Partida Rol por web

Por primera vez el rostro de Mona se relaja mostrando algo parecido a la preocupación:

- ¿Si sigues con vida? ¿Escapar? Jack... ¿en qué estás metido? Nuestra situación siempre es límite... no hagas ninguna tontería. ¿Qué me estás pidiendo?

Ella sabe lo que Rids pide pero quiere escucharlo de sus labios. Un agente infiltrado siempre baila en el filo de la navaja y a veces las cosas se van de madre simplemente porque no se piensa con claridad. Por desgracia Rids sabe que esta vez la cosa va mal de verdad.

Quizá había dramatizado un poco. Pero no era para menos. Si a él le volaban la cabeza, realmente lo peor que pasaría sería que una montaña de papeles se acumularía sobre la mesa de Malone. Sería el último gran regalo que Jack le haría al FBI. Si no, si a Sarah le sucedía algo, Rids probablemente no respondería y si no salía con los pies por delante, tendría que enfrentarse a un juez por haber acabado irremediablemente con compañeros, objetivos, colaboradores y sospechosos... ¡Si le pasaba a Sarah una décima parte de lo que le sucedía a la chica del video se iba a cargar hasta el puto gato del líder de los Enterradores!

- En nada muy distinto a lo de siempre... - contestó - sólo que esta vez las órdenes no vienen de arriba. Esto es cosa mía. Tenía que vigilar al gran hombre... pero resulta que al capullo de él le ha dado por tocarle los huevos a esa banda de moteros. Esos "boy scouts" han estado jugando a cosas muy, muy pero que muy hijaputas con tu amigo Calls. Y si a uno de estos tres vértices de este triángulo de la escoria humana se le va la olla y hace una tontería, tendremos más sangre en las calles de la que podamos limpiar...

Hay algo más. Está Sarah. Rids sabe que no debe decírselo a Mona, o su pero problema será un zapato incrustado en su esfínter marcado de por vida por un calzado 38 (pese a tener un cuerpo de modelo, Kim es menuda... ¡Menuda es Kim!) Si Kimberly sabe leer la expresión de Rids sabrá que hay algo más. Algo que no le va a gustar... a ninguno, algo que va a ser el verdadero detonante de que Los Ángeles se convierta en un infierno la noche de mañana. La agente se ha despertado más veces de lo que a los dos les gustaría junto a Rids. Por supuesto que sabe leer cada arruga de su desencajado rostro.

El rostro de la mujer refleja la certeza de que sabe que hay algo más que Rids no está contando.

- Sangre y violencia. Como si esta ciudad no estuviera ya acostumbrada a esas cosas. He oído lo de los Enterradores, claro, todo el mundo lo ha escuchado. Toda la historia.

Los ojos de Kim se clavan en los de Rids.

- Tienen a la puta de su hija.- lanza las palabras de forma certera, como cuchillos, estudiando la reacción de Rids - ¿Y ahora me contarás que te has convertido en un boy scout suicida por una desconocida? ¿O me lo contarás todo?

Se recuesta hacia atrás sacando un cigarro de su bolsillo. Lo enciende lejos del alcance de Rids. El gesto es claro: se acaba de levantar una barrera entre ellos. Pero ¿es lo suficientemente sólida como para que abandone a su suerte al chico? Lo que diga ahora será el determinante del resto de la conversación... y quizás de su vida.

Rids encaja ese directo a la mandíbula con más bien poca elegancia, lo cual hace que tuerza el gesto. Le ha pillado. Normal. Han pasado mucha mierda juntos, en las calles, en tiroteos, bebiendo bourbon y entre las sábanas. 

- No es ninguna desconocida - Se cruza de brazos, con expresión totalmente derrotada. Saca uno de sus cigarros y se lo enciende - Esa muchacha era mi llave para llegar al gran jefe. 

Suspira y aspira el humo del tabaco tan fuerte que sus esponjosos pulmones se vuelven tan negros, espesos y calientes como el café que tiene delante. No sabe si debe atreverse a decir lo que tiene en mente.

- Ahora mismo esa muchacha puede estar siendo violada por veinte de esos animales mientras tú y yo fumamos y charlamos. En la academia te dicen que eso debería dar igual, años de servicio nos han hecho ver que en el fondo no solo da igual, si no que es bueno para la misión... son menos cabos sueltos. - sus manos tiemblan como las de un puto colegial - ... pero Sa... - no va a decir su nombre, no se lo va a poner tan fácil a Kim - ...esa muchacha no va a ser un cabo suelto en mi historial.

Entecierra los ojos preparándose para recibir el cristal del vaso rompiéndose en mil pedazos en su cara. Sólo Rids podía ser tan idiota. Confesarle sin agallas de decirlo abiertamente que ama a esa muchacha y que se va a jugar el culo y toda una operación encubierta por salvarla de las garras de unos hijos de puta que valen menos que la mierda que van dejando en las letrinas de Camp Pali. 

- Si no logro acabar con esa banda de psicópatas, al menos debo sacar de ahí a esa muchacha. Calls es tuyo de todas, todas... ya has hecho suficiente por mí aguantando esta mierda. Si me ayudas... el Gran jefe será tuyo. No puedo ofrecerte mi vida, ya que ahora vale bastante poco... pero si puedo darte a ti y a tu departamento la de ese cabrón.

- Pobrecito... me enterneces, de verdad.

Kim sigue apurando su cigarro con la mirada clavada en Jack, sin añadir nada. Pero cuando éste abre la boca para añadir algo la mano de ella se levanta:

- Calla gilipollas: no lo empeores. Quiero a Calls y quiero al Gran Jefe. Me importa una puta mierda donde hayas metido tu polla y, por supuesto, me importa mucho menos que en ese agujero se metan todas las pollas de los Ángeles, con o sin violencia. Te voy a ayudar porque tú vas a hacer que mi carrera sea fulgurante. Y como me jodas Ridds te meteré un tiro sin piedad, te mataré como el perro que eres. No somos amigos, ni ex-novios, ni mierdas parecidas. Estamos negociando un trato y esto es puramente profesional. Te ayudaré a escaparte con esa puta si logras rescatarla de sus malvados captores pero sólo si me aseguro que tú o ella me dais las pruebas suficientes como para joder hasta el fondo a su papaíto. Ese es el trato y no es negociable.

Rids sonríe. Siempre admiró la enérgica actitud de Kimberly. Si en su oficina todos tuviera la mitad de huevos que ella América no sería un paraíso para los criminales. Da una nueva calada y echa el humo hacia un lado.

- Si vas a pegarme un tiro, ponte a la cola, cielo... - no pensaba en el gran Jefe, ni en los enterradores, sino en sus compañeros, que si descubrían el pastel, serían los primeros en darle bien por el culo.

Sabe que le ayuda por interés, pero en el fondo Rids intuye que hay algo más. Kim es una reina de hielo, pero incluso debajo de toda esa dureza sabe que hay algo. Es su maldición. Ni contigo ni sin ti. Siempre ha sido así y siempre han estado así, peleándose como dos perros de presa porque no saben estar juntos ni saben estar separados. Pobrecillo de aquel que acabe en las garras de esta mujer. 

Sostiene su mirada y esboza media sonrisa. 

- Trato hecho, cariño. Sabía que podía contar contigo. - sabe que cada vez que la llama "cariño" la irrita hasta el límite de querer cruzarle la cara... lo cual no es una posibilidad excesivamente remota y más dadas las circunstancias.

Apura el café y de nuevo vuelve a mirarla. Es todo un ángel de la muerte, terrible, feroz... irresistible. Aún recuerda los momentos que pasaron, lo excitante que era trabajar con aquella fría y calculadora máquina de patear culos. 

- Ahora vámonos. Tendrás trabajo que hacer y yo tengo que encerrar al malo y salvar a la chica. 

Se levanta y la acompaña hasta la puerta, mientras el trasero de la agente atrae de forma magnética todas las miradas del local.

- Volveremos a vernos para tu desgracia - la mira a los ojos, con sinceridad y sabiendo que ella sabe leer lo mucho que en el fondo la aprecia - si consiguen matarme, no hace falta que les las gracias. - le guiña un ojo.

Lo único que recibe Rids por respuesta es otra gélida mirada de esas que no te matan sino que prefieren partirte las piernas y dejarte agonizante en un foso. Tiene su teléfono así que no hace falta decir más.

El hombre sale de la cafetería. Aunque no lo parezca ha dado un paso de gigante en su situación: Kim no lo dejará tirado, tendrá un plan de huida. Sólo espera poder darle lo que ha pedido a cambio. Un poco de suerte, sólo necesita un poco de suerte...

Un rato más tarde Rids apura hacia la puerta trasera de la fiesta vestido con su uniforme de camarero. Desde la distancia, mientras se aproxima por la acera comprobando que no se ha olvidado el pase, ve que Vincent y Sadzja están en la calle, precisamente en uno de los callejones laterales, observando el edificio como dos perros hambrientos. Rids tendrá que pasar a su lado para entrar pero ¿hablará con ellos o los ignorará por si alguien está mirando?

Rids intenta pasar tranquilamente junto a ellos sin dirigirles la palabra para no levantar sospechas. Sin embargo, una furtiva y fugaz mirada dirigida en el momento justo les hará pensar que tiene la situación controlada. Jack se dirige hacia el interior del local con la acreditación pertinente y listo para sacar algo de información extra. Cruza los dedos para que todo salga bien y a nadie le de por liar un tiroteo ahí dentro, aunque teniendo en cuenta lo bien que habían salido las cosas hasta ahora, lo más práctico hubiera sido que llevara un chaleco de kevlar bajo la camisa blanca de camarero.

Se vio reflejado en un cristal. ¡Qué pinta más horrible, joder! se dijo.

Pasa por el lado de Sadzja y Vincent. Estos le devuelven la mirada pero no le dicen nada. Esperan a la entrada del callejón mirando hacia uno de los enormes ventanales que permiten ver el interior de la fiesta. Rids no se detiene y cuando llega a la puerta trasera le muestra la acreditación al matón de turno, que asiente y le deja pasar.

Una vez dentro quizás se esperaba ver el ambiente oscuro de la sala de fiestas pero se encuentra con la luminosidad de la zona trasera a las cocinas. Aunque no hay ninguna cena propiamente dicha todo el mundo se afana en preparar canapés y bandejas con bebidas. Un hombre gordo se gira hacia Rids y le señala con el dedo:

- Joder tío, por fin te dignas a aparecer. Eres el nuevo ¿no? Vale... me importa una mierda tu recomendación: como la cagues te pego una paliza que te acuerdas. ¡Coge esa bandeja con el bourbon y sal a la pista para darle de beber a todos esos soplapollas! Si se te acaban las putas botellas, los vasos o el hielo vete a una de las barras o vuelve aquí, lo que te quede más cerca. Procura acercarte sin molestar ni interrumpir conversaciones y sobre todo que no te pille por banda el puto Ric Hills porque te quitará una de las botellas para beber a morro... puto maricón radiofónico.

El tipo señala una bandeja con dos botellas de bourbon del caro, hielo y media docena de vasos y a continuación un ascensor de servicio que hay junto a la mesa.

Simulando mayor estrés del que realmente tenía encima se pone al tajo con cierta destreza y simulando también cierta torpeza del que parece que es la primera vez que ejerce en el tema. Si hay algo que le jode más que los criminales y los psicópatas son esos encargados, esos jefecitos que por berrear cuatro putas voces se creen los amos del cotarro. ¿Cree que le impresiona? A lo mejor ponerle la Desert Eagle en la polla y jugar a la ruleta rusa con un cargador lleno de .50 sí le parece una auténtica fiesta. Premio seguro, siempre toca.

Asintiendo y diciendo "si, señor", resignado soporta la chapa y se pone al lío. Procura tener bien controladas las salidas y las entradas, nunca se sabe cuando Elvis tendrá que dejar el edificio. 

Agarra el bourbon, unos cuantos vasos bien cargados de pedruscos tan gordos como las pelotas de un yak y soporta la bandeja como puede para dirigirse a esa casa de fieras que es la sala principal de la fiesta Red Bull.

Sonríe a todo el mundo y se desliza bastante bien entre la gente para dejarlos a todos atendidos. Pronto se da cuenta de que el entrenamiento en academia no es nada comparado con dar de beber a toda una legión de viciosos californianos que se beberían el agua de los floreros, no sin antes esnifarse las flores mientras sostienen en cada mano un par de putas de las que aceptan tarjeta.

Nada más salir del ascensor de servicio Rids se encuentra con el verdadero follón. La colosal sala de fiestas de varias plantas está abarrotada de gente y un ejército de camareros, entre los que Rids no es más que un peón más, se afana por servir copas y canapés mientras los glamurosos VIPs se entretienen charlando bajo la atenta mirada de sus guardaespaldas. Probablemente aquí hay suficientes armas como para empezar una guerra civil.

La enorme pista de baile parece una pecera donde las sirenas acompañantes mueven sus caderas al son de la música electrónica pinchada por un un DJ de moda. Aquí está la creme de la creme. Y hay barra libre para todos...

Los ojos de Rids recorren la gente buscando referencias. Pronto localiza a Calls que se dirige hacia una zona de sofás acompañado de un tipo gordo desconocido. Junto a ellos van la putita de Harvey y otra chica-latex más, ambas calladas y con una sonrisa de esas que se incluyen en el maquillaje de 1000 euros la caja. Un poco por detrás está Silas en su pose de guardaespaldas, sin quitarle ojo a Calls. Hay que reconocer que hace bien su papel: se mantiene a una respetuosa distancia pero lo suficientemente cerca como para actuar si pasa algo. A un lado de Silas se encuentra Jak aunque por su forma de moverse está claro que intenta disimular que está hablando con el ex-marine. Rids se da cuenta pero es poco probable que nadie más se haya fijado en que esos dos se conocen.

Mientras sirve una copa a Jack Nicholson, quien charla aburrido con un tipo de gafotas y cara de guionista, Rids sigue atento a todo el local por si viera algo más que le llamase la atención.

Rids mantiene su fachada y sirve a unos y a otros. Rápidamente localiza a Calls, a Silas, a Jak y a todo el mundo que le interesa tener ubicado. Intenta quedarse con la cara del que acompaña al pornógrafo. Ciertamente esperaba que Calls tardara un poco más de la cuenta en liarla y estuvieran preparados. No le hacía gracia que hubiera tanto gorila y tanta seguridad privada en el garito. Una palabra más alta que otra, una chulería de más y allí iba a llover más plomo que en una puta trinchera.

Asiente con la mirada al pasar junto a Silas con la bandeja siriviendo a unos y a otros. Los chicos parecen serenos y más vale que se mantengan así. Por lo menos han entrado los dos que tienen la sangre más fría. La dura disciplina militar de Silas y la experiencia callejera de Jak por suerte nada tenían que ver con la chulería de Vincent  o la total falta de empatía del grandullón.

Cuando pasa junto a Jack Nicholson le sirve un vaso bien cargado, con tan sólo dos piedras y le comenta con mirada de complicidad: ¡Por los malditos Lakers, señor! 

Su objetivo, mantenerse cerca de Calls e intentar escuchar si comenta algo con el tipo gordo que le sigue.

Los otros dos se percatan de la presencia de Rids pero no hacen ningún gesto. Mientras tanto Harvey parece seguir a lo suyo hasta que...