Partida Rol por web

— ¡Hummm...! — Gimio Dwama de forma lasciva. — Tres pepinos fritos dentro de mi... ¡Que ganas!

Lo cierto era que aquellos asquerosos la tenían rodeada. Se acercaban a ella en todas direcciones. Mentiría si dijera que Dwama no sentía miedo, pero no iba a demostrarlo. Se preparó para la embestida. Al primero que se acercase le diría su merecido a base de urgrosh.

Te encuentras rodeada, te encuentras en el medio de un cruce de dos caminos en T invertida de la montaña prohibida sale Jom, de dirección a Rastor el minero Bargros y de dirección a Hommlet te sale Rasputin el Orco Carnicero.

Te miran durante un instante, saben que estas preparada para golpearles con ese Ugosh tan imponente, por lo que deciden tirarte sus jabalinas.

Dos se pasan de largo pero la de Jom te impacta directa en la pierna.

-JA JA JA JA, podemos pasar toda la noche tirándote cosas sucia perra!

Aquello no le gustaba. Eran más rápidos que ella y al parecer también eran más listos. — No tendría que haber dejado la escuela...— ​Se dijo a si misma. 

Agarró su fiel urgrosh con firmeza y cargó contra el blanco que parecía más fácil. No era otro que Bargros.  Le daría su merecido si los dioses enanos no la habían abandonado.

— ¡Ahhhhh! — Gritó mientras avanzaba con su urgrosh por delante.

LE golpeas con tu carga, pero quedando desprotegida de sus golpes.

Bargros saca delante de ti, sin que te des ni cuenta, una hacha doble orca e intenta golpearte con ella, fallándo gracias al propio impulso de tu incertero ataque, pero por detrás llega el alcalde Jom, que te hace un tajo importante en la espalda y Rasputin que te hace una herida superficial en el hombro.

-Notas mi hacha dentro tuya???! en breve notarás mi verga Dwama! JA JA JA

Ciertamente dolía, pero no lo admitiría ante aquellos malolientes seres. Tragó saliva y evitó gritar. Quien iba a gritar ahora era Bargros. Dwama seguía confiando en si misma. Aunque no sabía por cuanto tiempo. Descargó con furia dos ataques de urgrosh pico y hacha y estos hicieron saltar la sangre de sus enemigos.

— ¡Por ti abuelo! — Alzó la voz.

de tu primer golpe matas al pobre minero que había recibido un buen golpe con la carga, atacando acto seguido al otro orco que acompaña al alcalde, haciendole bastante daño en el torso pero aguantando aun.

Los dos orcos deciden flanquearte para intentar tumbarte, el combate ha cambiado ligeramente en contra suya y se miran indecisos.

Primero ataca Jom que te da con su primer ataque, no así con el segundo, pero el carnicero parece que se encuentra demasiado fatigado para darte, sin duda le has dado bien.

El estúpido minero había muerto. Su abuelo había mmata muchos como él con aquel arma que ahora blandia entre sus manos. No se le había olvidado como matar escoria. De nuevo sintió un lacerante dolor cuando Jom impacto contra ella. No podia perder los nervios. Debía quitarse de encima al carnicero y eso hizo. El filo del urgrosh secciono la femoral de aquel baboso. Aprovechó entonces  la enano para clavar el pico de su arma en la rodilla del alcalde.

— Cambian las tornas... — Sonrió. — ¿ Verdad, Jom?

El Orco Jom ahora se arrepiente de haberte seguido para darte muerte o de no haber traído a mas orcos, sus dos secuaces abonan el suelo del camino y él acaba de recibir un tajo de poca importancia.

-Sucia perra! vas a morir!

Dwama estaba convencida de que acabaría con aquel gusano muy pronto. Confianza lanzó uun ataque con su hachuela tras esquivar los torpes golpes de Jom. A decir verdad no esperaba que esquivara su primer ataque. El que no pudo evitar fue su pico, el cual se clavo en su torso salpicado el rostro de la enana de sangre.

Aunque fallas tu primer ataque, de refilón consigues darle con la parte trasera de tu arma, que entra totalmente en su pecho agujereando su corazón y provocándole una hemorrágia masiva interna.

-Hiii...jaaa... dee.. puuuu...t.. ves como su cara entra en una rojez casi absoluta, enfurecido totalmente te lanza un puñetazo a la desesperada de morir matando, pero dicho esfuerzo provoca que un chorro de sangre a presión deje su cuerpo casi seco.

El puñetazo te da directo en la mandíbula, haciéndote saltar una muela y quedándo noqueada y cayéndote encima el cuerpo del Orco, causándote el justo daño para que te encuentres al borde de la muerte.

Estás muerta, o al menos eso crees, no recordabas que el Alcalde era un antiguo bárbaro orco y que en el último momento entrara en furia para llevarte consigo al averno. Sin duda un fallo imposible de controlar, has hecho un esfuerzo tremendo, tu sola has matado a 3 fornidos orcos que te tenían rodeada, lloras por no volver a ver a tu familia encontrándote a escasas 3 horas de casa.

La oscuridad que te rodea desaparece abruptamente, encontrándote de pronto en una especie de salón encendido con antorchas, no te puedes mover y además notas que estás a una altura notablemente superior que la tuya, o estás encima de un taburete o de pronto eres mas alta, pero no puedes moverte.

Una especie de luz voladora se acerca a ti, no sabes que es esa criatura, pero no puedes hacer nada para defenderte de ella.

-Hola Dwama hija mía, Soy Rocknath, Dios de TODOS los enanos que pueblan esta tierra, Te encuentras en mi casa en el interior de mi siervo Ullysem quien te ha cedido su cuerpo para poder hablar conmigo.

-No temas, no eres capaz de ver mi auténtica forma ya que los mortales no os podéis mover en nuestro plano de existéncia y yo no puedo tomar Avatar aún, puesto que sólo un Dios de cada panteón puede ocupar cuerpo humano a la vez en el mismo plano y en este momento El Todopoderoso Dios Chaka ocupa uno.

-Te encuentras ante mi ya que eres poseedora de mi amuleto, eso te ha convocado a cumplir una misión importante, pero has fallado a la hora de cumplirla y tengo el poder de darte otra oportunidad si esa es tu decisión.

Dwama se sentía totalmente desconcertada. Lo que estaba viviendo parecía más producto de un sueño que de una realidad tangible. No sabía si debía creer lo que veían sus ojos o simplemente descartalo como una ilusión producida por la inminente muerte a la que se enfrentaba. De hecho, se sentía morir. Sentía que estaba muriendo en ese mismo instante. Aquello quería decir una cosa. No estaba muerta, no todavía. Aunque su muerte estaba próxima. Eso también lo tenía claro.

Aquel ser de luz cegadora le habló de repente. Decía ser Rocknath, aunque para nada tenía la apariencia de un enano. Le explicó algo acerca de avatares, planos y dioses, pero no comprendió mucho de lo que le hablaban. No es que no hubiera prestado atención a aquella luz, sino que simplemente, entre lo extraordinario de la situación en la que se encontraba y lo complicado de los conceptos que trataban de transmitirle, no llegó a discernir de lo que el supuesto Rocknath le hablaba.

Lo que si tenía claro después de escuchar aquella voz y de experimentar por unos instantes aquella nueva realidad que le rodeaba, era que lo que estaba sucediendo no era una mera alucinación. Aquel ser espiritual estaba realmente frente a ella y ella se encontraba en el interior de un cuerpo extraño. Sí, aquel destello le hablaba y le hablaba de su misión y una segunda oportunidad. No mucha gente tenía segundas oportunidades, así que si ella era tan afortunada para tenerla, debería aprovecharla.

- No me gustaría marcharme sin concluir mi misión, si eso es lo que me pregunta... - Dijo mostrando bastante entereza. Lo cierto era que había tardado casi un minuto en ubicarse y responder, pero cuando tuvo claro lo que estaba pasando a su alrededor, también tuvo clara la respuesta. - No quiero una segunda oportunidad. ¡La necesito, mi buen Rocknath!

me gusta tu espíritu Dwama! Hablas como los primeros enanos que cree y que forjaron los imperios que rivalizaban con los de los orejas picudas. Busca a los elegidos por el símbolo sagrado y no os fieis de los demás pues hay siervos del mal infiltrados en todos lados. Sigue las visiones de mi amuleto y con ellas encontrareis dónde iniciar vuestra misión. Ve en paz Dwama.

Tras esas palabras la luz entra en tu cuerpo prestado y todo se torna brillantemente cegador.

Te encuentras donde caistes, rodeada de orcos muertos, encima tuya está Jon, con el pantalón medio bajado, parece que intento cumplir su amenaza antes de morir.

Estás viva, te encuentras totalmente dolorida, pero mágicamente te has estabilizado y se han cerrado parcialmente las heridas que te sangraban la vida.

Sin más desperté de aquel extraño... ¿Sueño? Estaba casi segura de que no había sido un sueño, pero aún así... ¡Había sido tan irreal a la vez que real! Sí, desde luego que había sido algo extraño. Algo que no quería repetir. No es que se hubiera sentido mal en compañía de aquella luz que dijo ser Rocknath, dios de todos los enanos, pero al fin y al cabo había estado al borde de la muerte y no estaba en sus planes más inmediatos el morir.

Al despertar tuvo de nuevo una imagen desoladora encima suya. De hecho estaba literalmente sobre ella. EL canalla de Jom había tratado de cumplir sus amenazas hasta su último aliento. El golpe mortal de su pico y las correas que anclaban su coraza a su cuerpo habían impedido tal acto. Dwama imploró gracias a todos los dioses porque aquella bestia de piel verduzca no hubiera tenido tiempo de cumplir sus propósitos. 

De un empujón hizo rodar el cuerpo sin vida de aquella basura y se puso en pie sacudiéndose el polvo del camino. Con un trozo de tela se limpió la sangre que portaba en sus manos y en la cara, así como la que manchaba su coraza. Estaba dolorida y cansada, pero orgullosa de si misma, pues había acabado con la vida de tres enormes orcos ella sola. Eso decía bastante de su adiestramiento marcial.

Sin más empezó a registrar los cadáveres en busca de cualquier cosa útil, ya fueran armas, dinero, provisiones o cualquier otra cosa. Ya que había tenido trabajo con ellos, se cobraría sus honorarios mediante el saqueo. Ya vería como cargar todo sobre sus hombros. Quizás pudiera vender lo que no necesitase en Homlet o en cualquier otro sitio.

- Señor, Jom... - Le dijo al cuerpo del orco. - Gracias por otorgarme el placer de matarle. Ha sido usted muy, pero que muy considerado siguiéndome los pasos. Y gracias también por lo que voy a saquear. - Y en ese momento un golpe de hacha seccionó la cabeza del alcalde. - También me llevaré su cabeza. Quedará bien en mi salón... - Cuando tenga uno... - Pensó. 

Te empeñas en buscar entre las pertenencias de esos orcos apestosos pero no llevan nada mas que sus armaduras laminadas y sus hachas dobles orcas, material pesado y poco valioso salvo por las hachas que parecen ser de buena manufactura.

No encuentras ni oro ni plata ni nada, se nota que esos canallas viajaban ligeros con la única intención de darte alcance y muerte.

Has sobrevivido, te encuentras tremendamente dolorida pero viva, decides que ya has descansado suficiente, no sea que media docena de orcos mas se dejen caer en búsqueda de su alcalde; su cabeza ha dejado de brotar sangre aunque no se puede decir que esté limpia, usas su ropa para secarlo y la camiseta de otro de los orcos para hacer un revoltijo con el que colgártela de la maleta ya que entiendes que meter la cabeza cortada de tu alcalde junto a tus posesiones no es muy limpio.

Ahora debes decidir si volver al pueblo a cobrar venganza por el ataque del alcalde o continuar la marcha y que se busquen la vida los Rastorianos sin su líder.

No quedándose satisfecha con la decapitación de Jom, decidió proseguir con su obra de arte. Los orcos por mucho que vivieran en sociedad seguían siendo orcos. ¿Es que acaso sólo lo veía ella? Iba a dar un mensaje a esos pieles verdes depravados. Con un cuchillo bien afilado escribió en la frente del minero y del carnicero la palabra violador. Acto seguido les amputó su miembro viril y lo introdujo en sus bocas muertas. Lo mismo hizo con el miembro de Jom, pero en cambio este lo lanzó bien lejos de ahí, para que se lo comieran las ratas o las aves carroñeras.

- Ahora si puedo irme... - Dijo satisfecha al observar una panorámica de su obra.

Dwama recogió los últimos bártulos que le quedaban y retomó el camino que Jom y los suyos le habían impedido seguir. Lo cierto fue que para aquella enana, fue toda una sorpresa la aparición del alcalde. Tenía pensado darle su merecido en el futuro, pero... ¿Tan pronto? Jom fue desde luego muy, pero que muy considerado acudiendo a su encuentro y dejándose matar. ¡Y además acompañado por otros dos payasos! Sin duda un alcalde que se debía a su pueblo. Le echaría de menos...

Después de los actos de salvajismo sobre los cuerpos sin vida de sus atacantes, Dwama abandonó la macabra escena para continuar su camino hacía Hommlet, no sabía que aventuras le esperarían, si el destino del mundo de verdad dependía de ella y de otros a los que aún no conocía, pero ella veía eso esperanzada como una forma de salir de su misera existencia.

Delante de ti un futuro incierto pero esperanzador se abre con el amanecer de este nuevo día