Partida Rol por web

Era noche cerrada cuando los Garou llegaron a casa de Bill. El hombre oso, un Gurahl, como se llamaba a sí mismo, tenía una cabaña de madera junto a una colina nevada cubierta de pinos. Junto a la cabaña había un establo de vacas protegido por un grueso muro de las ventiscas que azotarían el lugar.

Al abrir la puerta, Bill les descubrió un lujo inimaginable en mitad de la nieve. Una acogedora estancia con una chimenea encendida, calor y un agradable olor a carne recién hecha. Para los Garou, que no habían comido nada en mucho tiempo, fue motivo de salivación instantánea. Bill, un hombre hospitalario ante todo, les ofreció comida, una bañera con agua caliente y ropa limpia.

Después de que la manada se alimentase y descansase (una pierna de venado asada, leche recién ordeñada, mantequilla fresca y gelatina, todo delicioso), Bill se sentó con los jóvenes Garou al amor del fuego, fumando en pipa. El Gurahl en forma Homínida era un hombre de unos cuarenta o cincuenta años, con el pelo y la barba abundantes, salpicados de canas. Su torso era recio y ancho, con brazos muy fuertes. Parecía un cazador o un leñador, pero era muy amable.

-Bueno, amigos -Bill se acarició la tripa, sonriendo-. Creo que es momento de que me expliqueis quiénes sois y qué haceis en este lugar. Sólo los Wendigo rondan por estas tierras y no veo a ninguno con rasgos nativos...

Amy había seguido a la manda sin atreverse a decir una sola palabra. No habían tenido tiempo de buscar a Donny, pero todos imaginaban lo que había pasado con él, y la Galliard realmente no quería certificarlo. Si no encontraban su cuerpo siempre podía quedar la vana esperanza de que un día llamara a la puerta hecho un adefesio (más que de costumbre) echándoles en cara que le habían dejado solo a grito pelado. Si eso no ocurría, la lobezna jamás podría quitarse de la conciencia el hecho de haberle dejado solo aun en frenesí.

La loba se había bañado y alimentado en condiciones, y había agradecido en un susurro a Bill la ropa y toda su generosidad con unos desamparados chiquillos. Ahora estaba sentada junto a la chimenea, en el suelo, con las rodillas flexionadas y rodeándolas con los brazos, mirando el fuego que desprendía un agradable y casi sofocante calor. No creyó que fuera la más indicada para hablar, así que solo miró de reojo a Devon antes de volver a mirar al infinito tras restregarse un ojo reseco con el pulgar.

Devon pasó a forma hominida en cuanto lo hizo Bill en señal de respeto y agradeció silenciosamente al principio la hospitalidad que el Gurahl ofrecía. Comió hasta quedar lleno y cerró los ojos durante unos minutos para despejar un poco la cabeza, pero los rostros de Donny y de Javier permanecían grabados a fuego en su cabeza. Pero entonces fue cuando Bill preguntó lo que debía preguntar. Quería respuestas, y era obvio que tenían que responderle.

Se frotó el rostro cansado con las palmas de las manos hasta que se sintió con fuerzas para contestar. Carraspeó antes de mirar al hombre.

- Bueno, Bill. Antes de nada quiero agradecerte en nombre de mi manada toda la ayuda que nos has prestado. De verdad, es el mejor regalo que Gaia nos ha hecho en semanas. Supongo que será extraño para ti encontrar un grupo de lobeznos aquí, aparentemente tan lejos de casa, pero todo tiene una explicación. - dijo Devon, acomodándose en su asiento. - Nos encontrábamos en Nueva York, practicando el Rito de Iniciación de los Garou, cuando sin razón aparente aquellos a quienes considerábamos nuestro clan intentaron matarnos. Huímos y un Puente Lunar apareció ante nosotros el cual nos llevó a una tribu Garou en las montañas. Nos recibieron con hospitalidad, pero el día siguiente les llegó la noticia de que nuestro clan había asesinado a lobeznos del suyo y nos soltaron a nuestra suerte, diciendo que si volvíamos a aparecer nos matarían. -

- Conseguimos sobrevivir y llegar aquí, pues algunos no se conformaron con dejarnos ir y nos atacaron. Fue entonces cuando llegamos a la ciudad y vimos la furgoneta de Pentex... Decidimos ver qué ocurría y el resto creo que ya lo conoces. Por si fuera poco, nuestro amigo Theurge desapareció al intentar sacarnos de la Umbra y creo que perdimos a nuestro Ahroun cuando entró en frenesí y no tuvimos más remedio que dejarlo solo. -

El rostro de Bill se endureció al escuchar que no eran más que lobeznos, y la noción de poder haber perturbado su Rito de Iniciación lo llenó de ira. Por suerte, la prisa con la que Devon le explicó el resto hizo que se calmara, aunque no del todo. Algo le ensombrecía la mirada:

-¿Que habían matado a sus lobeznos, dices? ¿Es que tu Clan no tiene honor, muchacho?

Amy levantó la cabeza indignada y miró con furia a Devon por no contar las cosas como era debido. No era precisamente el momento más adecuado para llamar a su clan deshonroso, y Amy necesitaba echarle las culpas a alguien, y como el theurge no estaba para reprocharle lo penosos que era que ella hubiera tenido que sacarlos de la Umbra…

-¡No! Llamé a mi tía cuando fuimos al pueblo y dijo que ellos no habían sido. Pensaban que nosotros estábamos muertos y habían mandado un Contemplaestrellas a buscarnos. - aclaró.- Haz el puto favor de contar las cosas bien. Joder.

-En tal caso, me retracto de mis palabras -dijo el Gurahl-. Lo lamento si os he ofendido.

Bill tomó una calada honda de su pipa de tabaco y soltó el humo en volutas.

-¿Sabeis qué es lo que vais a hacer ahora?

-Ni lo sabíamos antes ni lo sabemos ahora. Sitio al que hemos llegado, sitio del que nos han echado. Humanos, Danzantes, Graou...

Lyuben miraba reacio a Bill. Ya había tomado como una costumbre eso de estar en pie sobre la nieve unas horas después de encontrar refugio, y hasta donde sabía Bill no les había prometido techo indefinido.

-Yo quiero irme a casa... -confesó en un susurro frotándose el ojo que poco antes había estado reventado. A pesar de que quería seguir lso pasos de su abuelo, ni siquiera había pasado el Rito de Iniciación todavía. No era más que un lobezno. ¿A quién quería engañar?

Miró a Amy con gesto cansado, sin inmutarse ante el cabreo de la Galliard. Después volvió a mirar a Bill.

- Ya no lo sé. Eso dijo la tía de Amy, pero tras lo que nos contaron en aquella tribu... parecían verdaderamente afectados. Y por si fuera poco nuestro propio clan nos atacó... Ya no sé qué pensar, todos podrían haber mentido. - dijo el Alfa, mirando al fuego fijamente. Había tantas preguntas... y por si fuera poco, cada respuesta que recibían solía venir acompañada de otras dos preguntas a resolver.

- No sé qué haremos ahora, Bill. Desconozco si aún seguimos en nuestro Rito y perder a dos compañeros ha sido un duro golpe. Creo que no tenemos más remedio que ir a buscar al Contemplaestrellas, a ver si así descubrimos algo. - entonces pareció darse cuenta de algo y miró al Guralh. - Oye Bill... ¿dónde estamos? -

-En Canadá. En Ontario, muy al norte, para ser exactos. Pero creo que os habíais dado cuenta de ello, ¿verdad? -Bill se sonrió-. Hace mucho que no abandono estas tierras, así que no sé cómo andan las cosas fuera de aquí. ¿Por qué no me contais algo? Los Garou teneis muchas leyendas e historias, y siempre me gusta escuchar algo nuevo o viejo, pero bien contado.

En otras circunstancias Amy habría comenzado a hablar sin parar, dándoles a todos dolor de cabeza. Esta vez solo se limitó a girar la cabeza hacia el Señor de las Sombras con tristeza. Ella también quería irse a casa y olvidar toda aquella pesadilla. Se levantó del suelo y miró con dureza a Bill.

- Javier está perdido y Donny seguramente muerto, aunque nadie se haya atrevido a nombrarlo. No quiero parecer desagradecida pero no estoy de humor para contar batallas épicas de las que nuestros antepasados salieron victoriosos. Me gustaría irme a dormir y mañana robar un coche si hace falta para poner rumbo a Nueva York.

-De acuerdo entonces -respondió el hombre oso-. No os molestaré. Podeis dormir junto al fuego si así lo deseais. Mañana os puedo dar direcciones para llegar al pueblo, pero después de lo que habéis hecho en la mina no me extrañaría que estuvieran buscándoos. Debereis tener cuidado.

Dicho esto, Bill se levantó y se fue a la habitación tras desearles una buena noche.

El Caminante Silencioso, ahora en forma Lupus junto al fuego, miró a Amy con ojos brillantes, y después a Devon.

-Alfa, si puedo dar mi opinión, me gustaría decir que no... no podemos marcharnos a casa así como así -murmuró-. Aún no sabemos si Donny y Javier siguen vivos. Podrían estar cautivos en manos de los Danzantes de la Espiral Negra. Y si fuera así y volviésemos a Nueva York sin ellos, nos deshonraríamos.

Se puso en pie, pero bajando la cabeza en señal de respeto al Hijo de Gaia.

-La tía de Amy le dijo que teníamos que arreglárnoslas solos, pero lo que creo que intentaba explicar era que después de este Rito nos habríamos convertido en adultos. Si seguimos comportándonos como niños, demostraremos que no estábamos preparados para nada. Además, la Letanía dice "combatirás el Wyrm donde more y críe". Si nos vamos y dejamos la mina como está, quebrantaremos la Letanía.

Cada palabra que Voz dijo hizo que los músculos de Devon se tensaran más y más hasta que el metis terminó de hablar. Entonces se quedó durante dos segundos inmóvil, sin decir nada. Y explotó.

- ¡Mira lo que hemos conseguido! - el Alfa se levantó y empezó a gesticular hacia Voz, visiblemente cabreado. - ¡Mira para lo que sirve luchar, mira lo que hemos conseguido al enfrentarnos a lo desconocido, por mucho Wyrm que sea! Hemos perdido a dos compañeros, Voz, ¡DOS COMPAÑEROS! -

- ¿Crees que hay posibilidad de que estén vivos? Perdimos de vista a Donny entre medio ejército de fomori y danzantes. Javier estará ahora Gaia sabe dónde, seguramente fuera de su alcance y sin posibilidad de volver, si es que está siquiera vivo. No me apetece perderos a vosotros también, ¿me oyes? ¡No quiero! Sois mi responsabilidad, y os he fallado a todos, por partida doble. - dijo Devon, deseando pegarle una patada a algo. Pareció relajarse y bajó los hombros y la cabeza, acabando en un suspiro. - Si estáis seguros de que queréis luchar, es vuestra decisión. Pero no será bajo mis órdenes, eso tenlo bien claro. -

Voz de Ptah bajó el hocico y dejó escapar unos gemidos de sumisión. No dijo nada más.

Amy no puedo soportarlo y comenzó a sollozar ante los gritos del alfa. Si él dejaba el mando ella no iba a tomarlo. Habían sido una manada y habían estado juntos durante unos cuantos meses, los suficientes para crear lazos de amistad. Los suficientes para rendirse y llorar por la muerte de dos compañeros. Nadie en aquella sala tenía el valor ni la esperanza de sobrevivir contra el Wyrm, y la Moradora menos. Todo había salido del revés, y pensó que si los hombres lobo no hubieran existido jamás aquello no habría pasado y ahora sería jóvenes normales de Nueva York, que vivirían con sus familias y sus amigos odiando el colegio. Pensó que Donny estaría vivo en algún callejón de la ciudad, y Javier dando la murga a alguien que no sería ellos. Aunque quizás nunca se hubieran conocido, tampoco estarían destrozados por su pérdida.

La Galliard se acercó a Devon y se arrodilló a su lado, posando una mano sobre su brazo.

- Devon… - murmuró Amy. -Guíanos hasta casa. Por favor. Has sido un buen líder, no ha s-sido solo culpa tuya… Solo te pido que nos lleves hasta casa.

Visto lo visto, la manada acordó regresar a casa para no perder ningún miembro más. Dormitaron junto al fuego y a la mañana siguiente Bill los guió a través de la nieve hasta la carretera.

-Su continuais hacia el sur encontrareis Kroder's Pass. Tal vez podais haceros con un coche.

Bill les dio un abrazo a cada uno.

-Si alguna vez necesitais ayuda, venid a verme. Mi casa siempre estará abierta a camaradas Garou.

Y dicho esto, salió en dirección a su refugio y la manada tomó el camino opuesto. Tardaron un par de horas en llegar al pueblo, al que pudieron entrar por tener (al fin) ropa para todos. Kroder's Pass era un pueblo pequeño, donde no se veían a muchos extranjeros. Salvo el coche negro con el que se cruzaron al entrar, no había demasiado tráfico, y tampoco muchos coches. Mucha gente los miraba de reojo. Pero dando vueltas se encontraron con un taller mecánico. En la entrada había un Chevrolet rojo manzana en perfecto estado, con cadenas en las ruedas, incluso, pero olvidado al parecer. Un hombre con mala cara bebía en la entrada del taller a pesar de ser muy temprano.

- Genial, y probablemente ahora tenemos que robar. - pensó el Garou, ya estaba más tranquilo pero no le apetecía mirar a Voz a la cara. Quizás había sido demasiado duro con él, pero había necesitado soltar toda la rabia que tenía en su interior.

- ¿Alguna idea? Necesitamos ese coche... - preguntó Devon, mirando a Lyuben.

Amy miró el coche con ojos golosos.

- Yo se conducir, incluso podría hacerle un puente. Pero las llaves seguramente estarán en el interior del almacén. Aun así habría que comprobar la gasolina antes de salir y esas cosas…- Ella también miró a Lyuben. - ¿Le distraéis mientras yo entro a por la llave?

-No hace falta, Amy, puedo abrir cualquier cosa -contestó Lyuben mirando el llamativo coche con los ojos entrecerrados-. Lo del coche es fácil. Lo difícil sería hacerlo sin que nadie se diese cuenta de que tres adolescentes están robándolo.

Lyuben parecía algo abstraído. Había estado callado de camino al pueblo y ahora hablaba no muy seguro de lo que estaba haciendo.

-¿Pero seguro que debemos irnos? -añadió-. Yo soy el primero que quiere irse a casa, pero seremos una deshonra. No quiero manchar las hazañas de mi abuelo con esto...

- Pues hay que decidir, Lyuben. - dijo Devon, mirando de mala gana a su amigo. El Alfa suspiró, frotándose la frente con la mano. - Escuchad, seré vuestro Alfa, pero ahora no estoy para tomar decisiones por vosotros. Ya lo he hecho y mirad cómo hemos acabado. Por lo cual no esperéis más decisiones importantes por mi parte hasta nuevo aviso. ¿Queréis iros? Vayámonos. ¿Queréis quedaros? Quedémonos. Pero por favor, decidámonos ya... -

- Yo podría intentar convencer a ese tipo para que se largara, pero necesitaría una excusa y no se me ocurre nada... -