acabar y, engulléndola como si le fuera la vida en ello, empieza a observar el desastre. Su propio desastre. Se le escapa una suave risa rasposa, que se convierte en una estridente y exagerada cuando al fin es consciente de todo lo que pasó ayer. Joder...el jodido speed.
La sonrisa se le borra rápido cuando repara en el móvil. Aún con las pintas de vagabundo (eso le costará mínimo una irritación) mira las múltiples llamadas y escucha el mensaje. Se muerde el labio. A su padre no le gusta que le hagan esperar y a él no le gusta hacerlo. Ni provocar su enfado. Suspira cansadamente.

Después de ducharse, al fin, y de juguetear con las posibilidades que se le abren para aquella tarde, cuenta el dinero y lo divide en dos partes. Una irá consigo, la otra se quedará ahí de momento. Cuando abandona el piso se enciende un cigarro y se pone las gafas de sol. Con una mochila al hombro, cargando con el cuchillo y el afilador, se adentra en las calles oscuras de LaPlace con un destino fijo; una roñosa tienda de antigüedades de un conocido. Saluda al anciano Charles y, después de la charla pertinente, le enseña los objetos. Desea saber un poco más de ellos, desde un primer momento le parecieron interesantes. Y el viejo Charles es un experto.