Partida Rol por web

Empiezas a buscar un rastro pero no ves ninguno apreciable, te das cuenta que aunque hayas matado con tu ugrosh a varios orcos y grandes trasgos eso no te ha dado la capacidad de encontrar rastros como si fueras una batidora, sigues siendo una simple minera enana con buenas dotes para la lucha, pero no para los rastros.

Al final te viene a la mente esa historia que tenías en la punta de la lengua; recuerdas como tu abuelo te contó que en las guerras contra el mal en las que luchó para el rey Ku-thu*Kya de Verbobonc, al enemigo a veces lo dirigía unos clérigos malignos que vestían túnicas de color ocre. Según recuerdas esos clérigos son los que crearon el Templo del Mal cercano a Hommlet.

Con respecto a su culto maligno no sabes nada, pasabas de las religiones en la escuela y ponías los ojos en blanco cuando tu abuelo te hablaba sobre ellas.

-Aguardad un segundo-dijo alzando el dedo índice.

-¿entiendo que aquestos que decís que fueron secuestrados junto a usted siguen por los alrededores?

Preguntó alarmado

-Cierto es como deciis, no estaba solo yo preso de aquellos seres, eramos más. Respondo a Godofredo.

-Si era un clerigo o mago no sabria responderte Dwama, solo vi sus ropajes y escuche que podia utilizar conjuros, no le vi el rostro, pero podria reconocerlo por la voz. Respondo a Dwama.

-Como ha dicho la dama enana Dwama, tenemos 2 opciones, ir a Hommlet o perseguirlos, el destino de los cautivos no es algo que me preocupe ya que no los conocia de nada, pero si que quiero vermelas con ese "Naz", no descansare hasta atravesar su corazon y ver su cara antes de morir.

Mientras señalo la direccion y empiezo a correr en la direccion desde donde me trajeron a la emboscada:

-Los prisioneros estan algo lejos de donde estamos ahora, estan atados, podemos rescatarlos antes de que los lleven presos, seguro que el trasgo y el humano han ido hacia allá; no nos entretengamos más, acabemos con ellos, luego ya discutiremos nuestros pasos.

Caballeros, soy la primera que querría sacarle las tripas al gracioso que convocó una víbora a mi espalda, pero creo que no estamos en condiciones de perseguir a nadie.. propongo ir a descansar a Rastor o Hommlet, lo que quede más cerca, y decidir ahí nuestro próximo paso con una bebida fría frente al fuego.

Tenemos una misión ardua y complicada, esto es una maratón, no una carrera, relajémonos y pensemos con calma nuestros movimientos.

Sin duda la forma de pensar del recién creado grupo de salvadores era muy diversa. Por un lado Godofredo estaba alarmado por la existencia de personas secuestradas, sus años como Señor de un condado, ejerciendo de padre protector de sus súbditos, sin duda habían marcado su carácter.

Dwama por su parte parecía simplemente querer conocer quién era aquella gente; Sheiland, más practica, veia su mal estado físico y era practica, no se veía yendo en ayuda de nadie. Por último Jack, parecía ser un Hobbit de oscuro corazón, a la que se la traia al pairo el bienestar de la gente a la que habían secuestrado por su culpa y con la que había convivido semanas privados de libertad.

Estáis ante vuestra primera decisión como grupo, ir a descansar a Rastor o Hommlet, o ir a salvar a los pobres secuestrados y matar a los bandidos.

— Recuerdo que mi abuelo me contó que en las guerras contra el mal en las que luchó para el rey Ku-thu Kya de Verbobonc, que al enemigo a veces lo dirigían unos clérigos malignos que vestían túnicas de color ocre. Creo recordar que esos clérigos son los que crearon el Templo del Mal cercano a Hommlet. — Expuso Dwama. — Deberíamos seguir su pista. Nuestros dioses nos protegerán. — Le dijo a la otra enana. — Rastor y Hommlet están demasiado lejos. Les perderíamos la pista. — Pensó en alto. — ¡No, debemos ir tras ellos! ¿Cuántos eran, pequeño amigo? — Le preguntó a Jack. — Y usted, seguro que puede hacer algo para que la enana se sienta más descansada. ¿Verdad? — Se dirigió al humano.

-Creia que el rey de Verbebonc que luchó en esas guerras se llamaba Chaka-Zulu. Le comento a la dama Dwama.

-Salvo el Trasgo que ha huido y el humano, no recuerdo que hubiera más enemigos, en cuanto a los prisioneros, no me pare a contarlos, eramos varios, yo estaba demasiado ocupado buscando el momento para liberarme y huir de ellos.

-Estamos perdiendo un valioso tiempo, se nos escaparan, vamos a por ellos. Digo para todos.

- El mediano tiene razón... - Dijo la enana ignorando por completo su comentario acerca del nombre de aquel rey del pasado. Eso era lo de menos en ese momento. Ya tendrían tiempo de discutir sobre tecnicismos. - Señor... - Se dirigió al humano. No recordaba su nombre. - ¿Rigoberto el "Mordaz"? - Meneó la cabeza. - ¡Como sea! - Exclamó. - ¿Tiene algo para sanar nuestras heridas o para vigorizarnos de cara al combate? - Entonces miró a la otra enana. - Es nuestra oportunidad de descubrir algo acerca de nuestra misión... No es hora de descansar todavía. ¡Vamos!

Algo sorprendido por la aparente falta de preocupación de aquellos que supuestamente habían sido escogidos por los dioses de cara a sus semejantes, Godofredo negó con la cabeza, si bien no había tiempo que perder con reproches o explicaciones.

-Venid, la misericordia del Castigador sanará vuestras heridas.

En cuanto hubiese curado a sus heridos compañeros, sin más espera Godofredo estaba dispuesto a encabezar la búsqueda de los cautivos, ya fuese  solo o acompañado.

Uno por uno pasáis por las manos del castigador quien os impone sus manos y os sentís bastante curados en comparación a como estabais.

Cuando el Conde está acabando de curar a Dwama escucháis gritos provenientes del interior del bosque donde han ido el gran trasgo y el capa ocre.

Creéis escuchar gritos de horror de voces femeninas, 4 o 5.

- ¡Vamos! - Exclamó Dwama. - Intentemos ser sigilosos para cogerles desprevenidos... 

No esperó una respuesta, ballesta cargada en mano, salió corriendo en dirección a los gritos dispuesta a acabar lo que o habían podido acabar instantes atrás. Con suerte no la pillarían de nuevo distraída y sería de nuevo presa de un hechizo de miedo.

Correis en dirección a los gritos, tardáis unos minutos que se os hacen eternos, jadeais ya que estáis cansados y una mezcla de adrenalina, miedo, furia y justo castigo recorre vuestra sangre.

Al llegar a un claro la escena que presenciais obliga al clérigo a santiguarse.

Una cuerda atada a dos árboles tiene atadas las manos de 10 personas, 4 hombres , 5 mujeres y un niño de no más de 7 años. Todos se hayan degollados y la sangre aún corre de sus cuellos al suelo.

No observáis a ningún humano de capa ocre ni al gran trasgo superviviente.

-Maldita sea! -Exclamo de rabia- Esos bastardos se han escapado. Os dije que nos dieramos prisa, si no nos hubieramos entretenido discutiendo que hacer podriamos haberlos atrapado y estas vidas no habrian sido sesgadas.

Me acerco a los cuerpos y toco la sangre -La sangre aun esta fresca, hay que encontrarlos. -Tras esta frase miro al clerigo- Luego les daremos sepultura, no hay que perder más tiempo o más vidas inocentes seran sesgadas.

Mientras lamo mi estoque -Esos cabrones no se me van a escapar.

Dichosos blandengues, esto es de lo más bonito que vamos a ver a partir de ahora, acostumbraos y dejad de lloriquear, si vamos a lidiar con problemas de gran magnitud no podemos entorpecer la misión por sujetos irrelevantes o sus penurias.

Como dicen en mi tierra, para hacer una tortilla hay que romper huevos.

Terminemos con esto cuanto antes.

Por desgracia para el pícaro a pesar de que escucha hasta las gotas de sangre golpear contra el suelo no es capaz de indicar hacia donde han huido.

-Maldicion, a pesar de mi gran audición no consigo averiguar hacia donde han huido, puede que se hayan escapado con algun hechizo, aaaaargh. -Golpeo el suelo- Esto no acabará asi, cobraré mi venganza.

-Volvamos y enterremos los cuerpos, no merecen quedar como estan ahora, quiza nos den alguna pista de las visiones y de a que nos enfrentamos.

Visiblemente molesto por la actitud de us compañeros, especialmente la de la que se había denominado "Wu Jen" alzó el dedo índice.

-¡Silencio, villanos! con urgencia devoró los metros que le separaban de aquellas desdichadas personas en apenas 3 zancadas.

-¡Si la sangre fluye es que el corazón aún late! ¡La herida se halla por encima del corazón y sigue fluyendo!- gritó demostrando las enseñanzas recibbidas en sus años de clausura conventual-¡Aún resta algo de vida en aquestos desdichados!

Con la intención de cesar la pérdida de sangre  y de cerrar las heridas más graves y mortales, el conde se arrodilló justo en uno de los charcos de sangre que ian agrandándose bajo una de las víctimas. Alzando ambos brazos al cielo, recitó:

-Caelestis Patris Ultor et iustus Gratiaeque invaderent moribundis terreni corporis animam revocare ¡Duchere!

Una vez más, un círculo de luz azulada se dibujó en el suelo, envolviendo a las víctimas de aquel macabro rito.
 

Lo que allí estaban presenciando era sencillamente terrible. Desde que supo que había sido elegida por su dios Rocknath para salvar el mundo tuvo claro que tendría que presenciar cosas horribles. Aunque iba sobre aviso, aquello la cogió desprevenida. Quizás era demasiado pronto para enfrentarse al sadismo que habían demostrado aquel humano de túnica ocre y su esbirro gran trasgo.

Pero igual no todo estaba perdido para aquellas gentes. El humano corrió hacia las víctimas tratando de usar su poder para salvarle la vida al menos a una de aquellas personas. Dwama, por quien más se preocupó fue por el niñito. ¿Qué culpa tenía él para recibir un final tan precipitado y cruel? La misma que el resto, pero en su caso era aún más terrible al tratarse de un niño.

— ¡Señor conde, intente hacer algo por el niño! — Dijo la enana tratando de alguna forma de parar la hemorragia que manaba del cuello del niño.