Partida Rol por web

Charlie miró a Sandy como si no fuese a verla de nuevo, con los ojos ligeramente llorosos y los nervios a flor de piel. El silencio que se produjo en el interior del vehículo, con Linda preocupada por un Kurt que se había portado como un auténtico héroe, y una Charlie pensativa, invitaba a hacer reflexiones sobre todo lo que había sucedido, pero en el caso de Charlie, también en lo que se refería a su propia vida.

Del pequeño grupo de amigos, era la única que estaba sola y en aquellos momentos, se lamentaba profundamente por ello. Quizás su destino fuese recordar todo lo que le estaba sucediendo como si de una película se tratase, y no poder compartir lo que sentía con nadie.

O simplemente, a lo mejor Stark no le daba la oportunidad de encontrar a alguien, porque aparecía en el hospital y acababa con todos ellos. Un temblor la recorrió de abajo a arriba.

Cuando Duffy preguntó sobre el otro grupo, Charlie hundió el rostro entre sus manos y empezó a sollozar, mientras negaba con la cabeza.

-No, no lo creo. Ese Stark... no es humano. Nadie podrá con él.

Adam jamás llegaría a comprender lo que aquel beso llegó a significar para Sandy. Ella le sonrió y le acompañó al coche patrulla en silencio. Su corazón se agitaba con violencia, temeroso de perderle, pero ahora por culpa de la muerte hacia la que iban a buscar sin perder más tiempo. Puesto que aquel parecía ser su trágico final: completar el círculo que no se cerró en la fiesta de Invierno del instituto.

Besarse y morir con el resto de sus compañeros en aquella cita hacía seis años.

Evidentemente Sandy no quería que aquello ocurriese, pero su mente se iba preparando para aquello, puesto que ni un disparo a bocajarro le había detenido y menos aún la munición de varios agentes. Estaba muerto y aún vivía. Las balas no le hacían nada, no podrían cansarle, ni ahogarle, puesto que no respiraba.

Quizás decapitarle fuese una buena opción, quemarle con gasolina hasta que no quedasen más que cenizas o triturar su putrefacto cuerpo hasta que solo quedasen astillas. Pero Sandy sabía que ese no era el momento de hablar ni de dar ideas.

Primero había que encontrarle y ver donde estaba para poder actuar y pensar algo.

No tardaron en detenerse, nuevamente cerca del bosque. Sandy salió cuando abrieron la puerta trasera del vehículo. Conservaba la linterna y la estúpida pistola que no servía para nada.* Siguió a Adam en silencio, tan pegada a él que podía sentir mi aliento en su espalda, puesto que su nuca estaba demasiado alta para ella sin unos buenos tacones. El silencio era tal, que solo se podía escuchar el crugir de la nieve bajo sus pies, siguiendo el rastro que les adentraba en el bosque.

La luz de una linterna en el suelo y hizo que Sandy sintiese un escalofrío en el cuerpo, sobre todo al ver que había un agente uniformado caído junto a aquella linterna. Miró a Adam y le cogió de la mano, apretándola con fuerza antes de soltarle y dejarle que se acercase a su ritmo a ver si era su amigo Jonathan. Esperaba que no fuese él, porque eso implicaría que por su culpa, por retrasarle con su charla, no llegó a tiempo de salvar a su amigo... y ya no era solo que Adam no se lo perdonase nunca, sino que ni ella misma lograría hacerlo jamás.

Segundos depués llegó ella para ver el resultado de su error. Jonathan o no, si no hubiese frenado a Adam quizás ahora ese agente estuviese vivo... fuese quien fuese.

No le apetecía mucho hablar, pero Duffy logró llevarles a su terreno y hacer que explicaran lo que había sucedido; sabía que no creería nada, a él mismo le costaba y eso que lo había presenciado con sus propios ojos, pero aún así lo hicieron. La pregunta del millón no tardó en llegar. ¿Podrían? No, claro que no. Charlie se le adelantó.

Soltó la mano a Linda y, con un gesto, la hizo girarse hacia la otra chica. Él mismo levantó el brazo para cogerla por el hombro. Estaba claro que no estaba bien, que necesitaba el apoyo de alguien, que no podría aguantar ella sola. Pero no lo estaba, les tenía a ellos. Y tenía que saber que no todo estaba perdido.

—Eh, tranquila. Ya hemos ganado una vez, volveremos a hacerlo. Le pararemos los pies a ese cabrón, ya verás. Si es necesario usaremos una apisonadora para pasarle por encima.

Adam no abrió la boca durante todo el trayecto. Tenía los ojos pegados a la carretera frente a ellos y el oído atento a cualquier minúsculo crujido de la radio. Esperaba poder encontrar alguna señal que indicara que Jonathan seguía con vida, y mientras esperó atento no pensó en la posibilidad de que esa señal no llegara en ningún momento.

Finalmente llegaron junto al coche patrulla con las puertas abiertas. Adam salió y se acercó corriendo, echando una rápida ojeada al interior. No se sorprendió de verlo vacío, pero tenía cierta esperanza de que no fuera así. Volvió al vehículo en el que habían venido al tiempo que el otro agente le abría la puerta a Sandy. Metió la cabeza en el habitáculo del copiloto para recoger sus cosas. Se puso el espejo bajo el brazo y fue a colgarse la escopeta, pero recordó lo poco que habían conseguido los disparos, así que la dejó donde estaba y tomó el hacha en su lugar. No sabía si el arma marcaría algún tipo de diferencia, pero necesitaba tenerla en las manos para saber que Stark la había dejado, que quizás estuviese desarmado. Pasó el brazo libre por el hombro de Sandy y echaron a caminar.

No tardaron en llegar cerca de la fuente de luz. Adam alzó el brazo para bloquear parte del haz cegador y entrecerró los ojos, intentando discernir algo. Finalmente lo vio, tirado en el suelo. Sintió la mano de Sandy coger la suya y le devolvió la mirada durante un segundo fugaz. No quería ni pensar.

- ¿Jonathan? -consiguió musitar finalmente.

Se acercó al cuerpo y tomó la linterna del suelo para alumbrarlo y ver quién era. El corazón parecía dispuesto a salirse de su pecho

Aquel que yacía en el suelo junto a la linterna no era Jonathan, sino Stevenson. Era difícil reconocerlo en esos momentos, pero para Adam tuvo que ser un golpe menos duro que si hubiera sido Jonathan. Stevenson tenía la cara destrozada bajo el peso de una piedra que, presumiblemente, el Santa Claus le había lanzando. Pudieron reconocerlo únicamente por la chapa que llevaba en el pecho con su nombre. La escena era dura de digerir pero debían continuar.

Siguieron avanzando por el bosque siguiendo el rastro de pisadas en la nieve de Stark, Jonathan y el resto de agentes. El cual era muy evidente y podían seguir sin esfuerzo. El rastro no seguía una trayectoria recta, sino que en algunas ocasiones giraba hacia la izquierda, a la derecha, se desviaba en otra dirección y variaba continuamente. Tras un rato caminando, en el que la adrenalina fue dejando paso al frío intenso de aquella noche, llegaron a una cabaña de leñador que había en mitad del bosque. Inmediatamente les pasó por la cabeza que Stark pudiera haberse hecho con otra hacha. Y pronto descubrieron que así era. Los otros dos agentes que perseguían al Santa junto a Jonathan estaban tendidos en el suelo. A uno le faltaba un brazo y tenía un tajo horrible en la cabeza, el otro había perdido las piernas y tenía medio vientre fuera. Jonathan estaba junto a él, aparentemente intacto. Le sostenía la mano a su agente mientras a este se le escurría la vida poco a poco entre lágrimas. Jonathan también lloraba. Cuando escuchó el ruido de las pisadas de Adam y Sandy alzó su colt hacia ellos, pero la bajo de inmediato al reconocerlos. Pudieron ver entonces que tenía el hombro herido, aunque no revestía mucha gravedad.

-No sirven. - Le dijo a la pareja mirando su arma como si fuera una pistola de agua. -No sirven, tío.

Jonathan estaba prácticamente en shock, bastante impactado por lo que debía haber sido un encuentro bestial a juzgar por las consecuencias. Las lágrimas se escapaban por sus ojos al ser consciente de que sus hombres, Stevenson, Ramírez, y con toda seguridad el moribundo Jackson, habían muerto allí sin que él pudiera hacer nada más que disparar inútilmente.

-Al principio creía que mi puntería se había vuelto una mierda, o que me había equivocado de balas pero... no sirven.

El rastro de pisadas de Stark continuaba desde la cabaña en dirección este, Adam sabía que por allí podría llegar a una de las carreteras que salían de Birchmont.

Linda se agitó nerviosa en el asiento junto a Kurt, que la recolocó para apoyarse en ella. No le gustaba el tema de conversación pero no dijo nada. Preferiría pensar en otra cosa, aislarse de aquellos terribles sucesos. Pero era consciente de que aquello era imposible.

Kurt y Charlie conocían bien a Linda, era una chica dura y dispuesta a todo. Pero la visión de Kurt herido y todo lo que había ocurrido con el Santa la habían sobrepasado. Temblaba a pesar de que la calefacción del coche patrulla estaba bastante alta y tenía lágrimas en los ojos.

Duffy seguía hablando mientras conducía, lo cual parecía ser algún tipo de autoterapia para mantener la calma, la cual era bastante necesaria en un momento así. El pesimismo de Charlie le hizo arrugar el rostro nervioso, pero las palabras de Kurt sonaban mucho más esperanzadoras. ¿Y quién no quería esperanza en aquellos momentos?

-Sí, claro, lo pararemos. ¡Tienes razón Kurt! Si ya se le ha parado una vez seguro que se podrá hacerlo de... ¿Qué coño? - Duffy dejó de hablar de pronto y se inclinó sobre el volante entornando los ojos, la visibilidad no era muy buena por culpa de la nieve, pero parecía haber visto algo. -¿Qué cojones hace ese ahí?

Antes de que pudiera finalizar la frase, algo se cruzó en la carretera a toda velocidad, pudieron ver la sombra de aquello y les recordó a cuando un animal cruza por delante de los faros del coche. Había que tener cuidado en aquellas carreteras con los ciervos y demás bichos del bosque, especialmente de noche y cuando nevaba tanto, porque podían dar un buen susto. No era la primera vez que Kurt tenía que atender coches con la parte frontal completamente destrozada por un ciervo, y había accidentes peores en los que los ocupantes del vehículo no habían salido bien parados.

Algo les impactó de pronto haciendo estallar la luna delantera en su lado izquierdo y la ventanilla del conductor. Duffy perdió el control del coche debido a que su brazo izquierdo estaba sangrando. El coche se salió de la carretera, patinó en el hielo y se estrelló contra el bosque de pinos a toda velocidad.

Ver aquella escena donde la roca había destrozado la cabeza del hombre, encogió el corazón de Sandy por completo y mantuvo el aliento hasta que se confirmó que no era Jonathan. Aún así, la joven abrazó a Adam. - Lo siento. - Le susurró tratando de darle un mínimo de consuelo. A fin de cuentas era compañero de Adam y quizás amigo. - No debí entretenerte... no lo haré ahora... debemos seguir.

Sin mirar la cabeza del agente, Sandy se agachó en busca del walkie que tendría que llevar. Sería útil si se separaban*. Luego se aferró al cuerpo de Adam y sus ágiles piernas lograron mantener el ritmo de las grandes zancadas que mantenía el ayudante del sheriff. Sandy caminaba incómoda por el bosque. Llevaba un arma inútil contra aquella cosa en un bolsillo y aferrada al cuerpo de Adam, mantenía pegado a su cuerpo al único hombre que le importó alguna vez y que ahora sabía que amaba.

El rastro era fácil de seguir y con ambas linternas cubrían bien el terreno. Adam no se separaba del hacha ni del pedazo de espejo. - Quizás Jonathan sepa si montaron la casa de los espejos este año en la zona de la feria... si pudiésemos llevarle hasta allí y hacerle entrar... puede que su locura nos diese una oportunidad. - Le dijo mientras caminaban sobre la nieve y sentía que, a pesar del calor que su cuerpo generaba por el movimiento, el frío comenzaba a calar en sus pies.

Entonces llegaron a una cabaña y Sandy quedó de nuevo impactada con lo que encontró allí. No entró en estado de shock como ocurrió en el cementerio. No porque tenía a Adam a su lado. Pero aún así no pudo evitar que a su cabeza volviesen imágenes de aquella noche de hacía seis años. Por fortuna Jonathan estaba vivo, herido pero vivo, aunque moralmente ambos hombres debían estar destrozados.

Sandy solo pudo hacer lo que creyó más oportuno. No soltar a Adam para nada, dándole así su apoyo.

Las huellas de Stark indicaban que había vuelto a salir del bosque y que estaba en una carretera que le llevaría de vuelta al pueblo. A pesar de ser un cadaver putrefacto, demostraba inteligencia. - Lo sabemos, Jonathan. Kurt le disparó con su escopeta a bocajarro en la cabeza y le faltó reírse de él. Creo que solo dentrozando su cuerpo por completo podrá librarnos de él, como esa película de Terminator... donde funden al malo en una fábrica porque era indestuctible. No me preguntéis más sobre ella... bastante que recuerdo eso. - Le dijo ambos hombres. - Los espejos solo le frenarán y le harán daño mental. Usando muchos, supongo que podríamos doblegarle... yo no he pasado desde... desde el día del baile por el recinto ferial y se que poco a poco se está volviendo a abrir. Me preguntaba si han montado la casa de los espejos... es un clásico y meterle allí nos ayudaría a debilitarle mentalmente.

Sandy se quitó la bufanda que cubría su cuello y presionó la herida de Jonathan del hombro cuando se dio cuenta de que sangraba por ella. - Luego habrá que coseguir algo que le destroce por completo... ya dije que un camión de la basura que lo triture, prenderle fuego y que arda hasta quedar solo cenizas, incluso una apisonadora nos vendría bien... lo más fácil es conseguir gasolina y hacer cócteles de esos que impactando arden o rociarle con ella y prenderle fuego... pero para estar tan cerca, hay que debilitarle y dudo que un solo espejo funcione, Adam. Nos harán falta muchos más... y me apuesto el cuello a que regresa a Birchmont, que va de camino al hospital a rematar lo que empezó y de paso masacrar a todos los enfermos y trabajadores del edificio. Tenemos que encontrar la manera de impedirlo y a ti que te cosa un médico antes de que esto vaya a peor.

Linda no parecía muy cómoda hablando de todo aquello. Charlie la comprendía. Kurt herido, todos en peligro, aquel loco o lo que fuera, todavía por alguna parte, dando vueltas... no era precisamente el mejor tema de conversación para levantar el ánimo.

Duffy era excesivamente confiado, pero le arrancó una sonrisa aquella manera de confiar en que todo iba a arreglarse. Con ella todavía en el rostro, se acercó un poco más a Linda.

-No te preocupes, Linda. Seguro que estaremos bien. Después de todo, si hemos sobrevivido a un loco con un hacha, no hay muchas cosas peores que puedan ocurrirnos.

Pero Charlie no sabía que tardaría poco tiempo en arrepentirse de aquel nuevo estado de confianza que sin querer, había permitido que aflorara en ella. Duffy vio algo en mitad de la carretera, y aunque ella no pudo distinguirlo, si se dio cuenta, con horror, de que algo iba a ocurrir.

El impacto hizo que Charlie lanzara un grito largo y agudo, al tiempo que se veía empujada hacia delante y después hacia todas partes, debido a la inercia y el giro sin control del vehículo. 

Lo último que percibió fue aquel tronco acercándose a una velocidad enorme hacia el coche, el ruido más fuerte que había escuchado en su vida y a continuación... silencio y oscuridad.

El susto les hizo callar; era mejor prestar toda la atención a la carretera, pues en esas fechas sobre todo no solo el asfalto helado era peligroso, sino también los animales que, debido a la mala visibilidad, la gente no lograba esquivar tan a menudo como deberían. A él le venía bien, le daba trabajo, pero era mucho menos agradable cuando el accidente lo vivía en sus carnes. Que fue exactamente lo que pasó.

Salió de la nada, ni siquiera se habían repuesto del primer sobresalto cuando lo que fuera aquello impactó contra el coche, destrozando la luna delantera y toda la parte del piloto. A Duffy. El joven policía perdió el control y, antes de darse cuenta, se salieron de la pista, directos al bosque y los árboles.

Kurt no se lo pensó dos veces. Estaba herido y apenas podía moverse sin que el dolor amenazara con hacer que se desmayara, pero no podía dejar que Linda, que iba en el medio, se llevara el impacto; sabía lo que podía pasar, no era la primera vez que una rama atravesaba cristal y se clavaba en alguien, o que el vidrio hecho añicos causaba algún desastre. No a ella. Se lanzó sobre su prometida, cubriéndola mientras él mismo se hacía un ovillo, esperando que todo saliera bien.

La linterna iluminó la chapa con el nombre de Stevenson. Adam pudo quitarse la horrible imagen de su cabeza de estar frente el cadáver de Jonathan, aunque no podía decir que ver a otros de sus compañeros muertos le hiciera sentir bien. Cerró los ojos e intentó respirar a través del nudo de su garganta al tiempo que sentía que Sandy le abrazaba, aunque no contestó. Se limitó a volver a pasar el brazo por su hombro y seguir caminando. Tampoco dijo mucho cuando volvió a hablarle mientras seguían el rastro, tan sólo hizo algún sonido afirmativo. Quería llegar cuanto antes al final de aquel rastro, no podía pensar en mucho más.

La imagen que les dio la bienvenida al llegar a la cabaña no fue mucho más reconfortante. Por suerte, si es que ver a otros dos amigos muertos se le podía llamar suerte, Jonathan seguía vivo aunque claramente afectado. Adam se acercó a él y soltó a Sandy para acercarse a él. Dejó el espejo y el hacha en la nueve y pasó el brazo por el hombro de su amigo. Se lo quedó mirando un rato en silencio.

- Tranquilo, no podías saberlo. -dijo con voz triste y cansada.- Pero ahora tenemos que intentar lo de los espejos. ¿Sabes si lo de la feria es factible, o de algún otro sitio donde llevarlo? -se apartó un poco para dejar que Sandy tapara la herida.- Vuelve al coche y ves a que te miren eso, nosotros seguiremos el rastro. Necesitamos que encuentres a los demás agentes y... No sé, que traigáis toda la gasolina que pilléis o una procesadora de madera o... O un puto bazoca, pero necesitamos hacer mierda a ese cabrón y se nos acaba el tiempo. -dio unas palmadas en el hombro sano de Jonathan.- Y mañana, el bocadillo de albóndigas lo pago yo.

Se separó de él y tomó de nuevo el espejo y el hacha. Ver a Jonathan así le rompía el alma, y la idea de exponerle a más peligro en aquel estado no entraba en los planes de Adam. Sólo esperaba que su amigo fuese razonable e hiciera caso a su propuesta, porque no tenían tiempo para discutir. Cuanto más se entretenían allí, más avanzaba Stark.

Milagrosamente salieron indemnes del accidente.Y eso que el coche se había estrellado contra un pino de grueso tronco y raíces tan firmes que apenas se habían levantado por el impacto. El coche patrulla en cambio, tenía el morro completamente deshecho y amoldado a la forma del pino. Duffy no corrió la misma suerte. Yacía sobre el volante sin vida y sangrando todavía por la cabeza y el pecho. Era difícil saber si le había matado el impacto o aquello que había atravesado el parabrisas del coche y había reventado la ventanilla del conductor. Ellos, en cambio, habían tenido suerte de ir en la parte trasera del vehículo, lo que les había salvado la vida con total seguridad a juzgar por los destrozos que también había en la parte del copiloto.

Solo Charlie había sido levemente herida. Se había golpeado con algo en la frente, aunque no sabía si había sido el propio asiento que tenía delante o la ventanilla, y sangraba por una herida que no revestía mayor gravedad pero por la que fluía tal cantidad de sangre que hacía creer que se trataba de algo peor. Charlie, a excepción de un ligero entumecimiento en la frente, no sentía mayor dolor.

-¡Ay Dios mío! - Exclamó Linda en español. También ella había salido ilesa del accidente, pero había empezado a nombrar todo un santoral de nombres en español y rezos que apenas entendían. Se giró hacia Charlie, y alarmada por la herida de su cabeza comenzó a hablarle demasiado rápido en español, olvidándose de que ella no entendía ni una palabra de aquel idioma. -¡Estás sangrando! - Dijo finalmente en ingles. -¡Ay Dios! ¡Casi nos matamos! ¿Kurt, estás bien? ¿Tu herida?

-¡Ah! ¡Diablo! - Gritó de pronto, de nuevo en español. Y señaló hacia la carretera. Allí había una silueta ensombrecida por la oscuridad del lugar, pero que por la escasa luz de la luna pudieron reconocer con total seguridad. Una silueta navideña, alta, rechoncha, coronada por un gorro navideño. Y que sostenía de nuevo un hacha.

-¡Adam, espera! - Gritó Jonathan a sus espaldas cuando ya se dirigían siguiendo el rastro de Santa en la nieve. -No os puedo dejar solos, joder. Yo soy el sheriff. Yo debería... - Morir. Su labios no terminaron aquella frase, pero todo alrededor indicaba que a quién persiguiera a Stark solo le esperaba la muerte. -Hacerme cargo. - Corrigió después.

-No, joder. Ya lo sé, pero no estoy herido de gravedad. Esto apenas es un rasguño. Y la puta radio no funciona, así que no sé a quién cojones voy a avisar. No tengo ganas de morirme de frío velando tres cadáveres y sólo tengo ganas de vengarlos. Aunque no sé cómo porque ese hijo de puta no muere con las balas. Podíamos llevarlo hasta la feria... pero me da que ese cabrón avanza con más determinación que ninguno de nosotros.

Salí como pude del coche, aunque el dolor de cabeza que tenía no hacía más que recordarme que aquello era real y no un sueño.

-Ouch!! -me quejé, cuando me llevé la mano a la frente, en donde parecía se estaba formando un enorme chichón -. No es nada, tranquila. ¿Tú estás bien? ¿Y Duffy? ¿Y Kurt?

Kurt daba la sensación de no estar peor que yo. Respiraba y estaba con vida, lo que ya era algo. Duffy en cambio... parecía no haber sobrevivido.

-Dios mío -exclamé.

No tuve tiempo para más, porque la voz de Linda atrajo mi atención hacia la carretera.

-No puede ser. Es imposible.

Mi mente comenzó a funcionar con rapidez, pero mucho me temía que lo único en lo que podía pensar era en que no íbamos a sobrevivir. Debíamos huir pero antes, había que sacar a Kurt de allí.

-Deprisa, Linda. Ayúdame a sacar a Kurt del coche -le dije, abriendo la puerta y empezando a tirar.

En ese momento recordé también el truco del espejo, así que busqué el retrovisor interior y lo arranqué de cuajo. En el peor de los casos, quizás le sacara un maldito ojo a aquel demonio, aunque esperaba que me sirviese para algo más.

Adam apenas había dado dos pasos cuando paró y se giró hacia Jonathan. Se lo quedó mirando, y toda una serie de imágenes volaron por su mente. Recordó sobretodo los tiempos justo después de la masacre, cuando tantos amigos habían caído y tantos otros se largaron del pueblo. Recordó cómo ellos dos se quedaron, dando vueltas y recordando quién vivía en cada casa. Recordó sus primeros días como agentes de la oficina del sheriff. Sonrió ampliamente.

- Esto hará más que tu pistola. -dijo mientras le tendía el espejo.- Tú se lo pones a la altura de la vista, Sandy alumbra para que se vea bien y yo le endiño en la cabeza con el hacha. -pasó un brazo por los hombros de Sandy y el otro por los de Jonathan, con cuidado de no hacerle daño.- Y luego nos vamos a casa de una maldita vez.

Aunque Adam intentó darle un cierto tono ligero a sus palabras, que la noche terminara era lo único que deseaba, pero sabía que ese "terminar" podía tomar muchas formas. No les quedaba más remedio que seguir avanzando y descubrir cómo de limitadas eran sus opciones

Sandy observó como Adam le daba el espejo a Jonathan y contaba su plan.

- Adelantémonos a él. Va andando y por la carretera. No dejará huellas, pero sabemos que va al hospital. Todo lo que ha hecho hasta ahora tiene sentido para él: mató a los chicos en el cementerio y va detrás de quien se escapó. Primero fue a casa del doctor, el lugar más cercano para que la chica llegase a pie herida y le mató sin encontrarla. Luego fue su casa y mató a los padres de Laurie porque estaban allí. Nos atacó porque estábamos allí. - Le dijo Sandy a los dos agentes de la ley. - ¿No véis la pauta? No quiere a los demás, quiere a esos chicos muertos y sólo queda ella.

» Matará a todos los que se pongan en su camino... y si Laurie no estaba con el médico ni en su casa, irá al hospital. - Les repetió a ambos. No era determinación, era meterse en su cabeza. - Allí hará una masacre hasta que de con ella. Quizás la mejor idea sea la de ir al hospital, me vestiré como Laurie y le esperaremos. Se dejará ver... no buscará entrar en sigilo... una silla de ruedas y me lleváis como si fuese ella al recinto ferial... si lo cree... nos seguirá.

Ató su  bufanda al brazo de Jonathan, colocando un nudo sobre la herida. No era un torniquete ni pretendía que lo fuese, pero el nudo y la presión harían suficiente fuerza como para ayudarle a frenar la hemorragia mientras se movían. Luego sintió el calor del cuerpo de Adam sobre ella al comenzar a caminar. - Los cuerpos de los chicos... todos o casi todos estaban cerca de su tumba... suena ridículo o a locura pero después de ver que nada le mata, ver su estado... quizás se burlaron de él y salió en busca de venganza. Puede que solo quiera a Laurie... es el  mejor cebo que se me ocurre, pero en vista de que ella no va a poder hacer mucho... es la mejor idea que se me ocurre...

Y ahora llegaba el momento en el cual Sandy quedaba fuera del plan, por ser peligroso, suicida y que un agente se encargaría de hacer de cebo. Por parte de Jonathan lo entendería, meter a un civil en todo esto era una locura, pero Sandy ya estaba comprometida. Por parte de Adam... debía saber que no le dejaría solo, aunque hubiese cumplido su palabra de estar a su lado y ser su compañera hasta que Jonathan apareciese, no quería dejarle solo.

No si ese era su último baile juntos.

Jonathan escuchó con atención la idea de Sandy y al principio su rostro mostraba reticencias, pero conforme la muchacha hablaba y la idea se iba formando en su cabeza empezó a considerarla y a tenerla en cuenta. Era arriesgado, desesperado, pero era la única opción de ponerse por primera vez por delante del Santa Claus y de adelantarse a sus movimientos. 

-Joder, es una puta locura... pero podría funcionar. Lo que dices tiene bastante sentido y suena muy lógico. Si lo hacemos deberíamos dar la vuelta y volver a por los coches patrulla, así podríamos adelantarnos a él. También uno de nosotros debería llevarse a Laurie a un lugar seguro. - Miro a Adam, no tenían muchas más opciones a parte de perseguirle como hasta entonces. -¿Qué opinas?

Habían sobrevivido. Casi todos, al menos. El pobre Duffy había acabado su carrera en la policía casi antes de empezar, pero ya no había nada que hacer; ni siquiera valía la pena lamentarse a esas alturas, era otra víctima más en ese macabro espectáculo navideño, y empezaba a acostumbrarse. Cuando uno asistía a tantas muertes, con cada una de ellas se iba alejando un poco más y la siguiente comenzaba a ser un poco menos importante que la anterior, hasta que al final todo se veía desde lejos, ajeno, frío ante una situación que se escapaba de las manos y de la que uno no participaba.

Pero aquello era muy real, había gente que si que le importaba y que no podía permitirse perder. Su coraza no daba para tanto, y esa armadura se resquebrajaría rápidamente, se desharía como papel mojado, si la sangre de sus seres queridos se unía a la de tantos otros cadáveres que había dejado Stark en su venganza.

Allí estaba él, por imposible que pudiera parecer. Por supuesto. ¿Quién podía ser si no el culpable de ese accidente? Aquél puto loco, que debía de haber dado esquinazo a todos los agentes, encontrado otro hacha a saber dónde y ahora venía a rematar el trabajo. Mierda.

—¡Corred, corred, vamos! —Se esforzó por salir con ayuda de Charlie y Linda, ignorando las punzadas de dolor de la cadera, el entumecimiento de la muñeca jodida, y el terror que sentía realmente al ver a aquél psicópata otra vez. Tenía que sobreponerse a todo eso si quería tener una oportunidad. Si quería que ellas la tuvieran.