Partida Rol por web

-¡Rayos y sapos! -Grito al ver el nuevo cadáver de los vecinos, esta vez sin querer imitar a los muñecos que se cuelgan en fechas señaladas.

-¡Por el fantasma del tío Viula y sus calzones bajados! -Replico al escuchar las palabras de los muertos a su alrededor, esto realmente se estaba poniendo raro, si no daban pronto con el demonio o le hacían caso todo el pueblo se convertirían en ululantes con sabanas.

-Oye china. -Como buen niño no recordaba nombres de adultos que no le interesaran. -Tu no hueles mal, pero yo creo que estas equivocada, aquí los que huelen mal son Vicenta Valbuena y Andres no se hablar. -Los señalo una vez mas, con sus pequeños dedos acusadores. -Si entre ellos hay un demonio, yo digo a la señora Vicenta, esa es a quien hay que votar, para no despertar como Paloma sabana blanca.

-Fantasmas, si pueden oírme y quieren vengarse, Vicenta huele mal y se comporta igual, a de ser votada. Olvidarse de Alma, ella es buena, eso creo, pero al menos no mata a la gente, de Vicenta no puedo decir lo mismo. Apoyen con su voto útil. -¿Podían votar no? Después de todo seguían siendo miembros activos del pequeño pueblo, muertos pero "activos".

Tiro del mantel a la china. -Oiga señora. Unamos votos contra Vicenta, esa es la mala de verdad, estoy así de seguro. -Levanto los brazos hasta casi donde pudo. -Así no saldrás tu que hueles a caramelos y si ella que huele ha azufre, palabra de niño molón. -Sonrió con falta de dientes.

-No intentes dividil los votos de Felnando Naval-lo, niño lepelente. -Le dijo a Roberto Alonso con cierto desdén- El plimel enemigo que tenemos que eliminal es Felnando Naval-lo, que pol mucho que acuses a Vicenta Valbuena, de esa ya nos encalgamos después de votal en contla del que yo he encontlado.

Emilio cogió su escoba fantasmal y se dispuso a barrer las hojas fantasmales del patio - Al final parece que me he quedado atrapado en este pueblo después de todo. - suspiró mientras se ajustaba el uniforme de mayordomo.

-¡Vale! Habéis oído? El sssuuuurroooo... entre las hoja. Yo sí. Era Emilio, disiendo que se ajustaba su traje de Mayordomo. ¡Un forastero! Luego Fernando NO lo es. No sé si el tipo es maalo, él dise que no. Pero entonses, ¿quién? 

Se rascó la cabeza, mirando al chiquillo, a Roberto.

-Tú, renacuajo liante, yo no huelo mal, po'que dije que era el Bibliotecario -Sacudió el libro que tenía en su mano- Y que uno de los dos, Emilio o Fernando, era el Mayordomo. Y es Emilio, o bueno, lo era.

Pa mí que el diablo está entre Fernando y Mariano. Quisá po desirlo me mate, que el diablo es lo que tiene. Pero yo me quitaría de ensima a uno de lo dó, y a ver qué pasa. Alma está muy convensía de que é Fernando. Le votaré, votemos todos. Y si no es él, y yo muero esta noche... Mañana id a por Mariano. ¡Id a por Mariano!

-No, si no eres tu, entonces la Vicenta. -Alzo el dedo muy digno él, como el profesor cuando se las daba de listo, al leer una hora antes el libro de texto.

El recuento de votos se hace lento, pasan las horas hasta que finalmente un tercer recuento confirma el resultado. Fernando Navarro ha sido quien más votos en contra ha obtenido, y con el mínimo necesario para que sea efectivo el linchamiento.

Esta noche podréis dormir tranquilos, o tal vez no, pensando que habéis escogido al demonio que vive entre vosotros. Mañana por la mañana ya veremos si sigue habiendo muertes...

Viendo que al fin le habían hecho caso a ello, Alma Yin se sintió ligeramente bondadosa, quizás por el hecho de haber logrado eliminar a alguien con demasiadas "Erres" en su nombre o por haber acabado con un gran estorbo para lograrle encasquetar ventas chorras al resto de la aldea.

-¡Enholabuena!. -Exclamó la mujer- ¡Este ploducto tenía un dos pol uno!. ¡El único dos pol uno que tiene toda tienda!. -Aquel mensaje parecía algo críptico, pero aún con todo, esta continuó explicando- Otlo que no es uno de los nuestlos es Mal-iano Mal-tinez. Pol si esta noche me quielen muelta... ahí tenéis el siguiente a linchal.

El alma atrapada de Fernando sólo podía reír ante la situación.

¡VAMOS! ¡HACEDLE CASO A ALMA! ¡Decía que yo era el demonio, pero mañana morirá alguien y acusará a otro! ¡Así hasta que sólo queden dos o tres! ¿Es que no os dais cuenta? Ella apunta, el resto mata, y así sus bolsillos se engrosan sin parar.

Negaba con la cabeza incrédulo.

Porque claro, todos los que la votan son malvados, ¡JAJAJA!

 - ¿¡PERO YO POR QUÉ!? - cada vez que Roberto hacia una acusación hacia ella, Vicenta comprendía cada vez más que no soportaba a los niños.

 Aquel día Vicenta estuvo particularmente callada, escuchando como las opiniones saltaban y le salpicaba de vez en cuando, pero al final todo acabó con Fernando siendo linchado, un resultado que si bien no le satisfacía tampoco parecía dolerle tanto como el dolieron las primeras muertes, tal vez porque ahora no fue cosa de un demonio sino decisión del propio pueblo.

 - Okey... Realmente estoy un poco perdida: había entendido que o era Fernando, o era Mariano... Supongo que nos sujetamos a la idea de que Fernando tal vez no sea el demonio y que lo sea Mariano, ¿no? - preguntaría a Yin, esperando que le pusiese al día con las conclusiones. -. En este punto eres nuestra mejor carta en todo esto... Acusar a uno, sino a dos personas es lo suficientemente arriesgado para creerte: si es falso, seguramente nos daremos cuenta, y si es verdad, seguramente el demonio no te dejará mucho tiempo viva... Mira que pasar de ser mal vista por todos a que varios confiemos en ti: Tiene sentido que se te de tan bien mover el dinero.

-Yo sabía con total segulidad de que Felnando Naval-lo no ela uno de nosotlos y si confilmo que no es un folastelo entonces es un enemigo. Y ahola que Mal-iano Mal-tinez ha hecho lo que hizo, puedo también confilmal que el tampoco es uno de nosotlos. -Comentó la mujer, explicándose a Vicenta Valbuena y al resto de presentes- Y si muelo, quielo que me canonicéis en el centlo del pueblo como la Vilgen Yin, o como sea que funcionan las Vilgenes en este país, que las sacais a paseal y les dais dinelo...

La mujer se acerca al cadáver de Fernando y luego contempla su alma atrapada en este pueblo.

—¡Fernando, si eras inocente y no un demonio o su aliado, dime cuál era tu función en este pueblo maldito! ¿Bibliotecario? ¿Criacuervos? ¿Virgen? —entorna los ojos valorando esa posibilidad sobre el chico—. ¿Cuál es? ¡Solo compartiendo la información lograremos acabar con los demonios y sus aliados! 

-Jesusiiiito, Alma, que doló de cabesa. Yo me voy a la cama, mañana será otro día, espero. 

No tener ni idea de si aquellos a los que estaban votando, y aún más grave, matando, eran buenos o malos le ponía frenético. Él sólo estaba seguro de sus libros y su oficio de Bibliotecario, y de que Emilio era forastero, el Mayordomo, eso era todo. Si Fernando era el demonio, ¿se habría acabado la pesadilla ahora que estaba muerto? No parecía ser así. Entonces, o había más demonios, o era tan inocente como él, y él había contribuido a su muerte. Si era así, nunca se lo perdonaría. 

Pero bueno, la noche empezaba. Y seguramente traería más disgustos...

Empezaba a caerme bien la oriental... no sus métodos, eso estaba claro, pero si el fondo de lo que decía. Al menos, decía.

Lo que no acabo de entender es... 

Tragué saliva, pues no alcanzaba a comprender en su totalidad las implicaciones de lo que iba a revelar.

... es como se ha movido mi voto de sitio. Es decir, yo voté por Mariano Martínez, no por Fernando. Aunque, he de reconocer que el resultado final ha sido bueno, sobre todo vista la pobre defensa de su persona que ha hecho el señor Navarro.

-Os equivocáis.... ¡Os equivocáis! -Pillo un berrinche al ver que ni siquiera los muertos, que no tenían nada que perder le hacían caso.

-Seguro que si tuviera tetas o barba me harían mas caso. -Se sorbió los mocos, pasar de la ira a la tristeza era fácil para Roberto. -Pues vale. Seguir así, condenando a inocentes y que se acabe la gente del pueblo. -Resignación, puede que no entendiera la palabra, pero si el sentimiento.

¡Ya lo dije Paloma! Sólo intenté ser discreto para no darle información a la asesina. Estuve un tiempo fuera estudiando, pero la verdad es que soy un recluso. He hecho muchas cosas malas, pero no he matado a nadie. Esa Yin... está matando a su antojo, de día y de noche.

No sé quién ha cambiado tu voto, pero está claro que me quiere muerto y que posiblemente sea uno de los que me ha votado.

He estado diciendo todo el rato lo que sé, quién soy, qué he hecho y los motivos por los que Alma está matando a su antojo ¡Hasta Roberto se ha dado cuenta de ello!

Belén miró al espíritu de Fernando Navarro con puro desdén.

—¿Vas a seguir diciendo sandeces o nos vas a explicar a qué te dedicabas? —preguntó con exagerado sarcasmo—. No, claro que no lo vas a hacer, porque eras un esbirro del demonio. Y, a juzgar por su comportamiento y a quién ha decidido votar, parece que Mariano Martínez también lo es. Roberto me parece bastante sospechoso también.

Pasó a mirar a Isabel Ruiz con ojos entornados.

—Se habrá traspapelado tu papeleta. No veo otra explicación. Nadie puede cambiar los votos de los demás.

-¡Mh! - Estaba camino a casa, tragando saliva por la reprimenda que le esperaba por parte de su madre, al llegar a esas horas y con asesinos por las calles, cuando escucho a Belen.
-Pos a ti te investigo esta noche y a ver que me dices. ¡Ale! -Le aviso, antes de salir corriendo.