Partida Rol por web

Era por la mañana, en un día soleado y alegre de primavera. Ésta clase de días ponían al Señor oscuro de especial mal humor. Su alergia ese día le estaba matando, y no paraba de moquear.

-*PRrrrt* -se sonó con fuerza con su pañuelo.  - ¡MALDITOS GOBLINS INÚTILES! ...Atchóo.- volvió a sonarse. - ¡Os dije que me trajérais los caramelos mágicos para apaciguar la alergia! ¡COMO NO TENGÁIS UNA BUENA EXPLICACIÓN ME HARÉ UN CALDO CON VUESTRAS OREJAS!

El Señor oscuro temblaba del enfado, cosa que no hacía más que empeorar su condición. Le preocupaba que otros señores del mal se apreovecharan de su debilidad y atacaran su castillo. Todo eso no hacía más que aumentar su enfado.

Miré temeroso al señor oscuro, yo era su fiel escriba, analfabeto, pero valía para mi profesión. Temblé antes de coger una pluma y dibujar letras en el aire mientras hablaba sobre lo que había ocurrido.- Señor... maligno, resulta que estaba buscando los caramelos en la ciudad submarina, donde los venden...- Hice una pausa.- Pero en la tienda no había caramelos. Me dijo el tendero que un goblin llamado Kradex los compró para regalarlos al señor oscuro Rais, con el que usted está enemistado.- Acto seguido hice una reverencia y comencé a escribir garabatos de los nervios.

¿¡COMO!? -exclamo furioso. - ¿AL SEÑOR OSCURO RAIS? ¡Mas te vale tener una explicación en condiciones, o ya puedes despedirte de tus orejas Kradex!

Volví a sonarme con fuerza, mientras de mis huesudas cuencas caían lágrimas de mis ojos irritados por la alergia.

-¡N-N-N-No es lo que parece, Su Tenebrosidad! - dice Kradex agachando la cabeza. - En realidad, resulta que fui a comprar los caramelos mágicos, pero volviendo me crucé con el Demiurgo, que los examinó y me informó de que me habían timado... ¡no eran caramelos para la alergia, sino un potente veneno! Está claro que ese tendero odia a los goblin... Así que, obviamente, decidí aprovechar y enviar los caramelos a su rival. ¡Para envenenarlo! - explicó. - ¡Lo cierto es que en ese momento no me preocupé de los caramelos, Señor Oscuro, porque Kur'ikú me había dicho que había encontrado muchos en cierto antiquísimo lugar, pero a saber qué ha hecho con ellos!

¿Que no te preocupaste de los caramelos? ¿QUE NO TE PREOCUPASTE? ¿TIENES IDEA DEL SUFRIMIENTO POR EL QUE ESTOY PASANDO? - mi cara comenzó a pasar del blanco al rojo encendido. - ¡Tu misión era expresamente encontrarme los caramelos, maldito inútil! - comienzo a formar el gesto de una mirada terrible, pero en el último instante cambio de parecer. -Si no fuera por que al menos intentaste envenenar a mi maldito enemigo, ¡estarías colgando de la puerta del castillo por los pulgares!
Acto seguido miro hacia Kur'ikú desde mi trono.

-¡Tú! ¡Más te vale decirme que demonios has hecho con mis caramelos! - le digo en tono enfadado. De mi nariz comienza a gotear un líquido amarillento, pero del enfado apenas me doy cuenta.
 

- ¡Señor! Efectivamente, encontré muchos caramelos en el antiquísimo lugar... ¡pero estaban tras una puerta enorme de metal que los protegía! Yo me puse en seguida a buscar una llave o, en su defecto, algo que me ayudara a forzar ese enorme portón, ¡pero el estúpido Oc'Korg me envió un insecto molesto que me persiguió, intentando picarme y matarme con su veneno!- Kur'ikú hizo gestos con las manos ilustrando el terrible aguijón venenoso.

El señor oscuro miraba a Kur'iku con incredulidad. - ¿Me estás diciendo que un insecto te impidió conseguir mis caramelos? ¿PERO QUE CLASE DE GUSANO ERES? -le dije furioso. - ¡A partir de ahora, quiero que te comportes como el gusano que eres y te arrastres por el suelo!

Mientras sacaba de nuevo mi pañuelo, comenzé a mirar a Oc'korg con un cabreo de narices. - ¡Oc'Korg! ¡Mas te vale explicarme por qué estabas molestando al inútil de Kur'ikú mientras me conseguia los caramelos! - le dije, llevándome el pañuelo a mi cara poco después y sonándome de nuevo con fuerza.

- ¡No le lancé ese insecto adrede! Estaba intentando ayudarle a buscar la llave de esa dichosa puerta, levanté un yelmo con cuernos para ver si estaba allí y ¡ese insecto venenoso salió volando hacia Kur'ikú! -. Se tapa la cara con las manos asustado.- Fue entonces cuando vi a Roko con una gran bolsa de caramelos, mirando hacia los lados para asegurarse que nadie le seguía ¡¡ y entró en la mina !!.- Asiente con la cabeza sin parar mientras mira a su señor oscuro.

Mis manos temblaban de rabia, lo que dificultaba aún más la tarea de sonarme. Al final acabé limpiandome las manos con el pañuelo en lugar de la nariz, mientras miraba con furia a mis inútiles esbirros.

 - ¿COMO? ¡Malditos goblins! ¡Para lo único que servís es para entorpeceros los unos a los otros! ¡Mi paciencia está comenzando a agotarse! -dije con exasperación. - ¡ROKO! ¡Más te vale decirme qué has hecho con los caramelos que llevabas! Y como no me agrade tu respuesta... - decía, mientras comenzaba a preparar una de mis temidas miradas en forma de amenaza.

-Oh, oscura malignidad, acorté camino por la mina hacia vos, para traeros los caramelos y además un presente: un magnífico escudo redondo. Pero tras probar uno de los muchos caramelos, por si eran algún veneno, me percaté de que eran piedras con un poderoso hechizo de ilusión encima. ¡Thuber, al que se los compré, resultó ser un comerciante tramposo y me engañó! ¡Es culpa de Tganx, seguro que lo convenció para que me engañara! Todos sabemos que ellos son muy amigos...

¡Maldita sarta de goblin desastrosos! ¡No hacéis más que excusaros en tremendas patrañas! ¡Pero yo sigo sin mis caramelos! - Empiezo a sentirme cansado. Tantas excusas me estan poniendo de un peor humor si cabe. -¡Tú, maldito goblin! -miro a Tikdef. - ¡Más te vale tener una explicación!

Mi señor, eso no fue del todo así... Es cierto que el comerciante le dio a Roko piedras, pero fue por error. La nieve caía y la visibilidad era muy mala. Aún así Roko ni se dio cuenta de lo fumado que iba y se puso a comer lo que pensaba que eran tus caramelos. Miró con reproche a su compañero. Pero la culpa de todo lo tiene Tikedf! Cuando volvimos con el comerciante para arreglar el entuerto salió corriendo con los caramelos para ver al Neptuno, que gobierna el mar fronterizo a estas tierra. Le había prometido una sirena si te traicionaba y se ponía a su servicio! 

Mientras el goblin hablaba me disponía a sonarme, pero tras escuchar sus palabras el enfado fue tal que no atiné a poner el pañuelo bajo el agujero que tenía por nariz.

- ¡Pero que dices, goblin embustero! ¿Que por culpa de la nieve el comerciante le dio piedras a Roko? ¿¡ME TOMAS POR IDIOTA!? - le lanzé una de mis miradas características, que hacían temblar hasta a los más bravos esbirros. Tganx miró al suelo y comenzó a sacudirse con nerviosismo. - ¡Como vuelvas a mentirme tan descabelladamente te vas a enterar! Si tu eras tan amigo del comerciante, y sabiendo que Roko iba fumado, ¿POR QUÉ NO LAS COGISTE TU MISMO?

Entonces me volví hacia Tikedf. Mi cara volvía a tener un color rojizo, y la mano con la que sujetaba el pañuelo temblaba de furia. -¡TÚ! ¡Ya me estás contando qué tramabas con Neptuno! ¡O TE DESCABEZO!

No tramaba nada su oscura malignidad- comenzó a decir el goblin mientras inclinaba su cabeza ante su señor- había quedado con vuestro Comandante Krull en aquel navío, puesto que lo había conquistado para usted. La idea era que me escoltase para entregarle sus caramelos, y así con su protección impedir mas retrasos. Pero entonces el estúpido de Kradex volvió a aparecer con el Demiurgo y entre ambos me robaron los caramelos vilmente, quien sabe con que oscuros propósitos.

Mis estornudos resonaban con fuerza en las paredes del castillo. Los síntomas estaban empeorando. Y eso sólo me volvía más furioso.

¡Maldita sea, Kradex! ¡Por todos los siete infiernos! ¡Más te vale tener una explicación a todo esto! -dije mirando a Kradex. Volví a sonarme con fuerza. Ya estaba cansado de sonarme.

-¡P-Por supuesto, mi Señor Oscuro! Como sabe, me crucé con el Demiurgo y le entregué los caramelos envenenados a su rival... pero resulta que también averigüé del Demiurgo que existe un yelmo con cuernos mágico capaz de anular cualquier alergia de aquel que lo lleve puesto. ¡Así que planeaba encontrarlo y dárselo! - explica. - De hecho intenté venir a contároslo, Su Malignidad, pero Kur'ikú había bloqueado la entrada a esta fortaleza del mal con una cadena pesada que fui incapaz de romper... ¡Se estaba riendo de mí!

¿¡CÓMOO!? ¿Pero se puede saber por qué gnualos bloquearías la puerta de MI castillo? Primero corres de insectos, ¡y ahora esto! Más te vale explicarte, ¡gusano! - dije, mirando hacia Kur'ikú con un enfado de narices. Narices de las cuales volvía a gotear un líquido amarillento.

Kur'ikú se tiró al suelo y empezó a hablar mientras se arrastraba como un inmundo gusano.

- ¡Mi oscuro y maligno señor!- exclamó.- ¡Encadené el portón de vuestro malvado castillo para que, efectivamente, Kradex no entrara! ¡Quería protegerle a usted de a lo que ese estúpido goblin llamaba su "genial idea". El casco era en realidad un monstruo glotón que el Demiurgo, aconsejado por el traidor Tganx, transformó para que, al ponérselo usted en su perfecta cabeza, ¡volviera a su verdadera forma y le atacara! ¡Tganx lo traicionó simplemente para quedarse los caramelos!

¿¡COMO!? - exclamé mientras preparaba una mirada hacia Tganx. - ¡TGANX! ¡Más te vale explicarte ahora mismo! ¿Qué es eso de que intentabas traicionarme? - dije mientras le miraba acusadoramente. - ¡Explícate, vamos! ¡Y cuando acabes ve a traerme más pañuelos, y rápido! ¡O las consecuencias de tus actos serán aún peores! -me revolví en el asiento, furioso, esperando la explicación de Tganx.

Tganx miró con odio al sucio goblin que lo acusaba de traidor, pero cuando el señor oscuro se dirigió a él no pudo más que temblar. Mi señor, el monstruo glotón no era más que un regalo para vos, para añadirlo a su maravillosa colección de monstruos, como el gigante de piedra. Se lo íbamos a regalar junto con los caramelos que encontramos en un templo en ruinas, pero Estu'P'Ipido se lo comió tomos!

Corrió a por los pañuelos que el señor oscuro pedía y se arrodilló, tembloroso, mientras se los ofrecía con ambas manos. Aquí tiene, mi señor.