Partida Rol por web

Parece que es algún tipo de guerrero, no lo distingo bien desde aquí. Espero que sea alguien que va de camino y busque compañía. Acerquémonos, si os parece bien.

Comienzo a acelerar el paso, no me gusta estar a descubierto con alguien en una mejor posición.

Milo observa el lugar sin perder el buen humor. Una sonrisa aún se atisba en su rostro y sus ojos brillan de ilusión.

- Hermoso lugar... -parece no ver lo mismo que el resto- Una excelente manera de conmemorar lo que aquí sucedió.

Tras una breve pausa continúa.

- ¿Os imagináis la escena? Tuvo también que ser hermosa... el rey moribundo, la dama Eowen protegiéndolo, el Nazgûl muriendo en sus manos...

Está claro que la imaginación del hobbit es para él una potente herramienta y está viviendo el momento al encuadrarlo en su lugar. Sus ojos permanecen fijos, como mirando al infinito, mientras habla narrando lo que sucedió hace dos décadas.

El viaje estaba siendo agotador, pero eso es algo que Morin no reconocería jamás. Mientras el grupo se dirigía hacia su destino, Osgiliath, un jinete llamó su atención.

Mientras no nos haga retrasarnos... Dijo el enano caminando hacia el jinete.

Eóradas se sentía a gusto: cabalgando sobre su caballo tierras rurales el mundo parecía ser más simple. El honor que le otorgaba ser miembro de la guardia personal de Éowyn lo llenaba de orgullo, pero era una responsabilidad a la cual no estaba acostumbrada.

Al ver a los tres viajeros el rohirrim se detuvo un instante. No había razones para pensar mal de tres viajeros en estos tiempos, y aunque no los distinguía decididamente no eran orcos. Decidió alcanzarlos rápidamente y saludarlos en cuanto lo divisen. Si se dirigían a Osgiliath averiguaría sus intenciones, por las dudas.

"Heah, Heradion" dijo, y espoleó su caballo para bajar la colina.

Veis como el jinete espolea su caballo y bajando la colina al galope se dirije hacia vosotros...

- No nos confiemos, estando tan cerca de la ciudad lo mismo podría ser un ladrón que un guardia de Osgiliath. Esperemos que sea lo segundo. - digo mientras acerco la mano al arco.

Siempre prudentes continuais vuestro camino a Osgiliath mientras el jinete se acerca a vosotros.

Cuando está a suficiente distancia (la aguda vista del elfo le distingue con claridad mucho antes) podeis reconocer mejor sus rasgos y no podeis menos que sorprenderos al ver su capa de tonos verdes, el adorno de bronce con la forma de una cabeza de caballo que corona su yelmo, debajo del cual asoma una larga melena rubia...todo lo cual le identifica claramente como un jinete de Rohan.

No podeis evitar miraros con extrañeza...¿Qué hace un rohirrim tan lejos de la Marca?

Sin duda alguna los tres caminantes no son orcos, pero su naturaleza no es menos sorprendente: un humano, un elfo y un enano.
Parecen cansados tras horas de viaje, pero a medida que te acercas ves que están alerta, al parecer desconfiando de tus intenciones. El elfo tiene su arco en la mano (aunque no ha sacado ninguna flecha de su carcaj), el enano tiene a mano un martillo de guerra que usa como bastón y el humano apoya su mano en la empuñadura de su espada.

Sorprendido como muy pocas veces en su vida, Eóradas no pudo hacer menos que esbozar una sonrisa. La imagen, si bien era para tomar en serio, parecía sacada de una extraña ficción. Un elfo, un enano y un hombre. A decir verdad, el corpulento rohirrim había escuchado hablar de los elfos pero nunca había cruzado caminos con alguno. Enanos conoció en sus viajes, aunque nunca se relacionó demasiado.

"Tranquilos, gente extraña" dijo con un tono algo rasposo y bajo. Era una voz seca. "Vengo en paz, como supongo que lo hacen ustedes, ya que están acompañados de un Primer Nacido" y levantó las manos en señal de amistad. Sin embargo, su mano estaba lista para tomar la espada ante cualquier eventualidad.

Deteniendo el caballo a una distancia prudencial, el enorme rohir levanta las manos en señal de amistad.

"Tranquilos, gente extraña" dijo con un tono algo rasposo y bajo. Era una voz seca. "Vengo en paz, como supongo que lo hacen ustedes, ya que están acompañados de un Primer Nacido"

-Y el Hobbit claro, olvidas al Hobbit, esa cosa pequeña algo peluda que parece inofensiva. Creo que esa imagen se ha perdido en los últimos años- Camino alrededor del lugar removiendo la tierra mientras hablo -Demasiado peso de le da a la humana, y pocos recuerdan al pequeño que combatía a su lado-

Milo medita un instante las palabas del enano...

- ¡Por la cuaderna del sur!* ¡Merry! ¡Me había olvidado de él! -su rostro muestra un asombro sincero- Me lo contó tras la batalla de Delagua, donde lo conocí, junto con un montón de otras hazañas que vivió. El decía que lo había matado él pero... es un fantasioso -guiña el ojo al enano-. Aunque también es cierto que por él estoy aquí, tan lejos de los mios.

Cierto es, el joven Merry sacó mucho valor en esta batalla, y como todo en la tierra media las cosas pasan no solo por una cosa en concreto, sino por un cúmulo de hechos. Pero sin duda el hecho memorable fue el gran coraje que hizo posible que una humana cambiase el sino de un ser del mal casi tan poderoso como el propio Sauron.

Galadan miraba al horizonte mientras decía estas palabras, sin duda disfrutaba imaginando los hechos.

Tomo la palabra, ya que mis compañeros no son de verbo fácil.

En paz sois recibido. ¿Hacia donde os dirigís?

Si va hacia Osgiliath, igual nos hace el camino algo más ameno.

Eóradas bajó sus manos e intentó sonreír. Lo más parecido a eso fue una mueca en su cara que reflejaba buenas intenciones. Desmontó del caballo y lo sostuvo por las riendas mientras se acercaba un poco más para poder hablar mejor.

Tenía puesta su armadura de anillos, pero su casco estaba en el caballo. De su enorme espalda colgaba un arco y una espada a un costado. Sin embargo, a pesar del equipo, apenas hizo ruido cuando se acercó caminando. 

"Me alegro ser recibido en paz. Me dirijo a la ciudad de Osgiliath, buen señor. ¿Ustedes también?"

Aunque miraba al hombre cuando hablaba, Eóradas no podía dejar de mirar de reojo al elfo. Era algo muy extraño.

- Así es. Si no te importa viajar con un humano, un enano y un elfo, eres bien recibido. El enano no muerde y te puedo asegurar que yo tampoco. - Sonrío afablemente ante las miradas que me lanza el enorme rohirrim - No has visto a muchos de los mios ¿verdad?

El rohirrim carraspeó y bajó la vista. "No, señor." dijo "Es la primera vez que me encuentro con alguien de su gente." Se adelantó un paso más mientras instintivamente acariciaba a su caballo. "Viajemos juntos entonces. No me molesta en lo absoluto viajar con semejantes personas. Por cierto, soy Eóradas de Rohan"

Pues bienvenido seas joven, mi nombre es Morin y vengo del reino de Erebor. Dijo el enano haciendo una reverencia.

- Thavann Killealtin, del Bosque Negro - vuelvo a sonreirle -. Y no me llames señor, soy un simple explorador y un compañero más de viaje ¿de acuerdo?