Partida Rol por web

- Tengo mis momentos, ayudante del adjunto de revisión Nathiel. - Probó el café y asintió ligeramente con la cabeza. Estaba como a él le gustaba, frío, con mucha leche, mucho azúcar y poco café. Bueno, quizás si seguía así podía nombrarlo ayudante del adjunto del chico de los cafés. Pero entonces se dio cuenta de que no le había ofrecido nada de comer. Descartado para el puesto. Quizás podría ofrecerle el puesto a Vinny, ya que cualquier cosa (como sangre sucia, vagabundo o incluso departamento de criaturas mágicas) era mejor que trabajar en el Quisquilloso. Así ayudaría a una ex novia y amiga. 

Es que hombres como él, tan atentos y detallistas ya no quedaban. 

- ¿Programa de protección testigos? Vivir contigo si que es un programa de protección de testigos. Yo no necesito que me protejan, estoy aquí por propia voluntad después de unas merecidas vacaciones después de mi intervención en ese país de squibs. - Se quejó, porque él había sido El Amo, y después de un retiro prudencial y vacaciones financiadas por el Ministerio, tocaba retomar su carrera política dentro del Ministerio. Y debía comenzar desde lo más bajo para demostrarles a todos quien mandaba allí. Los líderes se forman desde los cimientos, los peones en academias. 

Pero entonces la conversación derivó en algo mucho más... sangriento y extraño. Al menos, así lo fue para Ryan, que levantó las cejas según Liam hablaba y por su gesto de sorpresa según lo escuchaba, había descubierto en aquel exacto instante, que Liam gozaba de una mente más retorcida, perversa, mefistofélica, infame, depravada y retorcida (si, retorcida dos veces) de lo que habría podido imaginar. - ¿Follar estando con la regla? Estás enfermo, Liam, y necesitas ayuda. - movió la mano de lado a lado, quitándole importancia. El mismo concepto le parecía... sucio y poco práctico. Además, solo el concepto de proponérselo a Isabella le producía un escalifrío más que justificado. 

Seguramente acabaría arañándole, mordiéndole y clavándole algún objeto punzante. 

- Uhm..........- Pareció pensárselo por unos momentos. - Bueno. - carraspeó. - Pero solo por ayudarte. Compraré unas cervezas y asegurate de tener tabaco para toda la noche. - Era su eufemismo de decirle: Vamos a estar toda la noche viciando, tengo ganas de zurrarle en la puta cara a esos niños rata y así nos despejamos fumando y bebiendo un rato. Esos chavales no tienen nada que hacer contra Ryan, prefecto de Slytherin, futuro Ministro de Magia, y terror de los muggles, acompañado de su fiel escudero y ayudante: Liam, manco y futuro ayudante del adjunto de revisión del Ministro de Magia. Muchos niños rata acabarian la noche calentitos, y si no le echaría la culpa a Liam llamándole manco con doble sentido. 

Pero cuando la cosa no puede ser más interesante (Bueno, si podía. Si metes a Isabella en cualquier ecuación todo se vuelve más interesante) resulta que se rebota por que le pregunta por las barbas de la tuerta pelirroja. Bueno, BUENO... Ryan se puso en pie y se encogió de hombros cuando Liam se marcha. - ¿Pero que muggle te ha picado, atontado? - Se bebió lo que restaba del café y apagó el cigarro, todo para perseguirlo periódico en mano. 

- Eh, eh, manco. - golpeó la puerta de la habitación con el periódico y se hizo a un lado, llevando las manos a la espalda con una media sonrisa. - Será mejor que me lo cuentes, o me inventaré una historia cojonuda la próxima vez que hable con Vinny. Además ¿Qué cojones tiene de malo? Está bastante buena y es ideal para ti... Tu eres manco, ella tuerta, los dos sois sangre sucia... - Se encogió de hombros. Joder, después de él e Isabella (Bueno, o de él y cualquier bruja sangre limpia y de buena familia) eran la mejor pareja que había dejado escapar aquel colegio. 

Resoplé, mientras abría la puerta de mi habitación, al escuchar el "brillante" futuro que había planeado para mi- Y supongo que, por supuesto, con contrato con ETT y de formación, ¿no? - dije, una vez dentro, dejando la puerta abierta a mi paso, para poder seguir hablando con él, a pesar de todo- Una oferta que no podré rechazar, sin duda. - ironicé, mientras alargaba mi mano humana en dirección al paquete de tabaco que había dejado en la mesita de noche.

A decir verdad, la habitación no estaba tan mal, a excepción de la cama, aún sin hacer, y la ropa del día anterior, que había dejado caer sobre la silla del escritorio, el mismo en el que estaba mi móvil, alzando una ceja cuando dijo que vivir conmigo sí que era un programa de protección de testigos, esbozando una sonrisa divertida ahora que aún no podía verme. Una sonrisa que se convirtió en una silenciosa carcajada cuando detecté aquel tono de sorpresa en su voz ante mi suposición de sus planes con la Isabella menstrual, una que por suerte ahora Ryan no podía ver.

Saqué un cigarrillo del paquete y usé el mechero para encenderlo, dando una larga y placentera calada que calmó a aquel gusanillo que había estado escarbando en mi interior durante los anteriores minutos. Y, mientras hablaba de nuestros planes para jugar un rato la noche siguiente, dejé el paquete de tabaco sobre la mesa del escritorio, sólo para cambiar el cigarrillo a la mano metálica y poder manipular así el movil con la mano izquierda. Estaba jodido manipular el patrón con un trozo de metal sin huellas dactiles, todo habia que decirlo. -Venga va, yo me encargo del tabaco. Y podemos pedir unas pizzas... o un kebab. - propuse, alzando ligeramente la voz, a sabiendas de que me estaba metiendo en un terreno pantanoso, ocultando de nuevo una sonrisa en mi rostro, al tiempo que desbloqueaba el movil, y abría el WhatsApp, pulsando sobre la última conversación que había tenido. - Pero si esta vez te pones a gritar a los críos cosas como "Avadakadavrareé a tu gato y a tu abuela, muggle de los cojones" te grabo. El mundo no puede seguir viviendo sin tus amenazas, Ryan. - dije, divertido, mientras usaba mi pulgar humano para escribir rápidamente un mensaje en aquella conversación de WhatsApp. Menos mal que ahora los móviles tenían esa función de escribir con una sola mano...

La parte positiva de aquello era que, con la otra mano, podía seguir fumando. Así que aproveché para dar otra calada, que se vió interrumpida por la inesperada aparición de Ryan en mi habitación, periódico en mano, llamando a mi puerta.

-Qué. - le dije entonces, dejando el móvil sobre la mesa, mientras iba hacia el armario, dispuesto a ponerme algo y salir de allí antes de que la conversación se siguiera complicando- Déjalo estar, Ryan. - le dije, torciendo ligeramente el gesto, mientras sacaba algo de ropa y la dejaba sobre la cama. Eso de no poder mentirle era la mayor putada que me había hecho a mi mismo en mi vida. Con lo fácil que podrían haber sido las cosas- He pasado una mala noche y no tengo el día. Así que deja ya de hacer el Skeeter, que al final llegaré tarde.- añadí, cabeceando en dirección al paquete de tabaco, mientras comenzaba a ponerme la camisa, intentando desviar su atención de una conversación que no quería tener- Ahi tienes tabaco, por cierto. Aún me quedaban un par. - le dije, cuando en realidad quise decir "aquí está mi ofrenda de tregua, deja el tema de los cojones, por favor". -En serio, ya te lo contaré otro día, va. - le ofrecí, sin poner fecha exacta a aquel momento, esperando que fuera suficiente y me dejara terminar de vestirme. Si no siempre me quedaba jugar la baza de quitarme los pantalones, a ver si eso le disuadía...

Ryan me ha dado 10 libras para que me largue de casa esta noche y había pensado invitarte a cenar en algún sitio caro con ese pastizal.. ¿Qué me dices? ¿A las 7 en Picadilly, en la entrada del metro? Así me compensas la mala noche que he pasado por tu culpa :P Dí que sí, va. ;)

- En la calle Meard hay un sitio donde hacen pizza de kebab. - Le contestó en cuanto abrió la puerta. Bueno, se había picado, así que algo estaba pasando de verdad y había acertado. - Y volviendo al tema que nos importa realmente y que nos ha llevado a la extraña situación en la que nos encontramos... no, creo que no voy a dejarlo estar. - acabó por decir, mientras afilaba la sonrisa. 

Pero todo sea dicho, una ofrenda de tabaco era algo que no podía dejar pasar así como así. - No irás a cambiarte conmigo aquí ¿No? - le preguntó, mientras entraba a por el tabaco. Cogió el paquete de tabaco, sacando uno de los cigarrillos. - Por que entonces tendremos otro problema de convivencia. - Problemas de convivencia era el eufemismo "volveremos a tener un marrón increible que acabará con una junta de crisis doméstica en la cual tendremos que volver a pactar en consenso ciertos acuerdos por el bien común, volver a redactar los términos contracturales del hecho de compartir piso y lo que era más grave: Los horarios del baño, así como quien iba a comprar tabaco. 

- ¿Cuando? - preguntó ante la idea de poner una fecha futura. - ¿Esta noche mientras te dejas en evidencia ante chavales que todavía son vírgenes? - Preguntó, con cierto rintintin. 

Mi mirada se desvió durante un instante hacia mi móvil, a la izquierda de Jackson, a unos 30 centímetros del paquete de tabaco, a la espera de que aquella lucecita lila parpadeara. Y, a juzgar por la forma en la que apreté los labios, en una mueca inconsciente, fue algo que no sucedió.

-Pizza de kebab. ¿Quién es el genio? - dije, alzando ambas cejas, al tiempo que hacía una pausa al abotonarme la camisa, sólo para coger el cigarro de aquel cenicero con el mensaje "Mind the gap" que había en mi mesita de noche- Va, lo compro. Me pasaré por allí a comprar una de esas genialidades. - me ofrecí, dando una calada al cigarro, sólo para acabar soltando el humo de golpe, en un bufido, cuando Ryan insistió en el tema.

Por suerte, parecía que la idea de que me cambiara con el allí si que había resultado ser disuasoria- Tío, voy tarde. Tengo que vestirme. Así que sí, si no te largas tendré que cambiarme delante tuyo. - me encogi de hombros, dando una nueva calada, antes de dejar el cigarrillo en la mesita de noche- Va, en serio. No te voy a contar nada ahora y supongo que tu también tendrás que irte, así que hagámonos todos un favor y larguémonos de una puta vez. - seguí abotonándome la camisa, algo que con aquella mano metálica seguía costándome bastante, irremediablemente.

Entonces volvió a insistir en el cuándo iba a contarle lo que pasaba, lo que hizo que volviera a detenerme, dejando escapar un largo suspiro de resignación- Ryan, yo no puedo mentirte, y tu no puedes mentirle a ella. Y eso hace que todo sea increiblemente más puteante porque ni siquiera puedo desahogarme con mi mej... -hice una pausa un momento, consciente, afortunadamente, de lo que estaba a punto de decir. ¿Mi mejor amigo? Sí, claro que Ryan era mi mejor amigo. Lo había sido anteriormente y volvió a serlo hacía algún tiempo. Si no no estaríamos viviendo juntos. Pero una cosa era saberlo e intentar engañarme a mi mismo diciéndome que todo aquello era simplemente circunstancial, aún sabiendo que era mentira, y otra, reconocerle abiertamente algo así- Contigo. - carraspeé, dejando escapar el humo del cigarro, con aquel gesto de "Circulen, aquí no hay nada que ver, dándole a entender que no era una cuestión de confianza sino de aquel puto juramento de los cojones que a veces parecía pesar demasiado.

-Y ahora venga, va, deja que acabe de vestirme. A este paso tendré que aparecerme y ya sabes que no me hace ni puta gracia. - le reconocí, sin ocultar que, incluso después de todo aquel tiempo desde que perdí el brazo, seguía intentando evitar aparecerme y desaparecerme en la medida de lo posible.

Bueno, básicamente todo lo que podía decirse en aquel momento sobre el rollo que se había pegado Liam respecto a vestirse allí, y todo lo demás que hizo que basicamente, Ryan, lo siguiera con la mirada en silencio con esa cara de androide del futuro enviado por skynet. 

Así que cuando todo se volvió un poco más... violento e incómodo, Ryan se limitó a carraspear unicamente para añadir una sola frase a modo de "Como quieras, tio, nos vemos después. Que vaya bien en tu academia para lerdos". - Eres un lila. - sentenció, antes de darse la vuelta y volver hacia el sofa a matar los diez minutos que le quedaban antes de irse a trabajar. 

Aquella tres palabras de Ryan me arrancaron, contra todo pronóstico, una media sonrisa divertida. A aquellas alturas de la vida, era capaz de traducir aquel "Eres un lila" como lo que probablemente hubiera querido decir probablemente, que quizás sería algo tipo "Eres imbecil, sabes que me puedes contar lo que sea que ya haré yo por donde para no decir nada. Ah, y que tengas un buen día, ya de paso" - Pasa un buen día tú tambien, Ryan. Nos vemos esta noche. - le respondí, divertido, mientras lo veía marcharse por la puerta.

En cuanto me quedé solo de nuevo, me abalancé sobre el móvil de una sola zancada, no sin antes coger de nuevo aquel cigarrillo del cenicero. A pesar de mis esfuerzos por dejar de fumar, las últimas semanas había asumido mi derrota, y había reducido aquel proposito de año nuevo al tiempo que pasaba con Ari, en el que ni siquiera me acercaba al tabaco por respeto a ella.

Ni que decir tiene que aquello me hacía sentir algo culpable y bastante fracasado, pero la tensión por toda aquella situación, la frustración por no poder seguir avanzando y la falta de sueño me habían ayudado a ser, al menos, realista. No, dejar de fumar en aquella situacion solo me habria convertido en una bomba de relojería, siendo honestos. Y no me faltaba nada más que eso ya...

Va Ari, contesta...

Nada, ni rastro de una respuesta a mi mensaje.

Di una nueva calada al cigarro, y busqué mi lista de reproducción de Spotify en el móvil, dándole nuevamente al play.

Wild thing, you make my heart sing.

Sonreí de nuevo, inevitablemente. Parecía que Jimmy había decidido hoy poner BSO a mi vida. Y el cabrón lo estaba haciendo de puta madre.

En fin, será mejor que mueva el culo.

Volví a dejar el móvil sobre la mesa y el cigarro en el cenicero y, ahora sí, acabé de vestirme y acicalarme, dispuesto a salir  de casa cuanto antes.

En aquellos últimos meses había cambiado bastante no sólo mentalmente, sino también físicamente. Era como si en Bulgaria se hubiera quedado atrás aquel crio vacilón que se volvía loco al ver una falda, dejando paso al hombre al que ahora mismo contemplaba delante del espejo.

No, si al final papá llevaba razón en eso de que se maduraba a base de hostias.

Pasé mis dedos por aquel flequillo, terminando de darle algo de forma y, tras pulverizar algo de colonia 2 o  3 veces, y ladear mi cabeza a izquierda y derecha para ver el aspecto que teníamos yo y mi barba convenientemente "descuidada", acabé por coger mis cosas, dispuesto a desaparecerme. A aquellas alturas era la única forma que tenía de no llegar tarde.

Así pues, cogi aquel paquete de cigarrillos a medias, el móvil y mi varita y los guardé en mi chaqueta. Y acto seguido, cogí aire, en un gesto casi inconsciente, concienciándome de lo que estaba a punto de hacer.

3...2...1

A la Academia y de una pieza, por favor.

Ese día se encontraba tomando un café que hacía ya media hora que se había quedado frío, con la mirada perdida y disfrutando uno de los pocos momentos de tener la mente en blanco que había podido gozar. Estaba perdida en la ausencia, sin sentir la desesperanza ni la desidia, la decepción ni la frustración. Hacía un tiempo que le pasaba de vez en cuando. Era como si su cerebro no pudiera aguantar tanto estrés y decidiera tomarse momentos de desconexión.

Fueron unos golpes en la puerta los que hicieron que su cerebro volviera bruscamente a la realidad. Se quedó mirando la susodicha con desagrado, contemplando todo lo que estaba mal en aquello. Primero, haberla sacado de un momento de paz que apenas sentía. Segundo, que alguien se presentara sin avisar. Tercero, que nunca, nadie, había llamado a esa puerta.

Su mano se deslizó hasta su varita lentamente pero fue justo cuando estaba rozando el mango con la punta de los dedos que escuchó una de las voces que jamás hubiera esperado oir en ese lugar. Su expresión se tornó beligerante por un momento antes de volverse neutra.

Diez segundos más tarde abría la puerta a su abuela, varita en mano, pero no la dejó pasar.

- Eso depende de lo que hayas venido a hacer. Entiendo que no es una visita de cortesía. Y dudo que hayas venido a decirme lo mucho que mis padres se preocupan por mí. Así que imagino que esta no es una visita innecesaria pero, sólo para estar seguras, confírmalo y te dejaré pasar.

No tardaste mucho en llegar. Con el paso del tiempo habías aprendido a optimizar cada paso y cada callejón. Entraste como un rayo y, con la eficiencia que te caracterizaba, en un par de segundos tenías todos tus bártulos repartidos por tu mesa.

El puesto de Andrea estaba ubicado justo frente al tuyo. Estaba lleno de papeles, tazas usadas y envoltorios de esos caramelos que tanto le gustaban a la italiana. Solo había que echar un vistazo a ambos escritorios para saber lo diferente que erais. 

- ¡LO QUIERO EN UN....!

El grito quedó ahogado cuando Andrea cerró la puerta. Salía del despacho de Lily Reedmon con la misma expresión de un cachorro asustado. Fue directa hacia su escritorio, donde se sentó lentamente mientras su corazón recuperaba el ritmo normal.

- Parece que no le ha sentado muy bien. 

Se refería al revuelo ocasionado por el comienzo del curso con Hogwarts cerrado. Entre otras cosas, la Confederación Internacional de Magos contaba con la Oficina Educativa, la cual estaba a cargo de la supervisión de las once escuelas de magia del mundo mágico. Habíais sido vosotros los que habíais publicado el informe donde se aconsejaba mantener el colegio cerrado. Y ahora tocaba dar explicaciones.

Romy puso los ojos en blanco pero mantuvo el semblante serio. 

- Niña, no me hagas perder más el tiempo.

Detestabas que te llamara así. En cualquier otra abuela hubiera sonado afectuoso y normal. Pero no en la boca de Romy Blair. Entró sin dilación, ignorando la varita que se interponía entre vosotras. En apenas unos segundos ya había escaneado la habitación. Si tenía algo que decir, no llegó a compartirlo.

- Tengo entendido que hoy es tu primer día en el Quisquilloso. - 'Ese periodicucho de segunda' le habías oído tantas veces decir. No en vano, siempre había sido el que más cera había metido al Ministerio. Continuó andando por tu apartamento, evaluándolo. Movió su dedo índice hasta un de las repisas, pasando el dedo por encima y observando la capa de polvo que se quedaba impregnada en él. En esa ocasión tampoco dijo nada - ¿Ya sabes a qué te vas a dedicar?

En ese momento un mensaje llegó a tu teléfono móvil. El sonido inundó la habitación. 

Como si simplemente hubiera aparecido ahí cual champiñón, ya estaba en mi mesa cuando Andrea regresó del despacho de Lily. 

- Ha muerto gente - Respondí levantando la mirada de uno de los informes que tenía sobre la mesa. ¿Qué esperaba Lily Reedmon exactamente? ¡Si ni siquiera se había nombrado una comisión de investigación! Las carencias del Departamento de Seguridad habían quedado en vergonzosa evidencia después de lo sucedido hacía solo 6 meses. ¿Es que ya lo había olvidado todo el mundo? Cualquier otra recomendación en su informe le haría un flaco favor a ese ministerio que parecía sostenerse únicamente por la fuerza de la inercia de sus rancios engranajes.

La expresión de Andrea, ya fuera por los gritos de Lily o por su taxativa reflexión, hizo que dejara escapar un pequeño suspiro y suavizara el ceño. - Diplomacia, Verónica, ese es tu trabajo - No había día en que no tuviera que recordarme a mí misma qué puñetas hacía en ese departamento.

- ¿Qué es lo que te ha dicho exactamente? - Pregunté dejando a un lado el informe y apoyando los codos sobre la mesa.

- Por cierto - Sonreí de forma breve pero sincera - Por si ella no te lo ha dicho, felicidades. -

Arianna llega al ministerio sin la habitual rojez en sus mejillas fruto del paseo por el muggle londinense. Sin embargo, a pesar de haberse aparecido en la quinta planta, se siente mucho más cansada que otros días. Toma nota mental de no volver a prestarse a una cena improvisada en noche laboral. Si ya le afectaba de esa manera, no quería ni imaginarse cómo sería su vida a los 30. 

Como era de esperar, su jefe está ya ahí. Él junto a todo su manojo de nervios. Lo primero que hace es informarle del contenido de su reunión con el ministro. Tras devolverle el saludo, Arianna asiente levemente con la cabeza, confirmando que sabe de lo que habla, e instándole a continuar. Se le cae el alma a los pies cuando escucha el contenido de ese fugaz pero importante rendez-vous. Trata de disimular su disgusto cuando responde. 

- ¿De qué nivel de endurecimiento estamos hablando? ¿Y cuánto tiempo nos han dado para ello? - Mira hacia su escritorio, en busca del susodicho borrador. - Necesitaré también el documento en el que se establecen los derechos de los menores. No querría que lo que escribamos ahí se contradiga con lo que se encuentra en dicha ley. - No le hacía la más mínima gracia aquel trabajo que le acababan de encomendar. Podría convertirse en la responsable de las desgracias que les pudiesen sobrevenir a niños inocentes, simplemente por estar bajo el control de gente con malas intenciones. 

De repente suena su móvil. Las mejillas de Ari se encienden por la vergüenza y musita un perdón por lo bajo, al tiempo que saca el móvil para quitarle el sonido. Aprovecha para lanzar una rápida mirada a la pantalla para ver quién le ha enviado ese mensaje. 

Aborrecía tanto a aquella mujer. Y eso que era su abuela. No llegaba a odiarla, sencillamente, le parecía una de aquellas personas que perpetraban todos los defectos que había en la clasista sociedad mágica londinense. Aún así, se las apañó para dejar su expresión neutra tirando hacia el hastío cuando la mujer pasó, diciéndole que no le hiciera perder el tiempo. Por una vez, parece que tenemos el mismo objetivo, estuvo a punto de decir para finalmente abstenerse de verbalizar otro ataque.

- ¿Te presto el plumero, abuela? - ironizó mientras sus ojos quedaban prendidos en las partículas flotantes del polvo, sintiendo un ligero peso en el estómago. En otra época, una Vinny más feliz hubiera detestado con toda su alma aquel ápice de suciedad. Pero aquella chica ya no existía y en su lugar había aprendido a relativizar aquellos convencionalismos sociales. La suciedad era relativa -. Sí, mi primer día - se abstuvo de poner los ojos en blanco, a pesar de morirse de ganas -. Y no tengo ni idea, supongo que me tocará aprender los rudimentos del oficio antes de ser periodista en pleno derecho. En serio, ¿puedes ir al grano? Esa pregunta era innecesaria, retórica o un mero formalismo para lo que sea que me quieres decir, suéltalo de una vez.

- Ha muerto gente 

Andrea asintió con la cabeza al escuchar tu comentario. Seguía paralizada, aunque su color había mejorado notablemente. 

- Se han olvidado de los muertos y nos están crucificando. Hogwarts es la única escuela que no cumple con los mínimos, hemos herido su orgullo británico - concluyó frunciendo el ceño pero visiblemente más animada. Si no hubiese estado tan cerca del despacho de Lily ya se habría relajado.

- Exigen una comparativa de los resultados de todas las escuelas. - Te contestó de forma distraída mientras buscaba algo entre sus montañas de papeles. - Lo quiere para esta tarde. No te preocupes, me encargaré yo. No me costará mucho - añadió, atropelladamente. 

La velocidad con la que se auto-asignó la tarea te resultó extraña. La puerta se abrió antes de que pudieras preguntar. La rapidez con la que se abrió la puerta os sobresaltó. 

- ¡¡¡Dónde está mi pelirroja favorita!!! - la efusividad con la que William os visitaba siempre os ponía en tensión. Solo el primogénito de Lily Reedmon se permitía esa licencia.

Antes de que os diera tiempo a saludarlo William ya había abrazado a Andrea y le había plantado un sonoroso beso en la mejilla. 

- ¿¿Me he perdido algo?? - no dejaba de mirar hacia todos los lados, como si estuviera buscando algo. ¿Podría ser que estuviera buscando el comedero para gatos? Aunque fuese así, no preguntó. Se limitó a mirar el reloj. Luego te miró a ti y a tus cosas.

- No te veo muy preparada, Nica. - Levantó su brazo girando la muñeca hacia ti. Dio un par de golpecitos a su reloj. - Y no nos queda mucho tiempo.

Ryan me ha dado 10 libras para que me largue de casa esta noche y había pensado invitarte a cenar en algún sitio caro con ese pastizal.. ¿Qué me dices? ¿A las 7 en Picadilly, en la entrada del metro? Así me compensas la mala noche que he pasado por tu culpa :P Dí que sí, va. ;)

- Del nivel de querer ejecutar a Isaac Fisher antes de que cumpla los 18 años.

No te esperabas esa respuesta. Se sentó en su silla mientras, con su mano derecha, te invitaba a que hicieras lo mismo.

- Se ha creado una comisión de trabajo para esta reforma - Guardó silencio durante unos segundos. Algo te decía que estaba extralimitándose al darte esa información. - Tú vas a formar parte de ella y serás la encargada de redactar las conclusiones. - Conclusiones que debían verse reflejadas en la ley, le faltó añadir. - Tenéis la primera reunión en una hora.

Volvió a levantarse y empezó a andar por la habitación. No estaba cómodo. - No volveremos a hablar de esto, pues no debo influenciarte. Pero quiero que entiendas lo crítico que es. Ponen como excusa a los niños soldado, pero me juego mi brazo derecho a que Fisher no será juzgado hasta que no se modifique la ley. - Suspiró. De nuevo se quedó callado. Pero esta vez era diferente. Sabías que había terminado. 

- Tendrás todo en tu mesa a finales de la mañana.

- ¿Te presto el plumero, abuela? 

Romy te miró con esa mueca que tanto le caracterizaba. Aparentaba ser una sonrisa educada que quedaba eclipsada por el desprecio y altanería que reflejaba su rostro.

- Vaya temperamento. Ni siquiera tu hermano tiene ese mal genio - En realidad, no estaba claro si Andelin tenía mal genio. Pero sí que acumulaba una larga retaíla de cuestionables adjetivos. Mientras hablaba se acercó a ti. Estaba a un escaso medio metro de ti. 

- Necesito que vigiles a Rick O'Connor y me mantengas informada de todo lo que puedas descubrir. - Te miró fijamente mientras guardaba el silencio. Te conocía lo suficiente como para saber que no lo ibas a hacer. Quizá por eso siguió hablando. - Tiene en el punto de mira a nuestra familia.