Partida Rol por web

Sin duda alguna estaba tendiendo una suerte muy lamentable y sus reflejos daban mucho de que desear, su mente, olfato y visión, identificaron una clara amenaza acercándose pero sus músculos reaccionaron demasiado tarde, y cuando quiso correr ya tenía los largos colmillos del jabalí incrustados en su torso. Un mareo muy fuerte acompañado con ganas de vomitar le hicieron perder el conocimiento y todo oscureció nuevamente...

Una descarga eléctrica lo reanima levantándolo de entre los muertos, toma una enorme bocanada de aire como si de eso dependiese su vida, sus ojos a media asta se abren de par en par y levanta su torso hasta quedar sentado sobre la calle. Tardó varios segundo en comprende lo que había ocurrido, miro hacia todas las direcciones sin encontrar al jabalí que lo había dejado moribundo - patético - pensó para sí mismo, el día anterior había caído bajo las espadas de aquellos lagartos pero eran tres contra uno, sin embargo esta vez fue contra un  j a b a l í, su honor estaba por el suelo y su deuda para con el pixi ahora era mucho más grande.

- Otra vez me has salvado la vida - afirma sin poder cree cuan patético se veía el hecho de que un jabalí lo dejase en ese estado y aunque se encontraba debilitado por el encuentro con los lagartos, eso no era una escuda para perder contra la cena.

De nuevo Glÿnmaer accedió al interior de aquel lugar con el cartel que rezaba "Hierbas" y un todavía mlaherido Krath-Tk le siguió.

Se encontraban efectivamente en lo que parecía ser una antigua tienda. Frente a ellos se hallaba una barra llena de polvo y tras ella y en todas las paredes de la estancia, estanterías repletas de frascos rotos, bolsas de cuero con su contenido desparramado por todo, en su mayoría hierbas y polvos. El suelo estaba repleto de cristales y otros desperdicios como maderos, envoltorios y hasta insectos y pequeños mamíferos casi momificados, sin duda debido a la ingestión tiempo atrás de alguno de los remedios que habían sido lanzados por doquier. Estaba claro que aquel desastre había sido obra de unos vándalos tiempo atrás.

Un pasillo que discurría paralelo a la pared de la derecha del edificio, conducía a una habitación situada a la izquierda del mismo y una segunda puerta se encontraba justo después de la barra, posiblemente se tratara de un viejo almacén.

Fue entonces cuando Glÿnmaer utilizó una varita que portaba entre sus pertenencias para realizar algún tipo de truco mágico y durante unos instantes permaneció concentrado.

No detectó magia en la estancia en la que se encontraba y prácticamente esta seguro de que tampoco había ningún aura mágica al otro lado de la puerta que se hallaba tras la barra polvorienta, aunque claro estaba que igual las paredes de piedra impedían que el conjuro actuara con normalidad. Para seguir investigando, igual tendría que moverse y arriesgar un poco, aunque Krath-Tk estaba malherido y cualquier encuentro hostil acabaría con él fácilmente y por desgracia, había agotado su cinturón curativo.

—Será mejor que tú te quedes aquí tranquilito mientras yo echo un vistazo a ver si encuentro algo que pueda servirte como analgésico.

Avanzo por la tienda echándole un vistazo a lo que queda de ella por si hubiera algo digno de ser recuperado; aunque no lo parece. A continuación, reviso la puerta situada junto al mostrador, tratando de averiguar si hay alguna trampa o si su cerradura está echada. Con un poco de suerte lo estará y eso habrá disuadido a los ladrones del pasado, aunque tampoco quiero hacerme ilusiones. Cualquiera con un poco de maña puede abrir una cerradura o echarla abajo a hachazos si tiene un par de buenos brazos y la motivación necesaria.

Si hubiera habido una trampa en aquella puerta, sin duda le hubiera explotado en la cara. Sin embargo, la suerte quiso que no fuera así y lo que si que descubrió cuando se estrelló contra la puerta, fue que estaba abierta. Una vez la puerta rechinó para abrirse de par en par, pudo comprobar lo que había tras la misma.

Se trataba de una especie de almacén lleno de trastos inservibles. De nuevo había frascos rotos y desparramados por el suelo, hierbas y otras sustancias amontonadas y mezcladas sin ton ni son tanto en el suelo como sobre los muebles y una cama. Cuando Glÿnmaer se acercó, enseguida descubrió que se trataba de una cama con unas sábanas y un colchón totalmente ensangrentado. Además, tanto las sábanas como el propio colchón presentaban agujeros que podían corresponder con cuchillazos. Sin duda, alguien había sido asesinado allí, aunque bien era cierto que la sangre estaba más seca que la mojama y que si realmente alguien había muerto en ese lecho, fue hace mucho tiempo.

Aunque el insectoide se encontraba estable y consciente, has heridas en todo su cuerpo parecían decir lo contrario, tenía si exoesqueleto fracturado y su sangre verdosa le cubría todo el cuerpo, debía andarse con cuidado hasta recuperarse en gran medida así que asienta a las palabras de su compañero volador y se queda afuera recostado sobre la pared del edifico.

No puedo evitar echar pestes por lo bajini cuando veo que el descerebrado insecto vuelve a salir al exterior en su lamentable estado. ¿Busca acaso un nuevo encuentro con el jabalí? Si es así, no voy a poder ni a querer ayudarle de nuevo.

¡Pero si aquí hay una estupenda cama ensangrentada en la que echar una buena siesta! ¡Y además fue él quien sugirió entrar aquí dentro! ¿Qué demonios estoy haciendo aquí? Yo lo que quería era sobrevolar el pueblo y ver si descubría algo digno de mi atención y no andar rebuscando entre frascos rotos y hierbas resecas en un sitio donde los saqueadores ya han hecho de las suyas...

Estoy muy tentanto a marcharme, pero supongo que no pasará nada si termino de registrar el lugar a conciencia. Todavía me queda una puerta tras la que curiosear.

Glÿnmaer se internó hacia el fondo del pasillo. Lo hizo volando y tratando de ser todo lo silencioso posible. Una vez frente a la última puerta, descendió y se posó grácilmente sobre el firme. Enseguida comenzó a examinar la cerradura de la puerta. Nada indicaba que hubiera trampa alguna que protegiera la entrada de mirones o curiosos, por lo que el pixi oscuro pegó la oreja a la misma para tratar de adivinar si algo o alguien se movía o hacía algún tipo de sonido al otro lado de la misma.

Mientras tanto, el pobre Krath-Tk, sintiéndose un desgraciado con la peor mala suerte que había conocido, se mantuvo en un segundo plano, a la espera de noticias de su extraño y escurridizo compañero. Lo que tenía muy claro era que volver a enfrentarse a una amenaza en su estado, podía suponer la muerte y no estaba dispuesto a ello. Debía descansar y recuperarse de sus heridas. Si era cierto que aquel extraño ser volador no podía hacer nada más por él para sanar sus heridas, mejor sería mantenerse quieto y rezar por que nada ni nadie fuera a su encuentro.

Al principio no escuchó nada, sin embargo, tras unos segundos de escucha, se percató de que alguien estaba murmurando algo al otro lado de aquella puerta. Quizás estaba tarareando algo, pero era un sonido tan leve, que no podía estar seguro. De lo que si estaba seguro era de que tras la puerta había alguien.

Glÿnmaer miró a través de la cerradura. La estancia era un dormitorio, aunque no podía verlo todo por el ángulo, si veía una cama al fondo de la estancia, así como lo que parecía ser un arón y una alfombra en el suelo. Pero nadie, no veía a nadie hasta que... algo pasó por delante de la cerradura oscureciéndolo todo por un instante y acto seguido volvió a desaparecer de su visión dirigéndose a la parte derecha de la estancia.

Los inquietantes sonidos al otro lado de la habitación no hacen más que confirmar que estar aquí es una mala idea. ¿Quién viviría en un lugar así si no fuera un loco peligroso?

Por desgracia, viendo la clase de aliado que me he agenciado, parece que no me queda más remedio que tratar con el demente que vive tras esta puerta. Igual resulta ser un guardaespaldas más eficaz. Toda ayuda para entrar al templo maldito ese va a ser poca y más si corro el riesgo de cruzarme con la sádica del látigo.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —pregunto, llamando a la puerta con los nudillos— No quiero molestar, solo tener una charla agradable y tal vez echar una mano a alguien que lo necesite. Yo soy así, un alma desinteresada.

Glÿnmaer escuchó pasos apresurados hacia la puerta y ésta se abrió de golpe. Al otro lado de la misma se hallaba un hombre alto y corpulento. Su rostro, debió de ser hermoso en el pasado, pero ahora, desfigurado como estaba, daba bastante repelús. Lucía una túnica de color ocre y portaba un colgante bastante peculiar colgando del cuello. Dicho colgante tenía la forma de un triángulo negro invertido, de cuyos lados surgía un Y amarilla invertida cuyos tres palos convergían en el centro de dicho triángulo.

- ¿Quién osa perturbar mi paz? - Preguntó aquel hombre con evidente rabia en sus palabras.

Miro a mi alrededor tratando de buscar a la persona que está molestando a mi horroroso amigo pero no veo a nadie. ¡Menudo tiquismiquis! Pero si el insecto está de lo más calladito...

Me encojo de hombros innecesariamente puesto que no puede verme y retrocedo volando por el pasillo para quedar fuera de su imponente alcance antes de hablar.

—Nadie desea importunaros, gran señor —le aseguro con actitud sumisa y voz chillona—, sino advertiros de una grave amenaza que se cierne sobre vos. ¿Creéis en los sueños proféticos? Yo tuve uno en el que se me anunciaba la aniquilación de este lugar y de muchos otros, devorados por una oscuridad famélica e insaciable. Y una voz de ultratumba me dijo: "Glÿnmaer, deja la seguridad de tu hogar y el amor de tu familia y ve a Nulb. Allí encontrarás al único campeón capaz de derrotar al Negro Vacío, al Ojo del Elemental Maligno". Y yo no sé qué significa nada de eso pero aquí estoy, tratando de encontrar a aquel que podrá fin a la amenaza que se cierne sobre todos nosotros. Sois vos el campeón que he venido a buscar o debo seguir buscándolo entre las ruinas abandonadas de este lugar?

- Has llegado al sitio indicado. - Le dijo aquel hombre.

Fue entonces cuando relajó su expresión y se dio la vuelta dándole la espalda. Caminó hasta el fondo de la estancia y se sentó sobre su lecho. Desde allí miró a Glÿnmaer con una extraña y perturbada sonrisa en el rostro. El silencio que se produjo, el cual sería incómodo para cualquiera, parecía ser reconfortante para aquel hombre, que finalmente volvió a hablar.

- ¿Buscas a un campeón, dices? - Le preguntó. - ¿A alguien que pueda derrotar a un ser de inmenso poder que puede destruirlo todo y convertirlo en la "nada"? - Sonrió de forma maliciosa. - ¿Es eso? - Insistió. - ¿Y tu amigo, que es? Dile que pase...

EL pequeño pixi se estaba demorando dentro del edificio - ¿habrá encontrado algo de valor? - pensó algo extrañado ya que en ese pueblo fantasma habían más jabalís salvaje que humanos, lleno de curiosidad decide entrar al mismo lugar. A lo lejos escucha fragmentos de una conversación, pero esta vez no era Glÿnmaer hablando solo si no que en verdad estaba manteniendo una conversación con una humano al parecer.

Se acerca "sigilosamente" intentando pasar desapercibido pero obviamente eso no era lo suyo, por lo que se dio cuenta rápidamente el tipo con la cara desfigurada o en su defecto, ya sabía de la existencia del insectoide, fuese como fuese era una perdida de tiempo seguir escondiéndose así que decide salir cuando lo llaman.

- ¿Qué hace ese humano en este pueblo desolado? - fue lo primero que se le vino a la mente en cuanto lo vio, lo reparo de arriba a bajo y después dijo interviniendo en la conversación - ¿quién eres y qué haces aquí? - corto, sin titubeos y directo como solía ser el pragmático insecto.

- Mi nombre es Lareth. - Dijo de forma solemne y aparentemente despreocupado. - Se me conocia como "el Hermoso"... - Ambas criaturas vieron como aquel hombre apretaba los puños con cierta rabia. Evidentemente los recuerdos del pasado no parecía  hacerle bien. - ¿Qué hago aquí? - Se encogió de hombros. - Ésto antes era una villa própera, aunque ahora... - Resopló. - No es más que un lodazal que irremediablemente acabara engullido por el bosque. - Hizo una pausa. - Yo... yo sólo espero. 

El Hermoso. Qué ironía tan fina...

—¿Y a qué aguardáis, oh, gloria insigne de Nulb? ¿Tal vez a nuestra llegada para ejercer como vuestros escuderos? El maligno elemental acercha en las sombras y se hace fuerte alimentándose de mundos mientras esperamos y conversamos. Poder hacerlo con alguien civilizado que no emite ruiditos y zumbidos cuando habla es un lujo para mí, pero estoy convencido de que podemos seguir conociéndonos mientras nos ponemos en camino hacia... Donde vos nos digáis.

- No pienso ir a ningún sitio. - Respondió aquel extraño hombre. - Mi destino es esperar aquí al fin de los días. Todo se quebró hace tiempo. - Dijo con la mirada perdida. - Todo cambió demasiado. Ya no hay esperanza... - Al decir aquello agrió el gesto. Era como si a medida que hablaba, fuera llenándose de rabia. - Debería estar muerto y sin embargo aquí estoy. - Miró a Glÿnmaer y luego a Krath-Tk. - Aquí permaneceré, ahogando mis penas, consumiéndome con el paso del tiempo, hasta que sea reclamado por él... - Cuando llegó a ese punto de su monólogo, lo dos extraños compañeros ya tenían muy claro que Lareth, si es que en realidad así se llamaba, ya no hablaba con ellos, sino que más bien lo hacía consigo mismo, recordando tiempos pasados o quizás inventados. - Me alzaré a la vez que mi templo y éste dominará el mundo antes de que sucumba y todo sea destruido por el Gran Ojo Arcano y entonces, el gran silencio, el gran vacío... - Sonrió. - ...entonces, finalmente podré descansar.

Las palabras de Lareth retumbaban como eco en su cabeza, creando más dudas que respuestas sin embargo encontró ciertas similitudes con lo que decía el pixi - el tuerto/ el Gran Ojo Arcano, el elemental que destruirá el mundo/ el gran silencio y el gran vacío -.

Siguiéndole el hilo de sus pensamientos le pregunta tras terminar cada frase - ¿qué se quebró hace tiempo?¿que fue lo que cambió?¿de que templo hablas y como así que es  tuyo?¿qué es el Gran Ojo Arcano? - pausaba cada pregunta a la espera de cada respuesta.

Glÿnmaer parecía querer reclutarlo pero obviamente se veía que aquel hombre estaba derrotado, más psicológicamente que físicamente, lo mejor que podían hacer era sacarle información que al parecer poseía de primera mano y después matarle ya que parecía estar deseándolo.

- Todo... - Respondió a la primera pregunta de Krath-Tk. - Todo acabó. Todo se rompió. Yo me quebré... - Resopló. - Fue gente ignorante la que vino a destruir mi sueño. - Apretó el puño con fuerza. - ¡Nuestro sueño! - Negó con la cabeza. - Yo fui el amo de la Barbacana del Foso. Allí tratamos de crear algo. Algo que... - Cerró los ojos y apretó la mandíbula. Se le veía bastante nervioso y con mucho odio en su interior. - El Ojo Arcano... - Dio un golpe sobre el colchón. - ¡Si nada sabéis sobre el Ojo Arcano no sois dignos de estar conmigo! - Sonrió casi al momento de gritar aquello. - Si queréis información, tendréis que pagar por ella... - Dijo haciendo un gesto con los dedos, como pidiendo una especie de soborno.

El tipo solitario que vive aquí solo es otro perturbado más, pero yo estoy acostumbrado a tratar con zalamerías a esta clase de dementes homicidas. Empiezo a pensar que igual no es la clase de aliado que nos conviene tener en el largo plazo, pero en el corto, está claro que es un individuo intimidante y que es mejor tener de enemigo que de enemigo.

—Por supuesto que estamos dispuestos a pagaros, mi señor. No solo por vuestra información sino por vuestra estimulante compañía. ¿De qué os serviría un pago en un lugar como este, donde no hay comercio ninguno ni nadie con quien trocar bienes y servicios? De nada, desde luego, pero eso ya lo sabéis.

»Si nos permitís viajar con vos, juntos conseguiremos tesoros fabulosos, restauraremos el antiguo esplendor de la Barbacana del Foso y os restituiremos en el lugar que sin duda os corresponde. Descansar está bien, qué duda cabe. Pero cuando se ha disfrutado lo suficiente de la vida y seguro que a todos los aquí presentes nos queda mucho por disfrutar todavía.

»Después, cuando ya estemos aburridos de los placeres terrenales, estará bien entregarse al vacío y al olvido. Pero cuando nosotros lo decidamos y no cuando quiera un elemental tuerto y famélico. ¿No os parece?