Partida Rol por web

Esquivas formidablemente los 2 ataques de quienes te flanqueaban y golpeas al pintoresco asaltacaminos dejándolo seriamente herido, por su parte los 3 vuelven a la carga, uno luchando por su vida, el resto intentando defender a su Jefe, a todas luces el mas listo del grupo pero que se estaba llevando la peor parte.

-YEEEEHAAAAAAA! carga uno

-MARCIAAAAAAAAAAAAL! grita el otro

De la carga resultante sólo uno consigue acertarte, dándote un severo golpe de espada que te hiere en la junta del brazo izquierdo, pero el resto rebotan contra tu recia armadura completa.

-Matadle coño! Grita desesperada tu presa.

-¡Al lobo daré carroña!-gritó con rabia apretando los dientes al sentir el mordisco de la hoja de su rival.

El animal convocado, con  las fauces sanguinolientas volvió a buscar la sabrosa carne aquel que había organizado aquella emboscada a su señor.

Con un ágil salto se encaramó al pecho del bandido, alcanzando así su cuello con las mandíbulas. Un solo mordisco bastó para convertir la tráquea del asaltacaminos en una pulpa sangrante color carmesí.

Aún no se había desplomado cuando Godofredo pasó a darle la espalda, señalando con su maza a aquel que había osado alcanzar su noble sangre con una horiuna y plebella hoja.

-¡Pagarás con tu vida la osadía, sucio rufián!

Sin más ceremonia, descargó su maza contra el pecho de aquel desdichado ladronzuelo.

El perro explota tras darse un festín de traquea de asaltacamino dando un respiro a los dos gañanes que se colocan para flanquearte.

-Ozú Manué! se ha cargado al Chati!

-Calla y dale Martín! que este nos vendrá detrás si huimos!

Su escudo hacía buen servicio, puesto que los desgraciados truhanes que le hacían frente eran completamente incapaces de superarlo por el momento.

-¡Lucháis con valor, plebeyos, más mi maza dará buena cuenta de vosotros en nombre del Justiciero! ¡Rendid vuestras armas y os ofreceré piedad!

Mientras hablaba seguía agitando su maza, lanzando golpes al que más herido se encontraba

-Que dize ezte de piedaz? parece el típico Conde que le gusta ajuztiziar pobres rateros! Dale Manué!!

Notas como los secuaces del muerto están sudando, te tienen miedo pero a la vez tienen miedo de lo que les pasará si no acaban contigo, están luchando a vida o muerte, se les han acabado los comentarios que hacer y cogen sus armas con las dos manos para intentar hacerte el mayor daño posible y huir.

Descargan dos golpes contra ti que rebotan contra tu poderosa armadura, sin duda no contaban con un soldado de Dios totalmente acorazado al que no podrían ni herir.

-¡Recojones! ¡Lucháis como las hijas del pastor!-exclamó el conde mientras desviaba un nuevo golpe con suma facilidad.

-¡Encomendaos a vuestros dioses, puesto que pronto os reuniré con ellos, bellacos!-dicho lo cual desargó un golpe de maza que no fue todo lo mortífero que le habría gustado.

Hieres  levemente a uno de ellos, sin duda el combate es encarnizado, se escuchan golpes de mandobles de metal contra metal y contra madera, los dos bellacos te temen pero no ven otra escapatoria que tumbarte y huir.

Tu gran armadura te protege, sin duda su manufactura es buena y le debes la vida ya que tantos golpes ya te habrían hecho pasar el umbral hace bastante tiempo.

Godofredo atacó al villano con determinación

Dejas terriblemente herido al que llaman Manué, ha recibido dos golpes de tu poderosa maza divina y el pobre analfabeto se encuentra a las puertas del infierno de Sant Cuthberto.

-Martín ayúdame que ejte me va a matar! Dice llorando.

-Dale Manué! Dale! 

En un último intento por salvar la vida ambos consiguen acertarte, causándote 12 puntos de daño, han conseguido volver a clavar las puntas de sus espadas en tu imponente armadura sagrada, que ya se encuentra bastante llena de tu sangre por las 3 heridas sufridas que parecen que intentan engrasar las juntas de las piezas.

-Oh noble Señor! en vej de matarnos tontamente dejémos de luchar!, nosotros nos iremos y dejaremos el latrocinio, buscaremos un molino y trabajaremos el campo, fue el Chati  que nos hizo el lio con las riquezas que nos conseguiría. Te dice dando un paso atrás para evitar la lucha, No quiero morir! haremos eso que nos decía el cura, como era Manué? peni... peni...

-Peniciencia!, haremos la peniciencia que nos diga usted por su gran Cutberto! pero déjenos vivir pol favol! el otro tambien da un paso atrás y llora por su vida.

-Soltad las armas, pues y puede que lleguéis vivos a esta noche- Dijo en tono severo-

-Desarmaos tanto de los hierros como de la malicia que carcome vuestras almas., pues no es a mi a quien debéis rogar perdón, sinó al Único justo-Señaló el suelo, instándoles a dejar ahí las armas.

Los dos gañanes sueltan las armas y se ponen de rodillas.

-ahiiiii!!! Señol no nos mateeeee! pol Dios que sólo queríamos ganarnos la vida y ese muelto de ahí nos llevó por el mal camino, perdonenos su excelencia santisima!

-Siiii nos arrepentimos! no volveremos a hacerlo nunca, no nos mate ni nos lisie por favor!

-Domine, non sum dignus ut intres sub tectum meum in domum meam, plus ex Verbo, et sanabitur anima-recitó a la vez que con el pulgar de su mano derecha dibujaba un circulo partiendo de su frente, pasando por el hombro izquierdo, ombligo y hombre derecho, para acabar dibujando una cruz frente a él. Una luz azulada le envolvió, sanándole alguna de sus heridas.

Tras sentirse reconfortado miró con desdén a aquellos que habían tratado de acabar con su vida y ahora le rogaban clemencia. Recogió las vetustas armas y las metió en el zurrón de su montura, tras lo cual volvió a fijar su atención en los asaltacaminos.

-Yo, Godofredo el Audaz, señor de Miramonte y de Papaencourt, vasallo del rey Luis el Gordo y brazo armado de  nuestro señor del castigo gozo del derecho de vida y muerte en mis condados... más como en ellos no me encuentro, no sería justo el aplicar sentencia de muerte-elucubró.

-Tu compañero ha pagado ya el precio por sus pecados-dijo señalando al bandido grávemente herido- Más no puedo consentir que tú mesmo partas sin recibir el justo castigo... durante un segundo se mostró pensativo.

-Extiende tu mano siniestra hacia mí, la que no uses para realizar las labores. Has prometido no volver a obrar mal, por lo que ningún mal aplicaré a la que será tu herramienta principal de trabajo, pero te irás de aquí con el dedo acusador de la siniestra fracturado, para que recuerdes no volver a levantar jamás la mano contra una persona honrada.-Extendió la mano esperando recibir el dedo índice de la izquierda-Enotras circunstancias tu castigo habría debido ser mucho más severo, como sajarte la mano diestra, o machacarla con mi maza, más voy a creer en tu propósito de enmienda, por esta vez-declaró satisfecho.

El asaltacaminos llorando y rogando perdón estira el dedo hacía ti, sabe lo que viene ahora pero intenta convencerte de que ya ha aprendido la lección y no hace falta recibir tal castigo.

Tras ejercer el justo castigo a los infractores,  Godofredo de Miramonte revisó el cadaver del bandido y se hizo con todo aquello que pudiese revestir algún valor a modo de diezmo de penitencia. tras ello, cargó el muerto al carro y dejó partir a los cuatreros bajo promesa de que se encargarían de que recibiese sagrada sepultura en el primer pueblo que alcanzasen.

Cargando las alforjas de Castigador con el alfañero rapiñado, prosiguió su camino.

Rebuscas en el cadáver del finado y encuentras una armadura de cuero, una espada larga de gran calidad, 10 piezas de oro y un anillo de bronce, lo requisas todo en nombre de tu Dios y envías a hacer penitencia a esos malnacidos que trataron de matarte.

Prosigues tu viaje sin mas contratiempos, viajas durante alrededor de 3 semanas en dirección a Furiunda, a ese pueblo llamado Rastor del que nunca habías escuchado nada y del que no pensastes en preguntar a tu Obispo.

Furiunda es un pueblo bastante rico en comparación con tu Condado, lo dirige un aclamado paladín llamado Vargas, pero tu objetivo está mas al este, un territorio que depende administrativamente del Gran Reino de Verbobonc, dirigido por otro de los grandes héroes de este tiempo, el mas importante en realidad, el Gran Ku-Thu*Kya, avatar del gran Dios Chaka, quien junto a Vargas y al matrimonio compuesto por la Reina Lilith y Daitoh el Sabio  hace décadas salvaron el plano de un mal proveniente de un lugar muy lejano y del que poco se conoce incluso hoy día.

Cuando el cansancio ya empieza a hacer mella en tu determinación el camino llega a tu destino, un cartel te indica tu localización, Rastor, por fín tu camino se acerca al objetivo de tu cruzada personal.

Es de noche pero ves mucho movimiento en la aldea, tu has continuado la marcha debido a la gran luna llena que iluminaba el paisaje y que te hicieran entrar ganas de proseguir.

De pronto por tu flanco derecho ves como un grupo de unos 4 orcos cogen a una chiquilla que parece ser de raza enana por sus marcadas facciones y se le llevan arrastrando mientras ella chilla, parece claramente un rapto en mitad de la noche de esas sucias alimañas con las que has tenido problemas incluso en tus tierras.

Bajando de un salto de su montura, blandió sus armas y se lanzó sin miramiento hacia los orcos.

-¡Mont Jouar! ¡Saint Dennise! ¡Por Dios, que me muera si flaqueo!-gritó a todo pulmón mientras corría en su dirección.

Al encontrarse prácticamente a distancia de cuerpo a cuerpo. recitó solemnemente -¡In virtute Dei, cujus effusus terríbilli lupus voco!- provocando una nube de humo frente al grupo de orcos de la que surgió su fiel perro infernal, el cual no se lo pensó dos veces y se lanzó a tratar de derribar al primero de los pieles verdes

In virtute Dei, cujus effusus terríbili lupus voco

El revuelo que causas es grande, tu perro infernal casi muerde a uno de los pieles verdes, lo que provoca que todos los orcos desconcertados por lo que ocurre salgan despavoridos calle abajo.

Has vencido fácilmente a esas alimañas, no recordabas que fuera así en tus tierras, pero ya te va bien.

Ante ti, atónita, queda la niña que se pone a llorar desconsoladamente.

El perro en vez de perseguir a las presas se queda protegiendo a la niña enana.

Godofredo corrió al encuentro de la desdichada niña.

-Tranquila hijita, esos malvados no te harán nada, ahora estás con un noble seguidor de San Cutberto, más nada debes temer de mi.

Se arrodilló para reconfortar a la muchacha.