Partida Rol por web

Todos salvo Ariance

Mientras dudáis, la niebla se va deshaciendo en jirones impulsada por la brisa que se ha levantado en el paso. Poco a poco la visibilidad aumenta. Desde lejos, a vuestra izquierda, os llega un grito:

- ¡EH, VOSOTROS! ¡TENEMOS A LA CHICA! ¡SEGURO QUE EL GRAN SARTAN LA ESTARÁ "INTERROGANDO" AHORA MISMO! - calla unos segundos - ¡PUESTO QUE YA TENEMOS LO QUE QUERÍAMOS, NO HAY MOTIVO PARA MÁS MUERTES! ¡SEGURO QUE EL GRAN SARTAN SE MOSTRARÁ CLEMENTE CON VOSOTROS SI OS DIGNÁIS A PRESENTAROS ANTE EL!

De nuevo calla.

- DE VOSOTROS DEPENDE EL DESTINO DE LA PELIRROJA...

Y de nuevo, se hace el silencio. Por entre un jirón de niebla, podéis ver al jefe de los rojizos, encaramado a una roca allí a lo lejos, al otro lado del paso y a unos 50-60 metros de vosotros...

Parece mirar en vuestra dirección antes de girarse y ordenar algo. Poco después desaparece tras la roca...

Mâgan mira iracundo al brujo y apretando los dientes maldice su impotencia y calma sus nervios antes de hablar.

- Teol, Bimbur, conmigo en este estado no es buena idea el buscar un enfrentamiento, lo mejor es retirarnos de momento y tratar de ocultarnos aprovechando la niebla, después podremos planear como entrar a las minas, a por la hermana de D'War y a buscar a Ariance.- comenta el montaraz.

Arriesgado, pero gracias jefe.

Al ver que entra sola me sorprendo y la cordura vuelme mi.

Vay apuede que pueda aprovecharme de la sensibilidad femenina...

Al preguntarme por la mordaza, pongo ojos de corderito y niego con la cabeza.

¿Esta seguro Mâgan? No crees que sería mejor derrotarlos de una vez, y recuperar a Ariance -dice el enano sin temor mientras se aferra a su arma sea lo que sea, debemos apurarnos asique dejare mi decisión en tus manos, yo los acompañare ya que no hay tiempo para discutirlo acá y mucho menos tiempo que perder.

El joven enano quería recuperar a Ariance lo más rápido posible y salir de ese horrible lugar.

El montañes asiente mirando al enano. En su fuero interno él tambien deseaba lanzarse al ataque y acabar con la vida de aquellos miserables, pero bien sabía que la ventaja numérica de los rojizos acabaría imponiéndose.

- Son mas que nosotros, y yo no sería de ayuda en otra liza, además juegan con la ventaja de que conocen el terreno, y por lo que parece nos estaban esperando.- responde con esfuerzo.

Escucho las palabras de los demas y espero pacientemene mi turno.

- La niebla se esta dispando y dentro de nada en poco podra ayudarnos, sus exploradores podran vernos llegar sin problemas.... pero si nos entregamos todos menos uno o dos... siempre podria decirse que huyeron por miedo, y mientras los demas van apresados y dando la nota, los ocultos podrian seguirlos desde la distancia y acercarse por otros flancos para llegado el momento actuar.

No pienso dejar que Moebius haga nada con Ariance, si consigue la supuesta inmortalidad... ha matado demasiado de los mios siendo mortal, no quiero ni imaginarme...

Sólo Ariance

Marie, con bastante respeto, procede a quitarte la mordaza. Es un alivio sentir la boca libre de nuevo. La mujer se aleja un poco temerosa. Echa un vistazo rápido y preocupado a la puerta.

- ¿Cómo te encuentras?  

Al quitarle la mordaza le sonrío y hablo como puedo- Estoy asustada, sollozo, no quiero morir, no quiero morir. Yo sólo vine aquí para acompañarla, señorita, para hacerle la vuelta más llevadera, y no dejarla sola en compañias de hombres. Tenga pidad de mí, no quiero morir, no quierooo. Tengo miedo. Rompo a llorar pensando en si la habré convencido o no para que me ayude a salir de allí o a matar a esos dos malditos.

El joven enano se acaba de percatar de que no tiene su hacha con él, por lo que empieza a buscarla -Rayos, donde deje mi arma porque nadie me dijo que me la había olvidado, los enanos tenemos poca memoria. Dice aquel enano intentando sacarse la culpa de su olvido mientras busca desesperado su arma con la ilusión de encontrar además de su arma alguna moneda de oro "Como quisiera estar tomando una buena cerveza" sueña el joven y dice- Ojos atentos compañeros, si algo aparece échenme un grito

Niego con la cabeza cuando escucho los deseos combativos de Bimbur, y a punto estoy de expresar mi acuerdo con Mâgan, cuando Ashram sugiere que la mitad del grupo se deje apresar...

Ja...

- Sugiero que retrocedamos cuanto antes. No me fío de esta tribu salvaje -me vuelvo hacia Ashram... Tu plan podría funcionar... o no. También podrían abrir en canal a los prisioneros a la primera oportunidad. Yo no me dejaré apresar, y no aconsejo a nadie que lo haga.

Bimbur... ¿ha perdido su arma?

- Creo que hay algún salvaje abatido que portaba un hacha, podrás armarte en cuanto lo veamos... -digo al enano mientras empiezo a retroceder.

¿Qué trama su líder? ¿Ya nos ha visto? ¿Nos está rodeando?

Todos salvo Ariance

La niebla va desapareciendo poco a poco con la brisa dejando un cielo limpio y azul sobre vosotros. Con la desaparición de la niebla, va apareciendo el paso. Se trata de una llanura encajonada entre las montañas. Tendrá doscientos metros de largo por unos veinte-veinticinco de ancho. Vosotros estáis cerca del borde derecho más cercano a la entrada al paso. Alrededor de vosotros, las paredes están cortadas verticalmente, haciendo casi imposible su ascensión.

Sobre el suelo de la llanura, quedan los cuerpos de los caídos, los dos exploradores de D'War y al menos cinco de los rojizos. Uno de ellos, aún porta el hacha de Bimbur clavado en su pelvis. No parece haber más rojizos a la vista.

Ahora, podéis ver claramente la roca en la que estaba el jefe de los rojizos. Destaca al final del paso levantándose amenazadora sobre el estrecho paso siguiente. A lo lejos, tal vez a unos doscientos metros, en la misma pared en que estáis vosotros pero más allá del paso, podéis ver a los rojizos ascendiendo por una estrecha senda que apenas se distingue de la montaña. Podéis contar quince de ellos...

Sólo Ariance

Puedes ver en su cara que la has convencido con tu pantomima. Marie te mira con dudas.

- Moebius dice que eres una maga... pero no lo pareces... pareces tan... indefensa...

Se sienta en el camastro junto a ti mirándote.

- No puedo liberarte. Es Moebius quién tiene la llave... pero puedo ayudarte... podemos ayudarnos... tenemos que escapar de aquí... no puedo soportarlo más... a ese Sartan y a ese Moebius...

Escupe al suelo y vuelve a mirarte.

- Deberás hacer lo que te diga Moebius... mostrarte sumisa... intentaremos escapar durante la ceremonia. Casi todo el mundo estará en la sala mayor y no habrá casi guardias... será más fácil salir de aquí...

Cuando se levanta la niebla y el montañés se percata de que están solos se suelta del beórnida y se deja caer al suelo, mientras observa como los rojizos avanzan por una senda en columna, y entonces se le viene a la cabeza la pelirroja.

- Malditos bastardos, debemos movernos con premura.- Dice entre quejidos de dolor - Bimbur ¿No buscabas tu hacha? Aquel rojizo la ha guardado durante tu ausencia.- Mientras habla no deja de revisar los alrededores - Tèol no nos fiemos, quizás se hayan quedado algunos rezagados.- Mâgan hace un recuento de los caidos y con cuidado trata de acercarse a los caidos para registrarlos en busca de otras pócimas.

Como tengo las manos atadas intento secarme las lágrimas en el hombro- Pero por dónde escapar, ¿donde está la salida?. Cuéntame cómo saldremos. Luego recuerdo el influjo que tenía esta chiquilla entre los subordinados de su hermana e intento sacar partido. ¿no hay nadie entre sus fieles que se arriesgue por tí?¿no tienes amigos que puedan ayudarnos?. Cualquier ayuda será necesaria, sólo somos dos mujeres. La miro y le sonrío. Que feliz será tu hermana cuando te vea.