Partida Rol por web

Vosotros os quedáis fuera, no sea que cojáis lo que no os toca! dijo la maga a los niños bloqueando el paso con su cuerpo.

Dos enanas bastan para una habitación!

Al entrar a la estancia os llama la atención esa gama de olores, provenientes de una hoguera apagada, unas varitas aromaticas encendidas y runas dibujadas con sangre en las paredes.

El techo está lleno de hierbajos enganchados con cordeles, junto a estos hay restos de animales, conejos, topos, pajaritos,...

Al fondo de la estancia se observa una cama mullida y a su lado una mesa y una silla, encima más ramas, animales, hojas, raíces,... Mucho material natural.

Al otro lado de la cama hay un arcón cerrado.

Que bien me van a venir todos estos materiales para hacer conjuros y pociones, no son difíciles de encontrar pero cansa su recolección. Yo busco por la mesa y la cama. Dijo a su compañera.

Dwama se fijó entonces en el arcón. Le extrañaba que Sheiland no hubiera tratado de abalanzarse sobre éste en primera instancia. No obstante, algo le escamó a la enana. Se encontraban en lo que parecía ser la guarida de un hechicero, chamán o mago. Fuera como fuera, un tipo con capacidades mágicas, podía poner algún tipo de trampa o mecanismo mágico en el cofre. Si ella guardara algo de valor en un cubil de trasgos, desde luego lo haría de poder.

- Sheiland... - Llamó la atención de la maga. - ¿Por qué no lanzas un detectar magia? - Le preguntó antes de tocar nada. - Podría ser que hubiera alguna trampa arcana o puede que haya algún objeto mágico. 

Entonces cerró la puerta y desenfundó su urgrosh. 

- O puede que el trasgo mágico haya regresado hasta aquí y trate de recuperar sus cosas. - Sonrió. - De ser así... - Agarró con fuerza su arma y frunció el ceño.

Esa rata trasga ya estará lejos de aquí! Baja el arma mujer! Ahora lanzo un detectar magia a ver qué encontramos.

La enana se concentró, hizo unas palabras y estuvo bastante tiempo concentrada. Una vez acabó se dirigió a la cama y de debajo de la almohada sacó un frasco de vidrio con un líquido. Esto es algún tipo de poción mágica, me la guardo con las otras. No hay nada más por aquí. dijo mientras recogía todos los materiales que colgaban y había sobre el escritorio. Creo que dormiré aquí está noche, salvo por el olor a sangre es acogedor!

Dwama asintió complacida. Por una vez Sheiland no había sido borde con ella, o no tanto como últimamente al menos. Enfundó su arma y se acercó al arcón. Trató de abrirlo. Esperaba que no estuviera cerrado con llave, aunque sino, de lo contrarío, un buen hachazo daría buena cuenta de él.

- Veamos que hay aquí... - Dijo entonces.

El cofre estaba cerrado con llave. Pero Dwama tenía la llave indicada. Agarró su Urgrosh y lanzó un diestro golpe contra el mismo. Trató de emplear únicamente la fuerza necesaria para romper la cerradura, no quería cargarse de rebote lo que estaba en el interior.

- Espero que con esto baste... - Dijo agachándose para comprobar que se había abierto.

Un golpe no fue bastante, tampoco dos, tres casi lo abrieron,... No fue hasta intentarlo la cuarta vez que el cierre saltó, llenando el suelo de piezas metálicas.

La guerrera ya babeaba pensando en las riquezas que encontraría, su cara de decepción surgió al ver, bien dobladas, un par de camisas y pantalones, una capa, un espejo y un reloj de arena. Lo único de valor que encontró fue una bolsita con 110 piezas de oro.

Estás volviéndote más tranquila enana? Cuatro golpes para abrir el cofre! Hay algo interesante? dijo la maga sin girarse mientras recogía material mundano para magia.

- Baratijas nada más. - Respondió la enana. - Pero podemos llevárnoslo. - Se encogió de hombros. - Lo podemos vender y sacar para provisiones y posadas.

Dicho aquello la enana agarró el contenido del baúl y lo vació en su bolsa de forma cuidadosa para que no se rompiera nada. Tenían mucho que transportar ciertamente. Iban a necesitar una carreta o algo para llevar todo aquel material hasta el pueblo y venderlo debidamente.

- Sigamos... - Le dijo a Sheiland. - Ya veremos luego que hacemos con todo.

La enana salió de la pequeña habitación y avanzó hacia el fondo del templo. Unas escaleras que descendían fue lo primero con lo que se encontró. Decidió descender para averiguar a donde conducían. Tras una empinada bajada, se percató de que se encontraba en un túnel que había sufrido un derrumbe. Era evidente que alguien había estado escavando, pero no habían llegado muy lejos. Rebuscó un poco entre las rocas, pero no había nada relevante.

Acto seguido subió las escaleras, y se encaminó hacia el fondo del templo. Allí se encontraba una zona con un pequeño altar. Se trataba de una especie de tótem compuesto por varias calaveras de trasgos y cuya cúspide era nuevamente una calavera de trasgo con una cornamenta de cabra. Estaba decorada con plumas y pinturas, así como con pequeños amuletos de madera. La enana agarró su urgrosh y la emprendió a hachazos con aquella cosa hasta que se convirtió en una pila de huesos fracturados.

- Debe ser un altar a alguno de sus deformes dioses... - Dijo entonces. - Sigamos. - Aunque prácticamente nadie le seguía...

El resto del grupo seguía a la enana, líder de la expedición de saqueo, a Godofredo no le importó el trato al altar de aquellos trasgos pues no era una divinidad amiga.

Lo que llamó o atención al grupo fue una zona elevada al fondo, tras unos escalones, subiendo, se observaba un estrado de unos 30 pies de tamaño, y encima un trono.

A parte de esto, a otro lado había una puerta abierta.

- Vamos a esa zona elevada... - Sugirió la enana. - Mejor dejar las puertas cerradas hasta que lo que está a la vista esté revisado.

Y sin más avanzó para subir aquellos escalones y contemplar la estancia donde se encontraba aquel trono. Podía ser que el trono valiera algo. Si podían cargarlo también se lo llevarían. Sin más, empezó a rebuscar por la zona.

Subís las escaleras y llegáis a una estancia elevada con el suelo negro y brillante.

En el centro de la estancia se halla un trono de color púrpura, decorado con caras de demonios de mirada lasciva.

En la pared trasera, cincelado en la piedra una frase: " El poder de la muerte elemental avasalla a los mortales pero engrandece al Sin Nombre".

Esas enigmáticas palabras os dejan pensativos a todos, tendrá algo que ver con vuestra misión?

El trono se encuentra tras unas baldosas de colores extraños, formando un mosaico.

Nada más observáis en esta sala, pero quedáis perturbados por las imágenes y el significado del escrito.

Bueno, solo queda una estancia, algo me dice que ahí está el premio. Dice el explorador señalando a la puerta abierta del otro lado de la sala.

- Pues vamos a comprobarlo... - Dijo una sonriente Dwama posando una mano sobre el hombro de Chatrilon.

Momentos después se acercó hasta aquella puerta, agarró el tirador y abrió para comprobar si el explorador estaba en lo cierto, o por contra se equivocaba.

Godofredo reconoce está habitación como una sacristía, aunque ahora parece la habitación del líder de los trasgos.

La estancia está llena de divanes y de sillas acolchadas, todas ellas sin duda antiguas y desgastadas por el paso del tiempo.

Dos de los divanes se han colocado uno junto al otro haciendo lo que parece una gran cama.

Al fondo están amontonadas gran número de cajas, bolsas y sacos.

- ¿Una sacristía? - Sonrió la enana ante las palabras del conde. - Más bien parece una sacrilegía... - Soltó una carcajada ante su propia broma. - ¡Vamos a ver que hay en esas bolsas y cajas! - Exclamó finalmente.

La enana saqueadora, se lanzó a por las cajas. Esperaba algo de ayuda por parte del resto. Podía ser que allí estuviera la mejor parte del botín, o bien podía ser que no hubiera más que cajas vacías y bolsas mohosas, pero fuera como fuera, la emoción de descubrirlo la llenaba de adrenalina.

La enana empezó a sacar cosas valiosas de las bolsas y cajas, primero unas bolsas con oro, plata y cobre, mas de quinientas de cada una, pero debía ponerse a contar para establecer el numero.

De una caja sacó una figura de bronce de un guerrero elfo montando a caballo, no sabía cuanto valía, pero si era por el peso, era caro (unas 200 libras).

En una cajita de hierro, al abrirla se dio cuenta que estaba acolchada para que diez gemas no se golpearan.

en una caja había un trozo grande de tela con bordados en hilo de oro, eso era cara por huevos.

la caja que mas pesaba tenía sentido, había una armadura completa en su interior, casi tan bonita como la de Godofredo, pero esta no brillaba.

Para desgracia de la enana había una gran caja, muy recia, totalmente envuelta con cadenas de recio acero, sabía que su arma no podría romper esas cadenas, por lo que miró y miró hasta que encontró un candado de gran manufactura enana. Sabía que eso solo Jack podría abrirlo. La caja pesa tanto que te cuesta moverla, por lo que transportarla sería muy difícil.