Partida Rol por web

El dolor era abrumador, tanto que, al intentar moverse en un primer momento, de manera instintiva, la descarga de su pierna amenazó con ser demasiado y sumirle en la inconsciencia; sabía que, de hacerlo, posiblemente no se volvería a despertar. Se concentró en la voz de Linda, siempre a su lado, incluso en los peores momentos. Estaba nerviosa, apenas podía controlarse, pero aún sus palabras le sacaron una débil sonrisa.

—Tranquila —Llevó la mano derecha hasta la mejilla de ella y la acarició—. Todo ha pasado, Stark se ha ido, hemos ganado por ahora.

Una victoria fútil, pero una al fin y al cabo, aunque no lo pareciera. Las cosas, además, no habían salido tan mal, no tanto como podría haber sido. No tardaría en encontrar un nuevo hacha, pero de momento tenían la suya, y aparte de él, nadie habría resultado herido; había sido una temeridad enfrentarse a él, pero al menos era él único perjudicado. Y si en vez de así, se hubiera dado con el espejo de bruces, posiblemente en lugar de un lanzamiento habría hecho un barrido completo, partiendo por la mitad no solo el cristal, sino a quien estuviera detrás. Había salido todo bien.

—Es menos de lo que parece —respondió a Adam, intentando quitarle hierro al asunto—. De aquí a mañana te machaco corriendo, y a la pata coja. —La risa que se le escapó, pese a sus palabras, acabaron en un gemido cuando el movimiento le llegó a la cadera—. Bueno, que sean un par de días —rectificó cuando pudo hablar otra vez.

Cansado, se apoyó en la pared y cerró los ojos mientras dejaba escapar un largo suspiro.

A pesar de que el golpe que había recibido Kurt podría haberle partido por la mitad como si fuera el tronco de un árbol, el mecánico había logrado estorbar lo suficiente el golpe para evitar que así fuera. La herida, aunque sangraba y había tocado hueso, no había sido tan grave como podría haber sido, ni tanto como les pareció en un principio. Aunque Kurt iba a cojear durante una buena temporada, y además la muñeca le dolía como un infierno, si no se la había roto también seguramente se habría hecho un buen esguince. Linda corrió a buscar un botiquín por la casa y encontró uno en el baño y le hizo una venda compresiva a Kurt para detener la hemorragia.

Entre tanto, Adam se hacía con un trozo suficientemente grueso de los restos del espejo, de la esquina inferior del mismo, que no había sido resquebrajado por el golpe del hacha y que además le permitía sostenerlo por los bordes sin cortarse. También habían logrado hacerse con el hacha del Santa, lo cual le dejaría desarmado durante un tiempo. Al menos hasta que aquel maníaco revivido se hiciera con otra.

Cuando la adrenalina se relajó, acertaron a escuchar las sirenas de los coches de Jonathan y el resto de agentes que venían con él. Más cerca de lo que pensaban, aunque tarde por los pelos. Unos segundos después, escucharon los chirridos del neumático frenando contra el asfalto y gritos de Jonathan y de otros agentes exigiendo a alguien que se detuviera. Después se escucharon varios disparos, un grito horrible y más disparos. Un agente, al que Adam reconoció como Peter Dunfrey, entró por la puerta de la casa de los Cleveland y se quedó pálido al momento por la visión de la sangre.

-¡Joder! - Alzó la pistola hacia ellos pero la bajó inmediatamente al reconocerles. -¡Joder! - Repitió. -¿Estáis todos bien? - Preguntó con urgencia.

Charlie suspiró aliviada y se dejó caer en el suelo, junto a Linda, que obviamente estaba preocupada por Kurt. Una fiesta se había transformado de pronto en una pesadilla y ahora incluso debían dar gracias por seguir con vida.

Pero aún no podía creerlo. ¿Qué era ese Stark? ¿Un demonio? ¿Una especie de espíritu vengativo? En una situación diferente, si se lo hubiesen contado, habría dicho que alguien le había echado demasiadas setas a su ensalada, pero ahora... no estaba tan segura.

El hacha estaba allí, en las manos de Adam, por lo que era real, pero la pregunta continuaba sin tener respuesta. ¿Cómo... era... posible... aquello?

-Yo no sé vosotros, pero voy a irme a casa, darme un baño de espuma y emborracharme por primera vez en mi vida. Creo que prefiero no estar sobria después de todo esto.

Charlie miró a Linda y después a Sandy. Tan diferentes, y a la vez, tan necesarias para ella, por mucho que lo negara. Miró también a Kurt y a Adam, volviendo a sentir aquella punzada de soledad que había experimentado... hacía casi una eternidad, aquella misma mañana.

Pero lo único que importaba era que estaba viva.

Los agentes no parecían comprender nada de lo que había sucedido allí, y no se lo reprochaba. Ella tampoco lo comprendía... ni lo haría jamás. Eso no podía razonarse de ninguna de las maneras.

Moviendo con cuidado algunos trozos de cristal, Adam no pudo evitar dejar escapar una risa burlona ante el comentario de Kurt.

- Pfff, ¿cuántas veces me has ganado corriendo, payaso? Ni con cuatro piernas nuevas lo lograrías.

Era extraño estar bromeando en un momento así, pero quizás era también lo más sano que podían hacer. Después de unas horas de auténtica pesadilla, tarde o temprano explotarían si no dejaban escapar la tensión, y un par de risas podrían ser todo lo que necesitaban para seguir adelante.

Adam se colgó la escopeta al hombro y tomó un trozo grande de espejo, aun con parte del marco. Pensó que sería suficiente para que Stark se viera la cara en él, y aprovechó para echarse un vistazo a sí mismo. Había tenido días mucho mejores. Al levantarse, dio unos pasos hasta llegar al hacha. Se la quedó mirando como si fuera a hablarle o a moverse sola, y tras unos segundos la cogió y la examinó de cerca. No pudo evitar pensar en aquellos pobres chicos en el cementerio. En mitad de aquellas imágenes en su cabeza, un sonido de fondo puso a Adam en alerta. Al fin llegaban los refuerzos.

- Vamos. -dijo a Sandy, poniendo un brazo tras su espalda, pues llevaba ambas manos ocupadas.

Pero antes de poder dar un paso escuchó los disparos. ¿Estaría Stark esperándoles fuera? ¿Habrá caído esta vez? Echó a correr por el pasillo, esquivando a sus amigos en el suelo, pero tuvo que frenar en seco cuando Dunfrey apareció por la puerta, pistola en mano. Al menos era una cara amiga.

- No, no estamos bien. -contestó sin pensarlo.- Hay un herido, necesita ayuda de inmediato. ¿Dónde coño estabais?

Adam se dispuso a pasar junto a Dunfrey y a salir. Necesitaba saber qué había retenido a Jonathan tanto tiempo y a quién acababan de disparar. Necesitaba ver a Stark tendido en el suelo.

El sonido de disparos en el exterior le hizo volver a abrir los ojos y, de nuevo, intentar moverse, a pesar de que sabía que no podía. El dolor punzante, desde la cadera hasta el gemelo, le mantuvo en el sitio. Si aquél monstruo volvía a aparecer... Pero no fue Stark, sino uno de los agentes quien entró por la puerta. Ante el mal humor de Adam, él mismo intentó calmar el ambiente.

—Ey, Dunfrey —Saludó con la mano derecha antes de volver a bajarla para coger a Linda la suya—. El herido soy yo, ¿habéis traído una ambulancia? ¿Y qué ha pasado ahí fuera? —Negó—. No me lo digas, ha escapado. Llamad al ejército, a la Guardia Nacional, o al puto Supermán, pero vais a necesitar algo más grande.

Dunfrey, al que en la oficina del sheriff llamaban Duffy, era el más joven de los agentes, recién incorporado al servicio hacía poco más de tres meses. El pálido muchacho miró a todos con una cara que hacía indicar que le faltaba poco para echar la pota. Parecía que no había comprendido ninguna de sus palabras, y de pronto reaccionó y contestó a todos.

-Todo el puto mundo está desperdigado en el bosque. Las radios no funcionan bien. - Respondió a Adam. -¿Superman? ¿Qué? No... Las balas no... ¡no le hacen nada! Hemos vaciado los cargadores y ha salido corriendo como si nada. Le ha dado un puñetazo a Roberts y le ha hundido la mandíbula. Joder, creo que lo ha matado. El sheriff ha ido tras él... se ha escapado hacia el bosque.

Fuera había varios agentes alrededor de un hombre tendido en el suelo vestido con el mismo uniforme que ellos que estaba inmóvil. Los agentes hablaban con urgencia por radio y maldecían que los malditos cacharros no funcionara bien. Intentaban pedir una ambulancia. Otros agentes salían a la carrera hacia la calle que llevaba al bosque, aquella por la que el grupo había venido minutos antes.

Sandy escuchó las palabras de Charlie y pensó que ella necesitaba calmarse y solo conocía dos maneras. O estando en los brazos de Adam o con un porro. Viendo como Adam cogía el cristal desestimó esa opción, más aún cuando le vio agarrar el hacha manchada de la sangre de Kurt. Suspiró y negó con la cabeza, puesto que si aquella opción ya no estaba disponible, solo le quedaba la del porro y no tenía nada encima.

Pero de pronto sintió a Adam a su lado y como pasaba su brazo por la espalda. Sandy le miró y le sonrió temblorosa, sin atreverse a decir nada. Y cuando fue a pasar la mano por la espalda del ayudante del sheriff, uno de sus compañeros irrumpió por la puerta instantes despues de que se escuchasen disparos en el exterior.

La caballería había llegado y debían estar tumbando o al menos intentando tumbar a balazos el cuerpo andante de Stark, porque estaba claro que después de ese disparo a bocajarro, nada le pararía. La cara del agente era un poema, más cuando se le preguntó por Stark. Sandy sintió entonces como Adam se alejaba de ella. Nuevamente volvía el agente de la ley y quien ella necesitaba a su lado se esfumaba como el humo arrastrado por el viento.

Asustada, temblorosa y sintiéndose más sola que nunca, optó por entrar en la habitación de Laurie y buscar a ver si por suerte, la joven consumía y tenía algo de maría en su cuarto. Sabía perfectamente en que sitios buscar, porque eran los habituales en los jóvenes. Y es que Adam se iría con los suyos, Kurt y Linda al hospital, Charlie a casa a emborracharse y a ella solo le quedaba la salida que no quería coger con Adam cerca. Pero le sentía tan lejos que... seguramente ni le importase que le diese un par de caladas a un porro. Incluso a Kurt le vendrían bien para aliviar el dolor.

El problema era que todo estaba lleno de polis en aquel momento y tampoco sabía si encontraría algo en aquel cuarto. Pero las palabras del agente que les había encontrado, solo lograron generar más ansiedad a Sandy, quien se puso a rebuscar sin hablarle a nadie y guiada por la linterna que aún sostenía en la mano.

Adam escuchó a Dunfrey hablar mientras se asomaba fuera. Vio el cuerpo tumbado y por un momento quiso dejarse llevar por la posibilidad de que fuese Stark, pero sabía que no era él. Iba a comentar sobre lo de las balas, que ellos sabían perfectamente que no servían de nada, pero en cuanto oyó que el hombre caído era Roberts y que Jonathan se había largado a por Stark, miró a Dunfrey como si acabara de despertarle en mitad de la noche.

- ¿Que ha ido a por él? -dijo con incredulidad, tras lo que sacudió al cabeza.- Duffy, ayuda a Kurt a salir, hay que llevarlo al hospital.

Salió corriendo, cargado aun con el hacha y el trozo de espejo, hasta llegar junto a sus compañeros mientras veía como varios se marchaban hacia el bosque. Comenzó a mover los brazos para llamar la atención de los que se iban.

- ¡Esperad! -les gritó.

Dejó las cosas en el suelo y miró al pobre Roberts. Se tapó la cara y dejó escapar un largo y cansado suspiro. Ellos podrían haber acabado así hacía apenas unos minutos, y Jonathan se exponía a ello en aquel mismo instante. Comenzó a dar vueltas por el exterior, maldiciendo en voz alta. Cuando pudo recomponerse, se acercó de nuevo al resto de agentes.

- Los Cleveland están muertos -dijo son la mirada perdida en algún punto indeterminado del suelo.-. Kurt está herido, que alguien lo lleve a él y a su mujer al hospital. Hay dos chicas más, Charlie y Sandy, que alguien las lleve a casa y se quede con ellas. -hizo una pausa, terminando de tragar lo que él mismo estaba planeando.- Que alguien se quede aquí  y acordone la zona hasta que podamos llamar por radio. Los demás, venid conmigo al bosque.

Recogió sus cosas y echó una mirada a la casa. Esperaba que sus amigos no hubiesen escuchado lo que acababa de ordenar, porque sabía que no estarían de acuerdo. No esperó a averiguarlo, se dirigió directamente hacia algún coche patrulla que pudiera llevarlo por la carretera del bosque.

Charlie miró a Linda. Era evidente que aquella noche se había transformado en una pesadilla, aunque al menos, estaban vivos, los dos. Pero ahora la prioridad era cuidar de él... y también de Linda. Charlie sospechaba que podía derrumbarse de un momento a otro. Como estaba claro que ella iba a ir al hospital, con Kurt, y por mucho que le apeteciera volver a casa, no sentía que fuese lo correcto, no al menos de momento.

Así que se revolvió.

-Yo voy con Linda y Kurt al hospital. Ya volveré a casa más tarde. Además, ese demonio todavía debe estar por ahí. ¿Quién nos dice que no aparece en nuestra propia casa para acabar lo que ha empezado? Así que por ese lado, mucho mejor estar rodeados de gente.

Charlie se acercó a Linda y la ayudó a cargar con Kurt, que por mucho que se hiciera el macho man, estaba herido y seguramente, bastante dolorido.

Sandy rebuscó en los cajones de Laurie, pretendiendo encontrar maría para fumar y calmar su mono, pero la joven alumna modélica no fumaba ni tenía ningún tipo de droga escondida en su cuarto. Sandy rebuscó por todas partes, centrándose especialmente en los lugares donde podría haber algún típico escondite de adolescente. Pero no encontró nada, ni siquiera polvo. Se notaba que Laurie era ejemplar hasta en casa. Finalmente, cuando ya parecía desistir, pisó sobre una tablilla de madera que se levantó levemente y crujió algo más de la cuenta. Sandy se agachó y la retiró con cuidado, tal y como se pensaba, allí estaban los oscuros secretos de la adolescente. Una pequeña cajita metálica donde, supuso la cajera, Laurie guardaría los porros. Pero en el interior de la cajita solo encontró un artefacto extraño y fotos de otra chica recortadas en forma de corazones, le pareció que la chica era la fallecida Joy Harding. El artefacto extraño tenía una forma alargada y ovalada, era de un color rosa metálico y tenía una especie de boca blanca redonda en lo que parecía ser su cabeza. La boca formaba un perfecto círculo blanco en forma de O. También tenía un interruptor que cuando Sandy lo presionó, el aparato empezó a producir un zumbido a través de la boca blanca, que parecía vibrar extrañamente.

Adam organizó rápidamente al resto de agentes que quedaban en la zona. Su voz autoritaria bastó para que los que se estaban marchando por el bosque se detuvieran y regresaran con él, a excepción de un par que ya estaban demasiado lejos y que habían ido tras Jonathan. Mientras Adam maldecía, los agentes se acercaron, nerviosos, a expensas de las ordenes que les diera el ayudante del sheriff. Las siguientes palabras de Adam organizaron al grupo, uno de los agentes intentó hacer funcionar la radio del coche para contactar con la central, pedir refuerzos y una ambulancia para Roberts, aunque ya nada se podía hacer por él. Unos cuantos agentes se organizaron para acordonar la casa de los Cleveland y proceder con lo necesario para hacerse cargo del crimen del interior, mientras otros se presentaron junto a Adam para ir con él tras Jonathan y la bestia asesina de Santa Claus.

Duffy ayudaba a Kurt a salir de la casa junto con Linda y lo llevaba hacia uno de los coches patrulla para subirlo en el asiento de atrás y llevarle al hospital. Charlie se sumó a ellos para ayudarles e ir al hospital con ellos. Mientras tanto, Sandy se encontraba en uno de los cuartos de la casa buscando algo.

-Esperad, esperad. - Dijo Linda, una vez subieron a Kurt al coche patrulla de Dunfrey. -¿Y Sandy? Charlie tiene razón, ese cabrón puede querer acabar lo que ha empezado, no podemos dejarla en su casa sin más. ¡Sandy, ven con nosotras al hospital! ¡Sandy! -Gritó desde el coche hacia la casa para que Sandy pudiera escucharla.

Nada, ni un maldito porro. Solo sus más sexuales secretos encontró en ese cuarto. Suspiró resignada y guardó todo donde lo encontró. Había cosas que no eran de su incumbencia y yo solo quería una de las dos cosas: o a Adam o un porro. En ese momento escuchó a Linda llamarla desde fuera y salió a ver que pasaba.

La policía había comenzado a moverse y por fin se llevaban a Kurt al hospital. Allí estaría bien. Por su parte, Sandy sabía donde y con quien quedarse. - ¡Estaré mejor con Adam! - Aunque no sepa donde está ahora. - Pensó mirando a su alrededor. El problema era que con tanto uniforme y a pesar de su altura, no le veía. - ¡Además, ese loco irá al hospital a por Laurie! ¡Vino a su casa a buscarla y no estaba después de mirar en la casa del doctor! ¡¿Dónde creéis que irá ahora?! ¡Más aún sabiendo que tiene dos heridos! - Era más que evidente hasta para el más dañado de los cerebros...

Paré a un agente. - Disculpe, ¿dónde está Adam? - Le pregunté al tiempo que le daba la impresión a Sandy de que aquel agente había ido a buscarla, que no pasaba precisamente por ahí. Sandy volvió a mirar a su alrededor buscando a Adam con la vista. Dijo que no se separaría de él, que sería su compañera hasta que apareciese Jonathan pero el sheriff no estaba y ella no solo quería cumplir su palabra, sino que además quería estar cerca de quien tanto lograba que se centrase.

Pero no le veía. ¿No la dejaría tirada así como así? ¿O sí?

- ¡Adam! ¡Adam! - Comencé a llamarle para ver si respondía y acudiría a su lado.

Adam se acercó a uno de los coches en el que pudiera ir de copiloto mientras los demás agentes empezaban a moverse. Dejó la escopeta y, para su propia sorpresa, el hacha a los pies y se dispuso a entrar, aun sujetando el espejo. Escuchó a Linda de fondo, pero no quiso prestar atención. Fueran donde fueran, lo importante es que se apartaran de aquello mientras él iba a ayudar a Jonathan, quien se estaba metiendo sin saberlo en una trampa mortal. Pero antes de que pudiera entrar en el coche, escuchó la voz de Sandy llamándole. Se quedó allí quieto, deseando que le encontrara. Tuvo el impulso de meterse en el coche sin siquiera mirar atrás, pero simplemente se quedó quieto. Entendió, finalmente, que tendría que hablar con ella. Dejó el espejo en el asiento, cerró la puerta del coche y caminó despacio hasta Sandy, dudando aun sobre lo que iba a decirle.

- Yo me encargo -le dijo al agente que había ido a buscar a Sandy, y cuando este se marchó centró su atención en ella, aunque tardó unos segundos en hablar. Su voz sonó serena, pausada- Te voy a decir lo que creo que deberías hacer, pero no te voy a obligar a nada. Creo que deberías ir al hospital con los demás y quedaros allí hasta nuevo aviso. Creo que no deberías intentar acompañarme, porque voy a seguir a Jonathan y a Stark, y las cosas van a ponerse feas. Creo que no deberías exponerte a más peligros por hoy, y te pido que no vengas. -se la quedó mirando a los ojos un instante.- Tú eliges.

Los ojos de Sandy brillaron cuando vio a Adam acercarse a ella. Salir de aquella manera del mundo de los porros estaba dándole otras experiencias que no había sentido, conocido ni vivido nunca sin estar colocada. Era todo distinto. Un día creía estar enamorada y al día siguiente se fumaba otro porro y todo había sido efecto de las drogas. Pero esta vez sentía que aquello que notaba dentro de sí era real.

Escuchó las palabras de Adam en silencio y miró hacia atrás. - Tengo tres opciones realmente. Ir con quien me calma de manera natural, aunque me haga sentirme nerviosa a su lado e insegura de mí misma, al tiempo que me hace sentirme protegida y por quien pelearé para que no le pase nada. - Dijo mostrándole la ineficaz arma contra Santa que le había dado. - Ir con ellos al hospital y acabar sedada por un ataque de histeria o... no se... algo me pasó en el cementerio que me colapsé y allí me sedarán seguro y no estaré a salvo, porque los dos sabemos que acabará yendo hacia allí, en busca de Laurie que parece ser su objetivo principal y ya depaso dará con Kurt y quienes le acompañemos... y la tercera es irme a casa, fumarme algo y abrazarme a Fluppy, deseando que no venga a por mí, que no te pase nada y que le paréis los pies antes de que haga daño a alguien más.

Estaba más serena de lo que creía, todo efecto de estar con Adam a su lado. - No te dejé de lado en la casa, porque no quiero que te pase nada. Se que puedo ser un estorbo más que una ayuda, pero tengo que acostumbrarme a que tu uniforme manda más que nosotros... si es que hay un nosotros, en determinadas circunstancias y que yo no puedo ser el centro de tu atención. Además... no quiero que este loco nos arruine la cita... y si te pierdo, acabaré sumida en el mundo de los porros el resto de mi vida. - Sandy acarició el rostro de Adam con ternura.

- No quiero separarme de ti. Si tengo que morir, que sea a tu lado. Si tenemos que vivir, que sea juntos. Pero quiero pasar el mayor tiempo posible contigo, sin estar en el hospital, pensando en si volverás o no, sedada y seguramente hecha trizas por ese loco sin darme ni cuenta de que entró en la habitación por no poder soportar ni estar a tu lado, ni fumar algo que me calme... Además mientras esté contigo y serena, cuentas con uno de los mejores cerebros de nuestra promoción. Puede que las drogas lo hayan tocado un poco, pero seguro que algo se me ocurre para poder acabar con él... ya no solo el camión de la basura... en el hipermercado tenemos los contenedores grandes para plástico y cartón. Son prensas donde tiramos la basura, pulsamos un botón y la máquina aplasta todo lo que entra hacia el fondo. En el hospital tiene que haber alguno de esos... y en cualquier almacén grande. ¿Ves? Puedo ser de utilidad, salvo que tenga que separarme de ti y ocurra una de las otras dos cosas, que no seré más que un regalo para Stark.

Sandy volvió a mirar hacia atrás antes de mirar a Adam de nuevo. - Procuraré recordar que eres un agente de la ley, que esto no forma parte de una cita y que no te puedo acaparar. Intentaré no enfadarme porque sí... son cosas que tengo que madurar y centrarme en lo que realmente debo: servir de ayuda contra Stark. Así que la decisión está clara. Si me dejas, me voy contigo.

Entre las dos chicas y Duffy lograron ponerle en pie y arrastrarle a la pata coja hasta el coche de policía; cada pequeño salto era un dolor insoportable, una sacudida que se le extendía por todo el cuerpo, y a medida que se iba enfriando, lo llevaba cada vez peor. Sentarse en el incómodo asiento de la patrulla fue un verdadero alivio.

Linda le abrazó desde el asiento central y Charlie entró la última, poniéndose en la ventana contraria. Desde allí, asistieron a la extrañamente calmada conversación entre Sandy y Adam; Kurt había estado a punto de decir algo a la chica, que no fuera tonta, que solo estorbaría a los agentes y, especialmente, no permitiría hacer al ayudante del Sheriff su trabajo como debería, pues estaría prestando más atención a la chica que a cazar a Stark, pero en el último segundo dudó y, finalmente, se calló. Todo lo pensado era verdad, pero había algo mucho más importante: con ella cerca, su amigo querría seguir con vida. No podía prometer que no cometieran otra estupidez, como ponerse detrás de un espejo que Stark iba a hacer añicos, pero al menos no se sacrificarían en vano mientras tuvieran a la otra persona a su lado.

Con la mano sana cogió la de su prometida y, cuando ésta le miró, negó con la cabeza levemente.

—Déjala. Que él decida, pero creo que va a decir que si. Estarán bien —quiso animar.

Adam guardó un silencio absoluto mientras Sandy hablaba. Reaccionaba con alguna sonrisa o algún gesto de la cabeza cuando era apropiado, pero por lo demás se mantuvo allí quieto, callado. No quiso responder a nada, no por culpa del poco tiempo que ya les faltaba, sino porque no era el momento. Entendió que había ciertas cosas que iban a ocurrir sin más, quisiera él o no, y que lo único que podía hacer era encaminarlas lo mejor que pudiera. Enfrentarse a Stark era una. Que Sandy se negara a irse, era otra. Y callado como hasta ese momento, besó a la chica en los labios, tras lo que pasó el brazo por su hombro y caminó con ella hasta el coche. Le abrió una de las puertas de atrás para que entrara y le hizo un gesto al agente encargado del coche, indicándole que estaba listo para marchar. Miró al vehículo donde los demás esperaban para ser llevados al hospital y tuvo una extraña sensación, como sabiendo que no volvería a verlos. Se limitó, sin embargo, a sonreír y a saludarles con la mano antes de sentarse en el espacio del copiloto, a la espera de llegar hasta Jonathan antes de que fuera tarde. 

Sandy ya había elegido. Donde fuera Adam, iría ella. Su camino era igual de inseguro que el de Charlie, solo que ambas luchaban por cosas muy distintas. Para Sandy, ahora que había encontrado lo que necesitaba, no necesitaba nada más, salvo estar con él cuanto pudiera.

Prefería morir a vivir sin él, tan melodramático como sonara.

Charlie, en cambio, si bien la observaba con una pizca de envidia, no se sentía nada segura y lo único que le apetecía era que aquella pesadilla se acabase lo más pronto posible.

¿Stark habría desaparecido? Le hubiera gustado pensar que sí... pero algo en su interior le repetía todo lo contrario, que no tardaría en regresar y que la próxima vez, no sería tan sencillo sobrevivir. Por eso prefería no estar sola, además de por acompañar a Linda y a Kurt.

Subidos en el coche de Duffy se pusieron en marcha rumbo al hospital. Duffy parecía buen muchacho, el típico novato, algo nervioso pero con facilidad para ponerse a charlar incluso en una situación como aquella. Mientras conducía empezó bromeando al decir que si hubiera sabido que el trabajo se iba a poner así, le hubiera hecho caso a su padre y hubiera seguido el negocio familiar: una carnicería que ahora regentaba su hermano pequeño. Después les preguntó por la situación que habían vivido y sobre algunos detalles referentes al Santa Claus. Esta última parte con cierto temor y con voz temblorosa.

Duffy conducía con cuidado por las nevadas y resbaladizas carreteras cubiertas de hielo y nieve de los alrededores del pueblo. Habían salido de la zona residencial para tomar la carretera que bordeaba Birchmont a través de los densos bosques de pinos y bordear el congelado lago Bemidji hacía la ciudad con el mismo nombre, donde se encontraba el hospital. Tras una larga curva, la carretera se volvía recta durante una buena distancia, y Duffy aprovechó para ir algo más rápido.

-Entonces... ¿creen que el otro grupo conseguirá detenerle? - Preguntó en un tono más sombrío y serio.

Adam y Sandy subieron a uno de los coches patrullas para recortar algo de la ventaja que les llevaban los demás tras ese rato de organización y división del grupo. No fue un trayecto muy largo, cuando salieron de la zona residencial de Birchmont encontraron el otro coche patrulla abandonado con las puertas abiertas y las luces puestas junto a la carretera. Todo hacía indicar que Jonathan y los otros agentes habían salido corriendo tras el Santa Claus internándose a través del bosque.

Bajaron de su vehículo y siguieron las huellas recientes que había en la nieve indicando el rastro de por dónde habían pasado los demás. Cuando apenas llevaban cinco minutos andando por el bosque, vieron la luz de una linterna iluminando potentemente hacia ellos. La fuente de la luz se mantenía quieta, pero conforme se acercaban les es era más difícil no terminar deslumbrados.

Junto a la linterna yacía un cuerpo uniformado.