Partida Rol por web

Requiem en Nueva Orleans

Un cadáver para los gusanos.

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01/03/2016, 21:31
Oliver MacGuiness

El camino hasta aquella casa había sido como andar entre bruma y sombras. Sombras que jugueteaban a su alrededor, riendo e instándole a seguirlas, cosa que hizo sin rechistar. Cuando llegaron un escalofrío repentino le recorrió la espalda, enturbiando su vista. Repitió el mismo proceso de siempre, miró a todos lados y se relamió los labios con excitación, cumpliendo uno de sus pequeños placeres, el de regodearse en anteriores escenarios. Aunque aquello le llevó a pensar que, quizás, debió molestarse en preguntar a quién robaban cada vez que Paul le mezclaba en esos asuntos. Pero, ¿realmente importaba ahora? No.

Me han enterrado vivo.- contestó con una voz monocorde, pausada. Quería dejarlo estar con esa respuesta, muy a su pesar, no pudo frenar el vaivén de recuerdos. Empezó a asomar un ligero brote de incetidumbre y crispación, cerró los ojos, apretó los puños..El cuchillo clavado en su estómago, deshollándolo, el tipo con cara porcina, sonriéndole, el brazo de Jamal, arrancado, la sangre regalimando por sus labios...Se llevó un par de dedos a esa misma zona y los acarició con vehemencia...la tapa del ataúd volando, la banda que habían sorteado...Sintió poco a poco cómo el suelo se desvanecía bajo sus pies, tratando de enterrarlo de nuevo. ¿Otra vez?, masculló para sus adentros, mientras sentía que caía. No. Se agarró al borde y regresó a la realidad, sin poder controlar las palabras.-...Me han destripado, he arrancado un brazo, he engullido sangre, se me han comido los bichos. ¿Estoy muerto?...¿Quién eres?- le miró con ojos idos.

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01/03/2016, 21:45
El Forastero

Si, estas muerto. Soy la persona que vive aquí. Hay gente que dice que no hay robo más indecente que el que se hace a un difunto, supongo que la pena de muerte que te han impuesto por ello alegraría a esa gente.

El joven sigue mirándote fijamente, escuadriñando tu mente. Casi puedes notar su presencia invasiva y observadora dentro de tus pensamientos.

Estas algo más que muerto para ser exactos, Oliver. Estas maldito, la sangre corrupta del carnicero ahora alimenta tu existencia. La mirada del extraño deja tus ojos durante un segundo, para mirarte de arriba a abajo, o eso intuyes por el movimiento de su cabeza. Solo vuelve a hablar cuando clava tu mirada en ti Al menos has tenido suerte y no has heredado su nariz. Eso ha sido una broma, te atreverías a decir. O quizá no.

Eres un vampiro ahora, Oliver. Antes de negarlo piensa en lo que sentiste al beber de Jamal. Hasta mi propio vello se erizo cuando sentí la emoción de placer que desprendiste. Sin dar tiempo a que digas o reproches nada, vuelve a hablar. Mira tu mano derecha, la que te heriste cuando rompiste el brazo de Jamal - Tienes la mano herida, aunque no desprenda sangre. Piel y carne están levantadas y su alrededor amoratonado - Ahora concentra tu sangre en ella, usa tu voluntad para cerrarla. Miras tu mano y lo intentas, no sabiendo bien que quiere decir. Pero funciona de manera natural, casi sin darte cuenta. La herida de tu mano comienza a cerrarse mientras la miras hasta que se queda como si nada le hubiese pasado. Te quedas mirando la mano un par de segundos más, embobado y sorprendido, hasta que te distrae un pequeño insecto que corretea por ella. La mirada de tu salvador continua fija en ti.

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01/03/2016, 22:27
Oliver MacGuiness

Deja que el insecto corretee en el dedo índice de su mana contraria, sin molestarle en lo más mínimo, mientras continua examinando la otra y, de paso, el resto de su aspecto; pálido, helado, sucio. No le había dado importancia hasta ahora. ¿..Vampiro? Traga saliva y tiembla.

¿Porque no me ha matado? ¿No era eso lo que merecía?- rehuye la mirada de ese tipo. A pesar de que le tienta, le atraviesa de una forma que detesta. Oliver no es ni mucho menos un santo, y ese hombre se lo recuerda.- Quienes sois y porque me has salvado. Qué hago aquí.

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01/03/2016, 22:30
El Forastero

El castigo que te ha impuesto ha sido mucho peor que la muerte. Le robaste lo que más quiere, y Jamal también pago por tenerlo. Pero eso no debe importarte ahora mismo, para el sigues metido en esa caja... Ya te preocuparas llegado el momento.

El tipo comienza a andar por la sala, alrededor tuya, observándote curioso. Sus pisadas no emiten ningún sonido, y por primera vez te fijas en sus pies. Va descalzo, apoyando levemente los pies al caminar.

Te he salvado de una vida eterna de pesadillas y hambre porque te deseo y te admiro, Oliver. Observe desde las sombras de mi hogar como entrabas sin alertar a nadie, a ninguno de mis vecinos, como te llevabas todo lo de valor. Te vi hacerlo una y otra vez, sin herir nunca a nadie y sin ponerte en peligro, hasta ayer. Me sorprendió y decepcionó como cambiaste tu modus operandi y hasta deseche la idea de tomarte para mi. Pero no podía dejar pasar la oportunidad de estudiar la reacción del carnicero, la tuya, la de Jamal y la de Paul. La noche de ayer fue terriblemente excitante, fue increíble descubrir la historia mediante tus pensamientos, los de los dos sirvientes del carnicero, los de Paul... Hasta me alimente de ti por primera y única vez, mientras dormías, notando el subidon del Speed que aun permanecía en tu sangre. No podía dejarte ahí abajo después de la noche de ayer, pero tampoco podía privarme de la resolución de esa magnifica historia. El forastero sonríe por primera vez, una sonrisa complacida, de gratos recuerdos y de una gran experiencia.

Iba a tomarte como mi hijo, pero creo que no serás mas que mi aprendiz, mi protegido. No pienses en rechazarme, Oliver, porque entonces tendré que darte muerte y no habrá un segundo despertar

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01/03/2016, 23:40
Oliver MacGuiness

Se atreve a observarlo mientras revolotea a su alrededor, de forma fugaz, temiendo que vuelva a atravesarlo con aquella mirada tétrica que le resulta tan hipnótica a la vez. Le escucha, cierra los ojos y rememora el subidón exagerado que había sentido desde que había escrutado más allá de la puerta de la casa del carnicero hasta que había logrado hallanarla. Eso no justificaba sus actos, pero le había provocado tanto...Se estremece al pensar en el carnicero, se acentúa al imaginarse a alguien observando su fiestecita privada, desde las sombras, cerca, demasiado cerca, mordiendo y deleitándose. No sabe si esto le excita o disgusta.

Cuando acaba de hablar y le sonríe, se le eriza el vello de la nuca. ¿Tiene alguna opción que no sea la de ser su aprendiz?

¿Cual es tu nombre?- dice a media voz, sin afirmar ni negarse a nada.

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01/03/2016, 23:56
El Forastero

Esa es una triste pregunta para hacerle a alguien que va a relatarte las reglas de una nueva vida eterna, Oliver. Su tono de voz refleja decepción, pese a su calma y pausa habitual

Comienza a andar hacia una habitación contigua, y sabes que quiere que le sigas. La habitación también tiene las ventanas completamente tapadas, y tiene una cama hecha con sabanas y mantas de estilo antiguo y viejo, de hace como poco 30 años. hay un par de mesillas sin nada encima mas que polvo, un armario cubre toda una pared, y en la otra hay algún tipo de mueble tapado por una cortina echada por encima.

Oliver, de verdad piensas que ahora eres un vampiro, que yo también lo soy? Dime, si lo piensas, como justificas nuestra existencia. Que nos hace vivir sin respirar, que nos permite curar nuestras heridas a voluntad? Una enfermedad, un virus? Un hongo alienigena?

El joven se acerca al mueble cubierto, y tira de la cortina, revelando un espejo. Tu reflejo esta distorsionado, tus rasgos un autentico borrón pese a que estas quiero frente a el.
Crees en dios, Oliver? No hay nada que defina mas a tu reflejo que la palabra maldición, y si existen cosas de ese tipo, como podemos negar a Dios?

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06/03/2016, 17:07
Baron Samedi

Había pasado un par de días desde que llegaste al refugio de Alex, AKA "El Forastero", y este estaba "instruyendote en el Requiem", según sus palabras. Empezabas a descubrir los secretos de tu nueva naturaleza, el poder de la sangre, el peligro del sol y del fuego, la sociedad vampirica y sus reglas... Todo te resultaba extraño, pero no podías negar nada de lo que te contaba, simplemente asimilabas sus palabras e intentabas no perder la cordura en tu nueva situación.

Debo marcharme, volveré antes del amanecer. Aprovecha mi ausencia para alimentarte de la mejor manera que veas posible, pero recuerda no matar a nadie. - Son las únicas palabras que te dedica tu mentor justo antes de desaparecer en una de las sombras del cuarto.

El simple hecho de que te tenga que recordar que no debes acabar con ninguna vida te hace tener escalofríos, así como su repentina marcha. Nunca has "cazado", no sabes por donde empezar y no tienes su guía. Te sientes perdido, pero la simple idea de volver a beber sangre te parece terriblemente apetitosa...

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06/03/2016, 22:12
Oliver MacGuiness

Aquellos dos días se había sentido como un cachorrillo perdido, estúpido y asustadizo al que debían llevar de la mano en todo momento. No acababa de acostumbrarse a su nueva situación, el refugio se le antojaba ahora diminuto y la presencia de Alex le asfixiaba y seducía al mismo tiempo. Mientras le relataba cada detalle de aquella muerte en vida, su tutor le escrutaba con minuciosidad tratando de hallar algún motivo por el que Oliver fuera merecedor de su eterno tiempo o de su interés, o deseo..."...porque te deseo y admiro, Oliver". El muchacho se estremeció al pensarlo. Por supuesto todo eso eran sus impresiones, elucubraciones paranoicas que le atormentaban cuando se sentía febril y ansioso, que solía ser...todo el tiempo.
Aquellos dos días también pensó demasiado, tanto que acababa agotado. Pensó en el sentido de su existencia, en la de los vampiros, en su origen. Pensó en la religión y la fe. Nunca se consideró creyente, pero siempre había necesitado amarrarse a algo que diera sentido a las cosas y le hicieran subsistir en ese apestoso mundo. Sin ello se sentía rematadamente torpe e inepto. Las tradiciones familiares lo habían sido hasta ese momento, por incomprensibles e indecentes que fueran él siempre las había cumplido, aunque no hubiera motivo. Luego fue el hurto, el dinero propio y después la droga. ¿Y ahora qué iba a ser?

Sentado en la repisa de la ventana observó a su tutor marcharse, con gesto impasible. Mantuvo la mirada durante un par de segundos en algún punto de aquella oscuridad hasta que la desvió, resoplando. Se mordió el dedo gordo y a continuación se incorporó, acariciándose la nuca con violencia. ¿Y ahora a dónde coño voy? Las sienes empezaron a latirle, notó la adrenalina recorriendo sus venas. Se preguntó si eso sería algún tipo de síndrome de abstinencia. ¿De abstinencia de speed? No. Sabía que no, era otra cosa. Se mordió el labio inferior.

Cuando quiso darse cuenta estaba abandonando el portal del edificio. Sus piernas iban solas; andaba encorvado,con la cabeza gacha, a pasos firmes a la par que cansados, marcando el ritmo y las distancias. Olisqueó el ambiente y chasqueó los dedos compulsivamente en el interior del bolsillo de su pantalón de trabajo, poniéndolos a tono. Finalmente se paró delante de una casa.

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08/03/2016, 16:20
Baron Samedi

Paras frente a una casa, en uno de los barrios más desocupados de la ciudad. Antiguamente esta fue una calle llena de familias republicanas, caucásicas y cristianas... hasta que se mudó una familia de negros escandalosos y conflictivos. La policía no podía hacer nada, pese a las quejas de las familias. Otra casa se vendió, poco después, siendo ocupada por otra familia afroamericana igual de conflictiva. La gente del barrio comenzó a marcharse, devaluándose la vivienda, y cuando ya no quedaba nadie, las familias de color volvieron a sus barrios de origen en Nueva Orleans. Una promotora inmobiliaria comenzó a publicitar y a reformar la calle poco después, y familias republicanas, caucásicas y cristianas están comprando las casas a precios 3 veces más altos de lo que consiguieron sacar los anteriores inquilinos. Todos lo habían visto desde el primer día, pero nadie pudo hacer nada.

No es que te importase, tampoco. Tu también les robaste alguna cosa. Menos cantidad, eso sí. Ahora toca dar la bienvenida al barrio a uno de los nuevos vecinos... usando alguno de los trucos que te ha enseñado Alex. Lo primero es seguir tu viejo ritual... Es fácil encontrar ganzúas, eres capaz de improvisarlas con cualquier cosa. Un par de clips doblados y aplanados en el sitio correcto, y estabas preparado para abrir la puerta.

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08/03/2016, 16:52
Oliver MacGuiness

En un primer momento no reconoció el barrio. Había deambulado por las calles de LaPlace sin prestar la más mínima atención, siguiendo un impulso que ni siquiera se había planteado cuestionar. No estaba para darle demasiadas vueltas, pensó, notaba que tenía que darse prisa. Además, tampoco habría podido distinguir nada en ese momento; cegado por luces rojas y azules en una oscuridad absoluta -dos ideas bastante disonantes-, se encontraba en un lugar brillante y tan negro a la vez que le impedía situarse. La realidad se distorsionada a su alrededor y había empezado a gotear como una esponja saturada. Le estaba dando el mono, patético yonqui, hacía mucho tiempo que no le pasaba de forma tan acusada. Pero joder, me importa una mierda. Sólo quiero ese chute.
Sentía un olor mohoso y fétido, a pis y cuerpos rancios. Se preguntó si provenía de las calles o de sí mismo. Dedujo que lo causaba él cuando por fin, arrastrado por una fuerza que no supo de donde había logrado sacar, pudo regresar al mundo real. Empezó a recordar, visualizó un par de casas, aquellas a las que había hecho una visita especial. Se acordó de un caso especialmente sonado, el de la anciana adinerada de la casa 202 a la que nunca nadie iba a visitar. Hoy en día muy pocas familias están unidas, ni siquiera aquellas que hondean con orgullo el estandarte de la familia tradicional, la de toda la vida -¡oh no!, ni hablar de indecencias como el matrimonio homosexual-. La gente se desplaza, vive en diferentes partes del país, llevan vidas distintas. Es inútil lamentarse por algo tan inevitable como la decadencia del círculo familiar. El caso es que, aunque era poco honroso, les pareció un trabajito fácil; entrar por la noche mientras estaba dormida, probablemente a base de orfidales -¿quién no los tomaba hoy en día?-, robarle las joyas y el dinero que pudieran encontrar y marcharse tan pronto como habían llegado. Si la señora se lo ponía difícil, Paul o él mismo la podrían aplacar con facilidad. Pero, oh, quizás habían obviado el detalle de que las abuelitas de ascendencia sureña suelen tener una escopeta en el hogar. ¿Para que necesitas un vigilante si tienes una escopeta? La vieja no era tan decrépita como esperaban, casi acaban con más de un balazo. Tuvieron que huir por patas con un mísero botín y con la dignidad hecha mierda. Cuando Oliver se enteró de los asuntos sucios de la inmobiliaria no lo lamentó tanto.

Pero ahora no era momento de ponerse nostálgico, tenía que actuar ya, sabía que sino colapsaría. Se llevó la mano de nuevo al bolsillo y hurgó hasta dar con el premio. Dobló uno de los extremos del clip en línea recta, se agachó y lo introdujo en la cerradura. Repitió el mismo proceso con otro clip y giró ambos en sentido contrario, insertándolos con fuerza. Rememoró la primera vez que consiguió abrir la puerta del aula de castigo del colegio con ese método. Sus primeros pinitos. El portón cedió con un suave crujido, acabó de abrirla con un movimiento de mano, acompañándola para que no hiciera demasiado ruido. Aspiró el olor de la casa con excitación y nerviosismo y entró.

- Tiradas (1)

Motivo: Abrir puerta

Dificultad: 1

Tirada (8 dados, se repiten 10s): 2, 3, 10, 2, 1, 8, 6, 10, 8, 3

Éxitos: 4, Éxito

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11/03/2016, 22:36
Baron Samedi

Era la típica casa de suburbio de clase media americana. Un hall con unas escaleras con las fotos familiares ascendiendo hasta el piso de arriba, donde estarán los dormitorios. La cocina al fondo, la sala de estar a mano derecha... En el hueco de las escaleras, la puerta que lleva al sótano... Casi te imaginas un gran baúl ahí abajo...

 

A simple vista, pocas cosas de valor... salvo cosas electrónicas demasiado aparatosas como para llevarte a pie. En el piso de arriba habrá más tesoros. Subes las escaleras, encontrándote con varias puertas... una esta abierta, duerme un niño de unos 10 años, con la luz de la lamparita encendida. Escuchas los ronquidos del padre en el cuarto aledaño... de tu cuerpo caen larvas, como si fuesen gotas de agua filtrándose muy lentamente desde la boca de un grifo mal cerrado.

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12/03/2016, 01:09
Oliver MacGuiness

Escrutó el hall con los ojos achicados y una sonrisa en el rostro. A continuación abrió la boca y dejó salir una lengua viperina. No lo era en el aspecto, pero sí en los movimientos; recorriéndola de lado a lado de la boca y pasándola por los dientes parecía una serpiente tanteando el ambiente. Rodó los ojos de la cocina al salón y de las escaleras a la puerta del sótano. En un acto reflejo miró a sus pies esperando encontrar el camino que días antes le había hecho descender a otro tipo de destino. No había nada, obviamente, y si lo hubiera habido esta vez no lo habría seguido, por muy fisgón que fuera los sótanos estaban descartados por un tiempo. Bueno, no podía asegurarlo con demasiado convencimiento, pero hoy se sentía especialmente prudente, o cobarde o descolocado, que más daba. Tampoco había llegado hasta allí para cargar con cajas fuertes y muebles horteras.

Deslizando el dedo índice por el pasamanos subió sinuosamente las escaleras hasta el segundo piso. Asomó la cabeza a través de una puerta abierta que resultó ser el cuarto de un niño pequeño; juguetes por el suelo, una consola, un póster de los héroes de Marvel y una camiseta de los New Orleans Saints firmada y colgada orgullosamente en la pared. Un suave cosquilleo recorrió su cuerpo, empezó a acrecentar progresivamente provocando que se rascara compulsivamente, con furia. Respiró a destiempo y, notando como un tímido insecto ascendía por su columna vertebral, seguido, después, por un arroyo de muchos más, dio media vuelta y, posando la mano en el pomo y abriendo la puerta, entró en la otra habitación. Los gusanos caían y correteaban excitados, formando una masa espesa y oscura, similar al alquitrán, que se desparramaba por cada recoveco y se expandía sin control por todo el segundo piso. Observó a su alrededor y localizó un móvil en la mesita de noche. Premio. Se acercó, histérico, mordiéndose los labios hasta casi destrozarlos y con el pecho latiéndole frenéticamente, dispuesto a beber y hasta romperle el cuello si hacía falta. Sabía que no podía, pero estaba tan impaciente...

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12/03/2016, 01:43
Oliver MacGuiness

Se inclinó y, sin pensarlo más, mordisqueó la carne blanda tal y como lo había hecho días antes con Jamal, sólo que, esta vez, siendo completamente consciente de sus actos. Al primer contacto sintió descargas eléctricas azotándole por todas partes, provocándole aquél gozo que había anhelado tanto, deseando arrancar la faringe de cuajo y ver brotar la sangre roja sin pudor alguno, sin avergonzarse de mostrarse al mundo. Apretó la mandíbula con violencia, cerró los ojos y notó los músculos tensándose en un espasmo involuntario y generalizado, como si fuera a convulsionar en cualquier momento. Quería sentir el calor del otro cuerpo en sus manos, observar cómo se escapaba el último aliento de vida antes de que los ojos se volvieran vidriosos y cristalinos. La voz de Alex surcó su mente y recordó las advertencias. Sólo lo necesario. Arrugó la frente, su gesto cambió a uno desesperado y, abriendo la boca y apartándola con esfuerzo, consiguió separarse del hombre. Un par de insectos hurgaron por sus fauces manchadas de sangre para caer después en la cama y perderse entre las sábanas. Tomó un par de bocanadas profundas mientras recuperaba el curso normal de sus pensamientos, se incorporó y, aún aturdido, sujetó el móvil e hizo la foto.

Cerró la puerta de la casa tras de sí con delicadeza y luego suspiró, angustiado, mientras examinaba a la luz de la luna la pantalla del teléfono. La satisfacción de hacía un momento empezó a disiparse dejando un rastro amargo. No había preparado el ritual habitual por miedo a tantear la suerte y ahora se sentía inútil e insatisfecho. Estaba muy disgustado. Apagó el móvil de un manotazo, tuvo ganas de tirarlo al suelo y destrozarlo, no lo hizo, se frotó la boca furiosamente, tragó saliva y entonces tomó una decisión. Era la hora de visitar a Tracy.

- Tiradas (1)

Motivo: Movimiento silencioso

Dificultad: 1

Tirada (8 dados, se repiten 10s): 2, 3, 3, 3, 4, 8, 3, 3

Éxitos: 1, Éxito

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14/03/2016, 16:30
Oliver MacGuiness

Cruzó el centro de LaPlace hasta llegar a uno de las zonas colindantes al río Missisippi, cerca de su barrio. Comprobó la hora en el reloj del móvil, pasó el Club de largo y anduvo dos calles más para luego torcer por una callejuela oscura que llevaba hasta un bar marrón. Un neón rojo cutrísimo pegado a la puerta con la letra "W" fundida parpadeaba el nombre de "Andrews". Era un tugurio pegajoso y oscuro de material prefabricado y el primer punto de parada para todo tipo de tipejos que buscaban empaparse en alcohol barato y esnifar algo para luego acabar, probablemente, pagando a putas. El alcohol en el Andrews era de garrafón pero muy barato y Richard, el dueño, hacía la vista gorda ante asuntos poco lícitos -seguramente porque él también andaría metido en alguna mierda-, lo que hacía al bar un lugar relativamente cómodo.

Oliver esperó fuera, a cierta distancia, sabiendo que Tracy haría su aparición en cualquier momento. Y así fue. La puerta del local se abrió de un golpetazo y la mujer salió acompañada de un madurito de pelo grasiento y pintas de camionero que la llevaba por los hombros mientras se lanzaba a besuquearle el cuello y metía la mano por su falda. Tracy reía risueña, bebía de un botellín de cerveza y se dejaba manosear como si poco importara quien la estuviera tocando. Se metieron por la calle que llevaba a la parte trasera del pub y entre unos contenedores el capullo le bajó la bragas y empezó a follársela. Oliver no los veía, pero con su aguzado oído podía escuchar los gimoteos ansiosos del tipo y las embestidas que le daba contra la pared sin ningún tipo de miramiento. Sabía que Tracy no lo estaba disfrutando, pero dejó que el tipo llegara hasta el final. Una vez que acabó se separó de ella como si le diera asco y, subiéndose la cremallera del pantalón, se marchó de allí sin decir ni una palabra. Escuchó a Tracy lloriquear un poco, transcurridos unos minutos la vio dirigiéndose de nuevo hacia el bar caminando a pasos lentos. Oliver decidió, entonces, salir de entre las sombras y, asegurándose de que le había reconocido, le dirigió un leve cabeceo. La mujer le miró con sorpresa, volvió a formar una sonrisa amarillenta en su rostro y se acercó rápidamente dando una especie de saltitos alegres -a Oliver le produjo una cierta repulsa- mostrándose en todo su esplendor a la luz de la luna. Los brazos de Tracy estaban cubiertos de cicatrices de chutes, de esos que dejan feos costurones. Aún más evidentes resultaban las marcas de los tajos, que a juzgar por su profundidad y localización parecían más del tipo aversión por uno mismo o respuesta a la frustración que de intentona de suicidio. Su rostro era vivaz, pero sus ojos tenían ese aspecto acuoso e ido. En el pasado había sido una chica guapa y ahora su aspecto era demacrado y sucio. Se podía leer en ella todo tipo de problemas; adicción, anorexia nerviosa, psicosis de drogodependencia y explotación sexual. En Tracy veía a alguien a la que habían tratado mal siempre, posiblemente ya desde el seno familiar, que se había sentido mal consigo misma y con el mundo y había tratado de aliviarse chutándose y follando sin comprender que lo único que hacia era agravar el problema. A Oliver no le resultaban desconocidas algunas de sus experiencias, sin embargo ella daba la impresión de tener la tendencia a quedarse más de lo debido.
Pero no había ido a verla para consolarla, darle cariño o algo parecido. Él no sentía nada por Tracy. Mantenía la relación para, en primer lugar, tener sexo rápido y sin preguntas cuando sentía que iba a estallar y, en segundo lugar, para obtener algún tipo de información. La muchacha había conocido a todo tipo de gentuza, entre ellos secuaces de mafiosillos que solían invitarla a beber y que acababan contándole su vida; había que reconocerle el mérito de tener facilidad para tirarte de la lengua.

-¡Cariño!- le soltó emitiendo un gritito infantiloide mientras se le lanzaba a los brazos e intentaba darle un beso. Oliver se la apartó con suma delicadeza.- Hacía tanto que no te veía...-su voz fue menguando progresivamente, mutando a un tono inseguro y triste.-...pensé que ya no te gustaba.- bajó la cabeza dando la sensación de estar a punto de llorar. Él trago saliva, no dijo nada, simplemente le acarició el hombro suavemente tratando de reconfortarla. Tracy pareció recuperarse mágicamente con ese gesto "cariñoso" y con ello su intento de ponerle cachondo, le pasó la mano por el paquete e introdujo la otra por la cinturilla del pantalón, agarrándole el pene flácido con fuerza.- Oh, vaya...mi viejo amigo...- dijo con voz melosa, riendo, al tiempo que hundía sus labios en su cuello.
- Tracy...para...¡para!- bramó quitándosela de encima bruscamente mientras veía como un par de bichos que salían de la nada subían por la mano de ella. La rubia gritó y, poniendo un gesto de asco descomunal, empezó a sacudir el brazo aquí y allá hasta lograr quitárselos. A continuación se alejó de él, como si la presencia del chico le causara ahora rechazo. Notaba algo que no le gustaba nada.- No vengo a eso, joder.- le contestó secamente, colocándose bien el pantalón.- Necesito información. De los O'Donell. Sólo es eso. Se que te liaste con uno de ellos.- chasqueó la lengua, molesto, tratando de recuperar la calma.- ¿Recuerdas aquella casa donde se cargaron al negro?- asintió.-¿Te hablaron alguna vez de ella, sabes porque la escogieron? ¿De quién era?- Tracy no dijo nada, lo examinó de arriba a abajo de forma hostil y luego se cruzó de brazos.
- La información tiene un precio.-siseó.
-No tengo nada ahora, joder, ya te lo pagaré otro día.

La rubia le miró recelosa. La atracción que le producía aquél jovencito batallaba con una nueva impresión extraña que la atemorizaba y que aún no había logrado definir -y eso que ella sabía mucho de comportamientos raros-, manteniéndola en estado de alerta. Lo pensó un poco. Finalmente se lamió los labios dejando que, por ese día, la atracción ganara.
-Fóllame.

Oliver negó con la cabeza. Ella volvió a repetírselo, enfrentándolo con la mirada, y él volvió a negarse. Se acercó a él y le acarició, se lo dijo de nuevo al oído. Oliver dijo "no".

-...Puto impotente de mierda, so cabrón...¡VETE A LA MIERDA, CAPULLO!-escupió algo de saliva, le zarandeó y luego empezó a golpearle en el pecho con sus brazos flacuchos.- ¡TODOS SOIS IGUALES...MAMONES DE MIERDA! TE PARECÍA BIEN FOLLARME, ¡¿AHORA TE DOY ASCO?! - Oliver apartó la mirada. Tracy le señaló con un dedo acusatorio- ¡NO TE ATREVAS A HACER ESO, OLIVER! ¡MÍRAME! ¡MÍRAME BIEN! ¡No tendrás nada de mí, nada! ¡LÁRGA..!- El joven la cogió por las muñecas, se la acercó y le metió la lengua en la boca, paseándola por todos lados. Tracy primero quiso apartárselo, pero luego cedió. Se separaron, se hizo el silencio durante unos largos minutos. Fue él el que decidió romperlo.
-¿...Vas a ayudarme?- la miró esperando una respuesta.

Notas de juego

Ésta es Tracy, mucho más fastidiada.

Spoiler (marca el texto para leerlo):


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15/03/2016, 23:22
Baron Samedi

Tracy se pasa el dorso de la mano por la boca, extrañada y asqueada a partes iguales por tu fría y muerta lengua. Te mira sin saber que pensar o sentir. 

Como quieres que sepa algo de eso? O que lo recuerde. Fue hace años. - Se cruza de brazos con una mirada de curiosidad con una pizca de preocupación - Porque no se lo preguntas tu? Al fin y al cabo trabajabas para ellos... O... has tenido algún problema con ellos?... Es por eso por lo que te has esfumado estos días? Pues que sepas que tu colega Paul ha estado preguntando por ti aquí y allá. Ten cuidado con ese cabrón, seguro que quiere venderte a esos capullos irlandeses.

Antes de que puedas decir nada, un pensamiento invade tu cabeza. Tengo que salir de aquí. Ahora. Este lugar no es seguro. 

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16/03/2016, 00:26
Oliver MacGuiness

Anotó mentalmente la reacción de Tracy ante su gesto. Luego se dedicó a mirarla detenidamente mientras le hablaba diseccionando cada palabra, asegurándose de que no le estaba mintiendo. Por un momento se sintió algo descolocado, incluso estúpido, como si todo aquél teatrillo que había montado, el haber ido a verla esperando que supiera algo tan concreto, fuera ridículo. Parecía que el haber estado alejado por unos días le hubiera hecho perder la facilidad con la que sabía desenvolverse en ese mundo. Era verdad que trabajaba para los O’Donell, pero su contacto no había pasado nunca de meros saludos de cortesía. En el pasado siempre tuvo claro que no le convenía llamar demasiado su atención y jamás se le hubiera ocurrido andar preguntando nada que pudiera mostrar un mínimo de curiosidad por sus asuntos. Pero ahora…ahora las cosas habían cambiado. ¿Paul ha estado preguntando?. Eso le sorprendió. Tuvo un presentimiento. Empezó a ponerse tenso. Miró a un lado y luego al otro con crispación. Decidió que tenía que irse.

Ya nos veremos Tracy.

Antes de que pudiera replicarle se fue por donde había venido, a pasos veloces, sin mirar atrás. Dirección hacia donde ahora se sentía mínimamente seguro; la guarida de Alex.

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17/03/2016, 11:55
El Forastero

Cruzas la primera esquina y al final de la calle, con las manos metidas en los bolsillos de su vieja chaqueta, esta Alex. Esta a más de 50 metros y aun así ves con claridad la negrura de sus ojos. 

No esta decepcionado ni enfadado. Esta orgulloso por lo bien que he sabido buscarme la comida hoy. Pero tiene muchas cosas que enseñarme. 

Tus pasos te llevan hacia el, lleno de confianza, aunque a mitad de camino te detienes

Pero... algo he hecho mal, me he arriesgado al hablar con Tracy de esa manera, al dejar que me toque, al besarla. Debo ser mas cuidadoso. 

Tras unos segundos en los que el no se mueve un paso, comienzas de nuevo a caminar.

Pero también esta contento porque al final he obtenido algo, se que Paul me busca abiertamente. Eso es importante... pero... Porque sé que el sabe eso? 

Leo tu mente,  Oliver, escribo pensamientos en ella que se mezclan en tu conciencia y la tiñen del color que yo quiera pintar, por eso lo sé. 

No miente, no exagera. Ahora quiere enseñarme ese tipo de trucos, los que yo pueda usar... 

 

Notas de juego

El próximo post también será mío, unos meses después de este. (meses en la partida, obviamente.)

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19/03/2016, 00:11
Baron Samedi

Nunca lo hubieses imaginado. Ni tras ver alguna película de mierda con vampiros románticos enamorados de muchachas que parecían tener menos vida que los supuestos no-muertos que querían tirárselas. Guerras de influencia, políticos, banqueros, policías, periodistas y hasta mafiosos estaban controlados por vampiros. Vampiros con poderes de control mental, capaces de hacer que lo adores, lo temas, lo obedezcas o que no puedas verlo. Que pueden hablar con animales y hundirse bajo tierra. Con diferentes clanes, sectas con diferentes leyendas y rituales. Con normas sociales para todos. Casi te volviste loco durante esos meses, no sabes ni cuantos. No es que durmieses por la mañana; morías. No había nada que te hiciese despertar hasta la llegada de la luna y la oscuridad natural. El sol era anatema, pero no solo por su luz o su calor. Su simple presencia te dejaba dormido en el lugar donde estuvieses. Afortunadamente Alex te tenía bien controlado, incluso las noches que te dejaba vagar por el pueblo a tus anchas, siempre un par de horas antes del amanecer te lo encontrabas al cruzar una esquina, cuando tus pensamientos te decían que era tarde, que debías volver a casa.

Jodido hipócrita te decía que no podía transmitirte ese poder, el poder hablar en la mente de la que persona que tu quisieses controlar. Que para hacerlo tendrías que beber su sangre, que eso te convertiría en su esclavo y era algo atroz y deleznable. Sin embargo se sumía en tu mente para susurrarte cosas. Sí, lo que te susurraba era para ayudarte. Siempre te avisaba de algún peligro, pero quien decía que no lo usaba para otras cosas, sin que te dieses cuenta? Te sumía en la paranoia. Ya sabías que te seguía, que te buscaba, nunca lo ocultaba, pero... Era demasiado. También te aviso de que la paranoia era común y normal, algo básico en el... Requiem. Así llamaba a la "vida" como vampiro. Que no le importaba que desconfiaras de el si con ello te ayudaba a madurar en tu nueva condición. Que pronto os tendríais que separar. Ya no sabias que pensar. 

Te enseño a usar ciertos poderes. Lo que el llamaba Obtenebracion. Era muy útil, y eras muy dado a ello. Te salía naturalmente, aunque al principio te asustaba. Podrías caminar desnudo en la calle principal de la ciudad, llena de gente, y ni se fijarían en tu pasear por ahí con todo colgando. Tampoco lo intentaste, pero podrías. Luego podías hacerlo algo parecido sobre un objeto. Joder, entraste a un sex-shop, agarraste el dildo mas grande, del tamaño de un espadón, y saliste de la tienda balanceandolo sobre las cabezas de los clientes... y se pensaban que ibas con las manos vacías. Al final, podías volverte invisible. Volverte invisible. No te entraba en la cabeza aún. Al principio te imaginabas como ese personaje de película, vestido con una gabardina y envuelto en vendas para que pudiesen verte, creyendo que tendrías que desnudarte para no ser un montón de ropa flotando. Pero no, nada como eso. 

Por tu propia cuenta, pudiste darte cuenta de que de la misma manera en la que podías hacer que la gente ignorase tu presencia, también podías darle la vuelta y hacer que te temiesen. Podías exudar un aura que hacia que la gente a tu alrededor se pusiese intranquila, asustada y decidiese marcharse. 

Los gusanos, escarabajos antropófagos, moscas y diversos insectos carroñeros se acercaban a ti en mayor cantidad conforme mas tiempo pasabas quieto. Te diste cuenta de que a tu presencia acudían ratas y cuervos y distintos pájaros, dispuestos a picotear entre los insectos de tu alrededor. Te sorprendiste un día comunicándote con estos animales, y no tardaste en comprender que también podías darles ordenes. Seguro que ese cabrón de César Millán era un puto ghoul con ese mismo poder y por eso los chuchos le hacían caso. 

Más de una vez habías visitado a Dianne, para no olvidarte de quien eras, pero cada vez era mas común que la vigilases de otra manera, invisible, o preguntándole a algún pájaro o rata de su calle como le había ido el día. Ya te estabas acostumbrando a tu nueva naturaleza cuando Alex te entregó un periódico de hacia meses. En la portada, la vieja tienda de antigüedades y la foto del viejo Charles. Había sido asesinado tiempo después de tu muerte y Alex te lo había ocultado. 

Ahora estas preparado, Oliver. Ha llegado el momento. 

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20/03/2016, 16:56
Oliver MacGuiness

Le costó horrores. Ahora, con cierta perspectiva, todo lo pasado parecía menos, pero lo cierto es que había sido...horrible. Aún hoy le costaba dominar el vaivén de emociones y no era inmune a las alucinaciones. Aquellos meses se había encontrado andando sobre una fina línea entre la aceptación, la cordura y la más absoluta demencia, haciendo equilibrismos como un funambulista que siempre parecía estar a punto de caer. Ya no existían las horas, las semanas y los meses, sólo había noche y día. Y el día siempre estaba ahí para acosarle; cada noche, al acercarse el alba, temblaba, empezaba a delirar, sentía un terror absoluto al ser consciente de que era dominado por algo tan simple, enjaulado y limitado.
Cuando renacía con la luz de la luna y podía andar “libre” más de una vez tuvo la tentación de desaparecer, de usar aquella nueva condición que había aprendido y con el tiempo había llegado a dominar para huir. Hacerse invisible...parecía un poder hecho especialmente para Oliver, se había asustado al principio, pero ahora le gustaba tanto...Pero a pesar de todo el aprendizaje, existían cosas que no habían cambiado. Él seguía siendo dócil y cobarde. Y siempre se encontraba con Alex, observándole entre las sombras. Su mentor también le acosaba en el interior de su cabeza, a veces llegó a odiarle, a detestarlo profundamente mientras machacaba sus puños tratando de sobrellevar la rabia, la locura y la angustia, preguntándose si era verdad que le ayudaba o sólo se burlaba de su endeble mente...para luego lamentarse y volver con él, queriendo saber más y más, irremediablemente atraído. No sabía si confiaba en Alex, pero sí podía asegurar que había una conexión. Había asimilado su forma de ser, de hablar y actuar, haciéndole más fácil su compañía. Le sorprendió saber que, en el mundo en el que ahora se encontraba, existía el mismo clasismo que en el mundo considerado real. Algunos clanes le parecían las mismísimas mafias con las que solía trabajar. Nunca le habían importado estos temas, pero sí se había empezado a interesar por ciertos pensamientos, mitos y creencias.
Extrañamente también se había acostumbrado a los insectos, hasta el punto de apreciarlos, se sentía cómodo rodeado de ellos; los ruiditos que emitían, el olor húmedo, mohoso, a lodo y carne muerta le hacían sentirse en contacto con su pasado y su presente, con la tierra, consigo mismo. Los pájaros también le gustaban; las ratas...bueno, era otro tema.

No sólo visitó -y espió- a su adorada Dianne -cuando sentía que ella se olvidaba de él le mandaba pequeños recuerdos que abocaran a su amistad de la infancia, como violetas del parque o una piedra pintada de las clases de plástica, gracias a los pájaros-, también visitó la funeraria, encontrando que su familia parecía no echarle de menos, seguramente pensando que había huido y que era un descastado, un puto cabrón en boca de Francis, su papaíto. Comprobó que su hermano pequeño, Davie, posiblemente al que más unido había estado, estaba bien, que su padre aún no había ocupado su cabecita con sus asuntos turbios y que no le estaba matando a trabajar. Husmeó en silencio los viejos álbumes de los fiambres, observó lo que había sido su tumba y no volvió más.

Y no se había olvidado de Paul, tampoco. En eso estaba pensando, recostado en una esquina, cuando Alex llegó y le entregó un periódico. Primero lo miró con desgana, luego notó como el enfado se formaba y ascendía por su garganta. Dirigió una mirada increíblemente fría a los pozos negros de Alex, tuvo ganas de levantarse y encararle, pidiendo explicaciones. ¿Porqué ahora? Ya estaba preparado, ahora es demasiado tarde. Tendrá lo que quiero...No es una coincidencia. Lo hizo, se levantó, pero en vez de acercarse empezó a andar en círculos. Sabía como era su mentor, no iba a perder el tiempo.

Tengo que ir a la vieja tienda.

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30/03/2016, 00:28
Baron Samedi

Alex no te dijo nada más, marchándose sin dar explicaciones de ningún tipo. Decidiste ir hasta la tienda de antigüedades mientras leías los artículos del periódico sobre el asunto. Habían asaltado la tienda y la habían saqueado, y decía que la policía no tenia motivos para sospechar de algo más que un simple robo. La tienda aun no se había reabierto después del suceso pese a haber pasado meses.  No tardaste en llegar, viendo la tienda desde la distancia. Era ya de madrugada, y no había nadie por la calle. La puerta delantera estaba bien cerrada y verjada, pero tenia una puerta trasera que daba a un callejón, lo sabias por uno de tus reconocimientos de la zona, aunque nunca te decidiste a entrar en la tienda cuando aun vivíais tu y el viejo por un simple motivo; la alarma. 

Abriste la puerta sin dificultad, y una luz roja se ilumino en el pasillo al que entraste tras cruzar el dintel. La alarma ya estaba sonando, y la policía llegaría en un momento u otro, pero no te preocupaba. Rebuscaste el lugar en busca del cuchillo y el afilador, sin suerte. No era lo único que se habían llevado, ni lo mas caro, pero habían algunas cosas de valor aún a plena vista y te extrañaba mucho que un ladrón se llevase antes un puñetero cuchillo antes que, por ejemplo, un casco de explorador español del siglo 16, por mal conservado que estuviese. Al menos tu te hubieses puesto esa mierda en la cabeza al salir de ahí, estabas seguro... pero no eras nadie para juzgar, a fin de cuentas fuiste tan gilipollas de llevarte el cuchillo de una caja fuerte y encima querer quedártelo. Estando de pie junto a la caja registradora del viejo Charles recordaste la conversación que tuviste con el aquel día, el de tu muerte. El buscaría información sobre lo que le llevaste, y te llamaría cuando encontrase algo.

Tuviste un ligero presentimiento, y abriste la agenda que el viejo tenia junto al escaparate, donde apuntaba las compras y las ventas. Miraste la pagina de aquel fatídico día, y viste tu nombre junto a un par de frases.

"Cuchillo y afilador, posible siglo XIX"
"Procedencia alemana, quizás época de república de Weimar"

"Otorgados como premios a mejores carnicerías del país, poco valor monetario, simple curiosidad"

Suspiras, dándote cuenta de que tampoco es que un simple cuchillo pudiese ofrecer una fuente de información. La policía ya ha llegado, puedes ver sus linternas en la puerta principal, y escuchas sus pasos dirigiéndose hacia la puerta trasera. Te da igual. Obligas a tu cuerpo a volverse invisible, y sales andando por la puerta trasera colándote entre los hombres que entran por ella como si estuvieses en tu casa.  Te sientes perdido, no sabes a donde ir ni que hacer ahora. Piensas en ir a ver a Dianne, en desahogarte con ella, pero al cruzar una esquina te chocas con alguien. Sacudes la cabeza, esperando ver a Alex, que suele sorprenderte de esa manera cuando crees que te ha dejado pasar un rato sin su supervisión, pero el rostro que te miras es otro, aunque igualmente familiar. Es Paul. No te sorprendes.