Partida Rol por web

 El joven se pegó a la pared para que estos no toparan con él. 

 Entonces apareció otro hombre, un tipo que le sonaba, hacía pocos días lo había visto... en la última vez que había visto a Lucius en vida. Un tipo alto ataviado con ricos ropajes de terciopelo negro y morado. De pelo negro largo recogido en una lacia cola que cae por su espalda.

Sus facciones aristocráticas exudan arrogancia y desden para los que no considera de su estatus... y son pocos los considerados así.

 Con una voz clara, dijo con voz fría y cortante.

 - Vosotros id a la sala del pentágono, debemos dejar estas malditas cuevas. Al parecer ha llegado un grupo de entrometidos, idiferentemente de que les demos muerte, este lugar ya no sirve. Que corra la voz y cargad toda la mena que tengamos. Daos prisa.

 Los hombres asintieron prestos, mientras ese hombre regresó por donde había venido, por un cruce anterior.

 El combate continuó a pesar de los altercados, entre Violant y Ulric dieron muerte al indefenso juglar quien se resistió a ser matado como si de un perro se tratara, pero nada pudo hacer.

 Entre Gustarson, el mayor de los Falx y ser Rocafreda lograron dar muerte a los tres guardias, no sin dificultad. Al parecer no  venía nadie más por el túnel...

El martillo cayó pesado sobre la cabeza del bardo con tal ruido sordo y seco que los que contemplaron la escena se estremecieron. Al retirar el arma, el joven notó que Querelar no se movía, por lo que se inclinó para descubrir con horror que ni respiraba ni respiraría nunca más. Estaba muerto.

Ulrien tenía sentimientos encontrados, su rostro serio salpicado de sangre era inmutable, casi imposible de leer en él, había asesinado a un hombre, era lo que había que hacerse pero no lo había hecho con gusto. Se sentía a un mismo tiempo aliviado y profundamente apesumbrado. Perdido y encontrado, el joven Falx era cada vez más animal y menos hombre. Al cabo de un rato en silencio, buceando en sus propias reflexiones sin poder apartar la vista del cadáver, levantó los ojos y miró a Violant. ¿Creería ella que había hecho lo correcto?¿Estaría horrorizada?¿Se lo reprocharía? Tenía miedo pero a la vez su mirada y mano eran firmes, el paso estaba hecho. No había vuelta atrás.

Querelar cayó al suelo.. Violant miró unos segundos a Ulrien condescendiente.. - estava claro que ella forzó la situación y un sentido de culpa le sobrevino.. - no habia oltra alternativa, no??? o sii? -su cerebro le martilleava sin cesar.. aunque uno de ellos le sacó de su indesición; sin dudarlo Violant puso la mano sobre el antebrazo de Ulrien buscando algo de apoyo mútuo ... - Un segundo Ulrien,..

Luego se arrodilla y se acerca al joven caido posando su otra mano en su rostro - Si hay algo de vida aquí no dejes aún este cuerpo Selune.. - un brillo tenue recorre la piel de joven.

Judas estuvo tentado a saltar sobre aquel rufián. La sangre le empezó a bullir en las venas al recordar donde había visto por primera vez a aquel tipo.

Más la sensatez del joven mago se volvió a imponer. Estaba solo, con un bastón miserable, y una ballesta que apenas sabía manejar. Además de los pocos conjuros que conocía, que no eran muchos y nada útiles en aquella situación.

Así que tragandose el odio hacia aquel ser, decidió continuar, y regresar junto a sus amigos. Además, tenía que explicarles lo que había oído.

 El joven aprendiz de mago, crispado por la impotencia, pero sensato no obstante, decidió apresurar su paso para dirigirse hacia la bifurcación donde se cruzaban los tres túneles principales. El que se dirige hacia el elevador, donde combatían sus compañeros, y por el que él mismo llegaba. El otro camino que partía de la encrucijada iba hacia el exterior.

 El enfrentamiento contra los guardias, que yacían muertos en el túnel, allá donde Tarien, Gustarson y Arnau les dieran muerte en su férrea defensa, había resultado duro, los tres guerreros habían sufrido varias heridas (-19 pv, -13 pv y -5 pv respectivamente).

 En el interior de la caverna del elevador, Violant había frenado, mordida por la sensación de culpabilidad, sus ansisas psicópatas al estabilicir el gravemente herido juglar, quien mostraba varias heridas, las más feas hechas con la cabeza roma de un martillo. Nikolau quien había recuperado la consciencia, se veía desarmado y vigilado por Ulrien.

 Era el momento de decidir que hacer, la respiración de todos era agitaada, tanto por la sensación de peligro como por la exigencia de su supervivencia... el suelo del túnel y la caverna daban fe de ello, con cuatro guardas y dos fanáticos muertos y los restos de los esqueletos y zombis desperdigados.

 Del túnel, por el momento no llegaba ningún ruido de alarma o de pasos apresurados...

 En uno de sus propios arranques de curiosidad, casi morbosa, el aprendiz de mago se acercó a la caverna donde estaban sus compañeros para ver que había pasado...

 A medida que se acercaba podía escuchar sus voces entrecortadas por una respiración agitada, en el suelo pudo ver los cuerpos sin vida de los guardias y varias manchas de sangre fresca por el suelo... Al final los vió.

Hecho un vistazo a las heridas de mis compañeros. Me acerco a Tarien, el cual presenta las heridas más graves y recitando una pequeña plegaria, canalizo energia sanandora.

Al asalto siguiente lanzo un curar leves sobre mi persona curandome 7 puntos

 Mientras Gustarson atiende las peores heridas, el Rocafreda guarda el túnel, atento mientras lanza breves miradas a la escena.

 A parte de los cuerpos sin vida, el aspecto que presentaban los aventureros era bastaante lamentable, salvo Violant, el resto presentaba varias manchas de sangre en las ropas y armaduras.

 - Este lugar es más peligroso de lo que suposimos.- Mirando el sistema elevador inutilizado y la sima que se abre bajo este y el rumor que llega des de ese lugar.- Inutilizar el sistema elevador ha sido una buena idea, sinó fuera por los que ha pasado con Nikolau y Querelar todo habría sido más sencillo. ¿Qué os ha pasado?

 Pregunta a Nikolau, quien permanece en el suelo atado, el juglar está inconsciente. El druida permanece en silencio, con la mirada perdida. Arnau dirigió su mirada a Gustarson.

 - ¿Tienes algúna idea?- Luego pasea la mirada por la zona y pregunta.- ¿Y Judas, dónde está el aprendiz de mago? ¿Él sabría algo al respecto? ¿Se ha ido?

Lastima no tener fuegos artificiales para hacer su reentrada. Casi parecía orquestada al milímetro. El joven mago chascó la lengua, y volvió a hacerse visible entre sus amigos.

- Siento haberme ido. Dijo algo compungido. – Me pudo el miedo… Miró a sus amigos, todos ellos sangrando, heridos. – Por suerte no ha muerto nadie…

Judas miró hacia atrás, como si esperara  que alguien entrara por el túnel.  Luego tosió, aclarándose la garganta. – Seguí a una especie de espectro maligno, y luego, luego me tropecé con un noble, gracias a mi invisibilidad no pudieron verme… Aclaró. – El noble era el mismo que amenazó a Lucius, mi maestro. Dijo que debían abandonar las cuevas, que ya no eran seguras para sus planes.

Volvió a guardar de nuevo un momento de silencio. – Lamento haberos dejado solos en el momento de más necesidad…  Parecía avergonzado por haberlos dejado, aunque su intención había sido encontrar ayuda, nunca llegó abandonar la cueva. La curiosidad le pudo más.

Tras el horror, y la asimilación del mismo pero con temor a que la pelirroja no volviera a hablarle Ulrien casi dejó caer la mirada, pero la joven se acercó a él, y lo consoló con el tacto cálido de su mano en su brazo. Inmediatamente se sintió más reconfortado pero sobretodo, acompañado, pues aquél gesto era como si Violant le hubiese dicho en palabras que en aquello no estaba solo.

Luego, se fueron reagrupando, no había alegría en sus rostros y un denso y pesado silencio caía sobre ellos, aquél túnel era desolador y el enemigo se oía como respiraba desde cualquier rincón.

El joven Falx descubrió que el mismo mal que había enloquecido al juglar había hecho mella en el druida, sintió el peso de la culpa caer sobre él con mano pesada, no habían sido celos lo que había movido la mano de Querelar a dispararle por la espalda. Atento al druida, guardó sus armas, puesto que no estaba por cometer el mismo error dos veces y a aquél hombre le debía por lo menos la vida.

La súbita aparición del mago le hizo pegar un bote, no se lo esperaba, pero menos aún las noticias que este traía. -¿Abandonar el lugar? Entonces… ¿qué? ¿Hemos terminado? ¿Les seguimos?- No entendía de la historia la mitad, solo sabía lo cansado que se sentía.

 El joven Rocafreda, siendo como era representante de las autoridades de la región, se sentía empelído a dar una respuesta.

 - Sin lugar a dudas el peligro que se estimó en un inicio era menor de lo que hemos encontrado.- Dice finalmente.- Al parecer hay muchos más efectivos, y de gran fantismo.- Dijo mirando los cuerpos caídos de los guardias.- Y algo extraño hay en estas cuevas, sinó no se entiende el comportamiento de Querelar y Nikolau.

 Luego miró hacia la sima de donde llegaban sonidos de agitación en el fondo.

 - Judas, luego hablaremos de tu fuga, pero el que hayas regresado dice mucho a tu favor. ¿Sabes algo más de esa huida? Sin lugar a dudas expulsarlos de estas tierras es un logro. Espero que suficiente. Lo mejor sería dar un vistazo, pero no sería sensato. Estamos bastante magullados y no sé hasta cuanto más nos puede seguir apoyando Lathander en esta empresa en el día de hoy. Y el tener que vigilar a Nikolau y al juglar nos limita.- Finalmente mirando al resto apunta.- Debemos retirarnos.

- No creo poder añadir nada más a lo ya mencionado… Dijo con suave voz Judas.

El joven mago asintió ante las palabras de Arnau, pues no ocultaba que tenía muchas ganas de salir de aquel maldito lugar.
Aun con todo no pudo evitar lanzar miradas de desconfianza al bardo y al druida, pues él había salido corriendo de ahí cuando estos dos les atacaban a traición. Se llevó una mano al castado donde la flecha que había lanzado uno de los dos le había traspasado la carne. Suerte que Gustarson le había sanado durante la lucha…

Una chispa se encendió en la mente del bueno de Judas, una chispa de odia hacia aquellos dos tipos. Era un sentimiento extraño en el joven, pero se avivaba como una llama. Era extraño, muy extraño, pero si hubiera estado solo, les hubiera cortado la garganta sin dudarlo.