Partida Rol por web

A Emmeline se le abrieron los ojos por la sorpresa cuando el chico les confesó que era mago y sacó su varita. Inesperado giro de los acontecimientos, se dijo mientras trataba de disimular que no se lo había esperado. Aquel chico era demasiado estúpido para ser un mago. ¿Qué hacía solo en mitad del bosque, cogiendo setas? ¿Es que acaso no tenía dos dedos de frente?

Sin embargo, a pesar de sus pensamientos desaprobadores hacia el muchacho, la joven carraspeó ligeramente antes de presentarse.

Mi nombre es Emmeline Mortemer. Somos discípulos de Salazar Slytherin y estábamos buscando refugio para la lluvia - Emm le dedicó una sonrisa mientras hacia una ligera reverencia, tal y como saludaban las mujeres de buenos modales de la época. Notaba que la túnica comenzaba a empaparse y su normalmente arreglado pelo rubio estaba cada vez más despeinado. Aquello no le gustaba ni una pizca - ¿Tu nombre es...?

Pues bien, era un mago, ¿y a quién le importaba? Si el amigo del maestro no era capaz de entrenar magos que supieran cuidarse de sí mismos, era asunto suyo.

-Todo esto es muy bonito pero tenemos una carta que perseguir y una misión que completar -dijo dejando claro que no tenía ganas de hacer amigos.

Si iban a enfermar por estar bajo la lluvia, refugiarse ahora ya no lo impediría así que más les valía darse un poco de prisa. A saber dónde estarían ya esos dos. A no ser que hubieran parado a hacer cosas de novios como cogerse de la mano… Sólo de pensarlo ya se le había puesto cara de asco.

-Bien, entonces me alegro de conocerte -respondí también, después de mis dos amigos; luego añadí, bastante más educadamente que mi compañero- siento decir que Adrian tiene razón; llevamos un poco de prisa. ¿No habrás visto por casualidad pasar por aquí a un chico y una chica, más o menos de nuestra edad, ambos rubios?

Mientras esperaba a ver si el chico reconocía la descripción, lo volví a intentar.

-¡Accio carta! -dije, apuntando en la dirección en la que creía que habían marchado los otros dos, camino adelante. QUién sabía, quizá se habían detenido... o algo. 

Noto mi cabeza embotada… mis manos, mis pies están a mi espalda… unas cuerdas se hincan en mi piel. Entonces lo comprendo, estoy atada alrededor de un palo. Estoy en posición vertical. Alrededor solo veo figuras humanoides que danzan de forma extraña… quizá ni siquiera podría llamar a eso danzar.

-…¿Sean?… - digo con voz pastosa.

La respuesta solo son sonidos que no alcanzo a comprender. Pero entre ellos no está su voz.

El miedo y la incertidumbre comienzan a apoderarse de mí. ¿¡Dónde está Sean!?

-¿¡¡¡SEAN!!!?? ¿¡¡¡ESTÁS AQUÍ!!!? – Grito.

¿Dónde estás? Maldición… ¿Qué te ha pasado?....¿¡Estarás bien!?... a mi me da igual lo que me pase, me da igual… pero tengo que saber…NECESITO SABER qué ha sido de ti… si algo te ocurriese… si algo te hubiera ocurrido ya…

…no quiero ni pensarlo

Decido respirar hondo un momento. No comprendo dónde estoy ni qué está ocurriendo ni dónde está Sean. Logro tranquilizarme y, entonces, echo un vistazo.

- Un placer.- Digo con una reverencia.- Me llaman Peete.- acto seguido les ofrezco algo de cobertura a los presentes.- Venid a nuestro poblado hasta que deje de llover, hace un tiempo horroroso.- Digo mirando la lluvia.- Seguro que Gryffindor os quiere conocer.- Dice andando hacia una dirección del bosque.

Los hombres parecen seguir con su ritual. Estás todavía despertando de tu inconsciencia, así que ves imágenes borrosas. No hay ni una evidencia de Sean, o al menos tú no la ves en el estado en el que te encuentras. Uno de los hombres, con una careta se para en frente tuya y comienza a prender fuego alrededor de donde estás. Ves que tu varita la tienes metida en tu túnica, no parecen haberse dado cuenta de ese pequeño detalle.

De repente, la carta que tienes en el bolsillo sale volando y se pierde por el horizonte...

La carta llega volando hasta las manos de Devi a una velocidad asombrosa. Finalmente lo había conseguido.

Ves que el niño es un poco extraño que esté bajo la lluvia y sin ningún tipo de hechizo protector para no resfriarse. Un resfriado es muy peligroso. Por lo demás no pareces ver nada fuera de lo común.

-¡Gárgolas galopantes! -exclamó al ver la carta acercarse- Bien hecho.

Por fin una cosa que les salía bien. Ahora que llevaban la carta con ellos la idea de resguardarse en un poblado desconocido lleno de magos a los que nunca habría visto le parecía un poco menos mala. Pero si había un fuego junto al que poder secarse las botas, firmaba sin dudarlo.

Está bien, sí que tenía algunas dudas. ¿Por qué no había pensado aquel crío en regresar con la que estaba cayendo hasta que habían dado con él?

-Si es amigo del maestro… igual no es tan mala idea.

Al observar detenidamente al muchacho, me di cuenta, extrañada, de que éste se encontraba bajo la lluvia sin ningún tipo de hechizo de protección, ni nada. Podría coger un resfriado o algo así y eso era muy peligroso. Intenté lanzar a mis compañeros una significativa mirada, pero en ese momento llegó hasta mis manos la carta que había llamado hacía poco y no pude menos que sonreír. 

-Ten -le dije a Emm, tendiéndole la misiva- haz un "Imperturbate"; así no volverá a salir de tu bolsillo si Sophie se cabrea y la vuelve a intentar robar; no al menos hasta que tú la saques -le sugerí.

Seguía pensando que Salazar le había dado la carta a ella por algo.

Agradecí el comentario de Adrian con una sonrisa. Luego me di cuenta de que la misiva había llegado muy rápido. Y eso me hizo pensar... Entendía que Adrian quisiese resguardarse de la lluvia, pero... ¡seguramente Sophie y Sean estaban cerca! Y, conociéndoles, bien podría haberles pasado algo...

-Adrian, tenemos que encontrar a los otros... -por nada del mundo quería tener que volver a discutir con él y  también quería refugiarme, secarme y descansar, pero teníamos el deber de llevar esa carta sin demora y, además, teníamos dos compañeros por ahí, dando vueltas por el bosque- Estamos encantados de conocerte, Peete, y agradecemos mucho tu invitación, pero tenemos que seguir en camino. Nos hemos separado de nuestros compañeros y tenemos que encontrarlos porque ellos seguramente se habrán perdido por el bosque -entonces miré a los otros dos- ¿no creéis?

Me abstuve de comentar que, seguramente, estarían perdidos en el bosque entre arrumacos y ñoñerías. 

-Vuelve a tu poblado, Peete, te vas a resfriar con esta lluvia. ¡Emm, Adrian! Si nos damos prisa, seguramente podremos alcanzarlos -terminé.

Realmente había algo en aquella situación que me descuadraba. No sabía qué exactamente, pero algo me mosqueaba bastante. Y, a lo largo de los años, había aprendido que ese picor en la nuca era mi mejor alarma. Levanté la varita de nuevo, mientras comenzaba a alejarme ya en la dirección en la que había venido la carta y vigilaba al niño y a mis amigos. 

-¡Verdimillius! -dije entonces, de forma repentina, tratando de descubrir por qué tenía la sensación de que ahí pasaba algo más...

De repente una energía verde sale de la varita de Devi hacia arriba. Con una explosión empieza a brillar todo el entorno donde os encontráis como si pequeños cristales verdes estuvieran cayendo del cielo. Acto seguido el hechizo desaparece. Ningún objeto encantado aparece en los alrededores.

Peete se queda pensativo y dice.- Ah, vosotros sois los amigos de la chica rubia y el chico rubio. Creo que están en mi aldea ahora, me pidieron resguardo y les indiqué mi aldea.- Dice el chico asintiendo.

Entorné los ojos. Por supuesto, qué casualidad que estén en tu aldea... pensé. 

-Y... ¿en qué dirección está tu aldea? -pregunté, sonriendo.

Básicamente pretendía averiguar si casualmente su aldea estaba en una dirección diferente a aquella de la que había procedido la carta. Si era así, entonces estaba claro que todo aquello era una trampa. Si no, bueno... siempre podían ir en esa dirección con él, puesto que sería la misma que aquella de la que procedía la carta y en la que, por ende, pensaba que estarían los otros dos. En cualquier caso, no bajé la guardia en ningún momento. Cada vez me resultaba todo eso mucho más sospechoso... Igual me estaba volviendo una paranoica desde que estaba en la Hermandad, pero ya nada me parecía "normal" y siempre era mejor sospechar, en la época en la que vivíamos.

El chico señala una zona del bosque, que parece ser por donde más o menos ha venido la carta.

Emmeline sonrió al ver que la carta volvía hasta ellos y que Devi se la entregaba de buena gana. Con un ligero asentimiento, siguió el consejo de la chica y efectuó el hechizo que le había recomendado. No quería volver a perder la carta, pues sentía, al igual que su compañera, que su maestro se la había entregado a ella por algún motivo.

Imperturbate - susurró, haciendo un giro con la muñeca en la mano que sostenía su varita. Ahora se sentía más tranquila. Escuchó con calma las palabras del tal Peete y vio que Adrian parecía fácilmente convencido por el ofrecimiento de refugio y fuego. Sin embargo, a ella no le parecía tan buena idea. Aquella situación era bastante extraña. ¿Por qué estaba solo en mitad del bosque y de la lluvia? ¿Por qué, si había indicado el camino hacia la aldea a Sean y Sophie, no había vuelto con ellos? Era evidente que no era el momento para recoger setas...

La joven bruja observó al chico de forma calculadora. 

¿Está muy lejos tu pueblo? ¿A cuánto tiempo? - fue lo único que preguntó.

- Está muy cerca, es el primer pueblo que hay si vamos en esa dirección.- Dice señalando a la espesura.- detrás de esos árboles están. Seguidme.- Dice corriendo hacia el lugar.

tsk... nada bueno está pasando aquí. Mejor será salir cuanto antes de esta situación. A ver si...- me revuelvo ligeramente-... si puedo alcanzar mi varita.

Logro tomar entre mis dedos la varita y me concentro en pensar en una buena manera de salir de aquí

Emm miró con aspecto interrogante a sus compañeros mientras enarcaba una ceja. Devi no parecía nada convencida de ir, pero Emmeline se encogió de hombros y comenzó a caminar siguiendo al chico en dirección a su supuesto poblado.

A fin de cuentas, no tenemos ningún sitio mejor al que ir de momento, no hasta que encontremos a los demás - le susurró a la bruja para que el aprendiz de Gryffindor no les escuchase - Pero manteneos alerta. No podemos fiarnos de alguien que está cogiendo setas solo en mitad de la lluvia. No tiene ningún sentido...

-Estoy totalmente de acuerdo -murmuré en un susurro también, luego en voz más alta dije-; vamos, como sigamos aquí podemos coger todos una pulmonía o algo peor. 

Parecía que Emm sospechaba igual que yo. Adrian, por su parte, tenía muchas ganas de ir así que decidimos finalmente que seguiríamos al chico. Al fin y al cabo, la carta había venido más o menos de la misma dirección en la que se encaminaba éste. 

Levanté la mano para darles paso y esperé para caminar la última, detrás de todos, a una distancia prudencial. Antes de abandonar el claro, a una distancia lo suficientemente alejada como para que no supusiera ya ningún peligro y mientras mis compañeros seguían al tal Peete, me detuve un instante, apunté a la serpiente porque me daba pena dejarla inmóvil para siempre, y dije: 

-Finite incantatem. 

La serpiente comenzó a moverse de nuevo de forma normal y, como todo reptil, desconfiado por naturaleza, se escondió entre los helechos. Me volteé con presteza y alcancé a mis compañeros, aunque me mantuve a distancia, vigilándolos, vigilando en todas direcciones. No entendía por qué, pero aquella sensación extraña continuaba punzante en mi nuca. Desaté el seguro de mi escoba, por si acaso, sin que se notara; y también sujeté fuerte la varita. Nunca se sabía lo que podía suceder.