Partida Rol por web

-¡Oh, oh!--detiene el paso súbitamente el mediano--¡Alto, alto! ¡No os mováis!

Sin levantar el pie del suelo, Eun-Shisha se agacha lentamente para inspeccionar la zona en busca de esperanza. Mientras remueve cuidadosamente con esas pequeñas manos la tierra y la gravilla, hilillos de sudor comienzan a caerle de la sien a las mejillas. Obviamente, el pícaro está bastante preocupado, mucho más de lo que le gustaría confesar.

-¡Me cago en mi pena negra! Esto es cosa de la estatuilla-demonio esa, seguro. O... o... o del torpe de Lev, que rompió la lámina aquella. ¡Dioses, tened piedad! ¡Coñe! Que somos buena gente.

Tuldilah queda paralizado ante la advertencia de Eun, observando detenidamente al mediano. Casi inconscientemente, descuelga su maza de su cinto y la enarbola esperando cualquier tipo de amenaza.

Maldito mediano, siempre tiene que estar metiéndonos en algún lío.

El clérigo manosea con su mano izquierda ese trozo de vela del que no se deshace nunca con enfermizo nerviosismo.

En un primer momento no me doy cuenta de que uno de los compañeros de viaje saca su arma ya que estaba observando al mediano.

¿Tenemos visita? Digo mientras saco mi espada.

Eun-Shinsha palpa la piedra húmeda, pesada y basta advirtiendo que se trata de una trampa de presión. El sonido liviano como de una pluma cayendo comienza a tornarse más sólido, más real, como si una presencia sobrenatural creciera a ambos lados del túnel. No resulta fácil identificarlo, pero parece una sucesión de multitud de golpecillos minúsculos que, acumulados en una cantidad inimaginable, provocan una vibración aguda e inmunda que se os clava en los tímpanos. De pronto, de un orificio oculto en la pared, emerge una criatura apenas del tamaño de un puño del mediano, que cae pesadamente al suelo. Al hacerlo, no hace un sonido natural, pues parece que su caparazón es de algún material metálico. No obstante, no tenéis mucho tiempo para observarlo, pues de aberturas escondidas a ambos lados del pasillo, una masa continua de esas criaturas comienza a caer y arremolinarse frente a vosotros. A pesar de las bamboleantes lenguas de luz de las antorchas, llegáis a ver las patas punzantes, los diminutos filos en la cabeza y los siniestros cuernos que esos minúsculos monstruos, sin duda artificiales, portan en sus cuerpos. El ruido eléctrico de sus vibrantes antenas se os clava en los tímpanos justo antes de que se abalancen sobre vosotros.

Un gélido escalofrío recorre la espina dorsal del pícaro mediano cuando aquel horrible enjambre metálico se arremolina sobre ellos.

-Debería haber estado más atento--se reprocha a sí mismo mientras niega con la cabeza.

Tuldilah suelta un bufido de desaprobación hacia el mediano. La situación se complica y rápidamente guarda el trozo de vela en su bolsillo mientras agarra con fuerza su maza y su escudo.

-¡Me cago en mi estampa! ¿Pero qué es eso?

El asustado mediano a punto está de caer en redondo por una bajada repentina de tensión ante el horrendo enjambre de mortíferas criaturas metálicas que se acaba de arremolinar de manera amenazadora enfrente del grupo. Sin pensárselo dos veces, Eun-Shisha da media vuelta y sale corriendo como alma que lleva el diablo en la dirección contraria a la que veníais. 

-¡Corred, insensatos! ¡Corred!--exclama a todo pulmón el pequeño pícaro mientras se aleja por el túnel con una de las dos antorchas que guiaban la comitiva.

Tuldilah deja pasar al mediano con un gesto de indiferencia, avanzando y conjurando en voz alta.

Poderoso astro rey, ayúdame a alcanzar a mis enemigos. Destrúyelos con tu luz.

Desde las yemas de sus dedos, se materializa un rayo que sale dirigido al seno del enjambre.

La explosión del rayo os trae la esperanza de que el enjambre se haya fundido como consecuencia del calor. No obstante, el sonido metálico de las decenas de patas de esas criaturas frustra esa expectativa. Las criaturas se mueven, tal vez con mayor furia que antes, hacia vosotros.

Lev guarda su arco en la mochila y desenvaina su hacha, preparándose para la oleada de minúsculos seres multiformes.

—¡Preparáos! ¡Esos seres no nos detendrán! —Grita.

[pnjotizado]

Phuntsok se adelanta y saca su martillo de guerra para tratar de aplastar a los insectos lo antes posible aprovechando el arma elegida.