Partida Rol por web

Parece que hoy todo el mundo está durmiendo pesadamente, pues no se escucha el murmullo y los pasos agitados que se escucharían normalmente al sentir llamar a la puerta a horas intempestivas de la noche.

Y el caso es que estaban llamando con vehemencia. La aldaba sonaba formando un insoportable eco en los inconmensurables pasillos del castillo, sin que nadie acudiera a abrir la puerta.

Al salir a pasear te percataste de que estaban llamando a la puerta con vehemencia. ¿Quién demonios se había acercado al castillo a horas intempestivas de la noche? ¿Quizás algún peregrino errante pidiendo cobijo?

El caso es que el repiqueteo de la aldaba se percibía a través del incipiente eco retumbando en las paredes de las inconmensurables salas del imponente castillo. Y nadie acudía a abrir.

¿Quién llamará a estas horas? ¿Es que nadie va a ir a atender al visitante? Ah, ya voy yo...

Con enorme desgana me levanto de mi lecho y salgo del cuarto para ir hacia la puerta.

Cuando sales por la puerta, los golpes son mucho más audibles que antes.

Una figura pasea por el inmenso corredor del castillo. Es Gonzalo, que parece que también ha oído la vehemente llamada.

Mientras te encaminas hacia la puerta con curiosidad, ves que alguien sale del cuarto de las sirvientas. Es Mara, que parece que también ha escuchado el repicar de la puerta.

Nadie más se ha levantado aún. Quizás todos están profundamente dormidos.

Nadie más se encuentra en el pasillo, salvo vosotros dos, quienes os miráis gratamente sorprendidos.

Por otra parte, el tardío visitante cada vez llama con más intensidad. Va a acabar por despertar a todo el castillo.

Una pesadilla, posiblemente fruto de la pesadísima cena que has degustado con avidez -famoso es en el castillo tu apetito por todo lo que pueda denominarse comida, sea apetitosa o literalmente incomestible- te arranca de tu hasta entonces reconfortante sueño. Te incorporas ligeramente, empapada en sudor, y te fijas en que el camastro contiguo al tuyo, que es el de Mara la cocinera, está vacío.

Tu recién adquirido instinto de guardia te impide dormir en cuanto se percibe algo fuera de lo común. Aunque, presa del cansancio, habías previsto una noche de sueño profundo, no puedes evitar el despertarte al notar que algo se sale de lo normal. En medio de la oscuridad no tienes aún idea de qué se trata, pero tras encender una vela te percatas de que el camastro contiguo al tuyo está vacío. Gonzalo no está durmiendo.

Aún casi no te había dado tiempo a meterte en tu camastro tras tus oraciones nocturnas cuando te percataste de que algo no iba como debiera. ¿No se escuchaban pasos en los pasillos? Posiblemente se tratase de un par de criados escabulléndose para realizar actos impíos. Vamos, el pan de cada día en el castillo.

No voy a negar que me alegre muchísimo de ver a Gonzalo en el pasillo. En cuanto le vi, esbocé una sonrisa y me acerqué a él.

¿También a ti te han despertado los golpes? Sea quien sea, debe estar en apuros, porque ¡menuda forma de llamar! ¡Y a menudas horas! Luego, más agradable, proseguí: Me alegro de haberte encontrado; la verdad es que no me hacía ninguna gracia ir a abrir a un desconocido estando yo sola. Nunca se sabe...

Seguí caminando en dirección a la puerta del castillo, ahora ya de buen humor.

Vamos a tener que darnos prisa. Como siga llamando de esa manera, va a despertar a todo el mundo. Digo acelerando el paso. ¿Qué tal llevas la vida en este sitio? Es duro, ¿verdad? Hay que trabajar mucho, pero yo estoy muy contenta. La gente aquí es muy simpática, aunque la esposa de Aisslin me regaña mucho. No puedo decir nada, la verdad es que me lo suelo ganar. ¡No veas la de meteduras de pata que hago cada vez que cocino! Supongo que necesito practica... No dejo de sonreír. Pocas veces desde que llegamos he tenido la oportunidad de hablar  con Agustí y Gonzalo, así que cada vez que se daba la ocasión, me gustaba aprovecharla al máximo.

De pronto me desperte sobresaltada, me costo unos minutos darme cuenta de que habia tenido un mal sueño, todo mi cuerpo estaba empapado en sudor y mi pecho subia y bajaba respirando con agitacion. Intente tranquilizarme a mi misma, no pasaba nada, solo una pesadilla. Necesitaba beber agua y me prometi que la proxima vez no comeria tanto, no era bueno comer tanto por la noche. 

Sin darme cuenta mire a mi alrededor y vi que el lecho de Mara estaba vacio. Sonrei con picardia pensando que debia de encontrarse junto a Gonzalo, el galan de la patata sagrada. Pense que seria divertido espiarlos un poco, no tenia sueño y queria despejarme de ese mal sueño. 

Sin pensarlo demasiado me levante a por agua y despues sali de la habitacion en direccion a la sala de los hombres para ver si Gonzalo estaba alli. Fui con cuidado, tratando de no despertar a nadie y sobre todo intentando que no me descubrieran. Estaba segura de que iba a pillar a Mara con su amante estuviera donde estuviera. 

Si los ruidosos golpes a la puerta del castillo alteraron el estado del muchacho, ya que eran constantes y algo sospechosos al tratarse de aquellas horas, más nervioso se puso Gonzalo al descubrir que no solo él había salido en dirección a la puerta del castillo.

El corazón le dió un vuelco a ver que Mara, salió del edificio y le sonreía de forma agradable.

-La verdad es que no podía dormir... entre la cena, el vino y las "extraordinarias aventuras de nuestro señor"...-dijo con tono algo burlón-... no podía pegar ojo. Y esos golpes me han llamado la atención: quién debe ser? Pero, como mínimo, me alegro de que sirvan de excusa para poder disfrutar de esta fresca noche... y con tan buena compañía.

Suerte que la oscuridad escondía el rostro algo ruborizado de Gonzalo. Sentía que debía decirle algo más a Mara. Algo sobre sus ganas de estar a su lado, de mirarla, de olerla, de... Pero no sabía como comenzar. O temía que Mara se tomara a broma la atracción que sentía un muchacho como el, hacía una mujer experimentada como ella.

Mientras de dirigían hacia la puerta, con ciertas prisas, para evitar máas escándalos, Gonzalo quiso tranquilizar y dar confianza a la mujer:

-Pues no creas, que desde que estás en la cocina, he engordado unos kilos! jejeje. No temas, Mara, lo haces bien y seguro que acabarás siendo una gran cocinera. Y la esposa de Aisslin seguro que no es tan mala mujer. Solo intenta que se haga bien la faena... Si te contara las collejas que me he llevado yo por no recoger bien las verduras del huerto...

Al acercarse a la puerta del castillo, Gonzalo se extraño que no hubiera ninguna guardia nocturna ni nadie que estuviera vigilando. Cierto que era difícil que quisieran atacar la fortaleza, pero nunca se sabe.

Como un acto reflejo, el muchacho cogió la mano de Mara. Puede que quisiera demostrar seguridad y protección, o simplemente aprovechar aquel alboroto para tocar su cuerpo. La pareja se acercó a la puerta y Gonzalo alzó la voz, sin llegar a gritar:

-Quién hay?  A qué viene tanto alboroto?

Este niñato ya se ha ido en busca de Mara. Pienso mientras trato de dormirme de nuevo. Desgraciadamente me he desvelado y eso me da un poco de rabia, por lo que decido levantarme, coger mis cosas e ir a buscar a los tortolitos para darles un susto. Al fin y al cabo, esta es la mejor parte de mi trabajo de guardia.

Era tan agradable charlar con Gonzalo... Sin embargo, cuando nos acercamos a la puerta y ver que no había nadie por los alrededores, me preocupé un poco. Si quien llamaba a la puerta fuese un bandido, yo no era precisamente una gran luchadora. Y Gonzalo, pues bueno, él sabía defenderse, pero tampoco era un gran guerrero... En fin, como era lógico, yo me mantuve un poco al margen al llegar a la puerta. Obviamente corresponde a Gonzalo el tratar con el extraño y hacer las preguntas, y tomar la decisión final de si abrir la puerta o no.

Vi que me cogía la mano, y no hice nada por evitarlo. Me sentía más segura así. Puede que él lo hiciese por infundirme confianza, por tranquilizarme, o porque él mismo estaba nervioso y así se sentía más protegido. En fin, eso daba lo mismo; yo me sentía mejor así.

En silencio y preparada para cualquier tipo de reacción, esperé mientras Gonzalo le preguntaba su identidad al extraño a través de la puerta.

Ya están otra vez esos pillos rondando por las noches. Nada bueno tienen que estar haciendo si han de esperar a que caiga la noche para llevar a cabo sus ideas. Creo que sera mejor que eche un vistazo.

Pese a las reticencias de mi cuerpo a salir de la cama me despierto, me coloco las sandalias y tras desperezarme en un par de ocasiones salgo lentamente al pasillo a ver si desde aquí podía observar algo.

Mientras Gonzalo y Mara charlan amigablemente en dirección a la puerta de entrada al castillo, varias cabezas se asoman por diversas puertas. Entre los recién despertados se encuentran Agustí, Silvana y Hernán.

Justo al sacar sus cabezas al pasillo para espiar a ver por qué los dos tortolitos no estaban en sus respectivos camastros, la respuesta a su duda llegó al instante. Alguien estaba llamando como un loco a la puerta del castillo. Estos dos se habían despertado primero, y se habían encontrado en el pasillo cuando se dirigían a abrir.

La intensidad de los golpes dados a las puertas del castillo hicieron despertarse a más siervos, quienes se pusieron en pie, somnolientos, y salieron al pasillo, presa de la curiosidad.

En ese momento, se escuchó a un miembro de la guardia en el exterior, que había acudido a comprobar si se trataba o no de una amenaza.

-Adelante, abrid la puerta- gritó para que se le escuchara bien, los golpes a la puerta cesaron- No hay peligro.

Gonzalo abrió la puerta, y en el umbral pudo apreciarse a la extraña comitiva que había montado tanto escándalo. Se trata de tres encapuchados a pie, sujetando en sus manos las bridas de sus respectivas mulas. El que había estado llamando con insistencia dio un paso al frente y se quitó la capucha, mostrando un rostro no demasiado juvenil precisamente.

-A fe mía que no es de recibo tenerme tanto tiempo aguardando a la puerta- dice, sacudiéndose polvo de su túnica- ¿Dónde se halla el buen Barón Ricardo? ¿Es que no va a recibir a un buen enviado de su queridísimo Papa Luna?

¿Un enviado del papa? ¡Santo cielo, ¿como no se me había informado?! Más tarde tendré que hablar con Aisslin y reprocharle semejante error. Tratar así no solo a un miembro de la iglesia sino a un enviado papal nada menos...

Disculpad la falta de decoro mi señor respondo en el tono más respetuoso posible adelantándome a los criados y los guardias pero no se nos había informado de vuestra llegada. Tened por seguro que se impartirán los debidos castigos por el error.

Mi nombre es Hernan de Gamboa, humilde siervo de nuestro señor y encargado de la capilla del castillo me presento con una pequeña reverencia. Acto seguido me doy la vuelta y me dirijo al resto de los sirvientes vamos, ¿a que esperáis para ayudar a los señores?

No entendía muy bien lo que pasaba. ¿Un invitado importante? ¿Y no había sido anunciada su llegada? ¿O es que el barón, con sus innumerables borracheras, se había olvidado del asunto? Sí, eso podía ser bastante probable... El señor de Gamboa fue el primero en reaccionar. Inmediatamente, me acerqué a los tres hombres y me preparé para realizar la tarea de acomodar a los huéspedes.

Señor, disculpad nuestra sorpresa. El barón está acostado, pero le avisaré en seguida si lo deseáis. Pasen a la sala y siéntense; deben estar muy cansados del viaje. ¿Les apetece algo de comer o de beber?

No era mi tarea la de hacer de sirvienta, pero dadas las circunstancias, me dispuse a arrimar el hombro. Haciendo gala de mi mejor y más inocente aspecto, y de mi más dulce y refinado tono de voz, me dirigí a los tres hombres, esperando calmar el aparente mal humor de Charles de Lupo por la espera. Mientras les hablaba, les indicaba con la mano abierta el camino hacia el comedor, donde podrían sentarse y tomar algo mientras tanto.

Sorprendido por la repentina aparición de tan ilustre personaje y el apuro de Hernán y Mara por hacerle sentir cómodo, me limito a mantenerme firmes para dar una imágen de guardia siempre listo y dejo a los demás que hablen con él.

La inesperada visita del enviado del Papa me sorprende y me pongo en guardia. No he sido nunca amiga de la iglesia aunque intento no demostrarlo, sin decir nada observo la comitiva y escucho la conversacion, por el momento solo han preguntado por el baron, espero que la visita sea meramente amistosa. Cuando Mara los invita a pasar me pongo detras de ella sin llamar la atencion. Solo si es necesario los atendere, en caso de que no haga falta me limitare a escuchar para averiguar el motivo de la visita.