Partida Rol por web

Turno 1. (Situación)

En el interior de la montaña, junto a la cascada, una escalinata de piedra se adentra hacia el interior. Resulta difícil discernir si está toscamente tallada por manos humanas o si se trata de una estructura natural. El sonido del agua se va perdiendo a medida que se desciende. Todavía la luz natural ilumina el paso en este tramo, pero pronto la oscuridad lo abarca todo. Habrá unos treinta chicos y chicas venidos de distintas partes de Tabot que caminan en un forzado silencio, a la expectativa de lo que suceda.

Cada grupo enciende un par de antorchas antes de seguir bajando. Aunque en sentido estricto no se trata de una competición, los primeros en salir de la cueva suelen gozar de una posición privilegiada que permite alianzas y casamientos excepcionales. Muchos caminan tranquilos, pues en el fondo creen que todo lo relacionado con el ritual no es sino una intrincada ceremonia sin ningún riesgo. Otros bajan más serios, tal vez temerosos de una oscuridad que, en el fondo, les resulta antinatural. Yetis, criaturas nocturnas y otras aberraciones suelen esconderse en las cuevas de las montañas, de modo que la bajada no está exenta de riesgos naturales que afrontar.

La bajada, después de unos minutos de incertidumbre, termina en una amplia sala natural que se abre a varias aberturas a distintos niveles. Vosotros seguís el símbolo que os ha entregado el mismísimo Mo Kin. El maestro no hace distinciones, ni con forasteros, o medianos. Su mirada penetra en vuestra mente hasta los miedos más recónditos. Y de algún modo se os queda grabada. Poco a poco los diferentes grupos se adentran, cada cual, en su propio acceso, y la sala vuelve a quedar silenciosa, salvo por las inquisitivas miradas de los miles de dioses que observan todo lo que ocurre y de alguna cucaracha que pasa por allí.

Turno 2. (Situación).

El grupo avanza por lo que parece un estrecho túnel minero hasta que, después de una yarda se abre a una zona amplia en la cual se observa, a la derecha, una caseta fabricada con toscos maderos, mientras a la derecha dos aberturas naturales en la roca dejan entrever una antigua estructura cuyo significado se ha perdido con el correr de los siglos. En esta sala la altura de la cueva llega a los 20 pies. Apenas hay estalactitas y estalacmitas en buen estado por esta zona, lo que es una muestra evidente de que seres animados han transitado por esta zona a lo largo de los milenios.

Tranquilo y sonriente, Eun-Shisha avanza a la vanguardia del grupo que se le ha asignado. El mediano fornido desborda ilusión ante la estimulante experiencia que promete ser el ritual. Después de seguir las instrucciones del maestro, el pícaro llega a la cueva de la que salen dos nuevos túneles y en la que hay una caseta de madera. Sin poder evitar la natural curiosidad propia de los de su raza, Eun se ve impelido a fisgonear en la artifical estructura mientras va llegando el resto de compañeros.

-Igual encontramos algo útil, ¿no?--comenta en voz alta después de remangarse y subirse los pantalones hasta las rodillas.

Tuldilah había permanecido en silencio. No sólo por la imposición del maestro Mo kin, sino porque para él el silencio era un estado natural. Su corta experiencia en la vida le había enseñado a mantener ocultas sus cartas y en definitiva mantenerse callado era una buena forma de hacerlo.

El mediano siempre solía sacarlo de quicio, siempre tan impredecible y poco acostumbrado a acatar las normas.

Silencio - dijo con un hilillo de voz amable pero firme. Tuldilah confiaba en que eso fuera suficiente para calmar las ansias de parloteo de Eun.

Mientras manoseaba un trozo de vela inservible entre sus ropajes, aquel lugar había despertado su curiosidad. ¿Qué sentido tendría aquella tosca construcción? El iluminado alzó la vista hacia el techo natural y, tras comprobar que efectivamente esta caverna gozaba de cierta actividad, volvió a fijar la vista en la caseta. Quizá debía dejar que el mediano se aproximara a investigar aunque, el temor a que algo malo le sucediera le hacía ser más prudente.

Lev cierra los ojos tratando de agudizar los sentidos. Siempre lo hace ante un nuevo escenario. Su origen peregrino le ha permitido desde muy niño conocer tierras malditas, así como toparse con seres atroces. Ceremonioso, hinca una rodilla en el suelo y apoya la palma de su mano sobre la superficie. Ese lugar es diferente. Puede olerlo. Y siente como cada una de las atmósferas de las distintas grutas convergen en su espinazo, produciéndole un escalofrío.

-Quizá no deberías ir solo… -Dice a Eun-Sisha.

Phuntsok avanza cerrando el grupo. La prueba a la que van a somerterlos no lo asusta ya que tiene experiencia en combate.

Se detiene cuando el mediano se acerca a inspeccionar la caseta de madera. Y le dirije unas palabras. Cuidado pequeñajo. No te alejes demasiado que en ésta oscuridad podemos sorpresas. La amistad que lo une al mediano lo hace preocuparse porque siempre se mete en líos.

Cuando el grupo se acerca a la caseta, se ve otra abertura que había permanecido fuera de la visión del grupo y que se adentra hacia la oscuridad, siguiendo el camino que seguíais, hacia el interior de la gruta. Eun observa la caseta al acercarse junto con el resto de los silenciosos participantes del ritual. Restos antiquísimos de objetos destrozados, exvotos de terracota yacen esparcidos por el suelo. Muchos fabricados en cerámica, apenas son restos informes, pero hay otros que parecen de materiales más nobles, obsidiana y otras piedras de colores vivos, así como bronce, que han resistido el paso del tiempo, con exóticas figuras de monos, monstruos simiescos horribles, grifos con las fauces abiertas mostrando mandíbulas dentadas, lobos, caballos y toda clase de seres humanoides más o menos proporcionados. Hay en un estante de madera ya podrido y roto que se resiste definitivamente a caer, al otro lado de la caseta desde la entrada, fragmentos más o menos ruinosos de pergaminos. Pero la penetrante mira de Eun-Shisha le permite ver algún trozo de lámina de bronce, objeto primitivo utilizado para grabar textos escritos y muy valiosas.

-¡Guau! ¡Mirad eso!--señala excitado Eun-Shisha al pasadizo que se abre tras el improvisado altar--¡Fiuuuuu! A punto hemos estado de desviarnos del camino a las primeras de cambio. ¡Menos mal que los dioses guían nuestros pasos!

Sin dejar de parlotear ni debajo del agua, el mediano fornido termina de dotorear entre los viejos exvotos, haciendo sin querer que alguno caiga al suelo y se rompa en mil pedazos.

-¡Vaya! Espero que no se enfaden conmigo... no mucho, al menos.

Tuldilah observaba entretenido al mediano. Una parte de él quería advertirle, exigirle más disciplina. En definitiva, cortar sus alas.

La realidad era que el iluminado ardía en deseos de descubrir algo más sobre esa construcción y el hecho de que Eun-Shisha hiciera el "trabajo sucio" podía llegar a considerarlo una ventaja.

Muy bien Eun, pero lleva cuidado - advirtió finalmente en voz queda.

Pese a su apariencia seria, Tuldilah ocultaba un verdadero espíritu libre y, aunque normalmente mantenía un alto nivel de sobriedad, las acciones del mediano solían romper las cadenas de dicho espíritu.

Tuldilah intentó adelantarse unos pasos para presionar a quienes le precedían a seguir la ruta de Eun-Shisha y así mantener unido al grupo.

 -¿Habéis visto? -Inquirió Lev Atlas-. Es como si los moradores de este lugar hubieran tenido que abandonarlo precipitadamente, olvidando todos estos objetos atrás. Me resulta extraño... aquí dejaron cosas valiosas. Puede que ni siquiera tuvieran tiempo de marcharse...

Lev alza la mirada hacia la abertura, atraído por un resuello que sólo él parece percibir y que brota de la nueva gruta, envuelto en un aliento que le resulta maligno. La oscuridad parece tirar del cazador con un mágico hilo, al igual que lo hizo la idea de participar en el Ritual.

Sacude la cabeza para disipar sus pensamientos y se vuelve a fijar en las reliquias.

-Quizás podamos hallar algo útil en estos restos -comenta mientras comienza a registrar la caseta.

Turno 4.

La caseta está muy debilitada por el paso del tiempo y cada paso que da Lev emite un quejido, como si estuviera a punto de quebrarse. No obstante, Eun es mucho más ligero, y su presencia apenas tiene efecto sobre ella. También Lev, sin querer, llega a romper alguna figurilla de las que yacen tiradas en el suelo, lo cual le da una sensación de mal agüero que, por mucho que se niegue a reconocer, todavía le sigue afectando. Al otro lado, el explorador descubre un grupo de pergaminos ya inservibles, prácticamente deshechos. No obstante, hay una lámina escrita que, aunque doblada por los bordes y con algún daño puntual, todavía es legible. De hecho, Lev no llega a entender qué dice, pero tiene la oportunidad de rescatarla y guardarla en el interior de su chaqueta. Después regresa con los demás.

Una vez al otro lado, el grupo debe decidir qué camino seguir. Sigue quedando al otro lado de la caseta dos aberturas rocosas, mientras que al fondo se descubre un camino que se adentra hacia el interior de la montaña.

Que os parece seguir por el camino que se adentra en la montaña?. Puede que averigüemos más sobre la gente que dejó todo ésto abandonado asi. Que decis?

En contenido silencio, el curioso mediano observó con atención a Lev Atlas manipulando los viejos escritos que había en la caseta de madera. Cuando el cazador recogió un papelote y lo escondió entre sus ropas, Eun-Shisha produjo un imperceptible grito ahogado.

-Ahora sí que estamos jodidos--masculló para sí negando con la cabeza--Los dioses no nos van a mirar con buenos ojos.

Como respondiendo a Phuntsok, pero en realidad tratando de sacar a sus torpes compañeros de ritual de aquel sitio lo antes posible para que no siguieran liándola, el pícaro comenzó a caminar lentamente hacia el túnel que ocultaba la estructura mientras farfullaba enre dientes no se sabe muy bien qué.

Lev siguió los pasos del mediano y del guerrero hacia el camino que parecía más evidente. No obstante, no pudo contener una incómoda sensación tras no haber podido registrar todos los vericuetos que parecía esconder la superficie rocosa junto a la caseta. Como afanoso explorador siempre acostumbraba a husmear en cada rincón, lo cual le servía para hallar las baratijas que luego intercambiaba por víveres o monedas para el día a día. Aunque también era cierto que su curiosidad le había causado alguna contrariedad en más de una ocasión, en las que incluso tuvo que mirar a la muerte cara a cara.

-Clérigo, ¿reconoces algo en esta lámina? -Preguntó con todo el respeto a Tuldilah acerca del documento que había recogido en la caseta.

Tuldilah asintió a las palabras de Phntsok, la "torpeza" de Lev y el crujido del suelo de la caseta le hizo cambiar totalmente de opinión.

Sí, será mejor que de momento dejemos estar esa... cosa.

Clérigo - pensó. No le gustaba que se dirigieran a él de ese modo y tampoco se veía a sí mismo como un hombre de fe incorruptible. Tampoco dijo nada, tan sólo se limitó a estudiar brevemente la lámina con cierta curiosidad.

La lámina está fabricada en bronce y ha perdido buena parte de su lustre, pero se aprecian con claridad unos símbolos arcanos marcados en ella, donde irregulares formas geométricas se entremezclan con signos de un lenguaje desconocido. El conjunto queda más allá de lo que Tudilah puede descifrar. No obstante, en uno de los bordes, que parece el superior, se puede leer una sola frase en lo que parece otra lengua diferente a la del resto de la lámina.

Eun-Shisha se acercó a la boca de la obertura recién descubierta. No se escucha absolutamente nada, aunque sí se aprecia una leve bocanada de viento gélido que mana de su interior. Cuando Eun levanta la mano para sentir la corriente se da cuenta de que una figurilla se le debe haber quedado enganchada mientras se movía en el interior de la caseta. Los ojos desorbitados y la mirada perdida parecen, en cierto modo, confirmar la impresión del pícaro.

Ummm... - Tuldilah quedó pensativo al observar la tabla -. Podría tratarse de las instrucciones - insinuó rascándose la cabeza y ajustándose la coleta para estar más cómodo -. O bien se trata de una advertencia... ¿Alguien conoce esta lengua? - Pregunta al resto del grupo señalando la inscripción del borde.

Asustado por la apariencia del exvoto, Eun-Shisha hace aspavientos con el brazo hasta que se le suelta la figura del mismo.

-¡Brrrr! Ese asqueroso demonio quería venirse conmigo--explica el mediano con repugnancia justo antes de pegarle un puntapié al muñeco y alejarlo del grupo.

-¿Vamos o qué?--apremia finalmente a sus compañeros para que se internen por fin por el túnel oculto tras la cabaña de madera.

-Vaya pensaba que querías llevártelo de recuerdo -dice a Eun tras ver su reacción.

-Sí, será mejor que nos pongamos en marcha. Seguro que le encontramos utilidad a esa lámina más adelante. Detrás de ti, Eun.

Camináis por el túnel con una trémula iluminación. A los lados, unos relieves muestran un combate entre siniestras figuras de rostros demoníacos y monjes. Mientras avanzáis, horrorizados por escenas en las que esos seres devoran niños y destruyen ciudades completas, Eun nota, demasiado tarde, que ha pisado un pedazo de roca saliente en el suelo. Apenas resulta audible, pero nota un sonido mecánico bajo sus pies que le pone alerta de inmediato.