Partida Rol por web

Algo huele a podrido en la ciudad del río...

Tras dejar atrás a tan peculiar pareja de soldados, os adentráis en las reconstruidas calles de la ciudad.

Tal vez sea cierto que los trabajos de reconstrucción han sido y siguen siendo lentos, pero desde luego los resultados han valido la pena...

Paseando por las empedradas calles os dejáis impregnar por la belleza e historia que rezuma la rehabilitada ciudad. Los majestuosos edificios de mármol blanco de antaño vuelven a lucir orgullosos, con sus torres y cúpulas abovedadas recortándose contra el cielo...

Ahora podéis ver claramente por qué esta fue antiguamente la capital del reino de Gondor, y entendéis por qué fue bautizada con el nombre de Osgiliath, ‘fortaleza de las estrellas’ en sindarin.

En vuestro deambular llegáis al más impresionante edificio de la ciudad, el nuevo palacio de Lord Faramir, gobernante de la ciudad y regente de Gondor en ausencia del rey Elessar.

Mientras admiráis la belleza de la construcción, veis como un joven escudero llega a las caballerizas llevando de las riendas a un magnifico corcel gris claramente identificable como uno de los caballos de Rohan. El muchacho también carga, con gran dificultad, con una enorme lanza de caballería que casi le dobla en altura...

Disfrutáis de la comida y la bebida que os brinda la hospitalidad de "El Salmón Risueño", mientras charláis entre vosotros y con el jovial tabernero.

El joven músico sigue animando el cálido ambiente de la posada con la música de su flauta, mientras clientes abandonan el establecimiento y alguno nuevo entra en él.

Cuando empezáis a pensar en retiraros a vuestras habitaciones a disfrutar de un merecido descanso, la puerta de la posada vuelve a abrirse y entra un nuevo cliente. Se trata de un soldado, y a pesar del barro que cubre sus botas, su plateada armadura refulge con el reflejo del fuego del hogar.

Tras echar un rápido vistazo por la sala, parece encontrar al objeto de su búsqueda y empieza a avanzar con paso decidido en dirección a la zona donde se encuentra vuestra mesa...

Olvidando cualquier protocolo Milo se acerca despreocupadamente al escudero y la montura.

- Magnífico ejemplar, igualito que el poni de Camelia Rushy. ¿Necesitais ayuda con eso?

Galadan miraba absorto la belleza del edificio cuando llegó el escudero, sin apenas darse cuenta el escurridizo hobbit se adelantó para hablar al supuesto rohir.

No seas indiscreto pequeño amigo...

Me giro hacia el soldado que avanza hacia nosotros (o al menos en nuestra dirección).

No parece uno de los guardias de la puerta, pienso mientras le observo.De hecho. por las botas llenas de barro parece que venga de la zona del río.

Comienzo a esbozar una sonrisa mientras pienso que lo más probable es que venga por el rohir.

¡Ah! los humanos, sus vidas son tan cortas que viven cada instante como si fuera el último.

La comida y el descanso me han sentado bien. Mis articulaciones aún protestan por la larga caminata desde el Bosque Negro, pero ya no me encuentro tan cansado como cuando me senté a la mesa, a lo cual ha contribuido el flautista con su alegre música. El rohirrim y el enano hablan poco, ¡pero el mercader y su tío compensan con creces los silencios de los otros dos!

La noche llega y con ella el merecido descanso, pero justo cuanto ya pensaba en una mullida cama para descansar, un soldado que al parecer ha estado de patrulla recientemente se dirige hacia nosotros.

¡Maldición! ¿Lo que sea no puede esperar a mañana?

El muchacho que guía al caballo se sorprende ante la aparición de Milo, abriendo los ojos como platos al reconocerle como un hobbit. Y su sorpresa alcanza el grado de estupefacción cuando ve que los acompañantes de tan extraño personaje son un educado elfo y un silencioso enano.

Al verle más de cerca os dais cuenta de que no se trata de un rohir. Su pelo negro y sus ojos oscuros le delatan como un típico habitante de Gondor. Por sus sencillas ropas parece ser un mozo de cuadras u otro tipo de sirviente...

¿Eh? ¿Cómo? - responde aturdido a Milo - Oh...gracias, maese hobbit, pero dudo que con vos pudiérais ayudarme a cargar semejante armatoste... - dice apoyando en el suelo la enorme lanza, y soltando un soplido - No entiendo cómo nadie puede usar esto en combate, y además con una sola mano...pero claro, habiendo visto a su dueño no es de extrañar...Un rohir enorme, uno de los hombres más altos que he visto en mi vida... Un miembro de la Guardia personal de Lady Éowyn...

Y con unos curiosos compañeros, por cierto - añade, dirigiéndose a Galadan y Thrór -. Tal vez os interese saber que le acompañaban un elfo y un enano, aparte de otro hombre...un norteño creo. Llegaron a la ciudad por la puerta noreste hará como una hora...Me pareció oír que se iban a alojar en "El Salmón Risueño", por si deseáis ver a paisanos vuestros...

Milo abre los ojos desmesuradamente al oir el nombre de la posada. Una mezcla de sorpresa y esperanza invade su ser.

- ¡Anda! ¡Si vamos al mismo sitio! ¡Más gente interesante!

Aún así se deja llevar por lo inmediato y pronto su interés se centra en la lanza. Con una miradada interrogativa, que pretende pedir permiso, la ase con sus pequeñas manos sin esperar respuesta y trata de levantarla con intención de comprobar el comentario del mozo.

- ¿Y que relación tienen esas gentes con el palacio? No quisieramos importunar a gentes tan importantes... ¿verdad compañeros? -se gira hacia Galadan y Thór buscando que respalden sus palabras concediéndoles credibilidad-. Aunque lo cierto es que nos dirigimos a ese mismo lugar que citas. Ha llegado a nuestros oidos que allí se pueden degustar los mejores vinos de Dorwinidon -susurra como si le contara un secreto importante.

El elfo reia disimulado ante el comportamiento curioso del hobbit.
Nunca ha sido de su agrado sacar información que no sea necesaria de gentes o acontecimientos, así que dejó pasar la mirada complice de Milo para que le apoye. Y se limitó a decir

Maese Milo, cuando usted vea adecuado terminar la conversación con este ajetreado joven, nos encaminaremos hacia esa famosa posada.
Su tono era amable y sin intención de molestar al pequeño hobbit, tan solo para meterle un poco de prisa.

- Ummmm, bueno -dice el hobbit acariciándose la barriga-. Comienzo a tener hambre. Apenas hace una hora de la última vez que comí algo.

Luego se gira hacia el mozo y realiza una exagerada reverencia.

- Disculpeme buen hombre, la mesa me llama, y mis compañeros están cansados -guiña al escudero con complicidad-.

Thrór se mantenia callado, lo suyo no era andar chismeando en cada esquina, no habia nada que un joven escudero inexperto pudiera aportarle.

-Vamos pues, no hay tiempo que perder-

Dejando atrás al mozo de cuadras y el palacio de Lord Faramir os dirigís al puente que cruza en Anduin.

La construcción, de piedra blanca como el resto de la ciudad, es una magnífica obra de arquitectura. Su anchura es tal que permite el paso de dos carros al mismo tiempo. Sus pilares de soporte y los arcos que los unen facilitan la navegación por el río de pequeñas embarcaciones.

A ambos lados del puente se alzan estatuas de diversos reyes de Gondor, destacando entre ellas las de Elendil, Isildur y, por supuesto, la del actual rey Elessar. Varias antorchas han sido encendidas en sus hacheros para iluminación de los transeúntes, aunque a decir verdad, sois los únicos que hay.

La luna llena se refleja en las tranquilas aguas del río y no podéis evitar hacer una breve parada para contemplarla y contagiaros de su belleza y serenidad. De esta forma veis la clara diferencia que existe entre las dos riberas de la ciudad: la iluminada y bulliciosa de la que venís, y la silenciosa y oscura a la que os dirigís...

Casi de refilón y por el rabillo del ojo logras ver en el lado de la ciudad a la que os dirigís, a un par de figuras humanas que se deslizan furtivas entre las ruinas, alejándose del puente.

No sabes de dónde han salido y tampoco puedes saber si os han visto o no a vosotros...

Casi de refilón y por el rabillo del ojo logras ver en el lado de la ciudad a la que os dirigís, a un par de figuras humanas que se deslizan furtivas entre las ruinas, alejándose del puente.

No sabes de dónde han salido y tampoco puedes saber si os han visto o no a vosotros...

Casi de refilón y por el rabillo del ojo logras ver en el lado de la ciudad a la que os dirigís, a un par de figuras humanas que se deslizan furtivas entre las ruinas, alejándose del puente.

No sabes de dónde han salido y tampoco puedes saber si os han visto o no a vosotros...

Ante las miradas intrigadas de Sigmar y Thavann (y la indiferencia de Eóradas y Morin), el soldado pasa de largo de vuestra mesa y se dirige a otra mucho más pequeña que hay casi al fondo de la posada, ocupada únicamente por un humano vestido con una sencilla túnica de color oscuro y que está leyendo un enorme libro.

Saludos, noble guerrero, ¿puedo servirle algo?-Se dirige Targus, al posible nuevo cliente.

Pero sin detenerse siquiera, el soldado aparta al pequeño posadero de su camino, sin brusquedad pero con firmeza. Asunto oficial-se limita a decir con una voz baja y áspera.

El soldado se detiene ante la pequeña mesa, cruza unas breves palabras con el cliente de ella y el hombre se levanta apresuradamente dejando unas monedas sobre la misma para pagar su cena (de la que podéis ver que casi no ha tocado) para seguir al militar a la salida...

Al pasar por delante de vuestra mesa el nervioso hombrecillo conversa atropelladamente con el soldado en adunaico, el idioma de Gondor, antes de salir ambos de la posada...

No prestas demasiada atención a este asunto. Cosas más extrañas has visto en las posadas que has visitado...;)

No prestas demasiada atención a este asunto. Estos humanos y sus prisas...;)

Notas que hay algo extraño en ese soldado...No se ha quitado el yelmo y siempre ha ido con la cabeza gacha, algo nada normal entre los orgullosos soldados gondorianos con los que has tratado...parecía como si quisera ocultar su rostro de miradas indiscretas...incluso al pasar cerca de las mesas giraba levemente la cabeza hacia el lado contrario...

Intrigado te quedas mirando pensativo a la puerta por donde han salido los dos hombres hace un instante y entonces ves como otros clientes, cuatro tipos que estaban en una apartada mesa en una esquina se levantan apresuradamente y salen de la posada tras ellos...
Puedes ver como debajo de sus capas llevan armaduras de cuero y como intentan disimular las armas que portan (espadas y dagas)...