Partida Rol por web

Cita:

- Lo mismo digo, camarada, ¡Menuda carrera te has dado! Si no te hubiera visto correr, habría jurado que me habías adelantado a caballo. ¡Eres más rápido que muchos elfos!

La verdad es que la carrera del guerrero me ha impresionado. ¡Nadie hubiera dicho que alguien tan grande pudiera ser tan rápido!

-Esta vez no escaparas- Le grito Thrór a su adversario al sentirse indigno por haber sido bloqueado en su anterior intento de atacar a su enemigo.

Ante tus atónitos ojos, Eóradas empieza a atar de pies y manos al prisionero inconsciente como si de un jabalí se tratara...

Tu fino oído capta ruido de pisadas, entrechocar metálico de armas y armaduras y voces que vienen de otra callejuela distinta a la que habéis venido...

Ante los atónitos ojos de Thavann, empiezas a atar de pies y manos al prisionero inconsciente como si de un jabalí se tratara...

Tu fino oído capta ruido de pisadas, entrechocar metálico de armas y armaduras y voces que vienen de otra callejuela distinta a la que habéis venido...

Fiel a su consigna "Sin piedad" con la que encorajinó a sus compañeros antes de entrar en combate, Sigmar apoya su espada en el hombro de su enemigo caído y con un firme y rápido movimiento le corta el gaznate...El pobre desgraciado cae de bruces al suelo mientras la vida se le escapa a borbotones por la profunda herida del cuello...

Mientras tanto, Thrór descarga su hacha (y su furia) con un potente golpe lateral (como el de un leñador talando un árbol) que impacta en el brazo ya herido del mercenario. La cota de anillos, destrozada por el golpe anterior, ya no puede ofrecerle protección alguna y el filo del arma saja carne y hueso, amputando limpiamente el brazo un poco por debajo del hombro...
El guerrero se desploma sangrando abundantemente, pero con los dientes apretados es capaz de mantenerse consciente y no soltar más que un quedo gemido de dolor...Su mirada refleja un intenso odio...

Eóradas levantó la cabeza por acto reflejo con los ojos brillantes de alerta, y luego se incorporó rápidamente. 

"Thavann" susurró "¿escuchaste eso? Pasos pesados, y ruido de armadura. Vienen de allí" señaló el lado contrario al de la pelea. "Tal vez convendría que no te dejes ver, por si fuera algun otro enemigo. No me quiero arriezgar hasta averiguar lo que está pasando."

Galadan trata de desarmar a alguien que quede vivo y de aprisionarlo después.

- Si camarada - respondo en un susurro - quien se acerca no se esfuerza en ocultarlo. Tengamos cuidado, quizás podrían ser más soldados de Gondor alertados por el ruido de la pelea y si ven a un compañero herido y atado puede que no se muestren muy diplomáticos. Te haré caso y me esconderé por aquí cerca. Si necesitas un par de flechas en algún otro enemigo, dame un aviso.

Acto seguido, me alejo unos cuantos metros del Rohir y me escondo tras los cascotes de otra pared medio derruida.

Como una sombra en la noche, Thavann se oculta tras un ruinoso muro justo un instante antes de que aparezcan en el callejón, (tal y como sospechaba el elfo) una pareja de soldados de Gondor. Uno de ellos es bastante joven y además de su lanza, porta una antorcha para alumbrarse. El otro resulta ser el veterano de la cicatriz en la cara que os permitió el paso en las puertas de la ciudad...

Cuando ven el cuerpo caído, herido y atado de su camarada ambos se sorprenden y el joven se queda pasmado.
Pero años de disciplinado entrenamiento le permiten al más veterano actuar con presteza...

Por todos los...¿Qué ha pasado aquí?-murmura el veterano al ver el cuerpo caído. ¡¿Tú?! - exclama sorprendido al reconocer a Eóradas mientras adopta una posición de combate y le apunta con su lanza - ¡Alto en el nombre de Gondor! ¡Las manos donde yo pueda verlas!¡Tienes que dar muchas explicaciones, rohir!

Al igual que después de la tormenta siempre llega la calma, al finalizar una batalla hay un momento de extraña tranquilidad en la que los vencedores atienden a sus heridos , toman prisioneros (o rematan a los heridos), buscan botín, etc...

En vuestro caso, esta fugaz escaramuza ha acabado de forma muy ventajosa. Ninguno de vosotros ha sido herido (salvo Milo que ha recibido un rasguño en las costillas) pero todos los rivales yacen malheridos por el suelo, algunos inconscientes y moribundos...

El elfo Galadan piensa en buscar a algún prisionero al que poder interrogar, pero entonces cae en la cuenta de que a pesar de haber luchado juntos, desconoce la identidad del humano y el enano que les han ayudado...

Galadan se dirige al esbirro que parece tener la rodilla rota, para ver su estado y tenerlo de prisionero, y de este modo saber el porqué de su ataque.

Pero se percata ahora de las personas que les han ayudado y dice en voz alta y clara

-Gracias por la ayuda, mi nombre es Galadan del bosque de Ossiriand, ¿y vosotros? ¿sabeis por qué querian matar a ese hombre?

Al acercarme al único enemigo que parece con vida, me encuentro al elfo que estaba luchando en el otro extremo del edificio.

Mi nombre es Sigmar, de Dorwinion. No sabemos por qué querían matarlo pero este amigo nuestro nos lo dirá, si no quiere seguir la misma suerte que sus compañeros, ¿verdad?

Mientras digo esto, apoyo la espada en el cuello del esbirro derribado.

Qué extraño que nuestro herido amigo tuviera tantos enemigos y auxiliadores tan diversos. Aquí está pasando algo muy raro.

La batalla había terminado, y tras cerciorarse de que ninguno de sus contrincantes pudiese luchar, Morin se relajó apoyado sobre su martillo mientras miraba como un mediano intentaba curar al hombre.

Yo soy Morin, de Erebor. Respondió el enano al elfo que se acababa de presentar y que al parecer tampoco sabía el porqué de la trifulca con el hombre herido.

- ¡Y una mierda quienes sois! ¡Dejad las presentaciones y ayudad a que esta carnicería sea menor! -la actitud de Milo sorprende a sus compañeros de viaje, que han vivido su afabilidad y alegría en otros momentos-. ¡Aplicadle un torniquete a aquel tipo o morirá! -indica al mercenerio del brazo cercenado- Yo no puedo hacerlo, estoy con él -indica con un gesto de cabeza al bibliotecario-. Cuando terminemos, podremos presentarnos -dice algo, no mucho, más sosegado-.

El hobbit parece crecido en estos momentos. Manchado de la sangre de otros y con los brazos ensangrentados su gesto es firme y determinado mientras práctica sus técnicas son el bibliotecario y dirige el resto de curas.

-Realmente no tengo conocimientos médicos por lo que no sabría como ayudarlo, que tan grave esta- Thrór, se encontraba algo cansado después de la reciente batalla, pero sumamente eufórico, no salía aun del trance de la batalla.