Partida Rol por web

  Lo primero es un mapa donde os he puesto dos puntitos rojos, salís del que está más o menos en el centro del país y vais hasta la parte inferior izquierda. Para que os hagáis una idea de la distancia a recorrer.

Nos aguarda por delante un largo camino de cerca de doscientas millas; una distancia que, teniendo en cuenta que únicamente podemos movernos de noche, seguramente nos llevará nueve o diez días sin imprevistos. Adoptando formas animales tal vez podría recorrer ese espacio en la mitad de tiempo pero mucho me temo que mis compañeros de viaje no puedan seguirme el ritmo si lo hago. No sé por qué Morrigan quiere que vengan conmigo pero tampoco pretendo entenderlo y me limito a aceptar su voluntad, como he hecho siempre desde la noche en la que me convirtió en lo que soy.

Tampoco necesitamos grandes preparativos. El mundo entero es mi coto de caza y puedo descansar allí donde me descubra el amanecer. Únicamente debemos guardarnos de transitar caminos concurridos y de detenernos en lugares habitados.

Ninguno parecía querer hablar sobre la ruta a tomar, así que Clyde inició la conversación
-Lo más rápido sería ir por el agua. El Spey no está demasiado lejos, y podríamos bajar casi hasta el Rannoch. Allí o usamos el Orchy por el sur o nos desviamos al oeste para salir al mar en el Loch Linnhe. Si no es por ahí, el Loch Awe en el sur también nos valdría, sin embargo con el primero ya estaríamos en terreno abierto y bajaríamos hasta Kintyre sin problemas -al tiempo que hablaba, se agachó y buscó un lugar con arenisca. Comenzó a dibujar en el suelo las posibles rutas disponibles, y a señalarlas con el dedo al irlas mencionando. Su conocimiento de la tierra no era demasiado amplio, pero bastaba para hacerse una idea de dónde estaban y a dónde debían ir

-Los otros caminos nos harían atravesar montañas o bosques. Para mí o para Síth no son un problema, sin embargo podrían retrasarnos. Un barco es más rápido
Se puso en pie y se cruzó de brazos. No se decantaba por ninguna de las dos rutas posibles, a través del mar o de la tierra, pero era consciente de que en una serían más veloces que en la otra. En cualquier caso sería una travesía de varias semanas, por lo que ganar un par de días tampoco supondría una gran diferencia. La fortaleza a la que debían ir no iba a moverse de allí

—Viajaremos por tierra —sentencio, sin dar lugar a la negociación en este punto—. El mar es el mal. La embarcación podría naufragar, o la tripulación podría descubrirnos durante el día o podrían darse un millar de situaciones igualmente horribles e imposibles de prever y evitar. No. Viajaremos por tierra, definitivamente.

»Cruzaremos las tierras de los Macpherson, bajando por la ladera oriental del Ben Mucdhul, y nos dirigiremos hacia el suroeste a través de los dominios de los Campbell buscando refugio allí donde podamos encontrarlo y cazando lo imprescindible para mantener la discreción y un ritmo de viaje elevado.

»Solo cuando nos acerquemos a Dunaverty nos permitiremos alimentarnos en condiciones para garantizar que nos encontremos en plenas facultades para enfrentarnos a lo que quiera que nos aguarde allí.

Observó de reojo a Gael, por si éste quería añadir algo. A él poco le importaba la ruta a tomar, y sabía muy bien cuidar de sí mismo. Pero quizá el tercero del grupo no estaba de acuerdo. Cuanto menos, él no discutiría sobre tales asuntos. Lo que sí le pareció interesante fue el temor de Alistair hacia el agua. Sí un barco naufragara, para ellos no sería más que un incordio temporal pues no había líquido alguno capaz de matarlos. Sin contar con que una pequeña barcaza valdría, no necesitarían ir acompañados de tripulación alguna, y siendo un río podían varar en cualquiera de las dos orillas antes de que amaneciera para buscar refugio. Una medio sonrisa apareció en su rostro, casi imperceptible...

La conversación entre Alistair y Clyde parecía que agradaba a Gael. Su postura, de cuclillas junto a un árbol, escuchando a sus compañeros, manos entrelazadas delante de él, transmitían que estaba ponderando la situación.

- No creo que el mar sea el mal, como dice Alistair, pero a mí no me apetece desplazarme sin ser yo el que mueva mi cuerpo... lo considero extraño... esas barcazas, siempre me dieron malestar - sacude la cabeza, como evitando algún recuerdo, lejano - vayamos a pie, pues. Tanto el halcón como el lobo podrán ir delante, viendo lo que nos vayamos a encontrar y detectando posibles refugios.

Gael se mesó la barbilla, pasándose las manos por la nuca, una sonrisa apareció en su cara.

- Sí, definitivamente, por tierra.

Se agachó para observar cara a cara a su loba. Síth era mucho más inteligente que cualquier otro animal con el que hubiera tratado, y ya que era su compañera no le sería difícil transmitirle su voluntad. Otra cosa es que ella decidiera acatarla, bien es cierto que nunca se había negado. Sin embargo era la primera ocasión en la que abandonaba sus tierras, e ignoraba qué efectos podía producir en ella...

-Busca delante de nosotros, Síth. Busca trampas, intrusos escondidos, cualquier cosa que tu instinto tome como un peligro, y si es así vuelve a nosotros -acostumbrado como estaba a hablar con ella, no necesitó repetir las palabras. Era una comunicación más profunda que con cualquier otra criatura
-Sláinte -palmeó su cabeza, y sonrió ligeramente

Se puso en pie y observó con frialdad a sus dos compañeros. Asintió con la cabeza
Estaban listos

El viaje había sido sencillo, la zona montañosa fue quizás la parte más cómoda.Dado vuestro potencial físico en nada comparable a los humanos el terreno apenas os había ralentizado y además las montañas estaban repletas de cuevas donde refugiarse al llegar el alba. La caza había sido rápida y abundante pues los grandes mamíferos se encontraban en pleno celo y se dejaban ver con relativa asiduidad. Ahora llegaba la parte algo más compleja, abandonar la soledad y protección de las montañas para adentraros en las zonas pobladas.

Y no es que fuera difícil, es que cada uno de vosotros se había acostumbrado tanto a la soledad que la compañía de otros seres os resultaba irritante. Por suerte Dunaverty no os quedaba muy lejos, a tan solo un par de noches cuando Sìth y Roy volvieron con el informe del terreno. Ambos habían visto algo extraño en la orilla del río, sin embargo ni la loba albina por tierra, ni el águila por aire lograban saber a ciencia cierta que era lo que habían visto.
Os acercasteis con cautela a la orilla del agua para ver a una joven lavándose las manos en las aguas poco profundas, estaba sola y vestía ropas elegantes, de la nobleza.

El viaje ha resultado fatigoso pero exento de sobresaltos, lo cual ya es un prometedor comienzo. Mis compañeros no son muy habladores pero eso es algo que también agradezco dado que yo tampoco lo soy.

La mayor parte del tiempo casi podría decir que me muevo en soledad. Cazo por mi cuenta, pues el olor del lobo espantaría a mis presas, y durante las temibles horas del día busco el cobijo de la tierra mientras que aquellos que viajan conmigo se refugian en cavernas.

Sin embargo esta noche parece que las cosas están a punto de cambiar. Las bestias que nos acompañan parecen particularmente inquietas y nos guían hasta un remanso de un río cercano. Allí descubrimos a una doncella aseándose y, aunque ciertamente me parecen unas horas intempestivas para venir al río a hacer la colada o darse un baño, no puedo evitar que la Bestia se retuerza en mis entrañas ante la promesa de una cena mejor que la que le he estado proporcionando las últimas noches.

A juzgar por sus vestiduras, la doncella no es plebeya sino noble y en mi mente comienza a fraguarse la idea de tomarla como rehén e interrogarla para ver qué sabe de Dunaverty, del monje mensajero y del agente del Príncipe McKay que hemos venido a rescatar.

Abandonando la seguridad de mi puesto de observador, me arrastro sigilosamente hacia la orilla del río, decidido a capturarla antes de que tenga si quiera ocasión de descubrir nuestra presencia.

El viaje a través de los bosques y las montañas ha transcurrido como Gael esperaba: Rápido y sin interrupciones. Tanto Sith como el siempre fiel Roy han rendido honor a su fama de grandes exploradores, con lo que en el momento que ambos informaron sobre el algo extraño junto a un río, Gael se puso alerta.

Al llegar al allí, la situación parecía tranquila, sólo una dama lavándose las manos. Pero un sin fin de preguntas asaltaron al Gangrel: una dama de la nobleza, allí? Sóla, de noche? Cómo había llegado allí? Y eso había llamado la atención de sus fieles escuderos? 

Mientras observaba los alrededores, buscando algo más que fuera capaz de ofrecer más información sobre la dama, Alistair comenzó a arrastrarse sigilosamente en dirección a ella. Ese movimiento inesperado y sin consultarlo con sus compañeros, trajo un apenas susurrado comentario ("mierda") a los labios de Gael, el cual, mirando a Roy, le indicó que subiera a vigilar desde arriba. Él mismo, se puso en cunclillas, sacando su arco y montando una fecha, mientras observaba tanto el interior del bosque como la zona alrededor de la dama.

Dar por sentado que las apariencias son síntoma de una verdad tangible era, en la mayoría de ocasiones, arriesgarse a un peligro cierto. Sobre todo en las inhóspitas tierras de Alba. Un lugar donde la fantasía, el mito y la leyenda se fusionaban para conformar la auténtica realidad de las Tierras Altas del Norte

Ante la marcha de Alistair, observó fugaz a Gael. No los había consultado, y la tendencia del Gangrel de ir hacia las cosas de frente chocaba contra su habilidad innata para rodearlas. Sin embargo ya no había marcha atrás. Los mismos pensamientos que se hallaban en las cabezas de sus congéneres, también rondaban los suyos. Y comprobando que uno avanzaba hacia la extraña, y otro cubría la retaguardia, optó por desaparecer...

No era demasiado complicado, hasta era como su segunda naturaleza. Y para cuando cualquier ojo, muerto o vivo, quiso buscar al Nosferatu, tanto él como su loba se habían volatilizado en el aire sin dejar rastro