Partida Rol por web

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Muxu ha ido al pueblo en compañía de Val Baine.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Por fin las pócimas. Muy pocas, por lo que le parecía a primera vista, pero en fin, mejor pocas que ninguna. El Predicador fue directo a Halberd y se preocupó de que tomara una, hasta la última gota. 

Ahora, a por Briaeros y la armadura. 

-¿Habéis traído las vendas que os pedí? Y si no, cara a la limpieza tengo aún vendas de las batas que rasgamos. Pongamos agua a calentar, sí.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Oscuridad. 

Todo era oscuro a su alrededor. Tan oscuro que no se veía las manos. Más oscuro que los túneles bajo Santa Fe. Aquellos túneles no eran tan oscuros. Tal vez para otro sí que lo fueran, pero no para él. De repente estaba en sus túneles. Se los sabía de memoria y se movía por ellos sin necesidad de usar una linterna. Conocía cada palmo, haciendo el mantenimiento de los equipos de vigilancia... Eso sí que le gustaba.

De repente se encontró con una rata gigante en mitad del túnel. Halberd se detuvo en mitad del angosto túnel y echó mano de la pistola de iones que llevaba en el cinturón de herramientas. La rata se giró, y Halberd quiso gritar: la rata tenía la cara de Agrio, y miraba al enano con esa persistente sonrisa de imbécil. Súbitamente estaba en los páramos de nuevo. Vio a Muxu y a Briaeros. Estaban rodeados de un montón de Agrios, golpeando rítmicamente la armadura del cyborg con un sonido metálico. Quiso gritar, pero no pudo. Se miró el cuerpo y vio que tenía dos virotes clavados en el pecho. Con el rostro desencajado, volvió a mirar la pesadilla que le rodeaba antes de caerse de espaldas, con el mundo dando vueltas. La cara de Agrio flotaba sobre él:

— Vamos, traga — le decía Agrio mientras le daba algo de beber — Así, buen chico.

Parpadeó un par de veces. No era Agrio... Era ¿Xavier? El mundo era confuso aún. ¿Dónde estaban? Ese calor tan agradable... ¿Estaba tapado con una manta? Intentó sin fuerzas subirse la manta que lo cubría para arroparse, pero entonces le hicieron beber una segunda botella. Apenas varios segundos después un intenso calor recorrió su cuerpo hasta sus fríos y entumecidos dedo.

El enano de incorporó con vitalidad. Se palpó el cuerpo y se miró los pies. ¡Estaban vivos! Y él además tenía zapatos y se sentía estupendamente. Le dolía un poco el pecho y tenía una sed espantosa, pero no era nada. Xavier le estaba contando algo acerca de Briaeros, y arrugó el entrecejo. Estaba un poco confuso acerca de donde estaban, pero si Briaeros estaba mal había que echarle una mano. Ya habría tiempo para preguntar en casa de quién se habían metido.

— Gra... gracias... ¿Qué...? ¿Briaeros? ¿Qué... qué le ha pasado? ¿Y... dónde está Muxu? ¿Está bien? — se levantó y se encaminó hacia el bulto acorazado tapado con una manta. Apartó la manta y se inclinó sobre él, arrugando la nariz ante el olor, las abolladuras que presentaba la armadura y la sangre seca que la cubría — Hmmm...

Inconscientemente se echó mano al cinturón de herramientas, pero sólo palpó calzoncillos. Rápidamente buscó con la mirada y encontró el maletín de herramientas. Buenas herramientas. Las recogió y dio un rápido trago del pellejo de agua que había al lado, antes de volver al cyborg para observarlo con detenimiento.

— Tenéis que contarme qué ha pasado... Pero antes hay que sacar a este hombre de aquí. ¿Cuánto... cuánto tiempo lleva así? Vaya desastre... Está vivo... ¿no? — se arrodilló frente al cuerpo blindado de Briaeros y chasqueó la lengua disgustado al comprobar las marcas que algún salvaje había hecho, claramente intentando retirar las piezas de la armadura sin tener maldita idea — ¿Quién diablos ha intentado desmontar esto? — dijo resoplando, malhumorado.

Tras la observación inicial, se giró negando con la cabeza y abrió el maletín de herramientas como quien abre un cofre del tesoro. ¡Vaya, vaya! Esto sí que eran herramientas. Él nunca había tenido unas tan magníficas, pensaba mientras observando una de las llaves a la luz del fuego, arrancando destellos de metal cromado. Eran realmente extraordinarias.

— Bueno, aguanta amigo, te sacaré de ahí en un periquete.

Y dicho eso comenzó la satisfactoria tarea de aflojar tornillos, desconectar clavijas electrónicas, desacoplar tubos hidráulicos y retirar placas de blindaje, dejando todas las piezas que iba desmontando a un lado de forma perfectamente organizada y memorizando sin esfuerzo el orden de montaje que tendría que seguir cuando tocara volver a montar la excepcional armadura mecanizada.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Te puedo contar lo que sé antes de caer inconsciente. Los bandidos consiguieron finalmente tumbar a Briareos, y luego empezaron a intentar quedarse en nuestras cosas.

Por lo que sé después, los miembros del otro grupo llegaron y consiguieron derrotar a la banda de Agrio, gracias en parte a pillarlos por sorpresa. Gran parte de lo que llevamos ahora proviene de los bandidos precisamente.

Después de eso descansamos toda la noche, más que nada porque había demasiados heridos y no había gente suficiente para llevarnos a todos, y luego nos encaminamos hacia aquí. Así pues, Briareos llevará un día aproximadamente metido en la lata.

Respecto al sitio donde estamos, tenemos un indicio de misión, pero eso puede esperar un poco. Solo te diré de momento que estamos en la taberna de una chica que ha perdido a su padre en unas cuevas que hay en el pueblo. Ahora os dejo para que os concentréis con él, las preguntas para más tarde.

Mi gesto, normalmente entre cínico y divertido, ahora se muestra claramente preocupado. Si está enfermo igual estas pociones no son suficientes, ya que las pociones cierran heridas pero no las limpian ni curan las infecciones, para eso están las pociones de curar enfermedad.

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— Hmm... — Halberd asentía a Equilibrium mientras éste le contaba un resumen de lo que más o menos había pasado. Vaya mala suerte haber topado con esos bandidos... Pero no había que lamentar muertos entre los Rifts Warriors. O al menos quería aferrarse a esa idea, porque el olor que salía de la armadura le daba muy mala espina. Debía haber alguna infección o algo así en el cuerpo...

¿Cuerpo?

Halberd se detuvo durante un segundo, contrariado, antes de continuar desmontando piezas. ¿Briaeros tenía cuerpo? Qué extraño, creía recordar que lo único que quedaba de ese hombre era un cerebro flotando en un pequeño tanque de soporte vital dentro de la armadura. Pero toda esa sangre seca tenía que haber salido de algún lado...

Impulsado por esa duda dejó de desmontar la parte del torso para centrarse en desmantelar la parte del yelmo. Con pericia de mecánico aflojó todos los tornillos y logró retirarlo con cuidado.

— Qué raro... — dijo rascándose la coronilla con el destornillador que estaba utilizando, observando con detenimiento el rostro desconocido pero muy humano de Briaeros Hekatonkiros.— ¿Alguno de vosotros lo recordaba así? — se giró a los demás — ¿No quedan pociones como las que me habéis dado?

Luego se dispuso a retirar las partes del tórax pasándole las pesadas placas y piezas a Equilibrium, indicándole meticulosamente que las pusiera bien ordenadas. Luego tendría largas horas de trabajo tratando de repararla y no quería andar buscando piezas tiradas de cualquier manera. 

Conforme trabajaba, el hombre iba quedando poco a poco al descubierto. Las extremidades eran biónicas, pero el torso también era humano. Vaya, seguro que se alegraría de tener algo de cuerpo cuando se despertara, aunque hasta ahora sólo le había servido para recibir unos terribles pinchazos... Porque se iba a despertar... ¿verdad?

El enano arrugó la nariz de nuevo, mientras retiraba la última pieza y dejaba libre el cuerpo de Briaeros. Le dedicó una mirada de preocupación. El pobre hombre tenía una pinta horrible, con ese olor que desprendía y toda esa sangre... Se levantó y se apartó, llevándose sus herramientas, dejando sitio al que pudiera ayudarle.

— Ya está... — dijo retrocediendo, sin perder de vista el cuerpo maltrecho del cyborg.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Pendiente de calentar agua y preparar vendas y trapos para la cura, Alexa no llegó a encaminarse hacia donde Halberd estaba trabajando afanosamente para quitarle la abollada armadura a Briaeros hasta que ya había aparecido el rostro maltrecho del hombre-cyborg. Se detuvo en seco, con los ojos muy abiertos.

Pareció que iba a decir algo, abrió y cerró la boca varias veces, balbuceando.

-¡Él... él...! 

Pero no siguió. Reaccionó, cerró la boca y los ojos, y calló, ensimismada, como recordando algo. Y, enseguida, mojó algunos de los trapos en agua caliente y empezó a lavar el cuerpo, o lo que había de cuerpo, del pobre hombre. El Predicador ya lo estaba haciendo también, de modo que le preguntó, asintiendo a la sugerencia del enano, mientras quitaba delicadamente las costras de sangre coagulada del torso de Briaeros. 

-¿Tienes más pociones, alguna más potente? Sí, dale una, Xavier. La necesita. Con cuidado, que no se atragante, está muy mal...

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Miro la cara que queda al descubierto y luego niego. Debemos tener en cuenta una cosa, se supone que la IAR usó nuestro material genético para recomponernos. Eso significa que no ha podido tener en cuenta todo lo que ha pasado en nuestras vidas. Yo me extraño más de que tenga brazos biónicos que de que tenga cuerpo humano. Claro, que también yo tengo mis implantes. Pero desconozco cómo pudo saber la IAR lo de nuestros implantes.

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-Sí, quedan. Compramos doce y se han consumido tres. No creo que nadie reclame por esta decisión y si lo hace, será su problema -dijo Callahan a quien no le había pasado desapercibida la reacción de Alexa al ver al verdadero hombre contenido en la armadura. El pasado podía tener muchas caras y aquella debía ser la de un viejo conocido para la mujer a su lado. No hizo comentarios. El pasado era un libro que correspondía a cada uno leerlo en voz alta-. Y si tú necesitas un oído que no juzgue, aquí estaré -no en vano era el Predicador. 

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Cuando la poción hizo efecto, el hombre despertó sobresaltado, lanzando un nuevo golpe con el brazo izquierdo hacia su enemigo. Sin embargo, una mezcla del dolor de las heridas, y el hecho de que su brazo seguía inutilizado, convirtió aquel golpe en inútil mientras se doblaba de dolor.

-Ugh... Mein Gott-replicó en su lengua natal, viendo estrellas por el dolor, antes de lograr recomponerse lo suficiente para enfocar la visión. Aquello era mucho más fácil cuando no tenía ojos, por irónico que pareciera.

-... ¿Han caído esos idiotas?

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Cuando los compañeros empezaron a despertar gracias a las pociones traidas por Muxu tras visitar aquella tienda, Vicky ya estaba más en el mundo de los sueños que en el real, aún así, entrabró un poco los ojos para ver el panorama.

Halberd y Briaeros ya estaban en pie, faltando únicamente Shidi y Daeron. Con un bostezo titánico y sin moverse de su posición acurrucada en el suelo, contestó al alemán.-Todos...Muertos, tranquilo Briaeros-.

Sin esperar respuesta alguna, volvió a cerrar los ojos y dejarse caer en el mundo de los sueños. Si la dejaban.

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Parecía que sus compañeros heridos iban a recuperarse tras gastar aquellas valiosas pociones, por lo que aprovechó que la situación estaba controlada para hacer un gesto a Equilibrium y a Emil.

Tenemos un asunto aún pendiente- les susurró mientras hacía un gesto hacia las cabezas cortadas. 

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Afirmo a Raxus y me levanto. No creo haber visto ninguna especie de cementerio por aquí cerca, pues sería el sitio idóneo para hacerlo. En cualquier caso, tenemos que ocuparnos de las cabezas.

Aunque yo todavía estoy herido, y bastante. Pero tengo que seguir...

Vamos pues, cuanto antes lo hagamos antes volveremos.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Había tantas cosas que hubiera podido decir. Pero Emil estaba bastante cansado. Y, ¿por qué no decirlo o reconocérselo, al menos para sí mismo?, un poco decepcionado. Pareciera como si todo lo que cada uno había llegado a aprender del resto hubiera desaparecido, casi por influjo de un dios perverso.

Y le costaba tanto, tanto, asumir tantas malas ideas. Tanto descontrol. Tanto caos. Pero Emil, aunque no fuera un genio, no era tampoco idiota. Era obvio que preferían, algunos de ellos, aunque no todos (a pesar de las horribles consecuencias a las que le había llevado tal consideración) seguir actuando como pollos sin cabeza. Así que, tras salvar a la joven y conseguir, con ello, que les dieran cama y refugio, cuestión que nadie le agradeció, se había limitado a presentarse escuetamente a la misma antes que se fuera, y a observar en silencio.

Ese silencio solo se rompió cuando Briaeros preguntó, momento en el que se limitó a afirmar.

- Sí, esos idiotas han caído, y no tenemos bajas. Descansa amigo-  luego, ante las palabras de Raxus, se puso en pie.- Ciertamente, vamos. Aunque me preocupa que aun no haya regresado Muxu. Xavier, ¿nos puedes indicar donde está? Así cuando regresemos de terminar nuestra "gestión" podemos pasar y confirmar que todo va bien, y si sigue allí, regresar con ella.

Tras la respuesta de Xavier, se pone en marcha junto a Raxus y Equilibrium.

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Se dejó caer en una de las sillas que adornaban la taberna y se recostó sin demasiado cuidado. Estaba más cansado de lo que podía reconocer, y eso que él no tenía excesivos problemas en reconocer sus dolencias. Deseaba descansar un par de días, comer fuerte y reponerse para continuar con lo que tuvieran que hacer en Antorcha. Ser héroes ¿no? Siempre era eso.

Extendió el brazo entregando las pociones a Xavier cuando se las solicitó. Tras eso entró en un estado de semiletargo, luchando contra sus párpados cuando éstos caían. No fue hasta las palabras de Emil que parpadeó de forma notoria y se incorporó levemente para contestar.

—Fue al almacén general con Val, pero es cierto que está tardando un poco —dijo antes de que un bostezo se adueñara de su boca.

Palmeó su cara para despejarse y adoptó una posición menos cómoda que le obligara a permanecer atento y despierto por si alguno de sus compañeros precisaba de sus habilidades.

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Halberd respiró aliviado cuando vio que Briaeros se recuperaba, aunque los balbuceos de Alexa le sobresaltaron. Ahora creyó recordar por qué esa mujer le resultaba desagradable. En sus falsos recuerdos a veces la había visto caerse al suelo entre espasmos descontrolados, y luego de su boca había salido una voz que no era la suya. Esas cosas sobrenaturales no le hacían demasiada gracia.

El enano se acercó a Briaeros tratando de evitar acercarse demasiado a Alexa y palmeando el brazo de Callahan, agradeciendo la ayuda.

— Vaya, me alegro de que estés aquí, compañero. — se inclinó hacia Briaeros apoyando las manos en sus rodillas y señaló con la barbilla el brazo averiado del cyborg — Parece que tendremos que echarle un ojo al brazo ese, ¿hm?. Esos malnacidos te han dejado la mecánica algo tocada, pero creo que lo podemos arreglar... — dijo dándole unos toquecitos con los nudillos.

Frunció el ceño y se incorporó cuando escuchó hablar sobre la "gestión de las cabezas".  No sonaba demasiado bien, pero lo cierto es que le preocupó más que Muxu empezara a llevar más tiempo fuera de la cuenta.

— ¿Almacén general? ¿Quién es Val? Esperad, que voy con vosotros... — se dispuso a acompañar a los compañeros que iban a salir, pero se detuvo a los dos pasos.

El enano se palmeó la panza velluda mirando su cuerpo, reparando entonces en su escasa vestimenta. Los calzoncillos originalmente blancos e impolutos que llevaba ahora estaban sucios de tierra y de su propia sangre seca, y en los pies llevaba unos zapatos de cuero que alguien le debió poner mientras estaba inconsciente. No es que ese calzado le ajustara demasiado bien que digamos, pero al menos tenían suela. Se rascó la coronilla. No podía salir a donde fuera que llevara esa puerta con esas pintas, caray.

— Esto... igual no conviene que salga así. ¿De dónde habéis sacado esa ropa? — preguntó a los privilegiados que estaban vestidos.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Preocupación o paranoia. No le terminaba de quedar claro. No sabía si era la natural predisposición de los miembros del grupo o alguna especie de efecto secundario de su regeneración, pero la realidad era que un retraso, un grito en la lejanía o cualquier otra circunstancia parecía activar sus resortes y sus deseos de liarla parda. 

-¿No os parece exagerada vuestra actitud? Ha ido al almacén para hacer algunas compras o para echar un vistazo. Y no iba sola sino acompañada de Val. Se habrá entretenido hablando con quien dirija aquello o simplemente necesita despejarse. Dadle un poco de tiempo -dijo poniéndose en pie-. Os dejo a solas por si tenéis que deciros algo -dijo mirando a Briaeros y Alexa-. Y me dedicaré a esos dos -anunció señalando a los dos aún inconscientes.

HAN PASADO HORAS.

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HORA: AVANZADA LA TARDE.

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Val Baine regresó sola a la Taberna. Explicó que Muxu se había quedado largo tiempo en trance, pero que ya había entrado en el Almacén General y todo parecía estar en orden.

La muchacha revisó el estado de los aventureros y les deseó buenas noches y una pronta recuperación para que mañana pudieran ir a las cuevas en busca de su padre.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

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Con una sonrisa, algo cansada bien es cierto, Emil se giró mirando a Xavier.

- Seguro que tienes razón. Pero más vale prevenir que curar cuando no cuesta nada. Es como... ¿qué te voy a decir yo? Como cuando escuchamos el grito. Hubiéramos podido quedarnos sin hacer nada y eso habría supuesto con toda probabilidad la muerte de la que ahora nos ha proporcionado cobijo, una aliada y un lugar para descansar- hizo una pausa, encogiéndose de hombros.- Cuando nada tenemos, y nada cuesta mirar, hay que hacerlo, salvo que sea ponernos en peligro, Xavier. Eso pienso yo, al menos. Con esto es igual: si alguien está solo y se retrasa, ¿qué problema hay si alguien pasa cerca cercionarse que está bien? ¿o avisar al resto de donde estamos cuando nos encontramos en otro plano distinto del nuestro y con reglas que aún desconocemos? En fin, no importa, supongo. Esperamos volver pronto.

Y tras esto, parte.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Me acerco a la chica y la acompaño para presentarle a los que estaban inconscientes y que estos la conozcan. La presento como Val Baine, nuestra alojadora y quién necesita ayuda para encontrar a su padre.

De todos modos digo, antes de que se vaya, todos estamos bastante heridos. Pero nos pondremos en marcha cuanto antes, cuando estemos más recuperados. Tras decir eso, salgo junto a Emil y Raxus.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Mientras no nos alejemos mucho para dejar el paquete todo en bien, que no estoy ya para muchos trotes- y tras decir esto, se marcha con sus dos compañeros.