Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Salvadores Salvados - Puntero Láser - Escena Tres.

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02/07/2013, 11:55
Ruth Karsten

¿Pero qué coño...?-piensa la chica ante la última pregunta de su anfitrión. 

Su primera reacción es parpadear varias veces y abrir mucho los ojos, con la sorpresa dibujada en su rostro. Después comienza a pensar en cómo ha podido saberlo, si nadie la había visto entrar ni salir, excepto ese perro... o al menos que ella supiese. Su mente empezó a funcionar a toda velocidad, barajando un gran número de posibilidades a la vez. Finalmente, la que veía más posible fue la idea de que eso fuera una trampa en la que ella ha caído... pero si fuera una trampa, ¿para qué llevarla tan lejos? 

Se levantó de un salto y se colocó detrás de la silla, poniéndola entre ella y Arjen. Lo miró fijamente, con el ceño fruncido en una expresión de pocos amigos. Había sido una estúpida al seguir a aquel perro, debió pasar de él e irse de vuelta a casa a pensar un plan de verdad y no a tomar leche con cacao con este desconocido que seguramente la entregaría a los nazis en cuanto tuviese la ocasión. Aún así... era imposible que supiera que estaba allí abajo, a no ser que pudiera hablar con el perro o algo así, cosa bastante improbable.

-¿Cómo coño sabes eso?-pregunta lentamente, cerrando el agarre de sus manos sobre la silla. Mientras, su mirada va desde el hombre hasta la salida de la casa, intentando calcular el tiempo que tardaría de allí a la puerta, contando con que él la persiguiese.

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02/07/2013, 13:04
Arjen Wolfzahn

Arjen captó la mirada de la chica hacia la puerta de la casa y enseguida supo lo que estaba pensando. Quizá no fuera la mente más aguda de la ciudad, pero sin duda sabía interpretar el comportamiento de una presa. Se mantuvo relajado, los brazos cruzados, apoyado de una manera extrañamente lánguida en la encimera.

-Piensa un poco, chica, antes de que empieces un movimiento que quizá no llegues a terminar -le dijo con voz normal, sin amenazas subyacentes, sólo como descripción de un muy posible futuro-. Si fuera un übercapullo no te habría invitado a entrar en mi casa para disfrutar de una leche con cacao -entrecerró los ojos-. Estarías encadenada a una mesa y yo no llevaría una camiseta vieja y unos vaqueros gastados sino un puñetero uniforme negro con una banda roja en el brazo, ¿hmm?

La chica le parecía un ratoncito discutiendo consigo mismo si lo mejor era quedarse quieto y fingirse una estatua o escapar corriendo por el primer agujero que encontrase. Lo que no entendían los ratoncitos es que, en ocasiones, los predadores contaban con ello. Era posible que Arjen esperara que la joven se derrumbase y confesara todo, pero es que el hombre no sabía cómo tocar las teclas adecuadas salvo para dos tipos de interacción... y a todas luces la chica era demasiado joven para una de ellas y no había hecho nada para merecer sufrir la otra. Con un movimiento lento para no resultar amenazador, se pasó la mano por la nuca, frotándose el cuello. Suspiró.

-Mira, llevo toda la noche de un lado para otro y estoy jodidamente cansado -le confesó-, y tú tienes que estar igual que yo. El problema aquí es que tú no sabes nada sobre mí mientras que yo sobre ti sí sé alguna cosa. Sé, por ejemplo -sonrió de nuevo. Realmente tenía unos colmillos ligeramente más puntiagudos de lo normal... ¿o era tan sólo un efecto óptico?-, que tú estabas espiando a los nazis y que lo hacías como si supieses que no te iban a descubrir. Para ti, en cambio -añadió levantando ambas cejas y volviendo a cruzar los brazos sobre el pecho-, yo no soy más que un tipo de aspecto poco tranquilizador que sabe más de lo que debería y que, teniendo en cuenta cómo es esta puta ciudad, podía estar a sueldo de los nazis, ¿me equivoco?

Miró con fijeza a la joven, unos ojos de un azul grisáceo que conseguían taladrar la mente de cualquiera barrera tras barrera hasta el punto exacto en el que las capas más primitivas del córtex cerebral mantenían sujeto el miedo. Un leve fruncimiento del ceño y el terror quedaba liberado. Lo más curioso del asunto era que en verdad no deseaba intimidar a la joven.

-Bueno, pues... ¿qué tal un poco de sinceridad? -preguntó, extendiendo la mano hacia adelante, palma arriba, ofreciéndola para ser estrechada. En el dedo anular tenía la marca de un anillo, una marca vieja, casi como si la piel hubiese aceptado la banda metálica como parte de sí misma. En esos momentos la piel estaba desnuda y se veía sonrosadita en contraste con el moreno curtido del resto de la mano-. Soy Arjen Wolfzahn, cazo nazis como hobby, tengo un par de talentos sobresalientes, reciclo mis basuras y muy posiblemente necesite tu ayuda para liberar a mi hijo.

La voz sonaba sincera, desde luego, lo que unido a su evidente torpeza social sólo dejaba salida a dos opciones: o realmente estaba siendo honesto o se trataba del mejor actor de la ciudad. Por otra parte, tampoco había ofrecido nada a cambio, ningún "y yo te ayudaré con lo que necesites" o un "y tendrás mi agradecimiento eterno". Más bien parecía un viejo oso veterano de mil combates que mostraba su debilidad y su necesidad de ayuda ante una joven desconocida y algo arisca. Si era así, entonces sin duda se trataba de un hombre desesperado.

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02/07/2013, 15:30
Ruth Karsten

Al escuchar las primeras palabras de Arjen, Ruth frunció el ceño con desconfianza, entrecerrando ligeramente los ojos mientras lo miraba de arriba a abajo, sin fiarse de él del todo. Entre lo pequeña que era y su expresión corporal, se la podría comparar con un gato callejero, desconfiado y arisco. 

La muchacha alzó el mentón ligeramente y frunció los labios. Lo que su anfitrión decía era verdad, si realmente trabajase para ellos, no la habría tratado así... Pero cierto era, que Ruth había aprendido a base de golpes que no todo lo que reluce es oro y que desde luego, se cazan más moscas con miel que con vinagre, por lo que tampoco le extrañaba del todo que la hubiese invitado a su casa, eso no quitaba que pudiese trabajar para los nazis... Tal vez sólo quería ganarse la confianza de Ruth para luego entregarla a los alemanes. 

Además, estaba el hecho de que sabía con total certeza que ella había estado allí, eso era algo que se le escapaba a Ruth. Era prácticamente imposible que supiera donde se encontraba con tanta seguridad... de algún modo tenía que haberlo averiguado, y Ruth quería saberlo. 

-No estaba espiando a los nazis.-contesta con sinceridad, negando lo que Arjen había supuesto. 

Sin embargo, la expresión de Ruth cambia al escuchar su presentación. Le sorprende que de repente decida ser sincero, pero no le encontraba ningún inconveniente. Además, parecía que realmente decía la verdad y que buscaba ayuda, como ella. Eso podía serle útil.

-Ruth Karsten.-se presenta y le estrecha la mano. Es pálida y pequeña en comparación a la de Arjen, los dedos sobretodo están manchados de lo que parece ser carboncillo o mina de lápiz.-Dibujo como hobby-añadió; parecía que era un dato innecesario, pero no lo era. Sus dibujos podían ser muy útiles.- y también podría decir que tengo una serie de talentos. Al igual que tú quieres mi ayuda, yo también quiero ser ayudada; hay un vídeo en la Torre de Comunicaciones que me interesaría borrar, por eso estaba ahí.-explica escuetamente. 

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02/07/2013, 21:42
Ambroos Janssen

Ambroos se permitió hasta soltar una risa ante las palabras de la gemelas, acompañando sus risas poco disimuladas. Desde luego, Jurguen no había escogido la mejor excusa...ni ante un par de niñas tontas que las Suxx no eran. Confesándose, ya. Beato él y las manos que metía en el culo de un par de nazis. Seguro. En un prostíbulo.

Joder, no tenía ni pies ni cabeza.

Aunque hoy en día pudiera atribuir la ausencia de su prepucio a una fimosis, sus antepasados se removerían en sus fosas comunes si oyesen referirse de esa forma a una circuncisión. Porque Janssen había dejado de ser creyente, pero las raices siguen ahí: ahoradando el interior sin piedad alguna y dejando marcas insondables. Las iglesias le daban urtucaria más allá de lo artístico, y ni siquiera es que eso le llamase especialmente la atención. El arte de Ambroos Janssen no era precisamente para las masas adoctrinadas.

- Hicistéis bien: no me gusta que se rían de mi ni tomen por tontas a mis empleadas. Respondió a las Suxx con un orgullo interno que no sabía muy bien a que venía. Triunfo sencillamente: no es que fuese logro suyo que Helghe se hubiese tirado a ese sobrino de priores. Quizás era el hecho de las carcajadas de sus protegidas, que resultaban hasta contagiosas. Subid a mantenerlo vigilado y si se porta mal... Una sonrisa totalmente cruel apareció en su rostro, como si disfrutase poniendo a prueba una coartada que sabía que en el fondo no era real. enseñadle el verdadero significado de tentación en el desierto.

Esperaba que no, pero lo último que quería era a ese maldito capullo rebuscando entre sus papeles. Donde si que iba a rebuscar él era ante ese tal D'Corvous.

Gretchen, una auténtica caja de sorpresas, saludó al anarquista dejando claro que le conocía. Pero eso no significaba que Ambroos fuese a tolerar que un motero amigo de Stille se creyese suficiente para ir a mear en su tiesto. Era su burdel y era su presa. El proxeneta no pudo evitar una risa cínica cuando Liselot pronunció la heróica frase "tengo una cuenta pendiente con ese viejo alemán". Le era dificil imaginar una que pudiese pesar más que la suya propia, aunque muchos expertos dirían que eso era una mera cuestión subjetiva, con un montón de orientadores y pedagógos pedantes replicando que nadie puede clasificar la medida del dolor y que la muerte de una mascota puede ser tan dolorosa como perder a tu marido en un atentado terrorista.

Putos imbéciles, si querían su opinión.

- El alemán es mio por razones que no vienen al caso. replicó con un tono directo aunque medianamente cortés, manteniendo el tono de la conversación que el anarquista había iniciado, aunque dejando claro que nada iba a salir de allí si no había algo de confianza mutua. Y estando en su local, ese tal Liselot se lo debía. Si sabes lo que hay podemos llegar a compartirlo, de todas formas. Soy un tipo generoso. Añadió el proxeneta con un tono repleto de sarcasmo. Pero no será ahora.

- Salvo que me des un buen motivo.

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03/07/2013, 14:39
Niki Neill

Bien. Había llegado la hora. Esto era la integración a fin de cuentas. Permancí en silencio mientras me presentaban uno tras otro a los miembros del grupo. Me esforcé en no sonreír, aunque saludé si se dignaba apropiado. Tenía que esforzarme para que vieran más allá de mi cara bonita. Eché los hombros hacia atrás y traté de parecer firme. Debía mostrarme confiada.

Analicé uno por uno a todos los presentes. Debía conseguir información de los anarquistas, no solo por mí... Era una cuestión de respeto y protección. Cuando sabes los secretos de alguien todo pasa a ser mucho más sencillo... Si las cosas se ponen chungas es más difícil que te den la patada y en caso de que seas tú el que esté jodido siempre tienes una medida de seguridad. No era ético, y no me gustaba la idea de hacerlo, pero sabía que debía tener un salvavidas o me hundiría rápidamente... Este era un sitio peligroso y confiar en alguien era arriesgado, eso por no decir que en cualquier momento podría tener problemas con los alemanes, o con los propios holandeses o vete tu a saber con quién.

La noche sería larga, pero no sería capaz de bucear en las mentes de todos... Mi cabeza hizo una serie de cuentas mentales... Lo más lógico sería acceder al jefe, pero era poderoso y su voluntad debía ser fuerte... Me encontraba cansada tras estar en la mente de Drike y no podía forzar mucho más las cosas. Still era peligroso, y la sola idea de entrar en su mente me asustó por un instante... No quería ver lo que había allí dentro. Leila y Liselot me parecían menos necesarios y menos poderosos dentro ese "selecto club" así que pensé que era mejor dejarlos en un segundo plano. Gabriel parecía el objetivo más obvio... Cuando me lo presentaron no pude evitar cierta dosis de atracción... y pensé en lo útil que sería tenerle como aliado, y la mejor forma de conseguirlo. No estaba a favor de usar mi cuerpo como moneda de cambio... pero tener un rollo con Gabriel podría ayudarme en el futuro, siempre que fuera secreto y que hubiera conseguido suficiente respeto como para que no me desestimaran por ser mujer... Muchas variables. Pero él y Jaivs eran las mejores opciones... Tras meditarlo un breve instante me incliné por Jaivs y decidí que tras las presentaciones sería su mente en la que debería indagar.

"Si en algún momento te incorporas como un miembro más" No pasé por alto la frase. No me lo iban a poner fácil. Debía mostrarme dura y eficaz. Hablar sobre mis motivaciones no era una buena idea, al menos hablar de las reales...

- Si la costumbre es que me presente... Comencemos cuanto antes. - Mostré una sonrisa torcida, y me enderecé, miré un segundo a todos los presentes. - Como sabéis me llamo Niki Neil, aunque dejémoslo en Niki, prefiero que no uséis demasiado mi apellido, y siendo claros me vais a ver como la nueva durante unos días, así que básicamente... supongo que no tardaré en tener algún mote ridículo. - Suspiré. - Mis impresiones... Bien, Ámsterdam parece tan peligroso como me habían contado, parecéis ser organizados aunque conozco poco de vosotros y hay sectores que me preocupan, pero sois lo que estoy buscando. Las opiniones personales mejor me las guardo por el momento, no calentemos el ambiente todavía. - Me lamí los labios. -  Mis motivaciones para trabajar con vosotros son lo de menos, lo que necesitáis saber sobre mí lo averiguaréis muy pronto. Soy hábil, rápida y profesional. Sé lo que hago. No me asusta el riesgo ni la acción, y podría matar a alguien con mi dedo meñique. - Menudo farol... ¿o no? - Tengo mucho carácter pero sé controlarme si es necesario. No me gustan las chapuzas y puedo ser muy perfeccionista.

Cogí el AK-47. Recorrí con la palma de mi mano el arma al completo. Me dejé llevar por el tacto del rifle,

- Me desagrada el ruido. - Dije sin ser consciente de hablar en voz alta. La frase había salido de manera automática de mi boca, casi como un susurro. ¿Era un recuerdo? ¿Dije yo eso de pequeña alguna vez? La voz me había sonado infantil en mis labios. Miré a los demás y traté de arreglarlo. - Pero me gusta. De todos modos, si queréis probarme yo usaría un arma algo más compleja, hasta un niño sabría disparar un Kalasnikov.

Agarré el arma con soltura, y dejé que apuntara hacia al suelo, reposando. En mi cabeza aún resonaba la idea de que habría gente en el tren, y que podría pasarles algo malo. Mi conciencia se debatía con mis propósitos... como casi siempre.

- Bueno... ¿Alguna pregunta? ¿O empiezo ya con la prueba? Tengo ganas de ver qué tal se me da esto.

Temí haber puesrto demasiado carácter en todo mi discurso. Una voz en mi cabeza dijo que debería hacerme respetar, aunque una parte de mí creía que me estaba poniendo chula. Contuve el aliento.

 

 

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06/07/2013, 15:02
Arjen Wolfzahn

"Una chica con cojones. Eso está muy bien". Arjen automáticamente respetaba a la gente que no se meaba en los pantalones. No consideraba que el miedo no fuera útil, no. Estaba allí para ser vencido... y estaba por todas partes. Una chica que apenas llegaba a los 20 años se había metido en un cubil nazi por propia voluntad y, aunque muy posiblemente estuviera acojonada -un depredador siempre tiene miedo porque sabe que no hay que fiarse de las presas-, la joven lo había superado, lo había vencido. Bien, muy bien.

El hombre apretó con firmeza la mano de Ruth, sin aplicar demasiada fuerza pero con decisión. Era importante. Después sonrió. No era un hombre acostumbrado a sonreír -o quizás se le hubiera olvidado cómo hacerlo- pero bien que lo intentaba.

-Así que una grabación... -repitió Arjen-. Nadie arriesga su vida para borrar una grabación a no ser que lo que salga en ella sea realmente muy comprometedor. ¿Qué andabas haciendo, Ruth? -movió la mano y cerró los ojos inmediatamente, descartando la pregunta que acababa de hacer-. No, no me contestes. No es necesario que me reveles tus secretos, chica. La confianza se gana poco a poco...

Recogió la taza de la chica y la aclaró en el fregadero, dejándola junto a su compañera. Limpió las cucharas manchadas y volvió a colocar todo en sus sitio. Arjen era un hombre que limpiaba su mierda... o al menos aquella que no deseaba conservar. Una vez terminó, se secó las manos con un trapo que colgó del tirador de un portezuela de armario e hizo crujir sus nudillos.

-Bien, chica, pues puedo echarte una mano -declaró con sencillez-. Precisamente tengo... tareas que implican esa Torre. Tengo que encargarme de ella antes de rescatar a mi hijo, Dyrk -cuando pronunció su nombre su rostro adquirió un brevísimo semblante de melancolía. Tras un suspiro retomó el hilo de la conversación-. Conozco más gente interesada en esa Torre. Quizás si unimos fuerzas... -se encogió de hombros dejando la frase en el aire.

Hizo un gesto a la chica para que le siguiera fuera de la cocina. Al pasar junto al salón, ahí estaban las fotos. Dyrk era el adolescente de gesto lánguido, delicado. Se asemejaba muy poco a su padre, al menos físicamente. Lo cierto era que se parecían tanto como una roca y una flor.

-Recomiendo echar un sueño hasta después de comer, si eso. Yo pienso echarlo, al menos -dijo con convicción y una sonrisa-. Tienes una cama en la primera habitación después de las escaleras. Descansa, que lo vas a necesitar. Si quieres ducharte -prosiguió-, hay un baño justo enfrente. Yo... vigilaré el fuerte desde el salón. Te daré una voz dentro de unas horas, ¿vale?

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06/07/2013, 19:15
Sawako Yamagawa
Sólo para el director

Resopla al encontrarse en esa situación. Si no sale de ahí acabará muerta, si sale de ahí, más de lo mismo. Piensa que quizá Trevor y Anki hayan encontrado otra forma de salir ilesos de aquella matanza y que es posible que el rastro que está dejando sea más para los malditos nazis que para ellos pues no hay rastro de esos dos en todo el rato que ha estado escondida en las cloacas de esa ciudad marginal y colapsada. Se vuelve a pasar la mano por el pelo, alborotándolo, como si fuese un gesto instaurado desde pequeña.

Suspira con resignación. Tiene que salir de esa cloaca si no quiere que la herida de bala se le infecte de tal forma que no haya vía posible de salvar la vida, si es que no se ha infectado ya. Lo mejor será llegar a casa cuanto antes, para poder limpiarla con agua, lo que no tiene es antisépticos y esas cosas y tampoco tiene dinero para comprar esos productos tan necesarios ahora. Pero no, no puede lamentarse ahora de toda su situación. Siempre ha sido una chica fuerte, una persona que ha sabido aprovechar las situaciones que la vida le ha concedido. Una persona que no llora por cualquier cosa, que no se arrepiente de sus actos y que cree que todo le será útil en el futuro. Todo lo que consigue es para aprovecharlo luego.

Su siguiente paso no puede ser otro que salir de las alcantarillas. Lo mejor es buscar una trampilla que lleve a una zona mas o menos segura de la ciudad. Además, a esas horas de la noche, poca gente habrá por la calle que le pueda ver. Lo malo es perderse entre los canales y no encontrar el camino correcto antes que la encuentren a ella, pero tiene que intentarlo, y después llegar a casa y rezar para que alguien se preocupe por ella, aunque es más bien improbable.

Asoma la cabeza a la esquina para ver si puede ver alguna luz de linterna cerca o escuchar los pasos de las botas militares contra el pavimento. Cuando no ve ni escucha nada, sale de su escondite y apoya la espalda en la pared para ser lo menos visible posible a los curiosos nazis que hacen de cazadores de "brujas". Avanza por esa vía hasta encontrar unas escalerillas que conduzcan arriba. Según los cálculos del tiempo que lleva ahí abajo y de lo que ha avanzado, es posible que ya no se encuentre en la zona ataca, pero debe proceder con precaución.

No puede dejar ningún tipo de señal, pero supone que aquellos dos, si llegan hasta ahí, sepan que se ha ido hacia la superficie o al menos que se ha marchado de ese lugar... aunque también pueden suponer que la han atrapado y ya mañana sabrán de su suerte gracias a las "noticias".

Sube la escalerilla y hace fuerza con el hombro para levantar la tapa del alcantarillado, poco a poco, para no levantar sospechas.

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07/07/2013, 23:41
Administrador

La mente de Jaivs era bastante pacífica, la verdad. Era un hombre relativamente sencillo. Sin embargo, aún así, tardó todo su discurso en adentrarse lentamente. Su análisis se mezcló con las intervenciones posteriores como respuesta a sus palabras. Mientras hablaba, Niki sentía cómo lentamente desgarraba la mente de Jaivs sin darse cuenta, entrando en su cerebro cual neurocirujana. Espiar estaba mal, y más a la mente de nadie, pero cada uno usaba las armas que Dios le había dado. Literal o metafóricamente, eso no importaba.

Así que cuando al final de su discurso sintió como el velo terminaba de romperse, no pudo evitar sentir cierta sorpresa al caer dentro de la mente de Jaivs. Era una sala circular y gigante, llena de cojines rojos en el suelo. Había cuadros de seres queridos en las paredes. Su familia, sus amigos, sus amigas, sus compañeras de trabajo, su novio. Aquel hombre había sido un trabajador de burdel desde que alcanzó la madurez, saltaba a la vista, y se sentía cómodo en esas circunstancias.

Ahora ser homosexual era delito mortal, así que se escondía en aquella organización. Aún así, dado su aspecto, se resistía notablemente a ceder al completo. No, no es que fuese homosexual mirándolo mejor. Si así fuese los Anarquistas, machistas, nunca lo hubiesen aceptado. Siendo bisexual, en una época desesperada y con contactos de su lado a juzgar por las paredes de la sala mental, todavía había tenido, como Niki, una oportunidad de ingresar en la organización criminal.

- Normalmente el periodo de Novato antes de ingresar es de un año- explicó Rayen en la distancia, pues su voz sonaba amortiguada pese a que seguía viéndolo entre cortinas-, aunque depende. Ya no nos preocupamos tanto por el costumbrismo en esta época. Aunque desde luego no serán unos días- no parecía molesto por el comentario, sólo lo explicaba para no inducir esperanza o error en Niki.

Al decir "no calentemos el ambiente todavía" Stille soltó una risilla por lo bajo mientras negaba por lo bajo. Al tiempo Niki seguía escrutando la mente de Jaivs. Era pacífico, en el fondo, aunque había aprendido a disparar ambas. Gustaba del sexo y no le importaba el género. Su novio, a juzgar por uno de los cuadros, había muerto de un disparo en la cabeza. La pistola estaba en manos de un uniforme negro, probablemente alemán.

- Todos tenemos un mote- le restó importancia la otra mujer allí presente, aunque no dijo el suyo-. Demuéstrale a esta panda de maricones- no había tono despectivo en el improperio, sólo complicidad, como si fuese un léxico normal. A Jaivs no pareció ofenderle, ni a ningún otro- que no hace falta tener pene para disparar un arma.

En un cuadro Jaivs aparecía acariciando el cabello de una niña en un burdel. No era su hija, sino la de una amiga. Desde luego, ese hombre se había aclimatado a una vida muy distinta a la suya. Como Niki a fin de cuentas. Para averiguar más sobre el hombre había que seguir aventurándose en busca de algo concreto, aunque eso lógicamente podía terminar de mermar las energías de Niki. Aún no sentía repercusiones, pero lo haría si seguía forzándose a ese paso.

- Si eres hábil, rápida y profesional lo que necesitemos saber de ti lo averiguaré rápido, es cierto- dejó caer Gabriel en tono sincero y confiado, casi seductor, pero con un aire que indicaba que sólo estaba bromeando y probando a Niki-. Dentro de unas horas veremos qué puedes hacer con un dedo meñique y cómo te llevas con el riesgo y la acción.

Estaba hablando del asalto al tren, por supuesto, pero el doble sentido estaba ahí flotando en el aire a propósito. Varios hombres en la mesa se rieron, algo normal dada la situación. Leila negó con la cabeza y dijo algo a Gabriel, aunque Niki, dividida entre dos mundos, no atinaba a ver ni percibir todo lo que pasaba en la sala. Bastante con disimular perfectamente que su atención estaba toda allí.

- Genial, más gente con carácter- apuntó Drike como broma, en un tono grave más por su voz que por intención-. Pero avisada quedas, pelirroja- disimulaba bien, pues hasta ahora la había llamado Niki o, por vergüenza, no la llamaba-, somos expertos en chapuzas y en hacer ruido.

Un breve silencio tras una pequeña carcajada antes de que con un ademán de la mano, Rayen, el líder, diese el visto bueno a Drike para que lo dijese.

- Todos tenemos ganas de ver si se te da mejor que a un niño- comentó en tono ligeramente tenso, como si no quisiese decirlo pero tuviese que hacerlo. Los Anarquistas eran orgullosos y demasiado territoriales.

Por otro lado, Niki tenía permiso para destrozar las botellas y amartillear el cargador. Aunque para eso lo mejor sería centrarse sólo en ello y olvidarse de Jaivs.

- Tiradas (1)
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07/07/2013, 23:46
Liselot

- ¿Qué pasa, pequeña?- respondió con una sonrisa amargada pero sincera el Anarco cuando la pequeña le saludó. Parecía divertido y era una pregunta retórica, como un saludo de vuelta. No tenía hijas, y si las tenía había olvidado cómo ser ingenioso con ellas. O quizás fuese sólo que era la niña andrógina de Stille.

Por su parte, con un par de frases descastadas y divertidas, las Suxx pasaron cada uno por un lado de Ambroos, palmeándola cada uno una nalga antes de comenzar a subir alegremente las escaleras. En seguida irían al cuarto de Jürguen, o eso aseguraban. Conociéndolas una podía esperarse cualquier cosa de ellas. Eran definitivamente el mal.

Divertido y quizás interesado, Liselot se quedo mirando los traseros de las gemelas, ambos dos, mientras estas subían las escaleras. Desde luego el hombre tampoco es que fuese tonto ni que tuviese mal gusto precisamente. A cualquiera le gustaban las Suxx. A todos les gustaban las Suxx, en realidad. Era imposible que no fuese así si tenías pene.

- Tienes buenas trabajadoras, Ambroos- dijo señalando las escaleras con el dedo, diciendo lo que parecía ser un sincero miramiento-. Voy a tener que pasarme por aquí más a menudo- dejó caer, aunque no parecía ningún tipo de advertencia o amenaza. Sólo como cliente-. Por otro lado, si te haces cargo del sacerdote, mejor. Trabajo que me ahorro- rió de forma socarrona y enseñó parte de la dentadura superior al hacerlo. No era un hombre feo en absoluto-. Así qué si me dices que me vas a quitar este problema de en medio- se palpó a ciegas un bolsillo trasero del pantalón, buscando la cartera-, supongo que tendré que irme.

Saco la cartera, negra y quizás de piel, y la abrió. Miro un bolsillo y rebuscó. Sonaron monedas y papel. Billetes. Chasqueó la lengua y negó rápidamente con la cabeza en un movimiento breve pero revelador. No tenia pasta para cepillarse a dos adolescentes en celo.

- Sí, me tendré que ir- dijo sin más.

A partir de ahí, si se largaba y Ambroos se iba con Jürguen era decisión suya. Podía hablar con él sobre los Anarquistas, interrogarle sobre Jürguen, proponerle algo o pegarle una patada en el trasero y sacarle de allí. Parecía un hombre válido, desde luego. Pero por otro lado el Calvinista esperaba encerrado con Irina escaleras arriba. Y las Suxx no tardarían en liársela. Literalmente hablando, valga la expresión.

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07/07/2013, 23:51
Alan Smith

Unos pasos comenzaron a sonar a espaldas de Novák. Golpeaban rítmicamente la rejilla de metal que formaba el suelo del segundo piso. Era desquician, repetitivo y monótono, aunque poco a poco el sonido se iba desplazando hacia la izquierda conforme el causante se movía. Durante ese periodo de tiempo nadie dijo nada, ni siquiera Rembrandt, que aún no había tenido a bien de forma acertada revelar su verdadero nombre. Por no decir no había dicho ninguno.

- Lamento que las comodidades no sean de hotel- dijo una voz de timbre grave a espaldas del científico. Era refinada, soberbia y educada, pero megalómana y confiada-, aunque me sorprende que usted diga que no puede pensar. Creo que esa frase es digna de ser grabada- el hombre soltó una risa baja y amarga, de villano clasista y adinerado. Aunque una némesis rica no tendría a esos patanes como soldados-. Temo que yo soy el retrasado mental del que habla, y que soy bastante real. Totalmente me aventuraría a decir.

El hombre bajó lentamente las escaleras y apareció en el espectro visual de Novák. Al principio fugaz por el balanceo del hombre boca abajo, pero luego era una constante. No podía ser mucho más guapo que Novák, y desde luego no era más guapo. Más grueso, sí, aunque no un hombre con barriga cervecera o caderas o muslos anchos. Parecía más corpulento que otra, con un cabello graso y castaño, venido a rubio y lacio. Unos ojos pequeños y una frente despejada. Notorias arrugas de expresión en el rostro y manos de albañil. Su porte era, contra su físico, de hombre soberbio y mafioso.

- Como Hitler, pero siguiendo una ideología totalmente opuesta, soy un orador- se explicó por el camino sin dignarse a mirar al científico, pero sí para compararse con el Gran Dictador-. No hago trucos de salón- aseguró con veneno destilado en la garganta, molesto por aquel comentario-. Lamento decirle, Novák, que soy El Mesías. Mi cometido es, precisamente, devolver el mundo a las manos que pertenece. Gaïa.

Un Ecoterrorista. Un Ecoterrirsta extremista y tarado que se creía el salvador. Un naturista que había trabajado toda su vida y que ahora, en plena guerra mundial, se ha hecho un sitio ante quince matados sin cerebro. Les había lavado el cerebro y había hecho sus propios planes de visionario. Devolver el mundo a la naturaleza. Un apocalipsis natural.

- Esta gente confía ciegamente en mí, y su hermana es el seguro de que nos dirá todo lo que sabe- continuó con toda naturalidad mientras se sentaba en una silla, ante Novák, que Rembrandt le traía.

Seguía bastante bajo en altura, y tenía que alzar la cabeza para ver al científico. Este le veía boca abajo sólo con dejar colgar la cabeza.

- Después, con usted muerto y diluido en ácido, cuando ya no sea una amenaza potencial- no parecía contemplar la muerte de Novák como algo malo, ni siquiera para él mismo. Por otro lado, desde luego, no es el científico fuese a aceptar ese destino sin más, ya estaba acumulando sus fuerzas divinas contra ello-, soltaremos a su hermana.

Decirlo era fácil. Que luego fuese a hacerlo de verdad era algo muy distinto. Sin embargo, aquello seguía los deseos que Novák había dictado a Rembrandt y aquel singular grupo de soldados patosos.

- Pero explíqueme- pidió en tono solícito pero sin concesiones, poniéndose una mano al lado de la cabeza como si aquello fuese a ser largo y aburrido-, cómo se supone que va a matarnos. Tengo mucho tiempo, así que no tenga prisa. Cuanto más se pierda en detalles más tardará en morir- se encogió de hombros y sonrió con ironía-. Realmente no tengo ninguna pregunta que hacerle. Sólo quería estar presente cuando muriese, y yo no iba a mancharme las manos.

Una forma elegante de decir que, si Novák tardaba y le contaba todo, llegarían El Gran Orador y El Gran Asesino a sembrar allí la de Dios es Nazi. Por otro lado, si salía de allí por su propio pie vivo y coleando podría restregarles el meritorio acto a los nacionalsocialistas por la cara en un futuro cercano, en un campo de golf.

- Usted podrá decir que es un santo si quiere- sentenció por cierre de su intervención-, pero esta es mi ciudad- muy discutible cuanto menos, y bastante ridículo-, y no tolero que un científico nuclear la pise y se relacione con los nazis. Llámelo exterminio preventivo. No es nada que no haga cualquier sistema de gobierno, incluso Gaïa. Como líder de Amanecer Muerte no puedo permitirme más obstáculos potenciales.

Lo dicho, un tarado integral.

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07/07/2013, 23:54
Natasha

Irina paso con Jürguen al despacho de Ambroos. Agradeció con un cabeceo su deferencia al dejarla pasar primero y cerrar la puerta con cierta gracia y educación. Un gato saltó de un armario a la mesa principal. Un gato persa, de raza, bastante bien alimentado y con más pelo que un armadillo. Tenía pintas y aires de estar mal acostumbrado. Tampoco es que fuese el primer gato que Jürguen veía, todo fuese dicho, paseándose por el local como si fuese suyo.

Durante los segundos que Jürguen permaneció sumido en sus pensamientos, Irina cerró la ventana que daba a la calle, silenciando el escaso tráfico y el ruidoso y molesto murmullo alemán ebrio que provenía del asfalto. Pura toxicidad para los oídos, incluso para los de Jürguen. Y teniendo en cuenta que a Irina la habían violado los alemanes, pues más.

Su cara fue ceñuda, interrogante y dubitativa, mirando al cristal mientras el hombre reflexionaba inicialmente. No sabía muy bien cómo responderle, y al parecer estaba iniciando algún tipo de cábala mental con respecto al sacerdote. Probablemente le estaba juzgando, mirándole el reflejo en el cristal y analizándole como todo hijo de vecino hace con un recién llegado cuando se cuela en su casa y le ofrece pasteles de bienvenida. Siendo alemán, iba a andarse con bastante ojo. Una puta era una puta, e Irina no era una persona precisamente estúpida por mucho que su vida así lo indicase o hiciese ver. Apariencias.

Se sentó, eso sí, cuando Jürguen se lo pidió. Sin ningún tipo de reparo ni problema, además. Le daba igual estar de pie o sentada, pues no quería tener al niño, tomando como que llevaba dentro a un pequeño Satanás en potencia, pero desde luego, si se la ofrecía, no iba renunciar a según qué comodidad. Una vez más, no era estúpida precisamente.

- Estoy bien- aseguró de forma parca con voz humilde, tímida y remilgada-. La medicación mantiene la enfermedad en fase latente- se explicó refiriéndose al tratamiento para frenar el avance de la patología terminal por necesidad-, pero es contagiosa de igual modo- añadió en referencia al bebé que cargaba en las entrañas-. Desayuno en la cama cinco minutos antes de levantarme. Eso ayuda a no ir al baño todo el día como si mi vida fuese un Vomitorium romano.

No, definitivamente no era estúpida. Un consejo sencillo y de cultura popular sobre aliviar las nauseas matutinas lo podía saber cualquiera. Pero no todos hubiesen hecho tal comparación histórica con respecto a ir al servicio. Por otro lado, Jurgüen bien sabía que si bien el VIH/SIDA avanzaba siempre y no se curaba nunca, la medicación ayudaba a convertir su avance de correcaminos en caracol. El problema de transmisión de la patología residía principalmente en el parto, cuando sangre materna y fetal se juntaban.

Respondió Irina a las preguntas de chequeo del medico, y, efectivamente, parecía estar perfectamente. Embarazada, sí, pero bien. Era una buena noticia dentro de todo lo buena que puede ser su pésima situación. Agradeció que Jürguen no la examinase, pero acepto que la tocase si sólo era para tomarle la temperatura. Estaba ligeramente fría, siempre dentro de una temperatura basal normal para un ser humano. Teniendo en cuenta que era Rusa se hacía más normal si cabe. Su pulso era normal, ligeramente acelerado por el embarazo. Todo correcto.

Cuando el sacerdote comenzó a revolver los cajones la mujer simplemente suspiró y se apresuró a decir con una voz bastante cansada, como si fuese algún tipo de pesar el siquiera tener que decirlo. Por otro lado, el gato de presa de Ambroos se lanzó sobre el cajón y se quedó en el mismo, abierto, como un Cervero de tres cabezas protegiendo sus puertas al infierno. Pegó un arañazo a la mano de Jürguen que hizo al hombre apartar instintivamente la mano. Fue una herida superficial, pero si no llega a apartarla ese bicho, que acababa de bufar en defensa propia, le hubiera hecho sangrar. Pese a todo, paradójicamente, el aspecto del animal era bastante inocente e inofensivo.

Jürguen, durante los segundos que pudo, buscó bien, pero no encontró nada extraño por desgracia. Ambroos tenía secretos, por supuesto, pero no estaban en los cajones de su despacho. Debiera haberlos escondido un tanto mejor. Si es que había prueba de ellos por algún lado, claro. Aunque bueno, Irina allí presente era un secreto en si mismo.

- Yo no buscaría- se limitó a decir, pedagógica, la prostituta-. Si Ambroos entra por la puerta y te ve mirando en sus cajones, aunque sea para buscar pastillas, te tira por la ventana al canal para ver si sabes nadar- un amago de sonrisa amaneció en sus labios, como si ese rasgo de personalidad le gustase en el proxeneta. Un tío duro-. Luego le pediré algo a mis compañeras, que tienen una farmacia.

Era una exageración, claro, pero entre pastillas anticonceptivas, píldoras del día después, fármacos para la garganta, para la tos, para dormir, para no dormir, para relajarse, y quizás incluso drogas, desde luego sí tenían una farmacia entre todas.

Ambroos subiría pronto, quizás. O no. las Suxx más de lo mismo. Cómo lidiaba hasta entonces Jürguen con su presencia en el despacho era cosa suya. Pero estaba a solas con Irina, lo cual ya era una situación inusual, y, quizás, irrepetible. Sobretodo en aquella sala.

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08/07/2013, 03:04
Administrador

Las calles se antojaban desiertas a esas horas de la noche. Sólo el sonido de algún carruaje o maquinaria de guerra rompía el silencio, aunque siendo fieles a la práctica, de vez en cuando la culpa era de pisadas militares o de algún vecino. Muy de vez en cuando era un grito, generalmente femenino y no precisamente ahogado ni placentero.

Sawako escapó por una boca de alcantarilla y salió a la noche no sabía cuántas manzanas más al lado. Hacía frío y la sensación de soledad era cuanto menos devastadora. No había un alma en la calle, salvo la de los muertos. La parte mala era que tarde o temprano todas las calles eran patrulladas. La buena que con suerte podía esconderse detrás de un coche y encogerse como Alicia. Eat me, Drink me.

La pierna sangraba, o no, era difícil saberlo. Pero efectivamente el camino probable era a casa. O a lo que fuese que Sawako llamaba casa en lugar de residencia Okupa temporal. Dentor de lo que cabe, siendo cínicos, había tenido suerte. Una bala en una pierna seguía siendo mejor que tantas otras cosas que aguardaban en Ámsterdam por aquellos días. Si Sawako sólo supiese una décima parte se pegaría un tiro en la sien para que la bala saliese por el otro lado.

Había salido a la calle, eso era un paso. Al menos en la calle no había ratas. Literal y metafóricamente, ya que sólo los vagabundos listos conseguían sobrevivir. Los estúpidos se convertían en sacos de boxeo fungibles durante una noche. A la mañana siguiente, casualmente, unos vándalos habían pegado una paliza de muerte a un Pennbruder.

Ahora sólo quedaba ver lo siguiente. Ir a casa reportaba, a la larga, más seguridad que no hacerlo. A corto plazo, sin embargo, era considerablemente más peligroso. Y la culpa de todo, como no podía ser de otro modo, eran las patrullas. No les hacía falta ni Capataz o algún otro derivado de soldado pesado para ser mortífera. Y porque la verdadera maquinaria de guerra estaba escondida en los museos convertidos en almacenes o en primera línea de fuego. Sino la ciudad estaría bastante más jodida. Hasta el punto de que la población viva sería bastante más escasa a la actual.

Trevor y Anki, la pareja distópica y dicotómica salida de una película de serie B, estarían en ni se sabe. Vivos, muertos, o lo que fuese. Pero estaban en algún lado, eso seguro. Como Sawako. En algún lado también estaba la salida de la ciudad, pero como todo en esta vida, no venía en bandeja de plata ni regalado. Siempre había un camino de diamantes de sangre hasta el premio de oro, sin importar país ni producto a adquirir. Díselo a Linker.

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08/07/2013, 11:01
Eugenius Novák

Novák escuchó en silencio toda la diatriba del supuesto Mesías. Menudo imbécil integral. Cuando el hombre finalizó Eugenius sólo pudo contenerse un par de segundos. Después, sus carcajadas resonaron por todo el complejo. No podía evitarlo, tal desfachatez, tanto ridículo… y aquel hombrecillo jugando a ser Dios, que se creía el salvador de la humanidad cuando lo único que hacía queriendo matar a Eugenius era condenarse a sí mismo. Era un necio, un ciego… y no hay más ciego que el que no quiere ver.

Cuando logró controlarse Eugenius sonrió. Desde su incómoda posición miró desafiante al Mesías ignorando a los ceporros que le habían secuestrado.

- Me alegro de que sea real… - comenzó. – Al menos ya tengo un rostro que poner al descerebrado que ha orquestado toda esta pantomima.

Eugenius había escuchado las palabras de aquél hombre. Todo pintaba a que si le entretenía el tiempo suficiente los alemanes llegarían ahí y acabarían con todos. Esa era una muy buena primera opción… seguramente la más segura para Liselote, y a Eugenius no le importaba tanto restregar a los alemanes su mérito al escapar por sus propios medios del tarado Mesías, como la seguridad de su hermana; así que Eugenius se decantó por lo primero. Intentaría por todos los medios entretener a aquél payaso. Y si la cosa pintaba mal haría uso de su poder para intentar escapar, y sobre todo para liberar a Liselote.

- ¿De verdad se está comparando con Hitler? – preguntó incrédulo. – Al menos el dictador tenía algo de cerebro y se rodeaba de un ejército competente… ¿En tan poca estima tiene a mi inteligencia que ha tenido que insultarme enviando a esos zopencos a por mí? – preguntó señalando con la cabeza a los tres inútiles que le habían secuestrado. – Tuvieron algo de suerte y yo estaba dormido… un par de minutos más y ahora mismo estarían los tres camino de algún lugar paradisíaco con un montón de ceros más en su cuenta… pero lamentablemente no pudo ser y ahora tendré que matarles junto a usted. Debieron aceptar mi oferta cuando estaba de buen humor. – dijo refiriéndose a Rembrandt y los otros dos hombres. – Ahora ya es tarde.

A pesar de seguir hablando la prodigiosa mente de Eugenius se había dividido y ahora estaba concentrándose en acumular cuanta más energía mejor… quería disponer de todas sus fuerzas para cuando llegara el momento… si es que llegaba. Y con esos estúpidos enfrente seguramente llegaría antes de que Eichmann hiciera acto de presencia.

Eugenius se dirigió de nuevo al Mesías - Cuénteme… ¿Cómo pretende devolver el mundo a Gaia? – preguntó fingiendo estar interesado. - ¿Acaso cree comprender lo más mínimo acerca de nuestro mundo? ¿Cree que dispone del suficiente cerebro y conocimientos como para intentar esquematizar o entender tan sólo una millonésima parte de cómo funciona nuestro mundo? Usted no tiene ni idea. Sé yo más de Gaia que todos ustedes juntos, y aun así pretende eliminarme.

Eugenius chistó con la lengua de forma negativa, y negó con la cabeza… - Tsk tsk tsk… No tiene ni idea. No comprende ni tan siquiera los principios básicos… -

- Como comprenderá no voy a fiarme de que suelten a mi hermana una vez todo esto acabe… no insulten a mi inteligencia. Usted dice que es un seguro y yo le digo que era algo innecesario… han cometido un grave error al traerla también aquí. Me han amenazado, a mí y a mis seres queridos… y como le dije lo pagarán. Cuando se canse de hablar conmigo… cuando todo esto acabe… voy a liberarme y voy a matarles a todos. -

Eugenius sonrió confiado. Estaba muy por encima de aquellos paletos… aquél que se autodenominaba Mesías no tenía ni idea de con quién estaba jugando.

- Veamos… ¿por qué se autodenomina Mesías? ¿Acaso Gaia le ha dicho a usted directamente que le ha escogido para que le ayude a devolverle el control del mundo? – preguntó, si el tipo confirmaba que sí, es que estaba más tarado de lo que parecía. Además, cuanto más hiciera hablar a aquél hombre más tiempo ganaría.

Miró a Rembrandt por un instante. – Y tú… ¿tan ciegamente crees en este Mesías que estarías dispuesto a dar tu vida? ¿Y la de tu familia y seres queridos? ¿Y la de tus amigos? ¿Estarías dispuesto a dejar morir a todas las personas que te importan sólo por obedecer a este hombre? Porque eso es lo que pasará si me matáis. Soy el único que puede evitar la muerte segura de todos nosotros… - Eugenius lo dejó caer incluyéndose en el grupo. Al menos quería sembrar la duda en aquellos hombres. Sabía que eran unos fanáticos, pero todo fanático al menos se plantea de verdad sus creencias si en ello le va la vida… y si se juega algo más que su vida, siempre, siempre, siempre, se tienen algunas dudas. Eugenius podría jugar con ello.

Los ojos de Eugenius volvieron a apuntar al Mesías. – ¿Ésta es su ciudad? Si le importa en algo su ciudad dejará de actuar negligentemente, me bajará de aquí y escuchará atentamente lo que tengo que decirle… sino tanto usted como su ciudad serán borradas literalmente de la faz de Gaia… ¿Cómo lo ve? Usted no tolera que yo me relacione con los nazis… yo no tolero que un estúpido me hable soberbiamente sin tener ni idea de lo que está hablando. No soy ningún santo, y conste que me estoy rebajando a hablar con usted única y exclusivamente porque tienen a mi hermana. – Eugenius no amenazaba…o sí, pero nunca en balde.

- Si se porta bien le explicaré la situación, podrá comprobar si lo que digo es cierto o no, y actuar en consecuencia. Pero en cualquier caso, se porte bien o mal… de hoy no pasa sin que usted muera. Llámelo exterminio preventivo si quiere. – añadió con una sonrisa parafraseando a su verdugo - No puedo permitir que un descerebrado como usted tenga descendencia y rebaje el nivel intelectual de la humanidad… es lo que Darwin llamaría evolución. –

Novák cerró momentáneamente los ojos como si estuviera recordando – Ay… esterilizarlos a todos… - parecía perdido en sus memorias. – Cuánta razón tenía mi padre… habría que esterilizarlos a todos…


Eugenius Novák sigue acumulando energía.

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08/07/2013, 17:49
Padre Jürguen

- Ya... - Jurguen asintió con aceptación ante las palabras de Irina sobre las pastillas. Pero con claro gesto de disgusto por no haber encontrado nada, Jurguen cerró los cajones en los que rebuscaba y ordenó un poco los objetos sobre el escritorio, dejándo todo más o menos como estaba. Mientras lo hacía, no dejó de vigilar de reojo al persa, no fuera a intentar echarle el guante de nuevo..

Se rascó la cabeza, y alterando su gesto de disgusto por una amplia sonrisa, le respondió a Irina: - Mejor el canal que el duro suelo. ¿No cree? - Mostró un gesto afable. Jurguen sabía que la chica tenía buenas razones para desconfiar de los alemanes.

Ojalá confiara en él. Al menos lo suficiente como para no estar nerviosa el día de la intervención. Con eso le vastaba. Con eso y con tu supervivencia. No quiero perderte en la mesa, pequeña. Por favor, no me hagas eso.

Tras un suspiro, siguió hablando. Esta vez lo hizo tuteándola. Adrede, intentando ganarse su confianza.:

- No te preocupes por mí. Ni por Jannsen. Ni por nadie. Házte un favor, y preocúpate sólo por tí. Es lo más importante en este momento. - Se giró para mirar al gato, antes de añadir: - Y no me refiero sólo a que te cuides físicamente. - Tosió con el puño sobre la boca, antes de añadir, recitando: - “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” -

- Sé que te resultará difícil, pero tienes que hacer algo para evadirte. Pasa un buen rato. - Se giró de nuevo para mirarla a ella de nuevo. - ¿Me entiendes? -

Tampoco quería decirla que había posibilidades de que le pasara algo en la mesa de operaciones. Eso la habría asustado. Pero puede que aquellos fueran los últimos dias de la chica, y Jurguen se entristecía pensando en que ella pasara los últimos momentos de su vida amargándose, pensando en todo lo malo que le había pasado: Las violaciones, los nazis, el niño...

- De todos modos, a veces soltar las cosas también ayuda. Todos tenemos nuestros secretos. Cosas que preferimos guardar para nosotros solos. Pero si algún día quieres contarme algo... -

- ... bueno, digamos se me da bien escuchar. Y mantener la boca cerrada. - Sacó su pluma y su libreta. Odiaba lo digital. Creyó recordar que le había dado a la chica su teléfono, pero aun así anotó en una hoja de la misma su actual dirección, su teléfono, y la iglesia. Arrancó la hoja, avanzó unos pasos,  y se la dió a la chica: - Pásate cuando quieras a verme... Para hablar, o si tienes cualquier problema, sea médico o personal. Puede que en algún momento me mude precipitadamente. Pero si fuera así, enfrente de la dirección que te he dado vive una mujer que sabrá a donde me he mudado. -

La sostuvo la mirada un segundo. - Si se diese el caso, prefiero que no compartas esa información con nadie más. -

Tras decirle esto, se dió la vuelta y avanzó tras el escritorio. Con un gesto impropio de él, se sentó en el asiento de Ambroos, tras el escritorio. Se recostó contra el respaldo, y estiró las piernas rectas en tijera, con los tacones contra el suelo, y las puntas hacia el techo. Y se mantuvo a la espera.

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10/07/2013, 16:13
Ruth Karsten

Ruth estrechó la mano de su anfitrión sin demasiada fuerza, pero con firmeza, mientras sus ojos verdes se clavaban en los de Arjen. Por fin, Ruth comenzaba a ver un haz de luz entre tantísima oscuridad; sabía que no debía confiar aún en ese hombre, ya que más de una vez le habían demostrado lo poco que se puede confiar en una persona, por mucha ayuda que esté dispuesto a prestarte. La pelirrosa tenía claro que eso se trataba de un acuerdo, no de amistad, por lo que no confiaba en Arjen lo suficiente como para contarle qué hizo para que quisiera borrar esa cinta. 

Se encogió de hombros cuando el caza-nazis desechó la pregunta que había formulado.

-Está bien.-le contestó simplemente, soltando su mano. 

Mientras Arjen hablaba y aclaraba los vasos que acababan de usar, Ruth le escuchó con atención y el gesto de dolor que atravesó la cara de su anfitrión al pronunciar el nombre de su joven hijo no le pasó desapercibido. Quizá sí que hubiesen padres que quisieran a sus hijos después de todo. 

Al pasar por el salón, Ruth comenzó a caminar alrededor de la estancia y se dedicó a contemplar la imagen del chico al que quería rescatar, intentando quedarse con el mayor número de detalles grabados en sus pupilas. Finalmente, dirigió sus iris esmeralda hacia Arjen de nuevo.

-De acuerdo.-dice ella, aceptando que haya más gente implicada.-¿Tenéis algún plan ya? A mí lo de la Torre me urge bastante, la verdad...-murmura en voz alta, más para ella que para Arjen, como si estuviera pensando en voz alta. 

La muchacha asiente ante la propuesta de ir a dormir, pero esperó pacientemente la respuesta de Arjen. Mientras, sacó el pequeño, desgastado y afilado lápiz que siempre lleva detrás de la oreja, comienza a juguetear con éste entre sus dedos de la mano derecha, la que está manchada con carboncillo. 

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12/07/2013, 10:34
Arjen Wolfzahn

Un principio es un principio, eso estaba más que claro para Arjen. Le picaba la curiosidad, pero había aprendido que la mejor manera de que alguien te contara un secreto -aparte de molerle a palos-, era esperar a que simplemente quisiera contártelo. Un predador tiene la paciencia embebida en sus genes.

-Hay un Plan -contestó. Se oyó la mayúscula-. Todavía no están encajadas todas sus piezas... pero no falta mucho para que lo esté. A mi urge tanto como a ti todo este asunto, Ruth -añadió, serio, mirándola fijamente a los ojos-. No me juego mi cuello, me juego el de mis... el de mi hijo.

La corrección fue rápida, pero ahí quedó, clara y diáfana para aquél que supiera ver, interpretar y deducir el comportamiento humano. Sonrió casi con paternalismo.

-Ahora a dormir, chica -ordenó-. Te levantaré a la hora de comer. Descansa.

Eso fue todo. Al menos, por aquel momento.

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12/07/2013, 13:25
Sawako Yamagawa
Sólo para el director

Una ruta segura para volver a casa, eso es lo que necesita, y luego ya se verá. Quizá mate a Linker por haberla hecho salir de casa o quizá por haberle propuesto es trato que le ha obligado a quedarse más de la cuenta en aquella fiesta. Sí, le matará lenta y dolorosamente cuando le vea... si es que la pérdida de sangre, una infección o las dos cosas juntas no la mata antes a ella.

Se oculta en un callejón y trata de discernir que ruta será las mas adecuada. Una ruta larga con lugares para esconderse en caso de patrulla sería lo mejor, pero también sería más peligroso en caso de ser vista... en esa ciudad no tienes amigos ni aliados, estás solo ante el peligro y todos pueden venderte para salvar su propio culo.

Se decide por la larga ya que la corta supone pasar por la calle y sin muchas salidas para ocultarse, así que comienza a caminar por los rincones oscuros para iniciar el camino de regreso a casa. ¿Quién le habrá mandado meterse en esos fregados? Habría sido más seguro liarse a un nazi joven que tratar de hacerle un favor a Linker.

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12/07/2013, 15:35
Niki Neill

Me resultó difícil mantener la concentración estando con un pie en la realidad y otro en la mente de un tipo que parecía que era todo lo contrario de lo que yo esperaba. Me costó asimilar la información mientras hacía tantas cosas al mismo tiempo, así que tomé nota para trazar planes después... y decidir cómo podría usar esa información más adelante.

Respiré hondo. Los comentarios machistas parecían flotar en el aire... Estaba claro que iba a ser difícil hacerme valer. Pensé que debía tratar de hacer migas con esa tal Leila, su amistad seguramente me serviría de apoyo... Ambas debíamos demostrar que ser mujer no era una desventaja.

Lo peor de todo es que en realidad, aunque intuía que sería buena disparando... no tenía ni puta idea... Era capaz de saber buena parte de la vida personal de Jaivs, o de cualquiera... pero... ¿De mí? No... de mí no sabía lo más mínimo...

Traté de concentrarme solo en la pistola. Era el momento de concentrarse al 100%, no sabía si verdaderamente lo haría mejor que un niño... Pero había creado expectativas y ahora tocaba cumplir... Aguardé un segundo. Sonreí a la chica y a Drike, que de algún modo parecían de mi lado, y me dispuse a disparar. Parte de mi futuro en esta banda dependería de ese instante. Este momento quedaría grabado en mi mente durante mucho tiempo.

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14/07/2013, 05:33
Alan Smith

El interlocutor de Novák no parecía sentirse verdaderamente insultado ni aludido por las palabras de Novák. Parecía una mezcla entre aburrido y divertido, como un gato jugando con un ratón sin saber que un perro le estaba olfateando poco a poco. Con una mano en el rostro y semblante de escéptico incrédulo, el hombre suspiró y parpadeó con parsimonia.

- Creo que sobreestima sus capacidades e infravalora las de los demás- se limitó a decir en un comienzo en tono pedagógico y condescendiente-. Ya le he dicho que mis hombres me son leales hasta las últimas consecuencias, no importa qué les ofrezca- aseguró en referencia al dinero una vez más, totalmente convencido de que estaba en lo cierto, y así era respecto a Rembrandt, al menos, que orquestaba a los demás-. Entiendo que pueda usted considerar mis métodos como extremos y poco ortodoxos- aunque no los conocía realmente, sólo su proceder sociópata y psicótico-, pero sólo hago lo que es mejor para Gaïa. Si no coincide conmigo en que los nazis son mayor amenaza para el mundo que una central nuclear...

Hizo una señal con el dedo a una de las cabinas. Un pulso de energía sacudió el brazo metálico e hizo descender unos centímetros a Novák, que vio como este frenaba antes de desatar su poder. Una advertencia y un ejemplo de lo que Alan creía que iba a pasarle a efecto inmediato si no estaba de acuerdo con él en eso.

- Por otro lado, puedo asegurarle que usted ignora muchas cosas. La primera- alzó un dedo de la mano libre, como si Novák necesitase contar con los dedos-, que usted no va a salir de aquí vivo y no sería capaz de matar a una mosca. La segunda, que si esta gente me llama Mesías y no Alan Smith- ahí su nombre publicado, revelado para siempre si era el real- es porque Gaïa, efectivamente, me ha escogido para devolverle las riendas del mundo. Hay cosas que no sabe sobre mí, Novák.

Sonrió ampliamente. Un tornado megalomaníaco y omnipotente manó alrededor del hombre. Era sólo una sensación de esplendor y poder, como las sombras rojas al fondo de un armario a ojos de un niño. Aquel hombre se creía y se sabía con cierto control sobre algo, y Novák casi podía aspirar esa emoción vaporosa de dominación que rodeaba al viejo. Para ser un camionero, ciertamente era demasiado confiado, confabulador, autócrata y arquitecto. Sus manos rudas y su espalda anchas eran dispares con su cara de rey aburrido y su voz de líder perezoso.

- No tengo familia- dijo el hombre sin pesar ni remordimiento, ni emoción-, y sí, no le quepa duda que no hay nada que no sacrificaría por mi causa. Incluida mi vida y la de cualquier otro- una media sonrisa asomó en su rostro mientras pasaba a mirar a Novák con un brillo en el ojo-. Y eso le incluye a usted en un futuro muy cercano, aunque si le sirve de consuelo, tarde o temprano le haré compañía en el más allá. Mi último acto quizás sea volar la central nuclear desde dentro, y usted es un obstáculo para ello.

Quizás si estaba tan loco como para eso. Si estaba dispuesto a asolar Europa con él y todo su país dentro era porque estaba insanamente convencido de su empresa. Cómo eso iba a ayudar a Gaïa sólo lo sabía él, aunque quizás se debía a una teoría de fénix o resurrección por el paso de los años. No, no tenía lógica, pero para él, sí, y convencerle sería inútil. Era un psicótico adoctrinado.

Rembrandt, por su parte, se limitó a asentir cuando Novák se dirigió a él. En presencia de Alan Smith era un títere y un perro sumiso. Su cerebro estaba totalmente lavado y enjabonado por la voz de aquel sireno. Su obediencia y apego parecía ser total, sin cortapisas ni limitaciones. Sí, estaba dispuesto a todo por seguir el plan que Alan Smith había trazado. Y lo peor era que sabía cuál era el plan, y que no parecía un hombre loco. Simplemente había sido persuadido y había racionalizado las órdenes, tomándolas como algo normal y totalmente comprensible, pese a que claramente no lo eran.

Estaba claro que apelar a su ciudad no iba a ayudar a bajarle de ahí. Tras oír su último intento de negociación, Alan pareció pensárselo realmente. Sopesó y, tras darse unos golpecitos en la barbilla, habló en tono revelador y resolutivo, como si aquella fuese su última y única oferta.

- Encended el brazo de la hermana- dijo al aire.

Automáticamente, las luces del brazo neumático que sostenían a Liselote fueron encendiéndose lentamente como una espiral. La mujer parecía seguir dormida, quizás drogada para que no interfiriese con nada de aquello al ser sólo una rehén y una moneda de cambio para aquellos dementes.

- Bien- dijo antes de que Novák le interrumpiese-. Usted me explica la situación, Novák, y sólo la situación. No me interesa ni quiero que vuelva a replicarme con alguna vana y estúpida amenaza. O sino...

Chasqueó un dedo. Liselote, aún dormida, sufrió los efectos de Novák minutos antes. Su cuerpo se tambaleó en el aire mientras el brazo neumático pegaba una pequeña sacudida hacia el tanque de ácido, bajando solo un poco. Ciertamente, Novák ya no podía jugársela a hablar. Si lo hacía, lanzarían a su hermana al líquido verde y él tendría que recurrir a su poder. Quizás tuviese que hacerlo de todos modos.

- Dejaremos a Darwin a un lado ahora, por el bien de su hermana. ¿Le parece?- preguntó retóricamente con una sonrisa sarcástica pero neutra y fría, casi inhumana. Ese hombre era un sociópata. No parecía tener verdaderas emociones como la ira, el miedo o la empatía-. Díganos lo que sabe sobre El Gobernador, Avalon y los übercapullos y, después de que usted muera, le damos nuestra palabra de que Liselote despertará viva, sana y salva en su cama mañana.

Así que, básicamente, Novák había llegado al final de aquel pequeño secuestro. Eso era todo. Unas últimas palabras y sería el momento de elegir entre la vida y la muerte.


Si Novák dice o hace algo inapropiado, activarán los brazos mecánicos para matar al científico y a su hermana. Si no lo hace, cuando termine de hablar pasará lo mismo, pero sólo activarán el brazo de Novák. De uno u otro modo, puedes y debes recurrir a tus poderes sobrenaturales al final de tu próximo post con objetivo de dar un cierre a esta conversación. O puedes gastar 1 Punto de Redención para que sean los nazis quienes te salven sin descubrir ante Alan tus capacidades.

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14/07/2013, 06:44
Natasha

Natasha escuchó a Jürguen con expresión neutra pero comedida, quizás ligeramente agradecida e incluso humilde. Ciertamente el sacerdote estaba haciendo méritos para ganarse la confianza de la chica. Al menos en aquella intervención, claro. Había presionado las teclas correctas, aunque la posición de la chica en aquella casa de putas y con respecto a su jefe la impedían soltarse demasiado y, quizás, hablar con toda la franqueza que se debiera.

- Le agradezco el gesto, padre- dijo cogiendo el papel que le tenía con su teléfono para guardarlo en un bolsillo-. Lo tendré en cuenta.

Fue parca, pero tampoco podía decir demasiado más. No hubiese sido decoroso. No por alto, eso sí, el detalle de una mudanza en breve, ante lo cual alzó una ceja de forma suficiente. Natasha parecía bastante sagaz, pues mantenía a la defensiva y prudente incluso tras aquellas palabras. Estaba acostumbrada al dolor y a dudar de los alemanes, y parecía lo bastante perspicaz como para leer en Jürguen ciertos estigmas de su pasado. Casi podría decirse que olía que no había sido trigo limpio, y que seguía sin serlo pese a sus buenas intenciones. Si seguía viva en aquellos días era por algo.

Cuando Jürguen se sentó en el asiento de Ambroos, la mujer abrió los ojos como platos y le increpó con las manos. Claramente, al proxeneta no le haría demasiada gracia encontrarle a su enemigo acérrimo ahí sentado. Y hablando del rey de roma, comenzaron a escucharse un buen par de argumentos al otro lado de la puerta.

Presto, quizás para evitar acabar en en el canal de un guantazo mal calculado, se levantó del asiento antes de que Ambroos Janssen entrase en la estancia.